Este artículo es un adelanto de nuestra trimestral Jot Down nº 43 «Europa»
Yo creo que, si me han invitado a escribir en este especial sobre Europa, es por europeo. Suena razonable, ¿no? Para hablar de Europa, propongamos a un europeo que participe. Lógico. Tautológico. Obvio.
Pero esta primera frase del artículo, esta suposición, no la podría haber escrito en un medio francés. Porque con esta hipótesis estamos —estáis, en realidad, yo soy el guiri medio hispanizado que hace de Cándido volteriano o de persa montesquiano— partiendo de la base de que el europeo es el ciudadano de cualquiera de los veintisiete Estados miembros de la Unión Europea menos el español. Estamos —estáis— asumiendo que es europea cualquier persona que haya nacido o viva en el territorio ubicado entre el Atlántico y los Urales, que decía De Gaulle, menos los que estén en el sur de los Pirineos.
El caso, ya sea por europeo, por francés o por Mathieu, es que me han dado carta blanca para proponer un tema relacionado con Europa. Y yo les he ofrecido, y os estoy imponiendo, reflexionar sobre esa sensación que tuve al llegar a Madrid hace dieciocho años, esa impresión que no me ha dejado desde entonces: para los españoles, Europa es una cosa exterior. Algo bueno, muy positivo, hay más europeísmo y menos eurofobia que en los demás países europeos. Pero un ente ajeno, del que se habla en segunda o en tercera persona. Nunca, en primera del plural.
¿Por qué lo digo? Lo digo por esa abuela que, al poco de aterrizar yo en Barajas, me cuenta que «su nieto se ha ido a estudiar a Europa». Si su descendiente erasmus ha tenido que irse de algún lugar para llegar a Europa, ¿será que este lugar, España, el país en el que vive esta septuagenaria, no es Europa?
Lo menciono por esos amigos, compañeros y familiares que, cuando me sorprendo de una costumbre española o ellos se inquietan ante una actitud mía, me dicen, medio en broma, medio en serio, que «vosotros, los europeos» sois más así o menos asá… segunda persona del plural. Y ellos, entonces, ¿qué gentilicio continental quieren que les aplique? ¿Australianos? ¿Antárticos?
Lo pienso por esos titulares y artículos que comparan a España no con el resto de Europa ni con la media europea, sino con Europa, a secas. Comparar una parte con un todo, como si fueran dos conjuntos que no se tocan, ¿no es negar la pertenencia de la parte al todo?
¿Un último ejemplo? «Europa acaba en los Pirineos». La frasecita se la han atribuido a Alejandro Dumas, a Napoleón, cómo no, a no ser que su autor fuera Albert Camus. Franceses, claro. Pues yo empiezo a mirar con mucho interés las tesis que dicen que el primero en pronunciarla pudo ser Pío Baroja o Alfonso XIII. No tengo pruebas. Pero este comentario pirenaico lo he oído mucho desde que estoy en el sur de esos montes y nunca cuando estaba en el norte. Ese interés en remarcar que otros supuestamente no verían a España como parte de Europa, con una presunta cita que nadie destaca fuera del país, ¿no es la demostración misma de que los propios españoles han hecho suyo —si es que no fue siempre de ellos— ese refrán teóricamente extranjero?
Pero cuidado con hacer de la anécdota, aunque sean tres o cuatro, una categoría. Esos ejemplos pueden ser unas expresiones lingüísticas sin mayor trascendencia en las que se fija un corresponsal gabacho al que le gustan las teorías, se emborracha de palabras y se pierde en hipótesis puramente formales. En cristiano, una paja mental. Confrontemos pues con gente que sabe y no tiene el sesgo franchute. Convoco aquí a dos grandes especialistas españoles sobre Europa para someterles mi intuición. A ver si es genial o imbécil.
Consigo hablar primero con Ricardo Martín de la Guardia. Es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Valladolid, ha dirigido durante cuatro años su Instituto de Estudios Europeos y ha publicado un libro que se llama El europeísmo, un reto permanente para España (Madrid, Cátedra, 2015). Algo sabrá. Como mi tesis me parece un poco aventurada, primero le ruego que me confirme lo que ya es sabido, pues parece una forma más seria de empezar una entrevista. Lo que dicen los Eurobarómetros es que España ha sido y es uno de los países más eurófilos, que es cierto que ese sentimiento cayó con la crisis financiera, pero que se ha recuperado y los españoles han vuelto a ser más europeístas que el resto de los europeos. Y los analistas suelen explicar ese entusiasmo por la asociación que existe, aunque fuera por pura coincidencia histórica, entre democratización y europeización, entre muerte de Franco y entrada en la CEE. Y, posiblemente en menor medida, entre integración europea y prosperidad, entre fondos FEDER y kilómetros de autopistas.
