Desconozco la razón, pero los periodos que acontecen en los cambios de siglo suelen ser un terreno abonado para el surgimiento de genios artísticos y literarios. Si tuviéramos que señalar a un escritor genial del reciente cambio de milenio en el campo del terror, ese no sería otro que Thomas Ligotti. Hablemos de este gigante.
Mis referencias sobre la obra de Thomas Ligotti proceden del ámbito musical, concretamente del proyecto Current 93, liderado por David Tibet. Pese a que su música inclasificable se mueve dentro del ámbito underground, Tibet ha recurrido a sus publicaciones discográficas para poner de relieve sus intereses y preferencias personales, constituyéndose en una fuente de primera magnitud de la que emanan recomendaciones de lo más interesantes. En los surcos de sus vinilos hemos escuchado cantar las Edda nórdicas en idioma islandés, la sabiduría del lama tibetano Rinpoche, los dibujos de gatitos de Louis Wain o el mundo del Egipto copto. Entre sus descubrimientos musicales podemos citar a Björk (que cantó en un tema de su álbum Island), Baby Dee o un gigante como Antony and the Johnsons. Pero sus prescripciones abarcan también la literatura: los escritos decadentes del conde Eric Stenbock y, como no, los relatos de Thomas Ligotti que hoy nos ocupan. La colaboración entre Thomas Ligotti y Current 93 ha trascendido lo literario para convertirse, además, en una relación musical de la que surgieron tres álbumes: In a Foreign Town, in a Foreign Land (1997), I Have a Special Plan for this World (2000) y This Degenerate Little Town (2001). Así mismo, Thomas Ligotti tocó la guitarra en un tema del recopilatorio Foxtrot con Current 93. Por otra parte, David Tibet ha publicado en ediciones limitadas diversos relatos de Ligotti bajo su sello Durtro Press.
Sin embargo, tuvimos que esperar hasta 2008 para encontrar algunos relatos de nuestro autor en España. Tomó la iniciativa la editorial Panini, que dedicó su volumen La fábrica de pesadillas a mostrar en formato cómic una selección de relatos originales de Ligotti. Se trata de una traducción de la obra original promovida por la editora Fox Atomic Comics. El trabajo consta de cuatro historias originales de Ligotti con la singularidad de que dos de ellas fueron guionizadas por Stuart Moore, y otras dos, por Joe Harris, con dibujos de cuatro ilustradores diferentes: Lee Loughridge, Ben Templesmith, Ted McKeever y Michael Gaydos. Este amplio elenco de artistas y guionistas hace que este volumen sea un tanto heterogéneo, pero no menos tortuoso y terrorífico, respetando la idea de los relatos originales.
El propio Ligotti hace una interesante reflexión al principio de cada una de las historias, dejándonos ver sus influencias, que vienen de clásicos como H. P. Lovecraft, E.T.A. Hoffmann o Bram Stoker. Las cuatro narraciones, pese a esa raigambre clásica, tienen un toque contemporáneo, son de un terror bastante inteligente y nada obvio, casi paradójico, diría yo. Maneja elementos del género, como payasos, maniquíes o manicomios, pero sin caer en tópicos, incluso hay leves referencias al cine, como, por ejemplo, a El increíble hombre menguante, película de Jack Arnold estrenada en 1957.
Por mi deformación profesional también quiero resaltar los aspectos artísticos de algunas de las historias, en concreto de «El sueño de un maniquí», a cargo de Ben Templesmith, y de «Teatro Grottesco», a cargo de Michael Gaydos. La primera destaca por sus tonalidades ocres y azuladas, que son el agente perfecto para trasladarnos a un escenario onírico; la segunda se caracteriza por un predominio del color sobre la línea en una suerte de impresionismo con figuras creadas a base de manchas, su paleta es bastante ocre también, pero utiliza colores saturados, como el violeta, para romper la acción y situarnos en otro plano del discurso, integrando así el color como elemento narrativo.
Esta primera muestra de la obra de Ligotti en castellano estoy seguro de que despertó la curiosidad de algunos de los amantes de la literatura de terror por el intrigante y tétrico mundo de Thomas Ligotti. No cabe duda de que el cómic fue una vía muy adecuada para el desembarco de nuestro escritor en España, pero tendrían que pasar cinco años más para que nuestro autor entrase en nuestro país por la puerta grande: a través de la editorial Valdemar, además, en su colección de lujo, Gótica.
