Cine y TV

‘Paris, Texas’: hombre libre, caballero de la noche

Harry Dean Stanton como Travis en Paris, Texas. Imagen Argos Films.
Harry Dean Stanton como Travis en Paris, Texas. Imagen: Argos Films.

«Mientras hacía Paris, Texas fue cuando sentí una especie de revelación. Me di cuenta de que la historia es como un río y que si te atrevías a navegar por él y confiabas en el río, el barco sería arrastrado hacia algo mágico. Hasta entonces, siempre había luchado contra la corriente. Había permanecido en una pequeña charca de la ribera, porque me faltaba confianza. En esa película en concreto, me di cuenta de que las historias están ahí, que existen sin nosotros. En realidad, no hay necesidad de crearlas, porque el género humano las trae a la vida. Simplemente tienes que dejar que te arrastren», le responde Wim Wenders a Laurent Tirard en Lecciones de cine. Clases magistrales de grandes directores (Paidós, 2002). En el filme de Wenders y guion de Sam Shepard, rodada hace cuarenta años, ese río se transforma en un paisaje desértico, árido y vasto, donde lo único que no varía ni muta es el horizonte, que siempre está presente. Aunque Walt (Dean Stockwell) le asegure a Travis (Harry Dean Stanton) que ahí no hay nada, el espectador sabe que se equivoca. Sí que lo hay. Hay un rostro, un cuerpo, una mujer, que es a quien busca y no dejará de caminar hasta encontrarla. Hasta devolverle lo que le pertenece y él le arrebató: un pasado convertido en herencia. 

En esta cinta apenas hacen falta las palabras, y será por eso que lo imprescindible es difícil de pronunciar porque creemos que, de otro modo, expresándolo, perderá toda significación. El concepto como tal se evaporará. Y es que cuando pronunciamos, a veces, albergamos el temor de que la intencionalidad de nuestro discurso no sea el adecuado y, por tanto, nuestras palabras, malinterpretadas. Al hablar, al expresar, en ocasiones, forzamos las situaciones, la toma de decisiones así como la acciones. En cambio cuando callamos, del mismo modo que hace Travis, el errante, el peregrino, el observador solitario, nos dejamos llevar sin perturbar ni trastocar lo establecido. Callar implica silenciar el ruido externo para prestar atención a lo que realmente sentimos. Cómo nos sentimos, qué sentimos. En Paris, Texas, no necesitamos que nos cuenten la historia porque la imagen, poderosa, y más importante todavía, sus personajes, ya nos arrastran por ella. Al igual que su trasfondo existía mucho antes de que llegásemos nosotros, espectadores, y nos sentásemos a mirar. Pero una vez entramos, una vez aparece Travis, el Ulises enfrentado a una Ítaca —su Paris…, Texas, como gustaba decir a su padre, con un halo de suspense— inhabitada y yerma, vacía, como él, pues no lleva ni necesita nada y sus enseres apenas se reducen a una cartera algo roída y unas fotografías que no ha perdido ni quiere perder, ya solo podemos dejarnos guiar. 

