Esta entrevista encuentra disponible en papel en nuestra trimestral nº5.
Dos veces seguidas sonó La leyenda del tiempo mientras conversamos con Blanca Suárez (Madrid, 1988) en la Taberna andaluza Volapié en la que nos citó. El repaso a su carrera comenzó con sus éxitos televisivos, series que tuvieron una difusión internacional que no tenía nada que envidiarle al cine. Sin embargo, en ese momento Almodóvar la había elegido para La piel que habito y Los Amantes pasajeros. Su carrera había dado un salto importante, lo que en España no está exento de momentos complicados…
Naces en 1988, casi no conoces el mundo antiguo, el mundo del pasado, cuando no había móviles o internet, vaya…
Sí, si lo pillé. Yo era muy pequeña cuando salieron los móviles pero fui consciente del cambio que supuso todo aquello. Yo soy del Parque de la Fuente del Berro, de hecho cuando me independicé decidí quedarme por esta zona. Lo que recuerdo de aquellos años es que empezamos a salir muy pronto. No éramos adolescentes especialmente rebeldes, aunque a tus padres no les decías lo que hacíamos.
¿Qué películas o series te tenían enganchada a la tele en aquella época?
Lo primero fue Médico de familia. Recuerdo cenar sola en el salón, sentada en el suelo, muy metida en la serie. Y también, los fines de semana, de pequeña me ponía el despertador a las nueve para ver unos dibujos que se llamaban Las tres mellizas.
Empiezas a actuar en el salón de tus padres.
Sí, venían mis amigas y hacíamos obras de teatro y conciertos de las Spice Girls.
¿Cómo llegaste al casting para Eskalofrío?
Iba a la escuela Tritón, a la que llegué porque la directora también llevaba la asignatura de Teatro en mi colegio. Me gustaba interpretar, me lo pasaba muy bien, y como lo hacía desde tan pequeña se convirtió en una cosa más de mi vida, así que, como mis padres me apoyaron, empecé a ir a la escuela hasta que apareció Pep Armengol y me hizo una prueba. Antes no había hecho mucho, una prueba para un anuncio y creo que nada más. No tenía una gran ambición. Además siempre fui consciente de que era muy difícil llegar y por eso me daba un poco de pereza empezar a hacer castings. Pensaba que si algo tenía que pasar, ya ocurriría, no quería entrar en esa rueda porque no me merecía la pena. Seguí estudiando en mi instituto y la universidad.
Traigo unas palabras de María Alburquerque, tu profesora de teatro, que te dijo que primero te cogerían en un casting porque eres muy guapa y la profesión es así. Y que está muy bien ser guapo y conseguir papeles así, pero dentro de veinte años no seguirás ahí por tu belleza sino por otras cualidades.
Estas palabras creo que eran para El País Semanal y ella me llamó y me dijo que no lo había dicho así al pie de la letra. Pero, en cualquier caso, creo que es totalmente cierto. Ser guapo ayuda, pero llega un punto en el que las cosas se caen por su propio peso y quien sigue trabajando es la gente que tiene algo más que buena imagen. El actor tiene que estar en el momento adecuado en el lugar adecuado. Lo único que depende de ti es hacer bien tu trabajo cuando lo tienes. El resto, que de un trabajo salga otro, es algo que no está en tus manos, depende de muchas cosas aleatorias que no tienen nada que ver contigo.
Para rodar Eskalofrío estuviste mucho tiempo fuera de casa y dices que eso te hizo madurar.
Empecé Eskalofrío con diecisite años y por ley me tenía que acompañar un tutor, así que vino mi madre. Creo que fue básico para vivir esa experiencia, no como algo estresante y fruto del miedo, sino como algo en familia, compartido con alguien que te sujeta si estás inseguro y que hace que no te sientas solo.
¿Entraste en El internado a raíz de esta película?
