Ya llegó la Navidad, esa época del año repleta de arbolitos sobrecargados con ornamentos chillones, promesas fantásticas sobre reyes de oriente regalando cosas altruistamente, renos de napias luminosas, muérdago, lucecitas de colores, belenes estructuralmente más complejos y detallados que las maquetas de Warhammer 40 000, cascabeles, chocolates con cosas camuflados como turrones de temporada, zambombas, peces bebiendo en el río, el encendido de la pista de aterrizaje para alienígenas de Vigo, villancicos, los diez mil artículos en internet afirmando que a Papá Noel lo inventaron los refrescos con cocaína y las películas navideñas.
Las películas navideñas, ese terreno audiovisual fructífero que hace caja proclamando la necesidad de ser buena persona cuando asoma la nieve, la alegría de este día que hay que celebrar y lo necesario de creer en seres mágicos. La cadena de televisión por cable Hallmark produce medio centenar de películas de Navidad al año solo para tener contenta a su audiencia durante cuatro semanas invernales. Entretanto, los grandes estudios y servicios de streaming fabrican superproducciones millonarias con la esperanza de hacer sonar las campanas del bombazo navideño. La propia festividad hace mucho que ha convertido en un subgénero cinematográfico propio con sus terneros sagrados intocables: ¡Qué bello es vivir!, Elf, Polar Express, Solo en casa, ¡Vaya Santa Claus! o Los Teleñecos en cuento de Navidad. Por eso mismo, la encuesta que proponemos a continuación se aventura por otro tipo de senderos al plantear la pregunta ¿cuál es la mejor película navideña alternativa?
Nótese que hemos excluido de las candidaturas a Jungla de cristal por cuestiones prácticas: la aventura en el Nakatomi plaza ya suele ser votada como la mejor cinta navideña en las listas convencionales. De asomarse Bruce Willis por aquí, el resto de aspirantes no tendrían posibilidad alguna porque solo los despistados iban a votarlas. Recordamos a los lectores y lectoras que la encuesta se emplaza al final del texto, y también que nuestros comentarios están abiertos para mentar a las ausentes o recordarnos que nos hemos olvidado de Bad Santa y de Batman vuelve.
Noche de paz
Sí, es cierto que acaba de llegar, pero también lo es que Jungla de cristal lleva necesitando un relevo generacional como película navideña desde hace ya demasiadas generaciones. David Harbour como un Santa Claus mágico, hiperviolento y de culo duro enfrentándose en el día de Nochebuena a una tropa de mercenarios, comandada por ese eterno Luigi Mario que es John Leguizamo. Los guionistas de Sonic y Sonic 2 firmando un libreto que viene a ser una revisión de la mentada Jungla de cristal. Y Tommy Wirkola tras la cámara, ese realizador noruego que ha parido la sosa Zombis nazis, la divertidísima Zombis nazis 2: Red vs Dead o la cafre pero flojucha El viaje, y un tío cuyos proyectos futuros llevan por título nombres tan sugerentes como Deathrow-mance o Spermageddon. La combinación de todo lo anterior es tan curiosa como para producir un nuevo clásico de culto o una soberana bosta. Aunque parece que esta macarrada ha salido fina, porque las reseñas sentencian buena nota por parte de la crítica y aplausos con las orejas y mucho énfasis por parte del público. En España han tenido hasta el delicado detalle de voltear su título original, Violent Night, para convertirlo en una Noche de paz que esperamos sinceramente que arrastre a muchos padres despistados con camadas de niños al cine. Porque hay pocas formas mejores de salpicarse del espíritu navideño estadounidense que con Papá Noel desempaquetando las tripas de los niños malos.
