Entrevistas Política y Economía

Carla Antonelli: «Contra la ley trans se han utilizado las peores herramientas del machismo y del patriarcado. Las que han utilizado contra todas las mujeres, contra todas nosotras»

Carla Antonelli para Jot Down

Carla Antonelli (Güímar, 1959) ostenta un número considerable de títulos de pionera. Fue la primera diputada transexual en la Asamblea de Madrid, la primera actriz trans con un papel continuo en una serie de televisión y la primera persona en solicitar el cambio de nombre y sexo en el Registro Civil tras la aprobación de la ley que lo permitía en el año 2007. 

En octubre del 2022 confesó su «profunda decepción» y solicitó su baja como militante del Partido Socialista por los retrasos en la tramitación de la Ley Trans. Meses después, con la ley aprobada, respira tranquila. No se arrepiente de su decisión y no tiene reparo en señalar a aquellos «mentirosos compulsivos» que «han falseado la realidad». 

Nos recibe en su casa. Sobre las paredes y los objetos del salón, entre los que se encuentra enmarcada alguna que otra foto de su vida política, resuena una y otra vez el eco de la palabra «resiliente», que emplea, junto a otras como «superviviente», para la tarea más difícil: definirse a sí misma. 

¿A qué huele su infancia?

A yodo y a mar. A mar, y a salitre. A los cardones. A mar. 

¿Qué papel tiene el lugar en el que nacemos, en la construcción de lo que somos, en nuestra identidad?

Todo. Yo no sé lo que será para otros, pero para mí lo es todo. Hoy, que en la pedanía del Socorro, allí, en la playa, donde teníamos una casa la familia, a treinta metros haya una rotonda, frente a la ermita pequeña, que se llame Carla Antonelli… pues entonces ya para de contar. El día 1 de enero, me senté allí viendo el mar, frente a la ermita, en la calle Carla Antonelli [risas]. Cómo no me va a oler a mar la infancia.

Se fue de casa el 10 de enero del año 1977, con diecisiete años. ¿Cómo de premeditada fue esa decisión?

Premeditada desde lo irrevocable, donde ya no tenía razón de ser quedarme allí, porque ya era notorio, menos mi familia lo sabía casi todo el mundo. Entonces, ante la imposibilidad, tú te lanzas.

No volvió hasta treinta y dos años después, a recibir un galardón.

Hasta el 2009. Noche. Luna llena, por supuesto, tuvo que ser. Para un 20 de noviembre, aniversario de la muerte de Franco, aniversario de la muerte de mi padre.

Volví a pasear por esas calles, una noche de luna llena. Y al día siguiente más de trescientas personas allí, todo el mundo preguntándome que si me acordaba. De algunos sí, otros no. 

¿Cómo fue volver?

Volver sin la frente marchita [risas]. Volver sin rencor. Sin rencor. Porque el rencor ensucia. Volver para luego volver a volver. Volver para terminar de romper el muro de cristal cuando fui ya pregonera de las fiestas de San Pedro. Otra quimera. Yo pregonera de las fiestas de San Pedro, con un cura del pueblo de al lado intentando hacer una manifestación. Y a partir de ahí yo ya voy por la calle de mi pueblo y voy a la plaza de San Pedro y al bar… Ya no tengo ningún problema, pero me costaba andar por aquellas calles, me sentía una extraña.

¿Ha crecido sin referentes?

Hasta los dieciséis, diecisiete años yo no tenía ningún referente. Cuando salgo de mi casa, sí. Con diecisiete años ya conozco la existencia de Bibiana Fernández porque se proyecta la película de Vicente Aranda Cambio de sexo.

¿Qué siente al ver que ahora los niños y niñas sí los tienen?

Pues de ahí la importancia de los padres, la importancia de espejos donde mirarse. La importancia de saber que no están solos, de recibir información. La importancia, no solamente de los niños, las niñas y les niñes, es la importancia de quienes lo fueron en aquel momento y hoy son padres y madres. Es una labor hecha a lo largo de estos cuarenta años: la visibilidad, que ha concienciado a familias, que hay asociaciones de padres y madres que protegen y acompañan a sus hijos, hijas e hijes. 

¿Cómo se definiría a sí misma? ¿Quién es Carla Antonelli? 

La que aprendió, la que resistió y la que sobrevivió. Pero, sobre todo, la que aprendió mucho y para bien de la vida, incluso de lo peor de la vida. Mira, esto no lo había dicho nunca, no me había salido así.

En el año 80 grabó un documental para Televisión Española, el primero en el que se trataba la transexualidad, que fue secuestrado por la censura hasta un año después. ¿Cómo le llegó la propuesta? 

Hasta septiembre del 81, después del golpe, sí. Leonardo Dantés. El de «No cambié, no cambié, no cambié». Me llama. Estaba en el armario por esa época Leonardo. «No digas a nadie que me conoces». O sea, Leonardo Dantes. Televisión Española estaba buscando, porque querían hacer un programa y contar tres historias. Y al final ese programa terminó solamente con mi historia: «Carla, el enigma de una belleza». Y se convirtió, al final, en el primer documental temático que se había hecho de transexualidad, que no quiere decir que no hubiesen salido personas trans antes. 

En El viaje de Carla, el documental sobre su vida dirigido por Fernando Olmeda, dice «la propia visibilidad es normalización». ¿Por dónde pasa ese camino hacia la normalización y en qué punto cree que estamos?

Hay muchos caminos andados y muchos caminos desandados que hay que volver a andar, desgraciadamente. Se han dado muchos pasos desde los albores de nuestra democracia, allá por finales de los años 70. Si no hubiese habido personas visibles a lo largo de todo este tiempo, nada se estaría escribiendo igual. Por supuesto que viajamos a la utopía donde nadie tenga que decir ni reafirmarse, ni llevar un cartel en la frente a no ser que lo quiera de «yo soy trans». Ser trans no es otra cosa que un calificativo denominativo de una situación. 

Hace un par de semanas Jaime de los Santos, diputado de la Asamblea por el Partido Popular, dijo en el Senado que la boda de Javier Maroto fue posible «porque el 20 de noviembre de 2011, con una mayoría absoluta de ciento ochenta y dos diputados, el señor Mariano Rajoy Brey no cambió en cuatro años ni una coma de la ley del matrimonio igualitario»

[Risas]. La transmutación… Esto sí que es una transmutación. Es lo que puede producir la política en un momento dado, que sale una parte oscura de las personas donde no reconoces a la persona que alguna vez viste en tu vida. El ridículo sideral que ha hecho delante de toda España… Yo dejé un tuit de cómo de la noche a la mañana puedes amanecer convirtiéndote en el hazmerreír de toda España. Esa intervención… Le mandé un mensaje privado y le dije «das vergüenza ajena»

¿Tuvieron relación en algún momento?

Claro que lo conozco. De la Asamblea, he sido diputada diez años en la Asamblea. Él fue consejero de Cultura y se promocionó dentro del colectivo LGTBI en el World Pride como LGTBI-friendly, y es como que hizo su salida del armario oficial. Siempre ha sido gay, pero del «sí, soy gay» me acuerdo perfectamente en ese acto, que parecía su anuncio oficial. Evidentemente ha sido gay toda su vida, pero él lo quiso oficializar ahí. Y de pronto ves esto, y no solamente esto, sino que dijo que la ley trans «borraba a las mujeres». Le dije «Jaime, das vergüenza ajena». Cuando le mandé eso, veo que se lo va pasando, el WhatsApp, a todos los que estaban allí. Vamos a ver, lo que hizo él… ¿Sabes lo que hizo? Fue un refrito del Club de la Comedia, de todos sus hits de la Asamblea. Como lo conozco, pues dijo eso, dijo lo de su madre, lo de las uñas, que él era gay, que su madre era del PP, que nunca le había rechazado, que todos los del PP eran buenos, qué nunca había sufrido discriminación.

