Misterios incognoscibles y hechos históricos. Pasados y futuros confundiéndose. Apoteosis del arte y revoluciones amargas. Oriente Medio de ficción y fábula. Diosas olvidadas, antihéroes yokai, extraños convivientes de piso. Buscar justicia, dibujar, resistir, recordar y amar. El segundo trimestre de 2022 en cómic nos deja una nueva remesa de obras a recomendar que hacen de todo menos dejar indiferente.
Diez mil elefantes, de Pere Ortín y Nzé Esono Ebalé (Reservoir Books)
Memoria de una parte olvidada de la historia de España —o quizás una a la que no se quiere mirar mucho— es esta ficción ampliamente documentada en su singular trasfondo: el de de una expedición de cineastas que viajó a la Guinea Ecuatorial española para atestiguar los logros del franquismo y así poder medirse el rabo del orgullo nacional con otros imperios colonizadores europeos. Narrada desde el punto de vista del colonizado y con un trabajo de investigación concienzudo tras él, Diez mil elefantes no solo destaca por su temática, sino también por una gráfica sinestésica resuelta con una técnica a boli ensimismada y tenaz que recrea lugares e inspira sensaciones, evocando un aura numinosa que aspira a cierto realismo mágico. Pere Ortín y Nzé Esono Ebalé firman aquí una obra de espíritu estoico que se alza sobre el agravio, sin dejar de señalarlo.
Goya Saturnalia, de Manuel Gutiérrez y Manuel Romero (Cascaborra Ediciones)
A pesar de que hay quien insiste en que las biografías célebres en cómic se han convertido en un género puramente comercial, la verdad es que cada año se están publicando trabajos que van más allá de lo factual y aspiran a explorar temas pero también formas inauditas, algo muy raramente practicado en otros medios. La que ha brillado en este trimestre es la del pintor Francisco de Goya, que emplaza su crónica en los años que habitó en la finca de La Quinta del Sordo y en la que ejecutó sus Pinturas negras. Manuel Gutiérrez y Manuel Romero viran la narración hacia lo oscuro y lo exaltado, no escatimando sombra alguna. En ese proceso, el maridaje en la gráfica con la estilística pictórica es un rasgo muy destacable del cómic, pero también lo es una estructuración y un avance de la historia que culmina en apoteosis como si estuviéramos ante una gran ópera que, en crescendo, aspira a tocar lo más alto. Goya Saturnalia es un retrato crudo pero bien medido que sobrecoge en forma y fondo.
El Joe del mañana, de Asao Takamori y Tetsuya Chiba (Arechi)
Esperadísima y reclamadísima (para muestra, un botón), otra de las obras más significativas de la historia del manga llega por fin a España, en un goteo de clásicos imprescindibles que no cesa. La de El Joe del mañana no es solo una historia que ha inspirado tremendamente a los autores de manga que vinieron despué, sino también a la propia sociedad japonesa. Las desventuras de un joven huérfano abocado a convertirse en boxeador, a pesar de su reticencia inicial, aglutinaron drama, acción, humor y comentario social, en una hibridación del spokon y la novela de aprendizaje con tintes dickensianos. La odisea practicada por Asao Takamori y Tetsuya Chiba se lee todavía, cincuenta años después, fresca y plenamente dinámica, perfilando en este primer volumen, con mucha expresividad y conciencia los rasgos psicológicos de Joe Yabuki, su protagonista, apuntalando su carisma esencial.
Primer cuchillo, de Simon Roy, Daniel Bensen, Artyom Trakhanov y Jason Wordie (Gigamesh)
A principios de los dos miles una hornada de autores como Emma Rios o Brandon Graham floreció en el seno de la editorial Image, con títulos de ciencia ficción que exploraban nuevos caminos y estéticas con una mochila cargada de influencias variopintas que iban desde Moebius a Katsuhiro Otomo. Simon Roy, uno de los artífices de aquella suerte de renacimiento o homenaje a la ci-fi para adultos ochentera, vuelve acompañado del guionista Daniel Bensen para explorar un postapocalipsis americano de plena inspiración en la historia americana postcolonización. Guerras entre clanes, patriarcas alienígenas y soldados de otros tiempos adorados como demonios son aquí ilustrados con la estilo intenso y sombrío de Artyom Trakhanov y Jason Wordle, que practican un grafismo de realismo sucio reminiscente del de Eduardo Risso en 100 Balas. Dramático y ágil en pos del clímax, Primer cuchillo es una odisea en búsqueda de libertad pero también de verdad, lo que suele resultar en una experiencia dura y amarga.