Hice esta película estando en segundo de Bachillerato. Me salté un mes y medio de universidad, y me incorporé a ella cuando la acabé. A final de curso, me volvió a llamar Pep Armengol preguntándome qué quería hacer con mi vida. Le dije que me lo estaba planteando porque la experiencia me había gustado, me presentó a la que ahora es mi representante y ese mismo verano tuve mi prueba para El internado. Tuve que hacer una secuencia y al salir, Luis San Narciso ya me llevó a ver los decorados.
En El internado fueron cuatro años y medio en la época más importante en la vida de una persona, de los dieciocho a los veintidós años. Aprendí mogollón de cosas, tanto técnica como personalmente. Las películas son como pequeñas burbujas que te aíslan mucho. Sin embargo, las series, como son más largas, te dan más tiempo para estabilizar tu vida, pero una película es un mes y medio de aislamiento en el que se magnifican muchísimo las cosas: amigos para toda la vida, conoces a alguien y te enamoras para siempre… Todo es muy intenso y cuando acaba el rodaje y vuelves a tu vida hay muchas cosas que se esfuman, como es lógico.
La calidad de estas series se puede discutir, pero su éxito es inapelable. En España y en muchos más países.
Sí, recuerdo estar no sé dónde ahora, por Centroeuropa, poner la tele y ver que estaban echando Los Serrano. Y en Sudamérica, allí no hace falta ni que las programen, la gente las piratea y son igualmente populares. Es espectacular ir a Cuba, te rodean como si te metieses en la Gran Vía de Madrid con una excursión escolar un sábado por la tarde. Es una marabunta.
El formato de serie tipo HBO, que es prácticamente cine en la televisión, ¿lo verías viable en España?
El problema que tiene es que es muy caro. Yo no tengo Canal + ni nada de eso, veo la televisión que se emite, la normal y corriente. Y a Antena 3, que es la cadena con la que más relación he tenido, a veces les he preguntado si no se podría hacer un Dexter ¿pero cuánta audiencia iba a hacer?
¿Un 12%?
¡Menos! Si un 12% lo hacía El barco que estaba diseñada para toda la familia. Haría audiencias bajas y no sería rentable. Aunque en España hemos tenido series muy buenas de ese tipo, mira Crematorio. Pero no veo a nadie capaz de asumir ese riesgo. Pero es curioso, todos consumimos series americanas y en teoría sí que se podría hacer aquí algo parecido, porque si consumimos las de allí ¿por qué no íbamos a ver las de aquí? Aunque esto son conjeturas y teorías… Si luego lo intentas, la haces y te la comes con patatas…
Una vez dijiste que por el hecho de trabajar en televisión tienes que escuchar muchos prejuicios y que tienes que estar siempre defendiéndote. Pero muchos de los mejores actores de cine de la última hornada vienen de las series, incluyendo a uno de los más acreditados como es Luis Tosar.
La ficción televisiva en España ha tenido un empujón muy fuerte. Ha dejado de hacerse la misma que se emitía hace unos años. Ha ganado en calidad. Yo al menos cada vez noto menos esos prejuicios que comentas. Los sentía más cuando empecé a trabajar en El internado. Aunque sí que hay algún proyecto que no me ha salido por tener una cara muy reconocible, lo que me da mucha rabia, pero es a lo que te expones cuando sales por la tele. No obstante, ahora cualquier actor ha hecho televisión. No es como antes.
Para interpretar tu papel en Fuga de cerebros estuviste un tiempo tratando de vivir de cerca el día a día de los invidentes.
