Por primera vez en la historia un grupo de escritores intenta negociar con las empresas que les contratan el uso de herramientas de inteligencia artificial. Es una entre las muchas reivindicaciones del Writers Guild, sindicato de guionistas estadounidense, y tiene también, como el resto de lo que reclaman, una motivación económica. Aseguran que si una herramienta generativa de texto proporciona la base argumental de un guion, y la empresa productora se limita a contratar escritores humanos para editarla y desarrollarla, todos ellos acabarán convertidos en trabajadores de la gig economy, algo así como conductores de VTC. No cobrarán derechos, sino un pago único por trabajo realizado que, auguran, convertirá la profesión en precaria y destruirá empleo.
Este es el futuro de la mayoría de profesiones según los especialistas en IA. Hacia el final de esta década, auguran, las inteligencias artificiales serán capaces de hacer casi cualquier tarea humana, incluida escribir.
La presencia de esta tecnología en la escritura es cada vez más evidente a todos los niveles. El pasado jueves leyó su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua la primera especialista en IA que formará parte de ella. Asunción Gómez Pérez, sillón q, doctora en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial. Titulado Inteligencia artificial y lengua española, en él hace repaso de la historia de esta tecnología y, más importante, incluye una propuesta muy relacionada con la preocupación de los guionistas. Que todos los materiales intelectuales y recursos de la RAE sean entregados a las IA para entrenarlas y educarlas. Porque en el futuro, predice, habrá tantas máquinas como humanos consultando los diccionarios de la academia. Los necesitarán para generar sus textos en español, relacionarse con los humanos, y adaptarse a los cambios en el habla, y a las variantes del español.
A ambos hechos los conecta una preocupación común. Tendrán quienes vivan de la escritura resignarse a un trabajo precario y uberizado, y a no recibir retribución por la parte de su trabajo intelectual que alimente a las máquinas. Recordemos que en el plan de negocio de Uber estaba incluido desde un principio la eliminación de los conductores humanos, una vez se consiga la conducción autónoma de nivel 5. También los creadores de IA predicen que en poco tiempo las herramientas de generación de texto igualarán a los autores humanos, sustituyéndolos.
Precisamente la destrucción del trabajo fue uno de los peligros de que alertaban los mil investigadores que firmaron una carta pidiendo suspender el desarrollo de la IA. Nadie pareció leer el final de la misiva, el anuncio de un futuro brillante para la humanidad si los beneficios de la inteligencia artificial se implantan despacio.
El problema es que la destrucción laboral ya está en marcha. IBM planea eliminar al 30 % de sus trabajadores en los próximos cinco años, concretamente a administrativos, contables y, qué paradoja, también de recursos humanos. Cada vez que una empresa hace un anuncio similar sus acciones cotizan al alza. Las cadenas de comida rápida confían en automatizar el proceso de pedidos y cocina mediante IA, como ya tienen algunos restaurantes en Japón, para reducir a una única persona la plantilla de los locales. Y muchos medios de comunicación llevan años implantando herramientas IA en sus redacciones que aumentan la productividad de los redactores, permitiendo reducir su número.
En el curso sobre periodismo e inteligencia artificial impartido por Pilar Bernat, y promovido por la Fundación Luca de Tena, un grupo de periodistas tuvimos la oportunidad de probar en directo una aplicación de IA diseñada para las redacciones. Con una pantalla similar a los habituales editores de contenidos, la máquina genera artículos redactados según una frase, los etiqueta para SEO, y hasta los titula para clickbait si se lo pides. También hace refritos, la redacción alternativa del contenido que acababa de proporcionarte, o de otro que le des. Muy útil para publicar notas y comunicados de prensa en minutos, sin que tu texto sea idéntico al del periódico de al lado. El coste en comparación al salario del periodista resulta elocuente, 75 euros por un millón de palabras, aún más económico que los 25 dólares mensuales de la suscripción a chatGPT 4. Pero tampoco es imprescindible pagar. Los creadores de contenido y medios más modestos disponen de una versión gratuita para WordPress que etiqueta, elabora el SEO, el clickbait, y libera de ese trabajo al profesional para que solo busque historias, ideas y enfoques y redacte.
