Drácula es un personaje conocido por todos. Sabemos quién es y cuáles son sus poderes: habita en Transilvania, tiene más de quinientos años, se alimenta de sangre y solo puede salir después de la puesta de sol y antes del amanecer. Este gran personaje, creado por Bram Stoker a finales del siglo XIX, sobrevive, más o menos, a los tiempos modernos. Romantizado por algunos y demonizado por otros, Drácula goza del privilegio (o maldición) de ser uno de los personajes más representados en el cine (van más de doscientas). Las películas que lo tienen como protagonista son prácticamente innumerables, por eso sólo hemos seleccionado algunas para estudiar a este ser antinatural.
Aunque la vasta mayoría de las películas sobre el vampiro están de acuerdo en los rasgos antes mencionados, lo cierto es que desde los inicios de Drácula en el cine, se han podido distinguir dos visiones muy diferenciadas del conde. Una que me gusta denominar continental, es más fiel a la novela y bebe de la primera de las películas, la de Murnau de 1922. Esa estela la sigue su paisano Herzog en Nosferatu: Phantom der Nacht, estrenada muchos años más tarde, en 1979. La otra vertiente yo la denominaría anglosajona. Esta nace con la más emblemática de las películas de Drácula, la de Tod Browning, producida en Hollywood por la Universal, y en la que este vampiro es elegante y menos repugnante. Camina erguido y orgulloso y es capaz de controlar sus instintos primarios. Contra la sinuosidad de la alimaña de Herzog y Murnau, el anglosajón es, ante todo, un conde, en concreto un conde europeo. Esto se debe seguramente a la concepción romantizada que los estadounidenses tienden a dar a todo lo venido del viejo continente.
Sin embargo, hay una excepción y esa es Roman Polanski. Nacido en Polonia, está influenciado por el concepto continental del vampiro, pero produce su sátira sobre Drácula dentro de una producción británica. Así, su película es una mezcla interesante de las dos influencias.
Aunque te apasione el personaje, está claro que todas sus películas no pueden gustarte por igual, así que ¿cuál es tu película favorita de Drácula? Recuerda que tienes los comentarios para compartir la tuya si es que se ha quedado fuera.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
La primera: Nosferatu, de Friedrich Wilhelm Murnau (1922)
La primera adaptación al cine de la novela de Bram Stoker es bastante fidedigna al texto original, aunque cambia las localizaciones, entre otras cosas.
Nosferatu está cansado de habitar por tantos cientos de años su castillo y compra una casa por poderes. Para ello, el joven Thomas Hutter tiene que trasladarse hasta Transilvania y allí conocerá a la bestia. Durante su estancia, el conde Orlok tendrá la oportunidad de ver un retrato de la prometida de Hutter, Ellen, y enseguida se obsesionará con ella.
Ya en Bremen, la ciudad a la que se traslada, Nosferatu siembra el terror y solo Ellen puede frenarlo. Sabiendo de su obsesión por ella, se ofrece al vampiro para hacerle olvidar la hora del amanecer y salvar a todos.
Ya en esta, en la primera de todas las películas, podemos apreciar una de las grandes diferencias en las dos vertientes, y es la del poder de ese personaje femenino. En las continentales, la chica, que a veces es su prometida y otras, su mujer, se dignifica. Es pura no por su virginidad, sino por la pureza de sus sentimientos y, como una mártir, se deja poseer por el vampiro para acabar con él. Como más adelante veremos, los anglosajones tienden a reducir el significado de pureza al de la virginidad y a dar a la mujer un único papel, el de objeto del deseo del vampiro y el objeto de protección de los humanos (hombres). Ellas, en las versiones anglosajonas, no son dueñas de su destino, sino que son arrastradas por las consecuencias de las decisiones tomadas por hombres (vivos y no vivos).
Esta película muda es mítica en la historia del cine como representación del mejor expresionismo alemán, ya uno de los movimientos más interesantes del séptimo arte. Las sombras, típicas de esta corriente, adquieren un significado tenebroso, y es que no debemos olvidar que Nosferatu es también el príncipe de las tinieblas.
