Caballeros, mesnadas de guerreros dirigidos por señores feudales, imponentes fortalezas, damas supuestamente virtuosas… basta observar unos pocos minutos de un capítulo de Juego de Tronos para comprobar su innegable inspiración en la Edad Media. Pero hay mucho más, no solo es una cuestión de estética. George R. R. Martin se inspiró en la historia para construir la compleja y apasionante trama alrededor del Trono de Hierro, Poniente, el Muro y su mundo.
El autor estadounidense así lo ha reconocido en diversas entrevistas desde que se publicara el primer tomo de Canción de Hielo y Fuego. Principalmente destaca la guerra de las Dos Rosas, un conflicto dinástico en la Inglaterra del siglo XV, pero el escritor estadounidense ha reconocido que también se inspiró en las Cruzadas, así como la guerra de los Cien Años.
Con este planteamiento inicial, viene una idea a la cabeza: si hay tanta base histórica, ¿por qué no escribir una saga sobre la guerra de las Dos Rosas? Para el autor y guionista estadounidense, los géneros fantástico e histórico beben mutuamente el uno del otro. Martin ha explicado en diversas ocasiones que la historia es una importante fuente de inspiración, pero que añade el factor de fantasía para conseguir una mayor libertad a la hora de narrar lo que él quiere.
En este sentido, Martin siempre apunta que se ha inspirado en los hechos del ámbito anglosajón y francés. Entre sus influencias siempre también ha destacado la novela histórica con autores como Maurice Druon (autor de la saga de Los reyes malditos) o Thomas B. Costain (creador de obras como El cáliz de plata). No solo los hechos, sino que también los lugares y personajes tienen su reflejo en lo sucedido siglos atrás.
Además de lo reconocido por el propio Martin en sus apariciones públicas, los fans tampoco paran de discutir en foros —como son Westeros y Asshai— y blogs sobre qué hechos, personajes y lugares de la historia tienen su reflejo en las páginas y capítulos de Juego de Tronos/Canción de Hielo y Fuego.
Tampoco hay que buscar calcos exactos. Martin no se cansa de repetir cuando le preguntan que no ha hecho traslaciones directas, en especial en lo referente a los personajes. El presente artículo pretende añadir un poco de luz a todos estos referentes, tantos los confesado claramente por el autor, como los que sus fans han encontrado en el desarrollo de la trama.
Los verdaderos Lannister y Stark
El eje de las dos primeras temporadas de Juego de Tronos es el enfrentamiento entre las casas Lannister y Stark. Su inspiración histórica es la guerra de las Dos Rosas, un gran conflicto dinástico que marcó el final de la Edad Media en Inglaterra en diversos períodos entre 1455 y 1485. En la vida real, las casas de York y Lancaster se enfrentaron por el control del trono a través de una serie de batallas y conspiraciones.
George R. R. Martin apostó por este conflicto porque es una muestra de la lucha por el poder. Pero la realidad supera a la ficción en crudeza. La guerra de las Dos Rosas no se desencadena por una causa romántica como en Juego de Tronos. Aquí no hay un Ned Stark que intenta demostrar que la sucesión al reinado de su amigo Robert no se va a hacer de manera legítima. En la Inglaterra del siglo XV las dos casas exhibían derechos sucesorios (ambas estaban emparetadas con los reyes Plantagenet) para reforzar su reclamación.
Entre los York y los Lancaster no hubo buenos ni malos claramente definidos, como en Juego de Tronos; en ambos bandos hay actitudes maquiavélicas. El autor capta la esencia de la historia creando un complejo conflicto dinástico en un mundo medieval, donde los derechos de cuna se utilizan para llegar al trono.
Si vamos más allá de las notables semejanzas fonéticas entre Lannister/Lancaster y Stark/York, los primeros tenían a uno de los suyos como rey en el trono de Londres al comenzar el conflicto, Enrique VI. Además, la facción lancasteriana era célebre por su enorme riqueza. Por su parte, los York tenían principalmente sus posesiones y aliados en el norte del reino, como Invernalia. De hecho, y para quienes tengan un nivel elevado de la lengua de Shakespeare y hallan visto la serie de HBO en versión original, podrán comprobar que los personajes Stark hablan con acento del norte de Inglaterra.