A un especialista de la integración europea eso le habrá sabido a función fática del lenguaje, a conversación de ascensor, pero asiente amablemente. Ahora me lanzo con mi historia de la abuela y el nieto. «Sí», me dice el profesor Martín y, durante medio segundo, me siento brillante… «Pero sobre todo porque hablas de una abuela, yo lo veo más de esa generación de abuelos que no ha tenido esa relación tan estrecha con Europa, que ha visto que España tardaba en incorporarse a las comunidades europeas, que a lo mejor tiene un conocimiento deficiente de idiomas, lo que le genera cierto desapego o sentimiento de distancia respecto a Europa». Vaya. Tengo una visión de España de persona mayor. Tampoco me sorprende, siempre he sido viejoven.
Lo intento veinticuatro horas después con Luís Domínguez Castro. También es historiador, también catedrático, en su caso, en la Universidad de Vigo, y además es titular de la cátedra Jean Monnet de allí y encima ha sido responsable de una línea de investigación que se llamaba «Relato nacional español y relato europeo: una nueva narrativa». Clavado. En las preguntas aperitivo sobre europeísmo, me indica que, en los momentos previos a la adhesión, «se veía a Europa como un paraíso comunitario, esa idea estaba muy presente en el imaginario de los españoles» y añade que en España había más europeísmo y más antiamericanismo que en otros países «porque Estados Unidos apoyaba el franquismo y Europa no».
Eso último me recuerda, le digo al profesor Domínguez, una frase de Josep Borrell. Cuando era ministro de Exteriores, nos contó a un grupo de corresponsales: «Hablando de las transiciones a la democracia, un amigo polaco me dijo: “Debemos nuestra libertad al papa y a Estados Unidos”. Y yo le contesté: “Me he chupado cuarenta años de dictadura a cuenta de tu papa y Washington”. Es difícil tener una misma visión del mundo si tú crees deber tu libertad a quien yo creo deber mi dictadura».
Al paciente universitario le relato ahora mi historia del niño que se va a Europa (esta vez le digo que es un hijo y no un nieto a ver si así no me habla de generaciones). «No estoy de acuerdo en que veamos a Europa como algo externo», me contesta. Vaya. Es más «lo de irse a Europa, lo veo al revés», insiste. «Como que se ve a Europa como un conjunto. Y no olvides que hay en España una tradición intelectual que considera, como Ortega y Gasset, a Europa como la solución. Lo que sí puede existir es un sentimiento, no de inferioridad, pero sí de relegación histórica, una conciencia de que muchos europeos creen que Europa termina en los Pirineos. Que España es casi África». Ahí está la frasecita. «Y en eso la literatura del siglo XIX, la francesa entre otras, que orientalizaba a España, tiene una responsabilidad».
Salí a buscar aliados que me confirmaran un supuesto sentimiento popular y me he encontrado con serias matizaciones. Europa no es un ente exterior a España, me dicen, o, si lo es, lo será solo un poco, para los viejos o para los extranjeros. Me queda un cartucho. Tirar de diplomáticos y políticos, de la gente que observa directamente cómo los dirigentes españoles se mueven y actúan dentro de las instituciones europeas.
Recuerdo la frase del embajador de un país miembro de la Unión Europea. Era el final de Zapatero, o el principio de Rajoy, en todo caso un momento en el que España quería presentarse como un alumno aplicado de la austeridad reclamada desde Bruselas. El embajador describió así a los representantes de su país de acogida: «Nos piden que los ayudemos, pero harían mejor en dejar de hablar los últimos en las cumbres europeas y defender sus posiciones ellos mismos. España es la cuarta economía de la zona euro, no tiene por qué portarse como un pequeño país recién llegado».
Tenía la convicción de que España jugaba por debajo de su categoría. ¿No es esa la prueba que buscaba para mi demostración de que los españoles no son tan conscientes de su europeidad como podrían? Luís Domínguez Castro me lo afina, como la Fiscalía. «España es la cuarta potencia económica pero las tres primeras, Alemania, Francia e Italia, son los países fundadores de la CEE. No es lo mismo ser un fundador que uno que viene después, adquieres un pedigrí que no pierdes, incluso si eres más pequeño que España, como Países Bajos. En términos de población y de votos en las instituciones hay que comparar a España con Polonia. Y España tiene un peso que no tiene Polonia».