Hace falta tener muy poquita vergüenza para decir que se casó y que tenemos que dar las gracias, en realidad, no a Zapatero ni a Pedro Zerolo, sino a Rajoy por no derogarla cuando estuvo en el gobierno. Rajoy, el mismo que presentó el recurso de inconstitucionalidad en el Tribunal Constitucional. El mismo que fue invitado de honor en la boda de Javier Maroto. Por favor, un poquito de vergüenza. Yo me imagino que hasta pueden creer en Dios… Si creen en Dios, que tengan un poquito de vergüenza. Pues nada, bueno, piensa que es el mundo coach, que él ha sido coach. Entonces cree que teatralizando y forzando y haciendo una cosita así va a convencer. Acuérdate, fue coach de Mariano Rajoy.

¿Le respondió a esos mensajes que le envió?

Para mí me los quedo. Yo solo digo que los mandé. No, no voy a transmitir una conversación privada, solo digo que le mandé un mensaje diciendo que da vergüenza ajena. La conversación me la quedo.

Carla Antonelli para Jot Down

De Carmen Calvo hace poco afirmó en una entrevista que es «la persona que más daño ha hecho al Partido Socialista».

Sin duda alguna. Y así se la recordará. Carmen Calvo ha tirado por el suelo la bandera arcoíris por una cuestión personal y una guerra de poder. Ha involucrado a un partido de más de ciento cuarenta años de historia, donde teníamos toda una trayectoria a favor de los derechos fundamentales de las personas LGTBI con José Luis Rodríguez Zapatero, que apoya la Ley Integral Trans, y al Ministerio de Igualdad, como todo el mundo hemos visto, y al que le agradezco todas las palabras que ha dicho hacia mí en estos últimos meses. Ha tirado por tierra todos los hitos conseguidos de esa legislatura con Zapatero… Llegó hasta a ridiculizar a Zapatero. Por favor, un poquito de por favor. O el propio legado de Pedro Zerolo. Y todo por una guerra de poder y que no se podía ver con Irene Montero y con el Ministerio de Igualdad. Pero hay que hacer un análisis. No ha sido solamente la Ley Trans, ya lo sabemos, han sido todas las leyes. Al final, los medios de comunicación han puesto que la destituyeron, porque fue destituida, porque esa es la palabra, por Pedro Sánchez, por la Ley Trans. Mira, tanto que me alegro de que se defina así. Y ella se victimiza, también así, allí por donde va. 

No, la realidad es que creó un gobierno en la sombra intentando dinamitar continuamente lo que hacían los ministerios que no eran de su formación política. Las formaciones políticas ya tienen tiempo de tirarse los trastos a la cara cuando lleguen las elecciones. Pero mientras sea una coalición de gobierno hay que ser fiel a lo que estás haciendo, porque tienes que mirar por la ciudadanía, porque para eso estás en el gobierno. Bueno, la prueba está en que fue destituida y además destituida sin honores, literalmente. Porque recordemos que María Teresa Fernández de la Vega, una gran vicepresidenta de gobierno, salió de la vicepresidencia y ha pasado por muchos espacios y muchos lugares reconocida. Y sigue. Ella salió y terminó en diputada rasa, presidenta de una comisión, que eso lo podemos ser cualquiera. Y fíjate si podemos ser cualquiera que hasta yo era presidenta de la Comisión de Telemadrid en la Asamblea de Madrid. 

Carmen Calvo deberá pagar seiscientos euros por saltarse la disciplina de voto el pasado 22 de diciembre en la votación de la Ley Trans en el Congreso. ¿Le parece suficiente?

Es la sanción que ponen, no hay sanciones de más o menos por indisciplina de voto. Esa es la sanción. ¿Si me parece suficiente? No, yo tiraría mucho más. Sobre todo, hubiese esperado muchísimo más del Comité de Garantías del Partido Socialista, donde se han echado para atrás porque dicen que no tienen capacidad para resolver eso de insultos y vejaciones hacia el colectivo trans o de militantes socialistas que me han llamado «señor sesentero» o insultos… O sea, en el Comité de Garantías del PSOE es donde se podían haber tomado medidas. No nos olvidemos que fue expulsado del Partido Socialista un señor que fue presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, por hacerse una foto con Ayuso. Sí tienen capacidad. Lo que pasa es que no se han querido meter en berenjenales. Punto pelota.

¿Para evitar la polémica?

Evidentemente. Imaginemos que yo hubiese dicho algo de cualquier compañera, algo que estuviera fuera de tono… A mí no me han podido abrir ningún expediente mientras militaba en las filas del Partido Socialista, porque todo lo que yo decía estaba refrendado por el treinta y nueve o el cuarenta Congreso, por el programa electoral del Partido Socialista, o las propias palabras del presidente del Gobierno en el discurso de investidura. La que no me he movido de lugar, he sido yo. Todo lo demás han sido desplazamientos. 

Yo estoy defendiendo lo que se defendía en el treinta y nueve Congreso y lo que reafirmó el cuarenta, que reafirmó, digamos, que sí se iba a defender la autodeterminación de las personas trans. Porque lo hemos llevado a todas las comunidades autónomas. Es que hay más de catorce comunidades autónomas con leyes integrales desde la autodeterminación. Pero de verdad, ¿nos hemos idiotizado? Por mucho que nos hayan querido mandar un mensaje… Esta senadora del PSOE por Baleares, que votó en contra en el Senado… Mentiras… La Ley Integral Trans, primero, es que ni se la leen. La ley no regula de ninguna de las maneras los tratamientos hormonales. No, eso es falso. No está en ningún punto de la ley. Hace falta ser muy imbécil para, estos días, después de cuarenta años de democracia y de estatutos de autonomía otras tantas decenas, no saber que las competencias sanitarias están transferidas a las comunidades autónomas y que han sido las propias comunidades autónomas las que han regulado los inhibidores hormonales. Que no están inventados para las personas trans, por otro lado. Los inhibidores hormonales son para el desarrollo precoz de la pubertad y se inventó para niñas y niños no trans. No hay ni un solo medicamento ni tratamiento hormonal que se haya experimentado e investigado en un laboratorio para nosotras, las personas trans. Entonces, cuando tú vas y hablas en contra de la «medicalización» de los menores, estás mintiendo. Y esto es lo que ha sido, una mentira detrás de otra mentira. Mentira, mentira, mentira. 

Carla Antonelli para Jot Down

Habla de mentiras. ¿Intencionadas o fruto del desconocimiento?

