La vida de Serguéi Prokófiev es su obra: siete óperas, otras tantas sinfonías, nueve sonatas para piano, ocho ballets, cinco conciertos para piano, dos para violín, uno para violonchelo, un concierto para violonchelo y orquesta, música para cine y diversas piezas menores. Todo ello lo hizo uno de los mayores compositores del siglo XX.
Prokófiev nació en Ucrania, en Donetsk, hoy una zona en litigio, pues Rusia reclama su pertenencia desde antes de la reciente invasión. Llegó al mundo un 23 de abril de 1891 (el 11 de abril, según el viejo calendario gregoriano). Su padre fue un ingeniero agrónomo y su madre una exsierva. Ella había aprendido a tocar el piano en la niñez y fue quien lo inspiró para dedicarse a la música.
A los cinco años compuso su primera obra, Galope indio, y a los siete ya sabía jugar ajedrez, una afición que se acrecentaría con el tiempo.
Luego de su primer viaje a Moscú, a los nueve años, regresó impresionado por la sinfónica de la ciudad. Esa fascinación lo llevó a componer su primera ópera, El gigante. Fue en ese momento cuando empezó a utilizar armonías disonantes y compases inusuales que expresó en piezas breves para piano, con lo que definiría el estilo que lo distinguió de todos los otros compositores.
En 1904, gracias a la iniciativa de su madre, fue a San Petersburgo donde conoció a Aleksandr Glazunov. El profesor quedó impresionado con la obra y la técnica de Prokófiev, quien para entonces había compuesto dos óperas más, Islas desiertas y La fiesta en la época de la peste y trabajaba en una cuarta, Undina. Serguéi fue uno de los alumnos más jóvenes del conservatorio y tuvo como uno de sus profesores a Nikolái Rimski-Kórsakov en la materia de orquestación.
Su padre murió en 1910, con lo que cesó el apoyo financiero, pero Serguéi ya era conocido como compositor fuera del conservatorio y aparecía en la programación de Noches de Música Contemporánea, donde interpretaba algunas de sus obras para piano. Los organizadores de aquellas sesiones lo invitaron a estrenar en Rusia Drei Kavierstücke, op. 11, de Arnold Schönberg.
Prokófiev ya era un experimentador avezado. Tenía sus disonantes Etudes, op. 2 y Sarcasmos para piano, op. 17, y con sus dos primeros conciertos para ese instrumento causó un escándalo, sobre todo con el segundo, estrenado en agosto de 1913. El público salió furioso: «¡Al diablo con esa música futurista!». Todo ello abonaría para hacerse una mala fama, pues no era identificado con el nacionalismo ruso.
Cuando viajó al extranjero por primera vez, en 1913, fue a París y Londres, donde conocería a Serguéi Diáguilev y los Ballets Rusos. Al año siguiente, a los veintitrés, finalizó sus estudios en el conservatorio y fue el mejor entre los cinco estudiantes distinguidos del colegio. Obtuvo como premio un piano de cola Schreder, además de la presea Anton Rubinstein. Prokófiev fue el primer alumno que se graduó ejecutando una pieza de su autoría, el Concierto para piano núm. 1.
***
El ajedrez era parte de su vida. Estudiaba, asistía a torneos y jugaba partidas informales con amigos.
El primer campeón mundial que enfrentó fue Alexander Alekhine, en 1914, en una exhibición de simultáneas a la ciega en Petrogrado. El músico jugó con su amigo, Bashkirov pero fueron superados en treinta y un movimientos. Desafortunadamente, la transcripción de la partida no es precisa.
En mayo de ese año José Raúl Capablanca fue a Moscú para participar en un torneo. Faltaban siete años para que se convirtiera en campeón del mundo, pero ya era una figura del ajedrez mundial. Los organizadores de la competencia le pidieron al cubano una exhibición de simultáneas durante tres días consecutivos.
Prokófiev anotó en sus Diarios: «A las ocho en punto fui a la apertura del Campeonato de Ajedrez y me trasladé inmediatamente a un reino encantado, un reino vivo con la actividad más increíble en las tres salas del Club de Ajedrez y tres salas más puestas a disposición por el Comité de la Asamblea. Este torneo es un asunto de alto nivel, todos con frac y ahí estaban los propios maestros, cada uno rodeado por una multitud de admiradores».
