Esta entrevista está disponible en la revista Jot Down Places.
José Francisco Salado (1965, Rincón de la Victoria) es licenciado en Derecho por la Universidad de Málaga. En 1990 funda un despacho propio mientras participa activamente en la vida municipal de Benagalbón como directivo del equipo de fútbol y en la asociación vecinal. En 1990 salta a la política como militante del PP, y en 2003 entra en el equipo municipal de Rincón de la Victoria como concejal de Urbanismo, con alcalde del PSOE. De 2011 a 2015 es alcalde de Rincón. En 2015 gana las elecciones, pero una alianza de partidos encabezada por el PSOE impide su nombramiento como alcalde. A mitad de la legislatura, con apoyo de Ciudadanos y otros grupos, impulsa una moción de censura a la alcaldesa del PSOE y recupera la alcaldía. En 2019 vuelve a ganar las elecciones y gobierna con el apoyo de otros partidos del municipio y desde ese mismo año es presidente de la Diputación de Málaga.
Francis Salado, como lo conocen, nos recibe en su despacho en el edificio de la Diputación, justo al lado de La Térmica. Es una persona cercana y muy clara en la exposición de sus ideas y en los proyectos en los que participa. Como político cree en los pactos y considera que el trabajo de las diputaciones provinciales es muy necesario. Charlamos sobre el éxito de Málaga como destino turístico y provincia de emprendimiento tecnológico. Con él también abordamos todos los problemas derivados de este mismo éxito.
Acabas de decir en FITUR que «si buscas la felicidad, está en Málaga». ¿Esto es un eslogan turístico o una expresión de tu propia vida dedicada a la provincia?
Hombre, yo creo que la industria turística es la industria de la felicidad, ¿no? Y muchas veces buscas esa felicidad cuando te vas de vacaciones o contratas una experiencia turística, pero a veces te decepciona. Málaga tiene todo lo necesario para que disfrutes de tus vacaciones, que es lo que deseamos durante el año. La Costa del Sol tiene una oferta tan amplia y tan variada que puedes encontrar cualquier cosa que busques. Y el grado de satisfacción de la gente que nos visita es muy alto. No es una impresión personal, son datos objetivos. Cuando hacemos las encuestas de calidad, casi todos los turistas nos valoran con un notable alto o sobresaliente en todos los aspectos que consultamos. Entonces, es un dato objetivo. Por eso digo que para ser feliz hay que venir a Málaga.
Y tú también eres feliz en Málaga, ¿no?
Soy muy feliz en Málaga. Además cuanto más viajas y sales fuera, más aprecias lo que tienes en casa. Eso ocurre mucho y con Málaga, excepcionalmente, ocurre con la gastronomía, con el clima y con la gente.
La gente es un factor muy importante. Tú vas a otros países, a otras ciudades europeas y el trato con la gente puede ser desagradable. Vas a un restaurante y parece que te están haciendo un favor. Aquí no. Aquí te das cuenta de que la persona que te atiende está intentando hacerte feliz. Es atento, quiere que te sientas a gusto y crea un ambiente agradable. Y eso es un valor añadido importantísimo.
En los noventa tenías tu despacho de abogados, eras miembro de la directiva del Club Deportivo de Fútbol Benagalbón, secretario de la asociación de vecinos y organizador de la Semana Cultural. ¿Qué te llevó a dar el salto a la política?
Hubo una parte de confianza en quien me lo propuso, mi tío Antonio Salado, una gran persona, ya fallecida. Él estaba muy metido en el mundo empresarial. Fue presidente de la Asociación de Comerciantes del Rincón de la Victoria y era una persona en la que yo confiaba. Además de quererlo, confiaba enormemente en él.
Por otro lado, también me empujó el deseo de conseguir cosas para mi pueblo, que es lo que te mueve en el mundo de la política. Cuando participaba en el colectivo asociativo, en mi pueblo, estaba siempre peleándome con el ayuntamiento para conseguir algo para el club deportivo, para mi pueblo. Siempre costaba mucho trabajo, unas veces conseguía el no, otras veces, el sí.
Pensé que mejorar mi pueblo, Benagalbón, sería más fácil si era yo el que tomaba las decisiones. Eso fue lo que me hizo dar el paso. Y luego mi familia, porque yo siempre consulto todo con mi familia, como mi madre.
Cómo son las cosas. Mi padre me dijo que apoyaría y respetaría la decisión que yo tomara. Mi familia es muy grande. Somos siete hermanos, unos son del PSOE, otros son del PP, otros son independientes. Tengo otro tío, Paco, Paco Salado, que es del PSOE. Y me dijo: «No, no, si quieres progresar en política, métete en el PSOE, que tú vas a hacer carrera ahí rápido». A él no le hice caso, porque, en aquel momento, el PSOE estaba gobernando, eran tiempos de crisis, y mi padre, que era autónomo, tuvo que cerrar la carnicería. El PSOE, como en muchas etapas de España, era el partido de la crisis, del paro, y no me atrajo eso. A pesar de que mi tío intentó presentarme a la gente del PSOE, decidí ir al PP, que en aquel momento no era una marca muy fácil. Era un reto importante.
Una sensación común a los ciudadanos es que, cuando el político ocupa cargos más altos, se olvida un poco de cómo es la vida en la calle. Tú has sido concejal y alcalde en Rincón de la Victoria, dos cargos que te mantienen en contacto con sus vecinos. ¿Es diferente cuando se asciende a la Diputación?
