Para acompañar la lectura del artículo, nuestra lista en Spotify:
La vida nos ha llevado a encontrar los últimos pareceres sobre la carrera musical de Chris Robinson en la revista Forbes. Sucedió el verano pasado, y lo cierto es que la entrevista no se diferenciaba de cualquiera que pudiese aparecer en la prensa musical. Hablaba de su reconciliación con su hermano, el guitarrista Rich Robinson, y de que ya estaban de vuelta de todo en el negocio del rock después de haber pasado altibajos de toda clase y tras nunca haber vuelto a recuperar la repercusión y el éxito de su primer álbum.
En lo sustancial, Chris se definía como un capitalista, amante de los restaurantes franceses, que, al menos, nunca iba a pretender ser algo que no era para obtener cosas materiales. Enumeraba una colección de influencias musicales estudiada y solo se permitía un muy controlado desliz al asegurar que ahora le encantaba Depeche Mode. No era difícil leer entre líneas el retrato que ya había trazado de él Steve Gorman, el batería de The Black Crowes, en Difíciles de manejar, publicado en España por Neo-Sounds, uno de los mejores testimonios sobre un grupo de rock que se pueden leer, ya que, por norma general, este formato tiende al exhibicionismo, la batallita heroica o la presunción y orgullos patéticos.
En este caso, pocas veces una autobiografía musical es tan descarnada. Por eso, tampoco es una sorpresa que el batería no fuese incluido en la última reunión ni que haya denunciado, en abril de 2022, a sus antiguos compañeros por el reparto de royalties del grupo. Sin embargo, difícilmente los hermanos Robinson lograrán jamás modificar la impresión que dan esas cuatrocientas páginas. Un relato lleno de bajezas y momentos brillantes, pero que pese a todo mantiene el encanto de la imperfección. La gente es ambiciosa, adicta, mentirosa… y, por momentos, encantadora. Los grupos de rock proceden de la misma cantera humana, con el agravante de que el éxito afila sus defectos, como, de nuevo, ocurre con cualquier otra persona.
La gran historia que contó Gorman empezaba cuando era muy joven. Quizá en una época que permitía más dejarlo todo y apostar por la música, aunque eso no quita que, en el camino, muchos de sus amigos acabaron dedicándose a la hostelería y con graves problemas con las drogas después de haber alcanzado éxitos efímeros en escenas locales. En aquella Atlanta en los ochenta mandaban los Georgia Satellites, aunque para Gorman eran gente muy mayor, también se encontraban en buen momento Drivin ‘N Cryin’, pero el grupo de su generación era REM. No había más. Graciosamente, a Gorman le fue bien como batería porque, aunque no tenía técnica alguna, aprendió rápido a no estorbar.
El Chris Robinson de aquel entonces era un neurótico y un egocéntrico, se emborrachaba citando a Baudelaire y, por supuesto, había que salvarle el culo en las múltiples peleas que provocaba. Era esa clase de persona a la que disfrutar de algo se le hace cuesta arriba, que la satisfacción les quema. Un delirio adolescente muy frecuente, pero que en este caso no tuvo freno hasta quién sabe si hoy. Valga como prueba simbólica que había ido a terapia y su psicólogo acabó suicidándose. El futuro cantante tomaba antidepresivos desde la adolescencia y cuando no tenía, los compensaba con alcohol en ingestas compulsivas lógicamente problemáticas.
Cuando cantaba, si el público no estaba totalmente pendiente de él, no lo podía soportar. Del mismo modo, independientemente de si cantaba bien o mal, sabía interpretar lo que cantaba, que eso ya no es tan fácil como simplemente cantar bien. Parece un trabalenguas, pero es el detalle que marca la diferencia entre músicos y verdaderos artistas. A eso ayudaba, paradójicamente, que era el típico chaval que se comportaba como un famoso solo que sin serlo y, para más inri, cuando lo logró por fin, la fama le agobió y superó completamente desde el primer día. Hay un párrafo en el que su excompañero le deja seco:
Chris estaba decidido a presentarse como un «hombre del pueblo» populista y a la vez un «artista serio». Odiaba que lo comparasen con Mick Jagger o Rod Stewart. Quería que le tomaran en serio (…) La verdad es que a Chris le importaba tanto el dinero como a los demás. Cuando las cosas se ponían difíciles, y tenía que elegir entre el saldo de su cuenta y cualquier otra cosa en el mundo, su saldo era lo que más le importaba a Chris Robison, independientemente de lo que proclamara en público (…) Chris consiguió ser un fracaso como hippie y como capitalista.