El viejo Ulises amnésico, con rostro de perro abandonado y sin dueño, anda despojado del recuerdo de Penélope y Telémaco y, a diferencia del mito y de su héroe, este antihéroe americano apenas se topa con obstáculos, cíclopes o cantos de sirenas; con pruebas que desafíen su fidelidad y compromiso hacia una familia que formó casi sin darse cuenta y, tan rápido como se creó esta, la mera idea, idílica, vista con perspectiva, se desvaneció estallando en mil pedazos porque ninguno de sus miembros estaba por la labor de mantenerla. Precisamente porque las dos personas responsables de la misma no fueron capaces de asumir el problema que se les acababa de presentar y la única resolución —o salida— suponía aceptar la deriva que iban a tomar sus vidas. Y aunque pueda parecerlo a simple vista, esta no es la historia de un mito, sino una historia que bien podría interpretarse como real y verídica porque imita la vida y la vida la imita a ella. ¿Cuántas veces no hemos querido echar a andar, desaparecer, cuando las cosas se han puesto mal? ¿Cuántas veces no hemos querido vagabundear por el simple hecho de caminar, de no pensar, de olvidar? ¿Cuántas veces no hemos creído que podíamos huir del pasado, evitando así posibles consecuencias, y ha sido él el que nos ha encontrado, y nos ha atrapado haciéndonos suyos, violando nuestra memoria y nuestra alma, apropiándose de ellas como si nada? Eso es justo lo que pasa en Paris, Texas, sirviéndose —para cumplir con su cometido— de la lucha eterna que mantenemos con nosotros mismos y con nuestra soberbia. Convencidos de que hemos vencido al gran enemigo, que es ese pasado; convencidos de que huyendo, lo hemos derrocado y hemos terminado con él… de repente, ese pasado se hace carne y se planta frente a nosotros cuando menos lo esperamos para decirnos, no sin cierto sarcasmo: yo aún no he acabado contigo. Y en este caso, el pasado tiene primero el rostro de Walt, luego el de Anne (Aurore Clément), el de Hunter (Hunter Carson) y, finalmente, el de Jane (Nastassja Kinski). Sin embargo, en determinados momentos, el pasado también adquiere la forma de un objeto que hace las veces de escudo, espejo, transparencia o cristal, cuando uno de los personajes apaga la luz para que otro vea o intuya el rostro de quien se esconde detrás. Quizá por eso los espejos y espejismos sean los verdaderos enemigos de Travis, y sus desafíos, lejos de ser los físicos del protagonista de Homero, sean puramente emocionales. Los que, a la larga, resultan ser de la peor calaña. Curarlos puede llevarnos años, pero cicatrizarlos, toda una vida. 

«No supe ver cuánta rabia había en mí», afirma Travis. ¿Cuánta rabia cabe en el alma del hombre? ¿Cuántos celos, dudas y miedos pueden convertir al hombre en el verdugo o prisionero de sí mismo? Por miedo a autodestruirse y destruir lo que conocía, incluidas las personas con las que convivía, Travis toma la decisión de aislarse y desaparecer durante cuatro años sabedor del abismo que habita tanto en él como en el resto. Lo que  recuerda a aquel poema que escribió Baudelaire en Las flores del mal y tituló «El hombre y el mar»:

¡Hombre libre, siempre adorarás el mar!

El mar es tu espejo; contemplas tu alma

en el desarrollo infinito de su oleaje, 

y tu espíritu no es un abismo menos amargo.

Te complaces hundiéndote en el seno de tu imagen;

la abarcas con los ojos y los brazos, y tu corazón

se distrae algunas veces de su propio rumor

al ruido de esta queja indomable y salvaje. 

Ambos sois tenebrosos y discretos:

Hombre, nadie ha sondeado el fondo de tus abismos,

¡Oh, mar, nadie conoce tus tesoros íntimos,

tan celosos sois de guardar vuestros secretos!

Y empero, he aquí los siglos innúmeros

en que os combatís sin piedad ni remordimiento,

tanto amáis la carnicería y la muerte, 

¡oh, luchadores eternos, oh, hermanos implacables!

Ahí está de nuevo el reflejo del que todos huimos sin éxito, pues no podemos escapar de la imagen que se empeña en devolvernos, y de todos es sabido que los mares y los desiertos esconden sus secretos como hacemos nosotros para protegernos y proteger a los demás apartándoles de ellos, tomando distancia, manteniéndoles al margen de lo que puedan hallar y, al mismo tiempo, asustar. Así nos convertimos en moradores de las arenas, sonámbulos de la oscuridad.  Así lo es Travis, el hombre libre que llora en silencio, sin gemir; así lo somos muchos otros que encontramos en él un foco de identificación común: errantes que deambulan por el vasto mundo sin equipaje porque no nos hace falta, y porque, por otra parte, hemos aceptado la solitud evitando de ese modo sentir un ápice de soledad. «(…) Me he quedado tan aislado que no he conseguido recuperarme y ahora tengo miedo. Tengo miedo de desaparecer otra vez. Tengo miedo de lo que pueda descubrir. Pero tengo aún más miedo de no enfrentarme a ese miedo», le dice a Hunter. Será por eso que vivir es aceptar asimismo la incertidumbre y la verdad dicha al otro lado del espejo o del teléfono. Sin embargo, antes de marchar sin mirar atrás, el viejo Ulises no regresa para quedarse sino para hacer lo correcto, para ser el intermediario y conciliador, el nexo que unifique y dé sentido al tejido oral que Penélope ha hilvanado en soledad —alejada del amor y del fruto que dio ese amor—, cuando imaginaba largas conversaciones a solas y a todas horas con la voz de quien le insufló el valor suficiente como para convertir la cosa más nimia en una auténtica aventura: la suya, la que ambos tuvieron; la única Odisea que valió la pena. Además, esta Penélope moderna llamada Jane, que ha tenido tantos pretendientes como los tuvo la griega, también se ha mantenido fiel. Fiel a esa voz grave, suave y familiar que ha creído escuchar en boca de todos los demás a sabiendas de que ninguno de ellos, por mucho que quisiera, ninguno, era él. Y solo a él le atañe reparar el daño y el sufrimiento causado; poner el punto final a una historia que debe terminar para que otra comience desde un nuevo punto de partida y ambos puedan darse la espalda y vencer definitivamente al pasado congelando su recuerdo en una cinta casera o en una fotografía. 

