Viene de «Guía monstruosa del videojuego en ZX Spectrum (4)»
Nota: (casi) todos los videojuegos mencionados en este artículo incluyen en su nombre un enlace a una partida completa de la propia aventura en YouTube. Para que los más nostálgicos aviven recuerdos y la gente más joven se espante observando estos divertimentos prehistóricos.
1993 – 2020: muerte y resurrección del hardware
Oficialmente, en 1992 se dejaron de fabricar nuevos modelos de ZX Spectrum. Y el último juego comercial del sistema, Dalek Attack, salió a la venta en julio de 1993. El cacharro estaba muerto y enterrado, pero su legado, curiosamente, no tanto. Porque en lugares como Rumanía, Checoslovaquia, Argentina, Brasil o, especialmente, la Unión soviética continuaron brotando decenas de nuevos clones nada legales del ZX Spectrum con nombres locos (Pentagon, TK90X, Cobra, Junior o Tim-S, entre muchos otros). Máquinas que, en algunos casos, incluían añadidos inesperados como nuevos procesadores, chips de sonido o disqueteras de 5.25″ y 3,5″.
Con la llegada de internet y los emuladores, los nostálgicos comenzaron a revisar todo el catálogo de la máquina Sinclair de manera más cómoda. Sin las engorrosas cintas de casete y sus eternas cargas, con juegos que se ejecutaban con un par de clics de ratón, y las ventajas añadidas de poder guardar la partida en cualquier momento o introducir pokes, que permitían trucos como vidas o energía infinitas, desde una pestañita del emulador y sin enfangarse con el código del programa. En un momento dado, la popular página World of Spectrum (toda una institución en internet fundada en 1995) llegó a contener copias de la mayoría de juegos del ordenador, junto a fichas con información y material detallado (mapas, manuales de instrucciones o reseñas de revistas). En la actualidad, tras múltipes reformas y periodos de inactividad, dicha web no alberga tanto juego, como consecuencia de las reclamaciones de copyright, pero es sigue siendo una base de datos asombrosa.
En algún momento de mediados de los noventa, la gente decidió que sería bonito programar nuevos juegos para aquel ordenador prehistórico. Y así empezó a fraguarse la scene del Spectrum, dando comienzo a la producción moderna de nuevos videojuegos homebrew. Criaturas fabricadas por devotos del Speccy de manera artesanal y casera, que en ocasiones lucen un acabado profesional más espectacular que el de los juegos comerciales pretéritos. La comunidad resultó ser tan activa y dedicada como para que, a día de hoy, la máquina de Sinclair siga recibiendo una envidiable montañita de juegos originales cada año.
El hardware también se rediseñaría con nuevas encarnaciones que no venían firmadas por rusos locos o brasileños oportunistas, sino por fans del aparato. En 2015, apareció el Recreated ZX Spectrum, un teclado bluetooth que imitaba las formas y estilismos del 48k original, teclas de goma incluidas. Un artefacto muy mono, pero que realmente no pasaba ser un teclado tuneado y no una emulación de la máquina. Todo lo contrario al ZX Spectrum Vega presentado ese mismo año y financiado por crowdfunding, un emulador del ordenador sin teclado, encapsulado en un pad con diseño retroSinclair y trece botones, que se conectaba a la tele a través de algo tan arcaico como un cable de componentes. La intención no parecía mala, pero en la práctica el mando resultaba incómodo, tenía pinta de juguete baratejo, y la ausencia de teclas abandonaba en la cuneta a todos los amigos de las aventuras conversacionales. En 2016, el ZX Spectrum Vega plus, una versión portátil del Speccy con pinta de ser prima de la PSP, se financió con éxito en una nueva campaña de recaudación internetera. En principio la cosa tenía buena pinta y la estética del trasto corría a cargo de Rick Dickinson, diseñador de los Sinclair originales, pero a la larga resultó una estafa: sus responsables no lograron producir las unidades vendidas, se dieron el piro y acabaron embarcados en juicios. Los pocos mecenas que recibieron el Vega plus apuntaron que aquel artefacto de plástico dejaba bastante que desear.