Sí, muy diferente. El alcalde tiene un contacto más directo con el ciudadano, con el vecino y con los problemas cotidianos del día a día. En la Diputación provincial no, el contacto se da más con la sociedad civil, con los colectivos, el tercer sector y los alcaldes. Es un trato distinto, también trabajas con problemas cotidianos y diarios, pero es menos exigente.
Los alcaldes hacen también un ejercicio de empatía contigo como presidente, conocen tus dificultades económicas a la hora de tomar una decisión y es más fácil el trato con ellos. El ciudadano no. Para el ciudadano, su problema (por ejemplo, un bache en la acera de su casa, en su calle) es lo prioritario en la vida del municipio. Si no se lo arreglas, en ese momento está disgustado contigo. Se enfada contigo. Aunque tú le digas que lo prioritario en ese momento es otra cosa importantísima, de ámbito general. Por tanto, el papel y la labor del alcalde son más complicados.
Es un debate que se ha olvidado, pero en 2016 fue muy serio. PSOE y Ciudadanos defendían eliminar las Diputaciones, asegurando que eso supondría un ahorro de seiscientos millones. Mariano Rajoy lo calificó de disparate, alegando que no se podía sustituir el servicio que prestan a los pueblos pequeños. Cuéntanos desde tu experiencia, ¿para qué sirve una Diputación?
Nunca entendí que el PSOE entrara en ese juego porque ellos sí han gobernado y conocen la importancia de las diputaciones, sobre todo en los pueblos de interior, donde ellos mayoritariamente tienen más representación y más alcaldes. Respecto a Ciudadanos, en aquel momento, lo achaqué a la ignorancia, a su falta de conocimiento sobre el funcionamiento de las diputaciones y sobre las necesidades de los pueblos con menos de veinte mil habitantes. Al final, Ciudadanos ha cogobernado con nosotros en esta última etapa. Con el tiempo se dieron cuenta de la importancia que tienen las diputaciones y de que, si se eliminaba esta figura, tendrían que crear otra que se llamara Dirección General de la Junta de Andalucía de municipios menores de veinte mil habitantes. La realidad es que un municipio pequeño no puede afrontar por sí solo inversiones fundamentales como el saneamiento o servicios como la extinción de incendios, la recogida de basura y su tratamiento, o, en este caso, como hacemos nosotros, la promoción de la provincia de Málaga. ¿Qué ente al final se encarga de todas esas labores?
Así que, antes de que llegáramos nosotros, las diputaciones eran denostadas, te lo digo también por parte del Partido Popular. Los alcaldes sí las valoraban porque las conocían, pero la gente no las sentía útiles. La sociedad en general, el tercer sector y sobre todo los municipios grandes se preguntaban: «Esto ¿para qué sirve?».
Hemos cambiado completamente, y a los hechos me remito, aquí ya todas las entidades sociales y los colectivos empresariales, cuando tienen un proyecto estratégico interesante, ya no van solo a su ayuntamiento o a la Junta, vienen a la Diputación también, porque nos tienen como un colaborador necesario. Hemos cambiado y le hemos dado la vuelta a la tortilla: se ha visto que la Diputación tiene recursos y los gestiona muy bien.
Tú eres de esos alcaldes que gana unas elecciones y los pactos le impiden gobernar, pero también has conseguido gobernar gracias a pactos. Desde esa experiencia, ¿eres partidario de que gobierne la lista más votada frente a los acuerdos postelectorales?
Sería lo más justo, le toque a quien le toque. Significaría llevar adelante el proyecto que mayoritariamente ha votado la ciudadanía, sea del partido que sea. Muchas veces, de una forma torticera, cambiamos cosas en España diciendo que nos estamos adaptando a Europa, pero no adoptamos otras medidas que en Europa van bien, como, por ejemplo, la segunda vuelta en unas elecciones, como hacen en Francia, o incluso la posibilidad de tener cinco años de mandato. En Francia, los alcaldes están cinco años, porque cuatro años es poco tiempo. Cuando empiezas a funcionar, con toda la burocracia de la administración (proyectos, informes sectoriales, consignación presupuestaria, la nueva ley de contratos), comprendes que para lanzar un proyecto precisas un mínimo de dos años. Es decir, tienes poco tiempo.
Con independencia de si son cuatro o cinco años; en Francia, cuando hay mayoría absoluta, gobierna directamente el ganador, y, si no la hay, se realiza una segunda vuelta y gobierna la lista más votada. ¿Con eso qué evitas? Pues ese tráfico de votos, de intereses, de personas, de tránsfugas, de mercadeo que tiene actualmente la política municipal, donde el concejal de turno puede poner y quitar a un alcalde. Creo que eso desvirtúa la esencia de la democracia, de la voluntad mayoritaria. Soy partidario de que gobierne la lista más votada.
Te hacía esa pregunta porque esta es una provincia multipartidista, pero con un proyecto común desde finales del siglo xix, cuando apostó por el turismo como motor de desarrollo. Esa voluntad no solo se mantiene cien años después, sino que un gobierno construye sobre lo que ha hecho el anterior, aunque sea de diferente ideología. ¿Cómo es posible? ¿Qué tenéis en Málaga para ser tan constructivos?