Antes de analizar los títulos publicados en este sello, detengámonos un momento en la figura de Thomas Ligotti. Nacido en Detroit en 1953, hasta 2001 ha conciliado la tarea de editor asociado en Gale con la de escritor de relatos de terror. Su primera colección de cuentos data de 1986, publicada bajo el nombre de Songs of a Dead Dreamer. Su narrativa oscila entre diversos modos y estilos, sobre todo inspirada en el terror a la manera de Lovecraft, lo que le ha valido el calificativo de «horror filosófico». Es decir, se trata de narraciones de carácter filosófico, pero en un tono más oscuro que las hace ser dignas sucesoras de la ficción gótica.
Vamos allá con la primera colección de relatos publicada por Valdemar. Fue editada en 2013 bajo el título de Noctuario: Relatos extraños y terroríficos. Los textos de Ligotti nos revelan una nueva mirada al terror. La dimensión psicológica es fundamental para el escritor, que trata de ubicar a sus personajes en un espacio y en un tiempo alejados de la realidad como una primera fórmula para deslocalizar al lector, dejarlo sin referencias, para que no sepa de hecho por dónde está transitando.
De veras, Ligotti nos conduce por donde él quiere y hacia donde él quiere. A veces toma personajes del imaginario mitológico universal —tal es el caso del cuento «La Medusa»— para traerlos a su mundo y utilizar sus caracteres inquietantes y mágicos, los cuales pone al servicio de su pluma para desconcertar al lector. Otras veces utiliza la elipsis: en una enumeración de sucesos anuales, como la aparentemente inocente festividad de Halloween, el horror que imaginaba el lector se materializa en una breve noticia que, con maestría, Ligotti deja caer un año después de haber sucedido. Fantasías de una ciencia ya pasada —a la que, sin embargo, Ligotti denomina ciencia del futuro—, con los inventos de un doctor loco, nos recuerdan al intrigante El hombre de arena, de E. T. A. Hoffmann.
La versatilidad en los registros y el saber aprovechar al máximo cada una de sus frases hacen que Ligotti sea capaz de llenar de inquietud el alma del lector incluso en microrrelatos de una o dos páginas, como los recogidos en la última parte de este libro.
Thomas Ligotti es, a buen seguro, una de las mentes preclaras de la narrativa de terror contemporánea, con una nueva iconografía y un lenguaje sutil traslada a sus lectores a una dimensión desconocida. Por la importancia de Valdemar, esta publicación supuso el primer paso para dar a conocer la magnífica obra de este maestro del terror contemporáneo en nuestro país.
El siguiente volumen en el que nos detenemos lleva por nombre Grimscribe: Vidas y obras, publicado en 2015 también en Valdemar Gótica. Desde Valdemar no han dudado en encuadrar a Thomas Ligotti en una terna formada con Edgar Allan Poe y Howard Phillips Lovecraft, a la que denominan «la insana, justa y necesaria Trinidad de la Moderna Literatura Fantástica y Extraña». Quizá esta aseveración resulte algo exagerada, pues, aunque Ligotti se ha alzado a la cima de los grandes, no sabría decir todavía si es capaz de ostentar esa altísima calificación. Y digo esto porque, si bien Noctuario y La fábrica de pesadillas son dos obras sencillamente geniales, Grimscribe tal vez no esté del todo a la altura. Veamos.
Grimscribe: Vida y obras es otra recopilación de relatos, género en el que Thomas Ligotti se mueve como pez en el agua y en el que es capaz de desarrollar brillantemente tramas cortas, capaces de aterrorizar al lector contemporáneo. Ahora, aunque «La última fiesta de Arlequín», el relato que abre la recopilación, es excelente, del resto de narraciones (con excepciones) podemos decir que son algo menores.
En «La última fiesta de Arlequín», el autor nos cuenta la inmersión de un antropólogo en un extraño pueblo en el que durante el invierno se celebra todos los años una festividad caracterizada por unos siniestros payasos. El protagonista se sumergirá en este extraño mundo, por el que la imaginación del autor nos lleva de la mano brillantemente a través de una historia espeluznante.