De ambos, Travis y Jane, depende recuperar la confianza en sí y en su destino, pero solo de Travis soltar lastre, reanudar su andadura por la carretera y admitir, en definitiva, que algunos hombres nacieron para ser libres; hermosos caballeros de la noche sin brújula, término ni paradero. 

Hermoso caballero que partís a la guerra 

¿qué vais a hacer

tan lejos de aquí?

¿No veis que la noche es profunda

y que el mundo

solo es desvelo?

Cantan los primeros versos de la «Chanson de Barberine» escrita por Alfred de Musset. Que cada cual por tanto, sea Travis o Jane, Ulises o Penélope, hermosa dama o hermoso caballero, tenga la valentía de partir hacia su propia guerra, independientemente de lo profunda que sea la noche, sus miedos o sus desvelos. 

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45 Comentarios

  1. Pingback: 'Paris, Texas': hombre libre, caballero de la noche - Frases de Amor

  2. El artículo muy bien escrito. En mi opinión la oelicula aburridisima como el 90 por ciento de W Wenders.

    • Abel "el bedel"

      Está película es una demostración de cómo aquello que se podría narrar en diez minutos (y sobraría alguno) se estira como un chicle hasta rellenar dos horas y media de metraje. Se dice que dos catalanes se encontraron una peseta y comenzaron a tirar de ella e inventaron el hilo de cobre. Más o menos es la relación entre los hemisferios cerebrales de este realizador. El aliciente para pajilleros de distintas edades fue Nastasia Kinski.

      • Al parecer no entendiste nada.

        • Abel "el bedel"

          Minuto 2:45. Aparece el «enterao». Sorprendentemente no aclara nada. Una proposición lacónica como respuesta. Algo es bueno porque el «enterao» dice que es bueno. Oh, gracias amo. Oh, que sabio, bwana. Oh, que acertadas palabras massa Al…

          • Enterao? El único enterao eres tú, al parecer. Algo es malo porque el «enterao» dice que es malo. Qué hay que aclarar? Tú has visto la película? Porque si te la tengo que explicar, mala cosa…

    • Como preferir un análisis concienzudo de un cuadro en el que no percibes nada.

      • Es claro: te mataste a pajas pensando en la Kinski.

        • No, te equivocas. Ese es supongo el único «razonamiento » al que a un tarugo como tú podría llegar. Pero que va…

        • Abel "el bedel"

          Opino igual. Pero no hay que dejar que el facherío invada esta página, lo mismo que ya ha hecho con muchas otras. Su nicho natural es la burbuja o foro coches, pero salen de su madriguera a imponer sus «valores».
          Tengo claro que el único interés de este cayetano por el film radica en las nalgas de la Kinski. Hace como los seminaristas que iban a ver las películas de Marisol para después ir pitando a sus habitaciones a agotarse a manolas. Los más retro sermoneaban después con lo pecaminoso del cine (y el baile) y los más cagados iban como este payaso buscando algún modo de justificar su atracción sexual diciendo que era «arte».

          • «El cine es entretenimiento» – rebuzna el borrico. Ahora resulta que el cine no puede ser arte. ¿Y la poesía? ¿Y la pintura? Debe de estar encantado con el «cine»de hoy. «Es una película que aburre». (Simplemente porque le aburre a él). O sea, él es el mundo. Y llama a los que lo contradicen «facherío». Luego asume las razones más mediocres por las que alguien vería o apreciaría una película, solo porque aquellas son las únicas que su constreñido «intelecto» puede concebir. En fin, mendrugo, vuelva a usted a Fast and furious, y que le aproveche. Pero recuerde, si el choque entre un libro y una cabeza producen un sonido hueco, la culpa no la tiene necesariamente el libro.