Como curiosidad, en esta primera adaptación al cine todavía no se había asentado uno de los principales rasgos del conde y es el de su no reflejo en espejos y cristales.
La mítica: Drácula, de Tod Browning (1931)
La primera de las producciones estadounidenses y la primera en llamar al conde como Drácula ya goza de muchos de sus recurrentes atributos: es elegante, es rico, es alto y camina erguido y, por supuesto, lleva capa.
En lo que se refiere a su forma cinematográfica, esta producción de la Universal goza de unos travellings y movimientos de cámara tan elegantes como el propio protagonista y que ya les gustaría a algunas películas posteriores (como la de Fisher).
De la de Murnau recoge el uso de la luz y de las sombras, aunque en este caso centrada en los ojos de los convertidos en vampiros. Es una de las mayores curiosidades de este Drácula: aunque se considera la base de la mayoría de las películas vampíricas posteriores, aquí no verás ni una sola vez los prominentes y emblemáticos colmillos de estos seres ajenos a la ley de Dios.
Como ya he adelantado antes, en la de Browning es en la primera película en la que la mujer es solo objeto de la obsesión, ni se dignifica ni elige. Tanto su prometido, como el vampiro, como el doctor Van Helsing, son los que toman las decisiones por ella y deciden su destino, ya sea protegiéndola o contagiándola. Ella es solo una víctima.
Su legado principal es la capa, la frase de «los niños que cantan en la noche» y que «él no bebe vino». Se recuperan, casi con fidelidad cristiana, en la mayoría de las producciones anglosajonas.
El final es abrupto y el metraje corto. La mayoría de las películas del vampiro duran menos de hora y media y tienen un montaje ágil, a veces, precipitado. ¿La razón? Quizás las productoras pensaran que el público no le rendiría atención a esta figura gótica por demasiado tiempo.
La inglesa: Drácula, de Terrence Fisher (1958)
Seguramente si preguntas a algunos de tus conocidos cuál es su favorita, te dirán que la de Christofer Lee, es decir, la dirigida por Fisher en 1958. La primera a color (¡y con qué intensidad!), fue rodada en Technicolor con toda la intención de subrayar el rojo de la sangre. Es el Drácula seguramente con más muertes. Quizás sea una tendencia inglesa la de matar a muchos personajes como lo hacía Hitchcock o el mismísimo Shakespeare, lo cierto es que el Drácula de Lee no deja títere con cabeza.
Entre sus peculiaridades está que hay un traslado de protagonista. Aunque todo el mundo haga referencia a esta película como la de Lee, aparece más bien poco y habla menos todavía. El protagonista es, por primera vez, el doctor Van Helsing. Este cazador de especies paranormales se convierte en el salvador y en el centro de la historia desde bastante pronto. Podría decirse que genera una propia corriente de películas que más que de Drácula hablan de Van Helsing (hasta el Van Helsing de Sommers con Hugh Jackman de 2004).
La divertida: El baile de los vampiros, de Roman Polanski (1967)
Polanski es un icono del cine por sí mismo y merece una mención por su visión del conde vampírico.
Su aproximación a Drácula es a través de una comedia de puertas y enredos, con influencias en la comedia sofisticada estadounidense. Pero, además, es una película hija de su tiempo, los años 60, y por eso es desenfadada, atrevida y subida de tono.
Como ya he adelantado antes, debido a los orígenes polacos del director y a la nacionalidad británica de la producción, este vampiro tiene influencias tanto anglosajonas como continentales. De Murnau recupera el nombre, aunque le añade una K, Korlock. De los anglosajones, un Drácula elegante y atractivo, interpretado por Ferdy Mayne.
Otra de sus novedades es que los protagonistas son una pareja formada por una eminencia un tanto estrambótica, el profesor Abronsius, y su torpe ayudante, Alfred, interpretado por el propio Polanski. Este profesor en nada se parece al Van Helsing de Fisher, sino que es más bien un Tornasol de lo paranormal mientras que Alfred, el ayudante, es algo así como el Igor que acompañará unos años más tarde al jovencito Frankenstein (Gene Wilder) en la película de Mel Brooks.