Otro relato que me sorprendió gratamente lleva por título «Los anteojos de la caja». En él, este elemento permite a su portador viajar a mundos mágicos, lo que no trae sino consecuencias funestas. También «Nethescurial» es una buena muestra de horror, el cual hunde sus raíces en un extraño documento hallado entre los legajos de una biblioteca. Por último, destaca «Los capullos», relato muy a lo Lovecraft, donde la cita con un extraño personaje es la excusa para hallar un fatídico final.
Y vamos con otro título publicado de nuevo en la colección Valdemar Gótica, Teatro Grottesco, que confirma la idea de que Thomas Ligotti se ha convertido para la editorial Valdemar en un referente internacional en lo que a literatura fantástica y de terror se refiere. Con muy buen ojo, Valdemar sigue publicando periódicamente no solo relatos de ficción, sino también su trabajo ensayístico La conspiración contra la especie humana, en el que nos detendremos al final de este artículo.
En Teatro Grottesco, Valdemar nos presenta de nuevo una colección de relatos; terreno que Ligotti ha elegido para realizar su obra en detrimento de la novela, y en el cual destila su genio de forma magistral. Cabe señalar que, en esta ocasión, el escritor utiliza un recurso muy original que da un acento particular a su narrativa. En el relato «Deformaciones» se engloban diversas historias aparentemente independientes, pero que mantienen una relación entre sí. El lugar es el mismo, una ciudad sin nombre, dividida en dos zonas, donde suceden extraños episodios. También hay una serie de personajes secundarios que pueden aparecer en varios cuentos. Con estos mimbres construye Ligotti una atmósfera siniestra, con el más puro Unheimlich freudiano, en el sentido de que, cuando lees el siguiente relato, te encuentras un escenario conocido, familiar, pero desconoces cuáles serán la trama y su espeluznante desenlace.
Ligotti sigue construyendo sus atmósferas oscuras de una manera muy terrenal: una casa extremadamente sucia con un agujero por el que se ha caído el inodoro, una fábrica que no tiene acceso salvo a través de un extraño subterráneo, una pensión destartalada cuya dueña tiene una mano de madera… El autor sigue buscando el pavor en lo cotidiano, al cual dota de características extrañas para conseguir su finalidad y cautivar al lector.
Mención especial merece el relato que da título al volumen. «Teatro Grottesco» es un canto a la maldad decadente, como podemos ver por la referencia a Des Esseintes, el protagonista de A contrapelo, de Joris-Karl Huysmans, la novela decadente por antonomasia. Aquí se plantea el mundo dramático como una entidad maléfica que acaba con el talento artístico (e incluso con la propia vida) de todo aquel que se acerca al Teatro Grottesco o es contactado por él. Sin duda se trata de una recopilación magnífica donde Ligotti demuestra de nuevo su genio literario.
Hay un volumen más de Ligotti publicado en Valdemar Gótica: Canciones de un soñador muerto, pero aún no he tenido la ocasión de leerlo. Este hecho nos habla de la importancia que Valdemar ha dado a la literatura del norteamericano y estoy seguro de que continuará con la labor de traducir al castellano toda su obra. De hecho, Noctuario ha aparecido también en pequeño formato, en la colección El Club Diógenes, para hacer, si cabe, más accesible la obra de Ligotti al lector hispano. Seguiremos esperando, pues, nuevos títulos de Ligotti en Valdemar.
Dada mi afición por la obra de Thomas Ligotti, como he tratado de narrar en este artículo, me interesaba también en especial conocer su ideología, su ética, así como los valores que hacen que un escritor se salga de la norma. Pues bien, La conspiración contra la especie humana es un ensayo que da respuesta a esas preguntas, también publicado por Valdemar, esta vez en su colección Intempestivas.
Y es que Thomas Ligotti es un escritor pesimista. Opina que el hecho de que el ser humano tenga conciencia no es algo bueno, sino todo lo contrario. Para él, la condición humana lleva implícito el sufrimiento intrínseco vinculado a la existencia y, por ende, al conocimiento de la muerte. Este sufrimiento es algo que el ser humano rehúye y entierra en su conciencia para tratar de olvidar que está ahí. Solo quien es valiente y decide mirar al mundo con claridad y advertir su propia muerte se da cuenta de este hecho. Para Ligotti, el descubrimiento de este penar conforma un rito de paso que es necesario y tras el cual no hay vuelta atrás. Te sumes en un estado parecido al de la depresión, del cual ya no saldrás nunca.