Sí, lo que es Málaga actualmente se ha construido a través de un sector importante, que es el turismo, que, además, es industria tractora de otros sectores importantes y ha impulsado la diversificación económica que tiene hoy la ciudad de Málaga.
Hay una serie de factores endémicos, como nuestra situación geográfica, nuestro clima, que, bien aprovechados, han hecho crecer la industria turística. Nos han posicionado como un destino de calidad único en España y en el mundo, y sobre eso se ha vertebrado otra serie de factores importantísimos para seguir creciendo en otros campos, como el de las comunicaciones.
Eso nos ha hecho tener un gran aeropuerto, un gran puerto, la conexión con AVE, y todo eso ha llevado luego a la diversificación de otros sectores: el sector agroalimentario, el tecnológico, etcétera, etcétera. Pero no hay que olvidar que todo esto es gracias al sector turístico, porque hay algunos políticos, sobre todo de la izquierda, que están demonizando al turismo, dicen que no tiene valor añadido, que es muy consumidor del entorno natural, de las materias primas, y ¡qué industria no lo es!
Por ejemplo, la industria tecnológica: los minerales que se están extrayendo en el resto del mundo contaminan y agotan recursos. Lo que pasa es que hay que hacer una política general (no solo dirigida al sector turístico) de sostenibilidad, enfocada en consumir menos materias primas y en reinvertir el valor añadido o el beneficio obtenido en recuperar lo que se ha deteriorado del medioambiente.
Esa es la estrategia que tenemos que seguir, no solo en el turismo, sino en todos los sectores. Creo que Málaga ha sabido reconducir esto bien, y a eso se debe el éxito de la provincia. Antes, la Costa del Sol era Torremolinos, Fuengirola, Marbella… Ahora ya lo es todo. Y la transformación de la ciudad de Málaga, que se ha convertido en un destino turístico por sí misma, ha transformado también a la provincia. Todo ha hecho que el éxito de Málaga se esté mirando como un caso de estudio en la Universidad española.
Esta Diputación es un referente nacional en las políticas de gobierno abierto y está entre las diputaciones españolas más transparentes. Suena muy bien, pero cómo le explicarías a un ciudadano común y corriente por qué es importante que sea así.
Es importantísimo, porque eso evita el discurso falso, las fake news y, muchas veces, la oposición destructiva y con medias verdades que deteriora a la clase política y al equipo de gobierno. Si tú eres transparente y la gente tiene información, es más difícil que calen todas esas falsas noticias, los bulos que se construyen muchas veces alrededor de la política.
La transparencia es nuestro mejor aliado para que la clase política, en general, y nuestra Diputación, en particular, ganen credibilidad. Nosotros tenemos un departamento específico de transparencia y buen gobierno. Está continuamente publicando información, contestando preguntas y haciendo participativo al tercer sector en la toma de decisiones. Al final, la política es más fácil si hay participación, porque, si tienes un acierto, el acierto es colectivo y, si cometemos errores, equivocaciones, son errores colectivos, y la gente lo entiende mejor.
Defiendes la cooperación entre regiones y administraciones y, antes de que existiera el AVE entre Sevilla y Málaga, ya pedías que se construyera. Ahora defiendes que ambas ciudades deben liderar Andalucía. ¿Ese ser constructivo forma parte de tu naturaleza como político o has aprendido que es lo que trae beneficio?
Trae beneficio. El chovinismo ese de estar metido en sí mismo y decir que somos los mejores, no salir de ahí y no ver las potencialidades de otros territorios no nos interesa. Nos tenemos que ayudar, pensando en las potencialidades que tiene cada uno, y no dedicarnos solo a competir. Por ejemplo, antes no se hablaba más que de la costa y se abandonaba el interior… Nos hemos dado cuenta de que la costa es importante para el interior, y el interior es importante para la costa, ambos se complementan y conforman un producto único. La gente no se pasa todo el día en la playa y ya está, ¿no? Quiere playa y más cosas. En este caso es igual. Sevilla, Córdoba y Granada pueden ofrecer aquello de lo que carece Málaga. Y el ejemplo es que muchos empresarios de Sevilla, de Córdoba, de Granada y también de Málaga entienden que las provincias limítrofes pueden complementar su producto.
Por ejemplo, el turismo de crucero llega aquí y, tras visitar Málaga, puede ir a La Alhambra o a visitar los centros históricos de Sevilla o de Córdoba si los horarios lo permiten. Cuando vas a ver las ofertas de esos cruceros, hay excursiones a esas provincias hermanas, ¿no? Y está Ronda y está Antequera. Al final tenemos que aprovechar esa potencialidad. Por eso creo que juntos somos un destino mucho más potente que no es solo la Costa del Sol, es Andalucía. Y Andalucía seguro que es mucho más conocida en el resto del mundo que Málaga.
Parece relativamente fácil que a un extranjero le suene Andalucía o Sevilla, como le suenan París o California, pero ¿cómo habéis conseguido que los ciudadanos de Nantes, Bergen o Eindhoven, ciudades secundarias de Europa, sepan que Málaga existe y vengan hasta aquí?
