Inmaculada Gil Rabadán (Madrid, 1964) habla con la experiencia que le otorgan sus más de tres décadas de dedicación profesional a la industria farmacéutica. Visita la Universitat Jaume I de Castellón con motivo de la firma de la Cátedra de Investigación Farmacéutica de Enfermedades Crónicas, y, durante su sosegada conversación, nos ofrece un profundo recorrido sobre la situación del desarrollo farmacéutico postpandemia, extrayendo los aprendizajes de toda una vida, pero sin renunciar a afrontar los problemas de una industria que vive en perpetuo cambio y cuya principal misión es mejorar la calidad y la cantidad de vida. Inmaculada es Licenciada en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad Autónoma de Madrid y MBA por la Universidad de Navarra, aparte de ser titulada en Diseño de Moda por la Escuela Española de Diseño y Moda. Ha desarrollado puestos de responsabilidad en varias compañías farmacéuticas de primer nivel, y lleva más de quince años como Directora General de Daiichi-Sankyo España, uno de los veinte laboratorios farmacéuticos más grandes del mundo. Charlamos con ella en la emblemática Sala de Juntas del Rectorado de la Universitat Jaume I.
¿Llevas más de quince años al frente de Daiichi-Sankyo en España? Lo tuyo es fidelidad.
Sí, lo mío es fidelidad. Llevo treinta y cuatro años en el área de la salud, desde 1989. Y sí, soy fiel, pero también me dejo llevar por el corazón, y por ser feliz trabajando, con lo que haces, con dónde estás y con quién lo haces. En mi carrera profesional ha habido cambios, cambios drásticos a veces. Y siempre vas buscando tu lugar. Y buscas dónde puedes aportar más y dónde puedes ser más feliz aportando.
Te lo decía porque he visto que también has trabajado en otras empresas farmacéuticas, como BMS, DuPont o Roche. Es una larga experiencia.
Pues fíjate que yo pensaba que me iba a dedicar a la moda. Vengo de familia numerosa y para cambiar de vestido no había recursos suficientes. Mi abuela era modista y a mí me gustaba la moda. Me resultaba fácil, me divertía, me inventaba cosas… Y por eso estudié diseño de modas, pensando que era algo que me iba a dar un modo de vida, con lo que yo iba a poder vivir. Y a la vez estudié Biología, con la especialidad de Bioquímica Molecular y Genética, que era lo que me apetecía estudiar. Aunque yo me planteaba que para desarrollarme y para ganarme la vida no iba a necesitar estudios universitarios. Pero mis padres me dijeron que lo pensara. Y lo pensé. Y cuando terminé mis estudios mandé unos currículums, y me entrevistaron en Roche Diagnóstico, y descubrí el trabajo con el virus del VIH, todas las reacciones enzimáticas que respondían a una realidad, que esta compañía multinacional se dedicaba a desarrollar elementos, productos y máquinas que ayudaban al diagnóstico de las enfermedades. Era algo de perogrullo, pero a mí nadie me había explicado que podía tener esta salida profesional. Y ya tenía montada mi empresita, porque yo ya me había buscado un porvenir. Y cuando de repente descubro este mundo de la salud me quedo fascinada. Y en enero del 89 empecé.
¿Y cómo haces el cambio de la moda a la biología? ¿Qué hace clic en tu cabeza para hacer ese cambio tan importante?
Me gustaban las dos cosas. Te tengo que decir que tengo un altísimo, un profundo respeto y admiración hacia los investigadores. Por mi temperamento, por mi personalidad no me veía haciendo investigación. Quizá no tengo demasiada paciencia, soy demasiado intuitiva, no soy tan concienzuda. No tengo esa vocación de investigación, aunque me hubiera gustado. Yo hice mi especialidad porque veía a mis colegas investigar en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, y este centro en la Universidad Autónoma de Madrid era para mí fascinante. Pero me di cuenta de que investigar, tener una beca y estar en el laboratorio no era lo mío. Pero me gustaba. Me gustaba entender el porqué de la fisiología, de las patologías. Me fascinaba y me fascina. Y me quise formar sabiendo que no me iba a ganar la vida con ello. Y no me iba a ganar la vida con ello porque pensaba que la única salida era la investigación. En ese momento para mí era como una dicotomía. Con la moda me gano la vida y luego estudio lo que me gusta estudiar, que era Biología, lo que me ayudaba intelectualmente a disfrutar.
¿Y por qué una empresa como Daiichi-Sankyo? Llevas muchos años en esta empresa, así que te ha enamorado por alguna razón.
