Alta noche en el Cielo… Sosegado,
como quien vive (y con razón) contento,
sin futuro, presente ni pasado
y en blanco el pensamiento,
duerme Dios en su nube,
situada en lo mejor del Firmamento…
(Nicolás Guillén, «Sputnik 57»)
La matemática y la teología son las materias —inmateriales— que se ocupan de la perfección y de la infinitud, dos atributos difíciles de hallar en el mundo fenoménico. Y puesto que, como contrapunto y complemento de la supuesta solemnidad de la primera, se ha desarrollado una estimulante y desmitificadora matemática recreativa, podría y debería suceder lo mismo con la segunda, ahora que jugar con la teología ya no conlleva el riesgo de acabar en la hoguera.
En estas mismas páginas propuse, no hace mucho, un pequeño ejercicio de teología recreativa («¿Dónde está María? Topología del más allá»), que, por cierto, dio lugar a un intenso y extenso debate (ochenta comentarios) sobre temas tan poco lúdicos como el aborto o la eutanasia. Lo mismo que ocurre con los juegos y acertijos lógico-matemáticos, que a menudo propician importantes desarrollos teóricos.
Sin más pretensión que la de jugar con las ideas, pero con la esperanza de que quienes se dignen a participar en el juego lo encuentren estimulante, propongo las siguientes consideraciones sobre los supuestos atributos divinos.
Machina ex Deo: el misterio de la Santísima Infinidad
El de la santísima Trinidad no es un misterio por exceso (¿por qué tres personas divinas?), sino por defecto: ¿por qué solo tres?
Si el amor narcisista del Padre por sí mismo engendra al Hijo, este, que es tan dios como el Padre, se autoamará con igual potencia y engendrará al Nieto, que a su vez engendrará al Bisnieto, y este al Tataranieto, y así sucesiva e indefinidamente.
Por otra parte, si el amor incestuoso entre el Padre y el Hijo engendra al Espíritu Santo (la divina Paloma), el del Hijo por el Nieto no será menos fecundo y engendrará a, digamos, la Tórtola. Y el amor entre el Padre y el Nieto, a la Golondrina…
Y no hay ninguna razón para pensar que las divinas personas tengan que limitarse a los idilios binarios. Lo teológicamente correcto, por el contrario, es pensar que Dios agotara todas las posibilidades amatorias, y que los ménages-à-trois/quatre/cinq… se consumaran fecundamente, es decir, con la generación, en cada caso, de una nueva persona divina.
Así pues, por una parte tenemos una dinastía narcisista (Padre, Hijo, Nieto, Bisnieto, Tataranieto, Chozno…) que se corresponde con la serie de los números naturales: 1, 2, 3, 4, 5, 6… Y, por otra parte, a cada subconjunto de N (el conjunto de los números naturales) le corresponde una nueva persona. Y no solo a los subconjuntos finitos, sino también a los infinitos. Todas las personas pares, por ejemplo, se aman grupalmente, y al hacerlo engendran a la santa Paridad. Análogamente, las impares engendran a la santa Imparidad, y las primas, a la santa Primalidad.
Todos los subconjuntos de N, los finitos y los infinitos, generan nuevas personas, y el conjunto de todos los subconjuntos finitos e infinitos de N es álef-1, el primer número transfinito de Cantor, el continuo matemático, equivalente a R, el conjunto de los números reales. Por lo tanto, la santísima Infinidad es en realidad la santísima Transfinidad (o la santísima Alefidad, si se prefiere evitar el morfema «trans» en relación con las personas divinas), mal que le pese a Kronecker, que decía que Dios solo hizo los números enteros.
Pero la máquina divina no se detiene ahí. No se detiene nunca: las personas de álef-1 se agrupan amorosamente, a su vez, de todas las formas finitas e infinitas posibles, y el conjunto de todos los subconjuntos de álef-1 es álef-2. Y las personas de álef-2, a su vez… El furor autoerótico de Dios genera la interminable sucesión de los álef, la terrible dinastía de los números transfinitos.