Desconocimiento ninguno. Mentirosas compulsivas a sabiendas de que se miente, del «miente que algo queda». Contra la ley trans se han utilizado las peores herramientas del machismo y del patriarcado. Las peores. Las que han utilizado contra todas las mujeres, contra todas nosotras. El patriarcado y el machismo, sistemáticamente, ¿qué han utilizado contra el feminismo? Sucede que una madre mata a sus hijos, que las hay. Y entonces y solo entonces es cuando en redes sociales inciden en la noticia: una madre mata a sus hijos, o cuando una mujer mata al marido, o cuando una violación en manada es obra de extranjeros. Lo sabemos, ¿verdad? Entonces cuando en tus redes compartes noticias en esa misma línea ¿tú qué mensaje estás mandando? Una imagen colectiva de que la violencia de género es recíproca, que es en la misma medida… Estás falseando una imagen. Pues lo mismo se ha hecho con el colectivo de las personas trans y misóginamente más específicamente hacia nosotras, las mujeres trans. ¿Cuál es la imagen que han intentado lanzar colectiva periódicos como el «InMundo»? ¿O como el otro, el otro o el contraborrado de las mujeres? Que somos personas violentas, asesinas, violadoras de otras mujeres no trans, y que la cárcel está infectada de presas violadoras de mujeres no trans. 

Y, de entrada, ya, que parece que según ellas todas somos lesbianas. Esto es muy fuerte, ¿eh? Porque es como si las mujeres trans tuviéramos una obsesión con las mujeres no trans. Mira, esa rosca conmigo no se la comieron. Soy mujer, soy trans, soy hetero. No me gustan las mujeres. Pero ellas exponen como que hay una obsesión continua. ¿Por qué? Porque quieren lanzar y perpetuar una imagen de abusadoras sexuales. Porque te traes un caso de Reino Unido, de Irlanda, te traes un caso de Canadá y otro caso de Sudáfrica, excepcionales. Y ya aquí, a rebufo de todo el debate y de todas las indicaciones que había en estos dos años, le haces la luz a un abogado en Fuerteventura que le dice al recluso que se declare mujer. Vamos a ver, si cometes un delito, bajo el sexo que lo cometes así serás juzgada. O sea, jamás, jamás, jamás vas a saltarte ni a columpiarte en la ley de violencia machista. Pero no por esta ley. La ley de hace dieciséis años ya lo recogía. Esta ley hizo un añadido, redundante bajo mi punto de vista, porque la ley del 2007 decía que cualquier compromiso jurídico contraído con anterioridad se mantiene. Esto iba para lo penal también, obviamente. Y esta ley, ¿qué ha hecho? Lo añade, pero además especifica de forma clara que especialmente en los casos de violencia de género. Si cometiste un delito, le pegaste a tu pareja, mataste a tu pareja, siendo un hombre, por mucho que tu abogado te haya dicho, «hey, mira, métete aquí», no vas a ser juzgado como tal. Estos debates inventados, convertidos en bolas de nieve que ha creado este sector, son en realidad los que están llevando a personas no trans oportunistas a pensar que van a obtener algún tipo de beneficio declarándose trans. ¿Sabes lo que pasa? Que en Argentina lleva diez años la ley en funcionamiento y no ha pasado nada. 

A mí me parece un chiste de mal gusto escuchar de personas que se dicen feministas que ahora los hombres se van a apropiar de los beneficios de las mujeres, que hay hombres que van a cambiar de sexo para aprovecharse de los beneficios de las mujeres. Entonces me pregunto: ¿es que resulta que las mujeres tenemos más beneficios que los hombres? ¿Es que yo me he perdido algo en la lucha feminista a lo largo de todos estos años y estas décadas? ¿No estábamos luchando por la igualdad, no estamos luchando precisamente porque hay una disparidad? ¿No será, en todo caso, que eso que tú llamas hombre y que hace un proceso de vida y tiene un cambio registral de nombre y sexo, baja un escalafón en esta sociedad? Un colectivo que llevamos denunciando durante décadas las brechas salariales, la discriminación, las desigualdades, el patriarcado, la falta de mujeres visibles en puestos relevantes de empresas, etc. Si dices que los hombres se van a beneficiar de los derechos de las mujeres, es que implícitamente estás diciendo que las mujeres tenemos más derechos. 

Hemos llegado a ese summum de contradicción, pero hemos llegado incluso al summum de la contradicción del propio feminismo. El feminismo, hasta donde yo sé, surge y parte, obviamente, de la desigualdad brutal que hay del concepto de hombre y mujer, de igualdad de oportunidades. Y el reclamo de pioneras y madres del feminismo de que somos algo más que una vagina, que un útero, que hemos venido a procrear. El feminismo comienza desligándose de ahí, porque justamente eso era como el patriarcado, el machismo, contemplaba a la mujer: una vasija. Una vasija portante que le venía a traer sus hijos al mundo. De hecho, era terrible cuando una mujer sufría una histerectomía. Se sigue diciendo la palabra espantosa la han «vaciado». ¿Sabes la connotación que lleva para cualquier mujer decir «me han vaciado»? Eso hace daño. O sea, la persona que lo piensa mientras lo dice ha perdido un rango del propio sentido de su existencia. Bueno, pues dicho esto, que resulte que para justificar la transfobia es que ahora somos «hembras humanas», «vagina portante», «útero portante». Me dan escalofríos. O que le den la vuelta a Simone de Beauvoir con no se nace mujer, se llega a ser. Es como la destrucción de los pilares de cómo se inicia esto para convertirlo en otra cosa, para justificar la transfobia. Hay muchas cuentas en redes que se declaran «hembra humana». ¿Es feminista decir hembra humana? 

Aquí también hay una cosa interesante. Curiosamente, ha habido ahí una minoría de mujeres lesbianas, repito, que es ínfima, porque la mayoría inmensa, te lo puedo decir yo, no es tránsfoba, ni de broma. De hecho, tenemos mucho que agradecerle a las mujeres lesbianas no trans y a las mujeres en general no trans el apoyo que hemos recibido, porque esta historia no se podría escribir igual sin ellas, que quede claro. Pero ha habido algunas mujeres lesbianas fundamentalistas cuyos nombres son públicos: Alicia Millares, Ángeles Álvarez… Que lo que vienen es con un resquemor, digamos. Tienen algo pendiente. Hace cuarenta años, cuando eran más jovencitas, vivieron en sus propias carnes cómo el feminismo que hoy defienden las quiso expulsar del feminismo. Eran consideradas marimachos que daban mala imagen a la lucha feminista. Eso decían. Hubo una revuelta. Se fueron resituando. Y de justicia, hoy el feminismo es diverso, es plural y es interseccional, a pesar de estas personajas. Interseccional, como decía Angela Davis, es que estén las mujeres empobrecidas, las mujeres negras, las racializadas, las hermanas trans. Esto lo dijo en la Casa Encendida, a la que muchas fueron de rodillas con el rosario en peregrinación y salieron corriendo, porque les reventaba el circuito. Lo que quiero decir es que tienen una cosa pendiente con esto. Entonces, ¿qué pasa? Han iniciado una nueva cacería de brujas, en este caso contra las mujeres trans. En esta defensa de la expulsión de otras mujeres, es como que quieren simbolizar que no hay nada más auténtico en ser mujer que ser lesbiana. Como que el summum del ser mujer es ser lesbiana. O sea, este blanqueamiento es el que han hecho cuando han intentado expulsarnos a las mujeres trans: solamente podemos ser lesbianas las mujeres que tenemos vagina. Pero ni incluso una mujer trans con vagina puede ser lesbiana. La estrategia ha sido que, al querer echar a las mujeres trans, se refuerzan ellas (estas personas, en concreto) dentro de su feminismo. Son personas que por edad vivieron esa negación de sus propias pares, el «tú no me representas», «tú eres una vergüenza». Entonces, de alguna manera, han hecho una reformulación de ¿qué es ser mujer? Pues no hay nada más auténtico en ser mujer que ser lesbiana. Y el ser lesbiana es algo intrínseco del hecho de una mujer. Y, por lo tanto, en eso no tienen cabida las mujeres trans. Y tan panchas.