De hecho, en la segunda etapa de Rajoy, en el Ministerio de Economía ya decían que Spain is back y que, con los deberes hechos, ya iban a hablar más alto. Y ya es un tópico hacer notar que los angloparlantes Nadia Calviño, Teresa Ribera y el propio Pedro Sánchez se mueven como fish en el agua en Bruselas y hablan sin tanta timidez.
No juegan mal el juego europeo, no, aunque a veces con españolidades que sorprenden a sus socios. Tiro ahora de otra confidencia, mucho más reciente, oída de la boca de otra diplomática, de cara a la cercana presidencia española del Consejo de la Unión Europea. «Estamos de acuerdo con España en muchas cuestiones. Pero, sinceramente, esa idea de invitar a los ministros de Economía y Finanzas latinoamericanos a que dialoguen de tú a tú con sus homólogos europeos en una instancia tan seria como el ECOFIN [se refiere a la cumbre en Santiago de Compostela del 15 y 16 de septiembre en la que van a participar los treinta y tres miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños] cuando la mitad tienen a sus países al borde de la bancarrota… Digamos que no parece una idea muy intuitiva. No conozco a ningún otro país que imponga sus prioridades geográficas con ocasión de su presidencia».
El típico tópico de España como puente entre Europa y Latinoamérica. «Una constante en la política europea de España, junto con la cercanía al Mediterráneo y la posición abierta a pactos multilaterales dentro de la Unión», confirma Ricardo Martín de la Guardia. Si eres puente, será que estás con un pie en cada lado. Lo bueno es que puedes estar en dos sitios. Lo malo es que puedes acabar en tierra de nadie. Con el culo entre dos sillas, que decimos los franceses.
La última clave de esa relación particular entre España y la Unión Europea me la dio el cuadro de un partido español de ámbito nacional cuando se reunió con varios periodistas guiris. «Aquí, cuando discutimos, tenemos la manía de ir a Bruselas a ver quién tiene razón». Y lo dijo antes de lo de Doñana y los fondos Next Generation. «Los países fundadores no hacen eso. Aquí vamos a las instituciones y volvemos a Madrid para decir: “¡Lo han dicho en Europa!”. Como los alumnos que recurren a una maestra para que les dé la razón».
Tiene gracia, porque su partido usa mucho esta técnica cuando está en la oposición. Y nos dio un dato que desconocía: «Existe en el Parlamento Europeo un organismo llamado Comisión de Peticiones, al que pueden apelar los ciudadanos, pero que en realidad no sirve para nada, es un callejón sin salida. Pues el sesenta por ciento de las peticiones que recibe vienen de españoles. Y luego ya en España pueden publicar artículos que dicen: “La UE investiga tal asunto”. Es un poco ridículo, pero refleja el enorme prestigio democrático que la Unión Europea tiene para nosotros».
Será una demostración del prestigio de la Unión Europea, vale, pero también el reconocimiento de una autoridad exterior. La maestra no es una alumna más, ni el conjunto de la clase, que es lo que debería ser Europa para España, si seguimos con la metáfora. Es su elemento más prominente.
Eso también se vio en el procés catalán. El Gobierno de la nación, defensor de su integridad territorial, y los independentistas, promotores del llamado derecho a decidir, apelaron a los vecinos y a los socios para que les dieran, les diéramos, la razón. Cada uno con sus recursos. El Estado fue a lo estatal y obtuvo que ninguna capital ni ninguna institución europea apoyara siquiera la retórica separatista. «Conseguir que, no digamos el presidente de una institución de la Unión Europea, sino que incluso ningún comisario se reuniera con Carles Puigdemont durante el procés no es nada fácil», subraya Domínguez Castro.
Los indepes fueron a los medios. A mí mismo nunca me resultó tan sencillo entrevistar a un presidente autonómico como, paradójicamente, cuando Artur Mas y Carles Puigdemont eran solicitadísimos por mis compañeros. Al final, aunque cada uno peleaba con sus armas, se trataba de lo mismo: que los europeos, que no somos españoles y por eso se nos presupone exteriores, neutrales y sensibles a los argumentos racionales, diéramos la razón política, editorial o moral a su bando.
Rajoy también fue a los medios, aunque poco. En Onda Cero dejó una «rajoyada» que quedó para la historia y que también nos habla de cómo se ve en España la pertenencia a Europa: «Un catalán hoy es catalán, español y europeo. Lo que algunos pretenden pedirle a la gente es que renuncie a su condición de español y europeo. Es un disparate». Carlos Alsina le respondió que «la nacionalidad española no la perderían» los habitantes de una hipotética Cataluña independiente, con argumentos más constitucionalistas que los padres que parieron la Constitución.
