Escucho con estupefacción los debates que se han producido durante la semana posterior a la final de la Champions. Me preocupa seriamente que determinados enfoques morales surgidos del deporte puedan calar en la sociedad. No me gustaría que un día, si tienen que operar a vida o muerte a mi hijo, al cirujano los médicos de su equipo le digan que no se preocupe si fallece el paciente, que lo importante es si él se ha merecido curarlo o no.
Desde que se empezó a patear tripa de vaca en descampados en el siglo XIX, el marcador devino en un elemento clave del juego. La razón de ser era arreglárselas para que la bola atravesara la línea entre dos palos. Esa emoción, a ver quién logra que entre más veces, convirtió al fútbol, que así se llamó, en el deporte más popular del mundo. Un juego que si sigue teniendo tanta relevancia es porque se ha esforzado en mantener su pureza tocando las normas lo menos posible. Con escasas variaciones, lo de hoy es lo mismo que jugó Starostin en las calles del Moscú revolucionario y René Houseman en su barrio, apostando, cuando se escapaba de las concentraciones de la selección argentina.
Se preguntan en tertulias de todo tipo y en todo medio cómo ha sido capaz de ganar el Madrid esta Champions. La respuesta es bien sencilla, se trata de una actitud realista. ¿Tan difícil es de entender? Es una táctica más vieja que la tos. Para empezar, hay que echar la vista atrás. El año pasado, el equipo blanco también derrotó al Liverpool. Muchos dijeron que fue un pase de la eliminatoria «vergonzoso», una reacción derivada del contacto con la realidad en personas que, por lo que sea, gustan de eludirla. Lo que ocurrió fue que el equipo de Zidane puso un autobús que más bien parecía un zepelín. Ignoro si en las temporadas anteriores, generalmente exitosas, llegaron a echar el equipo tan atrás, pero no es ningún secreto que desde que Mourinho colocó las primeras piezas de este equipo la querencia era defensiva. Nada de lo que avergonzarse. Los porteros se dedican exclusivamente a defender y nunca han saltado al campo con burka por la «vergüenza».
De hecho, algo debería decirnos el dato de que el equipo que más difícil se lo ha puesto al Madrid en las ocho finales que ha ganado desde 1998 es el Atlético de Simeone. No hace falta que lo diga yo, fan de Otto Rehhagel, el propio don José Eulogio Gárate nos contó que este era el mejor Atlético de toda la historia. Los esquemas defensivos o conservadores pueden ser una opción ganadora. A Simeone le han llovido los reproches, las indirectas y los comentarios pasivo agresivos por su forma de jugar, pero repitámoslo: este es el mejor Atlético de toda la historia.
Este año, contra el Madrid, cierto es que tanto PSG y Chelsea cometieron errores infantiles decisivos. Sin embargo, detengámonos aquí. No vayamos tan rápido. En la actualidad, los equipos técnicos de los clubes cuentan con analistas de datos. Mediante tracking o computer vision, estos tratan de obtener toda la información del juego a la que no llega el ojímetro con la intención de optimizar el rendimiento. Queda mucho por hacer en este campo, sobre todo en el terreno de determinar la calidad de los pases, pero si algo ya está resuelto es la medición de la distancia recorrida y las aceleraciones. Si hay un quebradero de cabeza para cualquier entrenador es que sus delanteros hagan aceleraciones o esprints cuando es estrictamente necesario con la obvia intención de que no se revienten.
Cuando Benzema se fue a por Donnarumma en Madrid y, más aún, a por Édouard Mendy en Londres, metió unas zancadas del copón bendito. La posibilidad de error de jugadores profesionales en el primer pase de la salida del balón es escasa, prácticamente nula, sin embargo, Benzema se vació porque percibió que podría producirse. Cuando alguien se juega así las pocas bazas que tiene para perseguir un objetivo tan improbable no estamos hablando de suerte, sino de asumir riesgos. No entro en el robo de Camavinga en similares circunstancias para el 2-3 en Madrid porque ahí ocurrió otro fenómeno diferente, pero quien habla de suerte en las anteriores no sabe lo que es echar el bofe, que el portero espere a que llegues y la pase tranquilamente delante de tu cara.
De esta manera, ambas eliminatorias se pasaron, con su épica y tal, pero cualquier aficionado con globos oculares en las cavidades orbitarias pudo observar que el Madrid fue vapuleado contra el Manchester City en Inglaterra y dominado durante gran parte del partido en España. Evidentemente, si los de Guardiola hubieran estado más acertados en sus ocasiones en la ida, el resultado podría haber sido escandaloso, pero lo que olvidan los aficionados que hablan de quién merece ganar o no independientemente del resultado es que para poder fabricar esas ocasiones tan claras, el City tuvo que dejar espacios y que el Madrid los aprovechó para clavarle dos goles a la postre decisivos. Guardiola asumió un riesgo confiando en sus posibilidades, pero seguramente ahora esté dándole vueltas a si debió salir tan en tromba. ¿Por qué? Pues porque en el Bernabéu, hasta el momento clave de esta Champions, le fue bien controlando el partido. Alguno dirá que dominar un encuentro sin correr riesgos es aburrido, yo lo llamo ser profesional.
