El terror en Estados Unidos tiene formas que otros países occidentales desconocen: ciudadanos con derechos y libertades que creen que defender a la nación implica sembrar el terror, armados y amparados por jueces, políticos y policías y una interpretación primitiva y literal de la Constitución. Y tienen un partido de mayorías —el Republicano—, donde los grupos fringe empujan una agenda autoritaria tan gritona que encontró a la dirigencia del partido muy predispuesta a hacerles caso a cambio del voto. ¿Qué frutilla corona el postre? Son blancos, son hombres, son muchos —y tienen armas. Son el terror blanco.
El terror político no es nuevo en Estados Unidos, pero se ha convertido en una amenaza mayor en las últimas décadas. De los 1040 ataques terroristas ocurridos entre 1994 y 2021, compilados por el Center for Strategic and International Studies (CSIS), un think tank de Washington D. C. enfocado en análisis globales, más del 15 % sucedieron en los dos primeros años de la presidencia de Joe Biden —o, dicho de otro modo, una vez que Donald Trump dejó la Casa Blanca denunciando un fraude electoral inexistente—. La gran mayoría de esos asaltos fueron responsabilidad de grupos de la ultraderecha1, que solo desde 2015 planearon o ejecutaron 267 actos de terror, en los que murieron 91 personas.
La violencia de la ultraderecha blanca ha producido una respuesta en el otro extremo del arco político: el terror de la extrema izquierda, dice CSIS, creció también en los últimos años, pero aún representa una fracción de los asaltos de la ultraderecha. Mientras unos atacan a civiles —sus víctimas representan a todas las minorías (negros, musulmanes, inmigrantes, asiáticos, LGTBIQ+)—, clínicas para abortar o iglesias, los otros intentan reventar oleoductos y cuarteles policiales.
¿Qué dice esto? No hay balanza con dos demonios: la extrema derecha es la responsable sustancial del clima de dientes apretados en Estados Unidos. Sus actos terroristas se dispararon tras la elección de Barack Obama2, el primer presidente negro de la historia estadounidense. Desde entonces, grupos como Proud Boys, Three Percenters —una organización parapolicial anti Gobierno federal—, los conspiranoicos de QAnon, los Oath Keepers —muchos de ellos expolicías y exmilitares— o los etnonacionalistas xenófobos de VDARE reclutaron nuevos miembros, movilizaron a la militancia e hicieron más visible su propaganda en las redes sociales.
La elección de Donald Trump catapultó a los orcos. Trump fue —es— un facilitador del autoritarismo y de la destrucción de la llamada institucionalidad democrática. Trump se afanó mucho más allá de dejar que grupos fascistas y neonazis se ocupasen de la «seguridad» en sus mítines portando armas largas y vestidos con uniforme militar. Su centralidad fue tal que, en el primer debate preelectoral con Biden, fue renuente a condenar la violencia neonazi. «Stand back and stand by»3, les dijo a los Proud Boys («Retrocedan y esperen»). Como si fuera un anticipo, los Proud Boys y otros grupos ultras estuvieron en la primera línea de asalto de la insurrección que tomó el Capitolio en enero de 2021 para evitar la certificación de Biden.
El terror político es siempre hijo de una vanguardia más o menos iluminada ungida por un dios humano: un grupo se apropia de las angustias, ansiedades y miedos, de las expectativas irresueltas y de los prejuicios, y los emplea para obtener ganancias políticas con un alto impacto psicológico. Trump indujo a invadir el Capitolio —«If you don’t fight like hell you won’t have a country anymore»4— y, tras ello, no solo defendió a los criminales que gritaban «¡Cuelguen a Mike Pence!» —para él, es de «sentido común» que la gente quiera ahorcar al vicepresidente si no apoya sus quejas por un (inexistente) fraude electoral5— y ha seguido alentando el discurso destituyente para encender los ánimos de su electorado hacia las elecciones presidenciales de 2024.
La violencia infinita
El terror político no acaba en la retórica: necesita actuar. Atormentar a los demás hasta que renuncien a la convivencia y se sometan. Tampoco precisa ser mayoritario. Anne Applebaum lo escribió en su libro Twilight of Democracy: la democracia debe justificarse a diario, tan joven e imperfecta; la violencia —partera de la historia, dijo uno— tiene seducción milenaria.
Resentimiento, miedo y revancha condimentan el caldo social y político. La teoría del gran reemplazo está en el corazón del etnonacionalismo, agrupado con y más allá de Trump. Desde Estados Unidos a Hungría o Italia, gana tracción la noción de que los blancos están siendo desplazados por minorías gracias a supuestas políticas migratorias laxas de los gobiernos y a que esos indeseables tienen una tasa de reproducción mayor.
El gran reemplazo no es una ocurrencia crecida en la marginalidad económica o en el activismo descerebrado. Muchos de quienes asaltaron el Capitolio ni eran rednecks ni eran hillbillies sin dientes: eran personas de clase media6, hombres y mujeres de mediana edad sin vínculos llamativos con organizaciones de la ultraderecha. Mr. John y Mrs. Daisy, vecinos de la cuadra, son blancos atemorizados por el mestizaje o, de otro modo, el cambio7. Una infantería informal, enardecida por la vanguardia ultra: el terror vuelto acto social más o menos masivo, asimilado por cientos de miles o millones de personas como una normalidad. El miedo como catalizador.