Carla Antonelli para Jot Down

Sobre la llamada «ley del solo sí es sí». ¿Cree que ha habido errores?

Estas discusiones, y estas batallas públicas flaco favor hacen a todo, a lo que es el feminismo en sí mismo. Errores siempre hay, y cuando los errores se demuestran, pues hay que corregirlos de la mejor manera posible, pero sobre todo sin desvirtuar para nada el corazón de esas leyes, como es el consentimiento. Hay que llegar a acuerdos para dejar opción en caso de que haya jueces oportunistas. Sí, porque por ejemplo a la manada de Pamplona no se lo han aplicado. Para que no pueda haber jueces oportunistas que aprovechen una interpretación de la ley, y no se sujeten al imperio de la ley, para rebajar condenas. Porque lo de «la justicia no está politizada» no te lo crees ni jarta de vino. Hemos visto el Consejo del Poder Judicial y el Constitucional, etc. Hay que cerrar esas puertas a los jueces oportunistas. Pero, sobre todo, que no se convierta esto en una precampaña electoral. Porque estamos en 2023 y se celebran elecciones sí o sí. O con adelanto o sin adelanto. Que yo creo que no va a haber adelanto. Por mucho que tengan velas puestas.

¿Falta autocrítica?

Yo creo que las autocriticas faltan siempre. Por un lado y por otro. Cuesta mucho reconocer las cosas en general, como seres humanos. Nos cuesta mucho. Flaco favor hace al feminismo esta guerra continua. 

¿Se arrepiente de abandonar la militancia del Partido Socialista?

Nunca. Yo tomé una decisión sabiendo las consecuencias. El por qué lo hago y la trascendencia que tiene. Cuando das un paso adelante sabes perfectamente que no hay pasos posibles atrás. Las circunstancias del momento fueron que después de todo el tortuoso camino y lo que se quedó también por el camino, cuando parecía que todo iba incluso en el trámite de urgencia, de pronto se abre una compuerta y se crea un vacío absoluto donde no se sabe muy bien… Algún día se sabrá cuáles fueron los chantajes que se produjeron para que se pensara que la ley se iba a perpetuar en plazo de enmiendas, como la de los niños robados, y traer ya para este año lo que se votó en diciembre, con la posible consecuencia de que, si salía bien, que la ley se quedara en el cajón del olvido. Donde también sabía que se iban a introducir esas enmiendas, que iban a recortar más el derecho a la autodeterminación. Entonces ahí ya no te queda otra cosa que decir que en mi nombre no, porque además yo no podía ser el muro ni el cortafuegos de la transfobia oficialista en ese momento de la negación de derechos por los chantajes o la amenaza que fuera. Por eso dije no en mi nombre.

¿Recibió alguna llamada de reproche por su decisión?

No, lo que recibí fue muchos apoyos, muchos apoyos personales y públicos. Puedo hablar de los públicos. Ángel Víctor Torre, presidente del Gobierno de Canarias, José Luis Rodríguez Zapatero, no por una, sino por varias veces, y representantes del Gobierno también, que lo lamentaban mucho. Y presidentes, presidentas de comunidades autónomas, mensajes privados. 

En su despedida en redes comentaba que nunca podrá «cursar baja de su naturaleza socialista». ¿Planea fichar por algún partido a corto o largo plazo?

La pregunta del millón. Según El Confidencial, según La Razón y según OKDiario ya ha estado en todos. He estado en Unidas Podemos, he estado en Más Madrid, he estado en Sumar, con Yolanda Díaz. Y ya no sé, no me han dicho Esquerra, porque no me puedo empadronar allá. Lo digo claro, yo no tengo ninguna idea aquí, ahora, en este momento, de cursar ningún alta como militante en ningún partido. No me doy de baja de un partido para luego, al día siguiente, darme de alta en otro. No puedo hablar en el larguísimo plazo, lo que sí haré siempre es apoyar a todas aquellas formaciones políticas que nos estén apoyando en los derechos. Es de bien nacida ser agradecida. Así que claro que iré a un acto con Irene Montero, con Yolanda Díaz, faltaría más. 

Y luego, ¿cómo se sigue escribiendo mi vida? Soy dueña de mis propias decisiones, con mis aciertos y con mis errores. No tengo ningún compromiso ahora mismo con ningún partido político y por lo tanto de mi capa haré un sayo. Y, en cualquier caso, si alguna vez estuviera con algunos de los partidos que mencionan, desde luego que iban a acertar. Porque en alguno de ellos tendría que ser. Lo que no voy a estar es en el Partido del Sexto Sentido, o sea, Ciudadanos, que está muerto y no lo sabe. O en el Partido Popular, o con falangito, con el pecho lobo, con Abascal

¿Hay algún líder político que se encuentren en las antípodas ideológicas con el que simpatice?

No, yo no simpatizo con Feijóo, pues no. Yo no simpatizo con Ayuso, es que no me hace ninguna gracia. Me he podido llevar correctamente bien con gente del Partido Popular y tener una buena relación, eso no digo que no. Jamás tuve una buena relación con nadie de la ultraderecha de Vox mientras estuve en la Asamblea. No, porque esto ya no es un asunto de educación pública, sino que cuestionan tu propia existencia como ser humano. Entonces yo no tengo nada que ver con ‘Royalty’ Monasterio ni con toda su tropa.

Este año que hay elecciones nacionales. ¿Tiene claro su voto?

Sí, por supuesto. 

¿Qué opina de Sumar, el proyecto de Yolanda Díaz?

Pues creo que es absolutamente necesario, absolutamente necesario que se sume. La palabra lo dice. Todas aquellas fuerzas políticas de izquierdas para poder conseguir un número potente de votos para que esto posibilite gobiernos de coalición. Porque si las izquierdas se desperdigan al final los beneficiarios son la derecha y la ultraderecha. Y lo terrorífico es que España fuera gobernada por el Partido Popular y Vox.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Seguir escribiendo y vivir, que no es poco. Seguir escribiendo. Soy producto de todo lo que he vivido, y este es mi presente. Y, entre ello, mi propia coherencia, de no perderla nunca y seguirme reconociendo en los espejos cuando me miro. Entiendo que algunas personas no podrán decir lo mismo. A partir de eso, vuelvo a repetir, sigo escribiendo y si algo aprendí cuando salí de aquella depresión del 84 es anclar la mirada hacia los horizontes posibles.

Carla Antonelli para Jot Down

Es muy activa en redes sociales. ¿Cree que son más cuna de odio o de acercamiento? 

Depende de qué redes sociales. Evidentemente, Twitter es la puerta al infierno directamente, porque parece que si no insultas y dices una barbaridad eres un peje verde. Pero al mismo tiempo es interesante. Aun así yo soy resiliente. Me quedo con lo positivo, con lo que aporta, y a mí me ha aportado mucha gente, mucho conocimiento. Y mucho de todo, incluso trabajo. Llevo un año y medio de autónoma. De ahí me han salido charlas, conferencias, y gente y amistades. Y puedes visibilizar. O sea, tiene muchas cosas positivas, a pesar de que te manden cabezas cortadas o que te pidan que te suicides, como me ha pedido. No solamente yo: «Ojalá te suicides tú y todos los trans». Mira, pues no lo tenía yo en el programa y en el calendario para este mes.