Apenas un ejemplo de cómo la IA está reduciendo la necesidad de redactores.
Sam Altman, CEO de OpenAI, la empresa creadora de chatGPT, está de gira estimulando el miedo a la IA. Compareció ante el Congreso estadounidense pidiendo leyes que la regulen, una rareza, porque los empresarios de aquel país suelen pedir lo contrario. Habló del problema de que controlaran armas nucleares, definitivamente hay que volver a ver la película Juegos de guerra. Ahora está recorriendo el mundo, se ha reunido en Madrid con Pedro Sánchez y Carme Artigas, y tiene previstos encuentros con mandatarios en otras ciudades europeas. En sus comparecencias suele pedir a los asistentes que alcen la mano si quieren que se regulen las siguientes versiones de chatGPT, más potentes y peligrosas, la 5 y la 6.
Las leyes que Altman reclama ya están en marcha en la UE. La Comisión Europea prepara su regulación para la IA. En España Deloitte y el observatorio ético de la inteligencia artificial, OdiseIA, acaban de resultar adjudicatarios en la asesoría que guiará la creación en nuestro país de la Agencia Estatal de Supervisión de la Inteligencia Artificial.
Estas iniciativas y peticiones evidencian que hay un miedo individual, otro laboral, y otro estatal a la IA. Los guionistas han acabado por participar de esta neurosis colectiva.
Neurosis, porque las leyes que protegen el trabajo de los escritores ya existen, y no admiten que los autores sean inteligencias artificiales. La Oficina de Derechos de Autor de los Estados Unidos, consultada sobre el asunto, negó, el pasado 14 de febrero, que los derechos de autor pudieran ser aplicables a una máquina. En España el principio de originalidad de la Ley de Propiedad Intelectual establece también la necesidad de que el autor sea una persona. Del mismo modo se pronunció el Tribunal Superior de Justicia Europeo. Por tanto ningún guion o novela de una IA podrá ser explotada comercialmente, porque pasaría a ser de dominio público en cuanto se conociera.
Lo que sí hacen ya los escritores, como los periodistas, es usar la IA en su trabajo. Amazon ha comunicado que el número de novelas autopublicadas a la venta en su plataforma, generadas con la ayuda de inteligencias artificiales —según declaración de sus autores— se ha multiplicado exponencialmente. Sus ventas, de momento, no son mayores que los libros equivalentes escritos solo por humanos. Los cursos tutoriales para escribir libros empleando chatGPT también se multiplican en YouTube. En Estados Unidos los escritores con contratos que les comprometen a entregar una novela mensual de unas 250 páginas aseguran que las inteligencias artificiales ya les ayudan a ser más rápidos planteando las tramas, desarrollos y redacción.
El problema con chatGPT 4 es que aún hay que editar los textos porque como generadora de contenido es mediocre. Suele caer además en la alucinación, que es como llaman los expertos a la tendencia de las inteligencias artificiales: dar respuestas inventadas cuando no sabe o no entiende. Su premisa principal es generar contenidos de lenguaje semánticamente lógicos, y te los entrega entienda el tema o no, como un cuñado.
Al mismo tiempo resulta brillante en algunas tareas. Puede hacer una perfecta crónica resumen de un partido deportivo, minutos después de que haya acabado, y el texto podría pasar por humano. Lo mismo ocurre con resultados de mercado y cotizaciones bursátiles. RTVE va a usar una IA similar en las elecciones autonómicas y municipales del 28M para cubrir resultados electorales en municipios de menos de mil habitantes. La máquina proporcionará noticias escritas automáticamente sobre ellos.
Entonces, ¿puede o no puede una IA escribir un libro? Respondamos desde el punto de vista técnico, sin entrar en la calidad literaria de los textos producidos con IA, ni en si debemos ser los humanos los únicos productores de cultura.