La réplica final la recordamos todos perfectamente y sirve de título a este artículo. Pero, antes de que la deje escrita, parémonos cuatro segundos a pensar en el aspecto más curioso de la frase y más relacionado con esta divagación: a Rajoy no pareció importarle ceder en su argumento de la nacionalidad española. Tenía la esperanza, a falta de desespañolizar a los independentistas, de poder al menos deseuropeizarlos. Como si una cosa pudiera ser independiente de la otra. Como si, precisamente, la condición de europeo fuera exterior a la de español. Ahora sí: «¿Y la europea?».
Gran análisis, me ha gustado mucho el artículo
Le ha faltado comentar ese dicho de «España empieza en el Ebro» de los muy europeos nacionalistas catalanes.
Venía todo muy bien pero al final me he perdido “You lost me” ¿Qué es eso de que una Cataluña independiente seguiría teniendo nacionalidad española? Yo supongo que el ideal de un catalán independentista es ser parte de Europa sin ser parte de España, como país independiente miembro de la Unión Europea. De ahí que la amenaza de dejarlos sin Europa es mucho más fuerte que la de dejarlos sin España.
Creo que mezclas cosas. No hay una nacionalidad española para una región (sea Cataluña independiente, no independiente o en el estatus que sea). La nacionalidad es del individuo y a lo que se refirieron en aquella entrevista, con toda la razón,.es que los ciudadanos no perderían la nacionalidad por el hecho de que (hipotéticamente) su comunidad autónoma se hiciera independiente.
Otra cosa, y ahí tienes toda la razón, es la pertenencia a la UE, que sí es del territorio, no del ciudadano.
La Union Europea decía alla en el 2014 cuando el referendum de la independencia de Escocia «si votan que si a la independencia, Escocia fuera y lo tendrán difícil volver a entrar…al final de la cola…»..
Eso lo decía Merkel y Obama y Junker y sobre todo, el ladrón de Mariano Rajoy, con rueda de prensa desde la Moncloa incluso…
Sol8 año y poco después, Cameron convocó un referendum sobre la pertenencia del Reino Unido al proyecto europeo, aunque la verdad, no merece tal nombre desde hace mucho…
Escocia voto masivamente a quedarse en la UE, Edimburgo un 74%, tan europeo como Madrid, y Escocia en su conjunto con casi un 63% al favor de la UE, una cifra muy superior a seguir en la union con Inglaterra, un 53% apenas, ..
Inglaterra, un país de mas de 50 millones de habitantes frente al 5 millones y pico de Escocia, voto a salirse y impuso su voluntad a Escocia por enésima vez..
Al salir Escocia de la UE contra su voluntad, nadie dijo nada, ni Obama ni Junker, ni Merkel, ni mucho menos Rajoy… tampoco El Pais…
Cuando Escocia se haga independiente, no habría que volver a la Union Europea en mi opinion tras semejante traición. Nos han tratado como un país de gilipollas, y no hay que volver a pasar por el aro…. No hay que hacer la vista gorda…
Cuando pienso en los míos que se murieron luchando contra Hitler y el fascismo, escoceses del barrio, me enciende la sangre, frente los alemanes y italianos fascistas, que ya están en lo suyo de nuevo, y los conejos franceses que ni aguantaban un mes contra el Wehrmacht…
En Escocia, no tenemos fascismo en la esfera política por lo menos. Eso no existe allí, no hay un partido de la extrema derecha alli.
Ustedes, los europeos, están otra vez con sus ultra nacionalismos de nuevo por tercera vez en 100 años…. a pegarse tiros otra vez, adelante…son ustedes todos «grandes paises», nunca jamas he oído un solo escoces decir que Escocia sea un gran país…
Que vergüenza dan los ultra nacionalistas italianos, alemanes, franceses y españoles de PP/Vox con el siglo XX y sus horrores a cuestas…que ignorantes y que irresponsables…
Estamos fuera pero igual es mejor que estar dentro de una union europea fascista….
Usas con mucha ligereza la palabra fascismo.
Escocia forma parte del Reino Unido, así que la circunscripción estatal está clara, no hay soberanía, da igual el resultado escocés si el general es diferente. Mutatis mutandi, una cosa es lo que voten en tu barrio y otra en el municipio, da igual lo que vote el barrio.
También, por otra parte, hablando en términos fundamentales, o sea geopolíticos, qué c… importa lo que hagan y digan en sí mismo cinco millones de personas del Norte, fuera de la UE. El mundo hoy va hacia el Sur, cualquier pequeña región de India, China, Rusia o Brasil es un gigante al lado de Escocia. ¡Despierte!