Un trabajo del Chicago Project on Security & Threats (CPOST), un centro apartidario de la Universidad de Chicago dedicado al análisis político-económico, encontró una respuesta inquietante: la motivación racial es profunda en los activistas de ultraderecha. Cuando analizó los casos de los 377 detenidos por el asalto al Capitolio encontró que esos hombres —casi todos blancos— provenían de 44 de los 50 estados del país. O sea, tanto de territorios republicanos como demócratas. Entonces ¿qué los unía? La mayoría vivía en condados donde la población blanca no latina se había reducido significativamente.
Lanzar la red
Los asaltos no son demasiados, pero sirven a la espectacularización. Los medios amplifican el suceso y las redes ensanchan las interpretaciones. Medios de propaganda de la ultraderecha —como Fox News o Breitbart y One American News— justifican o minimizan los actos bajo el presupuesto de que se trata de ciudadanos indignados. La convivencia en las plataformas de internet copadas por la ultraderecha refuerza el sentido de pertenencia presentando a los criminales como héroes de la causa. Los intercambios en las redes contribuyen a alimentar el temor civil. El miedo es una conversación social de la que todos participamos.
El terror ha encontrado nuevas formas de propagación en las redes, un café para revolús abierto 24/7, multitudinario y transfronterizo. Las cámaras de eco y las burbujas de filtración permiten crear universos a medida, encapsulan y segmentan, facilitando que cada quien crea lo que quiere creer y lo refuerce en el ida-y-vuelta con la tribu de semejantes. Los algoritmos seleccionan información con base en los datos/rastros que deja nuestro comportamiento digital, de manera que quien desee vendernos algo —desde unos zapatos a una idea— pueda seguir esas preferencias. Por elección propia o por efecto de los algoritmos, las redes crean cámaras de eco que nos sobreexponen a ideas afines y producen burbujas de conformidad eliminando la información que nos contraría, como si fuéramos bebés entre algodones, para no lastimarnos al caer.
La pérdida de certezas hace desastres con la psique humana. Al sostener la idea de una amenaza existencial a la cultura, religión, raza o nación que somos —una noción enarbolada por todos los populismos y todos los autoritarismos—, la narrativa de la securitización obliga a los patriotas a desplazar a Los Otros que no son parte de El Pueblo elegido a través de la confrontación. Y la confrontación incrementa el riesgo de la explosión violenta, social o institucional.
«Los académicos se cuidan de no producir comentarios ligeros que actúen como aceleradores de creencias demoníacas sobre las redes sociales y su vínculo posible, probable o real con la violencia —escribí hace no mucho—. Pero, en climas de polarización marcada, grietas y desestructuración del diálogo, personas radicalizadas pueden crear círculos cerrados de comunicación con otros fanáticos y dar el paso indeseado y convertirse en terroristas digitalizados»8.
Claro, suponer que solo cámaras de eco y burbujas de filtración operan sobre nuestros consumos es igualmente determinista. El contexto importa y nuestros vínculos cara-a-cara son importantes para definir nuestra concepción de la vida o la política. Esto es, un enorme volumen de nuestras decisiones sobre qué creer o hacer sucede fuera del espacio virtual, en la relación dialógica con los otros.
El intento de golpe de Estado del Capitolio repuso que los blancos que temen perder la America anglosajona pueden darse la mano con extremistas y, potenciados por la tribalización y un líder populista autoritario, salir a la calle a destrozar la convivencia ordinaria. Las redes solo son una herramienta, un escenario de intercambios, como los viejos cafés y bares, pero es la calle —metafóricamente, la movilización de masas— la que aún constituye un factor central de la acción política: alguien debe hacer después de decir. «Hay gente que tiene visiones extremas y consume cosas extremas, y, si les das eso, es extremadamente probable que dispare reacciones —me dijo Karsten Müller, un especialista en políticas públicas de Princeton University que investigó la relación entre Facebook y la violencia racial en Alemania—. No necesitas muchas personas que crean deep fakes o fake news [para que suceda la reacción]: solo una con un arma».
Pet friendly? Gun friendly!
En un solo mes de 2020 —marzo—, el FBI registró casi cuatro millones de verificaciones de antecedentes para comprar armas en todo Estados Unidos9. Más de un millón de esas verificaciones ocurrieron en solo siete días: cuando la Casa Blanca ordenó los primeros confinamientos por covid. Los especialistas creen que detrás de esa prisa nerviosa hay millones de personas temerosas de un Armagedón social. Las teorías conspiranoicas suelen dibujar este escenario: ante una crisis mayor, cuando reinen el pánico y la anarquía, las fuerzas de seguridad serán incapaces de mantener el orden si el Gobierno federal decide restringir los derechos individuales —como fueron los confinamientos de la pandemia— y, en un avance colectivista, crea una tiranía.