Pedro Zerolo decía que usted era su hermana mayor. En la columna que firmó en El País tras su muerte, titulada «Hasta ahora, Pedro amigo», escribió: «Has formado parte de nuestras vidas. Una parte de la mía no la entendería ni podría explicarla sin ti». ¿Qué le queda de él en lo profesional y en lo personal?

Todo. Asumimos y nos quedamos con lo mejor de las cosas, de las personas. De hecho, cuando falleció él, yo en la Asamblea pensaba en muchas cosas cómo actuaría Pedro Zerolo. Y Pedro Zerolo habrá absorbido cosas mías, como es lógico. Me decía hermana mayor porque le llevaba diez meses. Las cosas de Pedro, ese humor que tenía, ácido. Pero es verdad, una parte de mi vida no la entendería sin Pedro Zerolo. Desde los años 90, la consecución de derechos, el programa electoral de José Luis Rodríguez Zapatero, la primera visita a la directora del Registro Civil para hablar de cómo íbamos a plasmar el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. Son todos esos momentos… Además, estoy convencida de que si Pedro Zerolo hubiese estado vivo le hubiese cortado el paso a Carmen Calvo. Pedro Zerolo le habría hecho un placaje antes, había imposibilitado todo esto que gestó de ella como secretaria de Igualdad con nocturnidad y alevosía. Además lo hizo un 9 de junio, aniversario de la muerte de Pedro Zerolo, que hace falta ser muy sinvergüenza, y en pleno confinamiento y sabiendo que ese año no había celebración del orgullo. Porque yo te digo que si hay Día del Orgullo no tiene valor de sacar el argumentario que sacó el 9 de junio del 2020. La muestra la tienes en que el siguiente junio del 2021 fue cuando el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto de ley. La misma muestra la tienes en que el 28 de junio del 2022 fue cuando el Consejo de Ministros la aprobó como proyecto de ley y fue al Congreso. O sea, no hubiesen tenido lo que había que tener para sacar aquel argumentario. Lo sacaron con nocturnidad y alevosía. 

En 2011 da el salto a la política. ¿Cómo fue la conversación en la que Tomás Gómez le trasladó la propuesta de ir en las listas del PSOE para la Comunidad de Madrid? Le advirtió de que «se iba a liar».

Sí. Yo apoyé en las primarias a Tomás Gómez. Curiosamente, Pedro Zerolo apoyaba a Trinidad Jiménez y yo apoyaba a Tomás Gómez. En el décimo aniversario del diario digital, que invité a Tomás, me dijo: «Me gustaría hablar contigo algo». Él pensaba: «Carla no sabía nada». Soy trans, pero no gilipollas. Yo intuía. A ver, me podía haber equivocado, pero realmente fue eso. Directamente su palabra fue: «quiero que seas diputada, quiero que seas mi diputada». Me quedé mirando y le digo: «¿Pero para ir en un puesto de salida?». «Pues claro, si no para qué». Yo le pregunté si sabía que era la primera vez en la historia de este país que una mujer trans iba a ser diputada. Me dijo: «¿No hay nadie?». Le dije que no. Concejales y concejalas no, diputadas vamos a ser los primeros. Le dije: «¿Sabes la que se va a liar? Porque se va a liar». Y efectivamente, ahí apareció Javier Horcajo llamándome Carlos, y que prefería un enfermo de sida a que yo fuera en las listas.

¿Dudó en algún momento si ir o no en las listas?

En ninguno. Me dio miedo ese momento que se creó de pico cuando salió Javier Horcajo, cuando salió la caverna y cuando Jordi González tuvo una discusión con una que le dijo «telebasura» por lo de Horcajo y Jordi le contestó «telebasura tu puta madre». Y una trampa que me hizo el periódico El Mundo, la sección de Madrid… La entrevista me la hizo Olga Sanmartín, con plena confianza con ella, una muy buena entrevista aquí en casa. Pero el fotógrafo ya venía con una intención interesada, estereotipada. Yo me negué a hacer ciertas fotos más o menos sexys. Al final me hizo una al lado de la puerta y tal, que fue lo más que pudo encontrar. En el titular le pusieron: «Carla Antonelli, de la esquina al escaño». Olga Sanmartín la pobre no sabía para dónde mirar. La entrevista fue toda de Olga Sanmartín. La entrevista es perfecta. La entrevista es perfecta, pero le pusieron ese titular. ¿Sabes lo que pasó? Que eso mismo lo cogí y le di la vuelta. Y de ahí surgió una frase que a lo mejor me habéis escuchado, porque lo repito mucho… Que esa es la grandeza de la democracia. Que desde una esquina podemos ir a un escaño. Y decir «sí, prometo», y que los que antes nos llamaban maricones ahora nos tienen que llamar señorías. Lo hice mío, lo reafirmé y lo reconvertí. Además, así, cierras las puertas al uso de algo que yo no he negado nunca: vengo de una esquina. Me obligas a mí a decir que la grandeza de la democracia es justamente eso. Que alguien que estuvo en una esquina, cuarenta años más tarde puede estar en la Asamblea y mirar de frente a estos impresentables.

Ha sido diputada en la Asamblea de Madrid durante una década. ¿Cuál diría que ha sido, a nivel político, la fotografía de su vida?

Hay varias. Ese momento, evidentemente, de la aprobación de la Ley Integral Trans, tumbarle a Cristina Cifuentes la Ley Integral Trans patologizante de ella, la primera iniciativa que se le tumba a un proyecto de ley al gobierno del Partido Popular en veinte años en la Comunidad de Madrid, el momento de la aprobación de la ley LGTBI con ciento cuarenta enmiendas. Otro momento importantísimo fue la aprobación por unanimidad de la Ley de Bebés Robados. Todo el pleno en pie, de las pocas veces, aplaudiendo a las víctimas. Y haber hecho llorar a toda la Asamblea. A la mitad de la intervención empezar a narrar la historia de Adelina, que ya ha muerto, que estaba arriba con una botella de oxígeno. Y cómo ella imploraba a sor María en un hospicio para que no se llevara a su Bruno. Los metí a todos en esa historia. Todos llorando. Hay momentos muy gratificantes. Cuando destapé que iban a desaparecer los puntos de encuentro familiares, que un agosto Madrid se quedó sin puntos de encuentro familiares y se tuvieron que entregar hijos a sus parejas con órdenes de alejamiento en las puertas de las comisarías para tener garantías, o en la plaza del pueblo. Y lo supe porque he tenido gargantas profundas siempre importantes. Sobre todo, porque saben que nunca revelo fuentes. Nunca, nunca, ni a mi partido. Mis fuentes son mis fuentes, pues como ustedes en el periodismo.

Carla Antonelli para Jot Down

Su madre no la llamó Carla a solas hasta los noventa y cinco años. ¿Anhela haber nacido en otra época, posterior a la suya, con la posibilidad de que eso favoreciese que su relación fuese diferente?