Pero la guerra de los Cinco Reyes que vemos en Juego de Tronos también se apoya en otras referencias históricas. Por ejemplo, el gran combate que culmina la segunda temporada en el río Aguasnegras ante las murallas de Desembarco del Rey no tiene su equivalente en la guerra de las Dos Rosas, sino en un asedio a Constantinopla, capital del imperio bizantino, en el siglo VII.
En el 677 d. C., las tropas del Califato de Damasco asediaban esta ciudad por tierra y por mar. Los bizantinos decidieron intentar romper el asedio atacando con sus barcos a la flota árabe. Esta última era más numerosa pero fue estrepitosamente derrotada por el uso de «fuego griego» , y su derrota propició que se levantara el asedio.
Esta sustancia que inspira al fuego valyrio se trataba de una combinación de hidrocarburos muy inflamables, semejante al napalm. En aquella jornada de 677, ocasionó terribles estragos entre los barcos árabes. Además, y para los lectores de Choque de Reyes, el Cuerno de Oro (como se conocía al puerto de Constantinopla) estaba protegido por una gran cadena para evitar una invasión por mar. Una idea que «copia» en la ficción Tyrion Lannister para defender Desembarco del Rey (esto último no apareció en la serie por falta de tiempo y presupuesto para la batalla).
Los protagonistas reales de Poniente
Además de los hechos, Martin ha hablado en numerosas ocasiones de los personajes históricos en los que se ha inspirado para crear a los suyos en Juego de Tronos. Por ejemplo, el rey Robert Baratheon tendría un reflejo en Eduardo IV de Inglaterra (reinó entre 1461 y 1470), un monarca que fue un gran comandante militar pero que también demostró una gran afición por la caza, la bebida y las mujeres (e hijos ilegítimos).
Mientras que la inspiración para la bella y cruel Cersei vino de dos reinas de este período: Margarita d’Anjou y Elizabeth Woodville. Esposas de Enrique VI (rey entre 1422 y 1461) y Eduardo IV respectivamente. Ambas se tuvieron que enfrentar a los lores protectores del reino (el cargo de Mano del Rey podría ser perfectamente su equivalente) ante las incapacidades o muertes de sus maridos. También destacaron por la firme defensa de los intereses y posición de poder de sus respectivas familias.
En este sentido, Margarita de Anjou, al igual que Cersei en la ficción, fue la responsable de desencadenar el conflicto contra los York. Demostró ser una política implacable para defender los intereses lancastarianos. Convocó un consejo y consiguió convencer a la mayoría de casas nobiliarias para marginar a los York, por sus maniobras conspirativas para hacerse con la corona. Esta acción supuso que la casa nobiliaria norteña tomara las armas.
Por su parte, Elizabeth Woodville también tenía fama en la época de ser la mujer más bella de Inglaterra, un rasgo que guarda con Cersei; las referencias al atractivo físico de la leona Lannister son constantes en los libros y la serie. Por su parte, Woodville también fue célebre por favorecer a sus familiares para que accedieran a puestos claves en la corte, y en especial a su hermano Ricardo. Aunque no hay indicios de que llegaran a un romance incestuoso como Jaime y Cersei.
Pero si hay un personaje de la guerra de las Dos Rosas que parece ser una gran fuente de inspiración para Juego de Tronos, ese es Ricardo III (rey entre 1483 y 1485). El último monarca de la casa York es una célebre figura en el mundo anglosajón gracias a que William Shakespeare le hacía pedir un caballo a cambio de su reino. La pluma del célebre dramaturgo y la propaganda de sus enemigos lo convirtieron en un villano que conspira para conseguir los derechos a la corona; mientras que algunas fuentes históricas dan una imagen diferente.