En 2016, otra campaña exitosa de crowdfunding costeó la fabricación del ZX Uno, una placa de código abierto que recreaba el comportamiento de Speccy. La resurrección más revolucionaria ocurriría con el ZX Spectrum next, una máquina que emulaba las diferentes versiones de los ZX, clones incluidos, y además implementaba notables mejoras gráficas y sonoras, convirtiéndolo en un ordenador de 8 bits con competencias de consola. Dicho ordenador también se financió con éxito a través de backers por la red y eso que barato no era: cuatrocientos lereles costaba la broma. En 2017 se fabricó la placa desnuda, y en 2020 se lanzó la versión final, con una carcasa que combinaba aires retro con la línea moderna, y que había sido diseñada de nuevo por Dickinson. Un buen puñado de creadores aprovecharon sus ventajas técnicas para desarrollar en él videojuegos exclusivos que no hubieran podido aguantar los Spectrum clásicos. Pero es que aquellos tampoco se podían quejar de escasez de nuevos títulos.
1993 – 2023: tormenta homebrew
En el ZX Spectrum, los juegos de destilación casera, programas homebrew paridos por fanáticos de la plataforma, no se hicieron esperar tras el deceso del ordenador. Porque en realidad la peña ya andaba creando cosillas caseras cuando el cacharro aún estaba vivo, y el funeral oficial del Spectrum solo supuso que muchos más nostálgicos también se lanzasen a al asunto. En la actualidad, los videojuegos postSpectrum se cuentan por miles y es más complicado bucear entre ellos que entre la, ya de por sí descomunal, lista de juegos comerciales.
Los noventa empezaron fuertes con el homebrew. La máquina recibió una conversión de Prince of Persia (1996); un Expediente X ruso, The X-files part 1 (1999) que llevaba a Mulder y Scully de mazmorreo RPG, y una secuela, The X-files part 2: on the ship (1999) en forma de aventura conversacional; un par de Dr. Mario (1996); un Pussy: love story from Titanic (1999) que utilizaba la peli de James Cameron como excusa para un entretenimiento de puzles, con título faltoso y personajes de Dragon Ball bautizados como los actores (Leonardo y Kate) porque aquí valía todo; un tróspido Super Mario (1999) y una demo de un Mario islands (1997) con pintaza; un John Mclane embarcado en su Die hard II (1999) ochobitera; un Worms (1999); una adaptación del film Aladdin (1996); un Darkwing duck (1999); una aventura gráfica por iconos de Babylon 5 (1999); un Kombatris (1996) que invitaba a engarzar fichas Tetris con la música cañera de Mortal kombat; o un Mortal kombat (1996) de personajes chiquiticos y gore microscópico junto a otro Mortal kombat (1997) de combatientes mucho más crecidos.
Los productos basados en ideas originales también abundaban. Metal man (1999) del ruso Oleg Origin fue un juego de acción espectacular, colorido y de sprites grandotes, con pintaza de superproducción de estudio gordo de la época brillante del Speccy. Un producto con tanto potencial como para actualizarse años más tarde en un par ediciones especiales, cada una más refinada que la anterior: Metal man reloaded (2014) y Metal man remixed (2015). Kolobok Zoom:teenage mutant hero (1998) ofrecía arcade inmediato con héroe ovoide y Kolobok Zoom 2: in the unfair world (1998) un estilo de juego a lo Bubble Bobble, vaciando pantallas de enemigos. Monstrland: testimony of the ancients (1998) tiraba por el RPG; y Aggressor (1999) era otra burrada ambiciosa de Oleg Origin, una aventura con cinemáticas, fases de conducción, puzles, niveles a bordo de una lancha guerrillera, e incluso secciones de disparos en primera persona.