Sí, claro. Yo creo que crecer implica el encontrarte con oportunidades, pero también prepararte. Tras estudiar Biología, con la especialidad que te he comentado, yo sabía inglés e italiano, y el inglés justito para entender las canciones. De hecho, yo me había orientado para dedicarme a la moda, pero no para el mundo empresarial y altísimamente regulado de la salud. Yo empecé trabajando vendiendo máquinas y reactivos fundamentalmente en la zona de Castilla y León y de Madrid, y ahí te das cuenta que la formación científica que tienes que tener es enorme, te das cuenta cómo te preparan para poder interaccionar, en este caso, con los diferentes responsables de los laboratorios de análisis clínicos, y te das cuenta de que para estar a la altura, además de estudiar los productos de tu responsabilidad, si quieres desarrollarte y seguir creciendo, tienes que seguir estudiando casi toda la vida, pero además dentro de la propia compañía, y adquiriendo conocimientos que te suponen un nivel de exigencia, de disciplina importante, y que hay que hacer un sacrificio personal y económico acorde. Tienes que aprender inglés, tienes que aprender marketing… A mí el marketing me sonaba a palabra rara. Pues bien, cuando te das cuenta de que el marketing te ayuda en la viabilidad empresarial y en la viabilidad económica, y en todos los ámbitos, y sirve para liderar diferentes equipos y diferentes personas, y para que ese producto, proyecto o iniciativa se lleve a cabo, pues entonces te das cuenta de que es importante, que te permite establecer estrategias. Es decir, esto es también muy científico y muy metódico, y eso surge del acto académico de estudiar marketing. Y tras estudiar marketing, te das cuenta de que de finanzas no tienes ni idea. Ya me lo decía mi padre, y tenía razón, a lo mejor tenía que haber estudiado empresariales. Y te das cuenta de que si quieres crecer sanamente, no crecer por crecer y ser muy jefe, sino continuar desarrollándote profesionalmente para aportar en tu ámbito profesional, y que te guste lo que hagas, y que cada domingo por la noche estés contento porque el lunes te va a gustar lo que vas a hacer y el martes, y el miércoles… Y aunque viajes mucho y estés fuera, te tiene que seguir gustando lo que haces, así que tienes que seguir preparándote. Y por eso decido hacer un máster en finanzas y administración de empresas de dos años de mi vida, intensísimos, para aprender más finanzas y de paso aprender otras cosas y adquirir otros conocimientos que te aporta un máster de este tipo. Entonces, en este viaje profesional, disfrutando con lo que haces y si te continúas formando, llega un punto de tu vida en el que alguien considera que eres capaz de ser director general de una compañía farmacéutica japonesa que se llama Daiichi-Sankyo, y que ese alguien ha explorado tu perfil y que quiere que seas su director general.
Entonces entras directamente como directora general.
Sí, en el año 2008.
Pero previamente habías tenido una trayectoria muy importante.
Sí, sí, he tenido una trayectoria en diferentes áreas terapéuticas. Empecé en ventas, pasé a marketing, he sido responsable de unidades terapéuticas, he sido responsable europea de una unidad… Es decir, en tu trayectoria profesional vas creciendo, vas encontrando oportunidades, te vas preparando… En ese momento yo estaba en Bristol Myers en la unidad de virología, y antes había creado un equipo fantástico de la unidad de neurociencias… Y este cambio no es algo que yo buscara, es algo que te encuentras, y entonces exploras la oportunidad. Y así acabé en Daiichi-Sankyo, que era una compañía entonces muy poco establecida en Europa, y muy poco establecida en España. Y desde el año 2008 hasta hoy te encuentras con una compañía que ya es líder en el área cardiovascular, y en el área de oncología… Así que el cambio llegó porque estaba preparada, y en ese momento me llega la oportunidad de dirigir una compañía en un entorno empresarial, donde te acompañan muchos compañeros y muchos recursos y mucho conocimiento. Y son oportunidades que la vida te brinda porque te has preparado. Y entonces tienes que sacar lo máximo de tu equipo. Y el cambio a Daiichi-Sankyo fue porque yo veía que era una compañía que tenía futuro. Y en los procesos de selección aprendes sobre cultura, sobre quién te está entrevistando, sobre cómo trabajan, y te vas enamorando en esos procesos de selección. Hay veces que no haces el cambio porque no lo ves, porque no te sientes afín a las personas que te encuentras.
Dices que la compañía tenía futuro, pero también tenía pasado, porque Daiichi-Sankyo es una empresa centenaria.
Más que centenaria. Es una de las grandes compañías farmacéuticas del mundo y con más de ciento veinte años de trayectoria, pero sobre todo tiene una herencia muy importante de investigación. Y la investigación es el azar en la necesidad, porque tú puedes querer desarrollar moléculas y tener un pipeline maravilloso, pero esto no responde a un deseo. La investigación y los frutos de la investigación son incidentes maravillosos, y fruto del trabajo y de la suerte de que la línea de investigación alcance un objetivo que, en el caso de la industria farmacéutica, contribuye a la cantidad y a la calidad de vida. Es un lujo estar en una compañía en la que el primer presidente aisló la adrenalina, que en la antibioterapia seamos los descubridores de una molécula tan importante como el levofloxacino o la cefpodoxima, que el inicio de las estatinas también sea fruto de la investigación de la empresa, o que el origen de las glitazonas, o el origen de los inhibidores de la anticoagulación sea fruto de una compañía como la nuestra, por su tesón, por su determinación. Es fascinante. Que ahora en el mundo de la oncología nuestras moléculas con anticuerpos conjugados estén dando unos resultados tan espectaculares en cáncer metastásico hace que te sientas muy orgulloso. Así que es una compañía con futuro, pero, como bien decías, con un pasado y con un legado investigador del que te sientes orgulloso, y esto también es muy importante.
¿Y cómo es trabajar en una compañía farmacéutica japonesa en comparación con las europeas o las norteamericanas?
Pues hay mucho cambio, pero también me gustaría apuntar que en el pasado he tenido contacto con otras compañías japonesas, he participado en alianzas y he trabajado muy de cerca con un equipo japonés y hay veces que generalizar en cuanto a nacionalidades resulta ser un tópico.
Me refería a la idiosincrasia.
