Editorial

Jot Down se adhiere a la Declaración de Westminster

antiguo templo romano

El discurso abierto se erige como el pilar central de una sociedad libre porque permite el intercambio de ideas, promueve el pensamiento crítico y asegura la transparencia y la rendición de cuentas. En el caso de temas delicados y polémicos como la guerra de Ucrania o el conflicto israelí-palestino, la importancia de mantener un diálogo abierto y sin censuras se magnifica, sin embargo vivimos unos tiempos convulsos en los que ir en contra de las tesis oficiales es motivo de cancelación, cuando no de linchamiento.

Este no es un tema que tenga ver solo con cuestiones geoestratégicas o políticas, también afecta de de forma contundente al pensamiento. Que haya tenido que surgir una revista científica como el Journal of controversial ideas para que puedan publicarse estudios científicos sobre temas controvertidos, como la identidad de género, firmados anónimamente es un claro ejemplo de la situación que vivimos. Muchos científicos denuncian como la universidad ha dejado de ser un centro de debate.

Cuando se abordan temas complejos, es fundamental que todas las voces, incluidas aquellas que disienten o critican las posiciones oficiales, tengan la oportunidad de ser escuchadas. La capacidad de cuestionar, analizar y ofrecer diferentes perspectivas no solo enriquece el debate público, sino que también contribuye a una comprensión más profunda y matizada de los asuntos controvertidos. No es una cuestión de ideologías ya que tanto la izquierda woke ataca sin piedad a cualquiera que esgrima argumentos biologicistas en temas de identidad de género como el neoliberalismo  beneficia a las grandes corporaciones silenciando a la crítica. Por poner solo dos ejemplos. Y no hablemos ya de las verdades oficiales de los diferentes estados, sea en relación a las vacunas o a quién es o no es terrorista.

Y hay que destacar que son las empresas tecnológicas con sus «algoritmos morales» las que tienen  muchas responsabilidad en lo que acontece. Desde la eliminación de los pezones en fotografías a la imposibilidad de mencionar cientos de palabras en los chats operados con inteligencia artificial. Desde hace tiempo el revisionismo tecnológico borra del mapa las obras clásicas. Así mismo, las redes sociales operadas por intencionadas y oscuras instrucciones pueden dar y quitar la voz a los que participamos en ellas sin posibilidad alguna de objeción. En un mundo tan digitalizado como en el que vivimos, un análisis equivocado de un algoritmo en pruebas puede hacer desaparecer gran parte la vida virtual -de la vida, en definitiva- de cualquiera de nosotros.

El riesgo de suprimir o cancelar a quienes no se alinean con las tesis oficiales es que se crea un entorno de conformidad y sumisión, donde las narrativas dominantes pueden perpetuarse sin cuestionamiento. Esto no solo es perjudicial para la salud de la democracia, sino que también obstaculiza el progreso social y la búsqueda de soluciones justas y equitativas. La historia ha demostrado que las sociedades más abiertas y democráticas son aquellas que fomentan el debate robusto y protegen la libertad de expresión, incluso cuando las opiniones expresadas son incómodas o impopulares. En última instancia, un discurso abierto y sin restricciones asegura que el poder se mantenga bajo control y que las injusticias puedan ser expuestas y abordadas.

Por lo tanto, proteger y promover la libertad de hablar sobre temas espinosos no solo es esencial para mantener la integridad de una sociedad libre, sino que también es un requisito para el desarrollo de soluciones informadas y compasivas a los desafíos más apremiantes del mundo. Por todo ello, desde Jot Down, nos adherimos a la Declaración de Westminster que añadimos a continuación.

Íbamos a ilustrar este artículo con El origen del mundo de Courbet pero si lo hacemos el artículo no aparecerá ni en redes sociales ni en las búsquedas de Google. Así de jodidos estamos…

Declaración de Westminster

Los abajo firmantes, en nuestra calidad de periodistas, artistas, autores, activistas, profesionales de la tecnología y académicos, queremos alertar sobre la creciente censura internacional que amenaza con erosionar normas democráticas con siglos de antigüedad.

