Aquel 3 de enero de 2022, antes de que sus Majestades de Oriente pasaran por la capital andaluza, a Antonio Muñoz (La Rinconada, 1959) ya le habían dejado un «regalo». Ese lunes se convertiría en alcalde de Sevilla, tras la renuncia de Juan Espadas para presentarse como candidato a la presidencia de la Junta.
Puede gustarles más o menos, pero parece fuera de duda que el año y poco que Muñoz ha estado al frente del consistorio sevillano ha sido un año (y poco) lleno de cambios y nuevos retos para la ciudad, la cuarta de España.
A mí me gusta llamarle el alcalde cuántico. No sé si están ustedes familiarizados con los principios de la mecánica cuántica, pero, básicamente, son tres: indeterminación, superposición y entrelazamiento.
Es imposible determinar en qué barrio de Sevilla o en qué reunión está Antonio porque es imparable e infatigable, da la sensación de dominar el arte cuántico de la superposición porque puede estar en varios sitios a la vez, y, en cuanto al entrelazamiento, que en mecánica cuántica significa que unas partículas pueden conocer el estado de otras lejanas, sin verlas, parece que Antonio está entrelazado con todas las sensibilidades de esta ciudad.
Nos sentamos juntos en Caótica a hablar de lo humano y de Sevilla, que es lo divino.
Tu padre era constructor; tu madre, ama de casa, y, cuando cumples tres años, os vais a vivir a Los Boliches, en Fuengirola.
Mi padre era una persona inquieta. Y, aunque tenía trabajo en La Rinconada, emigra a Barcelona, a Tossa de Mar, y, desde allí, la misma empresa constructora le ofrece la posibilidad de trasladarlo a Málaga. Y nos vamos a Málaga. Yo tenía tres años.
¿Qué recuerdos tienes de la época de Fuengirola?
De Fuengirola, todo, porque yo en Fuengirola, en Los Boliches concretamente, estoy desde los tres años hasta el bachillerato. Allí prácticamente hago hasta COU, pero mi madre cae enferma y termina muriendo, así que nos trasladamos toda la familia de vuelta a La Rinconada. Éramos tres hermanos y la presión familiar por cuidar de mi hermana pequeña hace que nos mudemos a La Rinconada… Bueno, mi padre es quien toma la decisión. Siempre he pensado, aunque nunca lo he dicho, que en parte decide volver porque asociaba Málaga a la pérdida de su mujer. Así que termino COU en La Rinconada. Sin embargo, en cierta medida, nunca me adapté bien porque yo venía de la Costa del Sol y, allí, la madre de un amigo, que era también nuestra vecina, se bañaba en toples delante de nosotros en la piscina, y, de pronto, me meto en La Rinconada de aquellos años (Franco todavía vivía o acababa de desaparecer). Así que, para mí, el hecho de vivir en la Costa del Sol (y te pongo el ejemplo de aquella vecina) y de pronto trasladarme a un pueblo de los de aquella época supuso un choque bastante grande.
Cuando terminé COU y aprobé la selectividad, tenía muchísimas dudas sobre qué carrera hacer. Durante el bachillerato, creo que por mimetismo de mi padre, siempre decía que iba a ser arquitecto, pero, cuando cogí Dibujo Técnico de optativa en COU y resultó un desastre, se me quitaron las ganas. Así que me dije: «¿Cómo voy a ser arquitecto si el dibujo técnico se me da tan mal?». Entonces cayó en mis manos el libro de Paul Samuelson Curso de economía moderna. Lo estuve ojeando y me gustó. Era de un amigo que había empezado Económicas, pero no le gustaba y se cambió a Medicina. Cuando terminé de leer ese libro, pensé: «Ya está, voy a hacer Económicas y además me tengo que ir a Málaga». Recuerdo que mi padre me dijo: «Tú quieres hacer Económicas porque te quieres ir a Málaga». Y había algo de eso. No digo que me decidiera por Económicas para irme a Málaga, pero es verdad que fue el empujón definitivo.
En algún sentido, haber pasado toda la infancia y, prácticamente, la adolescencia en un entorno como Fuengirola, rodeado de extranjeros, habrá marcado tu carácter.
No sé si cosmopolita es la palabra para definir ese ambiente desde luego en contraste con el entorno de La Rinconada. En la época que yo más recuerdo, en Fuengirola, mis vecinos de enfrente eran holandeses. Los de un poquito más abajo, de Newcastle. Y los de la madre que se bañaba en toples eran suecos. El ambiente en el instituto era muy liberal. Cuando volvemos a La Rinconada, primero vivimos el drama de la muerte de mi madre, porque nos trasladamos antes de que ella muriera. Después hubo una especie de tutela por parte de la familia para que los niños nos adaptáramos bien, pero, claro, la única adaptación posible para mí era unirme a una hermandad del pueblo o meterme en el tema del Sevilla o el Betis. Y yo venía de otro mundo.
¿Qué era ese olor de la azucarera que, según tu tía, era el olor del trabajo?
Cuando iba a casa de mi tía Manuela (hay que pensar que eran otros tiempos y las normativas y las exigencias ambientales prácticamente no existían), pues es verdad que, cuando el viento soplaba en cierta dirección, venía el olor de todos los desechos de la remolacha y huelen bastante, pero bastante mal. Yo llegaba y decía: «¡Uy, qué mal huele!», y mi tía respondía siempre: «Calla, niño, que es el olor del trabajo».
A pesar de ser de izquierdas, tu juventud se desarrolla en un ambiente muy privilegiado: chalet con piscina, etc.
