Este artículo está disponible en la revista Jot Down Places.
No faltan en la Costa del Sol los cuchicheos sobre los extranjeros que no se integran. «Lleva treinta años aquí y no sabe una palabra de español», dicen (¡decimos!) a veces los lugareños. El guiri que no habla español es el guiri perfecto. Aunque, por otro lado, se le deja en paz. Esos extranjeros viven sin ningún problema. Lo prueba el propio hecho de que no hayan necesitado aprender el idioma. Al final son un contrapunto exótico que nos vuelve exóticos a nosotros también. «¿Cómo nos verán?», nos preguntamos de tarde en tarde. Para los malagueños que nacimos en los años sesenta, con el boom turístico en marcha, ellos han formado parte de nuestra vida, de toda nuestra vida. Junto con las horrorosas construcciones del litoral (las llamo horrorosas, pero les tenemos cariño, casi las amamos), ellos han estado siempre en el paisaje. Carecemos de una memoria sin extranjeros.
Hace ya tiempo que, en realidad, fantaseo con haber sido uno de ellos. Creo que la primera vez que sentí el encanto de su condición, su potencial estético, fue cuando leí una respuesta de Thomas Bernhard a Krista Fleischmann en el libro de conversaciones entre ambos (Un encuentro, Tusquets). En 1986, le pregunta Fleischmann al escritor austríaco en Madrid: «¿Y por qué le gusta tanto venir a Madrid, a España?». Y dice Bernhard: «Eso tendría que preguntárselo a mi talante. Probablemente por el idioma español, me gusta oírlo, y porque siempre hay que sumergirse en una lengua extranjera como en un baño, donde se entiende lo menos posible pero se oye mucho. Eso es para mí el español. No entiendo casi nada, pero me gusta mucho escucharlo. Por eso leo también periódicos españoles, porque no comprendo casi nada. “La crisis en Austria” pone ahí, pero eso, en España, tampoco le interesa a uno. Lo mismo que, a la inversa, si un español estuviera en Viena, tampoco le interesaría que hubiera una crisis en España».
El último viaje de Bernhard, dos años después de aquella entrevista, fue a Torremolinos, cuyo mar fue su último mar. Aquí, a finales de 1988, enfermó definitivamente y regresó a Austria, donde murió a principios de 1989. En mis peregrinaciones al paseo marítimo donde se encuentra el Hotel La Barracuda, en el que Bernhard se alojó, he pensado con frecuencia en cómo nos vería desde ahí, exento del idioma y de lo que somos, una pura sensorialidad extraña, extranjera. Los malagueños como decorado móvil de sus paseos; presencias con las que no podía (ni quería) comunicarse. Solo el intercambio de servicios con los camareros y demás empleados, tal vez la pregunta por la calle de alguna dirección. Una geografía, para él, desalojada de gente. Un cuerpo inmenso reducido a lo que ofrece la percepción, porque no se entiende lo que dice (incluida la percepción del sonido del idioma que no se entiende). Qué descanso, pienso. Qué felicidad.
Eso que se dice sobre Sevilla («Sevilla sin sevillanos, oh, maravilla»), pero sobre Málaga: y no sin malagueños, sino con los malagueños presentes pero indescifrables. Trato de imaginar la experiencia, yo enajenado de mí mismo: sin mis recuerdos de aquí ni el conocimiento del idioma. Málaga como puro artefacto sensorial, sin referentes. El mar, la luz, la suavidad, la brisa. Y los transeúntes que pasan sin yo entenderlos. Un vino blanco en un chiringuito y olvido. No tengo recuerdos de ninguna niñez aquí, vivo en un presente limpio. Las olas, el sol, el horizonte azul. Ser extranjero porque del país en el que se está se toma solo el escenario, pero un escenario acariciante, no pasivo. Una mentalidad de turista, sin duda, frívola, superficial, pasajera. Aunque se sea un turista permanente que lleve aquí treinta años. Málaga (la Costa del Sol) como una piel, solo una piel. Un cuerpo que calla. Y se ofrece.
