El deporte. Ay, el deporte. De primeras, a ver: está usted leyendo un ranking en la revista Jot Down, así que para el deporte… como que no. No. Lo reconocemos, cero remordimientos, cero historias. Usted era de los que sufría en la clase de Gimnasia (después Educación Física), que lo sé yo, uno de esos que miraba el puto potro (para qué coño sirve un puto potro) sabiendo que iba a dejarse allí los dientes, con más miedo que Shakira abriendo una carta de la Agencia Tributaria y las rodillas temblorosas. Pero lo intenta, joder si lo intenta, que le está observando la Mari Vane, que no parecen impresionar, a la Mari Vane, esos sonetos ripiosos que compone cada sábado, que prefiere, esa Mari Vane, un buen salto, un cuerpo atlético, gracilidad, coordinación. Así que, en tu honor, Mari Vane, empieza a correr, y el puto potro espera, y ya imaginan el final, porque contar finales es de horteras…
Elipsis.
Pero se hizo mayor, nos hicimos mayores, y ahora todos tiran de actividades deportivas para rellenar silencios ante el café del lunes, momentos tontos los domingos sin vermú o, en general, grupos de WhatAsapp rollo «Peña madridista nunca nos rendimos cubatas de dos dedos por favor». Seguro que está en alguno, es una suposición, pero está en alguno, que lo sé, que está en alguno.
Sucede que, en ocasiones, uno/a escapa de la ortodoxia, y no quiere pelotitas y Messises en su transitar, y observa otros rigores físicos, porque así es la existencia, colega, debemos ser rigurosamente modernos. Para todos y todas hay muchas posibilidades en materia deportiva (antes solo existían el fúrbol y recoger patatas), de tal forma que cada cual escoge su desempeño preferido para ver, (mal) practicar o hacer centro de sus frustraciones vitales.
Ayúdenos a escoger cuál es el mejor de los deportes aquí listados o añada en comentarios las ausencias clamorosas. Y hágalo bajo su única responsabilidad y sin influencia del cuñado ese que casi debuta en Primera División.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
Fútbol
Usted ya sabe lo que es el fútbol. Vamos, salvo que sea un inadaptado social, un hikikomori admirable, sabe lo que es el fútbol. Aunque… en fin, está leyendo mi ranking de deportes, así que igual lo de inadaptado se queda corto. Bueno, lo siento mucho, no volverá a suceder. Y eso, que el fútbol. Las masas, el horror, el horror. Tiene sus ventajillas, cuidao. Que los anormales se peguen entre ellos aprovechando forofismos y camisetas, por ejemplo. Eso mola. Que cierren media ciudad para celebrar ascensos, títulos o la inauguración de una nueva tribuna. O los rescates con dinero de todos, eso me encanta. Ya saben. El fútbol.
Perfecto para: los que quieren dos hijos, nene y nena, la parejita. Gente ni de derechas ni de izquierdas, solo con sentido común. Personas que gustan de la masa.
Baloncesto
¿Eres alto, con pelos en los hombros y cierto andar cansino? Pues el baloncesto es para ti. También vale si saltas mucho y exhibes habilidades locas con las manos, pero en tal situación mejor que tires por lo de robar (guante blanco o a cara descubierta) y te forres rapidín. Y eso, que los amantes del baloncesto tienen ese puntito de ser moralmente superiores, porque siguen algo mainstream pero menos mainstream que el fútbol, y además se quedan alguna madrugadas a ver la liga yanqui, y eso une, tío, eso une, pero en realidad todos se duermen al primer tiempo muerto, porque menudo coñazo, colegas, lo de los tiempos muertos. Ah, mola ver a canallitas que eran veteranos cuando debutaba Roberto Dueñas echando sus pachangas en mitad de la calle, con exhibición indecente de torpeza, lorzas y falta personal, tío, eso ha sido falta, joder, dos tiros libres, menuda falta.
Perfecto para: tipos que creen vivir en Brooklyn, pero nunca fueron más allá de El Masnou. Hípsters del cadena cien. Personas que llevan camisas sin mangas y no son pandilleros del GTA.