El hermano, Rich, era más reservado, pero la tópica presunción de inteligencia que recibe la gente callada aquí también hacía aguas. En sus inicios estaba obsesionado con Nick Drake, aunque luego se le haya situado tanto al lado de los hermanos Allman. Siguiendo la estela familiar, había sido un mal estudiante y un mal deportista en el instituto. Aunque su inclinación psicológica iba más al TOC que a la agresividad de su hermano, compartía con él la incapacidad para conformarse o estar satisfecho con algo. Por lo que, cuando su hermano desapareció en sus adicciones y él se hizo con el control del grupo, poco cambiaron las cosas.
La gran transformación del grupo se supone que se produjo cuando George Drakoulias les conminó a «estudiar a los Stones» y les dijo que ya tocaban como en Beggars Banquet, Let it Bleed o Exile, pero que el problema era que no lo sabían. La investigación les hizo poner la mira también en los Faces y Humble Pie, Little Feat, incluso Ottis Redding. Otro aspecto, citado más de pasada, fue el estallido de Guns N’Roses y su Appetite for Destruction. Ese disco, que llevó a Aerosmith al punk, incluso, por momentos, al hardcore californiano, Gorman revela que a Chris le impactó realmente. Los angelinos en directo eran un terremoto, lo que quedó registrado para la posteridad en la actuación del Ritz’88 que retransmitió MTV, que sacudió los cimientos de la industria musical y el gusto del público. En una foto que aparece en el libro se adivina que un adolescente Chris lleva una camiseta de los Gunners. Gorman admite que su futuro cantante iba diciendo que la intensidad que imprimía Axl la quería para sí. De hecho, algo hay de esa energía en su disco de debut. Algo que nunca volvió como, vaya, también le pasó a GnR.
Su debut, Shake Your Money Maker apareció en febrero del 90 y fue directo al número 1. Vendió cinco millones de copias. Antes de eso, Pete Angelus, mánager de Van Halen en los primeros discos, les ordenó bregarse. Salir a tocar en una gira infinita. Fueron trescientos cincuenta conciertos de presentación del disco. Todo en la estela del éxito declinante del hair rock. Tuvieron a Junkyard como teloneros y, en Europa, a The Dogs D’Amour, que les parecieron unos individuos patéticos por su atuendo de pirata Garrapata y por su competitividad ridícula de machitos. También giraron con Aerosmith, pero ya desacompasados vitalmente. En el contrato se obligaba a todo el personal que participaba en el tour a no beber. Black Crowes podían, pero sin sacar la bebida de su autobús. Aunque la escena más dura no fue esta, sino contemplar que iban con playback para los coros.
En la evolución posterior del grupo tuvo mucho que ver el teclista Eddie Harsch, que llegó recomendado por Chuck Leavell, pianista de Rolling Stones, que había tocado en su primer disco. No fue determinante solo por las cotas creativas que alcanzaron junto a Ed, sino porque traía en la maleta adicciones de muchos años, era bastante mayor que ellos, y a su lado los miembros del grupo con más tendencia a ponerse ciegos, en particular Chris, en lo sucesivo siempre tuvieron a alguien con quien hacerlo. Cuando luego se les unió Marc Ford, brillante guitarrista de los no menos brillantes Burning Tree, que tenía las mismas costumbres y aficiones tóxicas, el lastre de las adicciones ya no abandonó nunca a Black Crowes. Incluso con imágenes penosas como Ford esnifando a la vista de parte del público antes de hacerse un solo.