Procedentes de la izquierda, la derecha y el centro, nos une nuestro compromiso con los derechos humanos universales y la libertad de expresión, y estamos todos profundamente preocupados por los intentos de etiquetarla como «desinformación», «misinformación» y otros términos imprecisos.

El abuso de estos términos ha propiciado la censura de ciudadanos comunes, periodistas y disidentes en países de todo el mundo.

Tal interferencia con el derecho a la libertad de expresión suprime toda discusión válida sobre asuntos de interés público urgente y socava los principios fundamentales de toda democracia representativa.

En todo el mundo, instancias gubernamentales, empresas de redes sociales, universidades y ONGs trabajan cada vez más para vigilar a sus ciudadanos y amordazarlos. Estos esfuerzos coordinados a gran escala a veces se denominan «Complejo Industrial de la Censura» (“Censorship Industrial Complex”).

Este complejo a menudo opera a través de políticas gubernamentales directas. Las autoridades de India[1] y Turquía[2] se han otorgado el poder de eliminar contenido político en las redes sociales. El cuerpo legislativo de Alemania[3] y la Corte Suprema de Brasil[4] están criminalizando el discurso político. En otros países, medidas como el proyecto de ley sobre «Discursos de odio» de Irlanda[5], la ley sobre delitos de odio de Escocia[6], el proyecto de ley sobre seguridad en línea del Reino Unido[7] y el proyecto de ley sobre «desinformación» de Australia[8] amenazan con restringir severamente la libertad de expresión y crear un efecto amedrentador.

Pero el Complejo Industrial de la Censura opera mediante métodos más sutiles, como por ejemplo los filtros de visibilidad, el etiquetado y la manipulación de los resultados en buscadores. Mediante la expulsión de sus plataformas y el marcado de información, los censores de las redes sociales ya han silenciado opiniones legítimas en temas de importancia nacional y geopolítica. Esto ha ocurrido con el pleno apoyo de los «expertos en desinformación» y los «verificadores de datos» de los principales medios de comunicación, quienes han abandonado los valores periodísticos del debate y la investigación intelectual.

Como revelaron los Twitter Files, las empresas de tecnología a menudo realizan una «moderación de contenido» censuradora en coordinación con agencias gubernamentales y sociedad civil. En breve, la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea formalizará esta relación al proporcionar datos de dichas plataformas a «investigadores capacitados» provenientes de ONGs y universidades, relegando nuestros derechos de expresión a la discreción de estas entidades designadas unilateralmente y sin mecanismos de rendición de cuentas.

Algunos políticos y ONGs[9] tienen incluso en su punto de mira aplicaciones de mensajería con cifrado de extremo a extremo como WhatsApp, Signal y Telegram[10]. Si se rompe el cifrado de extremo a extremo, no nos quedarán métodos para preservar conversaciones genuinas y privadas en la esfera digital.

Aunque la desinformación extranjera entre estados es un problema real, las agencias diseñadas para combatir estas amenazas, como la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad de Estados Unidos (CISA), son usadas cada vez más en contra de la ciudadanía que se supone deben proteger. Con el pretexto de prevenir daños y proteger la verdad, la libertad de expresión es tratada como una actividad permitida y no como un derecho inalienable.

Reconocemos que las palabras a veces pueden ofender, pero rechazamos la idea de que los sentimientos heridos y la incomodidad, incluso si son graves, sean motivo de censura. Un discurso abierto es el pilar central de una sociedad libre y es esencial para exigir responsabilidades a los gobiernos, fortalecer a grupos vulnerables y reducir el riesgo de generar tiranías.

La protección de la libertad de expresión no se aplica solamente en opiniones con las que estamos de acuerdo; debemos proteger enérgicamente la expresión de aquellas opiniones a las que nos oponemos firmemente. Sólo en un ágora sin censuras se pueden escuchar y cuestionar adecuadamente estas opiniones.

Es más, una y otra vez, opiniones e ideas otrora impopulares acaban convirtiéndose en sabiduría convencional. Al etiquetar ciertas posiciones políticas o científicas como «desinformación» o «malinformación», nuestras sociedades corren el riesgo de quedar atrapadas en falsos paradigmas que privan a la humanidad del conocimiento adquirido con tanto esfuerzo y eliminan la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos. La libertad de expresión es nuestra mejor defensa contra la desinformación.