Y describe así a José Raúl Capablanca: «Es una persona absolutamente irresistible, vivaz, guapo, ingenioso y, este es el punto, un genio. Deberías haber visto lo rápido que mostró los errores de nuestros maestros de Petersburgo: ¡en el acto, en el instante en que terminaron sus partidas, y justo enfrente de sus propios ojos! Estaba fascinado».
El músico se anotó como participante en las tres rondas de simultáneas de Capablanca. Perdió las dos primeras partidas, pero ganó la última: «Estaba cerca de casa cuando me di cuenta horrorizado de que eran las ocho menos cuarto y el encuentro de simultáneas con Capablanca era a las ocho. Como un lunático me arranqué el frac, me puse una chaqueta y, sin comer, llegué al torneo en un auto que por casualidad pasaba por allí».
La primera partida se igualó rápidamente y parecía que llegarían al empate. «Desgraciadamente, todavía quedaban otras cinco o seis partidas y Capablanca jugó tan rápido que no tuve tiempo para analizar. De una forma u otra rompió la línea de mis peones y ganó la partida».
Sobre el segundo encuentro Prokófiev anotó el 15 de mayo de 1914: «La partida se inició así: 1. d4 d5, 2. Cf3 Af5, 3. c4 Cc6, con la amenaza de Cb4, tras lo cual Capablanca se paró frente a la pizarra durante dos o tres minutos con el ceño fruncido y tirando de su cabello. Yo estaba emocionado más allá de las palabras por haber puesto al campeón en un verdadero problema». Pero a pesar de todo el compositor perdió la partida.
Escribe en la siguiente entrada de su diario: «Por la tarde, una vez más al torneo de ajedrez para jugar con Capablanca. La partida comenzó como ayer, pero las cosas fueron un poco más difíciles: Capablanca no perdió la calidad, pero no ganó ninguna pieza. Él atacó, lo que hizo las cosas muy difíciles, pero resistí enérgicamente. Capablanca movió sus otras piezas con estilo, dejándolas expuestas para que las ataquen, pero yo hubiese perdido la partida. Después de dos horas de juego de repente vi una combinación y le dije a Iakhontov, quien estaba a mi izquierda, «voy a ganar la partida»».
Con el corazón agitado le pidió al maestro cubano una vuelta más para analizar la posición: «Cuando volvió a aparecer, estaba bastante nervioso porque había ideado una trampa para darle mate en tres movimientos. Hice mi jugada. Capablanca estaba a punto de responder, pero se detuvo al ver la celada y después de reflexionar sacrificó una pieza. De lo contrario no habría podido salvarse. Así que tenía una pieza extra y ahora debía usarla. Hubo un momento en que realmente tuve miedo y parecía que Capablanca escaparía, pero no pudo y perdió. Celebré mi victoria y fui felicitado. Bashkirov me invitó a tomer el té a su casa y le dije que era tarde, pero sabiendo que Capablanca iba, acepté la invitación».
Durante la velada, el ajedrecista cubano se mostró exhausto y estuvo en silencio. Le pidieron a Prokófiev que interpretara Tannhäuser y, aunque pensó en negarse, finalmente lo hizo y también tocó el Preludio para arpa. Capablanca escuchó con atención, pero dijo no conocer mucho de música. Salieron en la madrugada y caminaron un buen rato hasta que se separaron para dirigirse cada quien a su destino. «Eran las tres de la madrugada y estaba bastante claro», cuenta el compositor.
Blancas: José Raúl Capablanca
Negras: Serguéi Prokófiev
Apertura de peón de Dama
1. d4 d5, 2. Cf3 Cf6, 3. c4 Af5, 4. Db3 Cc6, 5. Dxb7 Ca5, 6. Da6 Cxc4, 7. Cc3 e6, 8. e4 dxe4, 9. Bxc4 exf3, 10 Dc6+ Cd7, 11. g4 (diagrama) 11… Ag6 (si 11… Axg4, 12. Tg8 y las blancas tienen compensación por el peón entregado), 12. Ag5 Ae7 (claro que no Dxg5 porque se pierde la torre de a8), 13. Axe7 Rxe7, 14. 0-0-0 Te8, 15. h4 h5, 16. gxh5 Axh5, 17. Cb5 Rf8, 18. d5 Df6, 19. dxe6 Ce5, 20 Dc5+ Rg8, 21. exf7+ Axf7, 22. Axf7+ Dxf7, 23. Rb1 Tab8! (las negras están montando un fuerte ataque y amenazan con doblar las torres en la columna b), 24. Cxc7? (Capablanca perderá esa pieza. Diagrama. De todas formas, si 24. Cc3 Tb6, seguido de Teb8) 24… Tbc8, 25. Tc1 Te7, 26. Dd6 Texc7, 27. Txc7 Dxc7, 28. De6+ Rh8, 29. a3 Dc2+, 30. Ra1 Cd3, 31. Tb1 Cxf2, 32. h5 Dc6, 33. Df5 Ce4, 34. Dxf3 (esto simplifica aún más la posición) 34… Cd2, 35. Dxc6 Txc6, 36. Td1 Tc2, 37. Tg1 Tc5, 38. Tg6 Txh5, 39. Ta6 Cb3+, 40. Ra2 Ta5, 41. Txa5 Cxa5, 42. b4 g5, 43. Rb2 g4 Rinden blancas.
