Lo de los tebeos no lo vimos venir, porque hace un par de décadas los cómics solo parecían servir para alimentar hermosas tormentas de vergüenza ajena al dar el brinco a las pantallas. Y ahí están fabulosos enemas como aquel Capitán América de rebajas, Spawn, Steel, Barb Wire, un Nick Furia: agente de S.H.I.E.L.D. que tenía un coche fantástico aparcado en el garaje, Tank Girl, Daredevil o La Liga de los Hombres Extraordinarios. Hoy en día la cosa ha cambiado por completo: las películas de superhéroes se han convertido en los únicos eventos populares capaces de arrastrar masas a las salas de cine y los tebeos con más culto sobre el lomo se han redescubierto como fabuloso material de partida para fabricar series con carisma.
Con el reciente éxito en televisión de obras como The Sandman, un universo que hasta ayer parecían inadaptable, o la muy cafre The Boys, que tiene a los espectadores más ceporros ensalzando a quien no deben, la encuesta de este domingo versa sobre la adaptaciones de historietas. Ahora que el cómic se ha convertido en mina y cantera, y que líneas editoriales como Vertigo han demostrado llevarse muy bien con el público televisivo, proponemos una la siguiente pregunta: ¿cuál es el próximo gran cómic que debería de ser adaptado al formato serie?
De entrada, hemos seleccionado un grupo de candidatos más o menos evidentes, pero el noveno arte es tan inabarcable como para reconocer que la lista de posibles siempre estará incompleta. Recordamos a los lectores y lectoras que la caja de votos está ubicada al final del texto, y que los comentarios se encuentran abiertos para señalar aquellas obras ausentes que también merezcan ser consideradas.
Fábulas
El punto de partida de Fábulas es extraordinario: los personajes de los cuentos de hadas se ven obligados a exiliarse de los mundos de fantasía para refugiarse en la Nueva York actual. Aquellos que tienen apariencia humana se asientan en un edificio llamado Villa Fábula y sus calles colindantes, mientras que los seres fantásticos incapaces de pasar desapercibidos (animales parlantes, objetos animados, criaturas de fantasía) se alojan en La Granja, un emplazamiento situado a las afueras de la ciudad. Con el paso del tiempo, el mundo real acaba transformado de un modo u otro a estos personajes populares. A partir de esa ocurrencia, Bill Willingham firmó los guiones de catorce años de aventuras que se presentaron tonteando con el policiaco para acabar configurando una dilatada saga de fantasía urbana con un reparto inmenso.
El potencial de Fábulas siempre ha sido evidente para una industria que ha intentado trasladar la obra a las pantallas en varias ocasiones. En 2005, la NBC se puso manos a la obra pero no llegó más allá del borrador inicial y cuando dicha cadena estrenó Grimm, un policiaco con criaturas de fantasía, se desintegró la posibilidad de adaptar Fábulas por aquello de no repetirse. En 2008, en ABC tantearon convertir el tebeo en parte de su parrilla, pero terminaron lanzaron otra serie, Érase una vez, que resultaba demasiado similar. En 2015, Warner comenzó a macerar una película de Fábulas, que acabaron cancelando discretamente. Entretanto, el tebeo sí que logró saltar al mundo de los videojuegos con una aventura llamada The Wolf Among Us que dio bastantes alegrías. Actualmente, con Grimm y Érase una vez canceladas, hay algo de hueco para reintentarlo con Fábulas de nuevo.
Saga
«La nuestra es una historia original de fantasía sin superhéroes, con dos protagonistas que no son blancos y un capítulo inicial donde hay sexo robótico explícito. Pensaba que nos cancelarían a la altura del tercer número», explicaba Brian K. Vaughan, creador junto a Fiona Staples de Saga. Una serie que ha sido descrita habitualmente como un cruce moderno entre Romeo y Julieta, Juego de tronos y Star Wars. La historia de una relación entre dos miembros de dos especies enfrentadas, una raza alada relacionada con la tecnología y una civilización de personas que poseen cuernos con atributos mágicos, que son perseguidos por ambas facciones tras tener un hijo en común.
Saga es una de las obras del noveno arte más aclamadas del panorama actual, una space opera de fantasía con fans muy entregados y un espíritu tan literario como revoltoso. El cómic que en Time describieron como «travieso, vulgar y gloriosamente inventivo». El mismo que la lio buena cuando se atrevió a colar sus viñetas un poco de sexo gay explícito. Hace unos años, Vaughan aclaró que aunque existía interés en trasladar Saga a las pantallas, ellos no tenían prisa porque su intención siempre fue «hacer absolutamente todo lo que no puedo hacer en la tele o el cine. Estoy muy contento con que solo sea un cómic». Pero también aclaró que en el fondo no cerraban esa puerta en algún otro momento. A lo mejor ya toca.