Mi abuelo era albañil pero era muy emprendedor, y mi padre, que era el mayor de ocho hermanos, tenía un espíritu claramente emprendedor. Yo me pongo a pensar ahora en los negocios que impulsó mi padre en aquel momento y la verdad es que no es fácil encontrar a una persona con tanta iniciativa. Montó el primer supermercado de La Rinconada y el primer restaurante, también abrió una fábrica de perfumes, geles y champú. No sé de dónde sacó esa idea. Así que mi padre era un albañil que emigra a Barcelona y, desde ahí, le ofrecen la posibilidad de volver a Málaga con la misma empresa. En Málaga hace dinero y llega a ser un albañil que monta su propia empresa. Era una pequeña constructora, pero cogió el boom turístico de la Costa del Sol y le fue muy bien, aunque con los ciclos propios de la construcción. Gracias a esa empresa, podíamos vivir en una urbanización dentro de ese enclave cosmopolita que te conté antes.
No obstante, ese bienestar no es fruto de la herencia, sino de que mi padre fuera creciendo en el ambiente empresarial y pudiera darle a su familia un confort del que no partíamos inicialmente. Mi padre tenía ocho hermanos, y mi madre, siete, y, sin embargo, el primer universitario de entre tantos primos y primas fui yo.
Terminas la carrera y regresas a La Rinconada. ¿Por qué vuelves si te gustaba tanto Málaga?
Vuelvo a La Rinconada, pero mi intención es regresar a Málaga porque yo había hecho contactos allí para iniciar mi vida profesional. Pero se dio una circunstancia. Eran los meses antes de las segundas elecciones municipales. El Partido Comunista había ganado las primeras elecciones municipales en La Rinconada por mayoría absoluta, ya que mi pueblo, inmerso en el enclave industrial de la azucarera, era un feudo del Partido Comunista. Así que los comunistas ganaron las elecciones, pero, según la mayoría de los ciudadanos (aunque yo no tenía demasiado contacto con el pueblo), la gestión había dejado bastante que desear. Por ejemplo, colocaron a gente que venía de la lucha obrera y campesina a gestionar el Ayuntamiento y, claro, aquello no tiene por qué funcionar. Entonces el Partido Comunista, que se dio cuenta de que su gestión no había sido demasiado buena, me ofreció formar parte de su candidatura. En ese momento, yo no militaba en ningún partido y, cuando el Partido Socialista se entera de la propuesta, me hace la misma oferta. Durante mi etapa universitaria, yo había tenido contacto con fuerzas muy de izquierdas, porque la Facultad de Económicas estaba muy politizada. Recuerdo un mitin de Tierno Galván que me impactó. Pero, entre las dos opciones que se me presentaban, el Partido Socialista había construido una candidatura con gente muy joven, maestros, en fin… Al final se puede decir que yo tenía una inquietud política latente y me la despertaron. Así que terminé yendo en la candidatura del PSOE como independiente.
De esa primera época tengo una anécdota: hice campaña contra la entrada de España en la OTAN desde dentro del PSOE, siendo teniente de alcalde, y hubo algún cabreo, pero me lo aceptaron.
¿Qué fue Mutaciones?
Mutaciones fue un espectáculo que montamos en La Rinconada y luego tuvimos la oportunidad de mover por los pueblos de La Vega. Era totalmente ecléctico, estoy seguro de que podría representarse ahora mismo y seguiría siendo un espectáculo vanguardista. Los creadores fuimos una chica y yo, y seleccionamos a gente del pueblo, entre otros, a mi hermana Conchi. Participaba mucha gente, pero los que estábamos en el núcleo duro éramos todos muy amigos. Representábamos, por ejemplo, el cuadro de La danza, de Matisse, Los fusilamientos, de Goya, o Las señoritas de Avignon, de Picasso, y, en un momento dado, el cuadro se descomponía y tomaba vida, los personajes hacían cosas. Muchas veces el espectáculo se representaba en una piscina, jugábamos con el agua. La verdad es que alucino con lo que fuimos capaces de hacer en esa época de efervescencia cultural en España. Hubo una eclosión de creatividad, de ganas de hacer, nos atrevíamos con todo. Yo, que no tengo ni puñetera idea de pintar, monté una exposición de pintura. Había un ambiente muy propicio a romper prejuicios. En la tele, todos los martes teníamos el chute de La edad de oro de Paloma Chamorro.
Los sábados un grupo de amigos y yo solíamos visitar los bares modernos de Sevilla y recuerdo que nos llamaban los neocatetos porque veníamos de La Rinconada. Llevábamos nuestras camisas, nuestro pelo con limón, y, a veces, nos poníamos en fila y mi hermana Isabel, que ya falleció, nos maquillaba.
¿Qué decía tu padre?
Yo intentaba que mi padre no me viera, no sé muy bien qué pensaba. Aunque él se tragaba La edad de oro de Paloma Chamorro. Recuerdo que, cuando salió el disco de Alaska y Dinarama No es pecado, una vez le dijo a mi hermana: «Niña, pon esa canción de “¿A quién le importa?”». Fue adaptándose a su manera. Piensa que él se quedó viudo muy joven porque mi madre murió con cuarenta y dos años. Mi hermana, la que falleció, era un poco el ama de casa. La chica se quedó sin madre con siete años. Mi padre simplemente se fue adaptando.
Conseguiste llevar a muchos grupos a La Rinconada.
Sí, vinieron Alaska, Gabinete Caligari, Semen Up… Cuando vino Semen Up, se me acercó un señor del pueblo y me dijo: «Oye, mi hija ya me lo ha aclarado, pero me fío de lo que tú me digas, ¿el cantante se saca la polla?». También estuvieron Loquillo, Glutamato Yeyé, 21 Japonesas, Danza Invisible y Dulce Venganza, que era el grupo de Benito Peinado
Dulce Venganza fueron los teloneros de Gabinete Caligari, y, después de la actuación, el primer teniente de alcalde se les queda mirando y suelta: «Mira, muchacho, has cantado muy bien, pero ¿te tienes que pintar los ojos?».