Así, el primer test de resistencia que tuvieron que afrontar les llegó muy pronto. Pasaron de participar en la gira de Monsters of Rock, con grupos como Queensrÿche, AC/DC o Mötley Crüe, a tener que enfrentarse al panorama que había dejado en la audiencia el estallido del grunge, que cambió por completo al público, todo mientras ellos preparaban su segundo disco. Southern Harmony and Musical Companion apareció en mayo del 92. La gala de la MTV de ese año anunció el final del mundo anterior y Black Crowes fueron los que la abrieron, pero estuvieron al margen de la rivalidad entre GnR y Nirvana. No tenían conexión ni con la megalomanía del Axl de ese momento, reflejada en los vídeos de November Rain y Extranged, ni con el rock alternativo que estaba en ascenso. Aunque se sentían superiores a todos los demás grupos, el hecho, lo que realmente pasó, es que nadie habló de ellos esa noche.
Este periodo, en el que se estaba gestando la madurez de su sonido, según cuenta el libro, fue sobre todo un periodo turbulento de disputas económicas entre los miembros del grupo, discutiendo hasta en qué hoteles alojarse, y todo consumiendo cocaína a diario. La exquisita calidad que habían mostrado en canciones como «Bad Luck Blue Eyes» a Chris ya rápido dejó de importarle, fue una época en la que quiso llevar a Black Crowes a desarrollos y conceptos propios de Grateful Dead. De hecho, cambió el tema previo de cada concierto, que era «Are you ready?» de Grand Funk Railroad por música hindú. Todo desde su flamante nueva mansión en Hollywood Hills.
Esta deriva fue el mayor bache que atravesó el grupo en lo mejor de su carrera. Se encerraron en noviembre del 93 a trabajar en un disco bajo los nuevos criterios de Chris, Tall, pero no hicieron más que esnifar «toneladas de coca», confiesa el batería, y registrar canciones más bien apagadas y con críticas y desprecios a la escena de Seattle. Cuando llevaban gastados seiscientos mil dólares en esas cintas, Chris asistió a una sesión de la grabación del Voodoo Lounge de los Rolling Stones, vio que el rock clásico y directo volvía y decidió rehacer todo el disco.
Así surgió Amorica, que nació póstumo por la portada que, de nuevo, eligió Chris. Era del número de Hustler de 1976 dedicado al bicentenario de Estados Unidos, un pubis femenino en primer plano, aunque estuviera tras una pequeño slip. Los distribuidores se negaron a moverlo y no estuvo presente en las grandes superficies más importantes. Es un clásico, pero pasó sin pena ni gloria. En el siguiente álbum, Three Snakes and One Charm, los miembros del grupo consumidores habían pasado de la cocaína a la heroína y el crack. En directo, Chris impuso desarrollos largos y versiones poco conocidas. Hubo fans que adoraron esa espiral de oscuridad, pero la desconexión con el público general era cada vez más evidente. La señal les llegó en un puticlub. Una stripper les preguntó quiénes eran y cuando le respondieron que The Black Crowes, contestó «a mi madre le encantáis».
En 1999 ya había pasado un siglo desde su exitoso debut. Habían sucedido muchas cosas, los discos son joyas, pero su carrera, la celebridad, la popularidad, iba en picado y con riesgo de hacerse añicos. En este contexto, By Your Side no fue más que un intento desesperado de volver a las esencias. John Kalodner les dio el diagnóstico más certero que pudieran tener nunca. Es el que define toda su carrera, que eran un gran grupo con pocos hits. Triunfar en la música es un arte, pero tiene mucha facetas de ciencia exacta. La ausencia de hits y el olvido del público tienen una relación directamente proporcional.