  3. Turi Gonzalez

    Obra de arte.
    Ha faltado, creo, mencionar la maravillosa banda sonora

    • Muy cierto. Hablar de esta película sin mencionar su banda sonora es un sinsentido.

      • Hola Abel. Me parece muy bien que no le guste la película «Paris, Texas», que no tenga especial aprecio por el cerebro de Wim Wenders, que valore la belleza de Nastasia Kinski y su capacidad de incitar a la masturbación, que le gusten los chistes vintage de catalanes roñosos, que le irriten los ‘enteraos’ que creen saber lo que usted ha entendido o no, y que utilice el sarcasmo en las batallitas de los comentarios de una revista cultural en internet. Todo eso está muy bien, cada uno piensa lo que quiere.

        Solo quisiera decirle que no entiendo tanta agresividad gratuita en sus comentarios. Tanto desprecio. Tanto insulto. Tranquilo, no tengo intención de darle ningún sermón o consejo, solo faltaba eso. Haga y siga haciendo lo que quiera. Yo sólo quería hacerle este comentario porque sus comentarios me han provocado ese pensamiento (aunque acepto que a usted probablemente eso no le interese).

        Espero sinceramente que no se moleste. Saludos.

        • Abel "el bedel"

          En la conserjería toca aguantar bastante barbarie, así que contestar civilizadamente a alguien que se expresa civilizadamente no me molesta lo más mínimo.
          Entiendo que para gustos se hicieron los colores. Puedo comprender a uno no le guste una película por esto, eso y aquello. También que otro le agrade por esto, eso y aquello. Sin embargo, me toca las narices que alguien base su argumentación en una falacia o en un insulto. Alguien que te responde diciendo “Al parecer no entendiste nada” sin razonar lo más mínimo hace pasar un insulto como argumento. Me está llamado idiota y, en consecuencia, le cae la del pulpo. No es que el angelito se haya descuidado. Mantiene su tonillo de superioridad: “Como preferir un análisis concienzudo de un cuadro en el que no percibes nada”. Sólo él percibe lo real. ¡Oh, amo! ¡Gracias, bwana! ¿En función de qué? De una argumentación no, pues no aduce ninguna. Y ya la corona del gachó: “Hablar de esta película sin mencionar su banda sonora es un sinsentido”. Un sinsentido será ir a ver una película por si BSO. Para eso uno compra el disco. Lo de la BSO es otra. Donde hay patrón, no manda marinero. A quien vio y escuchó a Paco de Lucía no le mentes a un segunda fila como si fuera el no va más.
          En suma: cuando un idiota te insulte, pon el otro puño por higiene, no sea que se vaya a encima a endiosar el memo.

          • Curioso, que refleje la « barbarie » que al parecer padece en la conserjeria comportándose usted como un bárbaro a la primera de cambio.

            Las opiniones son licitas, y en el arte lucho más. Si a vuaced no le tocó la fibra, una película eminentemente sentimental, es normal que la encontrase aburrida.
            Podria tirar del refranero popular y decir que « no está hecha la miel para la boca del asno », pero sería una broma pueril, pues no todas las buenas películas tienen que gustar a todo el mundo, y la experiencia previa y/o el momento vital en el que vemos una pelicula influye mucho en nuestra percepción de la misma. Lamentablemente, la falta de tiempo hace que no podamos revisitar muchas de ellas y nos quedemos con la impresión de la primera (y normalmente, única) visión de la misma.

            En cualquier caso, Paris, Texas es una película con la que hay que conectar. Yo, y mucha gente, lo hemos hecho. Pero bien es cierto que si por todo lo mencionado anteriormente, o simplemente por su forma, no conecta con ella, es dificil que le guste. Es una pelicula que es forma, fondo y transfondo, pero no cuenta una historia « entretenida », asi que hay poco a lo que aferrarse si no hay conexión.

            Ahora eso si, que le moleste que le digan que no la ha entendido porque no dicen por qué no la ha entendido cuando su critica es, en esencia:
            « es un tostón, el director es tonto, menos mal que la actriz estaba buena » (la cita no es literal, pero no dista mucho), muy señor mio, que sepa que le han contestado con más educación del que su crítica merece.