En esa situación no sería ya, como dice Bernhard, que no te interesasen las noticias de Austria estando en España, sino que no te interesasen las noticias de España estando en España. Una purificación de la actualidad, una absolución del tiempo pequeño por el tiempo grande. Sería una experiencia antipolítica, o exterior a la política. Aunque curiosamente de una pujante rebeldía política: contra esos nacionalistas lerdos a los que les irrita que no se use su lengua y ponen multas; contra todos los fijadores, contra todos los constrictores, contra todos los empequeñecedores. Pero se trataría de una protesta sin énfasis, sin autoconciencia. Una liberación. No integrarse, mantenerse como un extraño. Ser el extranjero absoluto: ese sería mi ideal.
Para nacionalistas lerdos, los españolistas a los que les irrita que otras lenguas, otras culturas y otras nacionalidades reivindiquen sus derechos.
Creo que a ellos va dirigido el párrafo.
Menos libros y más España, proclaman
Ese comentario es adorable. Nacionalistas lerdos son todos uno; forman una auténtica nación. Todo mi apoyo: italianos, franceses, españoles, ucranianos, rusos, indios, escoceses, calabreses y sardos, catalanes y vascos, marroquíes y berberes. Toda mi simpatía, mi respeto porque son nacionales y completamente iguales. Cuadratura del círculo. Son encantadores y sus peos siempre son los fragantes. ¡Nacionalistas de todo el mundo uníos y disfrutad de la fragancia de vuestros peos! También los bolognesi, buen aroma de ragú.
No sé.pueden unir. Son navionalistas
No lo has pillado, y no hay que ser ningún lince…
El artículo me ha encantado
Sr. Frabetti, una cosa es reivindicar las lenguas cooficiales y otra muy diferente es imstrumentalizarlas e imponerlas para ir a la escuela, universidad o ejercer de funcionario. Las lenguas cooficiales, y en el lenguaje está la clave de todo, son eso, cooficiales, luego en caso de «conflicto» manda la lengua oficial, igual que en un avión el piloto manda más que el copiloto, sin que ello signifique menospreciar al copiloto.
Si una lengua manda sobre otra, aunque solo sea «en caso de conflicto», entonces no se pueden llamar cooficiales. En todo caso, habría una lengua oficial y otras extraoficiales, oficiosas o secundarias.
No, cooficial implica igualdad, pero cuando hay reivindicación de derechos de la oficial porque hay conflicto con la cooficial, el sentido común dicta que la oficial prevalezca, como así lo atestiguan ya diversas sentencias de tribunales superiores de justicia que marcan jurisprudencia. Si hubiera más colectivos que denunciasen dichas discriminaciones, no habría tanto mediocre con poder trazando líneas divisorias con las lenguas cooficiales. Esto son solo 2 botones de muestra:
https://www.elmundo.es/espana/2023/07/06/64a6af83fc6c8300678b45bb.html
https://www.abc.es/espana/comunidad-valenciana/hablar-castellano-dejan-presentar-solicitud-requisito-linguistico-20230624123621-nt_amp.html
Y que conste que a mí me encantaría aprender la lengua cooficial si trabajase en una de esas comunidades, pero a través de un curso sufragado por la administración de esa comunidad (como se hacía antaño en la Comunidad Valenciana, por cierto), dentro de un plazo establecido, que era de 2 años para acreditar la competencia lingüística. Eso es integración y no instrumentalización. Lo que no puede ser es la imposición y que sea un requisito. Mérito en un proceso público, por supuesto, requisito nunca por inconstitucional, como dicta el sentido común y la jurisprudencia que afortunadamente se va estableciendo poco a poco.
El problema es que hay mucho chiringuito ad hoc del que vive mucha gente en las comunidades con lengua cooficial, y que se asimila la lengua cooficial como lengua de país, y mire usted, no: cuando esaa comunidades se conviertan en países entonces dispongan ustedes su lengua como oficial y excluyan el castellano. Se actúa de facto como si esas regiones fueran «países», pero desgraciadamente para esas personas, no lo son, porque además, la gente común suele utilizar el castellano por mucha ingeniería social que se practique, incluso en Cataluña tras décadas de adoctrinamiento y la maquinaria nacionalista a todo tren.
Es difícil que lenguas, culturas y nacionalidades reivindiquen derechos. Pensaba que eso lo hacían los ciudadanos.
Esa forma de expresarse da pistas.
Que más quisiera yo poder ser extranjero que no se integra en Cuba.