La amistad entre el ajedrecista y el músico se consolidó y Prokófiev solía referirse al cubano como Capablanchik. En noviembre de 1918 escribió en sus diarios: «Con Capablanca para ver a la señorita Eleanor Young, la dama con la que vivió durante seis años. Es una joven refinadísima, esbelta, pálida, muy encantadora y muy americana. Éxito colosal (el mío con ella). Capablanca, que está a punto de casarse con otra mujer, me aconseja aprovechar este éxito».
***
Ígor Stravinski había sugerido a Diáguilev una colección de cuentos populares reunidos por Aleksandr Afanásiev como tema para un ballet. Diáguilev le sugirió a Prokófiev llevar a término el proyecto. El ballet se estrenó en París en mayo de 1921 y fue un gran éxito. Stravinski afirmó que «era la única pieza de música moderna que podría escuchar con placer» y Maurice Ravel la calificó como la «obra de un genio».
El año de la Revolución rusa fue uno de los más productivos de Prokófiev: el Primer concierto para violín, la sinfonía Clásica, la Tercera y Cuarta sonatas para piano, las Visiones fugitivas para piano y el inicio del Tercer concierto para piano.
En mayo de 1918, el comisario del pueblo para la Educación, Anatoli Lunacharski, firmó el permiso para que el músico viajara a Estados Unidos. «Eres un revolucionario en la música —le dijo Lunacharski—, somos revolucionarios en la vida. Debemos trabajar juntos. Si quieres ir a Estados Unidos no me interpondré en tu camino».
Sin embargo, la estadía en Estados Unidos no fue exitosa. Hizo conciertos en Nueva York, pero el contrato con la Chicago Opera Association para estrenar su ópera El amor de las tres naranjas nunca se realizó. Dos años después, frustrado, fue a París. Algunos de sus biógrafos afirman que no fue a Rusia porque implicaba reconocer su fracaso.
En París se reúne con Diáguilev para montar nuevamente El bufón. En la audición preparatoria estuvo presente Stravinski, pero solo escuchó el primer acto y le pidió a Prokófiev no «perder el tiempo componiendo óperas». Serguéi trató de dar una respuesta mesurada: «No estás en posición de establecer una dirección artística general, ya que no eres inmune al error». Según Prokófiev, Stravinski «se volvió incandescente por la ira y casi llegamos a las manos y nos separamos con dificultad. Nuestra relación se tensó y durante varios años la actitud de Stravinski hacia mí fue crítica». Al parecer el compositor de La consagración de la primavera convenció a Diáguilev de no trabajar con Prokófiev porque, en efecto, se cancelaron todas las representaciones del ballet.
Con el tiempo llegó la reconciliación, aunque a Prokófiev no le gustaba la «estilización al modo de Bach» de Stravinksy quien, a su vez, decía que aquél era el mejor compositor ruso de su tiempo… después de él.
***
En los años veinte conoció a Vasili Smyslov, quien entonces se debatía entre dedicarse al ajedrez o al canto operístico, pues era un barítono con grandes cualidades. Como sabemos, Smyslov fue el séptimo campeón mundial. Ambos se reunían en el Club de Ajedrez de Moscú para jugar partidas amistosas.
