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Elvis daría para dos horas y cuarenta minutos (pero no estos)

Elvis
Elvis. Imagen: Warner Bros Pictures

Hace poco, en uno de los programas del podcast La Script, su presentadora, María Guerra, conversaba con Lucía Lijtmaer sobre lo difícil que es retratar el proceso artístico en una película. Por eso, justificaba Guerra, muchas veces acabamos viendo biopics que son una sucesión de acontecimientos privados y sentimentales que intentan, de alguna forma, explicar la grandeza creativa de sus protagonistas.

Algo así ocurre en Elvis, de Baz Luhrmann, un filme cuya forma encaja perfectamente tanto con el personaje como con el director, pero cuyo fondo se pierde en una serie de secuencias, viñetas en la vida del cantante de rock ‘n’ roll, que no dejan ver la profundidad del personaje. También, para qué negarlo, la historia se diluye en los ciento sesenta minutos que dura el metraje. ¿Dónde han quedado las películas de hora y media? ¿Por qué no vuelve el tiempo en el que ciento veinte minutos se reservaban a las epopeyas largas? ¿Son las historias las que se han vuelto eternas, soy yo, que me he vuelto mayor, o son los argumentos, que se han vuelto soporíferos?

Pero vayamos al principio. Elvis cuenta la historia del rey del rock desde el punto de vista del villano de su vida, el coronel Parker, su mánager y la persona que, supuestamente, le convirtió en una máquina de hacer dinero a costa de exprimir su talento para el directo y limitar su libertad artística. Elvis está interpretado por un fantástico Austin Butler, que no solo consigue transformarse físicamente en ese ser humano que volvió al mundo loco con un movimiento de caderas, sino que le imprime la humanidad necesaria para reconocer al mito más allá de la caricatura. Parker está encarnado por un Tom Hanks pasado de maquillaje y peso. Y aunque es una interpretación arriesgada, bordeando la parodia pero correcta, el problema de Parker no es el actor que lo encarna sino el dibujo del propio personaje o, más bien, el borrón que se nos muestra. Luhrmann está tan encariñado con Elvis que se olvida de los oscuros del personaje, igual que ignora los claros que, se supone, debía tener el coronel para haber conquistado al cantante hasta el punto de que le considerase como un padre.

Elvis
Elvis. Imagen: Warner Bros Pictures.

Parker es, además, el punto de vista elegido para contar la historia, un narrador que se presenta como no fiable pero que, en realidad, acaba desmontando su propia versión, ofreciendo un relato perjudicial para sí mismo. Elegir ese enfoque para contradecirlo a cada paso es una decisión, cuanto menos, confusa.

Y sin embargo, no puedo pensar en ningún director mejor para llevar a la gran pantalla la historia de Elvis. Romeo+Julieta, con su furioso montaje y sus sentimientos a flor de piel, capturaba perfectamente la locura (y la patada en la cabeza) adolescente de la intensidad del primer amor y el rechazo a cualquier elemento que implique su retraso. Moulin Rouge! conseguía recuperar la demencia del París artístico, ebrio de experiencias, de finales del XIX haciendo un pastiche de temas pop y rock que, seamos sinceros, hubiese muerto en manos de cualquier otro. Y El gran Gatsby retrataba el lujoso mundo de un personaje que, pese al derroche material de su alrededor, vivía en un vacío absoluto. Los excesos de Elvis encajaban perfectamente en el molde Luhrmann.

Elvis
Elvis. Imagen: Warner Bros Pictures.

Admitiendo que es el director perfecto para ponerse tras las cámaras y lograr contar esta historia, no está claro que fuese uno de los candidatos ideales para escribirla. Es efectivamente complicado explicar con imágenes qué lleva a un creador a convertirse en un referente en su arte, pero Elvis es el gran icono cultural del siglo XX con permiso de Marilyn Monroe. Se merecía un mejor intento. La película hace esfuerzos por mostrar la cara más humana de un señor que ha pasado a la historia por ser un innovador y también una hipérbole de sí mismo. Sin embargo, no consigue definir qué quería hacer Elvis como artista, qué revolucionó y qué cambió a partir de él. Era un genio, dicen todos (y hay demasiados personajes diciéndolo). Pero ¿por qué? ¿Era por su forma de cantar? ¿De interpretar? ¿De tocar la guitarra? Con todos mis respetos, es cierto que sus caderas y sacudidas fueron revolucionarias, pero no es una leyenda solo por ello. Y es una pena que este relato dé esa sensación.