Sí, en eso sí. A lo largo de mi experiencia he podido aprender que todas las compañías no son iguales, incluso siendo japonesas. Pero sí es verdad que la cultura japonesa imprime una huella importante. Son muy diferentes a nosotros, los latinos. La japonesa es una cultura de enorme respeto hacia Europa. En nuestra compañía hay un altísimo respeto hacia Europa y hay una curiosidad importante hacia cómo hacemos las cosas. Cuando nos visitan quieren saber qué es lo que estamos consiguiendo, pero sobre todo cómo lo hacemos, cómo lo llevamos a cabo, cómo colaboramos con la investigación, cómo colaboramos con la formación, cómo colaboramos y cómo trabajamos, cómo interaccionamos, porque lo hacemos de una forma muy diferente y respetan mucho cómo lo hacemos, cómo conseguimos nuestros resultados, aprenden de ello, no nos invaden y no nos dictan cómo hacerlo para que parezcamos japoneses en España. Ellos quieren que nos sintamos orgullosos como profesionales de la industria farmacéutica, trabajando en nuestro ecosistema, en nuestro país. Y nos sentimos orgullosos de nuestro origen, y tenemos absoluta libertad, y ellos sienten respeto por cómo desempeñamos y desarrollamos nuestro trabajo.
¿Qué perspectivas de futuro tenéis a nivel de España y también a nivel global? Supongo que es una perspectiva de crecimiento.
Absolutamente. Nuestra compañía, que es la compañía número uno en Japón, quiere expandirse en el resto del mundo, y por eso somos una compañía farmacéutica global. Convertirse en una compañía farmacéutica global implica el estar presente en todos los países. Y en una compañía farmacéutica global las expectativas dependen de su investigación y de los resultados de la investigación. Es el núcleo; la ciencia, la innovación y la tecnología. Y hay dos bloques importantísimos que son la investigación y el desarrollo. Y esto repercute en la viabilidad para los sistemas de salud, ya que lo que has descubierto hace a los sistemas de salud sostenibles. Si hablamos de aquí a los próximos diez años, en referencia a las moléculas y al desarrollo clínico, y de cómo se va a convertir en realidad para los pacientes, Daiichi-Sankyo puede ser una de las primeras compañías en el mundo. Como te decía, en el ámbito cardiovascular ya somos líderes. Y ahora los accionistas, que confían e invierten en nosotros, quieren que sigamos desarrollando y abriendo la línea de investigación de oncología, con más moléculas, con múltiples indicaciones y esto es una carrera trepidante, porque el cáncer hoy es la segunda causa de muerte y hay mucho trabajo que hacer. Las expectativas, por tanto, son de crecimiento, tanto de lo que ya tenemos hoy disponible para los pacientes, pero sobre todo por lo mucho que tiene que llegar fundamentalmente en el ámbito de la oncología, pero también en otras especialidades, como el área cardiovascular, donde ya somos líderes.
Vamos a cambiar un poco de tercio. Decías que llevabas treinta y cuatro años en la industria farmacéutica, desde 2008 en una posición ejecutiva. Quería preguntarte por la perspectiva de género ¿Cómo es la situación ahora y cómo ha sido la situación de la mujer en puestos de tan de alta responsabilidad como el tuyo en la industria farmacéutica?
Yo soy un mal ejemplo porque como mujer, y lo puedo decir abiertamente, jamás he tenido que luchar más, trabajar más o estudiar más para ocupar la posición que estaba ocupando. He podido llevar a cabo un proyecto profesional, un proyecto personal. Tengo una familia, tengo dos hijas. He tenido un compañero de viaje que me ha ayudado, y a pesar de mis viajes nos hemos organizado para poder desarrollarme yo y poderse desarrollar él. Yo creo que mis hijas han vivido que si trabajas, si te esfuerzas, lo puedes conseguir. Yo no soy un buen ejemplo porque yo lo he tenido muy fácil. Yo le decía a mi jefe que estaba embarazada y me daba la enhorabuena. Yo he cambiado de trabajo de Roche a Dupont embarazada de ocho meses. Y cuando estaba firmando el contrato me dijeron que dar a luz a un hijo es lo más importante. Que les prometiera que si un día me encontraba mal, o estaba cansada, que dejaría lo que estuviera haciendo y me iría a mi casa. Y eso que estábamos a punto de lanzar una molécula importantísima para el VIH. Esto no es una película de ciencia ficción. Yo lo he vivido. Embarazada de ocho meses. Quizá mi ejemplo no es el más ilustrativo sobre lucha, sobre dificultades y sobre reclamar igualdad. Pero a la vez yo creo que mi contribución es transmitir a mis hijas, a mis amigas, a mis compañeras, a mis equipos, que todos tenemos las mismas oportunidades, y que nos tenemos que preparar para querer asumirlas. Y no todo el mundo quiere tener responsabilidad. Creo que la diversidad es importante en cuanto a tener posiciones de responsabilidad o no tenerlas. Antes me preguntabas por cómo evoluciona la industria farmacéutica. En la industria farmacéutica y en las ciencias de la salud siempre ha habido un colectivo femenino importante. Pero lo que ha evolucionado mucho más es en puestos de dirección. Hoy, en la industria farmacéutica española, prácticamente la mitad de los puestos de dirección los ocupan mujeres. Y cuando vas a las reuniones de Farmaindustria, donde estamos los directores generales de las compañías, se ve una participación femenina importante. Nuestro comité de dirección cuenta con más mujeres que hombres. Un plan de igualdad, que tiene que llevar cualquier compañía a partir de cierto tamaño, no solamente se refiere a cifras. Hay que hacer auditorías. Y en esa auditoría se constata lo que cobran hombres y mujeres en las diferentes posiciones del mismo nivel. Y no hay diferencias en salarios. No hay diferencias en oportunidades. Pero además hay una encuesta interna elaborada por el Ministerio de Igualdad, donde todos los empleados, de forma anónima, deben de responder de forma honesta y confidencial sobre diferentes preguntas que constatan cómo se vive la igualdad, además de los números que se han recogido. Nuestro informe de igualdad fue una constatación de la igualdad. Quizá he vivido en un mundo de privilegio en cuanto a la mujer, pero intento aportar en fomentar y predicar con el ejemplo sobre la igualdad.