El director polaco, que apenas tenía treinta y cinco años por aquel entonces, demuestra que con una comedia se puede hacer una película seriamente buena. La brillantez de Polanski en sus obras posteriores como La semilla del diablo o Chinatown ya es apreciable aquí.
Además, El baile de los vampiros nos hace un regalo a los espectadores y es que su secuencia de baile es una de las más divertidas y mejor hechas de la historia del cine.
La que recupera el vampiro original: Nosferatu, de Werner Herzog (1978)
El regiesseur alemán hace una película con la clara intención de recuperar al vampiro de su compatriota Murnau, de hecho, le pone el mismo título. Sin embargo, el conde se llama Drácula, tal y como lo bautizó el señor Browning.
Lo cierto es que Herzog hace una adaptación bastante fiel de la novela, aunque con incorporaciones, generalmente, afortunadas. La cinematografía de Herzog es bonita y muy europea, con claras referencias a Gustav Klimt y a John William. Algunos de sus planos son tan hermosos que parecen cuadros del periodo del romanticismo.
Si tiene dos debilidades este Nosferatu no son las estacas ni la luz del sol, sino una cámara al hombro injustificable en la primera parte y algunos saltos del punto de vista. Sin embargo, creo que su personaje femenino, interpretado por Isabelle Adjani, es el mejor de todos. Es de verdad «la luz» que en todas las películas se dice de ella, pero aquí con fundamento. Herzog establece una clara contraposición entre las sombras de Drácula y la luz y el color en Lucy. A diferencia de lo que ocurría en el Drácula de Fisher, aquí el color no está solo para servir a la estética o al sensacionalismo, aquí es narrativo. Los colores son naturalistas y románticos, como la corriente pictórica de la que está más influenciada, y dan a la película un realismo que la hace más aterradora. Si Nosferatu existiera y perteneciera a nuestro mundo, sería así. Esta Lucy desde el principio tiene un pensamiento propio y claro. A pesar de que los demás le pongan impedimentos, ella cree en algo, se informa y lucha contra la bestia. Aquí, incluso Van Helsing es un obstáculo y es ella quien lidera la erradicación del vampiro. Además, Lucy vuelve a ser «la luz» cuando se entrega al vampiro, hasta sus últimas consecuencias, para salvar a su pueblo y a su marido.
Herzog da profundidad a Nosferatu, pero sin justificarlo. Como diría el prestigioso director francés Jean Renoir, todo el mundo tiene sus razones. También Drácula. Lo que le hace cometer sus males es ese vivir en la no vida, siempre en la soledad. Sin embargo, Werner Herzog nunca romantiza ni una pizca su maldad.
El giro final es también una incorporación de Herzog: todos los esfuerzo resultan en vano, porque aunque derrotes parte del mal, este se hereda y así persiste por los siglos. Aunque esto es contravenir una adaptación mayormente fidedigna, creo que es una buena novedad.
Por último, el director alemán compara a Nosferatu con la peste. Tal y como hizo Lang en M, el vampiro de Düsseldorf, Werner Herzog introduce una realidad con la que compara el mal fantasmal. Así, nos da la oportunidad de interpretar a Nosferatu como un símbolo de males reales, que nos acechan día a día y que son más aterradores que el propio Nosferatu.
La marcianada: Drácula, de Bram Stoker, de Francis Ford Coppola (1992)
Titular a esta película Drácula, de Bram Stoker es, seguramente, el gesto de mayor cinismo que Coppola podía haber hecho a la obra original, porque esta es, de todas, la que más se aleja de la novela (junto con la infantil).
De Drácula coge lo que le interesa y lo que le supone un obstáculo, lo cambia. Este Drácula es el más poderoso de todos, tanto que ni siquiera lo mata la luz del sol, solo lo debilita. Puede cambiar de aspecto a uno más joven y además de un murciélago y un lobo es algo así como una bestia simiesca peluda cuando está en su forma más salvaje.