La posterior gira con Jimmy Page dignificó su carrera, pero a pesar del éxito que supuso, Rich se cansó de tener un papel secundario en todo el tinglado. Chris llegó a decir que estaba harto de «todo ese baby, baby, baby y toda esa mierda de El Señor de los Anillos». Estuvieron a punto de grabar un disco juntos además del directo que salió, pero también partieron peras con Page, que en mi opinión les necesitaba más a ellos que ellos a él. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga y de ese desencuentro surgió Lions. Toda la accidentada carrera del grupo, su amplia gama de influencias clásicas y su capacidad para llevarlas a su sonido sin hacer una sola concesión a las nuevas tendencias, tocó techo en este álbum. Igual no es su mejor disco, pero es en el que sus virtudes se muestran con mayor exuberancia. Lo curioso, para mí, es que Gorman no le da gran importancia, aunque un poco más que a los dos que siguieron, que los cita de pasada. A mí, personalmente el enorme esfuerzo de Before the Frost… Until the freeze, reducido a ocho temas, es tan bueno como los clásicos. Más pálido, más melancólico, pero como corresponde a un grupo ya calcinado. Eso también es hermoso.
Al final, el libro Difíciles de manejar es un compendio de mezquindades y abusos de alcohol y droga que no tiene mucho de novedad. En este aspecto los músicos que llegan a algo son muy poco originales. Posiblemente, esa asimetría que impusieron los hermanos Robinson en un grupo con tantos drogodependientes es la que hizo que Gorman diera el paso de reflejar su experiencia de esta manera tan cruda. Al mismo tiempo, todo en su conjunto es absolutamente genial. Este hombre llevaba el ritmo de un cantante con delirios paranoides, su hermano el guitarrista con graves problemas de comunicación y el resto adictos deslizándose en una espiral personal hacia el abismo, alguno hasta la muerte, pero juntos lograron mantener siempre un sonido cohesionado, sin grandes cambios, permanentemente reconocible y que, pese a las distancias técnicas entre épocas, podía haberse registrado en cualquier momento tanto de los setenta como de los noventa. Sus canciones, en sus medios tiempos más lánguidos y pantanosos, tienen el brillo de lo eterno. No es que sean temas que siempre van a estar ahí, es que parece que ya estaban ahí antes de ser publicados. Algo tan sencillo y tan sumamente complicado, por no decir casi imposible de obtener.
Jrandes.
El binomio «Amorica»-«Three snakes» directamente me flipa, el segundo LP tambien es buenísimo.
Las entrevistas de los hermanitos SIEMPRE han sido, además, jugosérrimas.
Este libro molaría catarlo.
Y por qué no das por hecho que el bateria es también un egocėntrico, tendencioso mentirosillo, que quiere quedar de guay. En todo hay varias versiones, confundir la de este tipo , que no compuso ni una nota beneficiandose igualmente de parte de los derechos, con la realidad, aunque tenga parte, me parece poco serio.
No os recomiendo libros de la coleccion Baterias que no compusieron ni media nota buscando su minuto de gloria. el de Tue Doors tabien escribió un. Poca verguenza ……
Aerosmith no llevaba grabaciones para los coros. Era una trola del capullo de Chris.
Hasta Steven Tyler lo ha admitido
los black crowes siempre han sido hard to handle https://www.youtube.com/watch?v=BRcs_OzQb14
Qué raro se me hace que no esté Steve Gorman en los Black Crowes..
Para mi uno de los mejores grupos de la historia del rock. Top-10 de mi lista de favoritos sin duda.
Su segundo disco, el «Southern Harmony……….» es uno de los grandes discos de la historia de la música. La calidad musical en todas las canciones es infinita.
Siempre me arrepentiré no haber podido verlos en directo, pero siendo de una pequeña ciudad de España pocos conciertos pude ver sin desplazarme a Madrid o a Barcelona.
Conocía la existencia de ese libro y ya lo he pedido para devorar toda la carnaza que cuenta el batería.
«tienen el brillo de lo eterno»
Qué bueno que alguien se haya acordado de esta banda, de las pocas con ese duende….. ese misterioso gancho
Por cierto, mi CD de Southern Harmony and Musical Companion, comprado cuando salió en España, tenía un olor especial, una fragancia extraña, agradable. Alguien percibió algo parecido? Fantasías mías?