Sí que es cierto que, como ya pasaba en el final de Bohemian Rhapsody, el actor se transforma en el personaje y su energía en los directos es tan perfecta que dan ganas de salir corriendo a Las Vegas de finales de los sesenta a ver la absurda y excesiva magia de Elvis sobre un escenario. Cada vez que una secuencia se centra en las actuaciones en vivo, la película vuela gracias al carisma del intérprete y del personaje. El sudor, la voz, el baile y el deseo de dar un gran espectáculo consiguen un efecto parecido al subidón con el que abandonábamos las salas de cine en el biopic de Freddie Mercury. ¿Era una película redonda? No, pero ese final…

Sin embargo, esto es cine, y el cine tiene que lograr contar una historia con su propio lenguaje. En determinados momentos, Luhrmann lo logra. Es una lástima que no sean suficientes para justificar (perdón por la insistencia) dos horas y cuarenta minutos de relato. Es curioso que esas pinceladas provoquen el anhelo de más Elvis y más Luhrman, pero de otra manera. Porque si el rey del rock fue un exceso de ser humano, no me esperaba menos de su retrato en la gran pantalla a manos del australiano. No hubiesen sobrado más luces, más música, más ruido, más pantalla partida… el éxtasis sentimental a partir de la exuberancia audiovisual. Sorprendentemente, Luhrmann ha decidido ser, en este caso, comedido.

Y yo, con los antecedentes que manejaba, en vez de una Bohemian Rhapsody, me esperaba un Rocketman.

Elvis
Elvis. Imagen: Warner Bros Pictures.

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11 Comentarios

  1. ArminTanzarian

    Me pregunto porqué, salvo escasas excepciones, normalmente películas menos ambiciosas y de corte independiente, TODOS los biopic fracasan en mayor o menor medida desde hace muchos muchos años(aún recuerdo aquella horrible The Doors)
    Sorprendentemente todos caen en todos los tópicos en el consabido desarrollo nudo desenlace cuando toma las riendas Hollywood. Condensemos una vida, la trasladaremos al lenguaje cinematográfico y….zas!!! Otra igual que las demás, que pesados!!

  2. Excelente crónica que suscribo totalmente. Me falta más Elvis, más música, más talento, más brilli brilli, más locura y espectáculo. Me sobra Parker y tener que consumir la historia a través de sus prismáticos dejando al personaje en una mera marioneta. Puede que fuera así, pero me falta la versión del ‘Rey’. Me falta mucho. Y por tiempo no habrá sido ¿verdad?.

  3. Carlos Anaya

    Aquí la gente crítica porque en fin tienen que decir algo… criticar es fácil crear algo es lo difícil….Baz Luhrmann ha hecho una obra de arte y el tiempo, y nadie más que el, lo dirá.
    Ustedes qué han hecho? Que le han aportado a la humanidad?

    • Baz Luhrmann ha hecho un producto para vender, no un sacrificio por la humanidad.
      El consumidor tiene el derecho a opinar lo que le dé la gana, pues no le pagan por ello.
      Yo paso de ir siquiera a ver una película sobre Elvis. Me importa una mierda Elvis. Imagina lo que me importa una película sobre Elvis. Musicalmente hablando, me parece más auténtico Chiquito de la Calzada.
      El tiempo no dice nada. Nos da por culo a todos.
      Amén.

    • No he visto la película y, por lo tanto, no voy a opinar. Pero si el tiempo es el único que juzgará a la película y el trabajo de Luhrman, tampoco puedes opinar tú, ¿no?

      Y el argumento de que si alguien no ha aportado nada a la humanidad no puede juzgar es algo desconcertante. Entiendo que tu influencia en la historia de la humanidad será inabarcable, porque lo acabas de hacer.