Esta interpretación de Drácula por el famoso director estadounidense es una versión bastante subida de tono (como la de Polanski). Todo tiene un atrevimiento que, unido con el uso del color y los decorados, me hacen pensar en la influencia que ha podido tener esta película en la filmografía de Guillermo del Toro (véase Hellboy o El laberinto del fauno, entre otras). Y es que creo que incluso en esta rocambolesca película de Coppola se tiene que reconocer la influencia que este cineasta ejerce en los que vienen después que él.
Lo más destacable es que en esta película Drácula deja de ser malvado por naturaleza para ser una víctima dolorida que lo hace cometer crueldades. Tanto, que el amor verdadero de Mina es Drácula y no Jonathan. Esta conversión de Drácula en el bueno, sin convertir a Van Helsing, ni a Jonathan ni a ninguno de los pretendientes de Lucy en el malo, es una de las mayores debilidades de esta narración, porque la falta de un antagonista también debilita al protagonista.
La de niños: Hotel Transylvania, de Genndy Tartakovsky (2012)
Adam Sandler es la voz de un Drácula padre que tiene que aprender que su hija se hace mayor. Una película de niños en toda regla que coge a este emblemático personaje conocido por ser despiadado, y lo convierte en un padre entrañable.
Son graciosas las referencias que al principio hace de Dráculas anteriores, como la caída libre de la chica, que es un guiño a la de Coppola, y la plaza del pueblo, que es sin duda la de Herzog. Más allá de esto, poco queda del Drácula de verdad.
El original: la nóvela de Bram Stoker (1897)
Si ninguna de las adaptaciones al cine te han gustado, siempre puedes quedarte con la novela original. Tiene la ventaja de ser la primera y para muchos, la de verdad. Todas las demás pasan por la interpretación de sus directores y guionistas e, inevitablemente, la alteran.
Menciones especiales a otros vampiros
La grandiosa: M, el vampiro de Düsseldorf, de Fritz Lang (1931)
Sí, es verdad, esta película no va sobre ningún vampiro. De hecho, el único vínculo que tiene con ellos es el título que se le dio en España, pero ¿no es acaso un pedófilo que mata a sus víctimas lo más cercano a un vampiro en un contexto realista?
M busca a sus víctimas, niñas inocentes y puras, se las lleva con él y las mata. Además, el uso de las sombras y otros recursos tétricos se utilizarán en muchas películas vampíricas posteriores.
Y es que las cosas que más miedo dan son siempre las reales.
La de los guapos: Entrevista con el vampiro, de Neil Jordan (1994)
Basado en otra novela del mismo nombre, escrita por Anne Rice, basa su éxito en su famoso y guapo elenco. Sin embargo, muy por debajo de la obra original, el dilema del vampiro que no puede huir de su naturaleza aunque la aborrezca queda diluida en la película.
La de adolescentes: la saga de Crepúsculo, de (2008-2012)
Hotel Transylvania no puede evitar hacer un chiste sobre esta saga que es el hazmerreír de estos no muertos, aunque no en términos de taquilla porque sin duda, es la saga vampírica más rentable.
También basada en un texto anterior, es la saga de novelas escritas por Stephenie Meyer. Estas películas relatan la lucha entre dos hombres sobrenaturales, uno vampiro y el otro, un licántropo, por una guapa adolescente que, como no podía ser de otra manera, se llama Bela. Lo que queda claro es que en seducción parece que los vampiros siempre ganan (ups, perdón por el spoiler).
(Quizás) La precursora: Cumbres borrascosas, de Emily Brontë (1847)
Unir este clásico con «Drácula« podría tildarse de estirar el chicle pero lo cierto es que cuando leí esta novela el personaje de Heathcliff me recordó a estos seres sobrenaturales.