            • Abel "el bedel"

              La conserjería es la sucursal de la jungla. El bedel no se percibe como una persona. Es ante quien se manifiestan los demás tal y como son. Perciben a un siervo, un ser inferior del que exigen obediencia. No rechazan sólo su opinión, sino el hecho de que puedas tener una, cosa que usted también hace. Ha tirado del refranero aparentando que no lo hace: ¡Qué ingenioso es usted, milord! ¡Qué bueno, bwana! ¡Qué ciencia la suya, amo Jorge! Después pasa a la precomprensión heideggeriana. ¡Oh, qué sutil! ¿Qué van a saber los demás de Heidegger?
              El cine es en esencia entretenimiento. Para un hiperbóreo como usted es una manifestación de arte. O, mejor dicho, de Arte que sólo un entendimiento privilegiado como el suyo es capaz de apreciar. ¡Oh, amo! Qué bien. Pero más allá de su complejo de superioridad no dice nada. Ni siquiera manifiesta por qué le gusta este bodrio. Sólo que “conectó”. No por qué. Yo sí he aportado razones de por qué ese tostón lo es, señorito Jorge: aburre. Es lento como el desarrollo de una berza. Personajes sin carisma alguno con los que es imposible empatizar, un niño insoportable, un perturbado que no sabe que hacer con su vida, una putilla que tampoco sabe qué quiere en la vida y una película donde no pasa absolutamente nada de nada en las casi dos horas y media que dura. Eso sí, permite comprender mejor la dilatación del espacio-tiempo y hace que cualquier fin de semana sea más largo.

              • El cine como negocio es entretenimiento, por supuesto. Para gente que tiene mucho tiempo que gastar y poco con lo que llenarlo. Y dentro de ese mundo hay directores que sólo se dedican al negocio, y otros que lo aceptan como mal menor para poder realizar lo que de verdad les pide su vocación artística. Y unos pocos genios, combinan ambas facetas a la perfección. Son, naturalmente, los menos.

                Podriamos entrar en una disquisición sobre el tempo de la película, o como la fotografía va cambiando a lo largo del camino del personaje, evolucionando con él, incluso dentro de una misma escena, como en el célebre plano en el que el ”perturbado” dialoga con “la putilla” y pasa de mirar un espejo a ver a través del mismo. Esa escena condensa toda la relación, no por lo que se cuenta (parcialmente relevante) si no por lo que se muestra. Es una metáfora sutil, tremendamente visual y poderosa de alguien que se deja de ver a sí mismo nada más y pasa a ver a la otra persona.

                Esa escena en si misma ya vale para justificar ver la película (las escebas no se ven de manera aislada, se llega a ellas).

                De nuevo, si vuaced no es capaz de conectar con la película, no hay ningún problema. Pero trabájese un poco más la crítica si quiere tirar por tierra el trabajo de otros, dado que tanto le molesta que desdeñen el suyo.

                Mire bien el espejo, con un poco de suerte también puede llegar a ver a través, como pudo hacer el “perturbado” protagonista de la película que tan poco le gustó.

                • Abel "el bedel"

                  Esta película es una nadería con pretensiones que se vendió porque la Fox, aparte de untar jurados, centró toda su campaña en que salía Nastassia Kinski. Y la BSO es tan «buena» que nadie la compró. Como es lo único a lo que agarrarse durante el par de horas largas que dura el bodrio, destaca, pero no es una música que alguien pondría en su casa tras el trabajo, ni durante un viaje.
                  Ya nos hemos dado cuenta de lo mucho que usted trabaja sus argumentos: «tiene buena música y fotografía». Siga usted sus mismos consejos.

                  • De la musica no he hablado en ningún momento. Mejore su comprensión lectora y vea a quien contesta.

                    De la fotografía, le he explicado por qué me parecía buena, y le he puesto un ejemplo concreto que juega una función narrativa.

                    Su merced el único argumento que ha presentado es llamarla nadería, bodrio, pretenciosa y un margo etc de sinónimos condescendientes, sin sustentarlos por un solo argumento mas allá de su opinión.

                    Y con esa capacidad de argumentación se extraña de que no tengan en cuenta su opinión…

                    • Abel "el bedel"

                      Lo he dicho una y otra vez. Es una película que aburre. Posee un metraje desmedido para la trama que expresa. El cine es entretenimiento. No soy el único al que le ha aburrido. Lea más abajo el parecer de Jairo RP. ¿Qué a usted le divirtió? Pues muy bien, campeón. También le entretendrá ir a misa. Tiene un gusto catatónico. «Hay gente pa tó».