¿En el pueblo se aceptó bien que se invirtiera dinero en esas actividades?
El primer concierto fue el de Gabinete Caligari, con Cuatro rosas en pleno éxito, y, en aquel momento, que La Rinconada fuera el pueblo de la provincia capaz de traer a un grupo como Gabinete supuso lo mismo para la autoestima que lo que sienten ahora muchos sevillanos y sevillanas después de que triunfara el sábado la gala de los Goya en nuestra ciudad.
Esta mañana, una señora a la que no conozco me decía en el gimnasio: «Alcalde, qué orgullosa estoy de Sevilla después de ver el sábado la ceremonia de los Goya». Pues eso mismo pasaba en La Rinconada cuando empezaron a llegar todo esos grupos. Cada año se convertía en «¿Quién viene este año?».
En primer lugar, los bares hacían el agosto y luego la gente se sentía muy orgullosa de ser el pueblo moderno de la provincia. Hoy es muy fácil que en los pueblos haya conciertos de todo tipo, pero, en los años ochenta, los conciertos estaban en Sevilla y en La Rinconada.
Quería preguntarte por La edad de oro, el programa de Paloma Chamorro, pero ya nos has hablado de esto. Siguiendo con el tema de la música, creo que te gustan mucho los Smiths.
Es mi grupo fetiche. Me llevé una gran sorpresa el otro día cuando vino el presidente del Gobierno a lanzar mi candidatura, me presenta y salgo al escenario del Pabellón de la Navegación para dirigirme a las tres mil personas allí reunidas y empiezan a sonar los Smiths. Bueno, la verdad es que me emocionó que los Smiths sonaran en un mitin. Era algo que jamás había pensado.
¿Qué importancia tiene la música en tu vida?
No entiendo un cumpleaños, una fiesta o un encuentro si no hay música.
¿Recurres a algún tema en concreto cuando quieres mandarlo todo a la mierda?
Si estoy un poco regulín y estoy en casa, aunque tal vez no me convenga, siempre recurro a un par de canciones de Golpes Bajos: Malos tiempos para la lírica y No mires a los ojos de la gente. En general, escucho mucha música de los ochenta o de los noventa, aunque muchas veces esas canciones vengan de los años setenta. Mis grupos favoritos suelen estar vinculados a esa época en la que escuchábamos Radio 3, veíamos La edad de oro y los programas de Carlos Tena, y el sábado por la mañana echaban La bola de cristal. No existía Internet, y esas eran las únicas ventanas a las que te podías asomar para escuchar algo nuevo.
Me acuerdo de la obsesión con la cinta de casete. Cuando decían: «Vais a escuchar algo nuevo», ya teníamos los dedos preparados para darle al botón de grabar. Competía con mis amigos para ver quién había escuchado algo nuevo.
Creo que hubo esa eclosión porque España era como una olla a presión durante la dictadura, entonces se quitó la tapa y saltó todo, toda esa creatividad, y no solamente en la música, sino en el teatro, en la literatura.
Así que, como te decía, estoy muy enganchado a muchos grupos de aquella época, y recurro a ellos, como ese lector que vuelve siempre a determinados autores, aunque siga leyendo novedades. A mí, en la música, no me faltan Depeche Mode, no me faltan los Smiths, no me faltan los Golpes Bajos, ni Radio Futura y, para petardear, aunque sé que es un personaje controvertido, Alaska, ahora Fangoria, me sigue gustando porque innovaron muchísimo. Cada disco era una innovación. Se han ido adaptando a los requerimientos de la música. Ahora bien, no me he quedado en el 73 como Bowie y T-Rex, como dice la canción. Sigo escuchando música nueva, me encanta James Blake, por ejemplo, hace una especie de soul mezclado con electrónica que es una maravilla.
Bueno y, por supuesto, los sábados por la mañana en casa, mientras desayunamos, lo que suena es música clásica. Entiendo que no está reñido. Es como si te gustan los cuentos, las novelas, la poesía y los ensayos, nada está reñido. Para mí, el disco del año es el de Rocío Márquez con Bronquio, que se ha llevado el Premio Ruido y es una maravilla.
Creo que eres un gran lector, ¿qué música te pones para leer?
En general, música clásica o instrumental. Soy incapaz de leer si la música tiene letra.
Y ¿un libro que te haya marcado?
El túnel, de Sabato. Creo que, cuando lo leí, yo estaba viviendo algo parecido, es decir, había una coincidencia entre lo que decía el libro y lo que yo sentía en ese momento. Luego ya hice un seguimiento del autor y leí Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador. Además, en Buenos Aires, me compré un libro de Alianza que recoge las conversaciones de Sabato con Borges, dos personajes absolutamente antagónicos, lo recomiendo totalmente.
Algún tipo de libro especialmente…
Me gustan mucho las novelas que me amarren un poco, que me hagan pensar, aquellas que analizan las relaciones entre las personas, y recomiendo un libro de novela negra de un escritor llamado Fernando Repiso [risas]. De todas formas, con la novela o el cine negro me ocurre una cosa, lo tengo que reconocer públicamente: me despisto mucho. Me pongo a ver con Fernando una película de cine negro y, a los quince segundos, me dice: «El asesino es ese». Yo alucino porque soy incapaz de darme cuenta. Es más, tiendo a evadirme y a perder parte de la trama. Sin embargo, con otras lecturas u otro tipo de películas, no me pasa. Mi película favorita es El último tango en París porque analiza la relación entre una persona que viene de vuelta de todo, el personaje de Marlon Brandon, con una chavala joven que está en el inicio de su vida, María Schneider. Los personajes intentan tener una relación que consiste en verse en un piso, follar y punto. No quieren saber nada el uno del otro para que no surjan las ataduras, lo que ocurre es que, al final, acaban surgiendo. Me jode que, para mucha gente, el resumen de la película sea la escena de la mantequilla. Me parece que es la película que más veces he visto.