Estuve yendo con Alberto Amarilla, que hacía otro personaje que también era ciego, durante un mes y pico a la ONCE. Cuando una persona no es ciega de nacimiento, sino que pierde la vista a raíz de un accidente o enfermedad, hay clases en la ONCE en las que te enseñan a identificar los suelos, a cómo tocar lo que te rodea para saber dónde estás… a identificar pasillos, pasos de cebra, distintos tipos de puerta, objetos…. Muchas cosas de las que no nos damos cuenta los que vemos. Pues Marina, que era nuestra monitora, nos sacaba de paseo por la calle e íbamos con un bastón y un antifaz. Es tan complicado… es otro mundo. De repente te ves completamente indefenso, salir a la calle, ir por la acera y notar sin verlo que hay gente, coches, y que tienes que ir confiando en otra persona…
Carne de neón la rodaste en Buenos Aires. Tenía un guion muy sórdido, era una historia en un contexto de lumpen y delincuencia ¿Cómo te preparaste esta vez?
En un caso como este tienes que inventártelo un poco. Ponerte peliculero [risas]. Jugar, volverte loco… En esta película fue un poco así. Paco Cabezas sabía muy bien lo que quería desde el día de la prueba. Nos metimos en una habitación él y yo solos. Él, con la cámara de vídeo, me ató y me tiró al suelo entre unas cajas. Me dijo que me imaginara que él era mi padre y se estaba muriendo. Esa fue la prueba nada más, así que imagínate el rodaje, con mucha sangre, todo muy visceral y tan auténtico. Luego Buenos Aires me pareció muy chula, aunque solo estuve tres semanas. La grabamos en agosto, que allí es pleno invierno. Compartí rodaje con Mario, que ya le conocía, así que fue un poco como entre amigos. Fue muy divertido y una de mis primeras experiencias de vivir sola en una ciudad desconocida.
En La piel que habito también tuviste otro guion oscuro y truculento, aunque imagino que Pedro tendría las ideas clarísimas sobre tu papel, porque es alguien que teledirige mucho a los actores ¿no?
Mucho, sí. Para mi papel me pidió que viera Esplendor en la hierba, que la locura que tenía mi personaje era como la de la protagonista de esa película. Pedro veía a mi personaje con mucho cariño, como a una víctima de la vida, del tipo de gente que nace sin estrella, estrellada más bien, y nada le sale bien. Cuando me llamó para darme el papel me sorprendió mucho. Me lo tomé muy en serio, pero en ningún momento vi viable que me fueran a coger. Y, de hecho, Pedro no había pensado en mí para el personaje que finalmente hice, sino para otro.
En su última película Almodóvar ha vuelto al formato que le hizo famoso en los años 80, una comedia muy frívola, casi de ruptura de convenciones sexuales. ¿Crees que ese cine sigue teniendo vigencia en España, que es un país que ha cambiado tanto?
Está claro que ya no son rompedoras. En los 80 la gente se quedaba sorprendida y ahora ya estamos curados de espanto en todos los sentidos. Pero creo que la forma de hacer cine que tiene Pedro siempre te sorprende. No sé cómo se las busca para inventar diálogos o hacer cosas que siguen sorprendiendo.
El crítico Carlos Boyero comparó la película con una de Ozores.
No leí esa crítica.
¿Y la de la anterior?
Sí, la de La piel que habito sí la leí.
Las críticas de Boyero a Almodóvar han terminado generando tanta expectación como las películas.
No sé cómo se le permite a ese señor hacer esas críticas, que entran más en el ataque personal que en el terreno profesional. No puede ser que acabes de leer una crítica y que no haya mencionado ningún aspecto técnico de la película. Me parece un asunto truculento. Y sobre todo cansino.
Durante la promoción de Los amantes pasajeros ¿notaste la devoción que tienen por Almodóvar fuera de España?
Hacer promociones con él es muy especial porque vas donde sea y sientes que acompañas a uno de los mitos vivientes del cine. Es una barbaridad cómo le reciben, no existe esa consideración frívola que hay aquí respecto a su cine, sobre todo por sus películas de los años 80. En España no es que se peque de no tomarle en serio, sino que como se ha significado mucho por algunos motivos ha perdido peso para mucha gente. Pero fuera ese factor no está. Le toman muy en serio, le llaman maestro.
