Libros para una noche de Halloween terrorífica y reivindicativa 

Antes de que nadie se lleve las manos a la cabeza, ya os aviso: en esta lista no encontraréis a Poe ni a Lovecraft ni a King. Aquí solo hay señoras. Y es así por dos motivos: el primero es que se trata de los libros que he elegido como lecturas de octubre, para empaparme del espíritu de Halloween, y también  sumarme a la iniciativa #LeoAutorasOct, con la que una vez al año se quiere apoyar el trabajo de las escritoras —aún en desventaja si nos fijamos en las listas de los libros más vendidos—; y el segundo motivo es que me gustaría que este artículo sirva para reivindicar el papel de las mujeres en el terror. 

Apartadas del canon, muchas autoras encontraron en el terror, la fantasía o la ciencia ficción un espacio de subversión y experimentación en el que pudieron hablar de sus miedos y preocupaciones amparadas en lo insólito y la ficción. En los últimos años, las autoras han recurrido a este género para denunciar injusticias sociales y la violencia contra las mujeres.

Os dejo mis propuestas de relatos y novelas cortas para leer la noche de Halloween y pasar mucho miedo. Espero que podáis dormir después de leer estos libros, porque yo llevo días sin pegar ojo. 

Reinas del abismo. Cuentos fantasmales de las maestras de lo inquietante, VV.AA. (Editorial Impedimenta)

Esta recopilación recoge los relatos de mujeres que revolucionaron el género de terror a finales del siglo XIX y principios del XX, autoras como Leonora Carrington o May Sinclair, que encontraron en la escritura un medio para salir de la pobreza y sacar adelante a su familia. Esa independencia económica, poco habitual en la época, también contribuyó a unas ideas más adelantadas en cuanto a la emancipación de la mujer, el deseo, las relaciones fuera del matrimonio o la representación masculina, alejada de la idealización heroica. 

La ambientación gótica de estos cuentos es inquietante, sin embargo la mayoría de los fantasmas se aparecen para saldar una cuenta pendiente, reconfortar o advertir y, en muy raros casos, para atormentar. Además de espectros, en estos relatos hay vampirismo, terror psicológico, crímenes, visiones del futuro, folclore, fantasía y ciencia ficción, aunque el componente sobrenatural siempre es aceptable y se encuentra justificado, por lo que las historias resultan creíbles y realistas. 

La cita y otros cuentos de terror, de Emilia Pardo Bazán (Nórdica libros)

Emilia Pardo Bazán nos traslada a una época en que la gente convivía con la muerte, la invitaba a almorzar e, incluso, la convertía en madrina de sus hijos, porque sabían que la muerte, siempre de luto y huesuda, podía ser menos cruel que la lozana y vengativa vida.

Esta recopilación de relatos nos recuerda que no es necesario acudir al gótico inglés para pasar miedo con historias de aparecidos, venganza y resucitados. De hecho estoy bastante convencida de que hay más ánimas vagando por los bosques galegos que en la campiña inglesa. Y también son una muestra más de la increíble maestría de doña Emilia, cómoda en todos los géneros, y siempre criticando la violencia contra las mujeres y reclamando su independencia. Pues si bien en el prólogo se nos dice que estos relatos no han sido seleccionados por ser feministas, lo cierto es que la libertad y la determinación de la que hacen gala sus protagonistas es la mejor reivindicación que se podía hacer en la época en la que fueron escritos. 

Cuentos reunidos, de Amparo Dávila (Páginas de espuma)

Jóvenes frágiles y de piel traslúcida, con ojeras violáceas bajo sus párpados, recorren jardines descuidados y gélidas mansiones en la oscuridad, acosadas por fantasmas muy reales: el del matrimonio, la maternidad, los cuidados, la violencia, la culpa y la vejez. Un terror gótico contemporáneo en el que lo aterrador es lo conocido, lo doméstico y cotidiano. 

Amparo Dávila recurrió a lo fantástico, al surrealismo y a lo siniestro para tratar problemáticas que no hubiera podido afrontar en los años cincuenta y sesenta desde el realismo, como el miedo de las mujeres a ser acosadas por la calle, el aborto, la luz de gas o la sumisión química, temas muy actuales que ya se encontraban presentes en sus relatos. 

Las mujeres de Dávila —insomnes, «histéricas» y amenazadas— destruyen, queman y arrasan lo que sea necesario para acabar con su opresión. 

Claus y Lucas, de Agota Kristof (Libros del Asteroide)

La literatura de Agota Kristof no se considera de terror, más bien se encuentra dentro del drama o el realismo social. Pero no podía dejar fuera de esta lista uno de los libros que más me han aterrorizado en la vida: Claus y Lucas.