Kowloon Generic Romance, de Jun Mayuzuki (Norma Editorial)
Este intrigante josei no ha hecho más que arrancar y recomendarlo desde su primer volumen parece arriesgado, pero es que Jun Mayuzuki ha sabido poner la miel en los labios muy acertadamente. Kowloon Generic Romance se va desplegando capítulo a capítulo como una muñeca rusa: tras su apariencia de comedia romántica bañada en nostalgia noventera, va aflorando un trasfondo de ciencia ficción en segundo plano para rematarnos con un cierre de volumen que nos deja con un misterio como la copa de un pino. Ambientada en la desaparecida ciudad de Kowloon —en su día de los lugares más densamente poblados del planeta— y con unos aires de taciturnidad y sensualidad que ni Wong Kar Wai, pero que no riñen con el puntito humorístico más mamarracho, esta peculiar serie promete ya lo suficiente como para no quitarle el ojo de vista.
Adiós amigos, de Begoña García-Alén (Apa-Apa Cómics)
La vanguardia del cómic se hermana con la antaño vanguardia del arte conceptual en este cómic que recuerda a la figura del artista neerlandés Bas Jan Ader, desaparecido misteriosamente en una travesía solitaria por el océano Atlántico en 1975. La dibujante Begoña García-Alén, pródiga en la exploración de las diversas formas de elipsis en el lenguaje del cómic, emplea aquí la llegada del velero a las costas de Ferrol para imbricar interpretaciones de las performances de Ader con pasajes de las vidas de los habitantes de dicha localidad. Adiós amigos ejecuta así, desde el minimalismo y la morosidad en las acciones del día a día, una evocación de ausencias reforzada por el juego de fantasmagorías que se produce al rememorar las lánguidas y extrañas piezas del artista conceptual. Trazo claro y sencillo con el color retenido en la línea y un aire de misterio que no se puede explicar, pero que García-Alén hace que se pueda palpar.
La pequeña genia y la partida de shatranj, de Álvaro Órtiz (Astiberri Ediciones)
La última vuelta de tuerca de la carrera del historietista Álvaro Ortiz lo ha llevado al campo todavía creciente del cómic infantil-juvenil. El zaragozano, inspirado por las fábulas de Oriente Medio, se saca de la manga una odisea a dos tempos: una primera mitad, la de arranque, más pausado de narrativa clásica de cuentacuentos y mucho sentido de la maravilla; y una segunda más dinámica y rebelde, progresista, con recursos de humor y acción reminiscentes del manga pero quizás también con un pellizco de la escuela Bruguera. En La pequeña genia y la partida de shatranj Ortiz hace gala de su hábil mano y buen gusto con las paletas para crear un universo colorista que une lo clásico con lo moderno. Un cuento que recoge narrativas tradicionales pero también el variado y expresivo lenguaje del cómic, que igualmente puede resultar entretenido tanto para los más pequeños como para los adultos.
Tupper para tres, de Sara Jotabé (Fandogamia)
No sé si hay un género más patrio que el de la comedia de convivientes juveniles. Dicho género mantiene su interés en el tiempo a través de distintos medios, sin muchos cambios de formato, a causa de que las vicisitudes de los protagonistas de cada generación ya renuevan, de alguna forma, el género. La zaragozana Sara Jotabé se aventuró a contar las de la suya —inicialmente en forma de webcómic, y luego con esta edición en papel— a través de los jocosos enredos de tres jóvenes, cada uno de su padre, madre, clase social y costumbres en general. La autora va más allá de los arquetipos comunes y hace tan flexibles a los personajes como sus plásticas anatomías dibujadas. Enérgica, expresiva, dinámica y muy descacharrante, Tupper para tres se alinea con otras comedias costumbristas que viven en el presente como Dolores y Lolo o Giant Days sin dejar de ser heredera de la tradición de las tiras de El Jueves.
