Pensar en Italia significa pensar en pizza y en mafia y de eso, por supuesto, tenemos mucho, como las ya conocidas series Romanzo criminale (2008) o Gomorra (2014), que no le quitamos su mérito, no le quitamos su importancia histórica, pero Italia va más allá. Es un país rico en historia, en conciencia política y en revueltas proletarias; en un arraigado comunismo y en unos vaivenes políticos que desembocaron lamentablemente en Berlusconi y en Telecinco, en una gran fuerza del cine que es mucho más que Cinema Paradiso y La vida es bella, aunque qué grandes. Conocemos muy poco a nuestros primos mediterráneos y, para ello, os propongo un viaje por su historia desde los años 60 hasta la década de los 90, y a través de un gran cine. Allá vamos.
La mejor juventud (2003)
El mejor resumen de la vida de una familia en Italia se condensa en La mejor juventud. Es la historia de una familia que comienza en los años 60 con el paso de la juventud a la primera adultez de dos hermanos y que transitan de los juegos a la seriedad y a la responsabilidad de la vida de uno mismo. De esta forma, aquí vemos la primera ruptura y los hermanos se dicotomizan en las dos posibles versiones de la época, quizás de todas las épocas: el ejército o el movimiento hippie, más gráfico y literal aquí, pero que se reduce al final a lo mismo: la derecha o la izquierda. Los hermanos se enfrentan políticamente, la izquierda intelectual y la rabia policial, pero no lo hacen cara a cara; se enfrentan ideológicamente dando voz a las dos realidades sociales de la Italia de los 60.
Esas son las elecciones de cada uno que no hacen más que esconder su verdadera naturaleza. Las elecciones vienen de algo: del miedo, de la inseguridad, de la injusticia y, así, la partición de los hermanos también se refleja emocionalmente. Matteo, el policía, es el hombre que sufre y que, para evadir el sufrimiento, recurre a la violencia, al ataque físico ante los embates que lo hieren en una defensa agresiva para proteger su vulnerabilidad. Nicola, por su parte, es el sensible que acepta su sensibilidad, es el más racional de los dos que elige su camino aceptando el sentimiento y tomando las riendas de su vida para ayudar a los demás.
En este panorama incierto de la juventud y de la búsqueda de sí mismos, presenciamos los primeros hechos históricos que se entrecruzarán en el transcurso de sus vidas. En 1966, la crecida del río Arno provocó una de las mayores inundaciones en la ciudad de Florencia, lo que causó la muerte de ciento una personas y dañó y deterioró cientos de edificios y obras de arte, entre ellas la famosa Galería Uffizi. La ciudad logró recuperarse gracias al trabajo voluntario de los ciudadanos y allí los hermanos se reencuentran.
Pasamos al Turín de 1968, donde está estudiando Nicola, y asistimos a las revueltas estudiantiles y a las fuertes manifestaciones de esos años. Italia experimentaba un panorama convulso y toda la escena política y social se prepara para desembocar finalmente en la formación de las Brigadas Rojas.
Durante la década de los 70, en La mejor juventud vemos un panorama agitado, un pueblo volcado en las calles y una sensación de inestabilidad. En el contexto histórico, 1968 fue un año de importantes protestas políticas y sociales en ciudades de todo el mundo: Trento, Berlín, Chicago, Montevideo, México… Un momento de crisis mundial. En Italia, la reestructuración de la educación universitaria aumentó el descontento de los estudiantes, cuyas protestas se unieron al movimiento obrero. Todo ello resultó en el otoño caliente de 1969, un periodo marcado por la ocupación de las universidades, dando lugar a que casi todas las universidades italianas fueran ocupadas en algún momento; las revueltas populares de Battipaglia y Avola, causadas por el inminente cierre de muchas fábricas que hasta entonces habían disfrutado de cierto auge industrial, y que causó la muerte de varios ciudadanos a manos de la policía; las huelgas y reivindicaciones sindicalistas y, finalmente, el atentado de la Piazza Fontana de Milán en el que murieron diecisiete personas y que se considera el inicio de los años de plomo.