Has citado un libro y una película, pero me consta que eres un asiduo de las librerías, ¿qué otros autores o libros puedes recomendar?
Sara Mesa me encanta. Javier Marías me encanta. De Muñoz Molina me encantó El jinete polaco. Ahora estoy leyendo mucho sobre ciudades, sobre urbanismo, pero no desde el punto de vista arquitectónico, sino sobre la ciudad como un ser vivo y sobre cómo hacer de las ciudades espacios más habitables y mejores. En este momento, como alcalde, considero que es una de mis responsabilidades y hay toda una literatura en torno a este tema.
Sobre planificación urbana, recomiendo siempre el libro Muerte y vida de las grandes ciudades. Está escrito en 1961 por la estudiosa de la arquitectura Jane Jacobs, una activista estadounidense que, en los años sesenta, presidió el Comité Conjunto para detener la Autopista del Bajo Manhattan. Lo que ella defiende, y a lo mejor estoy resumiendo mucho, es la mezcla, frente a otras concepciones de la ciudad como la del brasileño Niemeyer, que separaba la ciudad administrativa, la ciudad para vivir, la ciudad para el ocio… Ese libro es una joya, además pienso que sus propuestas sobre urbanismo siguen teniendo mucha validez hoy en día. Hay un documental sobre Jacobs, creo que estaba en Filmin, lo recomiendo.
En esa misma dirección, acabo de leer un libro titulado La ciudad de los cuidados, de la arquitecta vasca Izaskun Chinchilla. Pero, puestos a citar, me he leído La broma infinita, de Foster Wallace. Ese puntúa doble: son mil doscientas páginas…
¿Te interesa también la literatura de viajes?
Sí, claro. Me interesa leer sobre los sitios que visito. Me gustó mucho el libro de Chatwin sobre la Patagonia. Cuando estuve allí, me servía de guía. También recomiendo Campos de Níjar, de Goytisolo. Ese libro está escrito en 1959 y, cuando estuve en el cabo de Gata, me pareció alucinante que mucho de lo que Goytisolo narra siguiera siendo vigente en la actualidad. Otro libro en ese sentido es el Viaje a Portugal, de Saramago.
¿Y pódcast?
Recomiendo esta mañana el que ha hecho Maribel Verdú sobre los Goya en Sevilla: es maravilloso. Desde que soy alcalde tengo menos tiempo para comer, para leer, para ver películas, etc. Los pódcast me encantan porque puedes escucharlos mientras te afeitas o haces cualquier otra cosa.
Hablemos de tu trayectoria política. Empezaste en La Rinconada en la Delegación de Hacienda, ¿verdad?
En realidad, estábamos tres liberados, el alcalde y dos más, y nos ocupábamos de todo. Compartíamos despacho y, por ejemplo, era normal que el alcalde recibiera a una delegación de vecinos en su mesa mientras yo me reunía con otros en otra mesa de la misma sala. Así que lo de las delegaciones era un poco como de ficción, pero es que estamos hablando de los años 83 y 84. Eso hoy en día ha cambiado una barbaridad, la organización es mucho más estricta.
De La Rinconada das el salto a la Junta de Andalucía, ¿disfrutaste de esa experiencia o echabas de menos el contacto directo con el ciudadano?
Empecé a trabajar en la Junta de Andalucía porque me lo ofreció Braulio Medel, quien fuera presidente de Unicaja. Medel había sido profesor mío en la Universidad, el único con el que obtuve una matrícula de honor en la carrera. Eran otros tiempos. De hecho, entré como interino, esa experiencia fue muy enriquecedora para mí porque La Rinconada profesionalmente se me estaba quedando pequeña. Al entrar en la Junta, primero en Hacienda y luego en temas relacionados con el medio ambiente, conocí a Juan Espadas. Entonces se me abrió un mundo de relaciones humanas y de conocimiento que me permitió trabajar en un puesto técnico en el que yo no tenía responsabilidad política.
Esto es cuando te vienes a Sevilla, ¿en qué año fue?
Creo que en el 87 o en el 88.
¿Cómo fue el resto de tu trayectoria antes de volver a la política municipal?
De Medio Ambiente, estoy un tiempo en Diputación y, después, el entonces consejero de la Junta, Paulino Plata, me llama para que sea director general de Turismo. Estando en Turismo, Juan Espadas me pide que forme parte de su candidatura. Pero nos pegamos un gran batacazo porque Zoido sacó veinte concejales y obtuvo una mayoría absoluta muy cómoda. Así que nos quedamos en la oposición, pero conseguimos ganar las siguientes elecciones.
Una curiosidad es que con Juan Espadas estabas en Cultura, pero, cuando accedes a la alcaldía, conservas esa delegación, ¿sabes de situaciones semejantes en España?
¿Que el alcalde conserve la delegación de Cultura? No conozco ningún otro caso, dicen que soy el único.
También has creado la delegación de Investigación y Universidades, ¿es también un caso único?
No, hay algunas. La idea de incorporar la ciencia y la investigación a nivel municipal, aunque las competencias sean pocas, consiste, por lo menos, en sensibilizar y desarrollar programas con las universidades, como estamos haciendo nosotros. Creo que cada vez lo están haciendo más ayuntamientos.