Por lo que estás contando, podríamos decir que la empresa farmacéutica ha sido pionera en la búsqueda de la igualdad respecto a otros sectores mucho más conservadores.
Sí, y además con la particularidad de que en la industria farmacéutica mayoritariamente los empleos son de alto nivel, con lo cual es empleo cualificado. La industria farmacéutica genera 50 000 puestos de trabajo directos y hasta 200 000 indirectos. Y los puestos de trabajo son con contratos de larguísima duración, que, además, amparan a la mujer. La industria farmacéutica es un ejemplo de igualdad.
Tú estudiaste en la Universidad Autónoma de Madrid, así que seguro que tendrás como referente a Margarita Salas, que era una luchadora, una feminista, y una científica maravillosa.
Me dio clases, y me siento identificada con ella porque también luchó por tener una familia y una profesión, y luchó porque eso fuera posible. Y además es valdesana. Y a mí me une a Asturias mi vida también. Me siento muy identificada con Margarita, esa mujer tan pequeñita pero tan grande; cuando nos daba clase era espectacular por sus formas y por su contenido. Te vas a reír… Hay una escultura en Luarca, en Asturias, de Margarita Salas, y yo cuando paso le doy un abrazo, cosa que no podía hacer en clase. En Luarca nació Severo Ochoa, y también tiene una escultura enfrente de la de Margarita Salas, mirándole.
Hablemos un poco ahora de la industria farmacéutica. En estos últimos veinte o veinticinco años, más allá de la pandemia ¿qué ha cambiado en la industria farmacéutica?
Pues yo creo que en cualquier ámbito relacionado con la condición humana lo único constante es el cambio. Desde el año 2000 hasta ahora, en primer lugar, ha cambiado la regulación y la transparencia en la interacción con los profesionales sanitarios. Era algo importante, no solamente regularlo, sino también transparentarlo. Y España además es un ejemplo de transparencia, se transparenta todo. Cualquier transferencia de valor con un profesional sanitario en España se transparenta. Es el único país de Europa donde esto sucede. Nos hemos adelantado, la transparencia es absoluta. Y tener una normativa de la regulación de interacción con los profesionales sanitarios era importante para los profesionales sanitarios y para los pacientes. Este es un sector amplísimamente regulado, desde la investigación, las leyes de protección de datos… es decir, cualquier ámbito que potencialmente pueda ser regulado en nuestra industria se regula antes y de la forma más sólida posible. En el desarrollo de los ensayos clínicos hemos trabajado de la mano de la industria y de la agencia del medicamento, y hoy en día el desarrollo clínico en España es un referente. Así que la inclusión de España para desarrollos clínicos de fases 1, 2 y 3 es importante. Desde el año 2000 se ha trabajado en reducir los plazos para realizar los ensayos clínicos. Trabajamos para que se fueran reduciendo, porque los plazos eran muy largos en España, y el reclutamiento de pacientes era imposible, era imposible llegar a los plazos, a cubrir los periodos de inclusión que requieren los ensayos clínicos. Cuando eres capaz de descubrir una molécula con viabilidad, el desarrollo clínico tiene que hacerse cuanto antes, y es una carrera de obstáculos. Hay que completar lo antes posible las fases 1, 2 y 3, para presentarlo al registro, porque las patentes expiran rápido y la investigación debe de ser eficiente, rápida, concienzuda, sólida… y eso no es sencillo. Esta parte del ámbito del desarrollo clínico ha cambiado mucho.
O sea, que España es competitiva a nivel internacional en los ensayos clínicos.
Absolutamente, a nivel de plazos se ha mejorado mucho, y también a nivel de vocación. La vocación siempre ha existido, pero con la vocación y la voluntad no era suficiente si los plazos eran demasiado largos. Hoy España es competitiva. Entonces, ¿qué ha cambiado? Ha cambiado la regulación en cuanto a la interacción, han cambiado y se han acortado los procesos de aprobación de ensayos clínicos, y España hoy es competitiva, por lo que ha cambiado enormemente la situación de los sistemas nacionales de salud y el que trabajemos para hacer un sistema de salud sostenible. Antes cualquier molécula que se desarrollaba y que se demostraba que tenía valor se comercializaba y se podía prescribir. Hoy no. Hoy para conseguir que una molécula llegue al paciente que lo necesita no solamente hay que contar con un desarrollo clínico que demuestre que es una molécula importante e interesante para mejorar y alargar la calidad de vida y la cantidad de vida, sino que además debe tener unas condiciones de precio y financiación que el sistema de salud se pueda permitir. Y esto, que es fácil decirlo, es complicado de hacer, porque la regulación en España es complicada. Las comunidades autónomas que tienen la sanidad transferida son quienes pagan la factura, y la regulación y el proceso de precio-rembolso en España es muy complicado.
¿Y esa negociación de precio-reembolso lo haces con cada comunidad autónoma o lo haces a nivel nacional?
Quien lo lidera es el Ministerio de Sanidad, que tiene un equipo técnico, pero después las decisiones de precio y financiación se llevan a cabo en la Comisión Interministerial, donde participan las diecisiete comunidades autónomas, el Ministerio de Economía, de Hacienda y de Industria. Más de veinte personas consensuan las decisiones. Nosotros tenemos que trabajar con el cuerpo técnico del Ministerio y con las comunidades autónomas, y al final es una decisión consensuada y complicada.