De haber nacido años más tarde hubiese sido completamente diferente. Dentro de un orden existió todo eso, pero al mismo tiempo existió un acompañamiento a su manera. Es verdad que unas relaciones familiares quedaron finiquitadas completamente desde aquel año. Pero bueno, mi madre, a su manera, estuvo ahí hasta que se fue… Sufrió una evolución tremenda. A medida que iba pasando el tiempo, claro, yo ya era conocida… Ya no te digo nada cuando la serie de televisión El síndrome de Ulises. Ella se ponía a ver El síndrome de Ulises y terminaba dándome consejos de interpretación. Pero claro, esto tú enfócalo en una mujer católica a tope, dando catequesis. Hasta que le calmaron, gente progresista dentro de la Iglesia, porque lo veía todo bajo ese prisma. Todo, absolutamente. Me decía: «Tienes que entender que hay gente que piensa de una manera y hay otra gente que no está de acuerdo». Yo le decía: «Yo no tengo que entender nada, mamá».

Menciona El síndrome de Ulises. Su papel en esa serie fue el primero fijo de la historia de la televisión española interpretado por una mujer transexual. También su nombre fue el primero en cambiarse en el Registro de la Comunidad de Madrid tras la aprobación de la ley que lo permitía. La primera diputada trans… ¿Lleva la cuenta de sus títulos de «primera en»?

No, porque han sido eternas primeras veces, que no es sino una denuncia de los prejuicios y de los topes y de los techos de cristal. Cuando hay primeras veces no es por falta de cualidades o capacidades, es por prejuicios. Sigue habiendo primeras veces, por desgracia, donde mujeres, en general, están accediendo a sitios y espacios… El Tribunal Superior, bueno, pues ya hemos visto cómo es el cementerio de los elefantes, donde cuando había una mujer era porque era una ministra. Las primeras veces denuncian precisamente eso, pero las primeras veces tienen que ser para que se abran las puertas y esos espacios sean habitados por el conjunto. No puede haber una primera vez para que tú seas la única, como desgraciadamente hasta ahora… He sido la primera y única mujer trans diputada, pero me da que esto se va a arreglar en las próximas autonómicas, y en general.

¿Imaginaba que iba a abrir camino de la manera en la que lo ha hecho?

No, no. La niña de diecisiete años no imaginaba nada de esto. 

Si pudiese hablar con su yo de diez años, ¿qué le diría?

[Risas]. Si pudiera hablar con mi yo de diez años le diría «no sabes la que te espera», pero también le diría «agárrate, que vienen curvas, pero va a ser importantísimo, va a ser enriquecedor y no lo vas a cambiar por nada después de haberlo vivido». Porque a mí ya que me quiten lo bailado. En lo personal he sido resiliente, superviviente. Estoy aquí pisando todavía este terreno, la tierra, precisamente porque sobreviví y resistí a todas esas situaciones que desde los años 70 me encontré y nos encontramos por el camino y donde desgraciadamente muchas compañeras terminaron quitándose la vida, suicidándose. Otras murieron por la pandemia del sida y otras tantas murieron asesinadas. Se recuerda, y está bien, como el primer caso que fue tratado con el agravante de violencia LGTBIfóbica el caso de Sonia Rescalvo, pero ha habido muchos asesinatos de personas trans en este país, en Tenerife, de donde yo soy, no son una, dos ni tres. Son bastantes más.

¿Sobre las que pesa el silencio?

Sobre las que pesa el silencio, de las que no se sabe, de las que no se dice. Hay un documental que ha hecho ahora el Cabildo de Tenerife, donde Marcela cuenta cómo vio a Lulú salir de un container y cómo la sacaron. Veintitantos años después ya se atreve a decir que quien la asesinó llevaba un uniforme. Son los feminicidios silenciados. 

Entonces, superviviente, resiliente… Es lo que me ha llevado hasta aquí. Los momentos de cosas que ni me atrevía tan siquiera a imaginar, a soñar o a pensar con diecisiete años —cuando salí de mi casa desde una esquina al mejor postor por trescientas pesetas en el parque Santa Catalina, porque no había más salidas que el espectáculo o la prostitución… Que te rebelaras ante lo que parecía que estaba predestinada, e incluso a las casuísticas y promedios de vida; que no pasábamos de los cuarenta años, y además parecía que nos había arrollado un tráiler, que nos había pasado por encima del desgaste y deterioro físico y síquico, el que yo veía con diecisiete años en personas trans que tenían cuarenta años y parecía que tenían ya setenta. Pensar que jamás iba a llegar. Yo tenía una obsesión patológica de no iba a pasar los cincuenta y cinco y resulta que ya voy por los sesenta y tres para sesenta y cuatro. 

La vida se escribe con renglones torcidos —porque alguien dijo o porque está escrito en un libro— pero yo digo que somos nosotras, nosotros y nosotres quienes estamos encargados de enderezarlos, aunque sea a martillazo limpio, igual que los techos de cristal o igual que esas botas que nos tenemos que poner para caminar en los suelos pegajosos y llenos de barro. Al final escribimos nuestras propias historias y nos caemos y nos volvemos a levantar. Y todas las experiencias han servido para algo. Yo pasé una depresión de quererme suicidar con veinticuatro años, en el año 84, y superarla y salir de ella me sirvió para saber cómo entré y cómo caí, cómo salí y cuáles fueron las fórmulas. Si no, yo ya habría caído en siete u ocho depresiones. 

¿Tiene miedo a la muerte?

No pienso en ella. Porque si pensamos en ella vamos a estar acojonados. A la muerte tendrá más o menos miedo todo el mundo. Hasta una persona ultracreyente le llega el momento y les resulta angustioso, por mucho que crean. Pero he pasado dos o tres momentos de mi vida que pensaba que me moría. Y dije «ah, ¿este es el final?». Cuando me operé de sinusitis en el 2011 me dio una infección tal que tuve cerca de cuarenta grados de fiebre, candidiasis, taponada, hemorragias y perdí el apego por la vida completamente. Hubo una noche que me miré al espejo y pensé «esto es el final». O cuando me hicieron una colonoscopia y vieron ahí algo que pensaban que era una metástasis y me dejaron ingresada. Y había muerto mi madre hacía seis meses. O sea, es que pasas a otro estado. Creo que estamos bien diseñados, que cuando llega ese momento te quedas en tal estado de shock, como de aceptación. Lo que pasa es que si lo miras cuando estás muy viva, es como: ¡Ay!, pero ¿para qué pensar? Si ya llegará el momento en que te tendrás que joder y tendrás que aullar y lamentarte. Pero esto de «la vida es un valle de lágrimas», pues no.

 

Carla Antonelli para Jot Down

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34 Comentarios

  1. Se pasa la entrevista insultando a gente. Rezuma un sectarismo atroz en todas sus pabaras. Es gente que no aporta nada, sólo busca división y enfrentamiento. No luchan a favor de algo sino en contra de. Incluso dentro de su propio partido. Y no entro a analizar el fondo de lo que en teoría defiende, sino su actitud de odio y enfrentamiento de la que hace gala. Personas que no interesa tener cerca

    • Un gustazo de entrevista a una persona inteligente y luchadora que dignifica la clase política actual. Mal que le pese a aquellos de los que hablaba Don Antonio Machado: «mala gente que camina y va apestando la tierra…»

      Por cierto, excelentes fotografías.

    • exacto

    • Abel "el bedel"

      No me parece que sea el caso. Si hay gente que te pone zancadillas o que niegan tu ser, etc., no vas, además, a reírles la gracia. Está en su pleno derecho a no querer tener que ver con ellos y punto pelota.
      A la periodista la encuentro propensa a hacer preguntas de bachillerato, pero me temo que ése es el sino de las entrevistas actuales.