Para Miel de naranjas tuviste una coach para entrenar tu relación sentimental con el otro protagonista.
Cuando empezamos a ensayar la película Iban Garate había hecho un par de pelis y una serie en el País Vasco, pero este era su primer papel de protagonista grande, además con Imanol Uribe. Así que nos pusieron a una chica para afianzar nuestra relación y coger confianza, porque había poco tiempo. Hacíamos muchos ejercicios sobre todo orientados a coger confianza entre ambos. Al principio, por ejemplo, a él le daba mucho reparo tocarme, pero tenía que hacer de mi prometido, y no podía interpretarlo estando así… tan tímido. Esto del coach no es muy habitual, pero en Eskalofrío también lo tuvimos. A los niños pequeños se lo suelen poner siempre. Es raro que se lo pongan a un adulto.
Uribe os pidió que no profundizarais demasiado en películas sobre la guerra civil.
Sí, porque Miel de naranjas no era la típica película sobre la guerra civil. El contexto histórico era la posguerra, pero no era la típica historia ultradramática. Para empezar, transcurría en Andalucía, y las calles estaban llenas de flores, de color… Uribe tampoco quería que el vestuario fuera el típico de la posguerra, tan gris, aunque sí que es verdad que la temática y algunas escenas eran bastante crudas.
¿Cómo se siente una chica que quiere estudiar Audiovisuales y en pocos años está en la alfombra roja de Cannes?
Me siento muy afortunada de poder haber vivido todo lo que me ha pasado, porque soy consciente de que pasa una vez entre un millón. Sigo viendo a mis amigas, y sé que muchas cosas que he vivido quizá ellas no las puedan vivir nunca. Voy a lugares y trato de explicarles cómo me he sentido, pero son cosas muy especiales, como trabajar con Almodóvar, hacer la alfombra roja de Cannes porque te dan un premio, que te lleven a Argentina para trabajar y estar viviendo allí tres semanas…
En 2011, justo antes de la gala de los Goya hubo un grupo de gente que abucheó a los actores en la entrada a causa de la Ley Sinde. ¿Qué opinión te mereció aquello?
La verdad es que no me acuerdo. Pero mira, a un actor, que está nominado y está feliz, que ni pincha ni corta con respecto a la Ley Sinde, que está en un día que es maravilloso para él, pendiente de si le dan el premio o no, que le hagan pasar ese mal rato me parece cruel.
Les decían: «Ese vestido lo he pagado yo».
Para nosotros ese día es de Cenicienta. El vestido no es tuyo, las joyas no son tuyas, no te has peinado tú, no te has maquillado tú, los zapatos y el bolso tampoco te los llevas de casa. ¡Nada es tuyo! Al día siguiente lo devuelves todo. Todo eso lo dejan las marcas. Lo pagan las firmas, que les ha costado su dinero hacer ese vestido, los ciudadanos no lo pagan. Siempre hay un dilema con significarse políticamente en público hay veces que te puede repercutir mucho. Me ha pasado, al colgar una foto en Instagram con el equipo de Los amantes pasajeros en la que aparecían algunas personas, que la gente les dedique unos comentarios terribles.
¿Hay animadversión hacia los que se significan?
Absoluta. Y muy visceral, como con mucho odio. Ha habido linchamientos muy crueles, como con la familia Bardem. No sé de dónde nace, pero hay una animadversión desde las entrañas a los actores que se significan que me da miedo. Como ciudadana se puede dar la situación de que quiera ir a una manifestación, pero siempre tengo en mente que como se cree un fenómeno así contra mí, me muero. Sí que es verdad que al final acabo yendo a esas manifestaciones porque creo que hay que ir, porque si no vamos…
Sobre el asunto político a mí ya me han hecho algún comentario por internet con críticas del tipo «llevas una vida de lujo aunque eres de izquierdas». Me da rabia. Primero, porque el que comenta no sabe a quién voto. Y segundo, que tampoco sabe si llevo una vida de lujo o no. Creo que hay algo de gente, un público que opina eso.
