La «Apuesta del Fin del Mundo»
Londres, 1989, un estirado y peculiar londinense se acerca a una de las múltiples casas de juego que hay, por doquier, en la ciudad. Tras saludar al empleado que se encuentra detrás del mostrador le solicita una apuesta inverosímil. La persona que lo atiende, al escuchar a nuestro apostador anónimo y tras unos segundos de estupefacción, entra en las oficinas para hablar con su jefe. Al cabo de unos minutos aparece sonriente y acepta la apuesta de nuestro singular británico.
El pasaje que ficcionamos en el párrafo anterior corresponde a una de las apuestas más inusuales y fascinantes en la historia de las apuestas deportivas y generales. La persona que la protagonizó deseaba apostar que el fin del mundo ocurriría antes del 1 de enero de 2000. La casa de apuestas, sorprendida pero dispuesta a aceptar la apuesta, le dio cuotas de 1,000,000 a 1. El hombre apostó 30 libras esterlinas, lo que significa que, si ganaba, habría ganado 30 millones de libras esterlinas. El motivo detrás de esta apuesta es desconocido. Tal vez fue un acto de diversión, una forma de entablar una conversación o simplemente una broma. No obstante, la apuesta fue registrada y se mantuvo en los libros de la casa de apuestas hasta que llegó el día clave: el 1 de enero de 2000.
Como todos sabemos, el mundo no se acabó en el año 2000 – a no ser que vivamos en Matrix-. A pesar de algunos temores sobre el famoso «efecto 2000» que podría haber afectado a los sistemas informáticos en todo el mundo, transcurrió sin incidentes apocalípticos. Por lo tanto, como era de esperar, la casa de apuestas ganó la apuesta, pero la historia de la «Apuesta del Fin del Mundo» se convirtió en una leyenda en el mundo de las apuestas a la altura de la apuesta deportiva de Richard Hopkins cuando tras ver a Lewis Hamilton, con trece años, en un circuito de karting en Gales, apostó a que Hamilton ganaría un Gran Premio en la Fórmula 1 antes de los 23 años. Lo más irónico de la apuesta es que, si el hombre hubiera ganado, no habría estado allí para cobrar sus ganancias, ya que el fin del mundo, por definición, habría implicado la desaparición de la humanidad. Pero…
¿Se podría apostar por el fin del mundo y cobrar las ganancias?
Bryan Caplan y Eliezer Yudkowsky son dos pensadores conocidos en el campo de la economía y la inteligencia artificial, respectivamente que idearon una manera de realizar una apuesta significativa sobre el fin del mundo. Caplan describió su sencillo enfoque en una entrevista en el podcast 80,000 Hours de abril de 2022. Caplan asigna una mayor probabilidad que Yudkowsky a que el mundo termine antes del 1 de enero de 2030. Por supuesto, si el mundo termina para esa fecha, Caplan no cobrará sus ganancias por el mismo motivo que no las hubiera recibido nuestro singular británico -estaría muerto-. La solución que plantea Caplan para salir de la paradoja de la «Apuesta del Fin del Mundo» es que Yudkowsky pague la apuesta por adelantado, dando por sentado que ocurrirá en fin del mundo; llegados a 2030, si esto no sucede, Caplan le tendrá que devolver a Yudkowsky el dinero adelantado más el importe de la apuesta.
Evidentemente, esta solución, tan aparentemente sencilla, solo funciona para apuestas amistosas. No parece muy realista que las casas de juego adelanten los beneficios a los jugadores antes de sucedan los eventos sobre los que se apuesta, asumiendo todo tipo de riesgos. Sin embargo, tanto Caplan como Yudkowsky no hacen apuestas para ganar dinero, sino que las hacen como una forma de poner a prueba nuestras creencias y suposiciones y aprender más sobre el mundo. De hecho, ambos sugieren que las apuestas deben basarse en argumentos racionales y evidencia empírica. Por lo tanto, si alguien quisiera hacer una apuesta sobre el «fin del mundo», debería basarse en las mejores estimaciones científicas y filosóficas disponibles sobre los riesgos existenciales.
Para Caplan, el argumento racional -y este caso racional tiene el adjetivo de probable incorporado- es que las máquinas inteligentes nos van a matar o al menos van a hacer algo tan terrible que acabará con el mundo antes del 2030 y, por ese hecho -probable- apuesta. Si esto no ocurre -porque las máquinas inteligentes no verán al ser humano como una amenaza y no lo destruirán- Yudkowsky ganará la apuesta y por tanto Caplan tendrá que devolverle el dinero apostado, el adelanto que este le dio y, no nos olvidemos, los intereses generados por el dinero adelantado.
Hay algun análisis que plantea dudas sobre la sencilla «solución» de esta paradoja por parte de Caplan y Yudkowsky que enlazamos para el disfrute de nuestros lectores más mathoquistas, aunque de lo que realmente se tendría que discutir, y en este caso apostar, no es si llegará el fin del mundo antes del 2030, si no si este lo provocarán la máquinas inteligentes, como plantea Caplan, o se anticiparán los efectos del cambio climático.
Lo primero que tendrían que hacer Caplan, Yudkowsky, el anónimo apostador de 1989 y cualquiera que intente hacer otra mentecatez semejante es definir correcta y concretamente qué entienden por «fin del mundo». Parecer bastante claro que consideran que basta con la extinción del ser humano, pero eso no es el fin del mundo bajo ningún criterio mínimamente racional. De hecho, alguien podría considerar que eso sería el inicio de un mundo mejor. Tampoco sería el fin del mundo la extinción de la vida en la Tierra, o la destrucción del planeta.
Puestos a poner condiciones ridículas a apuestas estúpidas, podría considerarse que si me muero se acaba el mundo, al menos para mí. ¿Me pagarían la apuesta?
Hola Ben, tienes toda la razón. De hecho en el podcast Caplan y Yudkowsky detallan un «fin del mundo» acordado y es que no haya humanos viviendo en la superficie de la tierra, aunque, si no recuerdo mal si contemplan que los haya en minas o subsuelo.
Ciertamente sería necesario definir a qué se refiere la apuesta, de lo contrario el resultado podría quedar a expensas del capricho del señor Urbano Cairo, presidente del Torino: en sus manos está el fin de El Mundo…
Y si lo que jugaba es el fin de El Mundo, el diario…