Transmetropolitan
Creado por Warren Ellis y Darick Robertson, Transmetropolitan llamó bastante la atención en su momento, allá en esa prehistoria conocida como finales de los noventa, al enfangarse en lodos alejados de las historias habituales que normalmente habitaban las páginas de los tebeos. Una historia ciberpunk, protagonizada por un periodista gonzo llamado Spider Jerusalem (una versión futurista y con gafas molonas de Hunter S. Thompson), que incluye una Nueva York bastarda, tejemanejes políticos, transhumanismo extremo, tribus urbanas convertidas en religiones, policías corruptos y salvaje capaces de causar masacres, ADN alienígena, y presidentes psicóticos y sociópatas. En la era post-Trump, revivir Transmetropolitan en la pequeña pantalla sería un experimento interesante, porque a estas alturas quizá algunos de sus ingredientes ya no parecen tan de ciencia ficción.
Blacksad
Ahora que Disney no mira, por estar muy ocupada haciendo insulsos remakes en acción real de todo su catálogo animado, quizás sea el mejor momento para que Blacksad rellene el agujero de las aventuras animadas protagonizadas por animales antropomórficos. Una serie de álbumes geniales, guionizados por Juan Díaz Canales y dibujados por la extraordinaria mano de Juanjo Guarnido. Sabor a novelas y celuloide noir, detectives caídos en desgracia, femmes felinas fatales, bultos sospechosos bajo la gabardina, palizas en callejones, matones, corrupción, traiciones y desengaños.
A mediados de los dos miles se anunció una película que nunca llegó a realizarse mientras directores como Alexandre Aja (Alta tensión, Infierno bajo el agua, Piraña 3D) demostraban interés en dirigir los casos de John Blacksad sin que tampoco se llegase a nada concreto. Probablemente, hoy en día sería mucho pedir una serie animada al estilo tradicional, pero la obra lo merece y de paso tendríamos ocupado a Guarnido para que dejase de hacerle fanarts a youtubers insoportables.
Love and Rockets
Ideado por los hermanos Gilbert, Jaime y Mario Hernández, estadounidenses de segunda generación y origen mexicano, Love and Rockets fue uno de los tebeos a la cabeza del panorama del cómic alternativo en la Norteamérica de los primeros años ochenta. Concebido inicialmente como un fanzine, y arropado rápidamente por la prestigiosa editorial Fantagraphics, Love and Rockets despegó con unos números iniciales repletos de ciencia ficción, superhéroes, alienígenas, villanos extradimensionales y dinosaurios. Pero los Bros Hernández no tardaron mucho en dejar todo eso en segundo plano para centrarse en explorar elementos más terrenales, construyendo un longevo linaje comiquero, una estirpe que ha sobrevivido hasta nuestros días ramificándose en historias cortas y subseries entre las que destacan, por su importancia y calidad, las sagas Palomar y Locas.
La primera de ellas, Palomar, corre a cabo de Gilbert y elabora un slice of life empapado con el realismo mágico de Gabriel García Márquez y las ocurrencias de Jorge Luis Borges. De Locas se encargaría Jaime, narrando las vivencias, repletas de punk, devoción por la lucha libre y dramas de clase obrera, de un reparto coral de mujeres en una comunidad de chicanos en California. De fondo, y no siempre haciendo mucho ruido, algo de ci-fi, superhéroes y esencia pulp. Como ocurre con muchas otras entregas en esta lista, hace décadas que existe interés por adaptar Love and Rockets a imagen real, pero las iniciativas nunca han acabado de fraguar. Y es una pena, sobre todo teniendo en cuenta lo amplio, variado y vivo que es el universo de los Hernández.
The Spirit
Nacidas en 1940, en forma de pequeñas aventuras encapsuladas en un puñado de páginas, las tropelías de The Spirit son uno de los grandes clásicos incontestables de la historia del cómic. No podía ser de otra manera estando firmadas por el mismo Will Eisner, cuyo apellido ha acabado dando nombre a los premios con más lustre del noveno arte. Un héroe de traje y antifaz enfrentado a centenares de casos que navegaban entre todo tipo de géneros y narrativas diferentes, con guiones que jugueteaban con clichés, giros de guion y sorpresas. Y con un personaje que se antojaba muy humano al finiquitar cada una de sus gestas hecho un cristo por culpa de los palos recibidos.