En febrero de 1922, Capablanca asistió al mítico Manhattan Chess Club para una exhibición de simultáneas contra cuarenta contrincantes y Prokófiev fue uno de los participantes. «Desarrollé un ataque furioso —cuenta el compositor—y pensé que iba a derribar a su eminencia. Hasta ahora no entiendo cómo logró liberarse y lanzar un contraataque. Aun así, aguanté más que nadie, y Capablanca, una vez que hubo despachado a todos, se sentó frente a mí con las palabras: «Manitenant je vais jouer avec mon ami» («Ahora voy a jugar con mi amigo»)».
De inmediato se reunieron cuarenta o cincuenta personas alrededor del tablero a seguir el desenlace de la partida. «Después de resistir heroicamente durante veinte movimientos, finalmente tuve que bajar los brazos. Mientras tanto, B. N., no sin mi ayuda, había empatado su partida, un empate genuino, que lo enorgullecía y lo alegraba mucho. En conjunto la velada fue una ocasión realmente excepcional».
***
Serguéi Prokófiev contrajo matrimonio el 8 de octubre de 1923 con Lina Codina, española de nacimiento e hija de Juan Codina, un tenor español y Olga Nemiskaia, una cantante de ópera. Prokófiev y Lina se habían conocido años antes en Nueva York. Ella tenía veintiún años y el compositor veintisiete. Cuando en 1920 Prokófiev dejó Estados Unidos para atender compromisos en Europa, Lina no dudó en acompañarlo, pese a la oposición de su madre. El primer hijo del matrimonio, Sviatoslav, nació en febrero de 1924 y años después Oleg.
Pero la relación no era auspiciosa y el músico conoció a la ucraniana Mira Mendelssohn, nacida en 1914, con quien se casaría sin haberse divorciado de Lina. Mira era guionista y fue la coautora de dos obras muy reconocidas de Prokófiev, Bodas en un monasterio y Guerra y paz. Fue la única hija de Abram Solomonovich (1885-1968) y Vera Natanovna (1886-1951). Su padre era economista y su madre era miembro destacado del Partido Comunista de la Unión Soviética. Estudió literatura en Moscú y se especializó en poesía y traducción al inglés.
Según sus memorias, conoció a Prokófiev en agosto de 1938 en un balneario en Kislovodsk, donde estaban de vacaciones. Mira lo calificó como «amor a primera vista».
Ella tenía veinticuatro, él cuarenta y nueve años.
De todas maneras, cuando durante la invasión nazi Prokófiev y centenares de artistas fueron evacuados de Moscú, el músico le propuso a Codina que lo acompañara, pero ella se negó y permaneció en la capital con sus dos hijos.
En 1948 Lina fue apresada, acusada de espionaje. Sus visitas a las diversas embajadas para conseguir alguna visa y abandonar la Unión Soviética fueron el pretexto para que la policía estalinista la acusara de traición. Torturada y sometida a un juicio al estilo del régimen, fue condenada a veinte años de prisión, pero luego de siete en el gulag fue liberada tres años después de la muerte de Stalin. Prokófiev ya había muerto y el gobierno soviético reconoció su matrimonio y le asignaron una pensión. Finalmente dejó Moscú en 1974 y moriría en Londres en 1989.
***
En 1924 juega ajedrez con otro amigo, Maurice Ravel, y está registrada una partida disputada ese año en Mont-Joli, un suburbio parisino.
Blancas: Serguéi Prokófiev
Negras: Maurice Ravel
Mont La Joli 1924
Nimzoindia, variante Leningrado
1. d4 Cf6, 2. c4 e6, 3. Cc3 Ab4, 4. Ag5 Cc6, 5. e3 0–0, 6. Ad3 d5, 7. Cge2 a5, 8. Dc2 h6, 9. h4 hxg5? (un grave error estratégico. La columna h está abierta para atacar al enroque negro), 10. hxg5 Te8 (no hay más. Si 10… Cg4, 11. Ah7+ Rh8, 12. Ag8+ Rxg8, 13. Dh7 y mate a la siguiente. Diagrama), 11. gxf6 Dxf6, 12. 0-0-0 dxc4, 13. Ah7+ Rf8, 14. Ce4 De7, 15. Cf4 b5, 16. Th5 e5? (Ravel ve poco. El final ha llegado), 17. Cg6+ fxg6, 18. Axg6 Ae6, 19. Tdh1 Tad8, 20. Tf5+ (si 20. Th8+ Ag8, 21. Ah7 Rf7 y las negras aguantan) 20… Rg8, 21. De2 (definitiva entrada de la dama) 21… Axf5, 22. Th8+ Rxh8, 23. Dh5+ Rg8, 24. Dh7+ Rf8, 25. Dh8 mate.