Ciclismo
Doscientos tíos recorriendo distancias de camionero con pirulas al ritmo de un dos caballos. Llevan maillot y culote (esas mallas de Axl Rose, solo que sin el flow de Axl Rose), también casco, pinganillo, guantes, muchas marcas del sol. Visto así pues… algo a mitad de camino entre bostezos y provocarle un derrame cerebral a Pedro Almodóvar. Y, sin embargo, me gusta. Vamos, que escribo cantidad sobre el rollo, no voy a engañarles, si ya saben a lo que venían. Digamos que lo de las bicis tiene puntos a favor y en contra para competir en este ranking. Paisajes, épica y cierto aire de trambolikismo intrínseco pujan fuerte en el punto primero. Imagen asociada al dopaje, imagen asociada a la cabezadita después de dormir e imagen… en fin, imagen poco exportable estéticamente se oponen a lo anterior. El ying y el yang, colegas. Es la vida. No continúen, jamás diré nada negativo sobre las bicis, se lo juro por el culo de Olano, por la chepa de Escartín, por la sociopatía de Armstrong, por el motorcillo de… ah, pensaban ustedes que se me iba a escapar, ¿eh? Inocentes…
Perfecto para: cuarentones recién divorciados. Amantes de la ropa ajustada, pero muy ajustada, ajustadísima. Fans de la siesta después de comer.
Running
Correr, de toda la puta vida fue correr. Luego le dijeron footing, porque correr es lo que hacían los maquis delante de la guardia civil, supongo, y vendía regular. Footing fue en los ochenta, digo, esa década llena de nostalgia que nadie que la haya vivido quiere recuperar. Al menos nadie con el menor sentido estético, oigan. Y hoy es running. El running. Trotar cual cochinete durante veinte minutos, volver a casa y empotrarte un bocata de torrendos. Aproximadamente, luego cada cual tiene sus particularidades. El running se extendió mucho en los últimos años, hasta generar cierto espécimen peligrosísimo al que podríamos denominar motivao. Vamos, el típico gilipollas que quiere hacer su primer diez ca, su primera media, su primera maratón. El que se gasta dineros en las putas mejores zapas, en la camiseta adecuada para no raspar pezones, en un entrenador personal, en suplementos energéticos. Sí, ese. El de los calambres nada más salir, el que robó horas a familia y amigos para gritar cual gato en celo mientras todos miran pensando «yo no, yo no».
Perfecto para: calvos. Cuarentones recién divorciados. Gente que camina muy rápido.
Tenis
Imagina ser tan torpe con las manos que debes coger algo para darle a la pelotita. Imagina, ahora, que necesitas un espacio específico para practicar tu deporte, un espacio que no aparece en los barrios frente a las fábricas, un espacio más allá de la cafetería, de la admisión, de las duchas, de todos los putos pijos en quince kilómetros a la redonda. Bien, pues eso es el tenis. Eso y, ojo, gritar. Porque en el tenis se grita. Mira que a mí me ha dolido a veces andando en bici… pues nunca me ha dado por el gutureo. ¿Saben la razón? No es digno. Pegarle una hostia a la pelotita con la raqueta de trescientos pavos y completar gesto con berridos como si te hubiesen desgarrado el fistro diodenal pues ya me dirán ustedes. El tenis es ese deporte para pijos que los transforma acústicamente en estibadores ebrios. Razón más que suficiente para practicarlo, por otra parte.
Perfecto para: pijos que quieren sudar. Gente que lleva la gorra al revés. Personas a mitad de camino entre Rafa Nadal y el director de tu banco.
Surf
La única modalidad digna de surf es la que aparece en Top Gun, con sus escopetas y sus platos. El resto… joder, no. El surf lleva décadas atrayendo tipos de secano hasta playas más o menos hippies a norte y sur para recibir hostias de mar, darse golpes con la tabla y hacer videos vergonzantes que luego enseñarán en invierno a los colegas del banco, mira, buff, sí, qué sensación, tienes que probar, libertad pura. Que vale, existen tipos con síndrome de Peter Pan tamaño catedral gótica para los que el surf es su única pasión, y viven persiguiendo la ola perfecta (y gastando la pasta de papi, eso también) pero igual son hasta peores. Mención aparte merece la música de surf. La música de surf, ese concepto. No me jodas, la música de surf.
Perfecto para: pijos bronceados. Gente con mechas. Inmaduros intensitos que lo mismo venden puestas de sol que acciones del Forum Filatélico.