Durante estos años, la importancia del PCI (Partido Comunista Italiano) es enorme y su papel, fundamental, ya que fue el segundo partido más votado en Italia durante cuarenta años después de la Segunda Guerra Mundial. Fue el partido comunista con más fuerza en toda Europa debido a sus fuertes alianzas y a su convicción en contra de las dictaduras de España, Grecia y Yugoslavia por las que estaba rodeado. Aunque hasta entonces se había subrayado bajo los postulados soviéticos, en la década de los 70 se diferenció del movimiento para independizarse como parte del eurocomunismo, más enfocado en la clase media. Es en esta escena de escisión de la izquierda comunista, junto con las revueltas obreras y estudiantiles, cuando surge la organización terrorista de las Brigadas Rojas, también muy presentes en las vidas de Nicola y Matteo, y que se forman en contraposición a los estándares conservadores que los jóvenes veían en la nueva posición del PCI y su ineficacia para cambiar las cosas. El infinito debate de la izquierda.
Cambiamos de década, nuestros personajes envejecen, la vida sigue y nos encontramos en unos años 80 que vuelven a no ser del todo favorables para la clase obrera. En octubre de 1980, tuvo lugar una fuerte huelga de cinco semanas en la fábrica de Fiat de Turín debido a los crecientes despidos, pero que fue silenciada con la firma de un acuerdo, lo que llevó a la derrota sindical y a los trabajadores, a la calle. Un punto menos para los pobres, que solo pudieron consolarse con la victoria de Italia en la Copa Mundial de fútbol del 82.
Llegamos a los años 90 y los hermanos cumplen cuarenta. Sus vidas se reestructuran, ahora son ellos la familia, que es una de las cosas que hace el tiempo, y entre tanto nos encontramos en medio del escándalo de la muerte del juez Falcone, asesinado por la mafia en Sicilia en 1992 debido a su carrera en contra de la Cosa Nostra. El escándalo nos es ajeno, pero me gusta justo cómo lo presenciamos como de background, como de banda sonora de nuestra vida, que es exactamente como vivimos la escena política y social diariamente. De lejos, pero tan de cerca. Un sonido lejano que no podemos dejar de escuchar.
La mejor juventud no es exactamente un repaso de la historia de Italia, pero sí lo es. Es la experiencia de la vida íntima con la pública, la familia con lo político, lo personal con lo nacional. Es la vida entre todo este caos, en el caos que siempre es la vida.
Exterior noche (2022)
Pensar en los años de plomo es pensar en terrorismo. Esta oscura época en Italia comenzó en el año 69, cuando se produjeron las revueltas del otoño caliente, el asesinato del policía Antonio Annarumma durante una manifestación organizada por el PCI y el MS (el movimiento estudiantil), la muerte del anarquista Giuseppe Pinelli bajo custodia policial y el atentado de la Piazza Fontana de Milán, cuyo relato, por cierto, puede verse en la peli Piazza Fontana: La conspiración italiana (2012). Pero este periodo de la historia de Italia recibe justamente su nombre por los incidentes terroristas que arrasaban el país de parte del terrorismo negro de grupos neofascistas y del terrorismo rojo a manos de una izquierda violenta.
En este periodo, el número de organizaciones armadas aumentó de dos en 1969 a noventa y una en 1977 y a doscientas sesenta y nueve en 1979 y eran habituales los ataques, secuestros y asesinatos. La violencia escaló para convertirse en un ciudadano italiano más y se instaló en el día a día con noticias tan inconcebibles como el asesinato de Pasolini en 1975. Un ejemplo de la inseguridad de aquellos años lo muestra Padrenostro (2020), que cuenta el atentado terrorista que sufrió el padre del director de la película en 1976. Y, por supuesto, otra de las películas que recorre la historia de Italia en esos años es La mafia solo mata en verano (2013), que se centra en la región de Sicilia y, sobre todo, en los asesinatos a manos de la Cosa Nostra.