Los first person shooters para el ZX Spectrum suponían un género curioso, porque el hardware de 8 bits estaba tan desfasado como para no tener derecho a soportarlos, pero eso mismo a ciertos desarrolladores, azuzados por el reto, les daba completamente igual: el maravilloso y espectacular The dark (1997) masacró monstruos a tiros y golpe de tridente, coronándose como el mejor fps posible en un Sinclair; Citadel (2002) fue un experimento breve y caóticamente pixelado, pero reivindicable; Wolfenstein (2004) trasladó, con bastantes concesiones, el clásico de Id software al 128k; ZXoom (2011) era tramposo al ofrecer un movimiento cuadriculado, pero seguía siendo un fps; y el seminal Doom, también gozó de una conversión, inconclusa pero fascinante: un Doom (1996), diseñado para Spectrums rusos, que se presentó inicialmente en forma de demo, poco después como una beta, y que, aunque nunca llegó a publicarse en su versión completa, resultaba un logro asombroso para los 128k. Recientemente, dos caballeros apodados Alone Coder (programador del Doom de Spectrum) y Dragons’ Lord ensamblaron un nuevo motor, denominado provisionalmente Quake, para fabricar fps en Spectrum. Y aunque aún aseguran que la cosa está muy verde, ya han mostrado un alucinante ejemplo de lo que se puede hacer en forma de nuevo prototipo de Doom.
Otro asunto interesante son los juegos rescatados. Diversiones inéditas o pérdidas que algunos han tenido a bien recuperar de algún cajón, desempolvar y publicar aprovechando las redes: un Fray Simón (1986) que fue presentado por su ideólogo a Topo pero no llegó a fraguarse; un Hop ‘n chop (¿1992?), programado en los primeros noventa, escaso y (re)publicado en los dos miles, que venía a ser Rainbow islands con leñadores; Quadron (¿1987?), una aventura ochentera con robotito, que no vería la luz hasta 2018; un The prayer of the warrior (¿1991?) que había sido ideado para repartir hachazos a principios de los noventa, pero que tardaría veinticinco años en salir a la venta; o un isométrico Demon’s dream (¿1988?) fabricado con 3D Game maker que tenía entre sus creadores, el grupo Redefine keys, a un futuro ilustre: Tomas Hijo, ese artista que hace unos grabados que no pueden molar más.
Los rusos se aferraron a los ocho bits con sentimiento patriótico y fabricaron cosas tan marcianas como un Homer Simpson in Russia (1998), Homer Simpson 2: in Russia again (2001), Dizzy X: journey to Russia (1994) o Dizzy Y: return to Russia (1995). Y esto último que ocurría con las aventuras de Dizzy, la jugada de agarrar sagas clásicas para producir secuelas no oficiales, casi podría interpretarse como un género propio, el de las continuaciones apócrifas. Porque las secuelas amateurs, y a menudo muy locas, de los grandes nombres del Speccy siempre se han producido a chorro. Ahí tenemos cosas como Manic miner 3: tales from a parallel universe (1996), Manic miner 5: los peligros del LSD (1998), Manic miner: the buddha of Suburbia (1998), Manic miner: the hobbit (2000), Ultimate Manic miner (2006), Jet set Willy: the continuing adventures (1998), Jet set Willy: lord of the rings (1998), Jet set Willy in Paris (2005), Home island Dizzy (1998), Dizzy and the Y2K predicament (1999), Drunk Dizzy (1995), o un Dizzy dash (1995) que combinaba al huevo con Boulder dash. El nivel de calidad de estas producciones llegó hasta un punto en el que cuando, en 2017, un equipo de programadores internacional (Rusia, Estonia, España) realizó un espectacular remake de Crystal kingdom Dizzy, los propios Oliver twins ficharon al grupo para hacer un nuevo juego oficial, gratuito pero curradísimo: Wonderful Dizzy (2020), publicado para celebrar la salida del Spectrum next.