Escocia votó primero quedarse en Reino Unido y este votó después salirse de la UE. Llamar fascista a la UE por no entrar en conflicto, bélico, económico?, es impropio. La UE no está muy interesada en desmembrar estados históricos, por ejemplo España; imagino que por miedo a que cunda el ejemplo y por razones prácticas. Desmembrar un viejo estado es complejo: recuerdo que los condados del sur de Escocia votaron por seguir en Reino Unido muy mayoritariamente. Si la unidad de Reino Unido no fuera sagrada, tampoco habría de serlo la escocesa. Lo mismo en Cataluña con Barcelona y su área metropolitana claramente antisecesionista. En Ucrania se está resolviendo con guerras; lo mismo pasó en Yugoslavia: se resolvió con guerras y «purificaciones étnicas». Es muy difícil romper un viejo estado pacíficamente. No conozco Escocia; en el caso de España habría violencia, nadie se engañe. Si no la hubo en el llamado proces fue porque en el fondo nadie se lo tomó en serio; personajes como Puigdemont o el mismo Rajoy y su inefable ministro del interior eran de opereta cómica.
Un independentista catalán serio hubiera creado formaciones paramilitares, esencialmente de las hinchadas futbolistas, y habría convertido los Mossos en un proto ejercito; habría empezado la violencia contra tibios y desafectos; el estado español habría metido el ejército en Cataluña; medio millón de catalanes habrían cruzado la frontera francesa, etc. Así se construye un nuevo estado. En Cataluña, gracias a los dioses, pareció y parece pasar material humano para ello.
El tema de Europa es que hay que leer a Eric Hobsbawm. La gran mayoría de los europeos no llegan a situarse nunca, nunca llegan a saber cuales son los coordinados básicos para saberse europeos.
Es difícil, no hay tiempo, los niños, el cole, el nuevo curso encima, los suegros tan exigentes y los padres inválidos….no hay tiempo, y luego aparece Eric Hobsbawm, un senor maravilloso que aparte de gran historiador, era entendido de jazz y de Brazil….
Pues Hobsbawm, que era húngaro de origen, tiene esos 4 libros que cubren la historia de la europa de nuestra epoca: se llaman, la era de revolución, la era de capital, la era de imperio y la era de los extremos….
Una historia de Europa de la revolución francesa, de 1789, inicio de la época moderna, al fin de la guerra fría, o como dicen, el largo siglo XIX y el corto siglo XX…
Hobsbawm tiene una capacidad de sintesis formidable… si tuviese 20 o 30 años, me pondría con esos 4 libros, porque no se entiende un carajo sin saber de donde venimos….
Te dejas en el tintero la recopilación Sobre el nacionalismo y Naciones y nacionalismo desde 1780. Hobsbawm abominaba del nacionalismo (incluido el escocés, claro). Según él los historiadores serios no podían ser nacionalistas, así que….
Pues yo también aborrezco el nacionalismo, el independentismo escoces no es un movimiento nacionalista para nada…
Hay tantas razones para salir de la union de 1707 con Inglaterra que estaría aquí toda la mañana si las contara. Pero, por ejemplo, somos millones de escoceses hasta el conyo con una dispensación política que no incluye una constitución clara y accesible a la ciudadanía.
No existe una constitución descargarble en PDF como la española allí. Me considero una persona informada políticamente, lo que se dice un ciudadano activo, pero no podría remitir a mis amigos españoles a ningún texto publico al respecto… la «constitucion» británica como tal no existe….para entender como funciona el sistema politico allí, hay que hacerse abogado…Y es así porque la oligarquía corrupta que lleva el país lo prefiere así, quieren una ciudadanía en la oscuridad..
Es que aspirar a vivir en democracia moderna no hace uno nacionalista…
Hobsbawm era anti nacionalista en efecto, y lo era también Tom Nairn que se murió hace poco. Nairn, como Hobsbawm, era marxista y escribió un libro demoledor sobre Gran Bretaña finales de los 60 que se llama «The Break Up of Britain» … Nairn se convertio a la causa de la independencia porque lo entendió como la única manera de reformar un Estado cuyas normas y funcionamiento datan de 1689….
Pero fue gracias a esa no constitución que pudo hacerse el referéndum escocés. De hecho, parece que la constitución británica sea de artículo único: el parlamento es soberano. En España constitucionalmente cualquier referéndum de secesión es ilegal.
Ja ja ja
Aborrezco el islam (o el cristianismo o el judaísmo), que se enseñe la religión en las escuelas o se subvencionen los cultos no tiene nada que ver con ser partidario de la influencia confesional en el Estado. Con dos bemoles.
PD: Cualquier persona progresista debería apoyar la independencia de Escocia, si solo porque significaría el fin de Gran Bretaña, pais imperialista y bélico como ningún otro en la historia humana.