Para que el modelo de aprendizaje de una IA funcione necesita millones de datos para entrenarla. Uno de los universos de ficción con suficiente material para hacerlo sería Marvel, porque lleva generando cómics desde 1939, además de series de televisión y películas de cine. Disney, propietaria actual de sus derechos, podría entregar ese histórico a OpenAI para que creara un chatGPT Marvel, que generase ideas de forma indefinida para los superhéroes. Hoy necesitaría aún guionistas uberizados para editar, desarrollar y completar. Pero quizá con la versión 5 o 6 ya no.
Este ejemplo Marvel podría aplicarse a la escritura literaria bajo ciertas condiciones, pensando en el modelo de aprendizaje. Necesitaríamos escritores con muchos libros publicados, un género literario bien definido, y muchos personajes y situaciones. Como Stephen King. Una IA entrenada con sus monstruos y miedos podría generar nuevos libros marca King de forma indefinida.
Y si usáramos obras de dominio público, no sujetas a derechos de autor. Podríamos mezclar a todos los autores del realismo y el naturalismo, Émile Zola, Antón Chéjov, León Tolstói, Benito Pérez Galdós, José María de Pereda, Ibsen, Stendhal, etc., y que la IA entrenada con ellos creara nuevas novelas ambientadas en nuestro tiempo. Un Germinal protagonizado por riders en bicicleta en lugar de por mineros. El 15M contado al modo de los Episodios nacionales de Galdós. Una Ana Karénina feminista y empoderada. Solo el prompt, las instrucciones dadas a la IA para generar texto, serían el límite.
Todo esto es inviable, de momento, por su coste. Pero desconocemos si la implantación masiva de la IA generará economías de escala que lo hagan posible. Si ocurre, y las leyes permiten la explotación comercial de materiales generados por IA, habrá menos trabajo para los escritores humanos.
Justo en el momento de la historia de la humanidad que más contenido escrito se produce. Al volumen de información periodística y contenidos de creadores publicados a diario en internet, podemos sumar, solo en España, los 90 000 títulos anuales que lanzan las editoriales. Hay una gigantesca máquina de escribir en marcha, y las inteligencias artificiales ya han empezado a alimentarla, codo a codo, con los humanos. Solo el futuro dirá si seguimos compitiendo con ellas.
Una curiosidad tonta que tengo: ¿La imagen que acompaña el artículo está creada con IA? Me da esa sensación.
Gracias de nuevo por otra entrega tan interesante como siempre de Futuro imperfecto.
Me genera bastante desasosiego todo este proceso de implantación de la IA, la vedad. No alcanzó a, atisbar donde nos va, a llevar.
Gracias a ti por el interés, Luis. Tu desasosiego es una sensación universal, motivada porque nadie tiene muy claro si las IAs serán capaces de tantas cosas como prometen. Así que cuando te dedicas a contarlo no puedes transmitir certezas. Quizá la predicción más acertada sea compararlas a internet, que realmente marcó un antes y un después. Fue traumática para los músicos, por ejemplo, que no han vuelto a vivir de vender discos, fomentó la piratería, dejó a algunos mayores desconectados digitalmente, potenció con las redes la polarización… Pero también nos trajo cosas buenas. El futuro es imperfecto y mi única conclusión personal es que lo importante es llegar a él y verlo.
Comparto una reflexión que hice sobre este tema, ¿vale la pena ser escritor en los tiempos de chat gpt? https://otroignorantemascom.wordpress.com/2023/03/24/vale-la-pena-ser-escritor-en-los-tiempos-de-chat-gpt/
El problema no es si las IAs pueden escribir novelas y hacerlo mejor que las personas, poder podrán. ¿Interesará? En lugar de dar respuesta voy a hacer otra pregunta. Hace años que las máquinas juegan a ajedrez mejor que las personas. ¿Interesan las partidas entre ordenadores o entre ordenador y humano más que las que solo enfrentan a un humano con otro humano? No digo más, no hace falta responder a la pregunta, pero si pudiera responderla y esta publicación me dejará hacerlo de forma soez diría que no interesan una mierda.