                    • Y usted parece tener un «gusto» bien tosco. Hay gente pa na…

          • De haber sido tu comentario humilde ciertamente no te habría escrito «al parecer no entendiste nada». Por supuesto que no. Tal tono en mi respuesta se debió a tu arrogancia. Si pretendes que lo mío fue un insulto, se te escapa que en tal caso fuíste el primero en insultar. Lo de la banda sonora me parece un poco torpe e infantil. Claro que cuando hablamos de una obra completa, particularmente de una película, que incluye un montón de elementos, como la música en este caso, se hace inevitable mencionarla, así como al guión, las interpretaciones, la fotografía… es parte inalienable de la historia. Su atmósfera.

            • Abel "el bedel"

              Más bien forma parte de la historieta.

              • Qué de comentarios pretenciosos para alguien cuyos comentarios se podrian confundir perfectamente con los del critico de cocina de Ratatouille (sí, ha llegado al punto de parecer una caricatura de dibujo animado):
                Acidos y llenos de resentimiento, pero vacíos de contenido.

                Quizás algún día consiga usted despertar. No al cine de Wenders, que no hace falta que le guste ni mucho menos, si no a que la critica constructiva y la mente abierta a otras opiniones llevan mucho más lejos.

                • Abel "el bedel"

                  Cada uno tiene derecho a exponer su opinión. Vienen un par de idiotas a imponer su gusto criticando a los que no estén de acuerdo con su opinión. Y nos dispensan sus sermones: los que no comulgan con su gusto están dormidos, son lelos, pretenciosos, soberbios, están vacíos, etc. Moralidad en estado puro.
                  El cine es entretenimiento y esta película es cualquier cosa menos entretenida. No es una película de director, sino de actriz. Así la vendió la propia productora, porque no había otra cosa a lo que agarrarse.
                  Fundamente usted su parecer y deje de exportar su moralidad. Los demás opinamos como nos parece y tenemos derecho a expresar nuestro gusto, pequeño facha.

                  • Además de inepto hipócrita. Criticando aquello que hizo él desde el primer momento, y que los demás no hemos hecho en ninguno. Vuelve a la conserjería colega, que vas a estar más entretenido.

                    • Abel "el bedel"

                      Después de «inepto», falta una coma. Andas mal de gusto, peor de educación y poco bien de gramática. La segunda proposición, a partir de la conjunción, tampoco tiene sentido. Unas clases de sintaxis no te vendrían nada mal, pequeño facha.

                  • He visto unos cuantos fallos gramaticales en tus respuestas. Teniendo en cuenta tus razonamientos infantiles y contradictorios, resulta curioso que la falta de una coma te ponga nervioso. Tal vez se deba a tu falta de argumentos. Dudo que tú puedas darme lecciones de escritura. No tengo nada de facha, otra «conclusión» mezquina propia de un energúmeno frustrado, como el que se ha mostrado desde su primer mensaje. Y de educación mejor no hablemos.

                    • Todo pueblo tiene su fuente y su tonto.
                      La fuente es Beatriz. El tonto, Al.
                      No discutáis con él. No merece la pena dialogar con el tonto.

                    • Qué gracioso su comentario. Vuelve a incidir sobre cualidades de las que anda usted sobrado. El único con el que no se ha podido discutir aquí es con usted, como algunos de los comentadores (dos más, aparte de mí, por lo menos) han demostrado, con bastante más paciencia que yo, y de la que usted ha merecido. Todo lo que su complejo de inferioridad pudo responder ante toda réplica era perlas del tipo: «Sí bwana… «, «oh amo», por no hablar de insultos repetidos, a menudo el mismo a las diferentes personas que le han mostrado su propia ineptitud, con bastante mayor educación, de nuevo, y capacidad de dialogar, que la suya.

  4. Eduardo Molina Donaire

    El comienzo es épico, Dean Stanton caminando con determinación, rapidez a por algo que sabe que existe. Busca a su mujer, se destrozaron pero sabe que su vida sin ella no existe. La encuentra, y hay un entrañable diálogo, largo, sincero, una escena maestra. Consigue traerla de vuelta, él parece no estar preparado aún, pero la ha encontrado.