Los dos miles, con internet afianzado, continuaron recibiendo juegos de Spectrum: Abe’s mission: escape (2002) fue una sorprendente adaptación de las aventuras del Oddworld de PlayStation; ZBlast SD (2003) se sabía matamarcianos fino; un RPG Harry the magical: Harry and the order (2009) que rimaba con las aventuras de cierto chaval mago apellidado Potter; la aventura espacial polaca Heritage (2009); un Manic muslim (2005) que se anunciaba como «Simulador de Osama Bin Laden» e invitaba a huir por el desierto controlando al mentado; o un Mortal Kombat II (2004).
A partir de mediados de los dos mil, y gracias tanto a la maña de los creadores como al perfeccionamiento de motores para crear videojuegos de Speccy, la cosa se desbocó. Los casetes de la máquina ya no se vendían en tiendas desde hacía dos décadas, pero seguían brotando para distribuirse digitalmente e incluso, en ocasiones, tener limitadas tiradas físicas en cinta para los fanáticos coleccionistas. Son los años de la producción homebrew más abundante, con toneladas de programas que de amateur solo tenían la etiqueta: un clon en espíritu de Grand theft auto llamado Rival gangs (2021); los aplaudidos Alter ego (2011) y Dreamwalker: alter ego 2 (2014), donde los puzles se superaban controlando a un personajillo que podía saltar entre dos versiones paralelas y reflejadas de sí mismo; Super Bomberman 2 Remix (2023); mazmorreo en Wycheweald (2023); la extraña combinación de Sokoban, perspectiva Filmation y olor a granja de Sokobaarn (2017); N3 (2022); la llamativa conversacional patria Donum (2022) de fascinante apartado visual en blanco y negro; White jaguar 2022 (2022); la peli Robin Hood de Kevin Costner convertida en un tardío y argentino Loxley (2022); Gherbert Goundhound in save the date (2022); el suavísimo matamarcianos Retroforce (2017); un veloz Space monkeys meet the Hardy (2019) centrado en acribillar monos espaciales; un Carlos Michelis (2012) que olía bastante a Hotline Miami; o las Patoaventuras ucranianas de Ducktales: Webby to the rescue (2021).
Al sorprendente Nothing (2021) era mejor llegar sabiendo eso mismo del mismo, nada de nada; Ninja gaiden shadow warriors (2018) adaptaba el cartucho de Game boy Ninja gaiden conocido por estos lares como Shadow warriors; Space racing (2021) ocultaba bajo su genérico nombre la mejor versión de F-Zero que se podría ejecutar en un ZX Spectrum; Brick Rick: graveyard shift (2021) ofrecía plataformas repletas de monstruos; el ruso Dune II: battle for Arrakis (2014) porteaba el clásico RTS de los ordenadores gordos; y el serpenteante Snake escape (2016) fue un maravilloso juego de puzles con culebra envasada. Tampoco escasearon las bizarradas como un Advance Ben Saphiro simulator (2022) que era justo lo que su título anunciaba, un Cocaine bear (2023) basado en la historia de la peli Oso vicioso, un Mojoni in the sewer world (2022) con una heroica caca en alcantarillas, un simulador educativo de arreglar Spectrums rotos llamado ZX Repair (2022), o un Fallout ultraminimalista: Fallout ZX (2023).
Lo del grupo de desarrolladores ruso ZOSYA entertainment es digno de una mención de honor. Porque bajo ese sello se agrupa gente capaz de hacer cosas acojonantes con el ZX Spectrum, programas que de entrada llaman la atención con un apartado gráfico apabullante para el trasto de Sinclair. Cosas como Valley of rains (2019), arcades como Bonnie and Clyde (2020), juegos de carreras tan variados y avanzados en lo tecnológico como Travel through time (2021), Drift! (2019), Drift! 2K22 (2022) y Rubinho Cucaracha (2022), o un Angels (2022) que combinaba hostias y shoot ‘em up y estaba repleto de efectos de iluminación y pequeños detalles bien chulos. ZOSYA también fueron los responsables de agarrar el mejor fps del ordenador y colaborar con su creador, Oleg Origin, para ampliarlo en The dark: redux (2021) y The dark: lost pages (2021).