La divina impotencia
Uno de los principales atributos divinos es la omnipotencia, lo que significa que Dios puede hacer cualquier cosa, su poder no tiene límites.
¿Puede hacer un círculo cuadrado?
No, claro que no, Dios no puede hacer cosas absurdas o contradictorias.
¿Puede hacer algo injusto?
Por supuesto que no. Podría, si quisiera; pero, dada su infinita justicia, por no hablar de su infinita bondad, es imposible que Dios sea injusto.
Pero ese «si quisiera» carece de sentido, porque si Dios es infinitamente bueno, no solo no puede ser injusto, sino ni siquiera quererlo. En última instancia, decir que Dios no puede hacer algo injusto o que es imposible que lo haga son afirmaciones equivalentes, y pretender diferenciarlas es buscarle tres pies al gato teológico.
De acuerdo, Dios no puede hacer cosas absurdas ni injustas; pero eso no es una limitación sino una cualidad de su omnipotencia.
¿Podría haber hecho Dios el mundo de otra manera?
Por supuesto, podría haberlo hecho de cualquier manera imaginable y de muchas otras maneras que no podemos ni imaginar.
¿Podría? O lo que ha hecho es lo que mejor se adecua a sus inescrutables designios o no lo es. Pero lo segundo es inconcebible en un Dios perfecto, por lo que hay que concluir con Leibniz, y pese a las burlas de Voltaire, que este es mejor de todos los mundos posibles, al menos en el sentido de que es el más acorde con los divinos propósitos, sean lo que fueren. Y, al ser el mejor, es el único posible, ya que es el único compatible con la divina perfección (por eso el mero hecho de pedirle algo a Dios es una ofensa a su divinidad, ya que, al hacerlo, se parte del supuesto de que puede rectificar, es decir, de que no es perfecto e infalible).
Pero Dios podría haber tenido otros designios.
¿Podría? O sus designios son los más acordes con su infinita sabiduría o no lo son. En el segundo caso sería un Dios incoherente, por lo que hay que descartar esa posibilidad. En el primer caso, ¿cómo podría haber tenido otros designios sin caer en la incoherencia? Encadenado a su propia perfección, Dios solo podía actuar de una única manera. Del mismo modo que la omnisciencia hace innecesarios el raciocinio y la memoria, pues a quien todo lo sabe desde siempre y para siempre nada le queda por deducir o evocar, la divina incontingencia elimina la voluntad. Si Dios no puede hacer nada absurdo, injusto o incoherente, no puede hacer nada de nada desde que puso en marcha el reloj del universo, y ni siquiera entonces tuvo otra elección.
La flecha del tiempo
La perfección es, por definición, inalterable: si pudiera volverse mejor, no sería perfecta; si pudiera empeorar, tampoco, pues llevaría en sí el germen de la degradación o, cuando menos, sería asequible a ella. Por lo tanto, solo un Dios imperfecto pudo disparar la flecha del tiempo. Pero ¿por qué lo hizo?
Algunos arqueros, al sentirse morir, lanzaban al aire una última saeta y pedían ser enterrados donde terminara su breve vuelo, su agotada búsqueda de la altura, frágil metáfora de la vida y la muerte. Otros elegían así el lugar sagrado donde erigir un templo o fundar una ciudad.
Tal vez seamos un gesto de la lenta agonía de Dios. O un hito de su largo viaje iniciático.
(Continúa aquí)
La idea que tienes de dios es tomista, signo evidente de una educación católica.