Los fantasmas atacan al jefe
La revisión ochentera y gamberra del sobadísimo Cuento de Navidad que Charles Dickens publicó allá por 1843. Con Bill Murray en el papel de Frank Cross, la reinterpretación del clásico Ebenezer Scrooge como un ejecutivo de televisión despiadado, siendo visitado por una pandilla de espíritus entre los que se encontraban un taxista psicópata (David Johansen) y una hada encantadora muy amiga de llamar la atención repartiendo hostias como panes (Carol Kane). Una comedia que durante los noventa fue una seria contendiente a convertirse en perpetua cita navideña, pero que últimamente ha ido perdiendo fuelle frente al pelotón. Los fantasmas atacan al jefe supuso el regreso de Murray a la pantalla tras el tremendo éxito de otra peli con ectoplasmas, Los Cazafantasmas, y después de que el hombre se tirara cuatro años de retiro autoimpuesto en París, desencantado con la industria de Hollywood. Richard Donner (Superman, Los Goonies, Lady Halcón) se encargó de dirigir el asunto y entre él y Murray florecieron bastantes tensiones durante el rodaje. El actor, que metió mano en el guion, afirmaba que aquello «podría haber sido una verdaderamente buena película» y comentaba sobe el director que «lo único que quería es que yo gritara más y más fuerte. Creo que está sordo». En la otra banda, Donner se lamentaba de la insistencia de Murray por improvisar y comparaba el tener que dirigirlo con «estar parado en medio de la 42 con Broadway, cuando todas las luces están apagadas y tú eres el policía de tráfico».
Eyes Wide Shut
Es probable que de todas las candidatas presentes, la última película del reverenciado Stanley Kubrick sea la más navideña de todas. Porque llegó tan forrada en envoltorios y decoración navideña como para que haya quien asegure que todas sus escenas contienen al menos un árbol de Navidad apostado en alguna esquina. No es cierto, pero casi, lo que sí es verdad es que el responsable de 2001: Una odisea del espacio o La naranja mecánica se sirvió de los festivos colorines artificiales para construir un ambiente extraño a lo largo de toda la película. Uno que todavía obsesiona hoy a gente con ganas de analizarlo con la lupa. Un médico neoyorquino (Tom Cruise) comienza a relacionarse con gente rara de moral disoluta después de escuchar a su mujer (Nicole Kidman) confesar que en cierto momento hizo amago de traicionarle. Para algunos, fue una carta de despedida endeble por parte de Kubrick. Para otros, es una obra maestra. Para todos es una película navideña.
Brazil
En algún lugar del siglo XX, en un piso oscuro y asfixiante, una niña pregunta a su madre cómo se las va a apañar Papá Noel para entregarles los regalos si la vivienda familiar no dispone de chimenea alguna. Segundos más tarde, un ejército gubernamental agujerea el techo del hogar, arrasa con el piso, amordaza brutalmente al padre de familia y se lo lleva arrestado (por error) a algún lugar incierto. Y de este modo arrancaba el Brazil de Terry Gilliam. ¿Fantasías distópicas de ficción? En 1985, Brazil le pasó la mano por la cara a todas las conocidas al presentar una sátira kafkiana, absurdista, cínica, imaginativa, cafre, antitecnócrata y tan brillante como pérfida. No solo es una de las cosas más fabulosas que se ha rodado durante su década, sino también una de las mejores cintas de la historia del cine. Y su empaque navideño tenía mucha guasa, porque Gilliam lo utilizaba para bañar la historia con su siniestro sentido del humor: glamur podrido pero festivo, hombres vestidos de Papá Noel entre las paredes de un manicomio y una banda sonora que utilizaba tópicos navideños como los cascabeles para anunciar la inminencia de algo terrible.
El día de la bestia
Álex de la Iglesia ya se había presentado en sociedad de la mejor manera posible: con una ciencia ficción patria llamada Acción Mutante donde un grupo de terroristas lisiados masacraban pijos al ritmo del «Aires de fiesta» de Karina. Pero El día de la bestia supuso no solo su consagración, sino también la que algunos seguimos considerando su película más redonda. Un Madrid de mediados de los noventa sucio y apocalíptico, repleto de policías apaleando desgraciados, nazis vistiendo jersey de punto que queman vivos a los vagabundos y una sensación generalizada de que todo se va a la mierda de manera irremediable. El escenario perfecto para narrar las desventuras, tratando de evitar el nacimiento del anticristo, del padre Ángel Berriatúa (Álex Angulo) junto a un heavy de Carabanchel (Santiago Segura) y el presentador de un programa de ciencias ocultas (Armando de Razza). Humor negro y descacharrante para una producción que ha creado escuela hasta el día de hoy en el fantástico español. También salen los tres Reyes Magos y, spoiler, acaban mal.
