No soy fan del pasado. La gente cree citar a Jorge Manrique diciendo que «cualquier tiempo pasado fue mejor», pero lo que Manrique escribió es muy distinto: «Cómo a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor». A nuestro parecer.
A mí se me ocurrió hace años una variante: cualquier tiempo pasado fue anterior. Las personas con conciencia ecologista, entre las que me incluyo, tienden a pensar siempre que hubo épocas del pasado mucho mejores que el presente. Me temo que se equivocan. Me acuerdo de una estadística que leí hace tiempo: en Nueva York, a principios del siglo XX, cuando en teoría el aire debía de estar envidiablemente limpio por la ausencia del CO2 de los automóviles, había varias decenas de miles de caballos. Las consecuencias ambientales eran pavorosas, teniendo en cuenta que un caballo produce al día una media de veinticinco kilos de excremento, entre sólido y líquido, y que muchos de ellos morían en las calles y tardaban en ser retirados de ellas. El remedio a esa desgracia fue el transporte público electrificado y la irrupción del automóvil, que creó problemas peores, claro que sí. Pero son problemas que se deben resolver con más avance tecnológico, no con menos.
Igual me pasa con la lectura, por ejemplo. Ahora no se lee mucho, o no tanto como quisiéramos. ¿Se leía más en España hace un siglo, cuando había un cincuenta por ciento de analfabetos? ¿O en la época de Franco? Hay muchas cosas que necesitan remedio, claro que sí, y casi siempre con mucha urgencia, pero no creo que ninguno de los remedios vengan de la recuperación de nada del pasado, sino de una evaluación racional de lo que sucede ahora mismo, y de la puesta en práctica de soluciones que tengan en cuenta los avances de la ciencia y una idea de sostenibilidad y bienestar generales, ideas que no son para nada del pasado.
¿Qué rescataría del pasado para el futuro? Tan solo una cosa: el estudio riguroso de lo que sucedió, de modo que se puedan extraer lecciones prácticas para el manejo de los problemas del presente y del porvenir.
Estoy muy de acuerdo. No volvería atrás por nada del mundo y eso que ya enfilo la senectud. Quizá lo que sí sería estupendo fuera tener ahora mismo 33-35 años, que es la edad que tenía en unos específicos momentos de mi vida en los que hubiera congelado el tiempo porque era razonablemente feliz o por lo menos, a mí me lo parecía. Aún así, no volvería a ese tiempo y circunstancias y no sé muy bien por qué; creo que hay algo siniestro y desazonante en el pasado, cualquier pasado. A pesar de que la vida de un humano es muy corta para apreciarlo, siento que las cosas mejoran aún con retrocesos intermitentes y que ninguno de nosotros resistiría, no ya aparecer de golpe en la corte de María Antonieta (por no hablar de los dinosaurios), sino en nuestro pasado no tan lejano. Por ejemplo, no quisiera retroceder ni diez años, cuando aún bajaba las escaleras corriendo y ganaba mucho más dinero que ahora; aunque lo cierto es que estoy escribiendo esto y aún sintiéndome algo idiota, no quiero volver y la verdad es que sigo sin saber por qué…
Depende de para qué y de para quién.
Supongo que para un caballo era mejor vida servir como tracción que como de carne para el matadero. Antes era mejor la vida de los burros, porque una vez su utilidad quedó marginada están en peligro de extinción. ¿Cuántas especies animales y vegetales han desaparecido gracias al “progreso”? No parece que a ellas les haya ido mejor.
En la época de Franco se leía mucho y se deseaba leer todavía mucho más. Cuando el dictador murió, editoriales que eran nada rentabilizaron su inversión de manera astronómica debido al ansia de leer lo que se había prohibido leer y ver lo que no se había dejado ver. Entre tetas y culos Interviú creó de la nada un imperio de lectura. El analfabetismo, en particular el funcional, estaba extinto. Hoy en día no es así. Lo mismo que el antiguo Auto-Res, el analfabetismo funcional “Avanza”. Los índices de lectura se mantienen porque la población casi se ha doblado.
Tampoco creo que ahora le vaya a ir mejor a los escritores. ChatGPT comienza a demostrar que su trabajo es fácilmente reemplazable. Un artículo de opinión como éste, por ejemplo, tiene los días contados.
No sé si su última frase la dice con ironía o en serio, pero la verdad es que estoy totalmente de acuerdo. Y lo digo sin querer ofender a Antonio Muñoz Molina, a quien respeto mucho como escritor. No es que el oficio de escritor vaya a desaparecer (quizás cambien algunas cosas pero no desaparecerá) pero artículos cortos y simples como este son fácilmente replicables. Estoy seguro de que pronto Jotdown empezará a colarnos algunos. No creo que sean especialmente buenos ni mejoren a los artículos originales y bien trabajados que suelen verse por aquí, pero tampoco creo que los detectemos fácilmente.