SaNchez (Aleksander Udotov) es otro desarrollador que llegó a la escena desde Rusia con amor. Un caballero que es el responsable de que exista una entrega (no oficial, claro, pero muy oficiosa) de la saga Castlevania en el Speccy: el extraordinario Castlevania: Spectral interlude (2015), basado en la entrega portátil para Game boy de la franquicia de Konami. Pero SaNchez también es el creador de un fantástico Mighty Final fight (2018), un Survivisection (2012) que empaquetaba en el Speccy el juego The chaos engine; un Aliens: neoplasma (2022) con xenomorfo famoso, el turisteo por las dungeons de Vradark’s sphere (2018), y juegos de acción espectaculares como Guns & gears (2021) o un Delta’s shadow (2020) que también gozó de una edición para el Spectrum next con aspecto de cartucho para la NES.
Por otra parte, el caso de los numerosos desarrolladores españoles de homebrew para el Spectrum constituye una liga propia de mucho nivel, quizás la más prolífica y llamativa que existe en la plataforma de ocho bits. Una suerte de eco de lo que fue la llamada Edad del oro del software español, una corriente creativa muy avivada por la nostalgia de quienes se pelearon con aquellos casetes durante la infancia. Y lo cierto es que el homebrew en este país empezó bien pronto y con ganas: a principios de los noventa, cuando el ordenador daba sus últimos pasitos, LOKOsoft (José Luis Castaño González) ya se dedicaba a publicar juegos con toritos bravos, Al toro! (1991), con mascotas de olimpiadas barcelonesas, Coby (1992), en forma de homenajes a clásicos de Dinamic, Phantomasa (1993), o como una trilogía basada en aquellos otros cazafantasmas de los que nadie se acuerda.
Desde entonces, la proliferación de software español para el vetusto ordenador ha sido notable. Relevo videogames son los responsables de La corona encantada (2009), una ambiciosa videoaventura que replicaba con éxito el estilo de juegos potentes de Dinamic, Opera o Topo en sus años dorados, hasta el punto de tener al mismísimo Azpiri como colaborador y autor de su estupenda portada. La corona encantada, de hecho, parece marcar el momento en el que la escena homebrew mete la directa y comienza a ofrecer títulos en mayor cantidad y de calidad más robusta. Relevo también es la desarrolladora moderna que ha facturado las miniaventuras conversacionales de terror Está en la caja (2009) y Está en el pantano (2010), el juego promocional Azurro 8-bit jam (2011) para un pub bilbaíno rockero, y un fabuloso Invasion of the zombie monsters (2010) que no solo camina al nivel de las mejores producciones de la época dorada del Gomas, sino que a menudo las supera.
Retroworks es el estudio patrio detrás de The sword of Ianna (2017), una videoaventura con animaciones fabulosas e inspiración en Prince of Persia, que los historiadores del homebrew suelen aupar como uno de los mejores juegos modernos para el Spectrum. Pero también son la peña que ha desarrollado el celebrado y zeldesco Los amores de Brunilda (2013), Gommy, defensor medieval (2009), King’s valley (2009), una aventura inspirada por los personajes del Makinavaja de Ivá y titulada Nelo & Quqo y la última butifarra (2010), Teodoro no sabe volar (2010), Genesis: dawn of a new day (2010), la conversión de Grey 5 (2012), Jinj 2: Belmonte’s revenge (2012), The charm (2104), Vade retro (2015), Dungeons of Gomilandia (2020) y un Los tesoros perdidos de Tulum (2020) con un héroe llamado Juanin Joe en busca de la salida de emergencia de un templo maya.
