Cine y TV Entrevistas

Ernesto Alterio: «Vivimos una intoxicación de imágenes que está poniendo en valor lo analógico»

Ernesto Alterio para Jot Down

Ernesto Alterio (1970, Buenos Aires) es un nombre constante en los repartos de los últimos treinta años del cine español. El exilio de su padre, Héctor Alterio, lo trajo a España en los inicios de la transición, lo que supuso importar el germen de una saga de actores, junto a su hermana Malena Alterio. Desde principios de los años noventa no se ha bajado de los escenarios y ha protagonizado alguno de los éxitos de taquilla más sonados, como Días de fútbol o Perfectos desconocidos. Ahora vuelve a trabajar con Álex de la Iglesia en una road movie de difícil calificación, interpretando a un personaje muy singular, según nos cuenta en una distendida charla en el Real Jardín Botánico de Madrid.

Naciste en Argentina y, aunque viniste muy pequeño a España, has crecido en el seno de una familia argentina y trabajas con frecuencia allí. ¿Piensas en argentino o en castellano?

Uf, yo creo que pienso en una mezcla. Algunas cosas en español y otras en argentino. Depende también de donde esté y de con quien esté relacionándome en ese momento. Por ejemplo, ahora he estado allí cinco meses con un proyecto en el que tenía que hacer un personaje argentino, entonces me influye mucho el trabajo que estoy haciendo, hago una inmersión en el personaje. Te podría decir que soy español, pero también argentino; son cosas que suman.

¿Y si juega España contra Argentina?

Eh, en la cuestión del fútbol… Bueno, no se da tantas veces estadísticamente, así que la mayor parte del tiempo estoy tranquilo (ríe).

En un principio te formaste para esquivar la interpretación, que parecía el camino predestinado por la influencia familiar. ¿Tu padre te disuadía o te animaba? 

Creo que mi deseo de ser actor estaba latente desde niño, pero fue un deseo que se fue imponiendo poco a poco. Mi padre ni me animaba ni me dejaba de animar. Él tuvo unas circunstancias muy duras —por el tema del exilio y el tener que volver a empezar de cero aquí en España— que le añadieron un plus de dificultad e incertidumbre a la carrera de actor, que ya de por sí es incierta. Para él suponía una preocupación que nosotros nos dedicáramos a lo mismo, siempre me insistió en que hiciera una carrera. Creo que le daba como miedo.

¿Coincides con ese punto de vista ahora que eres un actor con una larga carrera detrás? Es decir, ¿tu consejo iría en el mismo sentido?

No, es otra época. Creo que, por otra parte, esto nos benefició. Cuando yo decidí ser actor no lo hice por el brillo aparente que pueda tener la profesión en cuanto a glamur, sino que  lo hice siguiendo a un deseo que yo tenía. Es decir, que si yo tuviera que aconsejar a alguien le diría que se agarre a su deseo. Incertidumbre va a haber en todas partes y nunca sabemos dónde vamos a estar mañana.

El caso es que has tenido una carrera en la que no has dejado de trabajar.

La verdad es que estoy muy agradecido, he tenido mucha continuidad de trabajo, pero soy consciente de que soy un privilegiado y a alguien que se quiera dedicar a actor le tendría que decir que los que podemos vivir de nuestro trabajo somos, no sé si llega, el diez por ciento de los actores.

Ernesto Alterio para Jot Down

Estudiaste música, tocas el piano y has cantado en musicales en cine y teatro, ¿la faceta musical es una herramienta interpretativa o hay una vocación?

En mi casa siempre ha habido un piano. Tengo una relación muy fuerte con la música y de hecho trabajo casi a diario con la música, sobre todo con el piano. Lo hago por placer, pero también es una búsqueda y eventualmente lo he podido incorporar a mi faceta de actor y he hecho espectáculos en los que he tocado el piano y cantado.

Y bailado.

