Ha sido hermoso verlo. Casi como asistir a una demostración en vivo de los poderes precognitivos de Minority Report. El último capítulo de She-Hulk: Abogada Hulka (traducción absurda de título donde las haya) se ha lanzado en un doble tirabuzón con mortal hacia delante y, aunque puede que no haya clavado la caída en un diez perfecto, sin duda se ha ganado la ovación. La serie de Jessica Gao ha exhibido irregularidades de ritmo y de tono, y algunos vaivenes en su trama y en su estructura de temporada, pero también, y por encima de todo, ha hecho gala de una notable claridad de pensamiento. Una lucidez precog que ha estallado en todo su esplendor en esa última entrega, pero que venía gestándose desde el primer episodio. Porque, desde que comenzó la promoción de la serie, empezó también la inevitable y agotadora campaña de acoso y derribo de los sospechosos habituales: la tropa de internautas heridos en su frágil masculinidad por la aparición de otra mujer en las filas superheroicas.
¿Sus argumentos? Los habituales. Que la serie es un nuevo ejemplo de la dictadura de lo woke; y algún día tendremos que hablar de la capacidad de la derechona para convertir las virtudes éticas en insultos (¿social justice warriors? ¡Venga ya!). Que si es por esta nueva manía de convertir a los héroes de toda la vida en mujeres, ignorando u obviando que el personaje de Hulka (Jennifer Walters) no es el Hulk original (Bruce Banner), y que fue creado hace ya más de cuarenta años. Qué les voy a contar, si el catálogo de descalificaciones que surgieron mucho antes de ver un solo episodio (y que a buen seguro adornarán pronto la sección de comentarios que hay bajo estas líneas) es el mismo de siempre, y ya nos lo sabemos de memoria. Incluso las excusatio non petita («Yo no soy machista, pero…») y los axiomas incuestionables («la serie es, sencillamente, mala»). Luego, finalmente, llegó el estreno de la serie y, ¡faltaría más!, se confirmaron sus peores temores. She-Hulk no era mala; era malísma. No era woke; era wokérrima. Lo que quizá no se esperaban sus predetractores era que ellos mismos acabarían apareciendo en pantalla.
En realidad, y en retrospectiva, deberíamos haberlo imaginado. En primer lugar, porque no es la primera vez que los más rancios colectivos de internautas aparecen retratados en las obras que critican. La quinta entrega de Scream era una ácida reflexión sobre (y contra) el exacerbado purismo de ciertos fandoms, mientras que las Cazafantasmas de Paul Feig sufrían el mismo hostigamiento por parte de los youtubers en la realidad y en la ficción. Y, de hecho, el villano de aquel film era ya un perfecto retrato del movimiento incel que empieza a recibir en la pantalla el estatus que merece. No es casualidad que coincidan en el tiempo series como She-Hulk y películas como No te preocupes, querida (Olivia Wilde, 2022). La imagen del inadaptado solitario que se revuelve contra la marginación y contra su frustración sexual va dejando paso en los últimos años a una verdad mucho más incómoda sobre estos hombres: no están solos, están organizados y, sí, son peligrosos.
La Hulka de los cómics siempre se ha caracterizado (al menos, dentro de su propia colección) por una autoconsciencia como personaje de ficción que la lleva frecuentemente a romper la cuarta pared o incluso a desafiar los límites de la viñeta. El capítulo inicial de la serie deja claro muy pronto que va a ir por derroteros similares, aunque en la pantalla esto ya no sea un gesto revolucionario. Rupturas de la cuarta pared ha habido muchas, y en los últimos años la sombra de Fleabag (Phoebe Waller-Bridge) es más que alargada. Jessica Gao no alcanza la brillantez discursiva de Waller-Bridge, y los excursos de Walters mirando a cámara parecen, al menos en un primer momento, meros apuntes cómicos sobre la trama. Apuntes inocuos que, eso sí, pronto comienzan a mezclarse con otros indicios, como los comentarios que la nueva superheroína recibe a través de internet por parte de hombres enrabietados (¿amenazados?) por su mera existencia.