Para la configuración de este ideario, Ligotti se ha alimentado del pensamiento de autores como Schopenhauer o Zapffe, además de muchos otros (aunque los dos citados parecen ser sus principales referentes). En la búsqueda de una solución, el autor también se aproxima al budismo por considerarlo una manera más adecuada de entender el ser, aunque finalmente lo rechaza.
La parte final del libro es la más interesante, pues en ella se aplica lo expuesto a los grandes literatos del horror, fundamentalmente a Poe y a Lovecraft. Así, se pone de relieve una cuestión importante: «Sin la muerte (es decir, sin nuestra conciencia de la muerte) no se hubiera escrito nunca ninguna historia de horror sobrenatural».
Después de este demoledor ensayo, uno tiene que posicionarse a favor o en contra de Ligotti. Yo me posiciono en contra. He conocido ese hondo pesar, rayano en la depresión, del que habla el autor; he sido consciente de la idea de la muerte y he experimentado un sentimiento de abismo ante ella, y, además, soy lector asiduo del horror sobrenatural. Sin embargo, pese a cumplir las condiciones de Ligotti, siempre ha existido en mí una pulsión de vida, incluso en momentos terribles, y no tengo nada que objetar. Vivo la vida y disfruto de ella hasta que venga a por mí la Parca.
A modo de conclusión quisiera dejar una cita en Fabulantes de Rafael Díaz Santander, editor de Ligotti en España: «Para quien no lo conozca, Ligotti es un autor actual, pero que entronca perfectamente con los clásicos, por cuanto nos transporta a un mundo no contaminado por los detalles prosaicos de nuestra época. Sus historias suceden en el universo del terror puro, poblado por extraños artefactos mecánicos, maniquíes inquietantes, marionetas, paisajes que envuelven a los personajes y los devoran como plantas carnívoras, personajes que deambulan como en una obra de Beckett, pesadillas intrauterinas, sueños que revelan el vacío existencial. Yo diría que Ligotti es una especie de cosmonauta del vacío».
¿Quieres enfrentarte al abismo de la existencia? ¿Disfrutar de un terror gótico de nueva generación en forma de relatos? Sin duda alguna, la obra de Ligotti te obliga a mirarte al espejo con el peligro de descubrir quién eres en realidad o, más allá, quién se oculta detrás de ti.
Pues no se como descubrí yo a Ligotti, el caso es que cuando me quise dar cuenta tenía el Noctuario entre mis manos y empecé a leerlo, como si de un Necronomicon prohibido se tratara. Corroboro lo que dice en cuanto al estilo clásico y las historias inquietantes. Muy recomendable.
El año pasado me leí la edición conjunta de Penguin de «Songs of a Dead Dreamer» y «Grimscribe» y me gustó mucho. Uno de los cuentos mencionados en el artículo «The Last Feast of Harlequin» es uno de mis favoritos, junto con «»Masquerade of a Dead Sword: A Tragedie».
Hay que decir que es un estilo muy recargado y tanto esto como la temática nihilista pueden llegar a empachar.
Buenos días:
¡Genial artículo sobre Ligotti!
No obstante, la cita de Rafael Díaz Santander pertenece a una entrevista de 2013, en el portal especializado Fabulantes, ni citada ni enlazado. ¿Podríais, por favor, mencionarnos?
La cita original se menciona aquí (está reproducida ya desde el primer pie de foto): https://www.fabulantes.com/2013/06/historia-de-la-editorial-valdemar-charla-con-rafael-diaz-santander-y-juan-luis-gonzalez-caballero-editores/
Por supuesto, ahora mismo lo arreglamos. Un saludo.
¡Muchísimas gracias! :)
Ligotti me parece un maestro del lenguaje, pero no de las historias. En eso se diferencia de Lovecraft o Poe.
Llega incluso a hacer alarde de esta idiosincrasia en sus relatos breves, carentes de fondo pero plagados de imágenes y sensaciones.
Esto me choca bastante en «La conspiración…» porque sus reflexiones son bastante mucho más de fondo que de forma.
En honor a la verdad, la primera publicación de Ligotti en castellano es la antología «La Fábrica de Pesadillas», en 2006, a cargo de La Factoría de Ideas…
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