En esta edición se reúnen las tres novelas que forman la trilogía que escribió Kristof —El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira—, pero si queréis una lectura para la noche de Halloween, podéis leer solo el primer libro porque su final es bastante cerrado. De hecho, hay una película húngara, del director János Szász, que solo cuenta El gran cuaderno.

La historia cruel y desgarradora que nos relata Kristof puede ser la que viven muchos niños y niñas que crecen en tiempos de guerra, tal vez la propia infancia de la autora durante la Segunda Guerra Mundial, ya que la tristeza, las penurias y la crueldad de las que había sido testigo se quedaron para siempre con ella y las trasladó sin edulcorar a sus escritos, donde mostraba a niños que se enfrentan muy pronto a la maldad humana y a la hostilidad del mundo.

Además de la frialdad con la que se trata temas como el maltrato, la pobreza, la pederastia o los abusos, y que te pone la piel de gallina, la maestría de Kristof reside en ser capaz de escribir unos giros totalmente inesperados que consiguen que la lectura enganche a pesar de su crudeza.

Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson (Editorial Minúscula)

En este cuento de hadas escrito por Shirley Jackson las princesas se convierten en brujas, capaces de mentir y envenenar. Y aun así el mal no viene de ellas, sino de la avaricia y la mezquindad de todos aquellos que quieren controlar sus vidas. 

En su castillo, las hermanas Blackwood crean un universo femenino de libertad y empoderamiento al margen de la sociedad y, más adelante, con sus actos lograrán también librarse de la opresión del espacio doméstico y de las expectativas familiares. Se trata de todo lo que temía la propia Jackson, la malicia de los pueblos pequeños y la presión familiar, pero también refleja su mayor deseo: acabar con la culpa y vivir libre de cualquier imposición, algo que la autora solo logró a través de su escritura. 

Sin necesidad de recurrir a la sangre o al terror más explícito, Jackson crea una atmósfera tenebrosa y a uno de los personajes más inquietantes de la literatura: Merricat Blackwood, celosa y psicópata, pero también irónica, sincera e imaginativa. Tan siniestra como encantadora e irresistible.

El señor de las muñecas y otros cuentos de terror, Joyce Carol Oates (Alba editorial)

Entre el terror realista y el thriller se encuentran estos relatos de Joyce Carol Oates, historias inquietantes que hablan de un miedo que tiene que ver con la misoginia y el racismo, con niños que crecen limpiando armas de fuego y niñas que conviven con traumas que deben callar por vergüenza y para no ser acusadas de ser ellas las culpables. 

Carol Oates aprovecha el terror para criticar a la sociedad americana: a sus asociaciones del rifle y a los jurados comprados, a la violencia blanca y patriarcal y a las desigualdades de clase que dejan a tantas niñas y niños a merced de la delincuencia y la pobreza. Quizá no haya espectros ni sustos en estos relatos, pero sin duda hablan de una realidad que se parece demasiado a una pesadilla. 

Distancia de rescate, de Samanta Schweblin (Random House)

La «distancia de rescate» es la garantía que tienen las madres de que si algo les pasa a sus hijos estarán lo bastante cerca para salvarlos. Pero ¿realmente importa si se está presente o no cuando algo terrible acontece? Porque las desgracias no solo ocurren cuando las personas que queremos se alejan de nuestra vista, también pueden suceder delante de nuestros ojos, incluso en un soleado día de vacaciones en un bello y tranquilo pueblo rural.

En este libro Samanta Schweblin experimenta con el género fantástico para ofrecernos dos lecturas de su historia: una maternal y ecologista —al mostrar lo que puede suponer para una madre el sufrimiento de su hija y al dejarnos entrever los peligros de la soja transgénica— y otra espiritual o esotérica —con almas que escapan dejando atrás cuerpos malditos—.

Fiel a su estilo, con este libro Schweblin vuelve a causar inquietud con un terror muy sutil, pero efectivo, que aprovecha para plantearnos reflexiones sobre la maternidad, la contaminación, la enfermedad y el amor. 

Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez (Anagrama)

Mariana Enríquez mezcla en sus relatos los fantástico con el terror real en una Argentina torturada por los efectos de la dictadura militar y los fantasmas de los desaparecidos. 

Sus historias son protagonizadas por mujeres que viven en los márgenes: adolescentes que se autolesionan o dejan de comer, mujeres incomprendidas, maltratadas, discriminadas, adictas o prostitutas. Todas ellas solas y abandonadas por su entorno y por la sociedad. ⁣⁣

Tampoco faltan las casas encantadas o los fantasmas, pero lo cierto es que el terror en estos relatos es un vehículo para hablar también de las relaciones de pareja, la misoginia, las diferencias de clase, el sentimiento de culpa o los crímenes de la dictadura.