Ockham fue un poco más allá. El único atributo imputable a dios es la omnipotencia ¿Puede dios crear un cuadrado redondo? Sí, porque es dios. ¿Ofende a tu lógica? Sí, pero es que dios lo puede todo. Hasta hacer redondos los cuadrados. Nuestra lógica está limitada. Es más, puede hacer un mundo injusto si le da la gana. El cristiano no viene a la existencia a evaluar su obra, sino a amarle a pesar de que no sea un abuelo bonachón, sino un ser terrible y enigmático. No es Él quien ha de ser bueno. Ésa es nuestra tarea: ser buenos. El protestantismo acampa en estos lares.
Hay que leer más a Charlie Hebdo.
La idea que tengo de Dios es ninguna. Esto es teología recreativa, y parto, sí, de los supuestos católicos (aunque no solo: la bondad y la justicia divinas son supuestos ampliamente difundidos) precisamente para mostrar sus contradicciones. De Charlie Hebdo ya hablaremos otro día.
Que tengas un concepto de dios no significa que exista aparte de en tus ideas. Además, aunque el concepto de dios que tenga el brujo de la tribu no exista salvo en su mente, si le obedecen los guerreros, ten por seguro que lo que no existe tendrá transcendencia en tu vida.
Más aún: aunque la nada sea nada, eso no significa que no la reduzcamos al concepto de «nada». Lo hacemos de continuo. [Hay un ensayo de Heidegger, a mi entender lo mejor de su producción, que insiste en este tema de manera pertinaz. Se titula “¿Qué es metafísica?” (1929). Lo encontrarás en una compilación titulada “Hitos”.]
Lo que yo trataba de indicar es que el concepto dominico es débil por inconsistente. El franciscano es un planteamiento fuerte más porque sólo acepta un único atributo divino: su omnipotencia. Los conceptos de dios son distintos, lo que no significa que existan más allá del ámbito de las ideas.
Gracias por responder.
Gracias a ti. Buscaré el ensayo que mencionas (supongo que será relativamente breve), aunque con Ser y tiempo quedé bien servido. Lo del concepto franciscano de Dios me interesa más, lo investigaré.
¡Vaya lío en el que te has metido, amigo! Como en el anterior artículo sobre María, esto pondrá a prueba el sentido del humor de los fundamentalistas religiosos (que tiende precipitadamente a cero). Seguiré con detalle los comentarios, que seguro son jugosos, ahora que «El Jueves» ya no sale todos los miércoles sino una vez al mes.
Lío matemático, en todo caso, porque en mis argumentos no hay nada ofensivo; al contrario, pues me parece teológicamente inadmisible situar la infinitud divina por debajo de la transfinitud cantoriana.
Siendo Dios una creación humana, la Santísima Trinidad es una milonga teológica divertidísima. Y si el Espíritu Santo nace de la relación De Dios y el Hijo, y este es engendrado a su vez por el Espíritu Santo, y los tres son el Mismo, la cosa es preguntarse qué se fumaban en los sucesivos concilios.
Y sobre la justicia De Dios….Si uno lee el Antiguo Testamento puede percibir que el Todopoderoso, aparte de tener un sentido del humor bastante voluble, tiene un sentido de la Justicia vengativo y desproporcionado. Así que habrá que apuntárselo al que escribió esa parte del Libro.
Un placer como siempre, Frabetti.
El placer es mío, Kilgore, y el privilegio de tener lectores/as que, aunque no siempre estén de acuerdo conmigo (o precisamente por ello), me obligan a reflexionar y a afinar más en mis escritos.
Un mito es un relato de sucesos inciertos e incomprobables que una tradición presenta como realmente acaecidos (Ruiz de Elvira). El mito es mito, pero esto no significa que sea arbitrario.
El «misterio» de la trinidad no es tan descabellado como crees. Se adapta bien a los tres niveles de lectura de la fenomenología.
Dios es el «hecho real», ignoto.
Jesús es el «hecho fenoménico», la manifestación de dios ante los seres humanos.
La vivencia personal del bien que cada persona experimenta es el «hecho puro».
