Qué queda de nuestras iglesias si las despojamos de su función de culto y de su carácter teológico. Su escenografía. Hasta un ateo con un mínimo de sensibilidad artística y humana se sentirá sobrecogido por esos juegos de luces y sombras, sonidos y silencios, que muy bien podrían inducir un sentimiento místico. El edificio, el templo, es una suma de arquitectura, pintura, escultura, y tan importante como todo eso, de sonido. Sobre todo de sonido. Y ahora podemos volver a oírlo, tal como fue concebido, en un templo gótico y barroco de Valencia. La parroquia museo de San Nicolás, en Valencia, albergará el I Festival Internacional de Órgano, reuniendo a importantes concertistas de órgano de todo el mundo y a las piezas que dieron sentido musical religioso al Barroco, el Romanticismo y el Renacimiento.
Porque las iglesias son también cajas de resonancia, inmensos instrumentos musicales, concebidas para unos fieles que iban a oír misa. No a entender, casi nadie comprendía el latín, sino a escuchar. Cuando las palabras de las que dependía tu arrepentimiento, tu fe, tu salvación, resultaban incomprensibles, lo más importante era que el ambiente general de la iglesia te transmitiera una sensación, una emoción, un sentimiento. Lo que nuestros místicos hubieran llamado un arrobo, y los modernos espiritualistas una conexión con el universo, o con tu yo interior. Nada puede excitar mejor ese sentimiento que la música. Y en pocos lugares puede hacerlo como aquí.
Algo que tiene muy presente su directora musical, Atsuko Takano, pianista y organista formada en Japón y en el conservatorio de Ámsterdam, premiada en sus estudios, y en concursos de interpretación en Europa, América y Japón. Desde 2017 es la organista y directora musical de la parroquia de San Nicolás. «Los músicos», resalta, «solemos trabajar con “la belleza” como materia prima, pero no siempre estamos rodeados de ella. San Nicolás es un lugar impresionante a todos los niveles sensoriales y un marco perfecto para dejar fluir la inspiración como músico y artista».
Que las iglesias estén hoy, en su mayoría, mudas, no frena las multitudes de turistas de todos los credos, o de ningún credo, que saturan los templos más famosos de la antigua Cristiandad. Solo hay que pensar en Roma misma, permanentemente abarrotada por multitudes de todo el mundo. Acuden para ver la piel exterior, la arquitectura, el arte, pero rara vez pueden disfrutar de los templos en su plenitud, porque no se hicieron para ser museos ni recorridos de visitas. Sino para sonar. Por eso podemos sentirnos privilegiados al tener la parroquia museo de San Nicolás, la capilla sixtina Valenciana.
Fue Gianluigi Colalucci, director de la restauración de la Capilla Sixtina romana, y responsable de haberla devuelto sus colores originales, quien le dio este apodo. Porque San Nicolás es un edificio gótico con espectacular decoración barroca en su bóveda, que puede reivindicar aún con más razón su condición de museo, además de templo de culto, ahora que se han presentado los trabajos de restauración de dos tablas pintadas por Yáñez de Almedina, discípulo de Leonardo Da Vinci.
A todo ese valor intrínseco se suma la cualidad musical, la caja de resonancia que crea su arquitectura, y el órgano que permite escucharla. Este es el verdadero instrumento místico, cuya sonoridad en las bóvedas de una iglesia no es comparable a ningún otro sonido. El de San Nicolás permanece en su ubicación desde el siglo XV, y el actual está rodeado por una espléndida caja barroca, con 2127 tubos y tres teclados. Precisamente su directora musical es especialista en órganos barrocos, y la labor que ha venido desarrollando en esta parroquia alcanza uno de sus cénit en este festival. Ella nos explica las especiales condiciones de la iglesia, diferentes al de un auditorio o sala de conciertos.
«En el caso de los organistas, la acústica de una iglesia es muy diferente a la de un auditorio, y muy cambiante de un lugar a otro. Por ello, constituye un factor más de la ecuación, que si se utiliza de manera inteligente puede dar lugar a efectos retóricos de gran dramatismo. Un ejemplo claro de este componente retórico lo encontramos en el comienzo de la famosa Toccata y fuga en Re menor BWV 565 de J.S. Bach. Los silencios son en realidad los momentos de mayor dramatismo, y es precisamente gracias a esta reverberación que sucede a cada una de esas tres pequeñas frases musicales archiconocidas por todos».