Golf
¿Tienen ustedes algún cómic de Tintín? Vayan a buscarlo. ¿Vale? Pues bien, esos pantalones son pantalones para jugar al golf. Vale, ya no se usan para jugar al golf, pero son pantalones para jugar al golf, y la indignidad estética es antesala de lo indigno moral. Más o menos. A ver, que es un poco ridículo, el golf. Difícil aficionarte a esto antes de los setenta años si no tienes apellido compuesto (o estudias ADE de forma totalmente vocacional). Sumen a eso asuntillos menores: necesidades hídricas como para abastecer mil y pico huertas, aberraciones de vergeles en mitad de secarrales, ese concepto fascinante y estremecedor que representa «la cafetería del club». Desengañémonos, si a usted le gustase el golf no me estaría leyendo a mí, porque a mí no me leen golfistas, sino golfos. En fin, que «hacernos unos hoyos» es concepto con suficiente potencia verbal como para abandonar estas mierdas. El «juernes» de los deportes, el «ve-ra-ni-to» de la actividad física.
Perfecto para: pijos pijísimos. Gente que necesita coche para moverse de un pasillo a otro en el supermercado gourmet. Gordos que antes hacían negocietes cazando y ahora se han reconvertido.
Curling
A ver, no es un deporte, sino una labor de limpieza que alguien decidió regular. Vamos, que hablamos de barrer muy fuerte mientras juegas a la petanca tocha, y montones de tíos rubísimos aplauden con ese entusiasmo típicamente escandinavo, tan fácil de confundir con las notas de suicidio. Perfecto para ver en días de mucha resaca, de mucho calor o de pocas ansias por vivir. En cuanto a su práctica… oigan, yo no sé de ningún sitio donde haya una ¿pista? ¿estadio? ¿frontón? ¿corro? de esto, pero seguramente lo hay, y si se pone a practicarlo El Mongas, bien conocido por su canal de YouTube, pues lo hacemos mainstream. Por lo demás, bastante ridículo. ¿Ventajas? Es uno de las pocas actividades físicas que se practica con atuendo no vergonzante.
Perfecto para: gente que se troncha de risa con las pelis de Ingmar Bergman. Paliduchos. Personas con poco entusiasmo general.
Esquí
En Cantabria existía una cosa llamada «esnar». Le gente fabricaba con sus propias manos unas tablas bien largas, de madera, y con eso podías desplazarte por terreno nevado durante meses (antes los inviernos duraban meses). Vale, eso es bien. Pero esquiar… en serio, hijuco… ¿esquiar? A ver, cómo explicarlo. Tú te pones una ropa tan ajustada que es como «si no llevaras nada, no llevaras nada» (Flanders dixit). Luego esto fue sofisticando: aparecieron los colores flúor, Alberto Tomba dijo chorradas por la tele, la clase media aspiracional se puso a tope con lo de aspiracional (y acabó por perder su condición de clase media). De todo eso no tiene culpa el esquí, pero, oigan, aquí venimos a hablar de deportes. En fin. Yo no le veo la gracia a subir y bajar una pendiente como si fuese el tobogán del Parque Manuel Barquín, pero es que soy un triste. Ah, del esquí acabó derivándose el snowboard, que es como ponerle traje de flamenca a Míster Potato porque aun no resulta suficientemente ridículo. Deporte de reyes y cortesanas. A modo de anécdota irrelevante señalaré que Juan Carlos I, aka el Campechano, aka Corinno (perdón, Corona), firmó el Estatuto Autonómico de Cantabria en Baqueira Beret…
Perfecto para: gente con pasta. Gente con hijos. Gente con escayolas.
Boxeo
Dos paisanucos en calzoncillos, sudando muchísimo y haciéndose daño. Podría ser la descripción de un vídeo de esos que usted no sabe cómo llegó a su móvil, bribón, más que bribón, pero realmente hablamos del boxeo. O lo que antes era el boxeo, porque ahora ya esto ni existe, y solo televisan las hostias entre youtubers, tiktokers y Bustamente, ya ves. Uno de los puntos fuertes del boxeo es que estaba tan podrido de raíz que resultaba perfecto para adaptaciones literarias y cinematográficas (Rocky Balboa era matón de baja estofa antes de fliparse fuertemente contra Apollo… después ya sí, dinero, fama y su cuñado Paulie pidiendo el pin de la MasterCard), así que tenemos algunas joyas donde hay menos deporte que existencialismo, porque Camus y Sartre eran muy de boxeo (aunque en realidad prefirieran el fútbol). Filosofía a golpes, como en COU.