También. Me interesa mucho el movimiento. He estudiado danza y he hecho dos espectáculos con la compañía Losdedae, que fueron experiencias muy ricas. Quizás lo que más me interesa son las distintas sinergias que se producen entre diferentes disciplinas: la música, la actuación, el movimiento. Creo que es importante para un actor tener un buen manejo del cuerpo, conocer  sus posibilidades, sus resortes.

Tus inicios fueron con la compañía Animalario, en el año 1993. ¿Qué papel tuviste en la formación del grupo? 

Intervine en el primer montaje, que fue el germen de lo que luego sería Animalario. Alberto San Juan tenía unos textos que había escrito y nos convocó a mí, que estudiaba en la escuela de Cristina Rota, a Willy Toledo y Nathalie Poza para hacer este espectáculo en un bar que se llamaba Orán. Se fue formando un grupo de una manera espontánea, conectó enseguida con la gente y empezó a crecer. De ahí fuimos cada vez a sitios más grandes, llegó la distribuidora de teatro y estuvimos girando casi tres años. Eso fue lo que hice con Animalario, el primer espectáculo. Luego entró Andrés Lima como director y se convirtió en el grupo que fue, que obtuvo un Premio Nacional de Teatro.

El grupo se encargó de la polémica ceremonia de los Goya del «no a la guerra» y algunos de sus integrantes han mantenido una postura pública militante. ¿Consideras que los artistas deben implicarse en cuestiones políticas, bien manifestando su opinión, bien mediante su propio trabajo?

Creo que no necesariamente. Creo que el artista hace su aporte, que el arte cumple una función social y eso ya se podría ver como un acto político; en el momento en que genera una obra artística eso va a tener una repercusión en la sociedad. Otra cosa es compañeros que han tenido un activismo más explícito. Yo lo respeto, pero siento que mi aporte no es ese. Cuando tengo que dar mi opinión la doy tranquilamente, pero no creo que sea necesario tener una implicación. Aunque, por otro lado, siento que cualquier hecho artístico tiene una incidencia en la sociedad. 

El hecho de que tu padre se tuviera que exiliar como consecuencia de la expresión de opiniones, que tampoco es que fuera militante activo, ¿esa experiencia te ha condicionado? 

No creo. Lo loco es que, como dices, mi padre no tuvo una implicación política, las declaraciones que hizo fueron del tipo «yo le puse Ernesto a mi hijo por Che Guevara y Federico por García Lorca». No lo sé, a lo mejor a un nivel inconsciente puede que haya jugado un papel. No te lo puedo decir de una manera consciente, no siento tampoco que tenga un reparo a la hora de emitir una opinión política, simplemente no me sale.

Tu doble nacionalidad, el hecho llegar a España justo con el comienzo de la transición, huyendo del inicio de una dictadura y el haber interpretado personajes relacionados con la historia reciente de Argentina te debe de dar una visión sociológica muy completa de ambos países. ¿Qué diferencias percibes en cómo han digerido estas situaciones ambas sociedades?

En Argentina se ha avanzado más en ese sentido. Siento que en España todavía está toda la cuestión de la memoria histórica, que es un tema peliagudo que no se quiere terminar, pero yo siento que para pasar una página hay que leerla primero. En ese sentido, no digo que esté mejor ni peor, pero sí que en Argentina ha habido una revisión de toda esa parte de la historia: se ha juzgado, se ha hablado, ha habido un movimiento por parte del Estado de resarcir a las víctimas de la dictadura. En España, por el contrario, todavía cuesta muchísimo tocar ese tema, y es un país donde hay un montón de muertos sin identificar, fosas comunes, gente que no ha podido hacer un duelo y siento que eso va a seguir pulsando en un lugar oscuro y va a dificultar que avancemos de una manera sana como sociedad. Repito: para pasar una página hay que leerla, y la tenemos que leer todos nos duela o no. Argentina también tiene sus cuestiones crónicas, pero en ese sentido ha avanzado más.

Explícanos Argentina para españoles.

Como si Felipe II no hubiera sido rey y jugara muy bien al fútbol.