Hombre, yo creo que es la lluvia fina de muchísimos años de promoción. Y en esta última etapa es la diversificación de nuestros mercados. Estábamos muy centrados porque siempre estábamos llenos y era muy fácil. Con el turismo británico y con el turismo alemán llenábamos la Costa del Sol. La pandemia y otras crisis como el Brexit nos han hecho reaccionar rápidamente y buscar nuevos mercados que no nos conocían para poder continuar creciendo. En definitiva, ¿qué hemos hecho? Pues potenciar nuestra promoción turística, sobre todo en el norte de Europa y, especialmente, en los países nórdicos. Ha surtido efecto, y esos ciudadanos noreuropeos han visto que, con su poder adquisitivo, en Málaga pueden comprar incluso hasta una segunda residencia. En el mercado inmobiliario de la Costa del Sol ha aumentado enormemente la compra de viviendas por parte de suecos, noruegos y, sobre todo, holandeses y belgas.
La promoción turística ha atraído a ese nuevo público, que ha encontrado la experiencia que buscaba, ha entendido que aquí hay calidad de vida, que su poder adquisitivo es mayor y ha terminado comprando una segunda residencia.
Se sigue la estrategia de buscar al turista que gasta más en su consumo medio. ¿La idea es competir en el segmento del turismo de lujo, un poco a lo Marbella?
Así es. Siempre se lo digo a los profesionales: «Tenéis que apostar por la calidad, por la excelencia y ofrecer más calidad que cantidad». Porque, al final, la cantidad aporta menos beneficio y genera eso que está pasando en el resto de España, la turismofobia. Saturas el destino, creas incomodidades para el turista que viene y para el ciudadano de aquí, que termina percibiendo el turismo como algo molesto.
Si hay más calidad y menos cantidad y encima consigues más beneficio, es el negocio perfecto desde el punto de vista turístico, ya que la industria se vuelve más sostenible. Por eso, siempre digo: «Cread un producto, aunque sea más caro, que consiga que la gente salga satisfecha». Esa es la línea en la que tenemos que trabajar. El turismo de masas barato que se lo lleve Túnez, Egipto o Marruecos, que se lo queden otros.
Sois un referente cultural de fama internacional, y la cultura es vuestro primer motor turístico. Pero además 2022 ha sido vuestro mejor año en turismo de interior. ¿La idea es ir explotando las fortalezas de cada comarca malagueña o trasladar la actividad cultural, hoy agrupada en torno a la capital, al resto?
El turismo de interior ha crecido, sí. Creo que es uno de los pocos beneficios que trajo la pandemia: el descubrimiento del mundo rural y de nuestros pueblos de interior, su oferta en calidad de vida, seguridad, turismo activo, gente cercana, en definitiva, la autenticidad.
La gente está buscando lo autóctono cada vez más. Eso ha hecho que crezcamos exponencialmente. De hecho, contra todo pronóstico, hemos superado el récord de 2018-2019. Aquel año tuvimos un millón de turistas y ahora hemos alcanzado un millón doscientos mil y parece que seguimos creciendo. Y eso está impulsando también otras políticas estratégicas de la Diputación, como la lucha contra la despoblación.
Muchos de los turistas que han viajado al interior han visto la posibilidad de comprar una casita, pues son mucho más baratas que aquí, y, además, ahora (y eso también lo ha traído la pandemia) tienen la opción de teletrabajar desde allí. Estamos observando que en los pueblos no solo se ha frenado la pérdida de población, sino que algunos incluso están creciendo. Se venden viviendas y también algunos empresarios compran y reforman las casas para ofertarlas como casas rurales.
Esa es la línea: continuar creciendo desde el punto de vista gastronómico, de protección de los paisajes naturales y, sobre todo, con mucho turismo activo. La Gran Senda es un ejemplo de ello. Cada día creamos algún producto singular, único. Por ejemplo, en Canillas de Aceituno hemos hecho un puente colgante espectacular que se llama El Saltillo. Otro ejemplo es la reforma del Caminito del Rey, que se ha convertido en uno de los sitios más visitados de la provincia.
Vuestro modelo turístico es un ejemplo como motor de desarrollo, ¿se puede exportar a otras regiones de Andalucía o de España?
Sí. Aquí vienen compañeros de otras diputaciones y nos preguntan por la clave de nuestro éxito. Recientemente, ha venido un compañero de Jaén. Estamos dando a la alcaldía del Ayuntamiento de Jaén y a otras diputaciones orientación sobre cuál es la estrategia que consideramos más conveniente para cada Diputación. Cada provincia tiene su singularidad. Jaén tiene la suya, pero creo que hay cosas que son comunes. Por ejemplo, en la política de municipios del interior, consideramos que es importante beneficiar a los mayores, en primer lugar, como recompensa por su esfuerzo y, en segundo lugar, para que sigan conservando lo autóctono, lo auténtico que hay en su tierra. Pero, por supuesto, también hay que hacer políticas a favor de la gente joven, para que se quede en su municipio. Nosotros tenemos un proyecto que se llama «¿Y tú de quién eres?» (la conocida frase que te dedicaban los vecinos cuando volvías al pueblo tras años de ausencia) y su objetivo es analizar qué le falta a tu pueblo para que quieras regresar y establecerte en el lugar de tus orígenes. Queremos que la gente vuelva.