Perfecto para: productos del arrabal. Famosetes que quieren hacer el ridículo. Poli Díaz y todos los que hablan como Poli Díaz.
Skate
Patinete, hostias, patinete. Patinete. Hace muchos años (yo me acuerdo, porque yo soy más viejo que Tony Hawk) los patinetes eran estrechitos, y servían, por lo general, para rasparte las rodillas y molar muy poco. Pero luego llego esto del skate (los años noventa fueron terribles para ciertas cosas, casi siempre relacionadas con la dignidad) y un montón de falsos modernos se lanzaron a hacer el gili por rampas y bancos. En nuestro barrio teníamos una «U» de esas, y resultaba bastante útil, porque allí meábamos todos los niños, libres de miradas ajenas. Usarse no sé yo si se usaría jamás. Pero bueno, que alguno habrá practicando skate ahora. Seguramente utilice palabras como «awesome» o «low IQ». Pantalones cagaos, gorra para atrás, inmadurez en vena, su mochila cargada con mogollón de desafíos adultos que se quieren omitir. En fin, hay que quererlos. O no. Mejor no.
Perfecto para: personas que se quedaron en los noventa. Gente que jamás usa pantalón largo. Poochies.
Triatlón
Hacer deporte cansa. Quita tiempo, deja agujetas y da sed. Y hambre. Eso con uno, imaginen ustedes triplicar temas. Digamos que el triatlón nació como frontera definitiva para separar personas de comportamiento normal y aquellos a los que no aguantan en su casa y leyeron demasiados cómics de El Capitán América. Y, hasta ahí, pues bien, nada por mi parte, cero críticas (más allá de ironías tontorronas). Pero es que hoy… joder, que hasta el vecino del quinto, ese recién separao y calvo que lleva camisetas del Grupo IFA, se apunta a un tri. Y lo cuenta. Yo os maldigo, redes sociales de deportistas aficionados, llenas de reflexiones lacrimógenas, superaciones idiotas y lloros por las oportunidades que se fueron (en la vida y en los sudores). Pues, de todo, el triatlón. En serio. Rastreen, rastreen.
Perfecto para: gente que es mala en tres cosas a la vez. Personas que no pueden decidirse. Cuarentones recién divorciados (sí, estos valen para varios asuntos).
Rugby
A ver, el rugby mola. Ya está, reconozcámoslo. Es cool, pero sin ese puntito bochornoso de otras cosas cool. Es cool bien, es una canción de Dropkick Murphys, es pubs, y peña gritando, y tradiciones, y estadios bien llenos. Ojo, eso en torneos grandes, que he visto cada cosa yo… Pero cuela. Uno ve a los profesionales de esto y son personas con cuerpos admirables (no como atletas o ciclistas), y tienen respeto al árbitro, y lo del tercer tiempo se ha convertido en canónico. Vamos, que el rugby guay. Sucede que hay muchos más aficionados al rugby que aficionados viendo rugby, porque esto se ha convertido en algo muy «identitario», y contemplas demasiados polos de rugby, y tabernas con inspiración en el rugby, y borregos diciendo que qué buena la peli de Clint Eastwood, macho, qué pedazo de película. Y, oigan, miren, no. Dramón para believers, lo de Clint. Lo otro igual. Más rugby y menos cuñaos diciendo que qué pasada el rugby.
Perfecto para: chicarrones del norte. Peña que dice ser noblota. Amantes de las cervezas artesanas (postureo puro).
Artes marciales
Autodefensa. Autocontrol. Autotune haciendo grititos. Los amantes de Oriente y de vestir con pijamas se quitan zapatos y calcetines, ponen posturas intensas y juguetean con filosofías rollo Murakami antes de sudar. En realidad las artes marciales cubren un espectro tan amplio que resulta injusto meterlas en la misma bolsa, pero tampoco vienen ustedes pidiendo rigurosidad, ¿no? Molan porque incluyen cierto atractivo matiz de conductas pautadas (salvo que lo lleves al extremo, tipo Mishima, y acabes dando golpes de Estado y tal). Además, el rollo orientalista resulta muy estético. Y en los mangas hay hostias bien tochas. Y admiten gordos. En pie, un aplauso para las artes marciales.