¿Con qué personaje o rol crees que te identifica el público?

Siento que tengo varios. Hay gente que se queda con El otro lado de la cama, muchísima gente que me identifica con el personaje de Días de fútbol, que se sabe frases de ese personaje. En Argentina sobre todo por la serie Vientos de agua. Las generaciones más jóvenes por Las chicas del cable o Narcos y últimamente por Santa Evita, que está teniendo mucha repercusión.

¿Qué medio o género te es más natural? 

Me vivo de la misma manera cualquier género. Es algo quizás buscado por mí el tener una cierta capacidad de todoterreno, de poder moverme en diferentes géneros y escenarios. Disfruto mucho de todo, me encanta trabajar en el cine, la dinámica de un rodaje, la relación con la cámara… pero también disfruto mucho del teatro, tiene un sabor muy especial todo lo que tiene que ver con un espectáculo en vivo.

¿Hay algo que no hayas hecho y te gustaría?

Es que he hecho bastante.

¿Ciencia ficción?

Por ejemplo, sí. O algún proyecto de época.

Ernesto Alterio para Jot Down

¿Qué aspectos te  empujan a aceptar o rechazar un papel? ¿Has cambiado de criterio con el tiempo?

Durante un tiempo, siempre dentro de las posibilidades que tenía de elección, un criterio que reconozco en mí es que no sea algo que ya haya hecho, algo que me suponga un desafío, si no está directamente, busco el punto de no saber cómo lo voy a hacer, de tener que ir a descubrir algo nuevo. Siento que esa es la manera de no aburrir a la gente, de ponerme en riesgo e ir a descubrir algo que el espectador también descubra conmigo. Pero luego miro todo: que el guion esté bien sobre todo, que el personaje me ofrezca esto que hablo, los compañeros con los que voy a trabajar, lo que me van a pagar…

Has protagonizado algunas de las películas más taquilleras del cine español, El otro lado de la cama, Perfectos desconocidos… ¿Cuando tienes un éxito así afecta a las expectativas poniendo un listón muy alto? 

No, no lo sé… Hombre, la verdad es que es muy satisfactorio cuando una película conecta con la gente y la gente va mucho a verla al cine, pero siento que hay películas de todo tipo, que me aportan un rédito a otro nivel. Por ejemplo, he hecho películas como Infancia clandestina, una película muy especial que hice en Argentina, sobre la dictadura argentina, que tuvo un recorrido más por festivales; las devoluciones que tengo y lo que viví con esa película en el rodaje y lo que me aportó personalmente me dejó un rédito igual de satisfactorio. No es algo que espero, si sucede, sucede; es muy misterioso, las veces que ha sucedido yo no lo esperaba.

¿Has vuelto a ver recientemente alguna película, tuya o no, de los noventa? 

La verdad es que no, hace tiempo que no.

¿Detectas que ahora hay un mayor encorsetamiento, que antes se podía hacer o decir cualquier cosa y ahora no?

Lo creo es que había otra ingenuidad. Ahora estamos muy machacados por lo visual. Tenemos como una intoxicación visual. La que sí vi hace poco fue El espíritu de la colmena, la pusieron por televisión, y pensé  «ya no se hace cine así». Vi un plano fijo de Ana Torrent corriendo hacia la casa y me pareció una maravilla. Ahora costaría hacer algo así. Tenía otra calidad, se filmaba con otros materiales, había otros tempos. Siento que ahora va todo muy deprisa, que hay una sobredosis de información, una intoxicación de imágenes. Pero, por otro lado, también están surgiendo propuestas como Alcarrás o la película que acaba de estrenar Pilar Palomero (La maternidad), que tienen más de autor. Estoy pensando en las plataformas que han traído muchas cosas buenas. Me dio nostalgia ver El espíritu de la colmena, también vi Mamá cumple cien años, una maravilla absoluta.

¿Y has percibido actualmente una censura o autocensura, como se dice, de escenas fuera de lugar que antes no lo fueran? 