Hay que recordar las palabras de Mahatma Gandhi, cuando le preguntaron por la «civilización británica»: «creo que deberían intentarla…»
Je je je….
Pero bueno, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte no da ya para mucho: los indios, antiguos vasallos, pusieron una sonda en la Antártida lunar; ellos nada, nulo.
No hay que enconarse; pero imagino que una Escocia «libre» se parecerá a una Dinamarca, Suecia o Noruega libres. Quizás un poquito más cosmopolita y tolerante como corresponde a un viejo miembro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Suecia, Dinamarca y Noruega también están encontrándose a sí mismas: rubias y sin complejos.
¿Esa es la prueba del algodón? ¿Si no apoyas la independencia escocesa directamente entras en la caverna?
By a lonely prison wall
I heard a young girl caaaa-aalling…..
«Michael! They have taken you away!!
You stole Trevelyn’s corn
So the young might see the morn
Now a prison ship, lies waiting in the bay»….
Low lie, the fields of Athan Rye!!!
Where once, we watched the free birds fly!!!!
Our love was on the wing
We had dreams and songs to sing
It’s so lonely without the fields of Athayn Rye..
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Mac, si usted conoce bien España sabrá que existe una diferencia abismal es eso que se llama centro/periferia, que en realidad es nacionalista españolista / no nacionalista españolista (que no tiene por qué por qué ser nacionalista «periférico», digamos, pero caben dentro de la categoría). España nunca ha tenido un proyecto de país, jamás, aparte de evitar desalojar a sus elites parasitarias extractivas, lo que se llaman en inglés «compradores», y muy acertadamente; cualquier intento de esbozo de esqueje de proyecto siempre ha partido de esa España periférica, y ha sido pisado y aplastado sin contemplaciones.
La geografía juega y mucho. España es un país totalmente periférico, arrinconado completamente y con una conexión terrestre muy complicada, no hace falta más que mirar un mapa para entender por qué Euskadi y Catalunya son lo que son y lo que juegan (Aragón, para su desgracia, a su norte tiene un muro). Aún cuando las islas britànicas son también bastante periféricas, Inglaterra siempre estuvo abierta por mar al continente, siempre fue más fácil ir por mar de York a Amsterdam que por tierra de York a Londres, y lo mismo cabe decir de Escocia frente a la Hansa germana y los Países Bajos (y hasta Francia). Aquí el reino de Murcia (llamado despectivamente taifa) tuvo unos estándares de vida que despuntaban en Europa aprovechando que está a meras horas de Argelia y a días por tierra de Toledo y ni digamos de Burgos, la conquista castellana hundió todo en la mierda. Podríamos hablar de muchas cosas, todas en la misma línea.
Esta diferencia interna española que he señalado juega y muchísimo también en muchas de las intuiciones del autor del artículo. Lo que vendría haciendo las veces de intelligentsia española es un gallinero fenomenal, precisamente porque España es un país sin resolver. Los votantes de Vox son los mismos que los de Ciudadanos, grosso modo, se ha dado el mismo paso que hace casi 100 años desde el Lerrouxismo como escaparate de la corrupción más desaforada hacia el nacionalismo (eran nacionales, ¿verdad?, los otros eran republicanos). Fue un embajador de la India el que sugirió que si la UE quiere tener algún futuro, porque Europa es Rusia, y la UE es más bien euroamérica, tiene gracia que un país tan ignorante como el nuestro crea que «Europa» no apoyaba a Franco cuando lo hacía màs y mejor que EEUU, otra cosa es el supremacismo y el racismo hacia un país que en el fondo sólo exportaba jalufe barato y mano de obra màs barata todavía, pues este hindú dijo que màs le valdría desmantelar los viejos estados-nación y dar pie a una Europa de 100, 150 ó 200 estados. Y la verdad es que los viejos estados juegan y muy en contra de esa cosa llamada «construcción europea». Pero en honor a la verdad tal construcción siempre ha sido un mito, una falsedad, un timo, una estafa, los viejos estados siguen y sus contradicciones como el primer día.
No entiendo por qué este señor tan inteligente no escribe London.
Ah, porque en realidad las lenguas romances usan el topónimo anglonormando. Es decir, el topónimo que usaban las elites angevinas primero y luego anglonormandas a palo seco, entre 1066 y +/- ~1300 y pico, cuando el franconormando de la corte inglesa (honi soit qui mal y pense, ese y como el del asturianu) fue reemplazado por un afrancesadísimo inglés medio. No es un topónimo acuñado en Île-de-France, ni en Valonia ni en Borgoña, sino en la misma Angleterre por FitzMerdes y compañía.