Los nacionalistas (y en España son legión) no son lerdos, son peligrosos como, en general, es peligrosa toda la caterva identitaria que necesita una adscripción grupal fuerte porque en el interior de su conciencia lo que ocurre es desolador o inquietante. Por eso me agrada este elogio del extranjero absoluto, ese que es capaz de ser y estar siempre y en cualquier lugar, ese que aprende, pero no se mimetiza, el que simpatiza, pero no compromete su integridad, el que solo tiene lealtad para consigo mismo y con toda la humanidad. Odi profanum vulgus, etc.
«Lleva treinta años aquí y no sabe una palabra de español, catalán, vasco, gallego…»
Muy normal en España (y en muchos otros paises). Y no necesariamente bueno, ni malo.
Lo contradictorio es que nos demos cuenta (e incluso nos moleste) cuando otros no aprenden nuestro idioma («no se integran», «se pierden la realidad de aquí»… nos quejamos), pero no nos demos cuenta cuando somos nosotros los que «no nos integramos», «nos perdemos la realidad de aquí»… «total, ¡si no me hace falta para nada!».
Para lerdos los que pretenden crear (más) fronteras.
Yo llevo aquí 30 años y cuando hablo español nadie sabe a estas alturas que soy escocés…
Me toman por Asturiano o Vasco…
Pero soy nacionalista escocés por supuesto. Siempre me he identificado con la clase obrera escocesa, porque es mi gente. ¿Eso es nacionalismo? No creo, eh.
Creo que el nacionalismo es algo distinto. La clase obrera escocesa crearon el puto Estado de Bienestar, el primero del mundo, el primero en el Reino Unido.
Eso nunca era la creación de los ingleses, eran la creación de los galeses y escoceses.., de Nye Bevan, el gran galés Nye Bevan… cuando las madres se estaban muriendo en el parto porque no podían pagar una transfusión de sangre… mi propia abuela materna… the NHS es de las clases populares de Galés y Escocia…
¿Y vamos a hacer caso a estos, vamos a a achantarnos frente a la derecha? ¿La derecha española quiere guerra, pues van a tener guerra? ¿Donde quedamos señores? ¿Donde, dime done coño?
En cuanto a Montano, y le conozco, es un triste Franquista más. que no habla idiomas…
Como todo hijo de vecino yo tengo mis prejuicios y los que tengo contra los ingleses (además de juicios, por supuesto), son quizá demasiado terribles y están demasiado arraigados como para ser expresados con objetividad y educación. Es decir, de partida los escoceses me caen bien, pero aun así no comprendo su lucha por la independencia —como no comprendo ninguna hoy—. ¿Acaso no hay ingleses y galeses de clases desfavorecidas con los que merece la pena unirse para acabar con el turbio dominio de la gentry inglesa y su exacerbado capitalismo extractivo? Y esto vale para todas las sociedades, para mí sería contradictorio luchar por el estado de bienestar y los servicios públicos en mi comunidad sin preocuparme de lo que pasara más allá de sus límites. Eso es exactamente lo que hacen los partidos de derechas (y los nacionalistas no son una excepción) y que me llena de asombro. El PNV se puede permitir decir que ellos procurarán incrementar el bienestar de los vascos y que el resto no les preocupa (y a mí una frase así —que se oyó por cierto en el debate a siete, no me la invento—, me indignaría en boca de un político de ámbito nacional, que mostrara con ese desparpajo su absoluta indolencia por la situación de nuestros vecinos europeos o africanos). Como yo creo en los ciudadanos y no en las naciones, y veo que el mundo es muy grande y se puede aprender mucho a lo largo de sus dimensiones, me gustaría que llegara el día en el que uno pudiera moverse libremente, sin fronteras, son requisitos, simplemente ofreciendo si trabajo y su buena voluntad. Entiendo que a los nacionalistas, sobre todo a los pequeños, les da miedo un panorama tal, no vaya a ser que les salgan hijos y nietos que no tengan ese aprecio ctónico y casi mítico por el terruño.
Muy elocuente su entrada, sensata…tiene bastante razón…
No quiero dar la lata sobre la independencia de Escocia aqui solo comentar que en teoría seria posible una República federal solidaria en las islas, claro, pero en la práctica no va a pasar nunca…
Reino Unido es una media democracia, la segunda camera no es elegida en urnas, tampoco la jefatura de Estado, y cuidado, según la Constitución británica, no es el pueblo quien es soberano sino el parlamento de Westminster.