De apariencia humana, pero extraña, con algo que nos hace sentir incómodos y que es aterrador sólo con su presencia. Quién sabe si Bram Stoker había leído la novela y este personaje pudo inspirarlo para crear a Drácula (o no). Es evidente que es bien posible que hubiera leído la novela pues Bram Stoker nació en Londres el mismo año en el que se publicó Cumbres Borrascosas y para cuando él llegó a su edad adulta, pudo haber tenido conocimiento de Cumbres borrascosas a través de la ya afamada Jane Eyre, de su hermana Charlotte.
Aunque yo creo que que la de Coppola es la mejor, el baile de los vampiros está fantástica.
No son mis favoritas, pero añado a la lista la versión de Drácula (John Badham, 1979) protagonizada por Frank Langella, la cual es bastante digna, así como la versión en español rodada en paralelo a la de Browning que para muchos era superior a la original: Dracula (George Melford, 1931).
Buen repaso y clasificación de la figura de Drácula en el cine.
No se si es un desliz o una omisión intencionada pero no habéis citado la versión dirigida por John Badham en 1979 y protagonizada por Frank Langella. Con un pretendido aire al cine de la hammer pero con unos filtros grisáceos que anticipan la tendencia moderna del terror lúgubre y descolorido. Vampiros que bufan como gatos y una gran bso de John Williams.
Para mí mi favorita es la de Herzog. Siento que a la de Tod Browning le falta más terror a Drácula. En la de Terence Fisher hay un buen uso de los medios de serie B, y un buen diseño de interiores, pero las escenas de terror, y sobre todo el final han envejecido mal. En la de Coppola hay un uso desmedido de ciertos recursos estilísticos que no casan bien.
Me faltan por ver la de Murnau y la de Polanski. Le tengo muchas ganas a esta última.
Creo que justo en la historia de Drácula la mujer tiene un papel que depende mucho de los hombres. Es muy necesario revisitar estas películas desde una perspectiva de nuestros tiempos. Nos ayuda a disfrutar el cine y a formarnos un criterio acorde al presente.
Encuesta muy interesante.
Una elección realmente difícil. Browning marca el paradigma (y Lugosi es magnético); Murnau encarna el material que conforman las pesadillas, y Herzog lo transforma de onírico en visceralmente real; Polanski divierte y aterra por igual; y Fischer lo vuelve sexual y carnal (y la pifia del sonido de los pasos le da un extra de horror). Me encanta la de Coppola pero porque la da una vuelta de rosca a todo y explota el concepto romanticismo (época en la que se escribió la obra de Stocker) en toda su extensión.
Voy a optar por Herzog porque fue la que vi (sin querer y solo un poquito) de niño, y me aterró durante años; mientras que el resto y más, ya las vi de adulto.
A su manera, todas ellas obras maestras.
El Drácula de Coppola es el que más se aleja del original? Precisamente ese Drácula, junto con la versión que hizo la BBC en el 77, son las más fieles a la original. Desde luego más que cualquiera de las otras que aparecen en el artículo. Y eso que el de Coppola inventa y cambia aspectos de manera más que evidente, pero las otras tela telita.
Pienso lo mismo!
Absolutamente de acuerdo. No entiendo porqué está de moda, desprestigiar a esta película que Al margen del origen de Dracula y su relación con Mina, aquí más romántica, el resto es sin duda la versión más fiel en el desarrollo de personajes, de eventos de relaciones entre los personajes.
Me pregunto, de verdad se han leído Dracula? Como para decir tanta gente que es la más alejada. … Sinceramente creo que hablan por postureo y no se la han leído la novela.
Decir que la peli de Coppola es la que más se aleja de la novela es dejar en evidencia que no has leído el libro y no tan si quiera un resumen en internet. En lo que más difiere es en la historia de amor. Por lo demás es, con mucho, la más fiel, puesto que en la novela Drácula sí puede transformarse en murciélago, en lobo y diversos animales, además de en niebla y polvo. Tampoco le mata la luz del sol, le debilita y le anula los poderes, pero no le mata, al menos no inmediatamente.