Sí que me ha sucedido. Ahora por ejemplo existe la figura del coordinador de intimidad y los guiones tienen que pasar a supervisión de alguien experto en cuestiones de género.

Hace unos días, en el Festival de San Sebastián, Penélope Cruz ha manifestado que no podemos decir todavía que las mujeres estén en un plano de igualdad en la profesión. ¿Tienes conciencia de esa desigualdad por tu propia percepción o por el relato de compañeras?

La verdad es que no, no me lo han compartido. Entiendo lo que dice Penélope, pero yo me refería más a  cuidar lo que se dice en relación a las cuestiones de género con las que ahora hay que andar con cuidado.

Hablemos de más cine. Ahora has vuelto a trabajar con Álex de la Iglesia en El cuarto pasajero que,  según el tráiler, es una «comedia romántica», aunque no apunta a eso.

Sí, ¿verdad? Yo es que no he visto la película (ríe), pero tengo muchas ganas de verla. A mí me pasó lo mismo: pone «comedia romántica» pero lo que se ve es una macarrada. Eso va a ser algo interesante que va a tener la película, porque sí que hay un hilo conductor que es una comedia romántica, porque un chico quiere conquistar a una chica, lo que pasa es que es una comedia romántica hecha por Álex de la Iglesia, y las cosas se le cruzan por el camino al chico.

Te cruzas tú. ¿Cómo es tu personaje?

Me cruzo yo y se cruza Rubén Cortada. Es un viaje desde Bilbao a Madrid en un coche compartido. El personaje de Alberto San Juan siempre comparte con el personaje de Blanca Suárez e intenta intimar más con ella, por lo que elige compañeros de viaje para que no le hagan sombra, pero de repente pasa algo que transforma la situación. El personaje que hago yo me resultó muy interesante porque explora los límites de las situaciones, en eso conecto mucho con Álex. Es un personaje inclasificable, es como un pijo delincuente con ínfulas, es pesadísimo, vanidoso, tiene un montón de cualidades chungas que confluyen en él. El desafío era cómo hacer que esto sea atractivo y te den ganas de seguir viéndolo. Yo sé que Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría se inspiraron en Álvaro de Marichalar para escribir mi personaje, por lo que yo lo estuve observando mucho. Es otra cosa, ¿eh?, y con todos mis respetos a la familia Marichalar, que obviamente no tiene nada de delincuente ni de pesado.

Ernesto Alterio para Jot Down

Has participado en producciones de Netflix como Narcos México, ¿cómo es la experiencia a nivel profesional? 

Igual. Sí es cierto que cuando he trabajado en Estados Unidos en series como Narcos hay más volumen de producción, son producciones mucho más caras.

¿Cómo ves situados el cine y las series de lengua castellana en el mercado de las plataformas? Se habla mucho de la repercusión internacional, pero eso ya se dio en series como Los Serrano.

Lo que pasa es que ahora la audiencia es inmediatamente global. El alcance que tienen las plataformas es que puede verse en más de cien países a la vez, por más que Los Serrano se hiciera internacional fue de otra manera y no al instante.

¿Qué ventajas e inconvenientes les ves a las plataformas frente a la difusión en abierto? 

Ventaja la que acabo de comentar y para el espectador que es mucho más dueño de lo que ve. Bueno, en teoría, puede verlo del tirón y sin publicidad en el medio.

Las salas de cine, que viven entre postpandemia y precrisis, se enfrentan a un mal específico: los estrenos de blockbusters simultáneos o exclusivos en plataformas. ¿Cómo crees que puede afectar, de afianzarse esta tendencia, a las salas y a la cuota de cine español?