Entonces, es un sistema politico feudal, irreformable, corrupto y desde hace tiempo en crisis… una oligarquía clasista a no poder mas que junto con la prensa mas derechista del mundo han llevado el pais a la locura del Brexit… No es un país nada atractivo hoy en día, lo es mucho mas España…
Además los ingleses siempre están en guerra con alguien, una cosa alucinante… yo siempre habia tenido cierta empatia con la idea de la independencia de Escocia, pero fue a partir del desastre de Iraq que se me hizo firme la convicción de que estaríamos mejor por nuestra cuenta…
La Gran Bretaña solidaria que comenta usted existía después de la segunda guerra mundial pero fue desarticulado por Margaret Thatcher.a quien nunca votamos en Escocia….. the Labour Party y el Estado de Bienestar en gran medida fueron una creación escocesa, su primer líder era el escoces Keir Hardie…
La cultura política inglesa es mas de derechas que en Escocia por las razones que sean…. Inglaterra hoy en día es un país muy, muy, muy de derechas… entonces es mejor que cogemos nuestro propio camino…
En Escocia el jefe de nuestro jefe del gobierno de un musulmán que se llama Humza Yousaf…
Somos el primer país, en todo Europa, que tiene un musulmán como jefe de Estado…
Por favor, por favor… Eso s imposible en media Europa…
Y eso es nuestro camino a la independencia, la inclusividad….
Vamos a hacer una Escocia multiple, diversa, inclusive y anti-fascista
Comprometido con la gente LGTB y los inmigrantes con garantía constitucional…
Vamos a montar la Republica Escocesa…
(Y si el PP nos veta en cuanto al EU, que son capaces, nos metemos en EFTA y ya está)
Cuando se trata el asunto siempre hay que ser cauteloso. Un poco me irritó el comentario de Frabetti, creo será Carlo Frabetti, sobre el nacionalismo español más lerdo que ninguno. Soy español, no nacionalista español. Si amo a un país es precisamente el natal de Carlo Frabetti, Italia. Ahora ahí manda un partido nacionalista y postfascista, Fratelli d’Italia. Cuando uno pasea por las hermosas ciudades italianas siempre están los monumentos de dos héroes tan dudosos como Garibaldi y Vittorio Emanuele. Yo amo Italia a pesar del nacionalismo italiano, no por él. La unidad de Italia se hizo mal, con brutalidad hacia el único reino histórico, el de Nápoles. El resentimiento de la injusticia persiste. Eso en cuanto Italia, mi gran amor.
En Escocia los independentistas perdieron un referéndum democrático. No sé, si cuando ganen, darán oportunidad a los anti independentistas de hacer un referéndum réplica. No conozco Escocia; me alegra que su proyecto nacional sea tan tolerante y civil como dicen por acá.
Ahora pasa a España, mi país, no el más amado por mí. Max Weber que un político serio y eficaz debía tener la ética de la responsabilidad. Obviamente nuestros diversos nacionalistas no la tienen. Ni Puigdemont ni Otegi ni Abascal. Ahora parece que vayamos a tener un empacho de nacionalismo español; simplemente, eso significa que España se volverá más fea y más mezquina.
Mancillar y manosear lo que dicen amar es la especialidad nacionalista.
Un ejemplo de Italia, mi país amado.
La última vez que estuve allá el gobierno de Meloni promovía una campaña para purificar la lengua, sucia de extranjerismos. Es típico: el italiano no es el hermoso idioma que casi todos hablan por ahí y que yo amo sin ser muy correspondido, es algo sórdido, contaminado que los buenos nacionalistas deben limpiar.
Es como enamorarse de una mujer y a continuación pedirle que se opere los pechos, que se enderece los dientes, que cambie su forma de vestir y andar, de amistades, etc. Tal es el amor de los nacionalistas a su patria.
Uno de los más estúpidos, José Antonio Primo de Rivera, lo expresó con maestría «amamos España porque no nos gusta.» Yo amo Italia porque me gusta. España no la amo, simplemente la mamé de pequeño hasta ahora.