Parece ser que Ricardo III habría servido de inspiración para tres personajes, tanto en su vertiente histórica como literaria. Martin vuelve a hacer gala de su gusto por la libertad adaptativa y lo habría utilizado tanto para inspirarse en la creación de lobos como de leones, sin guardar un paralelismo estricto con la casa de York, a la que pertenecía el monarca. El primer de la lista es Ned Stark, quien acogería la vertiente más realista de este monarca en su lucha por contener las ambiciones Lannister al trono. Ricardo III antes de ser rey fue nombrado lord protector del reino a la muerte de su hermano, el ya mencionado Eduardo IV, y actuó como regente a la espera de la mayoría de edad de su sobrino Eduardo. Ahí tuvo que enfrentarse a las ambiciones de la madre del futuro soberano, Elizabeth Woodville, quien, como hemos visto, no perdía oportunidad para intentar acrecentar el poder de la familia.
Ricardo III fue más hábil que el líder de los Stark. Encarceló y ejecutó a algunos nobles afines a Elizabeth, y consiguió que su matrimonio y el de su hermano Eduardo IV fuera declarado ilegítimo. Esto hizo que los hijos de la pareja quedaran fuera de la línea sucesoria y el propio Ricardo pasaba a ser el legítimo dueño de la corona.
Otro personaje estrella de serie tendría asimismo su inspiración en Ricardo III: Tyrion Lannister. El monarca inglés también fue jorobado deforme (estos rasgos del Gnomo aparecen en las novelas y no en la serie). Ambos personajes se sienten marginados dentro del linaje familiar —recordemos la agria conversación entre Tywin y su hijo en la primera temporada— Además, si recurrimos a la versión literaria del rey inglés, los dos son conspiradores, y ambos son acusados de conspirar contra sus sobrinos.
Un último detalle: antes de ser célebre por su interpretación de Tyrion, Peter Dinklage protagonizó con éxito en los escenarios neoyorquinos la obra de Shakespeare sobre el monarca inglés.
Finalmente, Stannis Baratheon sería el tercer Ricardo III de Juego de Tronos, y combina también sus vertientes históricas y literarias. Los dos tienen una reclamación legítima sobre el trono después de que se demuestre que los matrimonios de su hermanos fueron una farsa. Ambos son buenos comandantes militares, pero no dudan en conspirar para eliminar a sus parientes de la línea de sucesión.
Como curiosidad, la interminable y compleja guerra de las Dos Rosas terminó en 1485 con una solución de compromiso entre ambas dinastías contendientes. Isabel de York se casó con un miembro de una casa emparentada con los Lancaster: Enrique Tudor, quien pasaría a ser rey de Inglaterra. El hijo de la pareja, Enrique VIII, inspiraría otra célebre serie de inspiración histórica: Los Tudor.
Los trasfondos del Muro, los Targaryen y Khal Drogo
Más allá del enfrentamiento entre Lannister y Stark, las referencias están en otros puntos de la saga y se mantiene el ámbito de la historia medieval del mundo anglosajón. Para crear el Muro, George R. R. Martin se inspiró en un viaje a Escocia en 1981 durante el que visitó los restos del Muro de Adriano, una fortificación de época romana construida para contener las tribus bárbaras del norte de las Islas británicas, como los fieros pictos. Martin se imaginó a un legionario contemplando con temor los enemigos que podían ocultarse en ese terreno inhóspito. A partir de ahí, quiso añadir elementos propios de la fantasía e hizo al Muro más grande que hermano real en Escocia, y lo que había más allá tenía que ser más temible que los aguerridos pictos.
Pero el Muro no es el único paralelismo geográfico que encontramos en Juego de Tronos. Los Siete Reinos de Poniente son una réplica de los Sietes Reinos sajones que conformaban el paisaje político de Inglaterra entre el siglo V y el IX, el período se conoce como la Heptarquía anglosajona.
La Inglaterra sajona llegó a su fin con la llegada de los normandos en 1066, que impusieron una nueva dinastía gobernante. Los invasores estaban comandados por Guillermo el Conquistador, alter ego en nuestra saga de Aegon I, el primer rey Targaryen en las tierras de Poniente, que instauró el gobierno de esta dinastía sobre los Siete Reinos.
Si recordamos a Khal Drogo, líder de los temidos jinetes dothraki, debemos personalizarlo en Genghis Khan y las poderosas huestes mongolas que atemorizaron al mundo en los siglos XII y XIII. Los caudillos y los guerreros montados comparten una fama de invencibles entre sus enemigos. También conforman una sociedad nómada muy belicosa, donde el líder debía ser fuerte; y proporcionar un botín abundante a sus hombres, si quería mantener el poder.