El formato episódico y autocontenido de la serie original da suficiente juego como para que un grupete de guionistas ingeniosos le saquen jugo adaptándola al formato serie, un terreno que agradece el troceo por capítulos. Eso sí, habría que pulir el racismo de la época que se le había inyectado al sidekick del protagonista, un Ebony White que resultaba ofensivo hasta en su propio nombre. Porque los espectadores ya no son tan catetos como en aquel entonces, y porque así de paso tendríamos un hermoso espectáculo en las redes sociales con gente lloriqueando y berreando «get woke, go broke!» aunque no les interesase una mierda el cómic original. Es cierto que ya recibimos una película basada en The Spirit, y dirigida por el mismo Frank Miller que dibujó Batman: el regreso del caballero oscuro, Sin city o 300. Pero también lo es que aquella cinta era el equivalente fílmico a una colonoscopia con un taladro neumático, y desde su estreno la civilización ha acordado ignorar su existencia para hacer de este mundo un lugar mejor.
100 balas
Cien números ideados por el estadounidense Brian Azzarello y dibujados por el argentino Eduardo Risso que poseían un punto de partida genial: en cada capítulo, un misterioso agente trajeado entrega un maletín con un arma y cien balas imposibles de rastrear a una persona, cuya vida ha sido completamente arruinada, para que ejecute su venganza contra el culpable de sus desdichas. Thrillers autocontenidos descaradamente pulps con todo lo que uno espera encontrar en las narrativas hardboiled.
Es cierto que, con el paso del tiempo, las viñetas de Azzarello y Risso decidieron virar el rumbo, dejando de lado los relatos independientes y centrándose en la historia de la organización que suministraba el arsenal. Pero lo que nos interesa aquí es que aquella premisa inicial de cien balas y barra libre proporciona un terreno de juego perfecto para construir una serie que podría dar muchísimo juego.
Los invisibles
Tras arrasar en las librerías con Batman: asilo Arkham, el guionista escocés Grant Morrison amasó suficiente pasta con los royalties como para irse de farra por el mundo con ganas de experimentarlo todo: de las drogas a la magia negra, pasando por diversos tipos de experiencias (pan)sexuales, los viajes astrales y con alguna supuesta abducción alienígena aconteciendo por el camino.
Todo aquello le serviría como inspiración para crear en la línea Vertigo un cómic que idearía como su gran obra maestra, su creación más personal y ambiciosa: Los invisibles. Una sociedad secreta pseudoterrorrista capaz de ver la realidad de una manera diferente al resto de la humanidad. Una agrupación en la sombra que pretende mantener la libertad (intelectual, sexual, artística y en general de todo tipo) a través de la anarquía enfrentándose a una organización, «El Otro Bando», que estaba detrás de todo aquello que iba mal en el mundo. Los invisibles resultaba tan transgresora y cañera como su creador, un Morrison que se plasmaba a sí mismo sin disimulo sobre el papel en el rol de un personaje carismático (King Mob) encargado de reclutar a los miembros del equipo. Aunque también es cierto que el propio escritor confesaría que todo el desmadrado reparto principal estaba construido a partir de esquejes de sí mismo.
Lisérgica, violenta, caótica, transgénero, antisistema, viajera en el tiempo, estrambótica, filosófica y desbocada. Los invisibles resultaba enrevesadamente compleja porque su autor renunciaba a contar las cosas a la manera clásica, prefiriendo mostrar las piezas de un puzle para que el lector se las apañe, y aquello era capaz de espantar a una parte importante del público. Pero por eso mismo era tremendamente interesante e irrepetible, su única pega fue un dibujo que no siempre estaba a la altura. En la BBC escocesa alguien tanteó la posibilidad en algún momento de convertir todo esto en una serie antes de llevarse las manos a la cabeza y darse por vencido.
Bone
El tebeo independiente de Jeff Smith que se convirtió en fenómeno de culto. Con un estilo heredero de los trazos de Carl Barks, el padre del tío Gilito, Bone comenzó relatando las aventurillas de tres primos correteando por mundos mágicos y acabó construyendo una gloriosa odisea de fantasía épica. Dicho así suena a meme de That’s escalated quickly, pero en realidad fue un plan que Smith ejecutó pacientemente, durante los trece años que duró la serie principal, y con mucha premeditación al inspirarse en el tono del Huckleberry Finn de Mark Twain, «una obra que comienza simple, pero según avanza se vuelve más tenebrosa, compleja y sofisticada», según el dibujante. Gracias a ello, Bone evolucionó con estilo y delicadeza, utilizando un divertimento que encandilaba niños como los cimientos sobre los que construir un mundo, con elementos políticos y tramas oscuras, que resultaba fascinante para los adultos.