Le hicimos una entrevista a Michelle Jenner y, sobre la persecución de la prensa rosa, comentó que le afectaba muchísimo, que tenía ansiedad, pánico, y se preguntaba si es que había hecho algo malo. Sobre ti, en cambio, he leído que te partes el culo cuando te ves comprando en el supermercado o en cosas de tu vida cotidiana.
Hay días que sí, pero hay otros en los que me pasa lo mismo que a Michelle. Es una sensación muy rara. Hasta que no lo vives no sabes lo que es. Muchas amigas mías se reían y se tomaban a cachondeo eso de que aparecieran fotógrafos detrás de cada esquina, pero luego ha habido algunas situaciones en las que ellas han estado presentes y de repente han sido conscientes de que por momentos es horrible. A veces tienes a seis personas en la puerta de tu casa. Y da miedo. ¿Esas personas saben dónde vivo y hablan con el portero y los vecinos de mi casa para ver si pueden sacar algo? ¿Saben dónde vive mi madre? ¿Eso es legal? Ahí hay un vacío ante el que no puedes hacer nada. De todas formas, con estas revistas muchas veces me río de mí misma, porque las bromas que hacen son realmente divertidas y no me queda otra que reírme y decir «¡qué hijos de puta!», pero por otro lado hay veces que se comentan determinados aspectos físicos de alguien y tú no sabes cuál ha sido la vida de esa persona. No saben hasta qué punto la pueden hacer daño o le van a crear un problema. O retomar un problema que has tenido. Todo eso me parece triste. Esa persecución, que te condicionen de esa forma…
Alguna vez has dicho que tu actor favorito es Javier Bardem.
Lo que me pasa con Bardem es que sé cuánto se lo curra. Cómo prepara las películas. Su vida va en ello. Está la interpretación y luego su vida. Eso lo admiro mucho. Además creo que ha llegado a tener un control sobre sus interpretaciones que es muy difícil de conseguir. Eso, ese control, es algo que logran muy pocos actores. Estaba viendo el otro día Star Trek y había uno que hacía de malo. Lo que estaba haciendo parecía fácil, pero en realidad era tan complicado. Cuando lo ves no lo parece, porque da la impresión de que es muy sencillo, pero si lo intento hacer yo no sale. Por eso cuando ves a actores como Bardem hacer algo así, ese un trabajo tan redondo…
Dices también que te gusta el cine del más intelectual al más comercial.
Veo de todo. Cuando era pequeña era muy fan de Indiana Jones y de Poli de guardería. A veces lo digo con miedo porque cuando lo oye según qué gente dicen ¿y tú te consideras actriz? Y digo, hombre, que tenía diez años. Pero se te queda fijación. De Harrison Ford tenía cada foto de él que caía en mis manos guardada en un archivador. Tenía solo ocho años. A mi madre le gusta mucho el cine europeo, y siempre me ha llevado al cine a ver películas en versión original, a los Ideal, a los Renoir. También en los Kinepolis hemos ido a ver las películas comerciales en versión original ¿Los Cuatro Fantásticos en versión original? Pues sí. Y ahora mismo hacía mucho que no iba al cine pero me he coronado en unos días y las he visto casi todas. La caza ha sido la última, que me dejó como… buf. Lo normal es que vaya a ver siempre dos películas seguidas. La última vez que lo hice vi Amor, de Haneke, y The Sessions. Menos mal que vi Amor primero y luego la otra porque si no no sé en qué estado anímico hubiera salido del cine.
Me sorprende que alguien le pueda decir a Blanca Suarez, que si se considera actriz, por declararse fan de Indiana Jones. No creo que existan películas de aventuras mejor hechas que Indiana Jones en Busca del arca perdida, desde el punto de vista de la calidad técnica de la dirección, montaje, actuación, música, etc. Es decir, un peliculón, y puro cine.