Del LV Londinium en todas las lenguas romances cabe esperar Londiño o Lundiño (con la ortografía que prefiera, Londigno, Lundinho, Lundiny, etc.), en inglés arcaico, pre-1066 era Lundenwik, de donde debería haber salido algo no muy diferente porque a ver quién hace una ucronía del Great Vowel Shift sin 300 años de apisonadora franconormanda (hill-mountain, creek-river, wood-forest, cow-beef, harbor-port, town-city, and so on), así que tenemos un Londres/Londra que es netamente romance, muy endónimo y poco exónimo.
Y en castellano muy muy antiguo (no arcaico), escribían Yorque que sí es un palabro (como Mastrique por Maastricht, muy K-teto todo), que sí que es una cagarrada porque de Eboracum en castellano debería haber salido algo así como Ibrago, que York es escandinavo Eboracum > Eorc.
Tónteles, tiene usted toda la razón sobre el centro y la periferia.
El que escribe muy bien sobre eso es Pierre Vilar en su corto, brillante y magnífico «Historia de España» que escribió, si no me equivoco, de memoria, sin notas, en un campo de internados en Francia allá en los 40. Para Murcia y Almería, Juan Goytisolo sin duda, el más elocuente, el gran defensor de la España del sur, y la España mozárabe. Casi olvidado Goytisolo ya, no sé porqué.
En cuanto a que España es un país sin resolver, si, también de acuerdo, lo es, pero casi mejor que sea así. Las grandes tragedias de España suceden cuando alguien viene con ganas de «resolver el problema de España» como Franco. Creo que España avanza cuando todo se queda en un punto de equilibrio entre centro y periferia, una pugna un tanto delirante por supuesto, pero con un efecto impulsador… No sé si España es concebible de otra manera.
En cuanto a la UE, si, tiene razón, pero es mucho mejor estar dentro que fuera. El Reino Unido está en una crisis muy profunda ahora, en todos los sentidos. La pregunta que nadie sabe responder tras todo el ruido y furia del Brexit es, «¿Ahora qué?» Los del Brexit, por supuesto, no tenían ningún plan para lo que viene después… No hay modelo alternativo…
En cuanto a Escocia, no quiero dar la lata más, me he excedido ya. El Brexit me ha afectado mucho anímicamente, mucho más que hubiese esperado, pero también al nivel práctico. Si tienes compromisos en dos países, es un dolor de cabeza continua…
Estoy leyendo «El Peligro de Estar Cuerda» de la gran Rosa Montero ahora, que me está viniendo muy bien estos días la verdad, porque no sé si me he vuelto un poco loco con este tema estos últimos años…
Mac, el riesgo de que esto que se llama Europa, que es la parte ocupada por EEUU del continente y se arroga toda la europeidad, signifique eso lo que signifique, se vaya a la mierda y pase a ser una región irrelevante del planeta incluso con guerras, como siempre lo ha sido, francamente, pues es muy alto. Demasiado. Esa Europa donde todos los delincuentes del planeta (incluyendo usamericanos) traían su pasta, periclita ante las nuevas lavanderías de pasta del Golfo, Singapur y Hong Kong. Los EEUU nos están destruyendo deliberadamenrete, y en esto vamos todos en el mismo barco.
No voy a negar que Escocia y Catalunya (y para el caso, Andalucía o Scania) estarán objetivamente mejor y con mejores herramientas como estados de pleno derecho en la UE que como regiones subalternas de estados con clases políticas inútiles, meningíticas y obsoletas, por decirlo suave. Pero es que a Yugoslavia se la cargaron porque estorbaba, este sistema es tan psicópata que se cargan a gente/cosas bastante inofensivas porque les da el punto, sean Olof Palme, Yugoslavia o JFK. Gadaffi no, a ese tenían que cerrarle ls boca porque sabía demasiado. Objetivamente, Eslovenia o Croacia están ahora mucho peor que como estados de Yugoslavia, y checos y eslovacos mucho peor que con su antiguo estado. Cierto es que partían de puntos antitéticos y antagónicos de donde parte Escocia (o Laponia, o Cerdeña), lo cual debería dar una pista de lo que hay detràs de todo esto.