No es una idea absurda. El protagonista de buena parte de los crímenes masivos perpetrados en Estados Unidos es un individuo que decide corregir las cosas porque, sostiene, nadie hace lo correcto. Detrás de cada acto terrorista reside una filosofía identitariamente libertaria: la sociedad debe armarse para enfrentar los cambios del statu quo. Y Estados Unidos es el único país del mundo donde los civiles amasan un poder de fuego capaz de competir con el de las Policías locales: 120,5 armas por cada 100 personas10.
Merced a las leyes de portación de armas, los actos políticos de la derecha han sido un escenario de exhibición de AR-15 y otros fusiles semiautomáticos capaces de masacrar decenas de personas en minutos. De hecho, el arsenal disponible ha facilitado que la mayoría de los recientes actos terroristas sean cometidos con armas11. Hay una vinculación directa entre la extrema derecha, el terror civil y político y el apoyo a la segunda enmienda de la Constitución estadounidense, que en el siglo XIX permitió la formación de milicias civiles de autodefensa en caso de un colapso del Gobierno federal. Y mientras un 73 % de los votantes demócratas cree que la violencia armada es un problema mayor, apenas piensa igual el 18 % de los electores republicanos y conservadores12.
Y esto es parte del problema, porque la solución al terror político requiere, claro, de una institucionalidad alineada. En 2021, la Casa Blanca actualizó su estrategia de contraterrorismo doméstico13. La idea es que, además del FBI y el Departamento de Seguridad Nacional, que cumplen roles centrales en diseño y prevención, las policías locales y estatales refuercen su capacidad para detectar sospechosos. El problema es que le estarían pidiendo al enemigo que se cuide solo: «en cada región del país», supremacistas blancos y neonazis se han infiltrado en las policías14. No son inusuales las fotografías de agentes y oficiales posando con milicianos de ultraderecha y, en al menos dos estados grandes —California y Pensilvania—, las fuerzas de seguridad han colaborado con grupos neonazis para perseguir a activistas o no intervinieron y se dedicaron a contemplar cómo los extremistas atacaban a periodistas y manifestantes.
Si las policías son un inconveniente, un número significativo de jueces federales nominados por Trump y una Corte Suprema inclinada a la derecha son otro dolor de cabeza mayor. Los latinoamericanos lo conocemos largamente: una justicia politizada y partidista abona el cambio de régimen y la consolidación de una hegemonía. Según estudios de quinientas decisiones judiciales en los cincuenta estados del país, los jueces suelen favorecer a litigantes de su misma ideología o pertenecientes al partido que los nominó15. Y esto es especialmente severo, pues, si en algún lugar se realiza la procuración de justicia, es en las cortes estatales —la Corte Suprema revisa cien fallos al año, mientras que los jueces de menor instancia resuelven cien millones de casos en el mismo tiempo.
La revolución conservadora
En buena medida, este tipo de justicia y de policía tiene cabida en la sociedad americana por el decidido trabajo de transformación política ejecutado desde los años ochenta por el Partido Republicano. El GOP (Grand Old Party) es el ejecutor del desmoronamiento de la democracia liberal en los Estados Unidos. Destruir una nación necesita de un plan y el proceso puede ser asumido por sus ejecutores como una causa justa. Desde Richard Nixon, los republicanos viven un proceso de degradación intelectual que pone bajo sospecha su compromiso democrático. Ronald Reagan fue la cara visible de la revolución conservadora cuando el partido instauró reformas estructurales en el Estado y en la economía mientras el movimiento conocido como la Mayoría Moral —de la derecha cristiana— llevaba su credo a las instituciones y a las legislaturas.
Hoy tiene sentido que el ultraconservadurismo resista el cambio demográfico, cultural y político apretando los dientes. Al cabo, no hay revolución sin violencia y el conservadurismo se ha preocupado por la elección de un presidente negro, el voto mayoritario a una candidata mujer como Hillary Clinton y las crecientes demandas de ampliación de derechos para minorías.
Por eso, el GOP es una máquina de destrucción de la coexistencia civil. Como el votante conservador se ha desplazado a la derecha, la dirección republicana se ha empleado en justificar o suavizar las amenazas de los ultras. Su entrega al clericalismo y antisecularismo en apariencia incombustibles para rediseñar el futuro de los Estados Unidos necesita de las cowboy politics: la violencia no puede estar ajena a una transformación que debe hacer crujir los cimientos de la democracia liberal estadounidense.
En ese plano, el GOP no solo se negó a considerar como golpistas a los insurrectos del Capitolio sino que ha minado los esfuerzos de la Comisión investigadora del asalto, ha levantado sospechas sobre la probidad de los agentes del FBI que acorralaron a Trump por robar documentos secretos y disputa la calidad de las investigaciones por violencia encaradas por el Departamento de Justicia. Y sin olvidar un pequeño detalle: 147 miembros del Congreso —todos republicanos— votaron contra la certificación de Biden apenas horas después del intento de golpe fogoneado por Trump. «Un partidismo feroz, racializado y a veces violento nos ha consumido —escribe Dana Milbank en The Destructionists: The Twenty-Five Years Crack-Up of the Republican Party16—. La violencia nacionalista blanca y antigubernamental se está extendiendo, y una parte importante del país vive en un universo paralelo de hechos alternativos y teorías de la conspiración».