Arma letal
Jungla de cristal se llevó la corona de film de acción navideño, pero lo cierto es que Arma letal no solo había llegado antes, sino que además hacia una mejor labor a la hora de condensar el alegre alma de Navidad entre los tiroteos de policías con metodologías de trabajo cuestionables. Buddy movie con un Mel Gibson que todavía nos caía bien y un Danny Glover que ya se quejaba de estar muy viejo para esta mierda, resolviendo entuertos a ritmo de «Jingle Bell Rock» (la peli se abre con esa canción, no se puede ser más navideño), «I’ll Be Home for Christmas», o «The First Noel». Una contendiente tan evidente como para que en internet sea un debate recurrente el discutir cuál de los dos films, Arma letal o Jungla de cristal, es realmente una película de Navidad con todas las de la ley. En el fondo, todo eso había sido una treta premeditada: el productor Joe Silver, tras ver que su Arma letal funcionó muy bien, había decidido ambientar sus posteriores proyectos en las festividades invernales, para así forrarse cobrando derechos en años sucesivos años, cuando las cadenas las reprogramaran cada diciembre. ¿Qué película costearía Silver un año más tarde? Jungla de cristal, yippee-ki-yay.
La ciudad de los niños perdidos
Durante la noche, un niño recibe la visita de Père Nöel portando un curioso juguete mecánico a modo de regalo. El pequeño contempla el obsequio encantado, hasta que otro Papá Noel desciende por la chimenea y entra en la habitación, seguido de otro más, y de otro, y de otro. Cuando una tropa de afables Santas se apiña ante la cuna del chaval, este llora aterrado porque el sueño se ha convertido en pesadilla. En un laboratorio extraño, un científico chiflado que trata de robar los sueños del niño comienza a berrear asustado. Así comienza La ciudad de los niños perdidos, extraordinario cuento noir y steampunk firmado a cuatro manos por Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro. Fábula oscura de estética soberbia y carácter circense: una huérfana, un forzudo de feria, un domador de pulgas amarrado a un acordeón, dos hermanas siamesas, un ejército de cíclopes, un cerebro vivo en una pecera y una colección de clones que discuten continuamente entre ellos sobre quién es el original. Es verdad que lo navideño no hace demasiado acto de presencia entre los callejones de la verdosa ciudad portuaria, pero eh, esta cinta ya contiene más Papás Noel siniestros en sus dos primeros minutos que todo Polar Express.
La vida de Brian
¿Es una película navideña, no? Es más, es una película sobre la primera Navidad de la historia, no se puede ser más pura en ese aspecto. Una que además empieza con los tres Reyes Magos persiguiendo una estrella, equivocándose de pesebre, adorando al mesías que no tocaba y dándole un sopapo a su madre. Los Monty Python en estado de gracia divina. La comedia definitiva e inmortal, una sátira sobre el fanatismo repleta de coñas que no han envejecido ni un poquito desde 1979. La vida de Brian es esa cinta que se suele citar como ejemplo de un tipo de humor que «no podría hacerse hoy en día» sin entender que en realidad fue una película que ni siquiera podía hacerse en su propia época: hubo de ser financiada por el beatle George Harrison porque nadie más se atrevía a hacerlo, y porque el hombre tenía ganas de verla. También fue un film censurado en numerosas poblaciones, prohibido durante ocho años en Irlanda, vetado durante doce meses en Noruega y publicitado en Suecia como «Tan divertida que la prohibieron en Noruega». Nos la sabemos de memoria y sigue teniendo gracia: «¿Hay alguna mujer aquí hoy?», «Una cruz por persona», «Yo digo que eres el Mesías y de eso entiendo porque he seguido a varios», «Pijus Magnificus», «Y ahora escríbelo cien veces». Y sí, es una comedia navideña, qué más da, cualquier excusa es buena para volver a ella.
Gremlins
La película spielbergiana que Steven Spielberg no ha dirigido nunca. El realizador Joe Dante ilustrando al mundo sobre los problemas de apurar la compra de regalos navideños en el bazar oriental. Comedia negra con bichejos cabrones, bestiezuelas que heredaban su nombre de las criaturas protagonistas de un cuento de Roald Dahl. Un exótico animalillo ultra achuchable llamado Gizmo, una serie de normas que cumplir que, por supuesto, no se cumplen, y una invasión de hijos de puta verdes y asalvajados dispuestos a arrasar con todo lo que encuentren. Un film navideño que se estrenó en la temporada veraniega, la misma jugada que este año realizó Padre no hay más que uno 3, porque en el mundo del espectáculo nunca se ha respetado nada. La cinta que, junto a Indiana Jones y el templo maldito, propició que en Estados unidos se creara una nueva etiqueta de clasificación por edades, el «PG-13», ante el temor de que los niños inocentes se asomasen a cosas similares en el cine y acabasen traumatizados. Gremlins asesinando sin escrúpulos, entonando villancicos, destrozándo la casa y promocionando a puré tras pasar por la batidora.