    • Andreas Wilkhe

      Has dado directo en la diana Josem. Supura odio y rencor, a pesar de lo que sus palabras quieran decir.

  2. Carmen Calvo deberá pagar seiscientos euros por saltarse la disciplina de voto el pasado 22 de diciembre en la votación de la Ley Trans en el Congreso. ¿Le parece suficiente?

    Es la sanción que ponen, no hay sanciones de más o menos por indisciplina de voto. Esa es la sanción. ¿Si me parece suficiente? No, yo tiraría mucho más. Sobre todo, hubiese esperado muchísimo más del Comité de Garantías del Partido Socialista (…)

    El mandato imperativo está prohibido en nuestra Constitución. Pero esta persona, que se jacta de luchar por la libertad y el extenso etc de siempre, resulta que está encantada de la vida por la obligación que imponen los partidos para que se vote lo que a unos poquitos les dé la gana. A partir de ahí todo argumento que esgrime a favor de los derechos de patatín patatán se vuelven nulos.

    Por lo demás, el daño que está haciendo y hará esta ley ideológica será de aúpa, y todo para contentar a una panda de amargados que no saben hacer su vida sin el odio hacia terceros.

  3. Dejaos de teorías biologicistas donde se habla de cromosomas y otras nimiedades. Por fin sabemos que es ser mujer en España: Cinco letras que forman una palabra hueca en el DNI, un check marcado en la casilla de sexo… Un mero trámite burocrático.
    A propósito de la entrevista, concuerdo con un comentario de más arriba: Rezuma rencor.
    Se vienen «accidentes» con esa ley.

    • Sí, teorías populares y folk a la altura del racismo.

      La biología como toda ciencia es una perspectiva, así que mejor sería que dejaseis de reificarla, y de confundir las categorías con las que se estudia algo con el objeto en sí mismo.

  4. Hay que tener una jeta de cemento armado para leer esta entrevista (si es que alguno de los ínclitos «opinadores» la ha leído completa) y perpetrar semejantes comentarios.

    Hace falta tener extirpada la capacidad de empatía para no entender la lucha de una persona atrapada en un cuerpo y una identidad que no le corresponde, o con la que no se siente a gusto, y que se ve obligada a luchar toda su vida, desde la dictadura a la democracia, por ella y por tod@s aquell@s en su misma situación.

    Una persona que ha experimentado la discriminación, la marginación, la violencia física y psicológica, que ha sido pionera en la normalización de su condición y que ha ayudado a sacar adelante una ley que pretende dar cobertura para que las nuevas generaciones no tengan que sufrir lo que ha sufrido ella en sus propias carnes.

    Pero los pusilánimes la acusan de odio, rencor y enfrentamiento… sin tener ni pajolera idea de lo que hablan, maledicentes comprando embustes mil veces repetidos hasta que devengan en realidad, dignificando ese deporte nacional de hablar por boca de ganso.

    Bravo Carla, avanzamos.

    • Manuel Queimaliños Rivera

      Estupenda respuesta.

    • ¿Existe un yo metafísico previo al nacimiento?

    • martillo de mediocres

      Convendrá en que lo de «atrapada en un cuerpo y una identidad que no le corresponde» es poco atinado, porque a nadie «le dan el cambiazo» en la asignación de sus atributos, a no ser que haya un momento al principio de la existencia del ser humano en que eso sea posible y no nos hubiéramos enterado. Porque en ese caso, presagio que la ventanilla de reclamaciones se va a llenar con aquellos atrapados en cuerpos e identidades de gordos, calvos, feos y pobres que no les corresponden…

      • Dietas, cirugías, transplantes capilares, averiados ascensores sociales o loterías dan cuenta de eso. Nihil novum sub sole.

    • Júlio Béjar

      Bravo por tu respuesta. Y un fuerte abrazo a Carla por su coherencia y valentía.

  5. carlos catalá cancho

    Anunque os disfraceis, no sois más q ignorantes y tránsfobos.Esta mujer, además lucho contra la dictadura franquista, mientras otros se escondían como ratas.Tengo diferencias con ella, pero eso no afecta a mi admiración x su honestidad y combatividad.
    Esa oportunista sin arreglo q es Carmen Calvo, no le llega ni a la suela del zapato.
    Votar contra la nueva ley trans, es machismo y hembrismo puro y cobarde.
    Viva Carla Antonelli

    • La disfória de género será, pues, machismo y hembrismo puro, duro y cobarde. Cuando las leyes sean igualitarias no importará el género o el sexo, cosa que no sucede y vamos en dirección contraria… pero sigue insultando, que te has dejado el adjetivo fascista para tener el combo.

  6. Desde la barrera

    A Carmen Calvo no la echaron del partido porque no está la cosa como para perder un voto en el Congreso, pero vamos, que ya está muerta y caerá en la ignominia junto con sus terfas tras las próximas Elecciones Generales.

    He echado en falta en el discurso de Carla Antonelli la cacería de feministas TERF lesbianas contra hombres trans que antes militaban en el mismo bando pero «se pasaron al enemigo, ser hombres heteros», como la que vivió Paul B. Preciado.

    Por lo demás, excelente entrevista. Enhorabuena.

  7. Enhorabuena por la entrevista. Me parece muy valiosa la aportación de Carla a los derechos humanos. No entiendo como dotar de derechos y luchar contra un estigma social es visto como amenaza, cuando recordemos, es un mandato constitucional. A nadie obligan a hacerse trans

  8. A partir de ahora la definición de mujer es una tautología ¿No es maravilloso el posmodernismo? Qué tiempos tan interesantes.

  9. Innerweltlicher

    ¿Alguien podría explicar a este humilde lector en qué consiste la categoría mujer? Es decir, cuando una persona nacida con el sexo biológico masculino dice que está «atrapada», porque ella «en realidad» es una mujer, ¿qué quiere decir? Lo pregunto con verdadera curiosidad y sin atisbo de ironía, porque es algo que no consigo entender; no alcanzo a ver en qué consiste el fenómeno mujer si no es por la identidad biológica. ¿Acaso son unos determinados gustos?, ¿una forma de entender la vida?, ¿una naturaleza más proclive a determinados aspectos de la psique? ¿Es, acaso, ser una persona menos violenta o competitiva?, ¿o sentir una comunión más estrecha con otros seres vivos propia del instinto nutricio? Porque, si nada de esto hay, y ser mujer no es más que un sentimiento autoidentificado, convendrán en que también un individuo se puede identificar como negro, habiendo nacido blanco (ojo, no me parece ni bien ni mal, pero sí inexacto).

    Entonces, insisto, ¿en qué consiste ser mujer? O dicho de otro modo, cuando una persona nacida hombre quiere ser mujer, ¿qué es aquello que quiere ser que le niega su naturaleza actual? La conclusión a la que pretendo llegar es bien transparente: si es una mujer quien tiene gustos o características «exteriores» de mujer, estamos produciendo un vacío conceptual y estereotipando a las mujeres, lo que daría pie a otra pregunta ¿No puede un hombre tener absolutamente todas las cualidades externas de una mujer sin más?, ¿por qué es necesario hacer un cambio en el sexo biológico? Estoy verdaderamente interesado en conocer la opinión de alguien que viva esta situación de primera mano, porque las apelaciones al sentimiento o la identidad no me satisfacen, no porque me parezcan absurdas —pues entiendo que son muy serias para quien las realiza—, sino porque carecen del rigor que yo espero de un problema tan hondo que atañe a lo más profundo de nuestro encaje en el mundo y en la sociedad.