Con más de mil páginas en total, todas ellas dibujadas (y rotuladas) por el propio Smith, Bone es en la actualidad un habitual en las listas de los mejores cómics de la historia. Un tebeo que la revista Time definió de la manera más certera posible al calificarlo como «tan majestuoso como El Señor de los Anillos, pero mucho más divertido». Pese a su fama, Bone no ha tenido demasiada fortuna a la hora de viajar más allá de las páginas. En el mundo de los videojuegos, la desarrolladora Telltale games (The Walking Dead, Tales of Monkey Island) intentó convertir Bone en una aventura episódica, pero solo publicaron dos capítulos antes de cerrar el grifo. Entretanto, las productoras audiovisuales llevan desde finales de los noventa tratando de sacar adelante una película basada en el cómic, pero la cosa nunca acaba de cuajar. La omnipresente Netflix ha sido la última que lo ha intentado pero, cuando la producción estaba en marcha y todo parecía encauzada, acaba de enterrar el proyecto hace tan solo unos meses como consecuencia de los recortes y despidos en la cadena. Cuando alguien agarré el relevo de nuevo para volver a intentarlo debería de tener en cuenta que una serie es lo único que podría hacer justicia a la criatura de Smith.
La casta de los Metabarones
Si hablamos de El Incal entramos en palabras mayores, el inmenso Moebius a los lápices perfilando una historia ideada por el Alejandro Jodorowsky bueno. El que solo es un guionista de ciencia ficción y no está dando por el culo con la psicomagia ni ofreciendo consejos de lo más cuestionables a sus seguidores. Un clasicazo total en el mundo del cómic, la odisea mística de un detective (John Difool) embarcado en una misión galáctica. El Incal se gestó a finales de 1980 en las páginas de la legendaria revista Métal Hurlant, fue cosido a lo largo de ocho años y, sobre todo, creó un universo tan inabarcable como para producir precuela (Antes del Incal), secuelas (Después del Incal, Incal final) y spin-offs (La casta de los Metabarones, Los Tecnopadres, Megalex).
El caso es que hace algo más de un año que el propio Jodorowsky anunció una futura película de El Incal orquestada bajo la batuta de Taika Waiti (Lo que hacemos en las sombras, Thor: Love and Thunder), aunque poco más se sabe del asunto desde entonces. Con los proyectos naciendo y muriendo con bastante rapidez en la industria actual, aún está por ver si Difool aterrizará en nuestras pantallas. Pero el universo creado a su alrededor, y en especial esa saga de los Metabarones ilustrada por el fabuloso (y recientemente desaparecido) Juan Giménez, contiene todos los elementos para fabricar una serie de ciencia ficción robusta. Imagina mezclar Juego de tronos con la tragedia griega, la space opera y el Dune de Frank Herbert. Pues eso. La casta de los Metabarones.
Howard el pato
En la época actual, con Marvel dispuesta a sacar una serie hasta de las telarañas del sobaco de Spider-Man, la posibilidad de que Howard el pato acabe protagonizando su propio show es tan solo cuestión de que alguien en Disney se tropiece con un tebeo del personaje mientras deambula por los archivos en busca de madera para la caldera.
Howard el pato nació en las páginas setenteras como un intento para atrapar al público de los gamberros cómics underground. Era una criatura extraña en el universo Marvel: un pato deslenguado, que no se cortaba con las coñas sexuales, que protagonizaba sátiras sociales y parodiaba géneros populares. Duró solo veintisiete números, pero consiguió generar un bonito culto a su alrededor: en las elecciones presidenciales estadounidenses de 1976, miles de votantes introdujeron el nombre de «Howard el pato» en la urna después de que el personaje anunciase su candidatura desde las páginas de los cómic, bajo el lema «Get down, America!» y formando filas en el partido «All-night party».