Constanza y yo, de José Luis Cano (GP Ediciones)
De un tierno atesoramiento de la memoria familiar trata este conjunto de anécdotas autobiográficas del humorista gráfico José Luis Cano compartidas con su nieta, Constanza, fechadas desde la infancia hasta la adolescencia. Estructurado el libro a través de la edad de ella, la historia se caracteriza por preservar unos momentos dorados, una suerte de verano eterno entre abuelo y nieta, un tiempo «mágico» que es el espacio natural para la imaginación y los juegos. Del ingenio de la pequeña y de la complacencia de Cano surgen toda una multiplicidad de situaciones contadas con con una candidez que se lleva a las mil maravillas con un tono de picardía traviesa, que aun siendo una vivencia personal, también recuerdan a las travesuras del Calvin & Hobbes de Bill Watterson. Con un estilo expresivo que hace gala de un color vivo y ambiental, Constanza y yo es un mosaico de intimidades hecho recuerdos en forma de viñetas.
Seguir dibujando, de Coco (Bang Ediciones)
Del atentado perpetrado contra la revista Charlie Hebdo que acabí con la vida de varios de sus autores, han surgido varias obras por parte de algunos de sus supervivientes narrando sus vivencias y sus intentos de lidiar con la trágica experiencia. Tras Catarsis, de Luz, y de La levedad de Catherine Meurisse, seis años después de los hechos, llega la de Coco, quizás el más completo de los relatos hasta la fecha. En Seguir dibujando, la autora cuenta lo que vivió en primera persona y la persistencia del trauma en su vida, empleando varios recursos gráficos impactantes y expresivos en forma y tirando de metáfora visual y el uso de colores dominantes para transmitir emociones profundas y complejas. Pero en las mismas páginas, Coco consigue hacer también una crónica reflexiva y crítica, un homenaje cariñoso a sus compañeros asesinados y un alegato firme de la profesión de humorista gráfico.
La guerra de los mundos, de Santiago García y Javier Olivares (Astiberri Ediciones)
Inesperada vuelta de tuerca de la célebre obra de H. G. Wells que no agota su interés en la pirueta que abre el relato en esta versión. Al contrario, tras efectuarla redobla y profundiza en algunos aspectos considerados por algunos como ya presentes en el original, como el foco en el relato del superviviente o la crítica al colonialismo imperialista. En esta nueva vieja La guerra de los mundos se despliega un relato coral episódico que permite explorar las muchas caras de las víctimas de una invasión y las formas en las que pervive la fechoría en el tiempo mientras no se haga justicia. Digna sucesora del legado de la original que se ha trasladado en otras adaptaciones, la de Santiago García y Javier Olivares sacude al lector desde su gráfica elocuentemente sintética, condensando una imaginería de ciencia ficción que no riñe con una evocación realista y desgraciadamente actual.
Diosa, de Aude Picault (Garbuix Books)
Una década ha pasado desde que se dejó de publicar a esta talentosa dibujante. Quizás poco podríamos imaginas que desde aquellos primeros trabajos de corte autobiográfico (Papá, Rollos míos, Travesía, Charanga) nos llegaría ahora esta reinterpretación del Génesis y el mito de Lilith para explicar cómo las sociedades matriarcales pasaron a ser patriarcales. Aude Picault se interna aquí en el campo de la sexualidad como vertebrador de las relaciones de poder. Y en esa injerencia la obra adquiere también cierto tono de sátira al representar a personajes bíblicos bajo el filtro de un costumbrismo sexual inesperado. En ese tránsito, Diosa se vuelve un cómic irreverente de enfoque feminista en su exposición, que no desecha intensidad y majestuosidad, bien perfilada por el dibujo de línea clara de Picault, muy versátil, que sabe ser plástico, expresivo y/o pictórico según convenga al tono de cada momento. Un cómic ideal para volver a la autora o para descubrirla.