Retrobytes productions es otra agrupación amiga de modelar videojuegos retro con estilo. Ellos son los responsables de varios juegos para Amstrad CPC entre los que se encuentra el celebrado Space moves, secuela espiritual de la saga Moves (Army moves, Navy moves) de Dinamic, realizado en colaboración con Toni Ramírez. Pero en el campo del ZX Spectrum, Retrobytes también tienen un currículo potente: un beat’em up de grescas callejeras bautizado en honor a Chiquito de la Calzada, Fist-Ro fighter (2016); un cruce entre aventura y RPG con protagonista a la caza de nueve queridas, The tales of Grupp (2015); un matamarcianos, ZX destroyer (2014); un The world war simulator: part 1 (2012) que combinaba aventura conversacional con estrategia y arcade; su secuela, The world war simulator: part 2 (2018), centrada en matar a Hitler en su búnker antes de que lo haga él mismo; y un muy aplaudido demake de Dark souls con una pinta estupenda titulado Souls (2013). Un juego que además tuvo una versión especial, Soul remaster (2016), como motivo del lanzamiento del primer volumen (ya llevan tres) de la Enciclopedia homebrew firmada por Atila Merino, Iván Sánchez e Ignacio Prini.
El grupo Pat Morita team tiene nombre ochentero e historial guapo: Ninjakul in the AUIC temple (2018), un juego que incluía en su reparto al Chino Cudeiro; Nikajul 2: the last ninja (2019); el arcade Black & white (2019); un Bat boy (2019) que evocaba con un mini Batman no oficial a la portátil de Nintendo; Shovel adventure (2021); una demo llamada Vampire slayer (2020) a modo de ejemplo sobre cómo construir un Castlevania en un Spectrum; y una conversión del clásico Toki que se presentaba como Tokimal (2021). Varios de estos juegos cobijaban entre bambalinas a GreenWeb Sevilla (Antonio Pérez), un caballero que ha confeccionado y colaborado en otro puñado de casetes modernas dignas de menciones: un Alien girl (2020) junto a Javier Fopiani y algún xenomorfo, AtomiCat (2020) junto a Ariel Endaraues y Trevin Hughes, o las dos obras facturadas junto a Errazking: Gimmick! Yumetaro odyssey (2018) (un videojuego-homenaje que recorría los mundos de Super Mario Bros., Sonic, Shinobi o Ghosts ‘n goblins) y Fantasy zone escape from the pyramid (2016). Sequentia soft (Fran Kapilla) destacaba por elaborar aventuras conversacionales: The time machine (2021) basada en la obra de H.G. Wells, una El mosquetero de la reina (2020) con anuncio promocional live-action y todo, Una luz en la nieve (2020) inspirada en el cuento de Hans Christian Andersen, Huellas (2020), Una bruma en Stratford (2019), El caballero y la muerte (2020) adaptando El séptimo sello de Ingmar Bergman, o una Sinclair 1: el camino comienza (2021) realizada en homenaje a Sir Clive Sinclair durante los dos dos días posteriores a su muerte, una visual novel que ponía al jugador en la piel del inventor del ZX Spectrum. Además de pelearse con tanto texto, Sequentia también se atrevió con la acción en juegos como el saltarín Peplum (2020) y el muy llamativo Storm over Valhalla (2023).
Al muy prolífico y veterano Radastán le debemos un demake de Dead space (2017), un Heroes rescue (2016) protagonizado por Fry de Futurama, una conversión maja del clásico de recreativas Snow bros. bautizada como Speccy bros. (2012), un Flame princess Adventure time (2016) sobre las correrías de la Princesa Flama de Hora de Aventuras, los robos isométricos de Justin (2007), Gimme light (2011), Knightmare ZX (2012), El hombre que susurraba a las balas (2013) , Mag the magician (2017), Nightmare on Halloween (2013), o el plataformero Misco-Jones: raiders of the lost Vah-ka (2103). A Climacus (Eduardo Martin Torices), colaborador habitual de Radastan, le tenemos que agradecer la existencia de Knightmare 2 ZX (2015), Specsit (2016) o un curioso homenaje a Atic atac llamado Tiki taca (2019) que llevaba aquel juego en 2D de Ultimate a la dimensión isométrica que popularizó la propia compañía. El grupete EJVG aún acaba de aterrizar, pero lo ha hecho con una bonita carta de presentación, una muy cuca versión de Hollow knight titulada Hallowed knight (2021). La aparición del sello Topo siglo XXI no solo vino de la mano de aquella edición extendida de Viaje al centro de la tierra, comentada en algún momento anterior en esta tanda de artículos, sino también junto a la publicación de cosas como el raquetero King of pong (2010); una aventura isométrica inacabada en su momento, y rematada recientemente, llamada En busca de Mortadelo (2017) con Filemón Pi rastreando el paradero de su colega; y otra gesta en perspectiva Filmation llamada Topo mix game (2017) fabricada a modo de homenaje a los treinta años de la fundación de la compañía y con un reparto de personajes y elementos pescados de diversos juegos clásicos de Topo soft.