El ataque a la libertad de expresión no consiste sólo en normas y regulaciones distorsionadas: es una crisis de la humanidad en sí misma. A lo largo de la historia, las campañas por la igualdad y la justicia se han basado en foros abiertos para expresar disentimiento. En innumerables ejemplos, incluida la abolición de la esclavitud y el movimiento de derechos civiles, el progreso social ha dependido de la libertad de expresión.

No queremos que nuestros hijos crezcan en un mundo donde viven con miedo de decir lo que piensan. Queremos que crezcan en un mundo donde sus ideas puedan ser expresadas, exploradas y debatidas abiertamente: un mundo que los fundadores de nuestras democracias imaginaron cuando consagraron la libertad de expresión en nuestras leyes y constituciones.

La Primera Enmienda de los Estados Unidos es un claro ejemplo de cómo el derecho a la libertad de expresión, de prensa y de conciencia puede protegerse firmemente bajo la ley. No es necesario estar de acuerdo con los Estados Unidos en todos los temas para reconocer que se trata de una «libertad fundamental» vital de la que se derivan todas las demás libertades. Sólo a través de la libertad de expresión podremos denunciar las violaciones de nuestros derechos y luchar por nuevas libertades.

Existe también una protección internacional clara y firme para la libertad de expresión. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH)[11] fue redactada en 1948 en respuesta a las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial. El Artículo 19 de la DUDH establece: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.» Si bien puede ser necesario que los gobiernos regulen algunos aspectos de las redes sociales, como los límites de edad, estas regulaciones nunca deberían infringir el derecho humano a la libertad de expresión.

Como queda claro en el citado Artículo 19, el corolario del derecho a la libertad de expresión es el derecho a la información. En una democracia nadie tiene el monopolio de lo que se considera verdad. Al contrario, la verdad debe descubrirse a través del diálogo y el debate, y no podemos descubrirla sin permitir la posibilidad de errores.

Censurar en nombre de «preservar la democracia» invierte lo que debería ser un sistema de representación que emana desde la ciudadanía hacia sus representantes y lo convierte en un sistema de control ideológico en sentido inverso. Esta censura es, en última instancia, contraproducente: siembra desconfianza, fomenta la radicalización y deslegitima los procesos democráticos.

En el transcurso de la historia de la humanidad, los ataques a la libertad de expresión han sido precursores de ataques a todas las demás libertades. Los regímenes que erosionaron la libertad de expresión siempre han debilitado y dañado inevitablemente otras estructuras democráticas fundamentales. De la misma manera, las élites que hoy impulsan la censura también están socavando la democracia. Sin embargo, lo que ha cambiado es la amplia escala y las herramientas tecnológicas a través de las cuales se puede implementar esta censura.

Creemos que la libertad de expresión es esencial para garantizar nuestra seguridad frente a los abusos de poder del Estado, abusos que históricamente han planteado una amenaza mucho mayor que las palabras de individuos o incluso de grupos organizados. En aras del bienestar y del desarrollo de la humanidad, hacemos los siguientes tres llamamientos a la acción:

  • Hacemos un llamamiento a los gobiernos y organizaciones internacionales para que cumplan con sus responsabilidades hacia la ciudadanía y respeten el Artículo 19 de la DUDH.
  • Hacemos un llamamiento a las corporaciones tecnológicas para que se comprometan a proteger el ágora digital tal como se define en el Artículo 19 de la DUDH y se abstengan de censurar otras opiniones por motivos políticos, de censurar voces disidentes y de censurar la expresión de opiniones políticas.
  • Finalmente, hacemos un llamamiento al público en general a unirse a nosotros en la lucha para preservar los derechos democráticos de la ciudadanía. Los cambios legislativos no son suficientes. También debemos crear una atmósfera de libertad de expresión partiendo de cero, rechazando climas de intolerancia que fomentan la autocensura y que crean conflictos personales innecesarios. En lugar del miedo y el dogmatismo, debemos abrazar la investigación y el debate.

Defendemos tu derecho a hacer preguntas. Las discusiones acaloradas, incluso aquellas que pueden causar desasosiego, son mucho mejores que la ausencia de discusión.