Y siguiendo con los ensayos clínicos, ¿somos competitivos en general? ¿en los ensayos tempranos también?
En los tempranos también. Cada vez más hay unidades de fases 1 y 2 altamente reconocidas, y eso es algo que hay que fomentar. Somos competitivos en fases 3, pero en fases 2 y en fases 1 también.
Y aparte de esto, yo tengo la sensación de que la empresa farmacéutica cada vez mira más su entorno, ¿es así?
Verás, una compañía farmacéutica que cotiza en bolsa tiene la obligación de publicar todos los años un informe anual. El informe anual de la mayoría de las compañías suele ser eminentemente financiero, para rendir cuentas al mercado de cuáles son sus resultados, teniendo altos estándares para que lo que esté publicando sea cierto. Nuestro informe anual se llama «informe de valor», y eso es porque hay que estar abierto al entorno, y por eso se llama así. Nosotros materializamos nuestro compromiso escuchando y cumpliendo con las demandas de la sociedad. Y la sociedad lo que demanda a una compañía farmacéutica es que contribuyamos a la vida humana, y lo hacemos a través de nuestra misión, que es desarrollar medicamentos que aporten cantidad y calidad de vida de forma sustancial y sostenible. Y cómo lo haces y cómo operas responde a un análisis paso a paso de nuestra cadena de valor desde la investigación hasta la comercialización, que lleva muchos pasos y tenemos objetivos en cada uno de los elementos de la cadena de valor con algo fundamental como son los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, y que es una meta importante para la humanidad, para la sociedad. Daiichi-Sankyo tiene establecido en cada paso de su cadena de valor en este informe cuáles son los objetivos con números y a qué me comprometo desde cualquiera de los ámbitos de esos objetivos de desarrollo sostenible. Hemos hablado antes de la igualdad, pero también está el medio ambiente, los derechos humanos, la energía, la información… Es decir, hay tantos ámbitos en los que estamos actuando que esos diecisiete objetivos de desarrollo sostenible tienen diferentes metas, y eso es lo que plasmamos en el informe de valor. La parte financiera es una parte mínima, pero lo más importante es cómo lo conseguimos, y somos una compañía certificada por Naciones Unidas como compañía sostenible porque atendemos a las demandas de la sociedad. La sociedad quiere fármacos, información, acceso a los fármacos… y que la forma de operar y de conseguirlos sea de forma responsable, cumpliendo con estos objetivos.
Y por lo que veo, para la propia industria farmacéutica también es importante buscar socios fuera, como es el caso de las universidades.
Absolutamente. Dentro de lo que son las demandas de la sociedad, sin duda están las colaboraciones con la Universidad, en las que tenemos que trabajar y estamos comprometidos, y no solamente para dar formación sobre nuestros fármacos y nuestras áreas terapéuticas, sino para contribuir en la formación amplia con la Universidad, con la investigación, con la divulgación… Es decir, son ámbitos en los que acuerdos de colaboración como la Cátedra de Investigación Farmacéutica en Enfermedades Crónicas con la Universitat Jaume I se convierten en puntos de colaboración necesarios que responden a las demandas de la sociedad. La sociedad es representada en este caso por la Universidad.
Y siguiendo con este ámbito de colaboración, ¿cuáles son vuestras medidas o estrategias para incrementar la innovación?
La innovación es un concepto muy amplio, y hay que ver cómo hacerlo material y tangible. La innovación en medicamentos es nuestro core. Y lo hacemos con investigación, tanto intramuros como extramuros, desarrollando tecnologías y metodologías cada vez basadas más y más en bases de datos y en inteligencia artificial, pero también hay una parte tradicional de líneas de investigación. Para incorporar la inteligencia artificial y los modelos predictivos tenemos un equipo en Europa con estadísticos e ingenieros de datos, y con un equipo con gente de nacionalidad india, porque son los monstruos de la inteligencia artificial. Y eso nos ayuda, no solamente a analizar el pasado, sino a predecir el futuro. Hemos avanzado y nuestro modelo ha cambiado de una forma importante. Y en cuanto a inteligencia artificial y análisis de datos, tenemos un equipo enorme en Europa, tenemos un hub de innovación que además hace que trabajemos, no solamente en nuestro día a día, sino que llevemos a cabo alianzas con la Universidad, con startups…
¿Y vuestras moléculas de dónde vienen? ¿De centros de investigación de la compañía o estáis abiertos a estrategias de open innovation?
La investigación viene de nuestros centros de investigación, pero también de una molécula que se descubra aquí en Castellón en la Universidad y que queráis contar con nosotros. Comercializar una molécula requiere de 1000 a 2000 millones de euros, de unos quince años de investigación y de cada 10 000 moléculas que entran en desarrollo, una llegará a esas fases de acceso. Es decir, una compañía farmacéutica tiene una maquinaria importante de investigación, y una maquinaria igual de importante de viabilidad y de comercialización. Porque no todo lo que descubres tiene viabilidad para los sistemas sanitarios. Por eso estamos absolutamente abiertos, porque no hay que perder la oportunidad de que pueda surgir aquí en Castellón o en cualquier parte del mundo.
¿Y cómo las incorporáis a la compañía?