Cuando Espadas decide dar el salto a la política regional, te conviertes en alcalde, ¿cómo supiste que lo serías?
Voy a contar algo que no he contado nunca. Cuando Espadas se presenta a las primarias frente a Susana Díaz, estábamos en el cuartel general de Espadas, en un hotel en Puente y Pellón (donde antes estaban los almacenes Vilima). Cuando se confirmó su victoria, nos dimos un abrazo y él me dijo: «Ve preparando el chaqué». Fue un mensaje muy nítido, muy claro. Yo no había procesionado antes y como alcalde tendría que hacerlo. Pero fue justo antes de las vacaciones, a finales de julio, cuando me llamó y me dijo que él creía que yo debería asumir la alcaldía y que me lo fuera pensando. Porque es cierto que yo nunca había pensado en llegar a ser alcalde de Sevilla. Uno puede tener sus aspiraciones políticas, muy legítimas, y yo llegué a pensar que podía aspirar a ser consejero de la Junta, pero nunca alcalde.
Así que tuve que realizar un ejercicio de honestidad, ponerme frente al espejo y decirme: «¿Me veo?, ¿quiero?, ¿puedo?». También lo consulté con mi pareja y, aunque su primera reacción fue negativa, después atemperó su respuesta y me dijo que me apoyaría si yo quería serlo y me sentía dispuesto. Una vez tomada la decisión, uno tiene que ser consecuente, y por eso tengo una agenda de vértigo.
He aquí el motivo de que alguien te llame el «alcalde cuántico» [risas]. ¿Es lo más raro que te han dicho nunca?
Sí, seguro que sí, pero lo tienes que explicar, porque yo lo he intentado varias veces y no me sale, siempre me falta algo.
Es cierto que esa agenda me obliga a sacrificar muchas cosas: leo menos, veo menos películas, paso menos tiempo con mi pareja o tumbado en el sofá y me fastidia muchísimo dedicar menos tiempo a la familia. Un amigo me ha amenazado con montar una fiesta para salvar al amigo Antonio: una fiesta sin móviles, sin hablar de pasos de cebra…
Centrándonos en la ciudad de Sevilla. Sus niveles de turismo son altísimos y se abren más hoteles cada día. Sin embargo, la calle critica que se cierren muchos locales tradicionales para abrir sitios dedicados al turismo. ¿Cómo ves esos inconvenientes?, ¿son el olor de la remolacha del que hablaba tu tía Manuela?
En primer lugar, no podemos negar que el turismo aporta riqueza y trabajo, pero lo que me parecería imperdonable es que Sevilla perdiera su identidad, lo que nos hace diferentes. Tampoco podemos fosilizar la ciudad, sino que debemos abrirnos a nuevos materiales, nuevos edificios, nuevos negocios. Pero creo que eso es posible sin perder nuestra seña de identidad. A mí me fastidia muchísimo que se pierdan los establecimientos tradicionales y sean sustituidos por franquicias porque, al final, la ciudad se acaba convirtiendo en una trama urbana estándar. Yo quiero que, cuando estés tomándote un café o paseándote por Sevilla, aprecies que estás en una ciudad con muchísimos rasgos diferenciales, con su personalidad, con su ADN. Pero, en el tema de los locales tradicionales, no vale criticar que se cierren y mirar solo al Ayuntamiento, porque se tiene la sensación de que al Ayuntamiento le corresponde hacer algo. Cuando se cerró el cine Alameda, en la rueda de prensa, les pregunté a los periodistas cuánto tiempo hacía que no pasaban por allí. No podemos pretender que se conserve un local cuando nadie consume en él. Aun así, para los establecimientos singulares de Sevilla (bares, hoteles, comercios, etc.), hemos creado un distintivo que no es solo un reclamo publicitario, sino que tendrá ventajas de todo tipo para que los negocios permanezcan. No obstante, hay que partir de un hecho: estamos en una economía de libre mercado, nos guste o no, y la compraventa de locales, de establecimientos, es habitual. Si un establecimiento tiene un valor patrimonial, hay que estar muy pendiente para que eso no desaparezca. Después ese local que antes era una mercería puede convertirse en una confitería, por ejemplo. No existe ninguna norma que pueda impedirlo, pero, por lo menos, si el edificio tiene ciertos valores arquitectónicos (un escaparate singular, un mostrador, etc.), es posible actuar para que esos elementos se mantengan.
¿A favor o en contra de la tasa turística?
Totalmente a favor. ¿Cuánto dinero ingresaría Sevilla con una tasa turística? Si pusiéramos un euro, el Ayuntamiento ingresaría siete millones de euros. Además está demostrado que no hay ninguna ciudad europea, americana, africana o asiática a la que la gente deje de ir por no pagar la tasa turística. Y, sin embargo, en el caso de Sevilla ayudaría a financiar la conservación del patrimonio o a lanzar promociones de turismo de larga distancia.
Has afirmado en distintos momentos que tu intención es vertebrar el crecimiento de la ciudad alrededor de tres ejes fundamentales: la lucha contra el cambio climático, la economía, asumiendo los retos de la transformación digital, y la reducción de las desigualdades entre las distintas zonas de la ciudad.
Efectivamente, considero que estos son los grandes retos que debe asumir esta ciudad, como cualquier otra, para ser una ciudad atractiva y competitiva. En primer lugar, debemos convertirnos en una referencia en la lucha contra el cambio climático. En segundo lugar, la ciudad debe aspirar a reducir las desigualdades, y, por último, es necesario que tanto las empresas como la Administración se comprometan con la transformación digital. Por supuesto, debemos acometer estas tareas sin aumentar la brecha entre determinadas capas de la población y aquellas otras más privilegiadas. Estos tres retos deben conformar la hoja de ruta de la acción política en Sevilla durante los próximos años. De lo contrario, nos quedaremos atrás y perderemos el tren de la historia.
