Hace unas semanas se dieron cita los Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en San Petersburgo para la tradicional reunión de fin de año. Vladimir Putin, que ejercía como anfitrión regaló a sus homólogos unos asombrosos anillos de oro blanco y amarillo, en los que aparecía tallado el símbolo de la organización regional, así como las palabras «Feliz Año Nuevo 2023» y «Rusia», un hecho que los medios de comunicación relacionaron rápidamente con los nueve anillos de El señor de los anillos, la mundialmente conocida obra de J.R.R. Tolkien.
Aunque sabemos que los acontecimientos que se narran en el legendarium de El señor de los anillos tienen lugar en el pasado lejano de la Tierra y no guardan relación con los mapas políticos actuales, durante la Guerra Fría, muchos lectores occidentales percibieron Mordor como una metáfora de la URSS. El propio Tolkien, contrario a cualquier analogía simplista o alusión política directa, no aceptó esta interpretación. El autor recordó a sus lectores que, inicialmente, Sauron vivía en el norte y solo más tarde se trasladó al este, más allá de las cordilleras, donde se sentía seguro.
En 2016 Google tuvo que corregir un error de su traductor por el que al introducir «Federación de Rusia» en ucraniano y traducirlo al ruso, la palabra devuelta era «Mordor». Aunque sabemos que la URSS no era Mordor, ni lo es ahora Rusia -por más que Putin actúe como el villano de Sauron-, si que podemos encontrar conexiones rusas (y eslavas) en la Tierra Media.
Ayuda de un oso en El Hobbit
Uno de los personajes más poderosos de El Hobbit es el guerrero Beorn, un cambiapieles capaz de convertirse en oso. Su intervención en la famosa Batalla de los Cinco Ejércitos, del lado de los Hombres del Lago, los Elfos y los Enanos, jugó un papel decisivo en el resultado de la batalla. Al adoptar la forma de un oso, hizo huir a los trasgos y a los huargos. Según algunos investigadores la obra de Tolkien está influida por la mitología escandinava y la tradición épica anglosajona: los parientes literarios más cercanos son los «berserkers» (guerreros vikingos) y Beowulf. En la trilogía cinematográfica El Hobbit, dirigida por Peter Jackson, Beorn es interpretado por el actor sueco Mikael Persbrandt.
El nombre del héroe procede del inglés antiguo y significa «oso». Pero en los borradores del libro tenía un nombre completamente diferente: Medwed. Es la palabra rusa para «oso» en alfabeto latino. Además, uno de los capítulos de El Hobbit tenía esta misma versión del nombre como título en honor al protagonista (más tarde se rebautizó como «Queer Lodgings»). Según el académico Douglas A. Anderson, Tolkien tomó prestada la palabra de las anotaciones al poema épico Beowulf de su colega Raymond Wilson Chambers, profesor de inglés en el University College de Londres.
Chambers da una larga lista de obras del folclore mundial sobre medio humanos, medio osos y, en particular, cita el cuento ruso de Ivanko Medvedko. Este último figura en la famosa antología de cuentos populares recopilados por Alexander Afanasyev, que también es conocida en el extranjero (por ejemplo, es el libro que Keanu Reeves utiliza en John Wick: Capítulo 3 tanto como escondite como arma en una pelea cuerpo a cuerpo).
Ivan Medvedko realmente tiene mucho en común con Beorn: fuerza, ingenio, ferocidad y ascendencia (ambos son descendientes de una madre humana y un oso). Así pues, no es de extrañar que Tolkien decidiera utilizar este nombre. Sin embargo, a medida que se acercaba el día de la publicación, el escritor británico cambió de opinión y dio a su personaje un nombre anglosajón que combinaba estilísticamente con los nombres de los demás protagonistas.
