La «razón poética» de la filósofa María Zambrano reivindica los grandes pulsos vitales: el pulso poético del sentir, el pulso filosófico del pensar, dos latidos esenciales que viven en aparente contradicción, pero que en realidad caminan hermanados. Porque, como señala en su texto dedicado a la figura de Diotima de Mantinea (maestra de Sócrates): «Hay pulso en todo: la noche lo descubre»1. Una vida plena, con sentido, trabaja dos pulsaciones cruciales: experimenta confiada, y reflexiona acerca de lo vivido para mejorar las vivencias que tenga a continuación, logrando de esta manera una vida significativa. La acción y la reflexión, en un bucle interminable, dan forma a nuestra existencia.
Y así, la filosofía se inicia del modo más antipoético por una pregunta. La poesía lo hará siempre por una respuesta a una pregunta no formulada. El preguntarse es lo peculiar del hombre, el signo de que ha llegado a un momento en que va a separarse de lo que le rodea, algo así como la ruptura de un amor, como el nacimiento. Toda pregunta indica la pérdida de una intimidad o el extinguirse de una adoración.
(María Zambrano)2
La filosofía se inicia por una pregunta, que se vive como una contienda, como una imposición: ¿qué eres tú? ¿Qué son las cosas? La pregunta formulada a la realidad es un desafío que demanda, que exige una respuesta. Pide al mundo que revele sus secretos, que retire su velo y deje de perturbarnos. Las respuestas que busca la filosofía hunden sus raíces en cosas que hemos olvidado.
Si la filosofía pregunta, altanera, confiada, buscando inaugurar un modo de vida diferencial, la poesía ofrece una respuesta a una pregunta que nadie ha formulado, dibuja un modo de vivir en el que pocas personas creen. La filosofía desvela, desoculta las cosas que permanecían en la penumbra (de ahí el origen de la palabra aletheia, verdad), descifra los enigmas; la poesía nos susurra al oído que sintamos, que vivamos libremente, que prestemos atención a las cosas y dancemos con ellas.
¿Cómo podemos acelerar el pulso del pensar? Lo que más absorbe a la mente humana, lo que genera el impulso filosófico, es un problema que necesitamos resolver. Lo problemático está en el corazón de la filosofía. Un problema es una brecha que abre la realidad para que cuestionemos las cosas, para que progresemos explorando a nuestro alrededor. Una situación problemática no es lo mismo que un problema. Una molestia, un error, una queja, un inconveniente, un conflicto, una demanda, un fallo son situaciones problemáticas, pero no son un problema tal y como los entiende la filosofía. La problematicidad implica vivir (sufrir) algo radicalmente, desde la raíz de lo que somos, e iniciar un viaje para resolver los enigmas que nos plantea sobre nuestro carácter y sobre lo que nos importa. Cada época afronta sus problemas peculiares, y cada persona debe dar respuesta personal y propia a los problemas que se repiten con insistencia en su vida.
La gran herramienta de la filosofía, la actitud cuestionadora, invita a explorar esa pregunta que nos apela, que nos convoca, y nos pide regresar con una respuesta que nos mejore. El viaje será personal, pero la respuesta debe tener vocación de universalidad, servir para que otras personas pongan en marcha sus odiseas particulares. Es la exigencia filosófica.
¿Y por dónde empezamos? Por un presentimiento, una intuición, una idea vaga, un recuerdo, una hipótesis que deseamos testar… Todo esto puede detonar un viaje destinado a dar un vuelco a nuestras vidas. En El acto de la creación, Arthur Koestler presenta los actos creativos como una «bisociación», el resultado de dos operaciones fundamentales: análisis y síntesis3. Cuando nos enfrentamos a un problema, a esa intuición primaria sobre las cosas, debemos partir de un buen análisis para obtener sus claves, sus elementos fundamentales, y a partir de ellos, tras un período de reposo (de «incubación»), llegar a una síntesis creadora, que satisfaga nuestras aspiraciones. Acudiendo a enseñanzas extraídas de nuestra experiencia y de la de otras personas, nos esforzamos por lograr esa síntesis anhelada, ampliando nuestra visión y con ello nuestro mundo.
Teorizar es mirar atentamente. Una actitud teórica razona, conecta, trama, urde con los elementos que le proporciona la realidad e innova a partir de ello. Si no desarrollamos una buena teoría sobre lo que experimentamos, las vivencias que tengamos a continuación sufrirán de nuestra falta de aprendizaje. ¿Y cómo podemos construir una buena teoría? Se puede hacer de muchas maneras, pero hay una serie de herramientas que pueden ayudarnos a elaborarla: las destrezas del pensamiento HOT.