Pues inmediatamente, directamente contactamos con el departamento de investigación y desarrollo. Y somos una compañía además muy dinámica. Primero lo comunicamos inmediatamente, se estudia la viabilidad, se estudia el caso y se lleva a cabo. Y no solamente para moléculas, porque nuestro compromiso con la sociedad también es aportar valor no solamente en lo relacionado con el medicamento, sino más allá. Y además hay muchas startups dedicadas al diagnóstico, a la prevención, al seguimiento del tratamiento, al manejo de enfermedades crónicas… Las startups tienen productos resultado de la innovación fantásticos, muy atractivos, pero no tienen el vehículo para hacérselo llegar al paciente. Por eso tenemos un hub de innovación en Europa no relacionado con moléculas, donde para cualquier MVP, un elemento mínimamente viable que investigas, se estudia la practicabilidad y la escalabilidad. Estamos colaborando con un elenco importante de startups para intentar ayudarles a que florezcan elementos que añadan valor en nuestras áreas terapéuticas, no directamente moléculas, sino en el ámbito de la prevención, de la educación, de la formación…
¿Y eso cómo lo vehiculizáis, con inversiones concretas en esas startups o realizando proyectos a medida?
En principio exploramos las startups y si hay un elemento que es interesante se crea un equipo de trabajo que trabaja en colaboración y se explora. Si es un proyecto que el piloto parte de España, pues se trabaja en España y a posteriori se escala a otros países europeos. En este momento estamos trabajando en proyectos interesantísimos de formación en el metaverso, que suena a ciencia ficción, pero hay muchas compañías, muchas startups, que necesitan vehículos para materializar el uso de su innovación. Y la industria farmacéutica es un gran vehículo y tenemos diferentes ángulos de colaboración que hacen que nuestro trabajo sea muy interesante más allá del fármaco.
Hablabas antes de la dificultad de la generación de fármacos, y de que de cada 10 000 moléculas solo llega una a mercado. Pero si pones el corte en la fase de Drug Discovery, entonces son muchas más de 10 000.
Claro, son millones y millones de moléculas de partida, pero me refiero a las moléculas a partir de fase 1. Y luego un proyecto de desarrollo clínico se puede caer en la fase 1, en la fase 2 o en la fase 3. Pero el llegar a fase 1 y contar con un plan de desarrollo clínico… de cada 10 000 llega a una, pero por supuesto en desarrollo preclínico partimos de millones. En las compañías farmacéuticas, en las universidades, en los centros de investigación habrá millones de moléculas que se estudian para alcanzar ese momentazo de llegar a fases de desarrollo.
La empresa farmacéutica ha cambiado la historia de la humanidad, para empezar incrementando notoriamente nuestra esperanza de vida, por lo que debería ser una industria muy bien vista. Pero por alguna razón se la ha demonizado históricamente. ¿Esto por qué?
Pues es una excelente pregunta. Sobre todo porque trabajamos para nuestro bien más preciado. Desarrollamos moléculas para vivir más y mejor. Y quizás sea por algún acontecimiento que no ha sido un buen ejemplo en medios de comunicación, y ni mucho menos hay que echarle la culpa a los medios de comunicación. Han sido más noticias o eventos desafortunados que nuestro trabajo del día a día. La contribución en la esperanza de vida de nuestro trabajo está medida, y sabemos cómo contribuyen los fármacos a la esperanza de vida, y ha sido sustancial. Además de los hábitos alimenticios y los hábitos de vida, que en realidad tenemos más recursos pero no siempre se utilizan bien para que redunden en salud, los fármacos han contribuido y contribuyen de forma sustancial en la cantidad de vida, en la esperanza de vida. Pero eso nunca ha sido noticia. Y es algo que desde las compañías farmacéuticas, desde Farmaindustria, nos planteamos día a día. No es noticia el que aumentemos la esperanza de vida, no es noticia que se descubra una molécula, no es noticia, no es buena noticia. Los escándalos sí son noticia. Y hemos trabajado mucho en nuestra imagen, y seguimos invirtiendo mucho en ella, y en comunicar todo lo que aportamos en nuestra contribución.
En España contribuimos a la salud, pero también contribuimos a generar empleo, contribuimos en la balanza de pagos. 30 000 millones de euros se exportan en fármacos que son producidos en España, que generan empleos, investigación y desarrollo. El 20 % de la inversión en investigación y desarrollo en España proviene de la industria farmacéutica. Esto es una notición, y se emiten notas de prensa. Pero la sociedad no es la noticia que quiere escuchar. Los políticos, da igual su color, deben pronunciarse en invertir en cantidad de vida, no solo en medicamentos, sino en salud. El porcentaje de inversión con respecto al producto interior bruto en España es menor que en otros países europeos. Con valentía, el partido político que sea, tiene que apostar. Deben definir la prioridad, si es sanidad, o educación… y ejecutar un plan teniendo en cuenta estas prioridades. Y si mi prioridad es trabajar en invertir en vida para los españoles, pues habrá que invertir en vida. Invertir en vida es salud, sanidad. Y estamos por detrás, y la población española no lo conoce. La apuesta por la inversión en España no es por la salud. Así que no es noticia. Es una buena pregunta para la que no tengo respuesta. Lo único que puedo hacer es seguir trabajando con calidad, cumpliendo con los estándares, con profesionalidad y con ética, seguir trabajando para contribuir.
Y además la industria farmacéutica probablemente sea la industria que más invierte en investigación.
El 20 % de investigación y desarrollo proviene de la industria farmacéutica. Pero no solo en España, a nivel global la industria farmacéutica es la que más invierte. Daiichi-Sankyo invierte cerca del 25 % de los ingresos de la compañía. Es de los más altos, probablemente.
De los ingresos, no de los beneficios.
De los ingresos. Y es un parámetro del que nos sentimos muy orgullosos. Y eso responde a que cuando el Consejo de Administración presenta a los accionistas en lo que quiere invertir, el accionariado decide invertir cerca del 25 % en investigación y desarrollo. E invertir en investigación y desarrollo no es una apuesta segura. La investigación es una carrera de fondo. Invertir un 25 % de los ingresos está muy bien.