Pero, efectivamente, uno de los sucesos que paralizó al país fue el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro en 1978.
El contexto político es intrincado y complejo y necesario para comprender todos los sucesos que nos relata la serie Exterior noche. Aunque con anterioridad había sido presidente del Estado, en aquel momento Aldo Moro ostentaba el cargo de presidente de la Democracia Cristiana —partido que había liderado las elecciones desde la Segunda Guerra Mundial—, dos cargos diferenciados en la política italiana, el de jefe de Estado y el de jefe del partido. Al ser un personaje respetado a nivel nacional y quizás en uso de ese respeto, decidió tomar una decisión radical para muchos: realizar un acuerdo con el PCI para que al fin los comunistas llegaran a tener representación en el gobierno, lo que se conoció como compromesso storico (compromiso histórico) y que realmente no gustaba a nadie: ni al Vaticano ni a su partido ni a los propios comunistas. Estos, por su parte, cedieron a pesar de alejarse aún más del modelo soviético, ya que, teniendo en cuenta el panorama general, quisieron centralizar sus propuestas dado el reciente golpe de Estado en Chile que acabó con el gobierno socialista de Allende y que llevó a la posterior dictadura de Pinochet. «Los partidos comunistas, concluyeron, no podían gobernar en los países democráticos sin el apoyo de las fuerzas moderadas».
Aldo Moro no tenía contento a nadie y, debido a que el PCI decidió torcer el brazo hacia el gobierno, las Brigadas Rojas resolvieron finalmente dar un golpe a una de las figuras más centrales y queridas y que representaba la escisión de la izquierda. La secuencia día por día y la angustia que supuso su secuestro para el país podemos verlos en Exterior noche, que recorre cada hecho significativo, como la publicación de la famosa foto de Moro frente a la bandera de las Brigadas Rojas o que el mismo Moro enviara cartas desde su cautiverio pidiendo a su partido que negociara y le salvara la vida. El gobierno de Andreotti no negoció, solo los socialistas y el Vaticano estaban a favor de establecer comunicación con las Brigadas. Todo un escándalo en el país a la vez que se sucedían los inútiles intentos del Gobierno de buscarlo, las cartas que continuaban llegando y las implicaciones políticas y morales. Todo un debate público.
Finalmente, el cuerpo de Moro se encontró en el maletero de un coche entre las sedes de la Democracia Cristiana y del PCI, un lugar estratégico y simbólico que daba por finalizado los intentos del político de apaciguar a democristianos y a comunistas, al gobierno y a la oposición, a, al fin y al cabo, las tensiones entre izquierda y derecha que azotaban el país. Se acabaron las medias tintas y la vida sigue, pero no para las Brigadas Rojas. El asesinato de Moro supuso el fin de la organización al abrir una brecha dentro de sus propias líneas.
(Continúa aquí)
Como Italia es mi país amado comento un poco. Aclaro que no conozco la peli o la serie de la que habla el articulista. Los llamados años de plomo, terrorismo fascista, izquierdista, de estado y mafioso, sucedieron cuando se hizo joven y maduró la generación que empezó a nacer tras la guerra. Había muchos jóvenes y la mecanización empezó a mermar obreros; las universidades estaban masificadas. Había también libertad, no como en España.
Me refiero a Aldo Moro y los desgraciados de sus secuestradores. Había una gran superioridad moral, vital e intelectual del primero sobre los segundos. Convendría no olvidar que quienes eligieron el terrorismo se envilecieron y atontaron: eran unos cretinos estúpidos y poco interesantes; Moro era un político de categoría. Después los ideales asesinos decayeron y vino lo que vino: Berlusconi, por ejemplo. Hay decadencia entre unos políticos sofisticados y moralmente complejos, Moro, Andreotti y otros, con uno como Berlusconi. Los terroristas trabajaron para esa decadencia. Es una historia no sólo italiana.
No se debe olvidar a Gladio.
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