La censura nos roba la riqueza de la vida misma. La libertad de expresión es la base para crear una vida con significado y una humanidad próspera, a través del arte, la poesía, el teatro, la literatura, la filosofía, la música y otras muchas áreas.

Esta declaración es el resultado de una primera reunión de defensores de la libertad de expresión llegados de todo el mundo, reunidos en Westminster, Londres, a finales de junio de 2023. Los firmantes de esta declaración mantenemos desacuerdos políticos e ideológicos fundamentales. Sin embargo, sólo uniéndonos podremos hacer frente a estos crecientes e intrusivos movimientos de censura y podremos mantener nuestra capacidad de debatir abiertamente y cuestionarnos los unos a los otros. Con este espíritu de diferencia y de debate firmamos la Declaración de Westminster.

Traducido por: Guadalupe Royán, escritora y profesora de español

–  Matt Taibbi, Journalist, US
–  Michael Shellenberger, Public, US
–  Jonathan Haidt, Social Psychologist, NYU, US
–  John McWhorter, Linguist, Columbia, Author, US
–  Steven Pinker, Psychologist, Harvard, US
–  Julian Assange, Editor, Founder of Wikileaks, Australia
–  Tim Robbins, Actor, Filmmaker, US
–  Nadine Strossen, Professor of Law, NYLS, US
–  Glenn Loury, Economist, USA
–  Richard Dawkins, Biologist, UK
–  John Cleese, Comedian, Acrobat, UK
–  Slavoj Žižek, Philosopher, Author, Slovenia
–  Jeffrey Sachs, Columbia University, US
–  Oliver Stone, Filmmaker, US
–  Edward Snowden, Whistleblower, US
–  Greg Lukianoff, President and CEO Foundation for Individual Rights and Expression, USA
–  Stella Assange, Campaigner, UK
–  Glenn Greenwald, Journalist, US
–  Claire Fox, Founder of the Academy of Ideas, UK
–  Dr. Jordan B. Peterson, Psychologist, Author, Canada
–  Bari Weiss, Journalist, USA
–  Peter Hitchens, Author, Journalist, UK
–  Niall Ferguson, Historian, Stanford, UK
–  Matt Ridley, Journalist, Author, UK
–  Melissa Chen, Journalist, Spectator, Singapore/US
–  Yanis Varoufakis, Economist, Greece
–  Peter Boghossian, Philosopher, Founding Faculty Fellow, University of Austin, US
–  Michael Shermer, Science Writer, US
–  Alan Sokal, Professor of Mathematics, UCL, UK
–  Sunetra Gupta, Professor of Theoretical Epidemiology, Oxford, UK
–  Jay Bhattacharya, Professor, Stanford, US
–  Martin Kulldorf, Professor of Medicine (on leave), Harvard, US
–  Aaron Kheiriaty, Psychiatrist, Author, USA
–  Chris Hedges, Journalist, Author, USA
–  Lee Fang, Independent Journalist, US
–  Alex Gutentag, Journalist, US
–  Iain McGilchrist, Psychiatrist, Philosopher, UK
–  Ayaan Hirsi Ali, Human Rights Activist, Author, Netherlands
–  Konstantin Kisin, Author, UK
–  Leighton Woodhouse, Public, US
–  Andrew Lowenthal, liber-net, Australia
–  Aaron Mate, Journalist, USA
–  Izabella Kaminska, Journalist, The Blind Spot, UK
–  Nina Power, Writer, UK
–  Kmele Foster, Journalist, Media Entrepreneur, USA
–  Toby Young, Journalist, Free Speech Union, UK
–  Winston Marshall, Journalist, The Spectator, UK
–  Jacob Siegel, Tablet, US/Israel
–  Ulrike Guerot, Founder of European Democracy Lab, Germany
–  Heather E. Heying, Evolutionary Biologist, USA
–  Bret Weinstein, Evolutionary Biologist, USA
–  Martina Pastorelli, Independent Journalist, Italy
–  Leandro Narloch, Independent Journalist, Brazil
–  Ana Henkel, Independent Journalist, Brazil
–  Mia Ashton, Journalist, Canada
–  Micha Narberhaus, The Protopia Lab, Spain/Germany
–  Alex Sheridan, Free Speech Ireland
–  Ben Scallan, Gript Media, Ireland
–  Thomas Fazi, Independent Journalist, Italy
–  Jean F. Queralt, Technologist, Founder @ The IO Foundation, Malaysia/Spain
–  Phil Shaw, Campaigner, Operation People, New Zealand
–  Jeremy Hildreth, Independent, UK
–  Craig Snider, Independent, US
–  Eve Kay, TV Producer, UK
–  Helen Joyce, Journalist, UK
–  Dietrich Brüggemann, Filmmaker, Germany