Computer emuzone games studio hace tiempo que cerró sus puertas, con un bonito remake para Pc de El Capitán Sevilla, pero su andadura ha amparado una nutrida colección de producciones: puzles como Betiled! (2007); conversiones como Pitfall ZX (2003), Columns (2005), o un Cannon bubble (2007) que vestía la mecánica de Bubble bobble con pintas piratescas; Phantomas saga: infinity (2006) ; I need speed (2009), Jinj (2008); el picross de iLogicAll (2008); Run Bill run (2005); Ragnablock (2006); o Moggy (2005). Y también algunos otros juegos, publicados inicialmente bajo esta marca, que serían readoptados por otra gran compañía moderna de creadores spectrumeros: The Mojón twins.
The Mojon twins suponen uno de nuestros valores estrella en los pastos del homebrew para hardware desfasado. La historia de su formación, según explica su propia página, incluye a un hombre llamado Thomas Ubrhes dirigiéndose a agarrar un Nesquik de la nevera en 1916, contemplando la aparición de Vah-ka, líder de los terneros cósmicos, y recibiendo la noble misión de fundar The Mojon twins. Ubrhes, por lo visto, ignoró la comanda para dedicar el resto de su vida, dos años, al estudio de la vaca frisona y escribir sci-fi. Pero unos jóvenes españoles osados decidieron recoger ese testigo para establecer el equipo The Mojon twins y dedicarse al cultivo de la alcachofa de lunares en un principio, y a programar juegos más adelante. The Mojon twins también son una agrupación rodeada de hermetismo y misterio, hasta el punto de afrontar las entrevistas oficiales enviando a ellas a Eleuterio el Mono Serio, su manager, en representación del equipo.
Sea como fuere, The Mojon twins se presentaron en sociedad en la escena hace ya tres lustros. Y lo hicieron de manera notoria, con cosas como un simulador de recibir la primera hostia (consagrada), Ultimate first comunion simulator (2007), una aventura de texto inspirado por la exótica estirpe de los chonis zaragozanos, Drama en el barrio La Jota – ¡Co! (2008), un Turtogas (2008) basado en una de las fases desaparecidas del Viaje al centro de la tierra de Topo soft, o un Sila Tsikl (2007) donde era necesario ayudar a la ocultista Maripuri Goldween-Ambush a resolver puzles dominando los tres grandes elementos primordiales del universo: piedra, papel y tijeras. Tras estos prometedores inicios, The Mojón twins han dedicado su existencia a adorar las ubres de la Vah-ka esa, y a parir sin parar videojuegos para diversos sistemas retro: ZX Spectrum, ZX81, NES, MSX, MSX 2, AMSTRAD, Master system, Megadrive, , MS-DOS, C64 o SG-1000, divertimentos entre los que habitan cosas tan fantásticas como un Espitenen und Herr Pimponen para la Nintendo protagonizado por las estrellas de nuestro Barrio Sésamo: el erizo rosa Espinete y lo que dios quiera que fuese Don Pimpón.