    • Blunsburibarton

      Me topo con su comentario y no me resisto a intervenir. Espero que el que viene a continuación le sirva de algo.
      Empiezo por plantearle por qué no se pregunta en qué consiste la categoría hombre. ¿No sabe que usted, como yo, es el resultado de un proceso biológico, psicológico y social?
      La base biológica de ese proceso parte de la composición del par 23 de cromosomas. ¿Tiene usted un par XY? En principio, está destinado a ser un hombre. Lo será, si todo sucede con normalidad, porque ese cromosoma Y se va a activar de forma que una gónada bipotencial que posee desde su nacimiento se va a convertir en un testículo en lugar de un ovario. Eso sucederá previsiblemente en la semana séptima de gestación, en esa traslación de embrión a feto. Pero eso no es todo ni mucho menos. Hay que dar un siguiente paso: sus testículos empezarán a emitir secreciones dirigidas a la construcción de órganos masculinos, de forma que otras estructuras bipotenciales de su organismo acabarán formando su pene, su glande y su escroto. ¿Se ha acabado todo? Que va. Aún quedan por delante un montón de pasos bioquímicos para producir una serie de caracteres sexuales secundarios que acabarán formando el varón que es usted ahora.
      Ahora plantéese qué puede fallar en todo ese proceso. Su gen X no se activa debidamente o está incompleto por lo que el desarrollo normal de sus testículos no se produce.
      O resulta, por ejemplo, que ha formado esos testículos y empieza a secretar testosterona para desarrollar sus caracteres sexuales secundarios pero sus receptores de testosterona no la reciben. Y como tal no desarrolla un cuerpo de hombre. De cara a los demás usted es «raro».
      No olvidemos que una persona es un proceso. Pongamos el caso de un individuo que tiene testículos y un cromosoma Y, sin embargo, los testículos no han descendido, y usted tiene aparentemente una vagina. Se le educa como niña, tiene contacto con otras niñas, pero cuando llega la pubertad se da cuenta de que algo no va bien conforme a su desarrollo como mujer o, sencillamente, el médico le dice que usted tiene un gen Y como una casa y unos testículos que le deberían de haber formado como hombre. ¿Cómo cree que actuará esa persona? Quizá empiece a pensar que esa amiga del alma es, ahora en la adolescencia, el amor de su vida y que la quiere como un hombre. O pasa lo contrario, se ve mujer ante el espejo y detesta esos testículos que no le van a permitir ser madre porque carece de útero.
      ¿No ve el problema de esas personas? ¿No entiende porque la expresión «sentirse atrapado en el cuerpo que no le corresponde» tiene para ellos sentido? Esos son los problemas que personas como Carla Antonelli han tenido que superar. Y solo por ello, y por la forma en que han afrontado las adversidades de su entorno, merecen todo nuestro respeto.

      • Innerweltlicher

        Muchas gracias por este comentario tan esclarecedor. Sin embargo, esta explicación de tipo médico, tan rigurosa para un lego como yo, me plantea una duda adicional. Si el problema está en las vicisitudes del desarrollo genético, ese planteamiento nos podrá servir para casos de persona nacida con características A que ha desarrollado una apariencia de persona con características B. Esto, si es que tenemos suficientes herramientas para detectarlo, no debería suponer ningún problema, y realmente no creo que haya mucha gente en contra de que estas personas alcancen de manera plena su «yo original». ¿Es esta la situación mayoritaria en las personas trans? Puede ser, pero mi impresión es que no; mis lecturas y los debates en que he participado me han dado la sensación de que la inadecuación del cuerpo sentida por la mayoría de estas personas no obedece a razones fisiológicas, sino más bien culturales. En cualquier caso es un debate difícil, gracias de verdad por tomarse la molestia de contestar mi comentario. Saludos.

        • Ignacio Villalba

          Sin ánimo de polemizar. Creo que está describiendo una situación de INTERSEXUALIDAD (la I de LGTBI). Que no tiene mucho, mejor dicho nada que ver con la transexualidad.
          Más allá de la interpretacion puramente biologicista del sexo genético, el concepto de hombre o mujer, la mayoría de los ensayos feministas y queer sobre el género hablan de una construcción social, política y cultural de lo que la sociedad espera que sea un hombre y una mujer. Papeles asignados que reproducen los privilegios de los hombres heterosexuales sobre los mujeres y todos los que no se adaptan a ese esquema (gais, lesbianas, transexuales, etc.).
          Un transexual, independientemente de su orientación sexual , no se identifica con el género que su sexo biologico la asigna. Su autopercepción, tanto de su propio cuerpo como de su psicología no concuerda con el cuerpo que tiene y lo que la sociedad espera de él. Por eso se habla de «sentirse atrapado en un cuerpo equivocado».
          No sé si habré logrado aportar algo de claridad. Espero, al menos, no haber embarullado más el asunto

      • Olé!! aunque se pierdan mis aplausos como lágrimas en la lluvia, ahí quedan.

      • Otro Rey del copypaste.

    • Eso de «identidad biológica» es algo muy interesante. Vamos a analizarlo.

      Por un lado identidad. Las identidad es un termino cultural y social, de hecho la palabra identidad empezaron a usarlo en ciencias sociales a partir de los años 60 del pasado siglo, la sociología. Las identidades son muy interesantes porque aunque son fluidas y cambiantes historica y culturamente, algo que solemos olvidar, son importantes para nosotros porque nos permiten manejarnos en el lenguaje, generalizando entre nosotros: nacionalidades, religiones, «razas», etnias, preferencias sexuales, género, clase social ect. También permite al estado clasificarnos y catalogarnos, que lo utiliza de forma política. Por varios motivos (nuestra tradición filosófica con Platón y religiosa del alma) la identidad se toma como algo esencialista en nuestra cultura, como algo inmutable cuando, realmente, un repaso histórico y transcultural nos pondría en el espejo de que existe mucha fluidez.

      Biologico. Lo «biológico» es una abstracción que proviene de tomar la biología, que es una disciplina académica que estudia la vida, como algo concreto. La hemos reificado, cosificado como abstracción. Ahora bien, la biología como disciplina académica tiene un origen histórico, es decir que se construye con unas determinadas decisiones epistemológicas, que dejan de lado otras. ¿Cómo se construye? haciendo uso de las categorías existentes, como las de mujer y hombre, que preexisten a la biología.

      ¿En que consiste ser mujer? pues depende de la definición, para Aristóteles y durante buena parte de la edad media una mujer era un hombre «mal cocido», al que le faltaba el calor y por tanto tenía órganos sexuales masculinos pero poco desarrollados, siendo los ovarios testículos que se quedaban en el interior para tener más calor, o el clítoris un pene poco desarrollado. Para las tribus melanesias el género en cambio está en los fluidos que vamos recibiendo o donando a lo largo de la vida, y por tanto un anciano varón sería una mujer, en cambio una mujer tras la menopausia se consideraría hombre porque habría recibido fluidos masculinos de sus parejas. Para Carmen Calvo la definición sería tener un útero.

  10. Unicamente ha bastado una generación para destruir una sociedad. Roma 2.0 asoma en el abismo el cual le devuelve el reflejo. No pasa nada paco llegara con las rebajas y habra regalos para todos

  11. Pingback: Sometimes a coffee 36 – Klepsydra

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