Pesadilla antes de Navidad
La película burtoniana que Tim Burton no ha dirigido nunca. Basada en unos personajes ideados por el papá de Bitelchús, y orquestada por el realizador y excepcional animador Henry Selick. Los monstruos del mundo de Halloween, comandados por Jack Skellington, secuestran a Santa Claus para encargarse ellos mismos de orquestar la Navidad y acaban liándola en el intento. Repleta de criaturas encantadoras, canciones que funcionan bien en castellano y con un villano que es, literalmente, un saco de bichos. Es cierto que a estas alturas Pesadilla antes de Navidad se ha convertido para muchos en un clásico navideño indispensable pese a su temática macabra, pero también que, tras su estreno en 1993, llegó a asustar a unos cuantos padres que se preguntaban por qué coño en una cinta de Disney había un niño que recibía como regalo de Navidad una cabeza cercenada.
Tangerine
Tras cumplir una condena de veintiocho días, la prostituta transgénero Sin-Dee Rella (Kitana Kiki Rodriguez) queda en libertad durante el día de Nochebuena y decide ir en busca de su novio/chulo al enterarse de que la ha engañado con una mujer cisgénero, «Sí, zorra. Una pava de verdad con vagina y todo» le asegura su amiga Alexandra (Mya Taylor) en una tienda de donuts. Explicado así suena poco navideño, pero en la pantalla lo parece aún menos: puestas de sol en Los Ángeles, música trap persiguiendo los tacones de Sin-Dee, grescas callejeras, proxenetas y meretrices, encuentros sexuales furtivos en un lavadero de coches y drama, mucho drama. En lo técnico también camina alejada de cualquier producción habitual: su director, Sean Baker, rodó toda la película tirando de iPhones. Pero entre sus aceras, los tirones de pelo, las putas, los policías, los tugurios y los chulos infieles, Tangerine acaba contando una historia de amistad más cálida y sincera que la mayoría de artificiosas farándulas navideñas. Merry christmas, bitch!
Entre pillos anda el juego
Como consecuencia de una apuesta entre dos millonarios sin muchos escrúpulos, un estafador callejero (Eddie Murphy) y un exitoso corredor de bolsa de alta sociedad (Dan Aykroyd) ven como sus roles se intercambian de manera repentina de un día para otro. Una comedia dirigida por John Landis que, a pesar de transcurrir durante las festividades navideñas, se estrenó en junio, haciendo frente a superproducciones como Octopussy o El retorno del jedi, pero convirtiéndose en un sleeper hit que aguantó aferrado a las carteleras cuatro meses amasando una buena cantidad de pasta. Entre pillos anda el juego además contiene la imagen con la que se pueden sentir más identificados todos aquellos hastiados con estos días de inusual alegría impostada: la de un Dan Aykroyd vestido de Papa Noel, sucio, borracho y empuñando una pistola con ganas de hacer una locura.
Krampus: maldita Navidad
El hijo de una familia bastante disfuncional convoca de manera accidental al bueno de Krampus, esa criatura demoniaca del folklore alpino con apariencia de íncubo cabrón y cornudo. Y la bestia se dedica a complicarle la noche al grupete reunido para celebrar las festividades. Dirigida por Michael Dougherty (Truco o trato, Godzilla: rey de los monstruos) y con unos efectos especiales a cargo de la Weta Workshop famosa por ensamblar orcos en la Tierra Media. Krampus ofrece monstruo navideño, juguetes asesinos y muñequitos de jengibre con bastante mala hostia acosando a infantes repelentes. Le huele la inspiración a Gremlins desde el otro lado del océano, y vendría a ser algo así como un capítulo de Historias de la cripta hinchado y no tan cañero. Pero quizás es una buena alternativa ante la enésima maratón familiar de la franquicia ¡Vaya Santa Claus! Algo para pasar el rato y reunir a los críos más impresionables frente a la tele.