Esas son las políticas que estamos trasladando a otros compañeros, pues considero que son comunes en todas las provincias. Aunque, bueno, el problema de la despoblación no es tan grande en la provincia de Málaga como en Jaén u otras provincias del interior. También nos preguntan por Sabor a Málaga como marca promocional de nuestros productos de éxito. Este sello fue difícil de implantar, pero ahora todas las empresas quieren ponerlo. Entre otras, empresas tan importantes como Carrefour, porque ahora los clientes llegan y dicen: «Oye, ¿por qué tu producto no lleva el Sabor a Málaga, el sello de Málaga?». Los clientes ya lo exigen. Evidentemente, eso es el éxito de este trabajo.
En 1992 se creó aquí el Parque Tecnológico de Andalucía, y, treinta años después, se asegura que podríais ser el próximo Silicon Valley europeo. ¿Cuál crees que fue el momento o acontecimiento clave, en esas tres décadas, que consolidó a Málaga como hub tecnológico?
Los elementos clave son las buenas comunicaciones. Estas se han creado a raíz del atractivo turístico de la provincia. En la captación de talento se está observando que la gente muy capacitada no solo quiere un buen sueldo, también busca calidad de vida, vivir en un sitio en el que se sienta a gusto y traer a su familia. Ese tipo de trabajador muy cualificado aquí está bien comunicado y tiene calidad de vida. Por tanto, cada vez son más las empresas que, pensando en todo esto, se están ubicando en ese polo tecnológico que es Málaga. Esas comunicaciones, al final, son un imán, el boca a boca influye. Hay gente que me cuenta que, cuando mantienen reuniones con business angels para buscar financiación para un proyecto, si dicen que son de Málaga, ya les prestan más atención. Si el proyecto interesa, la ubicación Málaga suma puntos.
El parque tecnológico ha sido también un atractivo, evidentemente, para este tipo de empresas, con un gran valor añadido. Yo creo que vamos a seguir creciendo con nuevos proyectos. Todas las administraciones estamos colaborando conjuntamente: Ayuntamiento, Diputación y Junta de Andalucía, con la que por fin ya hay un trabajo fluido. Hay ejemplos claros y estratégicos que podrían estar ya funcionando, como el puerto seco de Antequera o la ciudad aeroportuaria de Alhaurín de la Torre. Estos proyectos podrían estar ya en marcha y muchas veces han sido las pegas administrativas y la falta de confianza las que han impedido que salieran adelante. Ahora que todas las administraciones trabajamos conjuntamente va todo como un tiro.
El crecimiento tiene sus retos. Comienza a haber escasez de inmuebles para albergar a las empresas que quieren instalarse aquí, pero también falta sitio para el talento que atraen. ¿La vivienda va a ser un gran desafío para esta Diputación?
La Diputación no tiene política de vivienda. Todo lo tiene que hacer el Estado, la Junta y los ayuntamientos. Nosotros colaboramos en la redacción de planes generales en pequeños municipios, delimitación de suelos y temas de planeamiento, pero no en materia de vivienda. Creo que la provincia, a raíz de esto, tiene tres problemas. La vivienda, que al final se encarece por la falta de suelo. La movilidad, pues el transporte público en la provincia de Málaga no se ha estructurado ni programado bien y se utiliza mucho el vehículo privado, por tanto, es algo urgente que hay que abordar. Y, sobre todo, el agua, que es cada vez más escasa por la sequía y también por el aumento del consumo por parte de una población que demanda más viviendas.
Esos son los factores que tenemos que priorizar. La vivienda, con políticas en las que tanto la Junta como el Gobierno tienen que ponerse de acuerdo y no dejarlo todo a la iniciativa privada. Al final, la iniciativa privada busca más rentabilidad en la vivienda libre y, si no tiene incentivos, no lo va a hacer. Además, las administraciones competentes, esto es, la Junta y el Estado, tienen que cumplir con sus obligaciones y la vivienda debe ser una política prioritaria para estas dos administraciones públicas. Hay que poner fondos sobre la mesa, como cuando se plantea una infraestructura, una carretera o un hospital. Eso es prioritario.
Google, IBM, Vodafone, Siemens, etc. En total sesenta empresas del sector han venido a instalarse aquí. ¿Qué infraestructuras necesita ahora Málaga para que sigan llegando más?
Transporte público. Yo, más que mirar si tenemos que estar mejor conectados con Sevilla, con Granada o con Córdoba, que también, priorizaría la conexión en el área metropolitana de Málaga. En Málaga se tiene que extender ya el tren litoral, el metro, el tranvía, es decir, un transporte sostenible, rápido y autónomo, independiente, que no colisione con el transporte viario. No solo con la costa occidental, que siempre se habla de Marbella y de Estepona, sino también con la costa oriental, con Rincón de la Victoria, con Vélez-Málaga, incluso con la zona de Guadalhorce, porque el parque tecnológico está en esa zona.
Campanillas está creciendo muchísimo, Cártama, toda esa zona. Hay que buscar ya una conexión de un transporte que puede ser tranviario o de tren urgentemente. Y no tenemos una oportunidad mejor que aprovechar bien los fondos Next Generation. Estos fondos se han ideado por el Gobierno y por la Unión Europea para la sostenibilidad mundial, pues ¿qué mejor que el transporte público? Si el tren litoral vale dos mil millones de euros, ¿qué momento mejor que ahora para poner esos dos mil millones sobre la mesa? Es ahora o nunca. Y, como no hagamos eso, pues vamos a tener auténticos problemas de movilidad y, al final, si tu destino diario se convierte en algo incómodo, eso puede tener un efecto contrario al de llamada, un efecto de huida.