–  Adam B. Coleman, Founder of Wrong Speak Publishing, US
–  Helen Pluckrose, Author, US
–  Michael Nayna, Filmmaker, Australia
–  Paul Rossi, Educator, Vertex Partnership Academics, US
–  Juan Carlos Girauta, Politician, Spain
–  Andrew Neish, KC, UK
–  Steven Berkoff, Actor, Playright, UK
–  Patrick Hughes, Artist, UK
–  Adam Creighton, Journalist, Australia
–  Julia Hartley-Brewer, Journalist, UK
–  Robert Cibis, Filmmaker, Germany
–  Piers Robinson, Organization for Propaganda Studies, UK
–  Dirk Pohlmann, Journalist, Germany
–  Mathias Bröckers, Author, Journalist, Germany
–  Kira Phillips, Documentary Filmmaker, UK
–  Diane Atkinson, Historian, Biographer, UK
–  Eric Kaufmann, Professor of Politics, Birkbeck, University of Buckingham, Canada
–  Laura Dodsworth, Journalist and Author, UK
–  Nellie Bowles, Journalist, USA
–  Andrew Tettenborn, Professor of Law, Swansea University, UK
–  Julius Grower, Fellow, St. Hugh’s College, UK
–  Nick Dixon, Comedian, UK
–  Dominic Frisby, Comedian, UK
–  James Orr, Associate Professor, University of Cambridge, UK
–  Brendan O’Neill, Journalist, UK
–  Jan Jekielek, Journalist, Canada
–  Andrew Roberts, Historian, UK
–  Robert Tombs, Historian, UK
–  Ben Schwarz, Journalist, USA
–  Xavier Azalbert, Investigative Scientific Journalist, France
–  Doug Stokes, International Relations Professor, University of Exeter, UK
–  James Allan, Professor of Law, University of Queensland, UK
–  David McGrogan, Professor of Law, Northumbria University, UK
–  Jacob Mchangama, Author, Denmark
–  Nigel Biggar, Chairman, Free Speech Union, UK
–  David Goodhart, Journalist, Author, UK
–  Catherine Austin Fitts, The Solari Report, Netherlands
–  Matt Goodwin, Politics Professor, University of Kent, UK
–  Alan Miller, Together Association, UK
–  Catherine Liu, Cultural Theorist, Author, USA
–  Stefan Millius, Journalist, Switzerland
–  Philip Hamburger, Professor of Law, Columbia, USA
–  Rueben Kirkham, Co-Director, Free Speech Union of Australia, Australia
–  Jeffrey Tucker, Author, USA
–  Sarah Gon, Director, Free Speech Union, South Africa
–  Dara Macdonald, Co-Director, Free Speech Union, Australia
–  Jonathan Ayling, Chief Executive, Free Speech Union, New Zealand
–  David Zweig, Journalist, Author, USA
–  Juan Soto Ivars, Author, Spain
–  Colin Wright, Evolutionary Biologist, USA
–  Gad Saad, Professor, Evolutionary Behavioral Scientist, Author, Canada
–  Robert W. Malone, MD, MS, USA
–  Jill Glasspool-Malone, PhD., USA
–  Jordi Pigem, Philosopher, Author, Spain
–  Holly Lawford-Smith, Associate Professor in Political Philosophy, University of Melbourne, Australia
–  Michele Santoro, Journalist, TV Host, Presenter, Italy
–  Dr. James Smith, Podcaster, Literature Scholar, RHUL, UK
–  Francis Foster, Comedian, UK
–  Coleman Hughes, Writer, Podcaster, USA
–  Marco Bassani, Political Theorist, Historian, Milan University, Italy
–  Isabella Loiodice, Professor of Comparative Public Law, University of Bari, Italy
–  Luca Ricolfi, Professor, Sociologist, Turin University, Italy
–  Marcello Foa, Journalist, Former President of Rai, Italy
–  Andrea Zhok, Philosopher, University of Milan, Italy
–  Paolo Cesaretti, Professor of Byzantine Civilization, University of Bergamo, Italy
–  Alberto Contri, Mass Media Expert, Italy
–  Carlo Lottieri, Philosopher, University of Verona, Italy
–  Alessandro Di Battista, Political Activist, Writer, Italy
–  Paola Mastrocola, Writer, Italy
–  Carlo Freccero, Television Author, Media Expert, Italy
–  Giorgio Bianchi, Independent Journalist, Italy
–  Nello Preterossi, Professor, University of Salerno, Scientific Director of the Italian Institute for Philosophical Studies, Italy
–  Efrat Fenigson, Journalist, Podcaster, Israel
–  Eli Vieira, Journalist, Genetic Biologist, Brazil
–  Stephen Moore, Author and Analyst, Canada