Perfecto para: flipados de Bruce Lee. Flipados de no ser flipados. Fans de Dragon Ball.
eSports
Te compras la silla más fea de todos los tiempos, con una decoración que haría sangre en los ojos de James O’Barr. Luego andas apoltronado delante del ordenador, con el Monster bien cerca, una bolsa de ganchitos sobre tu regazo, los dedos sucios, migas de donuts sobre barba y panzota. Persiana abajo, el móvil bien cerca, la novia con nombre acabado en jpg. Y pum, eso es hacer deporte. Ah, también necesitas cascos para comunicarte como si llevases un avión de Top Gun. Pero no tienes aire a Maverick, tío, te prometo que no. En fin, no me hagan caso, soy un milenial temprano y cascarrabias. Dicen que es el futuro, esto, y que se gana pasta a montones. A mí de esas dos cosas una no me interesa y la otra me aterra. Adivinen cuál es cuál, jóvenes fanses. O busquen un tutorial de YouTube para llegar a la solución.
Perfecto para: gordos. YouTubers. Hikikomoris.
Toros
Nah, en serio… no pretenderán que yo hable de toros, ¿verdad? Háganme caso, mejor lo dejamos así. Que no quiero acabar en comisaria.
Perfecto para: gente que se llama «Cayetano Caque». Amantes de las cosas «como Dios manda». Viejóvenes con caspa y olor a naftalina.
El rugby está muy bien, por lo de las pintas y eso… hasta que descubres el hurling. Que sería algo así como meter hockey, rugby, balonmano y fútbol en una coctelera, agitar, y esperar que el resultado no te deje resaca. Quince jugadores por equipo, cada uno con un hurley (stick) y un casco (ahora; hace unos años eran habituales las cabezas sangrantes), dando castañazos al sliotar (pelota) para meterla en una portería mezcla de rugby y fútbol. Un deporte tan guay que si es de chicos se llama hurling, y si es de chicas se llama camogie. Y que dicen que es el deporte de pelota más rápido del mundo. Con unos marcadores surrealistas en los que, por ejemplo, un 2-14 a 0-20 es un empate. Irlandeses…
Por cierto, que en Cantabria se jugaba a algo parecido, la cachurra o brilla. Pero no teníamos cerveza negra, así que se extinguió.
Boxeo, de siempre, es algo sabido y universal, desde todos los puntos de vista (admiración artística, dureza mental y física, formación mental, etc…). Sólo un país como España, y quizás también la región del Tíbet, pueden pensar algo diferente del boxeo. Digo Tíbet porque no les llega Google para comprobar lo que digo, lo que hace más grave lo de España.
Al margen de la obviedad anterior, un acierto la identificación de calvos y running, algo que hasta ahora yo predicaba en solitario.
Por no decir que si te quieres poner en forma es insuperable.
Amén.
Cuando algún deportista tiene que practicar otro deporte distinto al suyo para dar un salto de calidad, suelen recomendarle boxeo. Y es por lo mental también, no sólo por lo físico.
Entre otras razones para que sea el depprte más documentado, filmado y el mejor pagado.
Dos años llevo practicando boxeo. Antes pensaba que no había droga dura que me quitara de darle patadas a un balón. La bicicleta engancha pero necesitas del terreno adecuado y ni Nueva York ni Londres (mis últimas residencias) dejan espacio para pedalear dígnamente (viniendo de Asturias pido que la carretera pique hacia arriba). El boxeo engancha, es magnífico para ponerte en forma y te da un subidón de moral que pocos deportes pueden dar.
¿Qué me dicen del padel? El hermano bastardo de ese otro deporte del que usted me habla. Que se juega con palas, sí ¡con palas! Como si estuvieramos en la playa. Y se desarrolla en pistas de césped artificial que se «riegan» con arena. Pues eso. Ideal para esos pijos a los que se les da mal el tenis y creen que con paredes y dimensiones más reducidas serán mejores. Pobres ilusos.
El pádel es el tenis de los vagos, no te tienes que preocupar de si se aplica la ley de la botella o la ley del vaso.
Pues le digo; segundo deporte más practicado en España. Ideal para cualquier persona que quiera pasar un buen rato independientemente de su renta, afiliación política, sexo o religión, incluso nivel atlético.
Un saludo.
Esgrima. Como dijo el maestro, un deporte noble para tiempos más civilizados. O algo así.
Hola Marcos.