No lo sé. El cine vive en un momento complicado desde hace mucho tiempo. Ahora voy a ser embajador de la Fiesta del cine y me hace mucha ilusión porque creo en el valor de la experiencia de ver una película en el cine. Vengo escuchando desde hace mucho que el cine se acaba por parte de compañeros míos directores. No sé de cuestión de números, sí sé que cuando una película funciona, la gente va a verla. Tal vez en estos tiempos de sobredosis de información adquiera valor lo que significa ver una película compartiéndola con gente en una sala de cine, de sentarte y no distraerte, el ritual de ir a ver algo. La experiencia tiene otro calado, es más rica y profunda a muchos niveles. Espero que eso no se pierda y que ahora que todo tiende a no parar de ver contenidos en fracciones de segundo, donde estamos cada vez más aislados, nos demos un momento para compartir una experiencia. Leía hace poco que la ministra de cultura francesa había tomado como medida en los colegios parar lo que se esté haciendo quince minutos al día para leer un libro que el alumno elija, no sé hasta qué punto es efectivo o es propaganda, pero la iniciativa me parece maravillosa y necesaria sobre todo para los jóvenes.

Como embajador de la Fiesta del cine, ¿qué tipo de películas ves?

Veo de todo. Los blockbusters y pelis de superhéroes, que también veo, lo hago en los aviones, no puedo ver otra cosa, me veo todo Marvel y estas cosas. Cuando voy al cine voy a ver películas que me apetece ver en sala. Ahora quiero ver la próxima de Alberto Rodríguez (Modelo 77), la de Juan Diego Botto, En los márgenes, la de Pilar Palomero (La maternal), quiero ver un documental que han sacado sobre David Bowie

¿Qué elementos de un tráiler no fallan para que te atraiga una película? 

Los tráileres los tengo en cuenta relativamente. Me fijo más en los actores, el director, algo de la historia. El tráiler puede ser engañoso y con la edad empiezo a detectar.

¿Haces diferencias entre lo que quieres ver en una sala o en casa?

Es que pienso también en los ingenieros de sonido, en el iluminador… la mayoría que conozco es gente exquisita y meticulosa con su trabajo, me da pena que luego eso se pierda en una tele.

¿Alguna vez has visto películas o series en el móvil?

Entera no, pero algunos trozos sí. Pero, bueno, hay un libro que me encanta de David Byrne, el músico que fue cantante de Talking Heads, que se titula How Music Works (Cómo funciona la música) y habla de cómo los avances tecnológicos han incidido en la manera de hacer música, como pasó con el vinilo y escuchamos música en un casete y entonces el músico se afana en conseguir atmósferas. Igualmente te emociona escuchar música en un radiocasete, pero sí que influyen los avances tecnológicos en la manera en que se hace. Y creo que algo de eso pasa con el audiovisual, cambia la manera de concebir las obras. 

En los últimos dos años hemos vivido acontecimientos de los que se suele decir que «superan la ficción». ¿Crees que la incertidumbre puede generar un determinado tipo de cine? ¿Es el costumbrismo el nuevo género fantástico?

Algo de eso hay. Es lo que te contaba que me pasó a mí con El espíritu de la colmena. Creo que con todo el avance de las tecnologías, las plataformas, toda esta información con la que nos bombardean, vivimos una intoxicación de imágenes que está poniendo en valor lo analógico. Con películas como Alcarrás, que habla de una familia de jornaleros. O con el teatro, que yo creo que se está revalorizando. Algo que se transmite de corazón a corazón, sin intermediarios, lo que emiten los actores lo reciben los espectadores directamente. Vivimos un momento de inmediatez, hay una compulsión hacia un consumismo feroz e inmediato, la oferta es abrumadora y creo que eso genera mucha confusión y mucho estrés. Se hacen películas como Ready Player One o Everything Everywhere All at Once, yo me quedo con El sol del membrillo, para mí esos son los artistas que me encantan: Víctor Erice, Antonio López; gente que se pasa días mirando un membrillo para producir una obra.

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2 Comentarios

  1. Es un misterio para mí que este actor sea tan reclamado por la industria, porque es bastante limitado. Su papel en Perfectos Desconocidos, sin ir más lejos, es sonrojante, como el de Eduardo Noriega. Sin embargo su hermana Malena es una estupenda actriz.

  2. Parece un poquito borde, no?

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