Como alcalde, ¿tienes alguna espinita clavada?
Sin duda los cortes de luz en algunas barriadas cuyas inversiones dependen de Endesa. En una ciudad que mira al futuro con optimismo es sonrojante que algunas barriadas sufran cortes de luz en pleno siglo xxi: en verano, porque hace calor; en invierno, porque hace frío. No acepto ninguna excusa, es algo que, simplemente, no puede pasar.
Volviendo a la delegación de Investigación y Universidades, ¿cuál es el motivo de su creación?
Porque estoy convencido de que el impulso a la investigación y la ciencia es la condición sine qua non para crear una sociedad mejor. Y, por tanto, un Ayuntamiento como el de Sevilla, aunque la responsabilidad de fomentar la investigación y la ciencia recaiga sobre los Ministerios y la Junta de Andalucía, no puede estar de espaldas, no puede permanecer impasible. Pienso que es necesario realizar una labor de difusión y de sensibilización. Además, el panorama que presenta Sevilla es muy desconocido, incluso para la mayoría de los sevillanos y sevillanas: tenemos trece centros del CSIC, un Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea en la Cartuja (solamente hay seis en España), unas universidades que están realizando una labor encomiable en el fomento de la investigación, además del Parque Científico y Tecnológico, en el que confluyen quinientas cincuenta y seis empresas y startups. Considero que son elementos suficientes para establecer una alianza, como la que hemos construido en el Ayuntamiento, con el objetivo de difundir y sensibilizar acerca de la importancia de la ciencia y la investigación.
A continuación, a petición del público lector, me gustaría hacerte una serie de preguntas sobre los temas candentes de la ciudad de Sevilla.
Sobre el primer eje al que hemos hecho referencia: la lucha contra el cambio climático.
Sevilla debe convertirse en una ciudad ejemplar en el fomento de la economía verde y la lucha contra el cambio climático. Para lograrlo es necesario un cambio de actitud en la Administración, en las empresas y también por parte de los propios ciudadanos. Por supuesto, también hay que acometer una serie de infraestructuras. Por ejemplo, necesitamos mejorar el reciclaje de los residuos, así como transformar el alumbrado público y el de los edificios municipales, como bibliotecas o centros cívicos, en un ejemplo del uso de la energía verde o la energía limpia. Hay que renovar las infraestructuras y el transporte colectivo, con la ampliación del tranvía y el metro y la prolongación de la SE40 para sacar el tráfico de la ciudad y mejorar el confort climático. Otro factor importante incluye desarrollar una política de sombras para los meses de más calor, tal y como estamos trabajando con la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla. Las empresas también tienen que hacer los deberes cambiando o girando hacia un modelo de uso de energías limpias.
Segundo eje: economía. ¿Puede la labor municipal influir en este sector?
El Ayuntamiento debe contribuir a un objetivo básico para que Sevilla sea una ciudad mejor que es el hecho de que haya más empresas. Necesitamos aumentar nuestra base empresarial y, sobre todo, los sectores de futuro en la economía, como pueden ser el sector espacial, las nuevas tecnologías o el sector de las energías verdes. Para eso, el Ayuntamiento tiene que conseguir la simplificación administrativa de licencias, eliminar duplicidades en las peticiones y favorecer la tramitación telemática, y, por supuesto, aplicar una política de suelo que facilite la implantación de esas empresas. Además, es necesario potenciar las startup con el objetivo de animar y atraer a los más jóvenes hacia las oportunidades que representa crear una empresa.
¿Sería el tercer eje (la eliminación de la desigualdad entre las diferentes zonas) la espinita que tienes clavada y que parece más difícil de afrontar?
Sin duda, eliminar las desigualdades entre unos barrios y otros, entre unos ciudadanos y otros, puede ser el objetivo más complicado porque requiere de un planteamiento y de unas inversiones a medio plazo, y además es necesaria, también, la implicación de otras Administraciones públicas. El hecho de que algunos barrios de Sevilla se sitúen entre los más pobres de España en las estadísticas anuales me avergüenza y me sonroja, pero no me voy a esconder a la hora de resolver esos problemas. Eso sí, necesitamos un planteamiento de inversiones públicas para rehabilitar viviendas y espacio público y también para luchar contra el absentismo escolar. En fin, se necesita una intervención integral y compleja. Estoy dispuesto a liderarla, pero para ello debo contar con la implicación de la Junta de Andalucía y del Gobierno de España. No podemos permanecer impasibles ante esta desigualdad manifiesta.
En este sentido, ¿podría ser la cultura, la educación, el principal camino en ese tercer eje?
La cultura nos hace más libres. La cultura es tolerancia, solidaridad, amor por las pequeñas cosas. En definitiva, la cultura nos hace ser mejores personas. Por este motivo, desde las instituciones públicas, cualquier fomento de la cultura que podamos hacer siempre será insuficiente. Necesitamos trabajar en un doble sentido, como ya estamos haciendo: fomentar y canalizar que todo el que tenga talento cultural para desarrollar una disciplina artística en Sevilla pueda tener su oportunidad y, en segundo lugar, conseguir una agenda cultural para Sevilla lo más completa, variada y diversificada territorialmente posible. Próximamente vamos a aumentar la red de equipamiento cultural con la futura Casa Cernuda, con la Fábrica de Artillería, un enclave que nos posicionará a nivel europeo y fomentará el emprendimiento cultural, o con las propias Atarazanas o la antigua fábrica de tabacos. Además, no nos podemos olvidar de completar la Red de Bibliotecas en los barrios de Sevilla que aún no disponen de este servicio.