  5. Película maravillosa. Para mí más a modo western que odisea. La banda sonora es extraordinaria. La química entre los actores es tal que llega al espectador. Conmovedora, genera un ambiente y un ritmo que favorece que se vaya descubriendo a los personajes sin prisa, contando lo justo. Es un film icónico (cada fotograma es un póster). Y no, no hay grandes explosiones, ni héroes hipermusculados, ni peleas. Sí hay una persecución maravillosa por las autopistas de Houston, que te tiene en vilo un buen rato. Y destacaría la presencia un hombre normal, que ha cometido errores, y tiene la entereza de enmendarlos para después dejar que la historia siga su curso. Es una lección de vida, de amor, de sacrificio por los demás. Por lo demás, ni dinosaurios, ni coches que vuelan, ni efectos especiales.

  6. Si será complejo el asunto de conectar o no con una película, que a mí mismo me pasó, al verla por segunda vez treinta años después, que no se produjo la magia de la primera vez. Esta segunda vez el protagonista me impacientó, en lugar de emocionarme. Eso sí, la guitarra de Cooder sigue funcionando como el primer día.

  7. MacNaughton

    La película «Paris, Texas» es de hace muchos años, del año 1984. Por supuesto, me acuerdo muy bien del fenómeno de la película, y su enorme impacto en el momento….

    Pero ¿que estaba pasando en el Reino Unido en ese momento? Estaba Thatcher todavía en el Poder.

    Era muy reciente la Guerra de las Malvinas, que es cuando uno empieza a tomar conciencia política, yo por lo menos. O sea, ver gente de tu barrio poner la bandera británica por la ventana y quedarte así, colgado, frozen…. completely frozen… sentirse otro…

    Estaba la huelga de los mineros en Reino Unido, que fue una movida enorme…enorme… una guerra de clases que duró un año y medio y que perdimos…

    Y la Guerra Fria, que los jóvenes de España hoy en día no saben ni pueden imaginar como influía al ambiente… para mal… medio ansiosos todo el rato…

    Estaba el SIDA también, que nadie sabía lo que era… Buf… El 84… Mucha tela…

    Y estaba David Lynch que estaba haciendo algo del todo inexistente BLUE VELVET y es el gran talento americano de su generación.

    Estaba todavía vivo Joe Strummer, que siempre será una referencia… Creo que el Celtic ganó el doblete y Escocia llegó a los Mundiales de Mexico del 86…

    Prefiero no volver a ver PARIS, TEXAS, porque no quiero estropear la memoria…

  8. MacNaughton

    PD. O para mi, como toma de conciencia, ver a «The Pogues» en the Barrowlands de Glasgow, que es un sitio mítico para la gente de la musica… ver a Shane MacGowan salir al escenario y decir «Good evening Glasgow»…..y el Barrowlands entero volverse loco… o sea simplemente ver a Shane una noche, una vez en tu vida… Shane is inmortal… El ruido: casi se viene abajo el techo….

    Y Escocia es un pais republicano a punto de hacerse, y lo olías con Shane allí en el escenario… ¿quien nos va a parar en serio? Si estamos en esa organización u otro me da un poco igual. No nos van a parar.. Es cuestión de tiempo…. ¿Que país nos van a dejar es la cuestion? Si es otro pais capitalista más, no se si vale la pena…

    Hemos perdido muchisimas cosas desde «Paris, Texas» desde mi punto vista. Demasiadas cosas….

  9. Creo que fue Arthur Penn quien puso en la boca de Gene Hackman (Night Moves, 1975) un comentario sobre Rohmer: «Vi una de sus películas una vez, es como sentarse a ver crecer la hierba». En inglés la frase era «ver cómo se seca la pintura». Woody Allen parece que la usó también para referirse al cine francés. Maravillosa frase que puede usarse sin culpa alguna para definir el cine de Wenders y muchos de sus compatriotas…pasando por Antonioni y muchos franceses, considerados «genios»…producen solo bostezos…

  10. Si no te gusta algo no hace falta ponerte frente a alguien a quien sí le gusta, agarrarle la cabeza para que te mire y mirarle fijamente a los ojos para decirle lo equivocado que está. Porque tú sí que sabes de la vida y la otra persona no tiene ni idea. No se, disfruta de algo que te guste y deja a los demás que vean lo que quieran.

    Para los del odio vocacional.

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