HOT son las siglas en inglés de Higher-Order Thinking, del pensamiento de orden superior. En el ámbito educativo se habla de las destrezas de alto nivel, las destrezas HOT (HOT skills)4. Son destrezas como el descubrimiento y resolución de problemas, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, el pensamiento creativo, el pensamiento simbólico, el pensamiento sistémico, entre otros. Son aquella parte de las destrezas blandas (soft skills) que te permiten ver el bosque en un conjunto de árboles, profundizar en la compresión de lo que sucede. Te ayudan a pensar de maneras insospechadas. El pensamiento HOT desarrolla este tipo de destrezas para mejorar nuestras vidas.
La aplicación del pensamiento HOT a los problemas que enfrentamos nos permite comprender el corazón de las vivencias que tenemos, evitando de esta manera que nos sobrepasen las circunstancias. Este tipo de destrezas están en el corazón de la creatividad y la innovación, de la adaptación a los entornos cambiantes y complejos en los que nos movemos individual y colectivamente.
Las metáforas son palancas desde las que construir teorías poderosas. Una metáfora nos sitúa frente a la realidad con unas gafas concretas, que influirán en la manera en que la percibamos y vivamos. Dibuja mundos diferentes en el pequeño instante que vivimos, para realizar sus posibilidades. No es lo mismo entender un diálogo como una batalla que verlo como una danza. No es lo mismo entender el amor como un círculo con un único centro, algo que empieza y termina en mí, que partir de una metáfora que abarque la realidad de quien tengo enfrente, y el dinamismo que se mueve entre dos: una elipse con sus dos focos. Dos puntos que interaccionan en un campo al modo de los campos físicos, con sus dinámicas y fuerzas, con sus leyes particulares. Mi realidad de pronto se amplía con la metamorfosis de la mirada.
Una metáfora nos permite movernos entre planos diferentes de la realidad, abre el instante a oportunidades infinitas. Hay muchos mundos en este, y los símbolos adecuados nos permiten aventurarnos en ellos. Nuestros brazos se extienden como aves, el ave nos remite a la función cósmica de volar. El ave es jeroglífico del vuelo, el vuelo de la libertad.
¿Qué nos dice el pensamiento HOT? Asocia, trasládate de nivel, asciende, muévete de un campo a otro, combina, emplea mitos para conectar con narrativas universales, desarrolla modelos y marcos mentales ricos y generosos. La naturaleza, las ciudades, las organizaciones son realidades mucho más complejas y ricas de lo que nos permitimos soñar. Imagina, construye soluciones integradoras con modelos enfrentados, escucha activamente, atiende a lo que emerge en vez de imponer una perspectiva… Trabaja la dimensión poética del mundo. ¿Por qué vamos a conformarnos con lo que nadie desea en realidad? Como asegura Otto Scharmer, colectivamente producimos resultados que nadie quiere5.
La razón poética no visualiza al pensamiento y al sentimiento echando un pulso, rechaza esa metáfora por mezquina. La filosofía, el pulso del pensar, tiende la mano a la poesía, el pulso del sentir. Del puño a la palma. Razón y emoción deben conciliarse y marchar al unísono. María Zambrano lo vio con claridad: necesitamos añadir a la racionalidad pura elementos provenientes de otros mundos: el emocional, el del espíritu. La razón poética fue su respuesta a una preocupación universal: la felicidad activa, generativa.
Notas
(1) Zambrano, María. La tumba de Antígona. Diotima de Mantinea, Litoral, Números 121-122-123, 1983. María Zambrano,Tomo I, pg 115
(2) Zambrano, María. El hombre y lo divino. Alianza Editorial, Madrid, 2020, pg 88
(3) Koestler, Arthur. The act of creation. Arkana, Londres, 1964
(4) Se puede consultar para profundizar en las destrezas HOT el siguiente libro:
- William, R. Bruce. Higher-Order Thinking Skills: Challenging All Students to Achieve (In a Nutshell). Skyhorse Publishing, Nueva York, 2015
(5) Scharmer, Otto Theory U. Leading from the future as it emerges. The Social Techology of Presence. Berret-Koehler, San Francisco, California, 2009
Excelente artículo. Con juego de palabras incluido(HOT Y JOt)
Es que la revista Jot Down es la revista HOT por excelencia, por eso acoge tan bien las propuestas que trabajan el pulso del pensar…
Y muchísimas gracias por el apoyo al artículo! Estaba tan divertida con el juego de palabras, que no te dije nada. Estoy feliz de colaborar con esta revista, que para mí es un referente, un espacio necesario que nos enriquece
ACCIÓN-REFLEXIÓN: VER-JUZGAR-ACTUAR ¿=? CABEZA-CORAZÓN-MANO
Una maravilla que recuerdes a Pestalozzi. Muy cierto, en la vida todo es cuestión de unir cabeza, corazón y mano…
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