A pesar de que la ley de la naturaleza sea que aquí se come de todo, los seres humanos tenemos el «sentido» del bien y el mal. Para el cristiano, el deseo de justicia es la manifestación del espíritu santo en nosotros. Se puede vivir muchísimo mejor sin ese deseo. Muchos no deben de experimentarlo. Sin embargo, la mayoría apuesta por la esperanza de realizarlo o de contribuir a mejorar al mundo expresándolo. ¿Quién no experimenta el hecho puro del espíritu santo? Es hasta la expresión última de tu artículo.
Yo no creo que sea «descabellado». La trinidad, como sabes, es un tópico tanto religioso como filosófico, y, como bien señalas, los mitos no son arbitrarios (nunca lo son, me atrevería a decir). En cuanto a que «la mayoría apuesta por la esperanza de realizarlo o de contribuir a mejorar al mundo expresándolo», lamento no ser tan optimista como tú. Puede que la mayoría sienta en algún momento ese impulso, deseo o ilusión; pero apostar por ello sugiere un grado de implicación o compromiso por desgracia poco frecuente.
Aunque en todos los seres humanos exista un sentimiento natural a hacer el bien, la emoción que más pesa en nosotros es el miedo. Ni siquiera amamos bien porque siempre tememos. El egoísmo es cobarde.
Volviendo al tema, hay un vídeo (traducible) de hace muchos años que probablemente sea de tu interés:
https://tinyurl.com/frabetti
Muy divertido: teología recreativa oral.
Filosóficamente la argumentación es irreprochable. Se nota el conocimiento del tema. Aunque puede ser que quizá todo no deje de ser una manera de buscar un encaje. La nueva secta religiosa deriva de otra mucho más antigua que tiene como base el monoteísmo. Si aceptamos que Jesús no es solo el hijo de Dios, si no el también Dios mismo (y esto dio lugar a discusiones y conflictos), tenemos dos Dioses. Si encima María concibió por obra de Dios (y no vamos dejar que Dios se rebaje a los tejemanejes que se traía Zeus, por ejemplo) pues tenemos que poner en danza al Espíritu Santo. Ya tenemos tres Dioses. A ver como captas a tus coetáneos judíos después de siglos de anatemizar el politeísmo y la idolatría. Voilá, Dios es uno y trino.
Y, habiendo sido educado en el marco cultural de la fe católica, y estando bastante escaso de esa fe hoy en día, se puede ir por la vida procurando hacer el bien (o al menos no hacer el mal deliberadamente) sin necesitar al Espíritu Santo para nada.
Yo no pretendía hablar de ti. Disculpa porque no me habré expresado bien. De lo que hablo es que los fontaneros de la Escolástica eran personas muy instruidas que no configuraron los dogmas porque sí. Que tu hagas el bien porque está en tu naturaleza es interpretado por la escolástica como una manifestación del espíritu santo. Cuanto menos se deba a la esperanza de una gratificación en el más allá, tanto más genuina se interpretará esa expresión arraigada en tu naturaleza, te guste o no.
Me figuraba que era un marco general. Y se le entiende perfectamente. Se explica usted de miedo. Ya quisiera yo tener su nivel, y créame que lo digo sin un ápice de ironía.
Pero visto a la inversa también se puede interpretar que si alguien hace el bien, por ser un bonus vir, aunque estemos hablando de un pagano, atribuir esas acciones a la influencia del Espíritu Santo es arrimar el ascua a la propia sardina. Apuntarse tantos que son de otros.
Vas a tener que adoptar un nuevo alias: Cacambo :)
Habría sido más lógico, pero siempre hay que aprovechar para meterle el dedo en el ojo a Leibniz. Fue una mala pieza.