  1. Pahwa, Nitish. ‘Twitter Blocked a Country.’ Slate Magazine, 1 Apr. 2023, slate.com/technology/2023/04/twitter-blocked-pakistan-india-modi-musk-khalistan-gandhi.html
  2. Stein, Perry. ‘Twitter Says It Will Restrict Access to Some Tweets before Turkey’s Election.’ The Washington Post, 15 May 2023, www.washingtonpost.com/technology/2023/05/13/turkey-twitter-musk-erdogan/
  3. Hänel, Lisa. ‘Germany criminalizes denying war crimes, genocide.’ Deutsche Welle, 25 Nov. 2022, https://www.dw.com/en/germany-criminalizes-denying-war-crimes-genocide/a-63834791
  4. Savarese, Mauricio, and Joshua Goodman. ‘Crusading Judge Tests Boundaries of Free Speech in Brazil.’ AP News, 26 Jan. 2023, apnews.com/article/jair-bolsonaro-brazil-government-af5987e833a681e6f056fe63789ca375.
  5. Nanu, Maighna. ‘Irish People Could Be Jailed for “Hate Speech”, Critics of Proposed Law Warn.’ The Telegraph, 17 June 2023, www.telegraph.co.uk/world-news/2023/06/1  7/irish-people-jailed-hate-speech-new-law/?WT.mc_id=tmgoff_psc_ppc_us_news_dsa_generalnews.
  6. The Economist Newspaper. (n.d.). Scotland’s new hate crime act will have a chilling effect on free speech. The Economist. https://www.economist.com/the-world-ahead/2021/11/08/scotlands-new-hate-crime-act-will-have-a-chilling-effect-on-free-speech
  7. Lomas, Natasha. ‘Security Researchers Latest to Blast UK’s Online Safety Bill as Encryption Risk.’ TechCrunch, 5 July 2023, techcrunch.com/2023/07/05/uk-online-safety-bill-risks-e2ee/.
  8. Al-Nashar, Nabil. ‘Millions of Dollars in Fines to Punish Online Misinformation under New Draft Bill.’ ABC News, 25 June 2023, www.abc.net.au/news/2023-06-25/fines-to-punish-online-misinformation-under-new-draft-bill/102521500.
  9. ‘Cryptochat.’ Meedan, meedan.com/project/cryptochat. Accessed 8 July 2023.
  10. Lomas, Natasha.’Security Researchers Latest to Blast UK’s Online Safety Bill as Encryption Risk.’ TechCrunch, 5 July 2023, techcrunch.com/2023/07/05/uk-online-safety-bill-risks-e2ee/.
  11. United Nations General Assembly. The Universal Declaration of Human Rights (UDHR). New York: United Nations General Assembly, 1948.