Mientras el Partido Republicano insista en dar cobertura ideológica a los extremistas y mantenga su insinceridad democrática, el terror político mantendrá su presencia visible o subterránea. El asalto al Capitolio fue apenas un episodio. La ultraderecha estadounidense ha seguido organizándose tras la salida de Trump de la Casa Blanca y el populismo incendiario del expresidente representa tal peligro que en 2021 el FBI investigaba a varios grupos violentos que lo apoyaban. El extremismo ultra se fortalecerá para 2024, cuando —con Trump o un émulo— el republicanismo intente un asalto —¿final?— a la liberalidad política de Estados Unidos con un proyecto neofascista.
Todo en nombre de la patria, esa sinrazón de emotividad exaltada. Y tiene lógica: que no exista una razón populista sino una emocionalidad populista —pues la búsqueda permanente es la reacción subjetiva de las masas— facilita que los ciudadanos internalicen la presunta amenaza a la seguridad del grupo y reaccionen sin demasiada provocación. Los asaltantes al Capitolio asumieron como real la fantasía de un modus vivendi amenazado.
Un líder siempre se beneficia con el terror de las masas. Como un profeta apocalíptico, ese jefazo demandará que El Pueblo se inmole para alcanzar su destino manifiesto de grandeza. Los devotos protagonizarán un martirio por la causa y se enfrentarán a la ley para combatir a sus enemigos. El terrorista, como todo fanático, sirve a un fin superior, incomprensible para los mortales comunes. Su ídolo —de barro— es la idealización de un dios o el endiosamiento de una idea. Todos reclaman por la libertad y desafían a las autoridades y a Los Otros por el daño que producen sobre sus derechos personalísimos. En su lógica, si las instituciones no hacen su trabajo, ellos lo harán. Es el deber de los patriotas salvar a la nación.
No hace falta más que creer, escribí por allí17, para que el miedo apriete un gatillo, asalte un Gobierno, linche personas.
Notas
(1) Doxsee, C. et al. (17 de mayo de 2021). Pushed to extremes: domestic terrorism amid polarization and protest. CSIS Briefs. Center for Strategic and International Studies (CSIS).
(2) O’Harrow Jr., R., Ba Tran, A. y Hawkins, D. (12 de abril de 2021). The rise of domestic extremism in America. The Washington Post.
(2) Declaraciones de Donald Trump en el primer debate presidencial entre el entonces presidente y el candidato Joe Biden. Se celebró el 29 de septiembre de 2020, fue moderado por Chris Wallace, de Fox News, y retransmitido por las principales cadenas del país.
(4) Savage, C. (10 de enero de 2021). Incitement to riot? What Trump told supporters before mob stormed capitol. The New York Times.
(5) Mangan, D. (12 de noviembre de 2021). Trump defended Jan. 6 Capitol rioters chanting «hang Mike Pence», called anger over Biden election result «common sense». CNBC.
(6) Caro, M. (19 de julio de 2022). The Big Truth. Chicago Magazine.
(7) Pape, R. A. (6 de enero de 2022). The Jan. 6 insurrectionist aren’t who you think they are. Foreign Policy Magazine.
(8) Fonseca, D. (2021). Amado líder. Harper Collins.
(9) Fonseca, D. (7 de junio de 2020). Estados Unidos: El país donde las armas llevan el apellido del presidente. Ojo Público.
(10) Black, T. (25 de mayo de 2022). Americans have more guns than anywhere else in the world and they keep buying more. Bloomberg.
(11) Bialik, C. (12 de junio de 2016). Terrorists are turning to guns more often in U.S. attacks. FiveThirtyEight.
(12) Schaeffer, K. (13 de septiembre de 2021). Key facts about Americans and guns. Pew Research Center.
(13) The White House (15 de junio de 2021). FACT SHEET: National Strategy for Countering Domestic Terrorism. Briefing Room (statements and releases).
(14) Levin, S. (27 de agosto de 2020). White supremacists and militias have infiltrated police across US, report says. The Guardian.
(15) Shepherd, J. y Kang, M. S. Partisan Justice: How campaign money politicizes judicial decisionmaking in election cases. The American Constitution Society for Law & Policy (ACS).
(16) Milbank, D. (2022). The Destructionists: The twenty-five years crack-up of the Republican Party. Penguin Random House.
(17) Fonseca, D. (2021). Amado líder. Harper Collins.
Sí, así está pasando. USA es cada vez menos importante: su cultura, su cine, sus mitos, su economía. Quien tuvo retuvo. Habrá resistencia, miedo, asimilación. Los migrantes hacen cola en sus fronteras. China, Japón, Corea, Polonia, Hungría etc lo tienen claro: fronteras cerradas, homogeneidad interior y cinismo exterior. Usa y también Europa occidental somos mucho más complicados. De nosotros puede esperarse lo peor y lo mejor. Ya veremos. Abrimos con violencia el resto del mundo y éste ahora nos responde y nos abre y nos muestra las vergüenzas. Buena cabeza y prudenciar. La mayoría de esos supremacistas blancos en cuanto una negra/o, una mulata/, una latina/o, china/o les haga tilín se olvidarían de la pureza racial. Yo creo que no hay otra que mestizarse. Simplemente Usa y Europa occidental, nosotros un poco menos, vamos a la cabeza. Ya les tocará a los demás. De hecho, Centro y Sudamérica son los heraldos del futuro mestizaje universal, tomemos nota en lo bueno y lo malo. Polacos, húngaros, ucranianos, chinos, japoneses váyanse preparando. No digo que sea mejor o más hermoso que las viejas naciones racialmente homogéneas; simplemente o mestizaje o destrucción mutua asegurada. A mí, por mestizas, Rusia o España me parecen con más futuro que Ucrania o Polonia, por poner un ejemplo.