Baños Pleamar, de Isaac Sánchez (Dolmen Editorial)
Poco podríamos haber imaginado un cambio de tercio tan particular (y personal) en la carrera de Isaac Sánchez, que inició su carrera en el mundo de los cómics con obras de género muy noventeras. Baños Pleamar es un salto al campo de lo autobiográfico para rememorar los años de infancia del autor en el restaurante con piscina a pie de playa que fue su hogar. En su narrativa hay varias piruetas ingeniosas en la que podemos ver ejercicios de estilo y perspectivas sobre la memoria que recuerdan trabajos como los de Paco Roca, Emil Ferris o José Pablo García. Pero bajo todos esos recursos gráficos y mecanismos narrativos, bajo esta forma bastante madura, reside una voz honesta y emocional que da de resultas una nostalgia que rezuma autenticidad y motivo de ser. Una bella rara avis en estos tiempos de explotación de los fetiches idealizados de tiempos pretéritos, sin más propósito que el revival comercial.
Justicia y dignidad. Revolución en Egipto y derechos de las mujeres, de Bast y Ferenc (Desfiladero Ediciones)
Sobre los sucesos de acoso y violaciones a mujeres en los días de la llamada «primavera árabe» en la plaza Tahrir de Egipto, los autores franceses Bast y Ferenc elaboraron este inteligente relato que combina una ficción de trasfondo real con una exposición más documental, permitiendo construir sólidamente el contexto en el que suceden los hechos. A través de la historia de Layla se narra un problema sistémico de represión, abuso y discriminación a las mujeres, sostenido tanto por el Estado como por los manifestantes. Afectando a las mujeres egipcias pero también a periodistas extranjeras que acudieron a cubrir las manifestaciones, Justicia y dignidad se constituye como un relato trágico pero firme en su denuncia y exhaustivo en la mención de todas las dificultades que suponen tanto visibilizar el problema como pedir acciones para combatirlo. La narrativa clara y expositiva se da la mano con el recurso de singularizar a las víctimas a través del color, lo que permite poner el foco en ellas y en su reivindicación de justicia.
Korokke y el espíritu bajo la montaña, de Josep Busquet y Jonatan Cantero (Spaceman Project)
Orondo, fuerte y bastante outsider. Josep Busquet y Jonatan Cantero se sacaron de la manga hace unos años a este «Bud Spencer» en un mundo repleto de mitología yokai con un poco de cocina propia. A aquella excelente presentación del personaje en Korokke y la chica que decía no, le ha seguido esta odisea que no se ha quedado corta en cuestiones de subir las apuestas. A una historia conmovedora e intrigante, repleta de interesantes nuevos secundarios que salpimentan la historia y a un desarrollo ascendente que busca explotar en una gran confrontación, se le suma una evolución del dibujo que lo vuelve más flexible y muchísimo más dinámico en la acción, así como rico en matices expresivos. Korokke y el espíritu bajo la montaña es un álbum de aventuras tan clásico como feroz y asienta un poco más a un personaje que debería entrar pronto en la galería de personajes célebres del cómic español.
Loba boreal, de Núria Tamarit (Ediciones La Cúpula)
Muy fiel a su vocación autoral de aportar perspectiva de género y mensaje feminista a sus historias (Giganta, Diamond Defense), Núria Tamarit se ha lanzado a la novela de supervivencia en tierras hostiles a lo Jack London, donde lo hostil no viene de la tierra sino del hombre, con algunas notas de trasfondo fantástico y conciencia ecologista. Loba boreal sigue los pasos de Joana, una chica que viaja al nuevo mundo para sumarse a la fiebre del oro. Su proceso al embarcarse en dicha carrera es uno de constante reflexión y aprendizaje, permitiendo a la autora lanzar un mensaje que mira hacia atrás para deconstruir el mito del progreso y el éxito sostenido en la sobreexplotación de los recursos naturales. Con su característico estilo de elegante caricatura curvilínea y una paleta rica en tonos estacionales, Tamarit reimagina los clásicos de aventuras, haciéndolas protagonistas a ellas y planteando resoluciones que pasan por la conciencia del entorno natural así como de la sororidad entre mujeres.