En efecto, el movimiento por la independencia de Escocia es abierto, plural, tolerante y abierto a todos, españoles incluidos…
Ultimamente con el auge de la extrema derecha en Europa, me pregunto como es posible que hemos esquivado el nacionalismo cerril y xenefobo que esta tan de moda, pero con Humza Yousaf como lider del SNP, no hay duda que sea así… No existe un corriente excluyente del independentismo escoces…
En cuanto at articulo de Montano, pues es un poco hostil a los extranjeros, el mejor guiri es el guiri que no habla.. ( este guiri ha hablado de mas aquí, así que voy a seguirle el consejo de Montano y corto y cierro ya)
Coincido con Pollus. No sé qué tienen que ver la ristra de comentarios con el artículo.
En México hay mucho gringo que reniega del español y de todos lo mexicanos. Ellos forman colonias en sus urbanizaciones y están ahí viviendo la forma de vida estadounidense en un país más barato del que rechazan desde el día 1 toda su cultura. No saben una palabra de español. Los rusos, los británicos, los israelís o los saudíes vienen a hacer lo mismo en los países a donde van. Es lo propio de una mentalidad colonial. Pero no seamos nacionalistas lerdos, admitamos que reivindiquen sus derechos ;)
Pero el artículo no va de esto. Más bien alude al por qué los antiguos sabios atenienses se expatriaban de su polis y marchaban a Egipto, Persia, Dalmacia, Tracia, Sardinia, etc. Se sentían encerrados en su propia cultura, por muy abierta que fuera y marchaban lo más lejos para deshacerse de sus anteojeras culturales… cosa que no haces cuando en vez de leer para meditar aprovechas lo leído como pretexto para exponer alguna de tus mierdas.
Qué pesadilla la promoción constante de Málaga. Pobres malagueños.
¿No son globalistas los que hacen de su ciudad un parque temático para atraer el capital global? Empiezan montando sucursales de empresas tecnológicas, luego compran pisos, abren franquicias y todo lo que se glosa en estos artículos acaba desapareciendo.
Yo lo que quiero es veros a los españoles viendo «The Last Night of the Proms» que es un festival musical elitista, clasista y racista que se hace todos los años en Inglaterra y que acaba siempre con la canción: «Rule Britania»…
Quiero veros allí, porque estoy seguro que el 99% de los españoles, sean de la izquierda o de de la derecha, se sienten igual de incómodos que los escoceses cuando los vemos cantar, como algo normal, esa canción que cuya estribillo dice así:
Manda Britania
Britania manda las olas
Británicos, nunca jamás seremos esclavos…
(Rule Britania
Britania rules the waves
Britons never, ever, ever shall be slaves)
Esa la canción la cantan el elite británico del país todo los años… si es un país que sigue en el siglo XIX…
Buscadlo en Youtube, habrá miles de versiones, los ingleses con sus banderitas de mierda del Imperio…
Una cosa que da vergüenza ajena….
No seremos esclavos los británicos, pero los negros perfectamente pueden serlos es de suponer…¿no?
Fucking unbelievable…
Mira, aquí esta, lo de The Last Night of the Proms y Rule Britania..
https://www.youtube.com/watch?v=Sgd9nYqVz2s&t=279s
Sobrepasa en nacionalismo inglés / británico cualquier otra cosa que se me ocurre…En la España del PP ni siquiera es posible esto…Allí, todos los años en estas fechas….
Todos con la bandera británica que se dice en Escocia y Irlanda «el delantal del carnicero» y por muy buenas razones….porque ha sido así.
https://www.youtube.com/watch?v=Sgd9nYqVz2s&t=279s
En España nunca hubo ni las Clearances escocesas ni las Plantations irlandesas. Pero pasó hace mucho. Los colonizadores «españoles» de Cataluña y El País Vasco eran pobres curritos.
Alguna crítica lleva razón: el artículo iba de lo gustoso que es sentirse en Suecia con mi inglés de aeropuerto y ni papa de sueco. Es placentero doy fe. Uno se vuelve niño e irresponsable.
Just say «Aye» (yes) Francisco…
Todo idioma es cultura.
Refugiarse en lo «oficial» para desligitimar una lengua no sólo es de cobardes, es de estúpidos.