En *todos* los estados de la UE ha habido, en mayor o menor medida, una recentralización, que en algunos casos ya es un llover secular sobre mojado, todo esto se produce porque son políticas de la propia UE, la UE es un mito, objetivamente es una estructura neoliberal y otánica y como ya se ha quitado la careta sin màs hostias, totalmente subordinada hasta la abyección a los EEUU sin siquiera la mitad de dignidad de un dictador barato africano comiendo de la mano de París. La payasa esa que estuvo de primera ministra en Finlandia, después de destrozar su país -teóricamente soberano e independiente- y desfilar con ukronazis para que quede bien claro para quién trabaja, se va a la puta calle y ahora a cobrar de la fundación del gangster criminal de guerra Tony Blair, igual que el cerdo de Pashinian (fotos a punta pala con el nazi de Soros) deja tirados a sus compatriotas porque el naziatlanticismo le interesa que Armenia se supedite a los campos de gas de la bestia de Aliyev. La mayoría de los dilemas del Kremlin son así como estos, damned if do, damned if don’t. Es que los nazis tienen una pulsión suicida brutal, y la meningitis que manipula sl gangster gagá de la Casa Blanca tiene 7.000 cabezas nucleares y a diferencia de Hitler en el búnker, quizás prefieran pegarle fuego a todo.
Supongo que como en toda lucha por la supervivencia, hay que pelear en todos los frentes. El riesgo de que España o el Reino Unido se desintegren como Yugoslavia si salen dos territorios a priori no vitales no es algo que vaya a jugar a favor de los intereses de absolutamente nadie. No hay vida inteligente en Bruselas, y no la va a haber. Lo que necesitamos son màs Escocias, màs Catalunyas, màs Flandes, en el momento que hagan masa crìtica se encontrará una salida que pasa por jubilar a los antiguos estados de una u otra forma, quizá como decía el embajador de la India, pero mientras cada uno vaya por su cuenta esto es un sàlvese quien pueda y ya sabemos cómo terminan esas cosas.
Cuando me refiero a que España es un estado sin resolver me refiero a que ni siquiera tiene una hagio-mitología «nacional» que merezca tal nombre (que tienen todos los estados, desde luego los consolidados tras los sistemas jurídicos napoleónicos tras el congreso de Viena). La reconquista es un puto cuento chino al nivel la conquista del Oeste, la guerra contra el francés la primera de una serie de guerras civiles con ensañamiento ganadas por los elementos más reaccionarios incluyendo limpiezas étnicas ideológicas de libro, y este estado ha sido tan débil que pràcticamente su única categoría funcionarial durante todo el siglo XIX son los militares (chusqueros, zafios y reaccionarios incluyendo los teóricamente progresistas), de ahí que la España de ese siglo es literalmente golpilandia y el callejero de Madrid rezuma golpistas que ni toda Latinoamérica junta lo iguala, y hablamos de la Iglesia otro día.
Con todos los defectos y lo impresentable que es el Reino Unido (que se lo digan a los irlandeses, la isla tenía 9 millones de habitantes hace 150 años), es el tìpico estado europeo. España es tercermundista total, peor incluso que Portugal.
Así que no se me queje tanto, hombre, y arrimemos el hombro entre todos.
PD: Quiero decir, en cualquier otro país europeo, sería inconcebible la situación actual en la que el brazo judicial del Estado esté persiguiendo una persona a quien el brazo ejecutivo está tanteando para formar un gobierno, con un parlamento dividido prácticamente fifty-fifty….Inconcebible, pero en España, si conoces el país, no te extraña nada…
Cuidado, lo de «resolver el problema de España» casi siempre ha venido del centro, pero perfectamente puede venir de la periferia, veo el mismo nivel de encono y intransigencia en Madrid que en Barcelona últimamente…
Por ejemplo, el Catalán en el Congreso de Diputados me parece innecesario la verdad y en flagrante contradicción con lo que pretenden los nacionalistas Catalanes, eso es, la independencia…
La España pluri-nacional es un modelo, la independencia es otro modelo… no se puede ir un día siendo indi, el día después hablando de la España pluri-nacional… ¿Que es lo que quieren los indis catalanes? Yo no lo tengo claro que ellos lo tengan claro…
Además, es algo que va a irritar a la derecha mucho y no es necesario ni beneficioso. ¿Para qué? ¿Y no tienen derecho los catellano-parlantes a tener su espacio también como tienen las autonomías? No se me pasaría por la cabeza come escocés pedir a Londres que el gaélico fuese idioma del Westminster…
La pretensión de hacer el Catalan, Gallego y Euskera idiomas oficiales de la UE es mucho más coherente por otra parte… eso si. Pero la idea expresada por gente como Javier Cercas de hacer una España pluri-nacional a lo largo de todo su territorio, eso no va a pasar nunca…
Vamos, yo hace mucho me apunté a clases de Catalan durante un año en Madrid en el Blanquerna, y todos mis amigos y conocidos me miraban con cara de estupefacción y perpelijdad cuando se lo decía…
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