Sobre el papel, fue resucitado en algunas ocasiones pero la cosa nunca acabó de cuajar. Y sus tonteos con la pantalla han sido desastrosos o tímidos: la película de 1986 protagonizada por sus plumas fue un descalabro económico y artístico, y sus apariciones en cintas como Guardianes de la Galaxia se limitan a un cameo de cuatro segundos en la escena postcréditos. Lea Thompson (sí, la Lorraine de Regreso al futuro) se reunió con Marvel para dirigir una nueva película de Howard ubicada en el MCU, pero en el estudio, aunque les gustó el proyecto, no tenían planes en los que el pato pudiese meter el pico a corto plazo y quedaron en llamar a Thompson más tarde si eso. Hulu también planeó una serie animada, con Kevin Smith y Dave Willis a los mandos, pero el proyecto se canceló por el camino. En el mundo actual, donde la sátira se fabrica sola a poco que miremos por la ventana a la sociedad actual, rescatar a Howard en modo travieso sería algo maravilloso.
Hate por dios, es una sitcom indie toda ella
Quería ver si alguien había hecho este comentario. Por suerte sí
SCALPED de Jason Aaron y J.M. Guera. Es perfecta para 3 temporadas desgarradoras y sin concesiones en la antigua HBO, PRIME o cadena similar que no tenga que suavizar lo que funciona perfectamente en el cómic. Creo que intentaron sacar adelante un piloto, pero no cuajó. El mejor cómic noir del siglo XXI.
AMC sacó Banshee… Igual cuela..
Black Science de Remender y Scalera.
Planetary sería una serie brutal, pero un infierno en derechos de autor…
Coincido completamente con Planetary, la releí recientemente y realmente es muy buena
Jake & Bob el silencioso, de Clerks y Mallrats. Puro frikismo de la Generación X, por parte de Kevin Smith – Bob el silencioso -, otro culmen como Peter Jackson
Y mucho mejor que Tarantino.
Wayne’ World, Mike Myers – Austin Power – en su estelar presentación, entrando en la generación X y los 90’s a ritmo de Queen y Bohemian Rhapsody. Ahora en su maravilla de serie – friky hard – «el pentavirato». Es gloriosa!
Batman 90’s y Beteljuice serie tv – Tim Burton -, merecen una reposición a lo grande! O una nueva adaptación, sin perder la «esencia dark»
Akira y Tetsuo
Khensi Kimura
Lords of the Wars
Elfs
Zora y los Hibernautas del gran Fernando Fernandez
El mercenario de Vicent Segrelles
Flash Gordon
Phantom
Zara la vampira
Mr Mandrake
Martin Mistery
Miss Satana
La Tumba de Drácula
Sang Chi
El Jabato
Qué mala idae… Saga, Fábulas… Sólo podría salir mierda pura de esas adaptaciones.
Lo fácil sería tirar a por Criminal, de Brubaker. O Reckless, o Kill or be killed, o cualquiera de sus series. Mucho más adaptables y un éxito asegurado, en mi opinión.
Para ser justos, los Invisibles es una adaptación no acreditada de la trilogía de Iluminatus! de Robert Shea y Robert Anton Wilson, muy relevante en los 80 pero más bien olvidada, y que recién en editó en español el pasado año.
Hay historias tremendas para adaptar, como Books of magik (que fallaría por parece una copia de Harry Potter), East of West, the Manhattan project o Chew, pero me conformaría con una adaptación decente de Lucifer.
Hasta donde yo sé (y mentiría si dijese que sé mucho), Los Invisibles adapta un periodo convulso de la vida de Grant Morrison en el que mezcló magia y drogas a partes iguales y en cantidades ingentes.
Es cierto que Morrison se apoya en los postulados de Anton Wilson, Shea, Crowley,… Y en todo lo relacionado con la magia del caos, la draconiana y en Los Invisibles, al menos en los primeros compases de la serie, en el vudú (que más tarde dejaría de practicarlo debido al riesgo que conlleva su práctica).
Un saludo.
También leí esa versión de Morrison, incluso recuerdo que hablaba que algunos de sus personajes funcionaban como avatares de él mismo. Me pareció bastante convincente hasta que lei Illuminatus! y encontré muchísimo parecido entre ambas historias, aunque claro, pudo ser inconsciente el plagio
Que manía!! Es necesaria u obligatoria una adaptación? Dejemos a los guionistas desarrollar historias nuevas y originales para cada medio, olvidemos adaptar cosas inadaptables y casi siempre insatisfactorias.
El soldado desconocido, de 1999, 2 números con TODO.
La brigada de la luz: nazis, soldados americanos, 1944, Francia, ángeles Bbuenos y cabrones ¿qué más queréis?
La balada del Norte