Un ejemplo es el cuento que da título al libro y en el que las mujeres, cansadas de ser maltratadas y quemadas por los hombres, deciden quemarse ellas mismas y mostrar con orgullo sus cicatrices, iniciando así una revolución en la que rompen con los estereotipos de género y con la dictadura de la belleza.

Cocodrilario, de Alicia Mares (Horror Vacui)

En un México fantástico repleto de monstruos, cocodrilos y seres mitológicos, mujeres y niñas caminan en el umbral de la muerte, sangrando para dar vida y sangrando para morir, naciendo para matar y matando para vivir. 

Con un lenguaje poético y evocador, Alicia Mares nos presenta nueve relatos surcados por un extraño cometa que arroja luz sobre las tinieblas del alma humana para sacar a relucir la parte animal que todos llevamos dentro, a veces de forma aterradora y otras liberadora. 

.

.

Los pájaros y otros relatos, de Daphne du Maurier (El Paseo Editorial)

Después de leer el relato de Daphne du Maurier, he vuelto a ver la película de Hitchcock y, por mucho que todos estemos de acuerdo en que se trata de una obra maestra, pienso que la autora crea una tensión y terror que no logra el cineasta. Tal vez porque Hitchcock da más importancia a la historia romántica o porque alarga en exceso la trama (el relato de du Maurier no llega a las sesenta páginas). Pese a ello, es evidente que algunas escenas de la película son icónicas y quedarán grabadas para siempre en nuestra cultura, como la de los cuervos cubriendo los columpios infantiles o aquella en la que los malvados pájaros se estrellan contra la cabina telefónica en la que se encuentra una Tippi Hedren cuyo terror, por cierto, es muy real, ya que sufrió acoso, así como numerosas heridas y lesiones durante el rodaje.

Lo cierto es que los personajes femeninos de du Maurier no se asustan fácilmente, tal y como se muestra en los otros relatos que recoge el libro. De hecho, las mujeres que describe la autora son vengativas y manipuladoras, capaces de cometer el crimen perfecto e irse de rositas. En cuanto a los hombres, resultan egoístas, desconsiderados y obsesivos. Podríamos decir que ni mujeres ni hombres salen muy bien parados en estas historias, pero ellas nos acaban pareciendo mucho más carismáticas e interesantes y podemos llegar a empatizar con sus motivaciones. 

Dientes de leche, de Lana Bastašić (Sexto Piso)

Las niñas y niños de estos relatos son despiadados, como despiadado es también el mundo en el que viven, muy influido por la herencia serbia de la autora y su pasado en un país desintegrado. 

Bastašic nos habla de una infancia sin edulcorar, maltratada, abusada y humillada, que responde con violencia a los caprichos e imposiciones de los adultos. Matar a Dios y matar al padre, verlos agonizar suplicando clemencia y no otorgarla, porque ellos tampoco la darían. Acabar con la familia, el eEstado y toda imposición sobre sus cuerpos y deseos como única forma de superar el doloroso proceso de crecer.

.

El quinto hijo, de Doris Lessing (Debolsillo)

Entre La semilla del diablo (Ira Levin, 1967), por ese rechazo a la maternidad que relaciona al bebé con un ente malvado que consume a la madre desde el útero, y Frankestein o el moderno Prometeo (Mary Shelley, 1818), por la idea de crear a un ser diferente e incomprendido por la sociedad, se encuentra este libro de Doris Lessing, autora Nobel de Literatura en 2007. 

Los protagonistas, Harriet y David Lovatt, son dos personas que ya en los años sesenta se consideran chapadas a la antigua por sus valores familiares: su mayor deseo es vivir en una casa enorme rodeados de hijos. Y en un principio hacen realidad su sueño, aunque deben ser ayudados para ello, tanto económicamente por el padre de David, como físicamente por la madre de Harriet, que pasa los últimos años de su vida esclavizada por el cuidado de sus nietos y las tareas domésticas. 

Sin embargo, su vida e ideales se tambalean con la llegada del quinto hijo, Ben. Todo empieza por la depresión de Harriet durante el embarazo y el posparto, pero el malestar se va extendiendo a toda la familia cuando descubren que Ben no es como los demás niños, debido a su físico no normativo y a su carácter hiperactivo y aparentemente carente de emociones. A partir de ahí la novela se vuelve oscura y claustrofóbica demostrando que ninguna decisión podrá salvar ya la armonía familiar.