Hace poco se puso en marcha la zona de baja emisiones de Cartuja. ¿Es Sevilla una ciudad contaminada? ¿Cuáles son las siguientes áreas de la ciudad candidatas a ser declaradas zonas de bajas emisiones?
El foco de contaminación más importante en la ciudad de Sevilla es el tráfico, por tanto, atajar la contaminación y luchar contra el cambio climático significa favorecer el transporte público e incentivar que haya una sustitución del uso de fuentes contaminantes emisoras de CO2 en los automóviles por otro tipo de combustible más limpio. El coche eléctrico es un buen ejemplo y para incentivar su uso vamos a colocar setecientos puntos de recarga en la ciudad de Sevilla. Pero, sin lugar a dudas, el fomento del tranvía, del metro o del tranvibús va a permitir la reducción del uso del coche privado en la zona de bajas emisiones, que, además, se va a ampliar en la Isla de la Cartuja. Pensamos que esta zona de la ciudad debe ser un referente, ya que tenemos un Parque Científico y Tecnológico que debe ser un espejo donde mirarse desde el punto de vista de la innovación tecnológica. A partir de 2024, Triana y el centro serán las zonas en las que iremos restringiendo el acceso del tráfico privado. En cualquier caso, este proyecto tiene que ir acompañado de medios de transporte públicos para evitar que determinadas zonas puedan quedarse aisladas desde el punto de vista de la movilidad. No obstante, este es un camino sin retorno, muchísimas ciudades ya lo están haciendo, sobre todo aquellas que tienen un patrimonio importante, y Sevilla lo tiene.
Sevilla es una de las ciudades españolas que más ha apostado por la bici, con más de ciento ochenta kilómetros de carriles bici. ¿Qué ha supuesto para la ciudad esta apuesta por la movilidad no contaminante? ¿Qué problemas se está encontrando el consistorio con la proliferación de los patinetes eléctricos?, ¿se respetan las ordenanzas a este respecto?
Sevilla es una ciudad ideal para fomentar el uso de la bicicleta y la movilidad individual, gracias a sus condiciones orográficas. Evidentemente, hay que completar la red de carriles bici, pero, en estos momentos, la inversión se está centrando en la reparación de la red existente y en implantar aparcabicis en sitios públicos (universidades, institutos, centros administrativos) y en algunas comunidades de propietarios. Es importante facilitar el uso de la bicicleta y sensibilizar a nuestros ciudadanos. Además se ha convertido en otro atractivo turístico de la ciudad, pues muchas de estas bicicletas son utilizadas por personas que vienen de fuera. También puedo decir que son muchas las ciudades interesadas en conocer nuestro modelo de movilidad.
Por otro lado, el patinete nos ha pillado a todas las ciudades con el pie cambiado. Hemos hecho una adaptación de nuestra normativa. En primer lugar, para evitar el caos que supone encontrar patinetes tirados en cualquier parte, se han establecido zonas determinadas de aparcamiento y, en este sentido, el cumplimiento de la normativa es bastante generalizado. Por contra, hay que mejorar ciertos aspectos, como el exceso de velocidad o el hecho de circular por los acerados o en dirección contraria. Se multa, pero hay que hacer lo posible para que los usuarios de patinete transiten por la vía correcta.
En Sevilla hay tres infraestructuras pendientes y que resultan vitales para la ciudad: el túnel o puente de la SE40, la apertura de nuevas líneas de metro y el cercanías hasta el aeropuerto. En tu opinión, ¿cuál de ellas es la prioritaria?
Sevilla lleva esperando el desarrollo de algunas infraestructuras de transporte demasiados años. No hay justificación posible para el retraso de años que acumula nuestra ciudad en infraestructuras básicas. No podemos seguir recibiendo la respuesta de que con la Expo 92 ya tuvimos bastante, porque ya han pasado más de treinta años. Sin embargo, considero que el momento actual es un punto de inflexión porque la mayoría de estas infraestructuras ya están encauzadas. Las obras de prolongación del metro con la línea 3 empezarán este año y, como alcalde, estoy demandando que no haya esperas entre las obras de un tramo y el siguiente, sino que se acometan de manera continua.
La conexión entre Santa Justa y el aeropuerto en una ciudad turística como la nuestra es fundamental. El proyecto está en fase de estudio, se redactará y espero que se licite en 2024. Y la SE40, que es el anillo que evitaría el tráfico interior, se tiene que acometer de manera continua al igual que el metro, un tramo detrás de otro. A este respecto, tengo el compromiso por parte del Ministerio de licitar un buen tramo del arco norte y continuar hasta culminar la SE40.
Sevilla sigue perdiendo población y se aleja de la barrera de los setecientos mil habitantes ¿Cuáles son las razones? ¿Influye el coste del alquiler o la dificultad para comprar una vivienda en la ciudad?
Aunque el padrón de Sevilla señala setecientos mil habitantes, muchísimos ciudadanos residen en Sevilla y no están empadronados. En cualquier caso, para que el padrón crezca, es fundamental que aumente la oferta de vivienda tanto de renta libre como de protección oficial. Eso actuará de elemento tractor para que la gente venga a vivir a Sevilla y se empadrone. Porque, si hablamos de calidad de vida, de oferta cultural o educativa, nuestra ciudad posee una calidad de vida alta, donde es posible desplazarse andando a muchos sitios y, por tanto, tenemos atractivos suficientes. No podemos decir que Sevilla esté estancada desde el punto de vista de la población por falta de atractivos de todo tipo, más bien todo lo contrario, pero es verdad que hay que intentar, a través de la construcción, abaratar el precio de la vivienda para que la gente se quede a vivir en Sevilla y se empadrone en la ciudad. Por último, es necesario llevar a cabo una labor de sensibilización enfocada en la gente que vive aquí para que decida empadronarse.