    • Es extraño…últimamente abundan este tipo de comentarios en Jotdown abogando por lo innecesario de la crítica…todos parecen escritos por la misma persona o, por lo menos, egresados summa cum laude del mismo parvulario de la estupidez humana…

      Si debo escoger una frase del comentario para enmarcar para la posteridad, seguro me quedo con “Baz Luhrmann ha hecho una obra de arte y el tiempo, y nadie más que el, lo dirá.”…es una maravilla…me ha dejado sin aliento…

    • Jim Burrows

      Son unos acomplejados, la palicula la han visto ya 17 millones de personas. Y no es como cuando lo vieron 60 millones el 9 de setiembre de 1956, que no tenian que pagar para verlo. Estos son 17 MILLONES de pagantes, hasta ahora. https://scontent.fmga3-2.fna.fbcdn.net/v/t1.6435-9/78752467_3269193416455248_7154161148462366720_n.jpg?_nc_cat=109&ccb=1-7&_nc_sid=cdbe9c&_nc_ohc=DsI_LERS66UAX9SXphO&tn=7MWBeE7Q5teRXIgK&_nc_ht=scontent.fmga3-2.fna&oh=00_AT8cLwRh4Rc2UdE6aFvbh58z9HhrZakL9wvTOYIMxcNKrg&oe=62F6E76A

  4. Eduardo No Riega

    El que inventó los torreznos si que hizo una aporte notable a la humanidad y aún no le han hecho una película. Carlos, ahí tienes protesta que hacer.

  5. Benjamín

    Había leído el artículo y, luego, los comentarios y apostillas al mismo.
    Ayer fui a ver la película. Mis impresiones son las siguientes.
    – El tiempo de visionado me pasó rápido. Hubo mementos de deleite, no tanto en las secuencias biográficas, sino, por ejemplo, en la profundización en las influencias de la música negra.
    – Quizás no hacía falta tantas imágenes de los güevos de Elvis. Lo de las caderas impresionó a toda una época. Quizás alguna/a/e le miraran el paquete, pero creo que no tanto…parecía una escena de sexo explícito.
    -Se trata de una película que, obviamente, ha de ser rentable (su presupuesto no habrá sido moco de pavo) y, para ello, cuenta una historia, que no tiene por qué ser una rigurosa tesis doctoral sobre las influencias sociales, culturales, familiares y musicales de las que bebió su protagonista, ni ceñirse a la verdad (¿qué verdad?). Por otra parte, de lo que sé de Elvis, la película deja bien a las claras su origen, cultura musical, aunque no demasiado su innegable inmenso talento (que, modestamente creo, ni el mismo Elvis creía que poseyera)
    – La técnica usada en el guión con el «coronel» (en el visionado no pude centrarme bien en él, sino en su intérprete), no es muy distinta de la utilizada con Salieri en Amadeus. Pura técnica cinematográfica vertebradora de una biografía algo icónica, que permite dejar volar la imaginación (a veces hasta la locura) en la presentación de un personaje.
    – Hay que tener en cuenta que el guión contó con algo más que la mera aprobación de Priscila y de su hija. En fín…así les gustaría recordarlo y que le recordáramos. Comprensible
    – Es Hollywood y una historia como pueda ser la de un boxeador, un soldao o un pistolero del oeste: Hay quienes que les dan una última oportunidad de victoria, otras veces se la niegan, otras el protagonista la malgasta, huye, pierde…muere…Al final la historia de un perdedor en lo personal y un triunfador en las salas de cine….siquiera por compasión.
    – La verdad es que, por lo que sé, Elvis debió ser un tío sumamente inseguro. Fue él y no el Coronel el que quiso ser, por encima de cantante, actor….y en eso era malo y lo pagó.
    -En la música, como todo genio (desde los clásicos Mozart, Arriaga, Jakson…), las vidas les dio que aún se les eche de menos…
    -Una buena película que entretiene, perfila un personaje y deja a la iniciativa de cada uno investigar si Elvis murió en el cuarto de baño haciendo sus necesidades, anfetaminado, jodiendo o qué se yo….No me importa, pero cuando le oigo cantar, me pasa como al Coronel…., no te deja ya. Le tienes que tener de algún modo porque te puede.

    Saludos a todos, también a los que sin duda saben de música, cine y de la vida, mucho más que yo.

  6. Pingback: Reyes, reinas y un misteri - Revista Mercurio

  7. La peli bien, pero como de pequeño me vi todas las de Elvis aquí no lo he visto por ninguna parte porque su actor no se le parece en nada, solamente en dos o tres escenas.

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