En julio de 1933, en el famoso Café de la Régence —el lugar preferido de Napoleón y François André Danican, mejor conocido como Philidor— jugó dos partidas contra Saviely Tartakower y ganó la primera y empató la segunda. Por supuesto presumió sus resultados obtenidos ante el gran ajedrecista polaco. «Tartakower es uno de los jugadores más fuertes del mundo —le dijo a Ephraim Gottlieb— así que puedes imaginar lo orgulloso que estaba con la victoria. Cuando, después de las partidas le pedí a Tartakower que me mostrara qué error cometió para perder, respondió: «No cometí ningún error, simplemente jugaste bien»».
Tartakower, además, era conocido por su ingenio y buen humor. Su frase «los errores están ahí esperando que los cometas» debería escribirse en piedra.
En la posición del diagrama las blancas, conducidas por el compositor, fuerzan la continuación. Los comentarios son de Tartakower:
1. Txd6+ cxd6, 2. Rh5 d5, 3. exd5 cxd5, 4. Rxh6 Rc3, 5. Rxg5 Rxc2 (si 5… d4, 6. Rf4 Rxc2, 7. Re4), 6. d4!! (movimiento ganador. Por otro lado, después de 6. h4 Rxd3 7. h5 d4, 8. h6 Rc2, 9. h7 d3, 10. h8=D d2, etc., las negras se asegurarán las tablas) Rd3, 7. h4 Rxd4, 8. h5 Re3, 9. h6 d4, 10. h7 d3, 11. h8 =D, 12. Dh5 (una vez más, una delicadeza necesaria, mientras que después de cualquier otro golpe, como 12. Da1 o 12. Dh1 Re2, el empate estaría en camino) 12… Rd3 (con la última esperanza de llegar a c2), 13. Dd1 (una delicia para los entendidos). Las negras abandonan.
En los años treinta, Mijail Botvinnik, el padre del ajedrez soviético, maestro de varios campeones mundiales conoció al músico: «Conocí a Prokófiev en 1936 en el apogeo del Tercer Torneo Internacional de Ajedrez en Moscú. Él mismo era un ajedrecista de primer nivel y nunca se perdía un torneo. Mantuvo una actitud estrictamente neutral en todo momento, ya que sus simpatías estaban naturalmente conmigo como el joven campeón soviético, pero no podía desear la derrota del excampeón mundial Capablanca, que era un amigo personal suyo».
Varios meses después, en el torneo de Nottingham, Inglaterra, Botvinnik y Capablanca compartieron el primer lugar. Cuando terminó el torneo Botvinnik recibió un telegrama de felicitación del compositor y, sin pensarlo, se le mostró a Capablanca. «Inmediatamente me di cuenta de que había cometido un error: por la expresión del rostro de Capablanca me di cuenta de que no había recibido un telegrama de Prokófiev. Dos horas más tarde Capablanca vino a mí radiante: también había recibido un telegrama. Por supuesto Sergei Sergeyevich había enviado ambos telegramas al mismo tiempo, pero evidentemente los empleados de la oficina de telégrafos de Moscú sintieron que el campeón soviético debía recibir su mensaje primero».
Botvinnik recuerda el estilo ajedrecístico del músico como «vigoroso y directo». Ni la enfermedad al final de su vida disminuyó su interés por el juego. «En mayo de 1949 el conocido ajedrecista J. G. Rokhlin y yo visitamos a Prokófiev en su casa de campo. Estaba enfermo en cama y se veía muy mal, pero tan pronto vio a Rokhlin se animó. «¿Dónde está ese volumen del torneo Steinitz y Lasker de 1894 que me prometiste?», preguntó».
***
El acercamiento y la posibilidad de regresar a la URSS llevó algunos años. Tal vez empezó en 1927 cuando, durante dos meses, realizó su primera gira en la Unión Soviética, donde se representó con éxito El amor de las tres naranjas. Los siguientes años, sobre todo en el periodo 1931-1935 el músico alternaría sus estancias entre París y Moscú.
En 1934 publica en Izvestia el artículo «El camino de la música soviética» donde asegura que «es necesario componer una gran música en la que tanto la forma como el contenido sean acordes con la grandeza de la época. Tal música debe, antes que nada, conducirnos a un mayor desarrollo de la forma musical y mostrarle al mundo nuestro verdadero rostro».