Parece que después de ti los niños salieron a jugar al recreo.
En Rusia hay un mestizaje de facto, pero no de iure. Las nacionalidades no eslavas han protestado siempre por la segregación racial que existe dentro del país. Tener rasgos orientales hoy en día allí es parecido a ser negro en Alabama en los años 40. Los chinos son muy racistas respecto de las personas con piel de melanina. No creas que los mediterráneos les agradamos demasiado (somos brownies), pero hay cafeterías en Pekin en donde no sirven a personas de color. En Perú, en Bolivia y algún otro país latino se da el racismo en contra de las personas con rasgos indígenas. Te recuerdo que en el pasado mundial de fútbol los emigrantes oprimidos en Qatar apoyaron a Argentina como modo de visibilizarse en un país que se beneficia de su explotación y niega su existencia. ¿Y qué hicieron los argentinos? Llamarlos de todo en lugar de ensalzarlos por haber elegido como estandarte propio a su selección. El mestizaje no ha calado tanto. Aquí tampoco. Los dos partidos de extrema derecha siempre están enfrentándose a los inmigrantes. Ayer mismo la infumable Quintana reconocía sus orígenes en Usera “antes de que fuese Chinatown”. En cuanto improvisa algo le sale espontáneamente el ramalazo racista. No son pocos. Si a esa presentadora la ven tantos es porque están en onda con sus ideas.
En cualquier caso, gracias por intervenir de manera inteligente. Así da gusto dialogar.
¿Y no se atraganta con tanto vagabundeo y tanto cambio de nombre?
Tampoco tildar al Pepé de ultraderecha lo hace más zocato. En fin, la soledad y la inercia.
Pero bueno, vamos a ver… ¿Es que no va a poder uno o una, tener el derecho de negarse a mezclarse con quien le dé la gana? Y no entro en detalles, ¡»CON QUIEN LE DE LA GANA», hostia!
Efectivamente, le doy la razón. Yo, por ejemplo, no me mezclo con racistas.
Bueno, yo no he mencionado «raza» pero ha faltado el tiempo para que el primer racista que no sabe que lo es o que no quiere saberlo, quiera quedar en su altarcito de santo. Me gustaría verte la cara que ponías una mañana en la que al despertarte, vieras que habías pasado de la raza blanca a cualquiera de las otras que pueblan el planeta. Hipocritón.
Tiene bemoles. Ahora resulta que señalo con el dedo a una racista que hace de racista y el racista soy yo (porque piensa que todos somos como ella y supone que yo soy blanco). Trollon.
Me gustaría verle la cara que pondría una mañana en la que al despertarse, viera que había pasado de su cara de troll racista a una cara de persona sin taras y sin deficiencias morales.
Usted lo único que ha hecho es insultar. Pues claro que es un derecho de cada persona decidir con quién se junta. ¡Faltaría! Lo que hay que exigir es que en lo tocante a lo común, es decir; a las relaciones sociales en espacios públicos y de la vida social en común, nos respetemos, que no quiere decir que nos queramos ni que tengamos que mostrar simpatías por todo el mundo. Pero ya sólo faltaría que se nos obligase a tener que aceptar en nuestra vida privada a personas que no nos da la gana de aceptar, por las razones que sea.
¿Y usted qué hace?
Yo he parafraseado a la troll Antonia. Ni más ni menos insulto que ella. Porque lo de racista ella se lo toma a gala
Si usted no se da cuenta de lo que estaba haciendo la señora, ello es su problema, pero no se exalte conmigo.
La señora no está defendiendo que cada uno se junte con quien le dé la gana sin tener que justificar nada, a eso llegamos todos. La señora está galleando de racista y si usted no ve esa obviedad, es ciego o algo peor.
Usted sabe lo que piensa – pero no dice – usted, y también sabe lo que piensan – pero no dicen – los demás.
Lo primero es verosímil; si es honesto o no, es cosa que solo sabe usted.
Lo segundo es un clásico: el insulto velado es un insulto cuando lo cometen contra mí. Cuando lo cometo yo, es libertad de expresión, omnisciencia o agudeza visual.
Yo estaba a punto de poner algo gracioso para bajar un poco el tono. Iba a decir que me iría corriendo a jugar un partido de baloncesto y dejar al personal boquiabierto haciendo unos mates pero no lo puse porque resulta que eso es microracismo ya que implica que la idea que tenemos de ser negro es ser atléticamente mejor.. Uy, creo que me quedaré callado entonces.