En el Speccy, la dote de esta desarrolladora es de un tamaño envidiable y está repleta de nombres mojones que provocan ternura: Ramiro el vampiro (2016), Maritrini freelance monster slayer (2011), Cheril of the bosque (2010), Cheril of the bosque en otro bosque (2018), Cheril perils (2010), Cheril the Goddes (2012), un El hobbit (Vahka’s cut) (2013) basado en cierto libro que los autores habían leído hace tanto tiempo como para «solo recordar levemente el argumento», un Sgt. Helmet training day (2013) hecho en cinco días «porque hacer un güego en más de 5 días debería ser ilegal», Cheman (2018), Biniax 2 (2009), un Ninjajar! (2014) que bebía de Alex Kidd, Zombie Calavera (2011), Sir Ababol (2010), Sir Ababol II (2013), un Ramiro el vampiro en el misterio del papiro (2023) con un Ramón el Faraón habitando Abu Cimbrel, Shoot redux: Marifrisky space warrior (2008), Cadàveriön (2013), un Goku mal (2013) donde un clon cutre de Goku salía a la caza del científico loco que lo había fabricado por error y abandonado posteriormente en una pila de calcetines sucios, Jet-Paco (2015), Lala the magical (2010), Mariano the dragon (2008), Nanako in classical japanese monster castle (2007), Nanako descends to hell (2009), Uwol (2009), un Zombie Mall (2022) con amenaza de no muertos campando por el Lidl, o un un Leovigildo, ¿pero qué haces, Leovigildo? ¡¡Leovigildo!! (2104) cuya compleja trama implicaba a una estirpe de nobles enriquecida gracias al tesoro de la tribu africana de los Jamacucos (provincia de Badajoz), un mayordomo enredado en desavenencias matrimoniales entre Duques, conguitos de sandía, una incursión en el circo, y mucho «amowr». En serio. Entre medias, los gemelos Mojón incluso tuvieron tiempo de expandir las aventuras del Phantomas de Dinamic con nuevas entregas: Phantomas tales #1: Marsport (2009), Phantomas tales #4: severing sewers (2011), Phantomas en el museo (2012), Phantomasa 2 (2007) o Phantomasa 3: fundamentally loathsome (2022).
Además de todo lo anterior, The Mojón twins también son los responsables de poner a disposición de los programadores un motor para hacer videojuegos: La churrera (MTE MK1) y su posterior versión MTE MK2. Una herramienta, con tutoriales incluidos, con la que otros inquietos crearon cosas como el miniMetroid Sami troid (2014) o un buen puñado de los juegos que se han ido mentado a lo largo de este artículo. Pero, sobre todo, los fabulosos Mojón twins son los creadores de la aventura con el título más épico y demencial de toda la historia de los videojuegos: Maritrini, Freelance Monster Slayer en «Las increíbles vicisitudes de despertarse resacosa con Fred en la cama y tener que llegar más o menos puntual a la prueba de “Monstruos Vigorosos de Pechos Lustrosos”» featuring Los Fratelli (2014).
HEXPECTACULAR el currazo que te has pegado con esta serie de artículos, Krad.
Yo era de CPC, pero se me ha quedado la cara de tonto recordando tantos y tantos juegos que caté en mi infancia, y de una forma tan amena.
De Matrícula de honor.
Enhorabuena. Cuanta nostalgia y recuerdos.
Muchas gracias
Un aspecto que no sé si conoces, pero al menos en el artículo no se menciona, es que na_th_an(José Luis Castaño González) de LokoSoft (los pioneros del Homebrew Spectrumero) es el mismo na_th_an de los Mojon Twins :-)
¿Existe la posibilidad de obtener estos 5 artículos en papel físico? Aunque fueran 5 revisas, me gustaría tener estas fantásticas guías para el futuro. Enorabuena.
Un detalle, HEROES RESCUE lo publiqué yo con DEFECTO DIGITAL. Radastan colaboró con algunos sprites e hizo la pantalla de carga.
Gracias por el artículo, es impresionante.
Bestial la vida que tiene la máquina. De hecho te dejas un montón de juegos por el camino :)
(auto-spam, lo sé) Como mi versión del Alleycat, Misifu , o el MS Pacman, ambos con la colaboración de un miembro del Pat Morita team.
Espectacular articulo. Como dicen arriba: Matricula de honor.
Yo tenia un MSX y no sacaban casi juegos.