En este sentido, Málaga ha apostado claramente por acoger nómadas digitales, ¿existen planes similares en Sevilla para atraer población y talento?
El teletrabajo unido a las condiciones de vida que ofrece Sevilla: un ecosistema emprendedor y vinculado a la tecnología, con el Parque Científico y Tecnológico, los encuentros de startups con la Cámara de Comercio (bajo un proyecto denominado La Fábrica), y la Agencia Espacial Española, nos convierten en un terreno muy competitivo para atraer talento. Sevilla reúne todas las condiciones favorables al emprendimiento y, sin duda, es un lugar atractivo para los nómadas digitales.
¿Isla Natura, en Palmas Altas, es un proyecto para aumentar la población de Sevilla?, ¿habrá viviendas asequibles?
La promoción de viviendas es un objetivo de primer orden. La empresa municipal Emvisesa está desarrollando en este momento en torno a setecientas futuras viviendas de protección oficial. Cualquier promoción conlleva siempre, por ley, que un porcentaje vaya a protección oficial. Somos conscientes de que no solamente en la zona sur (donde más va a crecer la ciudad), sino también en el resto de zonas necesitamos vivienda de protección oficial para atender, sobre todo, la demanda de los jóvenes. La gente joven debe tener facilidades a la hora de adquirir vivienda y puedo asegurar que de las veintidós mil viviendas que hay ahora proyectadas en Sevilla, a corto plazo, unas seis mil aproximadamente serán de protección oficial y estarán destinadas a cubrir las necesidades de los jóvenes.
¿Cómo son las relaciones con la Administración autonómica ahora que los Gobiernos son de distinto color político?
Intento que las relaciones con el Gobierno autonómico y con el Gobierno de España sean cordiales y regidas por la lealtad institucional. Represento a la capital de Andalucía y, por tanto, tengo que mantener una relación basada en la confianza con las Administraciones públicas gobierne quien gobierne. No obstante, soy reivindicativo con lo que creo que le pertenece a Sevilla: hay que superar el atraso histórico de inversiones como las que hemos citado anteriormente. Unas dependen de la Junta; otras, del Gobierno de España. La lealtad institucional no me impide ser tremendamente reivindicativo para lograr que se cumplan algunas de las asignaturas eternamente pendientes con esta ciudad. Por este motivo, estoy reclamando la Ley de Capitalidad para Sevilla, como la que tienen Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Mérida, Zaragoza o Santiago de Compostela. Según el Estatuto de Andalucía, Sevilla es la capital y debe tener un marco jurídico singular. Reclamamos ese estatus para Sevilla y, con este propósito, hemos conseguido sentar en una mesa institucional al Gobierno de España, representado por la ministra de Política Territorial, y a la Junta de Andalucía, representada por el consejero de la Presidencia. No hay que tener complejos a la hora de reivindicar lo que nos corresponde. Somos la capital de Andalucía, lo dice el Estatuto, y no podemos andarnos con complejos para exigir el cumplimiento de las inversiones al que se han comprometido otras Administraciones públicas con nosotros. Por tanto, lealtad institucional, buenas relaciones, pero firmes y reivindicativos con lo que nos pertenece.
No sé si quieres añadir algo más para terminar…
Muy brevemente. En mi toma de posesión dije tres cosas: en primer lugar, que me siento un alcalde feminista, que soy muy feliz por haber caminado ese día desde la Alameda de Hércules hasta el Ayuntamiento junto a Fernando, mi compañero de vida, y, en tercer lugar, que Sevilla es mi lugar en el mundo.
Esperando anhelante la entrevista a José Luis Sanz, su rival en las elecciones.
Ah, espera, que no se la habéis hecho…
Que solo os interesa que aparezcan los candidatos de izquierda…
Que la cosa va mal y hay que arrimarse a la publicidad institucional y a la subvención…
OK, entendido.
«para petardear, aunque sé que es un personaje controvertido, Alaska, ahora Fangoria»
Por qué es un personaje controvertido? Por que no piensa como tú?
Modo sectarismo izquierdista on.
Pues tengo la impresión de que la investigación y las ciencias algo tienen que ver con el envenenamiento del planeta. Sin ellas no habría habido revolución industrial y sin ésta, tampoco habrían sido necesarios los automóviles y, por lo tanto, tampoco la gasolina con plomo, ni el efecto invernadero. Sin las ciencias tampoco habrían existido armas atómicas y las armas convencionales habrían tenido un desarrollo menos mortífero. Puestos a pensar, no el Zyklon B habría sido sintetizado… Es cierto que las ciencias y tecnologías están relacionadas con el confort (en especial si trabajas en el CSIC), pero me parece que también tienen bastante que ver con la extinción (uy, perdón, el «calentamiento» global) y los campos de exterminio. Quizás no sea el único en pensar así. La escuela de Frankfurt algo dijo a propósito de la relación entre el programa Moderno e Ilustrado terminó en Auschwitz e Hiroshima. Por otro lado, fue Marx quien expuso que la razón instrumental era un útil para la dominación y explotación de las personas y la Tierra… Me parece que la investigación y las ciencias han tenido como objetivo más al poder, que una sociedad mejor. Pero, ¿qué voy a saber yo desde la conserjería en donde curro? Son otros a quienes se paga para que piensen, aunque a menudo me parece que piensan y se sientan con la misma parte de su organismo…