Casi preferiría amanecer como judío, son los de la pasta, no?
Pero, soy blanco? o soy blanco español que no soy tan blanco como los holandeses… uy perdón, neerlandeses… uno ya no puede escribir nada sin miedo a equivocarse..
bueno, el artículo va de lo que va, así que no hace falta mucho para saber de qué va su comentario.
j
Usted puede relacionarse con quién usted crea, como si no quiere relacionarse con nadie y se va a vivir de anacoreta a una montaña. De lo que se habla aquí es de violencia ejercida por los racistas ¿se da por aludida?.
No, lo cierto es que soy incapaz de matar una mosca y esto es así literalmente, porque incluso me niego a liquidar colonias de hormigas en mi casa de campo. Pero os voy a contar una anécdota que nos pasó en el metro de Nueva York hace más de 50 años a mi marido y a mí, junto a otro matrimonio amigo. Resultó que entramos en un vagón y al instante nos dimos cuenta de que absolutamente todos los demás pasajeros que nos rodeaban, eran negros que nos miraban de modo hostil con ese racismo que algunos pretenden encasquetarnos exclusivamente a los blancos. Entonces, 1970, los cuatro éramos jóvenes, muy guapos y blancos y eso se reflejaba en la cara de odio de aquella buena gente. No os hagáis mala sangre, el racismo tiene razón de ser que viene avalada por cientos de miles de años de evolución. Si somos racistas (todos) por algo será,
Yo soy negro y veo una rata que piensa que todos los humanos que la rodeamos también son ratas. Pobrecita.
Ay, Máximo, Máximo… ¡Tú qué vas a ser negro! Con tal de no apearte del burro hasta querrías pasar por eso. ¿No sería más honesto mirar dentro de nuestro interior por duro que sea, para afrontar nuestras limitaciones y prejuicios con humildad y sin histerias?
La clave está en sospechar de que ese interior suyo no es ni tan interior ni tan suyo. El color de la piel no tiene poder más allá que el fetiche que la cultura, mediada por intereses de clases ajenas, le quiera otorgar. Siempre es bueno para algunos que haya otro donde encarnar los miedos y las culpas colectivas, la raza es el vehículo que aupó al colonialismo.
Ratita, a ver quién mueve esa colita…
¡Ja, ja, Máximo, ahora ya te acabas de volver majara! ¡Llevando este simpático coloquio al terreno sexual! Por mí, no habría problema para echar un polvo cuando quisieras siempre y cuando no fuera verdad lo de que eres negro. Una vez, follé con uno y todo fue de maravilla pero cuando se fue tuve que abrir toda la casa para que corriera el aire del pestazo que dejó el pobre chico. Catinga creo que le dicen. Chau!
¡¡Eh, que eso de arriba no lo he escrito yo!!
¡¡Vaya trollazo!!
Tú tampoco estuviste en NY hace más de 50 años ni creo que tengas edad para haber vivido la recurrente anécdota que cuentas dentro de un discurso común de anecdotarios racistas. Y lo de la justificación de»todos somos racistas» ya si eso lo miramos en otro momento
¿Cientos de miles de años de evolución? El racismo no tiene tanto pedigree, es una cuestión cultural que emerge del siglo XV con la limpieza de sangre. Básicamente otra forma justificar la desigualdad social, la discriminación y los privilegios basada en una mistificación de la esencia.
Y?
Pues muy mal por ellos. La educación puede solucionar el problema para siempre. No vayamos a temas antropológicos, que sí… que comíamos como locos por si venía el lobo y por eso ahora nos damos atracones…. bueno, se los dan lo tontos, los que no se saben controlar.
Que nos vamos a volver una raza mestiza… pero si ya lo somos!
Qué cojones me importa que dentro de 100 años seamos todos más marrones… qué diferencia hay, qué afecta eso a mi efímera vida…
El artículo va de vender una parte de la realidad. Que es cierta. Pero si se quiere hablar de racismo y violencia en los EEUU, los ejemplos más claros a día de hoy no los protagonizan precisamente los supremacistas blancos.
venga, ilumínenos
j
El artículo es interesante, pero uno de los problemas del periodismo que trata temas anglosajones y se nutre de fuentes anglosajonas es que acaba escribiendo en un castellano «anglosajonificado» bastante ramplón.
Mal pinta. Es curioso ver como esa ultraderecha internacionalmente se mueve buscando lo mismo pero apelando en cada país a los sentimientos mediados por la cultura, pero en el fondo exaltando sentimientos frente a racionalidad. La verdad deja de ser un asunto de consenso sometida a crítica racional y contrastada empíricamente con la realidad para ser lo que se «siente subjetivamente». Aquí en España se apela a que la libertad es tomarse una cerveza después de haber competido con el resto en una carrera individualista, y funciona. Consigue que se vote por los principios (Patria, religión, egoismo recompensado, meritocracia y cultura del esfuerzo) y se olvidan las necesidades (sueldo, vivienda, energía, alimentación, salud, cuidados, conciliación…). Eso cuando no se apela al miedo al Otro, (al extranjero, al negro, al moro) Es increible el poder de la cultura para invertir los valores.