Y ese tercer punto al que te referías, el agua, ¿estás preocupado porque se ha implantado el límite al trasvase del Tajo? ¿Crees que podría pasar algo similar con el de Iznájar que viene de Córdoba?
Iznájar no está hecho. Aquí lo que pasa es que hay mucha política ideológica de por medio y esto tiene que ser un tema de Estado. Que se haga la infraestructura del trasvase no significa que los municipios y las comarcas beneficiadas por el mismo le vayan a quitar el agua a Iznájar. Cuando se hacen trasvases es porque hay excedente. A la gente hay que explicarle esto: «Oiga, nosotros vamos a hacer este trasvase cuando el embalse se esté desaguando al mar».
Hay que explicarlo bien. El PP y el PSOE tienen que llegar a un acuerdo de política de Estado. Al igual que los trasvases que se tienen que hacer desde la costa occidental de Málaga y de Cádiz hacia la zona más seca de la costa oriental de Málaga, a la zona de La Viñuela. Todo eso hay que explicarlo muy bien y es necesario hacer las cosas ya con mucha prisa y sin pausa. Porque al final la infraestructura se puede hacer y, si no llueve, no sirve para nada, pero, por lo menos, si hay agua, es posible distribuir mejor los recursos.
Hay que empezar a plantear la desalación en la Costa del Sol. Canarias vive gracias a la desalación y algunas zonas del Mediterráneo, como Alicante, también. Aquí tenemos que ir planificando esto. En realidad, tenía que haberse abordado hace una década y no ahora cuando el problema es tan grave. Espero que de aquí a tres o cuatro años estén ya planificadas y realizadas esas desaladoras que tanto necesitamos.
De hecho, desde la Universidad de Málaga se ha presentado un proyecto para crear desaladoras en un año, sin expropiaciones, con suministro eléctrico mediante paneles flotantes sobre el agua. ¿Estáis vosotros involucrados?
Bueno, hay un proyecto de desaladora muy potente en Vélez-Málaga, pero no es el que ha propuesto la Universidad de Málaga, sino que lo ha presentado Acciona. La Junta le ha prestado interés. Hay que conseguir la autorización del Gobierno de España porque esto es una infraestructura en la que participan las dos administraciones. Una vez que las administraciones competentes acepten el proyecto, se sacará a concurso. Acciona está dispuesta a realizarlo. Si no se presenta otra operadora, pues Acciona será la adjudicataria. Si se presentara otra y ganara el concurso, a Acciona se le pagarían los gastos en los que haya incurrido al elaborar el diseño y la presentación del proyecto. Esta opción está ya sobre la mesa y ahora las administraciones deben darle la máxima agilidad.
La Universidad de Málaga ha presentado otra desaladora que no es incompatible con esta. Aquí la viabilidad depende del suministro de energía eléctrica que necesita la planta. Como sabes, la electricidad es el coste más importante que tiene la desalación. Aquí el problema es que la planta fotovoltaica que debe suministrar la energía a la desaladora iba a construirse con módulos flotantes sobre el pantano de la Viñuela. Pero el pantano de la Viñuela prácticamente no tiene agua, así que no sé cómo se puede poner una estructura flotante ahí. Ya veremos…
La Axarquía produce el 15 % del aguacate europeo, pero este cultivo necesita mucha agua. ¿Hay que cambiar de especies o buscar más eficiencia en el riego?
Las embotelladoras de refrescos necesitan mucha agua también y nadie dice nada. Hay muchas actividades que consumen más agua, por ejemplo, las granjas de vacas o de cerdos consumen más agua y nadie dice nada, sin embargo, en momentos de sequía, se pone el foco en los aguacates, es un chivo expiatorio. Los aguacates necesitan agua, como cualquier producción. Si se conociera la innovación tecnológica que están implementando los agricultores para el ahorro de agua, se vería de otra forma. No te imaginas cómo controlan la maduración para recoger el aguacate en el momento justo, cómo usan los sistemas de pulverización para que no se congele el aguacate con las heladas. También están aplicando el goteo mediante telecontrol para que vaya la cantidad justa de agua a cada árbol y están consiguiendo un sistema de inyección del goteo que no sea en superficie para evitar la evaporación. Es decir, están constantemente innovando. Por tanto, los agricultores son más conscientes que nadie de que tienen que ahorrar agua. Lo que hay que vigilar son los pinchazos de pozos ilegales en muchas zonas. Ser más contundentes con ellos, con más inspecciones por parte de medioambiente, por aguas, etcétera. Ordenando esto un poquito hay agua para todos.
Otro sector alimentario que enfrenta problemas similares es el pesquero. Tenemos especies del Mediterráneo amenazadas, como el boquerón, y unos pescadores que aseguran que el daño no solo lo hacen ellos, sino los residuos generados por los botes de recreo.