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21 Comentarios

  1. Postureo. Encabezado por una lista de privilegiados «bien vistos» en Davos, que nunca han tenido problemas por mostrar lo que piensan. Ninguna de estas personas está «cancelada», tienen plataformas y medios donde dan a conocer sus ideas y de hecho bloquean a los que les ponen objeciones en las redes sociales, ¿Verdad Pinker?. O personajes que si no hubiera sido por las plataformas que critican no serían conocidos ¿Verdad, Peterson?Por otro lado no se mojan en cuestiones tan flagrantes como lo que está ocurriendo en Gaza. Lo dicho, posturistas, que no tienen en cuenta a los invisibilizados y olvidados.

  2. Ricardo Aguilar de la Torre

    ¿Girauta, Soto Ivars, izquierda woke?….no hay más preguntas señoría.

  3. Innerweltlicher

    El gran problema es que esto deba ser defendido. Que haya gente que se crea con derecho a silenciar opiniones que no le gusten es algo que siempre ha ocurrido, pero nunca ha estado tan al alcance de la mano conseguir que la censura triunfe globalmente. Los modernos quemalibros —por más que vayan de defensores de causas nobles como «la verdad», «la democracia» o «los oprimidos»— no ansían la justicia, sino la venganza. Es algo tan obvio que da rabia ver a gente inteligente que no se da cuenta. Gracias Jotdown; a pesar del rechazo que me causan muchos de los firmantes, creo que es un manifiesto sensato que aumenta la libertad.

    • Molinero

      Hay que gente que ante una declaración o un manifiesto, en vez de leerlo y pensar si está de acuerdo o no con lo escrito , mira quién lo firma y entonces decide si le gusta o no.

  4. Transeunte

    Me parece bien hasta cierto punto. Hay que proteger la libertad de expresión? Si, absolutamente. Es el intercambio de ideas uno de los mayores patrimonios de la humanidad, y sin el no habrá progreso? Si, absolutamente.
    PERO, y siempre hay un pero, debería haber una forma de diferenciar lo que es opinion de lo que es información. Los firmantes están asumiendo que la «desinformación» frente a la que luchan las «censuras» o los filtros de los diferentes medios, son opiniones disidentes, cuando no creo que leer una opinion disidente suponga un problema para nadie medianamente maduro. El problema no son las opiniones disidentes, sino las informaciones falsas, que abundan, y cada vez mas. Las informaciones falsas, las MENTIRAS de toda la vida, se nutren de una libertad de expresión mal entendida, la pudren desde dentro y la hacen estallar, creando en todos nosotros una sensación de descreimiento, de apatía, sobre la cual se pueden empezar a construir los verdaderos estados mentales totalitarios.

    Si todo es verdad, nada lo es; y si todo es mentira, nada importa.

    Y me pega que los firmantes de este manifiesto lo saben.

  5. Entiendo que apelar a una aparente simetría ideológica en cuanto a la censura tiene su atractivo, pero afirmar que esta “izquierda woke” mantiene un control férreo sobre el diálogo sobre la identidad de género es extraño. Estamos hablando de una minoría históricamente marginada que está respondiendo a argumentos que son directamente contradictorios con su propia experiencia vital. Que se nos va la vida en ello, vamos… Tal y como personalmente lo veo, estos argumentos biologicistas son un intento de eliminar nuestra realidad del debate, insistiendo (normalmente desde posiciones de muy alto prestigio!) que nos debemos identificar exclusivamente de las formas que han elegido por nosotres. No veo “ambos bandos” de ninguna manera comparables, y especialmente no veo que los aquí llamados argumentos biologicistas sean una contribución al discurso abierto que celebrar. Es una pena que la línea editorial de Jot Down haya caído en esta trampa… y no creo que sea la única, pero sí es sobre la que me considero más cualificada en comentar.

    • Transeunte

      Los argumentos son eso, argumentos. Parte del debate. No deberían suponer una amenaza para nadie, y menos si son científicos (aunque aqui se les llame «biologicistas», quizás para restarles peso). El que tradicionalmente el colectivo LGTBI+ haya sufrido una marginación histórica (nadie lo pone en duda) no es motivo para que otros no tengan derecho a intentar rebatir las tesis de dicho colectivo con argumentos, especialmente aquellas sobre las que aun no hay un consenso claro, como las de la autopercepción como motivo suficiente para generar identidad.
      Creo que ese debate es positivo, en todo caso.