Me parece a mí que lo que usted dice, sobre todo lo de exaltar sentimientos frente a racionalidad, se aplica a toda la política actual y no sólo a la ultraderecha. Así es como se consiguen votos sin saber hacer en el fondo hacer la O con un canuto, ya no digamos dirigir un país. En un mundo racional, cómo habría sido Zapatero presidente casi dos legislaturas? O Aznar, que a por todos puedo ir.
Pues no los veo a la misma altura que la ultraderecha: El negacionismo de derechos humanos, de evidencia científica, de reglas democráticas apelando al sentimiento del miedo de una manera tan sistemática , creo que ha alcanzado cotas nunca vistas en mi vida.
No sé si me habla de ultraderecha o de Podemos esta legislatura, porque han negado el derecho a la presunción de inocencia (Art. 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos), que las mascarillas sirviesen de algo (aunque después de las mascarillas egoístas de Ayuso dieron tanta marcha atrás que hemos sido el país de la UE que más ha obligado a su uso en todos los ámbitos, a pesar de que después de las vacunas en The Lancet decía que sólo hacían falta en determinados ámbitos como UCIs y similares), llamadas a rodear órganos representativos democráticos (véase Alerta Antifascista en los buscadores de google, aunque desde 2019 en Madrid la cosa ha rebajado un poco a este respecto) y, por añadidura, han capitaneado y apoyado leyes para no sé sabe qué excepto para beneficiar a delincuentes (ley del sólo sí es sí o la malversación o la sedición).
Que sí, que sé que el PSOE ha ayudado lo suyo, pero ya sabemos que esos son de ultraderecha también, como el 95% de la población hoy día.
Pues a mí lo que me sorprende es que, teniendo tantas armas el personal, no se haya liado todavía. Os imagináis lo que pasaría en España?? Creo que los estadounidenses son más responsables de lo que parece… :)
En España hay tres factores a tener en cuenta. El primero, hasta la la década de los 90, la inmensa mayoría poblacional era española. Gallegos, vascos, asturianos, maños….Española. Era muy curioso que en ciudades pequeñas, la población de color se contaba con los dedos. Existió un a extraña creencia de que todo aquel que no fuera «blanco», era extranjero, de fuera. Los problemas eran otros, claro: problemas políticos, independentistas, eje derecha- izquierda, eterno dilema PSOE vs PP. Ibas a Londres, Berlin o París y te encontrabas con una variedad racial que sólo la atribuías al progreso sociocultural de otros países. Después vino la inmigración y muchos se extrañaron. Pero era la era dorada del ladrillo y «necesitamos mano de obra» y todo queda en casa. Cotizaciones, impuestos, todo para casa. Viene la crisis y con ello el miedo y con ello el término «personas que sobran» salen de las conversaciones diarias.
Segundo factor. En España, como en todos los paises, hemos sufrido una revolución tecnológica de tal envergadura que todavía se están estudiando sus conesecuencias. La permisividad del odio en redes sociales es abrumadora.
Tercer factor. En España se ha pasado de los horrores de la Guerra Civil a Tik Tok en muy poco tiempo. Las nuevas generaciones, la juventud de ahora, no tiene la percepción de conceptos tales como «memoria histórica», «padres de la constitución». Y si me apuran, atentados como el 11 M.
En definitiva, la violencia que se masca en España, es una violencia relatívamente nueva. En USA, llevan desde la década de los 60.
«Terror blanco» resume bastante bien la política exterior de EEUU desde el 9/11 con sus guerras ilegales contra Iraq y contra Libia por ejemplo, dejando un desastre absoluto en ambos países y mas de un millón de muertos…
El mismo país que quiere extraditar al periodista Julian Assange y meterle en la cárcel de por vida por hacer su trabajo, y que sigue con su centro de detencion ilegal en Guantanamo, y sus «operaciones especiales» para matar este supuesto terrorista o aquello…
Para darse cuenta cuan bajo ha caído el EEUU, hay que recordar que al terminar la Segunda Guerra Mundial, se organizaron los juicios de Nurenberg para juzgar a los Nazis, no se les mataban sin mas. El empeño era que se estableciera el derecho internacional.
Nada de eso hay hoy en día en la política exterior de EEUU. Matan sin discriminación aparente en el mundo musulmán por lo menos…. ahora mismo, el pueblo afgano esta en medio de una hambruna terrible, mientras Biden retenga todos los fondos afganos en bancos americanos para que no caigan en manos de los Talibán. Que se mueran de hambre mejor!!!
Que haya esta eclosión de fascismo americano en casa me parece lógico por tanto…es un fiel reflejo de la política exterior americana de nuestro tiempo….ambos van a ir a mas yo creo…
Es un país fallido, solo hay que ver lo rápido que disparan, hoy mismo, como si protagonizaran un western. Su violencia policial, su profunda desigualdad y lo que puede suponer ponerte enfermo en un país sin sanidad pública. La verdad que toda la historia de EEUU está ligada al supremacismo blanco, desde el genocidio indio en nombre del Destino Manifiesto que empezó ya en la Guerra de la Independencia, pasando por la defensa de la esclavitud hasta el siglo XIX, la discriminación racial, el apoyo a dictaduras, las leyes eugenésicas, y las bases militares por todo el mundo.