No entiendo por qué el artículo dice que el Drácula de Coppola es el que más se aleja de la novela. En realidad, aunque se inventa cosas (el prólogo y la historia de amor de Drácula), refleja muy fielmente los hechos de la novela de Stoker (otra cosa es el espíritu). En el artículo se pone como ejemplo que el Drácula de Coppola puede salir a la luz del sol, pero es que en la novela también pasa esto.
De hecho, las que no se parecen prácticamente en nada a la novela son las otras versiones, que se basan más en la obra de teatro que surgió a partir de la obra de Stoker para eludir derechos.
Por lo tanto, en este aspecto, creo que el artículo puede despistar bastante a quien no conoce el libro.
Como cinéfilo, me quedo con todas, y no citaré ninguna más que se ha quedado fuera. A la hora de elegir, me he decantado por la de Polanski por aquello de las risas.
Para hacer justicia a Murnau (alabado sea), hay que decir que la equiparación del vampirismo con la peste y las referencias pictóricas en sus escenas no son inventos de Herzog, sino que ya aparecían en el Nosferatu de Murnau, que es pura poesía.
También detecto bastante inquina subjetiva y exagerada en el texto de la de Coppola.
Se menciona Crepúsculo?! Y no se menciona Jóvenes Ocultos (The Lost Boys).
Correcto. Citar esa saga y olvidarse de «Jóvenes ocultos», es no haber visto mucho cine de esta temática.
He elegido la de Bela Lugosi, aunque Nosferatu de Murnau da mucho mucho
Y el baile de los vampiros es genial también
Buena selección.
La de Terence Fisher es la primera que ví, de niño (supongo que indebidamente porque iría con algun rombo) y con 10-12 años que tendría ¡qué razones objetivas pueden superar el feliz espanto de un niño! Sería una traición !!
Creo que la autora del artículo, no ha leído “Dracula” de Stoker, nunca, después de leerla y releerla varias veces, me parece una novela romántica, más que de terror. Desde luego, la película de Coppola es la que más se ciñe al libro, casi todas las demás, están basadas en la adaptación teatral. Me he decantado por la de la “Hammer”, que para mi son míticas, pero desde luego la de Coppola no se me queda atrás. Por cierto, “revisar” las películas desde una perspectiva actual, como propone algún comentario, me parece una soberana estupidez!!
En mi opinión, el Nosferatu de Murnau es insuperable. De cuando el cine era poesia visual, arte antes que espectáculo. Y es casi imperdonable no mencionar otra maravilla del cine mudo. Vampyr de C.Th.Dreyer. Las dos se pueden ver en youtube desde hace años. Y falta también una que cuenta la filmación de la de Murnau dando a entender que el protagonista era un auténtico vampiro. No recuerdo el nombre pero salía Willem Dafoe.
«La sombra del vampiro». Muy interesante.
Me ha extrañado no encontrar mención a «Drácula, La leyenda jamás contada» (Dracula untold) de 2014. Digo extrañado no porque sea una peli especialmente memorable -aunque las apariciones de Charles Dance como vampiro original son tremendas- sino porque si se menciona hasta la peli infantil, no sé por qué no se hace con esta que es de las pocas que rebusca en la historia de Vlad Tepes el Empalador y resulta ser una de las últimas versiones del tema, cronológicamente. Es verdad que, más que una peli de terror resulta ser una de acción, pero aún así creo que merecía la mención.
Para mí, por razones personales y no estrictamente cinematográficas, la más memorable es la de Coppola. Una de esas películas que en el cine te dejan patidifuso (¡y qué banda sonora y música, Dios!).
Me falta la divertidisima «Vampiros en la Habana».
La de Coppola, para mi gusto, es la mejor. No se menciona, por desgracia, «La sombra del vampiro» que convierte al actor protagonista del Nosferatu de Murnau en vampiro.
Por último, dos películas geniales del mito del vampiro. «Noche de miedo» y «Los viajeros de la noche». Si te gusta esta temática, hay que verlas.
Imperdonable olvido: BLACULA.