La sobreexplotación por sobreconsumo es un problema, evidentemente, y tenemos que explicarle a la gente, y a la industria también, que tiene que haber paros biológicos y que todo se tendrá que ordenar. Eso, evidentemente, es así. Aquí tenemos un proyecto llamado Senda Azul que, además de mostrar toda la oferta náutica de la provincia de Málaga, está enfocado en ayudar a crear zonas de especial protección en todo el litoral malagueño. En estas zonas se crearán arrecifes artificiales, se plantará posidonia (clave para la creación de flora y fauna marina y para el desove del boquerón) y no entrarán los arrastreros, no habrá pesca. Estas zonas serán una oportunidad para que se reproduzcan todas estas especies.
Nosotros estamos trabajando para conseguir las autorizaciones pertinentes y la Diputación está dispuesta a poner los recursos sobre la mesa. Estamos también estudiando con la Universidad el tema de la replantación de la posidonia. El futuro es ese. El futuro es crear grandes reservas de protección marina donde se puedan recuperar los caladeros. Y los pescadores saben que tiene que ser así, porque al final se agota la gallina de los huevos de oro si la sobreexplotamos. Tendrá que haber parones biológicos y cada vez tendremos que tener menos cupos en la captura. Eso es normal, ¿no?, porque cada vez consumimos más.
No existe actividad económica que no tenga un impacto ambiental. Desde la Diputación habéis creado la calculadora de carbono para conocer la huella generada por el turista y plantar árboles para compensarla. ¿Esa reforestación es suficiente para atenuar el impacto medioambiental del turismo?
Sí, nosotros tenemos un proyecto general en la provincia de Málaga, que se llama Málaga Viva, compuesto de distintas estrategias. Una de ellas consiste en plantar un millón de árboles (ya hemos plantado trescientos cincuenta mil) y, sobre todo, en enseñar a la gente a disfrutar de la naturaleza, en darla a conocer para que la cuiden. Si no conoces lo que tienes, no lo cuidas. Ha habido una política equivocada de sobreproteccionismo del entorno natural, de no tocarlo, de no hacer nada, y eso es contraproducente. Porque, al final, ¿qué ha pasado con los incendios que ha habido aquí? Como no se limpiaban los bosques, no se desbrozaban, había árboles muertos que en caso de incendio agravan la situación. Si se permite interactuar con el medio natural, dejas que entre la ganadería y que el agricultor explote el medio, al final, se salvaguarda el entorno natural. Esa es la política que estamos intentando llevar desde la Diputación, por ejemplo, con la extracción de biomasa para la calefacción en los pueblos del interior, etcétera. Y, sobre todo, de reforestación, con esos trescientos cincuenta mil árboles.
¿Y cómo? En el sector turístico estamos diciendo: «Oiga, si usted viene a la Costa del Sol, por ejemplo, de Inglaterra, vamos a calcular cuánto ha consumido su vuelo, cuál es su movimiento por la provincia, qué vehículo ha utilizado y cuánto consumirá en su vuelta. En definitiva, vamos a calcular cuánto CO2 ha lanzado a la atmósfera y cuántos árboles se necesitan para compensar esa huella de carbono». Por ahora, de momento, lo vamos a pagar todos nosotros plantando dos mil árboles. A partir de ahí, usted puede hacer una aportación voluntaria, es decir, en función de la calculadora que le hemos dado, puede aportar diez, quince, treinta euros, lo que usted quiera, y le garantizamos que ese dinero se va a invertir en reforestación.
Además, le daremos una certificación y un código para que usted pueda identificar dónde se han plantado esos árboles o transferiremos el dinero equivalente a un programa que esté certificado y garantizado en el ámbito nacional e internacional. Yo creo que, al final, la protección del medioambiente es una tarea de todos, de las administraciones y de los ciudadanos. Y también creo que es una forma de posicionarnos como un destino sostenible y que se preocupa por el medioambiente.
Tenemos turismo, tecnología y sostenibilidad. Es evidente que Málaga ha acumulado un know how fundamental para muchos retos del presente. Aquí te quiero hacer dos preguntas. La primera es si se está trasladando, vía universidad y empresas, a todo el tejido ciudadano, y la segunda, si hay potencial de crecimiento con el tema de la formación.
Claro, creo que sí. Yo, cuando se lanzan esos discursos de que lo público es lo mejor y lo privado es lo peor o al contrario, es que me niego a eso. Las dos cosas son compatibles. La privada puede cubrir los huecos que no completan los fondos y los servicios públicos. Considero importante que nos apoyemos en ese capital de conocimiento e innovación que parte de la iniciativa privada para llenar esos huecos o vacíos que tienen tanto la sanidad pública como la educación.
La Universidad de Málaga ha sido un elemento clave para el despegue de Málaga, pues ha formado a nuestros jóvenes, a nuestros empresarios, y también nos ha traspasado conocimiento y ha puesto ideas sobre la mesa para el Plan Estratégico de Málaga y de la provincia. Pero eso no significa que una universidad privada no tenga sitio aquí, puede aportar un valor añadido, claro que sí. Por eso, creo que no hay una confrontación entre lo público y lo privado, sino que es algo complementario.
La gente es libre, que elija dónde quiere estar, en una pública o en una privada. Y, si hay gente que tiene recursos económicos para estar en una privada, ¿por qué no va a poder venir a Málaga?, ¿por qué vamos a excluir esa posibilidad? Eso, al final, va a crear empleo y va a generar mucha más innovación, tecnología, conocimiento y talento aquí. Soy partidario de ello, el alcalde de Málaga está trabajando para traer una universidad aquí y yo lo aplaudo.