Y otra cosa, esta demonización histórica de la industria farmacéutica ¿ha cambiado con la pandemia?
Yo creo que ha cambiado. Ha cambiado mucho el ver que, gracias a las vacunas y los tratamientos, pues hemos salido. Y creo que ha sido un ejemplo. En España, además, te diré que en la pandemia no solamente han sido las vacunas. Desde la Agencia Española del Medicamento se ha reconocido que la industria farmacéutica en España ha respondido. De los 25 millones de españoles que reciben fármacos para patologías crónicas que necesitan tomarlo en el día a día, ninguno de estos pacientes ha dejado de recibir su medicamento, cuando ha faltado papel higiénico. Y esto no ha sido noticia. Y el mundo del medicamento genérico es fundamental y es importante, y hay muchos genéricos que se producen fuera de España, y en el momento de la pandemia hubo un problema de suministros serio, y eso no fue noticia. Ni fue noticia que las compañías farmacéuticas en España fueran capaces de producir estos medicamentos, lo que podría haber generado una crisis infinitamente más importante que la del papel higiénico. Y ahora la población sabe que podemos llevar ya una vida prácticamente normal, sin mascarilla, y que nos estamos recuperando del azote del coronavirus, pero lo que no sabe la población es que, gracias al esfuerzo de muchas compañías, no faltaron medicamentos esenciales ni para patologías crónicas, ni para intervenciones urgentes.
No, eso no fue noticia.
No, por supuesto que no. Como te decía, María Jesús Lamas desde la Agencia Española del Medicamento, nos felicita, nos lo agradece, como responsable de una entidad tan importante, agradece lo que se ha contribuido de una forma ágil a lo que podía haber sido una crisis importantísima, además de la del coronavirus.
En la pandemia, la verdad, cambiaron muchas cosas. Fue un momento muy trágico por el drama personal, pero muy emocionante en el ámbito farmacéutico, porque veíamos cómo se desarrollaban fármacos en tiempo real, cosa que no había ocurrido nunca. Y logramos producir fármacos en menos de un año, cuando veníamos de los quince años de media de poner un fármaco en el mercado. ¿Esto ha venido para quedarse? ¿O volvemos a los quince o veinte años de desarrollo farmacéutico?
La aprobación de los fármacos también responde a la necesidad. Por ejemplo, el proceso de aprobación de Enhertu (trastuzumab) ha sido aceleradísimo, porque el cáncer de mama metastásico es una enfermedad grave que provoca la muerte. Y si el tratamiento con este fármaco hace que las pacientes con cáncer de mama metastásico vivan dos años sin progresión de la enfermedad, con calidad de vida, pues eso es algo importantísimo. Quince años es la media, pero dependiendo de la necesidad y del fármaco, estas aprobaciones son mucho más rápidas.
Y otra cosa que merece la pena reflexionar es sobre la tasa de fracaso de los fármacos, aunque las empresas farmacéuticas ganen mucho dinero.
Las empresas farmacéuticas ganan mucho dinero, pero… ¿qué es mucho dinero? Vamos a poner cara y ojos a la tasa de fracaso de los fármacos. Vamos a poner cara y ojos a quién gana dinero en la industria farmacéutica. Nosotros tenemos accionistas que invierten en la industria farmacéutica y quieren obtener unos beneficios. E igual quieren invertir en automóviles, en armamento, en tecnología… es decir, tú y yo podemos invertir ahora mismo en la empresa que queramos. Si los inversores, que son seres humanos como tú y como yo, dejan de invertir en la industria farmacéutica, la esperanza de vida disminuirá. Un accionista puede invertir en Daiichi-Sankyo o en otras compañías farmacéuticas. Y hay compañías farmacéuticas donde la investigación no está dando los frutos que necesita y ese accionista está perdiendo dinero. Es decir, el mercado de valores responde a accionistas que apuestan, y por suerte todavía hay mucho accionista que apuesta por la industria farmacéutica. Y gracias a ellos tenemos la inversión suficiente, en nuestro caso el 25 % de nuestros ingresos, para desarrollar fármacos.
Entonces, ¿por qué se critica a la industria farmacéutica y a los que quieren invertir? ¿Por qué se critica al accionista de la industria farmacéutica, y no al accionista de armamento o aeroespacial? ¿Por qué no criticamos al que se dedica a invertir en aviones, que contaminan muchísimo? Hay que poner cara y ojos a lo que hay detrás de la inversión en fármacos. Son señores que invierten su capital en que se desarrollen fármacos para que vivamos más y mejor. Yo quiero que existan inversores que confíen y quieran invertir en fármacos, porque yo quiero vivir, y quiero que mi familia viva mucho tiempo, y mis seres queridos. Es algo incomprensible el por qué, para la opinión pública, que haya inversores para desarrollar fármacos está mal visto y no en armamento, y ni se comenta ni en aeronáutica ni en tecnología. Pues bueno, cada uno invierte su capital como le parece oportuno.
Sí, y de hecho hay quien critica a los inversores o a la industria farmacéutica en general y luego exige tener soluciones terapéuticas.
Claro, y luego entramos en el mundo del precio de los fármacos. Estábamos hablando de que de millones de moléculas llegan 10 000, y de esas 10 000 llega una. Entonces, ¿qué ocurre? Que cuando llega una, toda la inversión que hay detrás de esas otras 9999 más los otros millones de moléculas la has perdido, y evidentemente hay que obtener un retorno. El que crea una nave espacial también requiere un retorno a su inversión. O cualquier elemento que se haya producido tras una inversión, tienes que tener un retorno. Todo tiene un precio. Y en el precio de los fármacos, en el precio de la innovación, además existe una patente, existe un límite de utilización de esa propiedad intelectual. Es decir, todo tiene un límite, y todo tiene una regulación detrás.