Continuando con las peripecias de Daenerys Targaryen, encontramos otras claras referencias fuera del ámbito histórico anglosajón. Cuando conocemos al personaje se encuentra exiliada en Pentos, una de las Ciudades Libres, que recuerdan a las ciudades-Estado italianas, donde poderosas oligarquías de mercaderes dirigen sus destinos. Es un aspecto que queda mejor reflejado en las novelas que en la serie.
Las otras ciudades que la heredera Targaryen va encontrando en su camino tienen una inspiración en culturas antiguas como la egipcia, debido a su claro componente esclavista y a la presencia de algunos elementos arquitectónicos como las pirámides.
Otro pueblo que tiene un claro paralelismo en las páginas de Martin y los capítulos de la HBO son los vikingos. Sus replicantes en la ficción son la casa Greyjoy, capaces de sembrar el terror con sus temidos ataques desde el mar, como lo hombres del norte que atemorizaron a Europa en sus momentos de esplendor en los años más oscuros de la Edad Media.
Los guerreros de Juego de Tronos
Los fieros dothrakis y hombres de la casa Greyjoy son solo una muestra de los guerreros en Juego de Tronos. Como ya se ha dicho, los ejércitos que despliegan las diferentes casas de los Siete Reinos recuerdan a las mesnadas medievales. Al igual que sus contrapartidas en la Europa feudal, la flor y nata de estos ejército son los poderosos caballeros, que como parte de la nobleza y del sistema de vasallaje aportan tropas ante la llamada de su señor para ir a la guerra.
Si volvemos al frío Muro, la Guardia de la Noche bien podría ser una orden religioso-militar de la época de las Cruzadas. De hecho, los camaradas de armas de Jon Nieve ofrecen un retrato más real y cercano a órdenes como los monjes guerreros templarios u hospitalarios que otras novelas de éxito que les atribuían supuesto conocimientos secreto sobre Cristo, y que nacieron tras el boom de El código Da Vinci.
Como los milites chrtisti, los miembros de la Guardia de la Noche hacen un juramento de lealtad y pertenencia que los ata de por vida. Unos y otros fundamentan su organización por funciones. Su juramento les impedía inmiscuirse en los conflictos entre reyes; su misión era proteger a su civilización de peligrosos enemigos exteriores.
A partir del libro Tormenta de espadas, diferentes miembros de unidades mercenarias toman mayor protagonismo en la trama, tanto en Poniente como en las andanzas de Daenerys. Estos soldados de fortuna son modelados en Juego de Tronos a imagen y semejanza de las compañías libres de la Edad Media; estas unidades actuaron principalmente en Francia durante la guerra de los Cien Años. Aunque también podemos encontrar ejemplos de estos guerreros en el ámbito mediterráneo, como fue el caso de los almogávares en las posesiones mediterráneas de la Corona de Aragón y de los condottieri en la Italia renacentista.
Otros guerreros que generan debate entre los fans son los Inmaculados. En el tercer libro de la saga se describe su entrenamiento; son preparados para la guerra desde pequeños de una manera que recuerda a los espartanos. Pero su condición de esclavos hace que muchos quieran ver referencias de unidades como los mamelucos egipcios o los jenízaros otomanos, que tenían sus orígenes en guerreros privados de libertad.
Los personajes, hechos y lugares históricos enriquecen Juego de Tronos. Ayudan a Martin a buscar aquellos matices que han provocado que esta saga tenga miles de fans tanto en su vertiente televisiva como literaria. Por suerte no ha hecho un calco exacto, y así no hay manera de descubrir lo que puede venir a continuación. La historia es un condimento excelente a la trama de los Siete Reinos, pero afortunadamente no es una guía. Al fin y al cabo, los giros argumentales inesperados fueron lo que convirtió a la producción de HBO en uno de los grandes fenómenos televisivos de los últimos años.
Para la última serie se han inspirado más bien en un montón de estereotipos sobre la Edad Media. Todo es oscuridad, sexo y violencia. La estética es digna de un videojuego, han usado el ordenador más que un adolescente en verano. No hay veracidad por ningún lado, solo una parodia de la Edad Media.