      • Considero que se trata de un falso debate. Estoy de acuerdo en que los argumentos no deberían suponer una amenaza para nadie, pero en este caso la realidad es distinta. El cuestionamiento de la autodeterminación del género es una parte inherente de la marginación histórica a la que me refería en mi respuesta original. Aceptarlo como un argumento válido necesariamente implica darle validez a esa marginación, lo que, espero que se entienda, no podemos aceptar. Puede que de aquí surja esa percepción de «un ataque sin piedad.» Como dije antes, y sin hipérbole alguna, se nos va la vida en ello.

        Aunque con esto me arriesgo a entrar en juegos semánticos, opino que si no existe un consenso claro sobre la relación entre autopercepción e identidad es porque son conceptos inseparables; no existe identidad que no surja de una propia percepción. Y por ello, no es posible rebatir una tesis que surge de la propia experiencia sin negar dicha experiencia.

        Aún así, gracias por escucharme. Desde luego que opino que el tema merece ser debatido. Lo que estoy cuestionando vehementemente es el planteamiento que este artículo ofrece, que en un intento de ser ideológicamente neutral acaba trivializando nuestra experiencia y nuestras vidas.

      • No, no se les llama biologicistas por ser más científicos. De hecho los argumentos biologicistas provienen de la biología folk (los hombres tienen pito y las mujeres vagina) que de la academia.

  6. Àlex Álvarez

    Me parece a mi que «El origen del mundo» no es de Colbert…

  7. Pingback: Jot Down se adhiere a la Declaración de Westminster - Multiplode6.com

  8. Ángel, estando de acuerdo en el fondo de tu reflexión y del manifiesto, creo que la expresión izquierda woke es muy desafortunada, en cuanto a que ese es un término peyorativo y ofensivo. No hace falta esgrimir jerga de la extrema derecha para argumentar, de hecho quita credibilidad al razonamiento y da la impresión de un claro acercamiento ideológico a posturas que, desde luego, no no son el aladid de la libertad de expresión, o de la libertad a secas.

  9. MacNaughton

    Los que dicen que un hombre no puede ser una mujer no habrán leído «El Quijote», ni «La Metaformosis» de Kafka, ni a Oscar Wilde cuando afirmaba que los seres humanos pasamos 90% de nuestras vidas en nuestra imaginación…

    … o bien, pasan por alto la creencia de millones de seres humanos de que tengan un alma eterno y una relación parlante con Dios que habrá creado este enorme desaguisado que se dice mundo a propósito, para ponernos a prueba… Creerse mujer me parece igual y incluso mas plausible y respetable para un hombre, o al reves, para una mujer que se cree hombre…

    Yo mismo desde hace tiempo he empezado a percibir que no soy de las Tierras Altas de Escocia realmente, sino de Albacete, España, que lo de que fuese escocés habrá sido un sueno….

    En contra de la cultura de la cancelación por supuesto, pero tampoco hay que exagerar sus peligros, hay una censura y manipulación brutal de los medios oficiales – que no hay confundir por un complot sino que se da por una similitud de intereses mas o menos conscientes de la clase periodística – que supera con creces el peligro de la sofocacion del debate…

  10. Francisco Clavero Farré

    El manifiesto me parece que va en la línea moderna, la misma que ejerce la censura. La cuestión es que para opinar con fundamento lo primero es callarse, escuchar y estudiar sin ira ni pasión. Eso es lo que está muriendo: el silencio meditativo. Yo participé en foros de la prensa generalista, ya me quité, y la libertad era total: insultos, mala fe, racismo, etc; lo que se toleraba menos es la argumentación respetuosa y bien fundada. También en Jot Down leí artículos de temas históricos, políticos y humanísticos de un nivel muy bajo; luego los foros eran dos hinchadas faltonas e insultantes.
    Para opinar, son ejemplos, sobre Esparta, Gaza, Ucrania, España, etc hay que leer buenas obras, estudiar historia, idiomas y, sobre todo, escuchar en silencio lo que se diga. No morirá nuestra cultura por falta de opiniones; morirá por falta de inteligencia y amor.

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