Si recuerdo bien, el primer texto sobre vampiros es: El Vampiro, de Polidori, anterior al texto de Bram Stoker.
De las pelis de vampiros que no son de del conde Drácula, me gusto mucho en su día, dejame entrar, sobre todo la original, creo que era sueca o danesa no estoy seguro.
Sin duda alguna Nosferatu es la obra más importante sobre el vampirismo que se ha llevado al cine…no el remeic de los noventa i, sino la película muda en blanco y negro realiza a principios delos años 20… Insuperables
El remake de William Duafeau so nos hace ver lo importante del flim….
La versión de Coppola se parece bastante más a la novela de Stoker (que era irlandés, por cierto, y no nació en Londres) que el resto de las películas incluidas en la lista. Y es, junto a NOSFERATU, la mejor de todas, por mucho que se aleje del texto original cuando le viene en gana o lo necesite. Al menos intentó hacer algo diferente con el personaje y consiguió darle una nueva vuelta de tuerca al mito, algo que no es nada fácil teniendo en cuenta lo asentado que está en la cultura popular.
«Vampir Caudecuc» y «Umbracle», ambas de Pere Portobella, fascinante «cara B» del rodaje de «Count Dracula» de Jess Franco, inexplicadamente omitidas las tres de la lista y los comentarios…
El Nosferatu de Murnau es la venida de la peste, las ratas, la enfermedad, el que más miedo da, el de Herzog es la más absoluta soledad, el más penoso de todos. El Drácula de Lugosi es el seductor (con ese pelo a lo Carlos Gardel) y esos ademanes lentos y caballerosos, el standard del vampiro (hasta Barrio Sésamo lo imita con el conde Draco). El de Christopher Lee es como el Tiburón blanco asesino de Spielberg, hay que pararlo a toda costa, es el más sangriento animal y sexual. El de Coppola es un ángel caído, una víctima condenada, es Romeo y Julieta. El de Frank Langela no tengo claro si busca algo romántico o simplemente es un mago hipnotizador que se aprovecha de ello y solo quiere sangre como todos ( excepto el de Gary Oldman que si ama a Mina).
Al final el que creo más me recuerda al del libro diria que es el que Jack Palance hizo en una TV Movie, hay una escena donde entra a la casa de Mina y se le ve imparable con ese físico. Eso me recordó a un pasaje del libro donde el conde abusa de Mina que casi parece una violación, y se va con una carcajada de típico malo de cine, y los demás impotentes.
Bram Stoker se basó en la novela corta de vampiros lésbica «Camilla» de su compatriota Sheridam Le Fanu, para hacer Dracula. Sin la primera no existiría la segunda seguramente.
De hecho, llegó a trabajar en el periódico donde Le Fanu era uno de sus dos jefes.
En un principio en la novela el vampiro viviría en Estiria como Carmilla en vez de Transilvania, y había más parecidos; Carmilla estaba inspirada en la Condesa Elizabeth Bathory, y en cambio el verdadero Drácula no era Conde como en el libro, sino Principe. No cambio el nombre del chupasangre y la localizacion hasta que se encontró con unos libros sobre Rumanía y Vlad III, Vlad Tepes (empalador) para los amigos,lol!.
La influencia para el físico del personaje del no-muerto y su forma de ser fue el famoso actor en su época Henry Irving, el cual Stoker admiraba tanto que se había convertido en su representante, y que se dice que como aquel no le trababa muy bien, su relación paso de la admiracion a amor-odio.
Precisamente como la relación de Lord Byron con su medico Polidori, admiracion a veces y otras detestar al poeta más bien, según dicen. Lo cual inspiró al médico para hacer «El vampiro»sirviéndose de Bryon como modelo del vampiro en el primer libro de chupasangres. Curioso.
Al final será cierto lo de los vampiros psiquicos,lol!. Los verdaderos inspiradores de esos personajes eran gente que lo que te chupaba era la energía con su temperamento.
Creo que como sociedad hemos llegado a un punto en el que podemos aceptar que Chiquito de la Calzada fue el mejor Drácula.