Lo llevan haciendo a lo largo de los siglos. La caverna mediática no apareció ayer. La Escolástica es un polígono industrial de fontaneros que sigue en funcionamiento. El poder que tienen sobre la cultura es inmenso. Por ejemplo, he ahí a Spinoza, “ecce homo” excomulgado de la sinagoga por ateo. En su “Ética” admite un único absoluto, la naturaleza. Basta leer los seis primeros axiomas. Sin embargo, tras el bárbaro asesinato de Johan de Witt, su protector, tuvo que meter a palanca el “Deus sive natura” en la obra para conseguir burlar la censura de unos Países Bajos que se habían vuelto de la noche a la mañana tan monárquicos como intolerantes (perdón por el pleonasmo) y ver impresa su obra capital. ¿Cómo se ha venido caracterizando a Spinoza? Como “panteísta”. El caso es que Spinoza manifiesta que «dios» es una redundancia para designar algo denominado “naturaleza”. Pero la Escolástica sigue consiguiendo que hasta la wikipedia lo caracterice como “panteísta”. Es difícil deshonrar su memoria de manera mayor.
Supongo que has leído «La sinagoga vacía», de Gabriel Albiac, interesante libro que escribió antes de enloquecer.
No leo a alguien vinculado a la corte de Losantos por razones de higiene mental.
Russell hizo su tesis sobre Leibniz, pues le admiraba, pero se dio cuenta de que en el personaje había más sombras que claros. En metafísica lo debía todo a Spinoza y, sin embargo, había evitado mencionarlo, minimizando el encuentro más importante de su vida y mintiendo acerca de su vinculación personal con filósofo neerlandés.
Tampoco descubrió de manera independiente el cálculo infinitesimal. Newton no publicó su hallazgo, que la Royal Society difundió y Leibniz aprovechó la oportunidad para mejorar su notación y publicarla sin citar siquiera a Newton.
Y así hizo con todos los demás, difundiendo la idea de que era el último gran sabio capaz de innovar en todo salvo en geografía, cuando en realidad fue un pirata intelectual como Edison.
Sobre el encuentro habido entre Spinoza y Leibniz hay un ensayo novelado titulado “El Hereje y el Cortesano” de Matthew Stewart.
Si partimos de la premisa de que dios, puede ser una creación humana, nunca ira más lejos de lo que los humanos pudeda imaginar.
En todo caso, se han llevado a cabo un gran número de concilios y, a menudo, lo único que se ha conseguido es, o llegar a un acuerdo si no la barraca ya se habria clausurado, o se produce un cisma y a otra cosa mariposa.
En todo caso y para salpimentar el asunto, una pregunta acerca de un milagro importante para que se cumpla la doctrina, ¿al producirse la transusbtanciación, el vino de misa pierde el alcohol? Creo que no se ha tratado en ningún concilio aunque, como creo que queda demostrado, mis creencias son difusas
¿Cómo va a perder el alcohol, María? El alcohol es el «espíritu» del vino.
Su respuesta me ha llegado al alma. Brindo por ella.
¡El horror, el horror!
Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas
¿Sabías que Conrad tardó varios días en encontrar ese final aparentemente tan simple y obvio? Con la religión ocurre algo parecido: nos cuesta ver sus absurdidades y contradicciones más flagrantes.
Una oda genial al rigor teo-lógico; muy divertida, Carlo. ¿Me permites adornarla?
El linaje narcisista es el punto de partida. Llamo D_0 al conjunto engendrado asexualmente por el Padre.
D0={Padre, Hijo, Nieto, Bisnieto, Tatara(¿Tetra?)nieto, …}
El conjunto D_0, por procreación divina, engendró al conjunto D_1, que, a parte de la descendencia directa y masculina del Padre, poseía a todas las Aves distintas, existentes, extintas o pendientes.
D1 engendró D_2, quizás alguna dinastía de reptiles. Y luego D_3, D_4…, nuevas generaciones divinas de cardinales sucesivos.