Creo que donde dices Top Gun querías decir Top Secret. En las dos sale Val Kilmer, pero no es igual ;-)
Esgrima y todas las variantes de luchar con espada, perfecto para una apocalipsis zombi.
No he parado de reírme ¡¡¡¡¡
Y que sepa el autor que tenía un amigo que, como yo, era un apasionado del curling (bueno… de verlo por TV) y lo definía también como una mezcla entre billar, petanca gorda y barrer la cocina rápido.
Ah¡¡ que no se me olvide. El autor ha pasado por alto la elegancia de los jugadores patinando solo sobre un pié.
Me gustaría probar algún día; pero no sé donde. Vivo en Cantabria.
Alguna idea?
Si ya está montada, en la pista de hielo de la Porticada. No tienes más que echar a los críos y llevarte una escoba y un disco de pesas. Seguro que la gente alucina! ;)
Snooker, elegancia
Ajedrez. Pero sólo por malmeter
Toros.
Es el único en que te juegas la vida, literalmente.
El resto son para aficionados parguelas.
NO existe la tauromaquia para aficionados y eso es lo mejor de todo; también, es el único que es un Arte en sí mismo y es considerado Bien de Interés Cultural y Patrimonio Histórico, en España y en Francia (que no quieren ser menos que los ibéricos, como de costumbre…).
Jajajaja, buenísimo, siguiendo el tono jocoso del artículo.
Es cojonudo. Pero un pelín caro para practicarlo como aficionado.
En el Boxeo también te juegas la vida, literalmente.
Es el único deporte al que no se ‘juega’ y también es conocido como el ‘noble arte’ (hasta se abrazan y felicitan después de hostiarse)
Parte con una premisa de igualdad (sin mencionar a Canelo o Resto, salvando las diferencias) cuestión que en la tauromaquia queda más que en evidencia (ese picador…esa espada) además, uno de los contendientes está obligado a participar, sin mencionar el trato vejatorio y nada noble que recibe este último cuando, en la mayoría de las ocasiones, resulta ser el ‘perdedor’ ¿Quién apuesta por el toro? ¿Deporte?
La tauromaquia tendrá todo el Interés Cultural e Histórico que unos pocos quieran, pero el bagaje histórico del Boxeo es innegable; data del 6.000 a.c. mientras que la tauromaquia se remonta al periodo comprendido entre el 3.300 y el 1.200 a.c.
Pero bueno, ya sabemos que donde esté una buena corrida, que se quite el futbol, el Boxeo… y los toros!
Está comprobado científicamente que el remo olímpico es el deporte más extenuante que existe, implica poner simultáneamente al límite extremidades superiores, inferiores y el tronco. Y que decir de la versión de banco fijo, trece personas adentrándose en la mar lo más rápido posible en una embarcación que solo levanta un par de palmos del agua, da igual lo agitada que esté. El remo lleva la expresión ‘deporte de equipo’ a un nuevo nivel, y si lo practicas te pone como un jodido tigre. No hay nada que lo supere.
El tumbosofá. No hay naida má ahotagó que ver subí montaña empiná a los bicilistas. Quedás de un cansau que precisas birra pa podé ponelte en pie.
«»El cricket es un juego justo; de hecho, más que un juego, era una forma de pensar. «No existe sonido más triste que el de la caída de un wicket —decía—. Lo mejor del cricket es que en realidad no hay ganadores».»»
El fútbol desde luego que no. Para mí es un deporte aburrido de ver. Hablo de partidos normales, no de esos poquísimos casos en que merece la pena verlo. Está sobrevaloradísimo total.
Después de ver «El Juego del Calamar» supongo que depende. No hay juego ni deporte, por inocente que parezca, que no pueda convertirse en un pequeño infierno.
¿Y la escalada? ¿Es que nadie va a pensar en la escalada? Dejarte las muñecas si lo haces bien y los tobillos si lo haces mal. Gente creyendo que no va a ser fatigoso porque de pequeño saltaba vallas. y ¿qué me decís de nombrar las dificultades como 6A, 7B. Es lo mejor tras el 5G
Y los 100 metros barra de bar. 😜
Vamos a hacer un Change.org para quitarte la condición de Paisanuco…Que el Golf es pijada se sabe, pero no mencionar a Seve con el dalle…a Revilluca vas.
Definitivamente a los españoles no les gusta el béisbol.