¿Y cómo nos aseguramos de ser capaces de que le lleguen los fármacos a todos los pacientes que los necesitan independientemente de su capacidad de pagarlos?
Tenemos la suerte de vivir en un país en el que cualquier paciente puede obtener lo que el sistema de salud ha decidido financiar. Esto es muy importante. Y nuestro sistema de salud decide a qué precio y a qué pacientes financian. Y esto nos lleva a un diálogo y a ir de la mano para conseguir algo que es una demanda de la sociedad, y esto es un compromiso de compañías como Daiichi-Sankyo, que llegue al mayor número de pacientes. Y esto se consigue con diálogo, con entendimiento.
Me gustaría ahora que me hagas la reflexión de cómo ves la ciencia de España, en general ¿Cómo lo ve una directora general de una de las top 20 farmacéuticas?
Pues en España tenemos madera, tenemos determinación, tenemos vocación, pero no tenemos muchos recursos. Y eso está generando, y todos lo sabemos, que la investigación se marche, que los talentos investigadores se marchen. Y por otro lado, esos investigadores echan de menos nuestro país, nuestra cultura, nuestro sol, nuestra luz, nuestra alegría, y eso hace que, en algunos casos, vuelvan. Pero existe una crisis. Y para luchar contra esa crisis debemos atraer investigación, y creo que la industria es un buen ejemplo. Desde la industria farmacéutica hemos conseguido que mucho talento investigador permanezca en España, porque somos competitivos en investigación. Pero es necesario que trabajemos para un futuro digno de los investigadores, que no peregrinen de beca en beca, y que se acaben marchando o trabajando para cualquier empleo que les procure tener vida. Así que lo veo complicado, pero no imposible. No es un gran momento para la investigación en España.
Por otra parte, ¿cómo crees que os ve la gente de la academia a la industria farmacéutica? Y me refiero al clásico profesor universitario
Pues yo creo que cuanto más nos conocen, más nos valoran y nos aprecian. La ignorancia es osada. Pero además, los profesores de universidad, tus familiares, tus amigos, y el entorno que te rodea, cuanto más explicas y cuanto más conocen lo que hacemos, cómo lo hacemos, cómo actuamos, nuestra regulación, nuestro propósito, nuestro objetivo, más nos respetan, más nos valoran y más colaboramos.
¿Y cuáles son los retos de futuro para la industria farmacéutica?
Los retos de futuro pasan por adaptarnos a la innovación. Estamos hablando tanto en la investigación como en la comercialización, y en la interacción con los investigadores y con los profesionales sanitarios, las nuevas formas de comunicarse, la inteligencia artificial, los modelos predictivos, y el poder hacer la innovación y el hacer los sistemas sanitarios viables. Tenemos que adoptar la innovación y trabajar conjuntamente para que los sistemas sanitarios sean viables.
¿Y tus retos cuáles son?
Mi reto profesional es terminar una carrera profesional que yo creo que no se va a acabar nunca, y siendo consciente de que todo lo que he hecho ha sido ético, íntegro, y que a través de mi trabajo he podido contribuir a la esperanza de vida. Además, estoy segura de que así será. Me gustaría terminar mi carrera profesional trabajando en innovación. La mayor satisfacción que podría recibir de la compañía en la que trabajo es que me hicieran responsable de algún capítulo, o de alguna manera, poder contribuir más a la innovación. Me gustaría centrar mi última etapa profesional en innovación porque me atrae y me gusta, pero lo que más me gusta es convertirla en realidad y el que llegue al paciente en este caso, convertirlo en realidad. Porque la innovación, si no se traslada a la usabilidad, no sirve para nada. Me gustaría que así fuera. Y mi reto también es poder hacer crecer al equipo de personas con el que trabajo, y el poder mantener el equipo que formamos como una de las filiales de Daiichi-Sankyo en el mundo donde la gente es más feliz trabajando. Y para ello lo medimos haciendo dos preguntas confidenciales. ¿Cómo de contento estás trabajando en la compañía de 1 a 10? Y si recomendarías a un amigo trabajar en Daiichi-Sankyo. Estas son las dos preguntas que hacemos. Pero mi reto es continuar siendo uno de los países donde la gente es más feliz trabajando.
¿A la moda no vas a volver?
No. Me encantaría. Me encantaría ser becaria en Inditex. Pero yo creo que eso no lo voy a conseguir.
Y hablando de moda ¿los científicos sabemos vestir o es una tarea pendiente?
Todo el mundo sabe vestirse. Y el vestirse es ser tú mismo. Y la moda genera producto, pero es tu decisión. Por supuesto que los científicos saben vestirse. Por supuesto. Es una forma de expresión. Los científicos saben hablar, saben comer, saben vestirse… El vestir es parte de lo que queremos significar y comunicar.
¿Y qué hace una ejecutiva de una big pharma cuando no trabaja?
Pues disfrutar de mi familia, de mis amigos. Tengo un equilibrio personal y profesional importante. El ser director general no implica que no lo tengas. Durante toda mi vida he podido tener un equilibrio, excepto en picos de trabajo, como nos pasa a cualquiera. Quizá es un tópico el pensar que no tenemos tiempo. Pero fundamentalmente disfrutar de la naturaleza, del deporte, de mis amigos y de mi familia. Muy fácil: pasear.
¿Recomiéndanos un libro, una peli, un disco que te guste?
Cien años de soledad. Maravilloso. Un libro al que revisitar.