Finalmente, en 1936, se trasladó definitivamente a la capital soviética, año en el que compuso Pedro y el lobo, una de sus obras más famosas.
Pero cuando se instala en Moscú las condiciones habían cambiado drásticamente. El control estalinista se había acentuado y se vivía el gran terror, las grandes purgas y procesos que terminaron con la vida de centenas de miles de revolucionarios rusos. Organizaciones como la Asociación de Músicos Proletarios habían sido desmantelada y sustituida por la Unión de Compositores Soviéticos, que seguía incondicionalmente las directivas del partido.
Los historiadores se preguntan entonces por qué decidió Prokófiev ir a la Unión Soviética en esas condiciones.
Una respuesta la dio Igor Stravinski. Según Martín Baña, el regreso estaba fundado «en el interés material y en la ignorancia política. Stravinski sostenía que el regreso de Prokófiev a la URSS se debió a una combinación de factores estéticos y políticos».
Escribió Stravinski: «Fue un sacrificio a la perra deidad de la fama y no otra cosa. Por diversos motivos no había tenido éxito ni en Estados Unidos ni en Europa, mientras que su visita a Rusia fue un triunfo. Además, era políticamente ingenuo y no sacó ningún provecho del ejemplo de su buen amigo Miaskovsky. Regresó a Rusia y cuando finalmente comprendió cuál era su situación allí, ya era demasiado tarde».
Sin embargo, Simon Morrison, según nuevos hallazgos documentales matiza esta visión y asegura que la idea del compositor no era un regreso definitivo, sino que pensaba mantener los viajes a Europa, solo que con la base en Moscú y ya no en París. Morrison recuerda el artículo publicado en Izvestia donde «proponía una puesta al día con la nueva realidad política, aunque ello no significaba una sumisión total ni directa al régimen».
***
Esto cuenta la esposa de Prokófiev, Lina: «Cuando nos instalamos en Moscú, en la calle Chkálov, descubrimos que teníamos de vecino a David Oistrak, un contrincante del ajedrez muy peligroso. En 1937 jugaron un torneo en la Casa de los Artistas en el que el brillante violinista ganó al compositor».
Además de deslumbrar al mundo con su técnica y sonoridad, Oistrak era un ferviente aficionado al ajedrez y acudía al Club de Ajedrez de Moscú para encontrarse con Vasily Smyslov, el cantante de ópera y campeón mundial. Muchas tardes-noches jugaban partidas amistosas que el violinista aprovechaba al máximo: «David era un alumno aventajado que absorbía todo lo que yo le indicaba», contaba Smyslov.
Prokófiev y Oistrak planearon un torneo a diez partidas que recibió todo el apoyo: un cartel y todos los ingredientes de un match oficial: reloj, planilla y árbitro. El perdedor daría un concierto para el que ambos estaban contratados, mientras que el ganador descansaría. Solo se ha encontrado una partida que terminó en tablas. Se jugaron siete partidas del match que ganó el violinista aunque no sabemos el marcador final.
En este enlace se puede ver la única partida registrada de aquel match, que terminó en empate.
***
Pese a todo, los encargos gubernamentales no cesaban. Hizo la música para el filme El teniente kizhe y fue nombrado profesor consultor en el conservatorio de Moscú. Entró en contacto con Máximo Gorki, la mayor figura de la literatura soviética y a quien Prokófiev quería emular en el campo de la música.
En 1938 hizo la música para la película histórica de Serguéi Eisenstein, Alejandro Nevski, y pone manos a la obra en su primera ópera soviética, Semión Kotko que sería producida por Vsévolod Meyerhold. Pero la mala suerte perseguía al músico. Meyerhold fue arrestado por la policía el 20 de junio de 1939 y fusilado en febrero de 1940.
Intuyo que el compositor sabía del peligro que podía correr en la Unión Soviética. Así que no dudó en aceptar la invitación del régimen para componer la cantata Zdrávitsa («Brindis», «¡Salud!»), pero conocida en inglés como Hail to Stalin, op. 85, para colaborar en la celebración del sexagésimo cumpleaños de Iosif Vissariónovich.
A inicios de 1940 el Ballet Kírov puso en escena Romeo y Julieta. Para ello fue necesario superar la resistencia de los bailarines a quienes no gustaba el ritmo sincopado de la obra y habían amenazado con boicotear la producción. El ballet fue un éxito.