El salto mortal llegará después, con la revelación de que, durante toda la temporada, eran esos mismos hombres quienes trataban de orquestar la caída en desgracia de la protagonista. La gran maquinaria Marvel, sin embargo, parece seguir a lo suyo, y a cada paso sugiere que, como siempre, aquí hay en juego grandes conspiraciones y terribles supervillanos en la sombra. Aunque no encajen con lo que la serie parece estar contando. Así que Jen Walters se rebela, y toma las riendas de su serie, de su vida, incluso de su propio deseo sexual. A estas alturas ya se han escrito varios miles de palabras sobre el delirio metanarrativo que conforma el clímax de la temporada, y poco se puede añadir aquí. El juego que la serie propone al espectador está a la vista, y uno lo toma o lo deja. No hay sutilezas ni pretensión de ellas.
Pero el verdadero toque maestro de Abogada Hulka está en esa otra metanarrativa que supo prever los ataques, anticiparse a ellos y convertir a sus enfurecidos difamadores en los verdaderos villanos de la función, exponiéndolos a la luz del día con inquietante precisión. Reproduciendo sus argumentos incluso antes de que ellos mismos los esgrimieran, porque a nadie se le escapa que la serie estaba ya escrita y rodada antes de que la turba online empezara a despotricar. Es aquí donde se encuentra el verdadero alarde meta de una serie que, como su protagonista, trasciende la ficción para mirar cara a cara al espectador. Que se planta ante sus detractores para decirles «sois previsibles». Que les obliga a mirarse en el espejo de sus propios prejuicios, aunque ese abismo, por desgracia, seguramente nunca vaya a devolverles la mirada.
Dice el autor que «La Hulka de los cómics siempre se ha caracterizado (al menos, dentro de su propia colección) por una autoconsciencia como personaje de ficción que la lleva frecuentemente a romper la cuarta pared o incluso a desafiar los límites de la viñeta.»
Pues no, no siempre. En su primera serie, The Savage She-Hulk (25 números) de 1980, no hay ni rastro de esa autoconsciencia. Fue en The Sensational She-Hulk de 1989 cuando John Byrne empezó a hacer al personaje consciente de su naturaleza y a romper la cuarta pared. Y en series posteriores no siempre se ha mantenido esa característica.
Estando de acuerdo con el comentario, creo que hasta que Byrne no se encargó de Hulka, no era más que un personaje secundario y de relleno. Fue este grande del cómic el que le dio su toque personal con ese salto a traves de la cuarta pared, el cual mantenía en su colección pero no cuando se juntaba con los 4F, por ejemplo. Creo que los personajes tienen que encontrar el autor que los eleve y les dé la personalidad y Hulka sin Byrne no habría tenido ninguna relevancia. Me alegra que en la serie haya tirado por este camino y utilizado lo que funcionaba del personaje.
No estoy seguro de si el autor ha hecho involuntariamente un «spoiler» de «No te preocupes, querida». No lo estoy porque no la he visto pero por el contexto en que la cita me he hecho una idea de su argumento.
Empieza a ser cansino tener que defenderse de que te tilden de machista, homófobo, ultraderechista y otras lindezas por renegar de la inclusión forzada, de meter personajes con calzador en cualquier sitio porque tienen que estar (sí, los anillos de poder, sin ir más lejos, o la sirenita).
No se han parado a pensar que si realmente hay tanto retrógado como quieren hacer ver con sus artículos, cómo es que no se monta ninguna algarabía contra los personajes femeninos o de otras razas que aparecen en Juego de Tronos, The Boys, Star Trek, o hasta Wonderwoman?
También hubo acoso contra la actriz que interpreta a Luz Estelar en The Boys.
1- ¿Por que se censuran comentarios?
2- ¿Como se puede tomar en serio una serie que se llame Hulka?
3- Viendo siemplemente alguna promo ya se podía oler el tono misándrico-enfermizo de la serie. Eso si luego se quejaran de que tiene críticas negativas o que no atraen público suficiente para que se reantable.
Los comentarios que contienen insultos explícitos no se publican.
y hacéis bien. Veo mucho señor viviendo en su caverna al que le ofende gravemente que la Sirenita sea negra, pero no ha tenido problema alguno en que durante décadas los personajes asiáticos, árabes, etc los hayan interpretado hombres más blancos que la leche. Un poco incongruente.
Yo por mi parte, prefiero dejar prejuicios aparte y ver qué tiene que ofrecerme cada producto cultural que aparece si me parece interesante y si no me lo parece no lo veo.