Mejor que no se enteren de lo que hablamos, porque si no saldrían corriendo!!
Los españoles han perdido totalmente el norte, la sociedad se está politizando, y al final cualquier conversación termina convirtiéndose en una trifulca de sentido político.
Politización, obsesión y radicalización, eso es lo que hay.
Es curioso que quienes dicen ser tan cosmopolitas, usen una lengua para expresarse que no es neutral: el castellano no lo es. Aún tengo que conocer a algún «cosmopolita» español que hable esperanto. O inglés, o latín, puestos a escoger alguna «lingua franca» (pasada o actual). Alguien dijo que el nacionalismo es como el olor corporal: percibimos el ajeno, pero no el propio. Personalmente, me siento «nacionalista telúrico», como dijo una vez José Luis Balbín, asturiano de pro. Un nacionalismo de estar a gusto en tu tierra y en tu cultura, que de ser rural y local, se va transformando en global, tolerante, abierta… pero asturiana (cántabra, en mi caso, pero Asturias y Cantabria son casi lo mismo). Sin fronteras, pero con raíces. O con raíces, pero sin fronteras.
Y para quienes dicen ser antinacionalistas en nombre del progresismo y los derechos sociales, la solidaridad obrera y la izquierda, les recordaría algo que leí recientemente: Los nacionalistas esencialistas centran su preocupación en la lengua, pero no prestan atención a la cuestión social. Identifican lengua con nación, concibiendo el ataque a la primera como una amenaza para la preservación de una comunidad o identidad nacional que construyen a partir de una igualación identitaria que borra las diferencias de clase, de género, etc. de sus integrantes para unificarlos en una unidad nacional homogénea de alteridad respecto al resto de naciones. Y a la inversa, los ‘progres’ cosmopolitas universalistas centran su preocupación en la cuestión social, pero sin prestar atención a la cuestión lingüística. Perciben las sociedades donde defienden que deben garantizarse derechos sociales como espacios desculturalizados en los que la lengua no jugaría ningún papel relevante a tener en cuenta, lo que no es más que una omisión con respecto a sus propios privilegios por ser miembros de la comunidad lingüística dominante.»
Pues eso, que el nacionalismo español, de derechas o de «izquierdas», cree ser neutro, pero no lo es con respecto a su relación con otras identidades.
Finalmente, recordaría una cita de James Connolly, líder socialista y patriota irlandés, ejecutado por los británicos tras al alzamiento de Pascua en 1916: «La causa de Irlanda es la causa obrera, y la causa obrera es la causa de Irlanda».
Ah, saludos fraternales al nacionalismo escocés, ejemplo de que ser nacionalista es perfectamente compatible con los derechos sociales, como bien ha expresado más arriba el señor MacNaughton.
Yo , de hecho, creo que se debería prohibir el español (el hablado en españa sólamente, claro). Y a quien se negase, ejecutarle. Egpaña es el mal del mundo. Nada bueno sale de allí. Es un país fallido lleno de subnormales y retrasados mentales. El simple hecho de nacer es esta tierra maldita modifica tu ADN y te convierte en alguien peligroso para el resto de la bendecida humanidad. Es un pedazo de tierra desperdiciado que debería ser ocupado por otras personas. Por personas, vamos. Porque los que ocupan españa no deben ser tratados ni como animales. Es más, ni como plantas. Se deberían de cultivar en cápsulas para dar de comer a los veganos y así quitarles todo cargo de conciencia por molestar a la naturaleza. El español no pertenece a ella es algo más bajo.
Aunque lo ideal es que se matasen entre ellos. Empezando por el articulista clasista y snob que escribe estas mierdas. Pero, porfa, esperad a que me vaya del país. Esperad al próximo verano, no vay a ser que se retrase la mudanza. Os prometo que ya sólo hablaré inglés el resto de mi vida. Y se me ocurre tener hijos, les ocultaré mi procedencia, no vaya a ser que se me vuelva gilipollas.
Me resulta muy interesante que los extranjeros que no se integran y no aprenden el idioma del país adoptivo son como el meme del IQ, son los más pobres y desfavorecidos por un lado y los más ricos que no lo necesitan los que cumplen este criterio, mientras que la masa mediocre entre la que estamos la mayoría para bien y para mal si necesitamos integrarnos.