Dioses eslavos en El Señor de los Anillos
Beorn tenía un amigo, Radagast, «no era mal tipo entre los magos». Era amigo de bestias y pájaros, recluso y, en general, un personaje extraño. Es más, en la versión cinematográfica (interpretada por el escocés Sylvester McCoy) es aún más excéntrico que en los libros: va totalmente cubierto de pieles, incluso en los días calurosos, viaja en un trineo tirado por conejos gigantes y come setas. El mago Gandalf aprecia mucho a Radagast, y es fácil entender por qué. Su amistad se remonta a cientos de años atrás. Radagast fue quien, en el primer volumen de El Señor de los Anillos, envió un águila para liberar a Gandalf cuando estaba prisionero del malvado mago Saruman.
Los expertos en Tolkien siguen discutiendo sobre el origen del nombre Radagast, y una de las teorías más convincentes lo relaciona con las crónicas del norte de Alemania. Según los cronistas e historiadores Helmold, Pistorius, Adam de Bremen y muchos otros, los eslavos occidentales adoraban en la antigüedad a la deidad suprema, Radogost, (conocida alternativamente como Radegast). El filólogo Jacob Grimm lo describe explícitamente como una versión eslava del dios nórdico Odín.
Por citar un ejemplo, en la ópera-ballet Mlada, de Nikolai Rimsky-Korsakov, basada en motivos del folclore eslavo del Báltico, se hace referencia a Radegast en numerosas ocasiones; incluso varias escenas se desarrollan a los pies de un templo pagano dedicado a Radegast.
Los elfos hablan un poco de ruso
Tolkien no solo era escritor, sino también un destacado lingüista, y sus novelas pueden considerarse un laboratorio práctico para el desarrollo de lenguas alternativas basadas en elementos tomados de otras ya existentes. Las historias se hicieron, más bien, para proporcionar un mundo a las lenguas que al revés. «Para mí, primero viene el nombre y luego la historia», dijo Tolkien al respecto. En total, ideó -con mayor o menor detalle- más de 20 lenguas nuevas que, en mayor o menor medida, recuerdan a las lenguas contemporáneas. Y eso incluye el ruso.
En su juventud, Tolkien hizo un verdadero intento de aprender la lengua de Tolstoi y Dostoievski y, aunque, según confiesa, no se le daba muy bien, la estructura morfológica y el sonido del ruso le dejaron una impresión duradera. Además de Medwed, en sus apuntes figura un dibujo con la inscripción «Ei, Uchnem», una ilustración de la Canción de los barqueros del Volga, conocida en ruso por este nombre.
En los libros se mencionan palabras rusas, por ejemplo «veliky» (en la lengua élfica, Quenia, el topónimo «Haloisi Velike» significa «Gran Mar») y el pueblo llamado los «Variags» («varyagi» es la palabra rusa para designar a los varangios o vikingos). Y como ha señalado Ivan A. Derzhanski, colaborador de la Enciclopedia J.R.R. Tolkien, la misma lengua Quenia emplea con frecuencia el sufijo diminutivo ruso «-ink-». Por ejemplo, «katinka» – vela, y «patinka» – zapatilla.
Fuente del artículo: Was Tolkien’s Mordor inspired by the USSR?
Te cuento?
El territorio de Mordor es un pocas pequeño que la. Extensa estepa siberiana de la Unin Soviética aunque haciendo un cálculo de cuadrícula podría identificarcel mismo espacio. En realidad es la Alemania costera norte,vterritirio de tritones, primeros hombres nórdicos alemanes y su nombre mitológico corresponde a Asgard. Podría también se Brirania una antigua agrupación de países europeos durante la migración celta hasta España integrando incluso Inglaterra antes era la era del hielo como una península adicional. Pero creo que es un poco distante el territorio real a la unión soviética a la estepa siberiana.
No se entiende nada de lo que escribes. Ni comas, ni puntos palabras mal escritas… Una pena.
Aprende a redactar y a lo mejor merece la pena leerlo.
No se entiende nada de lo que escribes. Ni comas, ni puntos, palabras mal escritas… Una pena.
Aprende a redactar y a lo mejor merece la pena leerlo.
Mordor no está inspirado en Mordor chalao
El CEO de nuestra querida jotdown se ha coronado firmando la traducción de su propia «fuente» ru.s.a… Un artículo que además contradice su propia tesis antes de acabar su segunda parrafada, por cierto
A ver si Mordor estaba realmente en los corazones de según quienes…
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