Con la invasión alemana en la segunda guerra el proyecto de una ópera basada en la novela de Tolstoi, Guerra y paz, parecía más oportuno que nunca. Invirtió dos años en la composición de la ópera, y durante la evacuación al Cáucaso, junto con otros muchos artistas, compuso su Segundo cuarteto de cuerdas.
Durante la guerra se reunió con Eisenstein en Alma Ata, la ciudad más grande de Kazajistán, para componer la música de la cinta Iván el Terrible y el ballet Cenicienta, op. 87, una de sus composiciones más celebradas. Hizo más música para cine, varias suites sinfónicas, el Cuarteto de cuerda núm. 2, la Sonata para flauta y piano, dos marchas militares, algunas canciones folclóricas, y la Sexta sinfonía y la Novena sonata para piano.
Y entonces Andrei Zhdánov emitió su decreto, conocido con su apellido, en el que se denuncia a Prokófiev, Shostakovich, Miaskovski y Jachaturian por un raro crimen: el formalismo que, según el decreto, «era una renuncia a los principios básicos de la música clásica a favor de sonidos confusos, angustiosos y cacofónicos». Ocho obras de Prokófiev fueron prohibidas y las otras nunca más fueron programadas.
Falleció a los 61 años, en marzo de 1953, el mismo día en que el Stalin y con solo cincuenta minutos de diferencia, ambos de derrames cerebrales, pero los soviéticos se enteraron del fallecimiento del músico tres días después. Vivía cerca de la Plaza Roja y durante aquellos días las masas lloraban al dictador, lo que imposibilitó celebrar el funeral del Prokófiev en la Unión de Compositores Soviéticos y su ataúd fue llevado a mano por calles secundarias y en dirección opuesta al río de personas que despedía a Vissiarónovich. Apenas treinta personas asistieron a su funeral, que solo pudieron llevar flores de papel pues las naturales se habían utilizado en las exequias de Stalin. Su exesposa Lina no pudo asistir porque estaba recluida en un campo de trabajos forzados en Siberia. Entre los asistentes estaba Dmitri Shostakovich, para quien «escuchar obras como tu Séptima Sinfonía hace que sea mucho más fácil y alegre vivir».
Fue sepultado en el cementerio Novodévichi.
Bibliografía
S/A, «La muerte de Prokófiev», historihoy.com.ar
Ana María Lara, «Stalin y Prokófiev», senalmemoria.co
Edward Winter, «Prokófiev and chess», chesshistory.com
Martín Baña, «Serguéi Prokófiev: una revision historiográfica y musicológica, Revista del Instituto de Investigación Musicológica «Carlos Vega».
Miguel Ángel Nepomuceno, «El día que Prokófiev intentó engañar a Capablanca», sendalibros.com
Sergio Negri, «El músico Serguéi Prokófiev y el ajedrez», ajedrezlatitudsur.wordpress.com
Precioso artículo que invita a saber más de los protagonistas de la historia y a escuchar más música de Sergei. Muchísimas gracias por escribirlo.
Muy interesante! Solo que hay varios detalles que no sin exactos.
1.Prokofiev nace en El pueblo de Sontsovka se encuentra a 50 kilómetros al oeste de Donetsk, imperio Ruso.
Fundada en 1785 como finca Sontsovka en terrenos donados por la emperatriz Catalina II al coronel Dmitry Sontsov. En 1840, su hijo, el gobernador de Oryol, Pyotr Sontsov, construyó una iglesia de Pedro y Pablo de un solo altar en Sontsovka, que ha sobrevivido hasta el día de hoy.
A fines del siglo XIX, el administrador de la finca Sontsovsky era el agrónomo Sergei Prokofiev, en cuya familia en 1891 nació su hijo Sergei, el futuro compositor. Aquí pasó sus años de infancia (se erigió un monumento, funciona un museo). Esa región se adjunto por Stalin a la República de Ucrania en los años 20 por cuestiones geopolíticas . Pero siempre se considero territorio históricamente ruso.
2. Prokofiev ya tenía una relación muy fuerte con Mendelsohn a pesar de que seguía casado con Lina y fue Mira( gracias a las conexiones de su padre) quien presionó a que el matrimonio de P y L sea considerado nulo. El se casa con Mira a las 2 semanas que se llevan a Lina presa ….
Saludos.
Pingback: Serguéi Prokófiev, música y ajedrez hasta la muerte