Navidades negras
Un grupo de chicas de una hermandad comienzan a ser masacrado por un extraño durante las vacaciones de Navidad. Un slasher primigenio canadiense que fue observado con condescendencia durante su estreno en 1974, peo que con el paso del tiempo se convirtió en fenómeno de culto, mención obligada en las listas de terrores, padre del Halloween de John Carpenter y abuelete del Scream de Wes Craven. A sus remakes sin gracia facturados en 2009 y 2019 mejor ni asomarse.
Gremlins 2
Sí, la primera entrega ya forma parte de esta lista. Pero es que ambas son dos bestias completamente distintas, donde Gremlins era traviesa y oscura, la segunda es un desfase desenfrenado. Gremlins 2 es la película en la que a Joe Dante le preguntaron que quería meter y él respondió que TODO: Gizmo, Christopher Lee, laboratorios genéticos disparatados, cameos de Hulk Hogan y John Wayne, un gremlin transexual, un clon de Donald Trump, un vampiro televisivo, un número musical entonando el «New York, New York» de Frank Sinatra, metabromas a saco, Bugs Bunny y el Pato Lucas, ascensores en caída libre, coñas por megafonía, Constantino Romero, gremlins abalanzándose sobre un crítico de cine que destrozó la primera parte, Rambo, gremlins eléctricos de dibujos animados, gárgolas de cemento callejero y la percepción de que todo esto sigue siendo la mejor secuela de la historia.
Kiss Kiss Bang Bang
Antes de vestir la corbata de Tony Stark e introducirse en el traje de Iron Man, el otrora conflictivo Robert Downey Jr. experimentó un renacer artístico con una tanda de películas entre que destacaba bastante Kiss Kiss Bang Bang. Neo noir ambientado en Navidad donde Downey Jr. interpreta a un ladronzuelo que se hace pasar por actor y acaba investigando un asesinato junto al detective Gay Perry (Val Kilmer) y la aspirante a actriz Harmony Faith (Michelle Monaghan). El debut como director del celebrado guionista Shane Black (El último boy scout, Memoria letal), un repaso simpático a las novelas pulp detectivescas, salpicado de diálogos divertidos y con un narrador tan poco fiable como para ser capaz de distraerse durante su relato al contemplar un pezón deslizándose fuera de un escote.
No es un clásico, pero debería empezar a tomarse como tal: ‘Kiss Kiss Bang Bang’ debería ser de obligado visionado cada Navidad.
Pero hombre, falta Bad Santa!! Muy divertida, y políticamente incorrecta…
Reindeer Games (también conocida como Operación Reno) dirigida por John Frankenheimer y protagonizada por Ben Affleck, Gary Sinise y Charlize Theron.
He votado El día de la Bestia. Mi top 3 son está La jungla de cristal y la que siempre suele olvidarse. El apartamento.
La vida de Brian.
Falta Rare Exports!
BAD SANTA POR FAVOR.
«¿Te preparo unos bocadillos?»
«No vas a cagar bien en una semana»
Testigo Silencioso, estupendísimo thriller setentero con Elliot Gould y Christopher Plummer
Puede que ahora haya perdido fuelle, pero cuando era pequeña me encantaba ver cada Navidad Un Padre en Apuros, de Arnold Schwarzenegger.
No se porqué, pero al pensar en film de navidad, se me vino a la mente Tokyo Godfathers.
De las mencionadas, Gremlins I y II son altas películas.
Me permito agregar otra, tal vez en una nota mucho más amarga, pero no por eso menos elocuente: Plácido, de don Luis García Berlanga
¡Socorro! ya es Navidad
«Game Over: se acabó el juego» (traducción del francés «3615 code Père Noël»), película cafre sobre un Papá Noel asesino que se cuela en una casa, con un niño y su abuelo tratando de sobrevivir. Mil veces considerada como la «Solo en casa de terror» cuando en realidad se rodó antes que la de Macaulay. Hubo una época en la que la pasaban por la tele en navidades y se impone recuperarla…
Solo en casa!!
Pues yo echo en falta «Los odiosos ocho». Si hasta tocan al piano «Noche de Paz»…