En el caso de Hulka, aun con sus imperfecciones, me ha parecido un soplo de aire fresco, con momentos muy divertidos y una protagonista con mucho carisma.
Que aburridas son ya todas esas discusiones sobre el sexo de los personajes o su color, incluido el verde, cuando lo que debería discutirse es lo verdaderamente infantil que son los argumentos, y los ronquidos inevitables a los veinte minutos de cualquier cosa. Y sí, creo que empieza a ser preocupante de todas formas que ya se meta hasta en las series que pretenden solo ¿entretener? este machismo-purismo que va floreciendo como una flor venenosa.
Lo metanarrativo no es, en sí mismo, un valor ni denota más que un chispazo de ingenio que, a esta alturas de la película posmoderna, se le ocurre a cualquiera. También un relato meta puede ser una basura, no por su ideología sino por su hechura a muy distintos niveles. Un ejemplo: «Matrix Resurrections». A ver quién sale a defender esa… cosa.
Si no te gusta Hulka eres un retrógrado.
Da igual el motivo por el cual no te guste, ya que no será más que una excusa que oculta tu conservadurismo rancio.
Quedas avisado. La policía de la moral te vigila y SSeñala.
Ojala fuera un inadaptado peligroso y organizado como afirma el articulo, lo cierto es que en la realidad, solo soy un inadaptado solitario y frustado sexual, que aparte de lidiar con serlo, ahora tengo que lidiar con ser el meta-villano de una serie que no he visto.
El autor tenía toda la razón con algunos de los comentarios que hay aquí, también era previsible.
Curioso que el autor no hable de cosas objetivas como la decepcionante factura técnica en el CGI y a veces de sonido, viniendo como vienen de Disney. Que no hable de algunas actuaciones de chiste, de hombres y mujeres por igual. Y de algunos agujeros de guión en la trama sonrojantes.
A los que, como yo, simplemente nos gusta el cine y la televisión, y queremos apreciar lo que son capaces de expresar visualmente, esta serie es un truño de dimensiones brantosaurianas.
Creo que el propósito mismo de la serie, desde su misma concepción, radicaba en su militancia. En provocar reacciones airadas de sus consabidos detractores a la espera del también previsible contraataque FemiWoke.
Personalmente creo que fomentar la trinchera social nos hará como sociedad más mal que bien… al tiempo
Decía en un comentario anterior, que no ha aparecido, que el propósito original de la serie era precisamente la confrontación. Suscitar las airadas reacciones de los consabidas detractores para, acto seguido, contraatacar en consecuencia.
Cuanto más se profundice en las trincheras tanto más cruenta será esta guerra de la que ningún bien obtendremos como sociedad porque ni los Hunos ni los Hotros van sencillamente a desaparecer ni mucho menos «reconocer» al otro.
Muy cierto. Ha dado en el clavo. Bravo!
A mí me pareció muy mala. La ruptura de la cuarta pared me gustó, pero con ese mimbre solo no levantas una ficción.
A tanta gente dolida porque les acusen de racistas o sexistas le molesta muchísimo la “inclusividad forzada” pero se sienten absolutamente cómodos con la exclusividad forzada. Un ejemplo: hay más juezas que jueces en España pero en los órganos de gobierno y altos cargos de la judicatura las mujeres son minoría. Otro ejemplo: en la sociedad española desde hace años hay presencia notoria de migrantes o españoles descendientes de migrantes pero su presencia en la TV, tanto en series de ficción como en programas de entretenimiento o de actualidad, es absolutamente testimonial. Esto no le extraña a nadie pero sí que hayan escogido a una actriz de raza negra para interpretar a una criatura mitológica.
Es curioso pero todas estos palos al fandom y a la supuesta Organización Machirula sólo se da en las series que son básicamente metaburridas y han fracasado.
Lo maravilloso que hubiera sido si Hulka o Los Anillos de Poder hubieran sido buenas. Yo me las he visto enteras con la esperanza de que en cada siguiente episodio remontara la cosa. Y nada.
Que sigan con la cantinela de la caverna, nunca aprenderán. Por cierto, el marketing y la publicidad antes del estreno de Los Anillos de Poder daban vergüenza ajena.
Pero vosotros seguid así. Hasta la próxima serie.
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