A posteriori se creó D_w, que es la unión de todas las generaciones hasta ahora descritas. D_w produjo D_(w+1), y este de nuevo a D_(w+2), y sin parar. A la unión de los D_(w+k) la llamamos D_2w. Mediante la unión infinita como forma de concepción transfinita, se generaron D_3w, D_4w… la unión de los cuales fue D_w^2. Unas cuantas generaciones más y se crearon D_w^3, y D_w^4… que unidos en la eternidad hicieron D_w^w.
Y de la misma manera surgieron D_w^w^w, y D_w^w^w^w, … que al unirse dieron a luz a lo que acertadamente Carlo llama Santa Transfinidad. Este conjunto representa el maximal de todas las dinastías divinas.
Veámoslo. El ordinal w es equiparable al cardinal Álef_0.
El cardinal de D_0 es Álef_0; el de D_w es Álef_Álef_0; el de D_w^w es Álef_Álef_Álef_0; y la Santa Transfinidad tiene cardinal Álef_Álef_Álef_… Es literalmente el no va a más de los infinitos.
Gracias por el adorno matemático, Castrillón. Por cierto, lo que llamas tetranieto tiene un nombre oficial de incierta etimología: chozno.
Creía que te referías al hijo del tataranieto. Al parecer tataranieto proviene por metátesis de tratranieto, «lo que viene tras el trasnieto», o sea, el hijo de mi bisnieto («trasnieto»). Tatarabuelo sería un préstamo posterior.
Y pobre ingenuo de mí, que pensaba que los infinitos acababan ahí… Olvidaba que la exponenciación no conoce límites contables, o sea, que si yo escribo w^w como w↑↑2, y w^w^w como w↑↑3, puedo tomar la unión de estos y los sucesivos y conseguir w↑↑w (mi supuesto infinito maximal), y después llegaré a w↑↑w↑↑w := w↑↑↑3. Tras esto llegará w↑↑↑w, y en la infinitud vendrá w↑↑↑↑↑… o como me gusta llamarlo w(w↑)w. Realmente todo esto carece de sentido.
Un teólogo te diría que, al contrario, tiene tanto sentido (divino) que nuestras pobres mentes no lo alcanzan. Pero Kronecker te daría la razón.
Muy bien Frabetti, como siempre metiéndonos entre las patas de los caballos (matemático-metafísicos este caso). A mí esto me suena a germen de cálculo infinitesimal (no por nada Leibniz se metió en esas honduras para gusto y agrado de la mecánica de su tiempo) El resto es digno de una discusión teológica, como para ejercitar los músculos silogísticos. Aunque, ya sabes, en otra época te habrían mandado a freír…Un saludo.
Cálculo infinital, valga el palabro. Sí, es probable que en la mente de Leibniz matemáticas y teología fueran juntas y hasta revueltas.
En esta época también me suelen mandar a freír, pero solo espárragos. En otra, por menos de esto me habrían frito a mí, como a tu tocayo.
Un aspecto curioso respecto a la «santísima infinidad» es que parece natural asociarla con números cada vez mayores, algo relacionado con la grandeza del que todo lo abarca, pero creo que también sería interesante dar una interpretación que fuese dirigida en el sentido contrario (hacia lo minúsculo), y cubrir con ello lo de «estar presente en todas las cosas» (omnipresencia).
Respecto a la flecha del tiempo, no sé si sería posible cambiar el artículo determinado en «la perfección» y sustituirlo por uno indeterminado, pues quizá se pueda alcanzar el grado máximo de un conjunto de cualidades de diversas maneras.
Muy interesante lo del descenso hacia lo minúsculo. Aunque me temo que subdividir a Dios sería más herético que multiplicarlo. :)
En cuanto a la perfección, aunque pudiera alcanzarse de distintas maneras y en distintos ámbitos, una vez alcanzada sería inalterable.
Se ha colado en tu razonamiento un “a priori” parmenídeo-platónico-tomista: que la inalterabilidad es una cualidad de la perfección. ¿Por qué?
Supongamos un “a priori” distinto, darwiniano: lo máximamente perfecto será lo alterable, aquello que se adapte mejor a lo cambiante y circunstancial.