Exacto…
EEUU es de los paises mas militarizados del mundo. Por cierto, segun lei en The Left Review estos dias, el gasto militar del mundo en el 2022 era de 2.2 trillones de dolares, la parte de EEUU es del 39% de dicha cifra, la de la OTAN el 55%., la de China 13% y la de Rusia el 3.9%.
El dominio militar de EEUU no tiene par en la historia…. sin embargo, los medios nunca dan estas cifras y nunca paran de fomentar el miedo sobre China, Rusia, Iran…
Con tan solo 25 billones se podría resolver todas las crisis humanitarias del.mundo día de hoy….con 100 billones, se podría preparar y mitigar los efectos del cambio climático….y 200 billones, cumplir con todos los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU…
Apenas hay un politico o periodista que habla en estos términos… no se…
Terror castellano en Catalunya.
Ver la paja en el ojo ajeno.
¿Qué quieres decir? ¿Que los que hablan catalán tienen miedo de salir de sus casas por si acaso se cruzan con alguna brigada armada de castellanos anti catalanes?
No, hombre. Quiere decir que los catalanes que no se sienten españoles son negros y el resto son blancos. Y que estos últimos obligan, a todos los demás, y en todos los ámbitos, a usar el castellano y… ups, creo que algo falla en mi razonamiento
Pere, hay que ser malvado para comparar estos temas. Personas como tú no ayudan a construir un mundo mejor. Venga, anímate, consigue una vida y disfruta
La violencia de la ultraderecha blanca ha producido una respuesta en el otro extremo del arco político: el terror de la extrema izquierda, dice CSIS, creció también en los últimos años, pero aún representa una fracción de los asaltos de la ultraderecha. Mientras unos atacan a civiles —sus víctimas representan a todas las minorías (negros, musulmanes, inmigrantes, asiáticos, LGTBIQ+)—, clínicas para abortar o iglesias, los otros intentan reventar oleoductos y cuarteles policiales.(…)
A esto se le llama relativismo moral. O contar las verdades a medias. O justificar la violencia de una parte al tiempo que se condena la de la otra. La izquierda y su superioridad moral para ejercer la violencia. Porque para la izquierda siempre estará justificada su violencia por el hecho de que siempre son víctimas. Este artículo/publireportaje me recuerda al psicotrópico dizque ensayo de la periodista Helena Villar, agendada en los EEUU al servicio de Rusia, Esclavos Unidos, que no es otra cosa que una compilación de textos publicitarios al servicio de la causa del radicalismo izquierdista y del relativismo moral, exagerando las maldades de unos y ocultando si puede la de los otros.
el papel lo aguanta todo, eh, figura?
j
El relativismos moral es el suyo, al equiparar atentar contra un oleoducto a atentar contra personas.
Y usted cree que todos los actos malvados de la ultra izda son ataques a oleoductos y los de la ultra derecha atentados contra personas?
Supongo que las bombas del 68 tenían justificación porque USA masacraba vietnamitas?
Sinceramente, creo que toda violencia es condenable.
Aprendamos a no ser ni de izdas ni dchas, no tenemos porqué elegir.
El peor analfabeto
es el analfabeto político.
No oye, no habla,
ni participa en los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida,
el precio del pan, del pescado, de la harina,
del alquiler, de los zapatos o las medicinas
dependen de las decisiones políticas.
El analfabeto político
es tan burro, que se enorgullece
e hincha el pecho diciendo
que odia la política.
No sabe, el imbécil, que,
de su ignorancia política
nace la prostituta,
el menor abandonado,
y el peor de todos los bandidos,
que es el político trapacero,
granuja, corrupto y servil
de las empresas nacionales
y multinacionales.
Me encanta cómo el hombre blanco europeo, desde su atalaya de superioridad moral supeiror al resto, critica los problemas internos de otros países. Europa. La mayor culpable de todos los males coloniales, de Guerras Mundiales y de delirios étnicos. Bueno, Europa y el comunismo. Qué ironía.
No se preocupe, que aquí también tenemos estopa para repartir, por ejemplo con el Mediterraneo.
Más bien Europa y el capitalismo. El comunismo realmente existente ayudó a la descolonización y a la erosión de la hegemonía occidental. Laus deo.
La foto lo dice todo. Si fuesen europeos, usarían torchas de acero ennegrecidas prendidas con brea. Con estas ridículas torchas tiki hawaianas no intimidan a nadie, menudos aficionados.
Venga ya, vaya exageración de artículo. Entiendo que el autor vive en Estados Unidos, donde la gente se inventa problemas cuando no tienen talento para hacer nada. Mucho mejor hacerse la víctima. Irónicamente, el foco en la inclusividad y la diveresidad solo estan fomentando la segregación entre comunidades de orígenes diferentes. Las consecuencias a largo plazo serán catastroficas.
¿Qué más da de donde seas? La tolerancia es aceptar que aquello que detestas tambíen puede existir. Mucho doble rasero veo yo. Solo buscáis problemas, no soluciones.
Estados Unidos es literalmente un lugar de locos.
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