Precisamente gracias a la sonoridad del órgano con que cuenta el monumento y a las piezas que se interpretarán, acordes con su estilo musical, el repertorio del Festival, compuesto por obras españolas y europeas, permitirá difundir y promover la música barroca, renacentista y romántica. La directora musical ha convencido a grandes intérpretes para que participen, y lo ha hecho aprovechando la condición propia de los organistas, que viajan constantemente a multitud de ciudades y países para ofrecer conciertos, porque no existen dos órganos iguales y cada experiencia es única, para ellos y para el público.
«La elección del repertorio ha respondido a las propias características del órgano de San Nicolás, más cercano al estilo barroco alemán y español. Los artistas invitados, han gozado de total libertad para escoger el repertorio, aunque la elección de los organistas de esta edición está también pensada para que el público pueda escuchar un amplio abanico de estilos compositivos, desde la música antigua hasta la contemporánea, de la música de cámara a la improvisación. Cada organista ha diseñado un programa especialmente para este instrumento y para el lugar en el que lo interpretarán, eso hace que sea un tipo de concierto realmente exclusivo».
Una exclusividad que subraya la ocupación habitual del elenco de intérpretes: Christopher Bouwman, oboe principal de la Orquesta de la Comunidad Valenciana; Óscar Candendo, profesor de órgano en la Escola Superior de Música de Catalunya; Roberto Fresco, organista titular de la Catedral de Santa María la Real de la Almudena; Monica Melcova, profesora de improvisación en Musikene, San Sebastián, y profesora de órgano en la Royal Danish Academy of Music de Copenhague; y Atsuko Takano, directora musical y organista titular de la Parroquia de San Nicolás, serán los intérpretes a lo largo de los conciertos del Festival. Dando vida a obras de Haendel, Bach, Cabanilles, Mendelssohn o Vivaldi.
La música barroca que ocupa la mayor parte del cartel de conciertos podría hacer preguntarse al público menos aficionado a la música clásica si estas actuaciones son para ellos. Pero de hecho es una forma de reconectar con la música moderna. Que es quien volvió a poner el Barroco en nuestros oídos. Deep Purple, en el hard rock, empleó la pieza de J. Sebastian Bach BWV 565 en su álbum de 1982 Before I Forget. El músico Astor Piazzolla, famoso por incorporar elementos de la música clásica al tango argentino, creó un completo nuevo estilo sobre las bases melódicas de Bach. El hip-hop de los alemanes Sweet Box puso entre los diez números uno europeos Air on the G String, que está tomado de la Suite para Orquesta número 3. Lady Gaga, en la 53 edición de los Grammy, usó la Fuga en B menor como comienzo de su vídeo Bad Romance. Eminem, Van Halen, Paul Simon, Los Beatles en All you need is love -Invención nº 8 en Fa Mayor-, Los Beach Boys en Lady Linda, cantata BWV 147, Led Zeppelin en Heartbreaker con la Bourrée en mi menor y Procol Harum en a Whiter Shade of Pale, imposible no haberla oído alguna vez, el Aria para la cuerda de sol. La lista de compositores modernos usando a Bach ocuparía un artículo entero de Jot Down, de esos que vienen con docenas de vídeos de YouTube. Lo que nos devuelve a donde estamos, a San Nicolás, su concierto de órgano, y a la oportunidad de reconectar allí con una música que, sin advertirlo, no hemos dejado de escuchar. Con el aliciente de nuestra época actual y aquella pasada están completamente conectadas, porque Bach, músico muy espiritual y hoy tan conocido, imitado, e interpretado, no tuvo gran éxito en vida.
Pero San Nicolás no es solo una sala de conciertos, y un museo del barroco y el gótico. Tan importante o más que eso es ser un centro de ayuda y apoyo, organizando una labor social para personas especialmente necesitadas en Valencia. Por este motivo la recaudación del festival se donará íntegramente a las entidades que forman parte de la obra social del templo: El Hogar de la Mare de Déu dels Desamparats de Torrent, el colegio Nuestra Señora de los Desamparados de Nazaret y la Ciudad de la Esperanza de Aldaia (CIDES).
El viernes 19 de mayo, a las 20.15h, tendrá lugar la primera de estas citas musicales, que se repetirá cada viernes hasta el 16 de junio.
La pregunta del millón: ¿toca el piano? Un buen pianista es un buen clavecinista u organista, pero lo contrario no necesariamente. El diablo está en los detalles. En este caso, en los matices. ¿Toca bien el piano?