Los placodermos eran la forma más perfecta de los océanos, en los que dominaron durante más de 50 millones de años, pero las circunstancias fueron cambiando.
Dicho de otro modo:
https://tinyurl.com/vivadarwin
Insisto en que no es «mi» razonamiento, sino mi forma (cordial, que nadie se ofenda) de problematizar la teología católica.
Sí, la idea de subdividirlo no parece muy positiva.
Respecto al tema de la perfección inalterable, no me he expresado correctamente, pues más que a diversos caminos para alcanzarla, pretendía referirme a la posible existencia de diversos estados «finales» de perfección. La imagen mental que asociaba a dicha idea era la de llegar a la parte superior de una montaña de cima plana, en la que cualquier punto de dicha cima fuese un estado perfecto. El tiempo se manifestaría como una medida del cambio entre esos estados perfectos, aunque quizá sea una idea un poco forzada.
La idea es interesante, pero poco compatible con la ortodoxia católica, que es la hipótesis de partida (para su reducción al absurdo, claro).
Fue cómico ver a Homero Simpson entrar afligido a una iglesia y en la soledad del templo exclamar ¿estás ahí, Batman?
A Dios la flecha del tiempo se le escapó. La temporalidad parece un hecho preexistente a la propia existencia de Dios. Quizá la eternidad es el único atributo divino y ajeno a la vez. Gosse pensó diferente. Cuenta Borges que P.H. Gosse, para reconciliar a Dios con los fósiles, propuso que el tiempo infinito tuvo un acto pretérito: la Creación, desde el primer instante, de un infinito porvenir y un infinito pasado. Un Adán creado con ombligo pero sin madre. En la posdata, Borges cita a Chateaubriand, quien, por razones estéticas, propone una tesis idéntica a la de Gosse, pues le resulta insípido e irrisorio imaginar un primer día de la Creación poblado de pichones, de larvas, de cachorros y de semillas.
Te has adelantado al siguiente artículo, en el que hablo del ombligo de Adán (no menos importante que el de Sara Montiel). Interesante y revelador, por cierto, el caso Gosse. Merecería un artículo.
La teología es una prueba de que el ser humano de la era digital convive con la mentalidad de la edad de piedra. Convendría no inspirarles demasiado.
Del sílex al chip, o sea, del silicio al silicio. Ciertamente, en algunos aspectos no hemo avanzado mucho. No hay que inspirar, pero tampoco hay que olvidar de dónde venimos si queremos saber -y controlar- adónde vamos. Una revisión irónica de las fuentes puede ayudarnos a ver que estaban -y siguen estando- contaminadas.
La bestia sigue adormecida. El tema, al menos en estas latitudes, apenas llama la atención más allá de constituir una anécdota. Tan solo diez personas han escrito aquí algunas palabras en total. Sin embargo, hasta el siglo XVI lo más cercano al ateísmo fueron los godlauss («sin dios»), los que pensaron que era una locura esperar nada de los dioses sin poner en duda su existencia. Lo más accidental, como la geografía, en este tema es lo más esencial. Como nazcas en Riad, Teherán, Tel Aviv o Alabama vienes al mundo ya tropezado. La muerte de Federico II y el reemplazo del ministro Zedlitz por el pietista Wöllner cambian la orientación kantiana. Su última obra «libre» es la «Crítica de la Razón Pura». Después se ve obligado a internarse en el ámbito de lo moral… una vuelta en busca de la fijación anal perdida.
Si algo gracioso se puede decir de Dios, es que está sentado.
Más que gracioso. Teniendo en cuenta que Jesucristo está en cuerpo y alma en el paraíso, lo de sentado a la diestra de Dios Padre hay que entenderlo literalmente.
soplagaitas: la RAE ya solo la recoge en el histórico: es de agradecer que siga habiendo quien mantenega su vigencia.