Nos han contado que eres un auténtico fan del Call of Duty.
¡Ya ves! También he jugado al Halo y al Metal Gear…
O sea, que te gustan los de disparos.
Sí, sí, a mí me gustan esos. Desestresan. Cuando tuve hijos empecé a jugar con ellos al Mario Bros y a otros más familiares a los que jugamos juntos.
¿Y al Call of Duty no jugabas con ellos?
Ahora con los grandes sí.
¿Y quién gana?
Ellos. Me matan, no me da tiempo ni de apuntar. No sé, es que son superrápidos. No los has visto y ya te han disparado. Bueno, y también jugamos al FIFA, que es lo típico ahora. Los niños están con el FIFA que no veas. Pero también me ganan, porque ya he perdido la agilidad del regate, del disparo y eso. Tengo que mirar muchas veces el mando, porque ya no tengo tiempo y eso es mucha práctica.
Bueno, y como fan de los videojuegos, te veo visitando el Museo del Videojuego, ¿no?
Hombre, por supuesto. Creo que fue un acierto la estrategia que empleamos aquí para crear ese espacio único en un edificio de la Diputación que estaba inutilizado. Queríamos dar a Málaga un nuevo producto relacionado con el mundo tecnológico, porque Málaga ha apostado por lo tecnológico y el videojuego es un cañón. Evidentemente, eso es el futuro y atrae muchos recursos, muchos ingresos, mucha gente muy bien formada. Y, además, en el ámbito cultural, porque es un museo, el museo número cuarenta ya.
Creíamos que ese binomio podría tener éxito, y la prueba es que se ha abierto y todos los días está lleno, no solo de malagueños y de gente de fuera, sino también de extranjeros. Hay muchos frikis de los videojuegos en el extranjero que están viniendo hasta aquí.
Y las dos últimas preguntas, una conectada, hay muchos frikis extranjeros visitando el Museo del Videojuego, pero es también hay mucho friki nacional y desde que habéis puesto el semáforo de Chiquito… Eso ha salido en todas partes, creo que es una cosa…
Lo que menos te esperas…
¿Habéis visto ahí algún tipo de señal que os anime a hacer más cosas relacionadas con Chiquito o no?
Bueno, Chiquito es un embajador de Málaga. Rompió moldes en el ámbito del arte, del espectáculo, de la risa, del mundo cómico.
¿Va a haber más cosas en la ciudad?
Proponme algo, nosotros estamos siempre abiertos a todo. Muchas veces estas ideas salen de la propia sociedad malagueña. Son los ciudadanos los que quieren destacar a las personas que han dejado una estela importante y una huella distinta y diferenciadora en Málaga.
Cerremos con una previsión. ¿Cómo imaginas la Málaga de dentro de cinco años?
Yo espero que sea una Málaga muchísimo más amable. Más amable desde el punto de vista de la movilidad. Esa es la clave: que el peatón sea el auténtico protagonista, y el vehículo, algo secundario. Creo que es el camino al que tienen que dirigirse todas las ciudades: a crear más espacios libres, más espacios para el disfrute de la ciudadanía. Yo espero que eso se vaya consiguiendo, que el centro de Málaga sea cada vez más para el peatón, y que además se creen nuevos pulmones, importantes áreas libres, grandes parques en la ciudad de Málaga. Considero que estos son los dos hitos que necesita Málaga.
«La gente es un factor muy importante. Tú vas a otros países, a otras ciudades europeas y el trato con la gente puede ser desagradable. Vas a un restaurante y parece que te están haciendo un favor. Aquí no.»
Para mear y no echar gota.
Málaga:
http://insideairbnb.com/malaga
La segunda ya tal.
Es un publirreportaje repleto de banalidades. La Costa del Sol es un adefesio urbanístico, las playas no son gran cosa, quedan rincones y habrá sitios de mucho lujo; pero en general la provincia de Málaga es un pésimo ejemplo. Ahora convirtieron el centro en un parque temático. El interior está menos degradado. El modelo sigue siendo todos a la costa, fea, cara y sobrepoblada, y desertemos el interior: ver la hermosa provincia de Jaén sin salir de Andalucía. Ecológica y agrícolamente se eligió el derroche de agua, ahora tocará desalar, no hay otra. Desde luego, a mí en restaurantes y bares «extranjeros» me trataron bien y correctos, no es privilegio de los malagueños. Una chorradita preelectoral.
Efectivamente. Es un publirreportaje realizado a un politiquillo sin interés que dice cosas sin interés. Uno de tantos de los que desgraciadamente hay cientos en España. Las Diputaciones son núcleos opacos de poder que sobre todo sirven para enchufar a amigos y correligionarios. Siempre salen con lo de la recogida de basuras y el alcantarillado de los pueblos pequeños, pero es más que evidente que estos servicios y muchos más puede prestarlos la comunidad autónoma o incluso los propios municipios agrupados en mancomunidades comarcales, sin necesidad de añadir un eslabón más en la cadena de niveles administrativos. Es de risa que pretendan hacernos creer que las diputaciones son una especie de ONGs que están únicamente para atender a los núcleos rurales pequeños y remotos. Ese es el pretexto y el 95% restante es el clásico juego de poder y de manejo de presupuesto, en su versión más cateta posible.