El problema es que ocurrió algo único. Inenarrable. Imposible de explicar a cualquiera que haya seguido las dos décadas de fútbol que llevamos en este siglo. Es un fenómeno que ya había aparecido antes, la descomposición tanto del PSG como del Chelsea cuando el Madrid decidió apretarles. Posiblemente, el pánico —solo el terror puede llevar al Chelsea a cometer el error que permite a Camavinga recuperar para pasársela a Vinicius— al gol en contra basado en un dato inequívoco: la eficacia contrastada cuando lo han buscado en lugar de estar esperando atrás. Si tu padre no se levanta nunca de su silla, pero cuando lo hace te golpea con el nudillo en la sien con toda su alma, ya verás cómo cada vez que mueva el culo te tiemblan las canillas. Esto no es muy distinto.
No obstante, hubo más. En ese momento único de esta Champions las palomitas dispararon a las escopetas, que diría Valdano. Es un hecho que el FC Barcelona de Guardiola no solo fue uno de los mejores equipos de la historia, sino que durante su reinado fue avasallador. No solo obtenía títulos con bulimia, sino que el rival no la olía. Eso era el Terminator T-1000. Quien prestase atención a su juego y a cómo se explicaba, su filosofía se reducía al rondo. El pase, la posesión, no solo como método de ataque, sino también como mejor forma de defenderse. Se decía que si el rival no tiene la pelota, ya te estás defendiendo bastante bien. Con escasas variaciones, Guardiola ha llevado este espíritu al Manchester City.
Personalmente, creo que al Atlético de Madrid le faltó muy, pero que muy poco para darle un disgusto. Un poco de tino y cabeza fría al final del partido y menos caos, por decirlo bonito, como hubo, pero lo tuvieron ahí, y eran un equipo muy defensivo que durante los minutos cruciales logró que el City se arrugase. En su partido contra el Madrid, tras el primer gol de Rodrygo, volvió a pasar lo mismo, pero hubo algo más. Cuando apareció la pancarta con el tiempo extra y se produjo el famoso rugido del Bernabéu, el balón fue a parar a Ederson Moraes, guardameta del City. Después de años de Guardiola, sucesores y seguidores explicando que la posesión sirve para defenderse, este señor, en el momento más crítico al que se enfrentaba su equipo en toda la eliminatoria, dio un patadón a tomar por culo.
Cuando luego Guardiola dijo lo de que en el Madrid, en las malas situaciones, sus jugadores «levantan el dedo y dicen aquí estoy» puede que se estuviese refiriendo a momentos como cuando en el City no bajó nadie a sacar el balón jugado y el guardameta soltó ese melón. Tal vez, incluso, la instrucción de irse todos arriba la dio el propio banquillo, lo que ya sería la repanocha. Lo ignoro, pero aquello fue una transgresión del orden establecido. Una grieta que se abre en el espacio tiempo y por ahí se coló, no se lo digas dos veces, el Madrid. 27 segundos tardó en meterla desde el patadón.
Llegados a este punto, lo más cachondo de todo es cuestionar la final. Posiblemente, la más tranquila que han jugado los blancos en años. El planteamiento estaba anunciado en luces de neón. Esperar atrás y tirar contraataques. Así fue y, con el equipo abajo, el Liverpool tuvo ocasiones ¿pero de qué tipo? Jugadas individuales y tiros desde fuera del área. Luego, cuando se anuló el gol a Benzema, a mi humilde modo de ver el Madrid tuvo un control psicológico evidente de lo que estaba pasando. Incluso la ocasión más clara de Salah viene de un pase largo que pincha maravillosamente, sí, pero tiene a Mendy encima que le limita las opciones de disparo hasta el final y, con un ángulo muy limitado, a poco que Courtois no anticipara ningún movimiento extraño, pues al moñeco que fue. No le niego méritos al portero madridista ni un gran partido, pero no creo que obrara milagros. Un milagro podría haber hecho Alisson cuando remató Vinicius, pero este lo hizo poco menos que a puerta vacía. Joder, cómo atacan de bien los equipos defensivos que no juegan a nada que luego solo tienen que empujarla.
El secreto, la magia y demás historietas del Madrid ha sido puro y duro realismo. No verte al nivel killer de tus rivales europeos y con suma prudencia y pragmática estrategia jugar lo mejor posible tus cartas. En liga, al equipo de Ancelotti se lo han hecho sus rivales casi todas las semanas y los atascos blancos ahí arriba no han estado exentos de momentos circenses.
¿Defenderse no es espectacular? En estos momentos en los que el fútbol y todos los deportes tradicionales se enfrentan a una década crucial en la que el auge de los esports y los propios videojuegos pueden llevarlos al declive, dudo que pueda suceder sobre un césped algo mejor que estos siete partidos de Champions a la hora de crear aficionados entre los críos. Me refiero concretamente a los vídeos que han circulado de niños gritando gol llorando tan emocionados que parecían a punto de mearse encima. Si eso no les ha hecho adictos a este deporte, no preocuparse, que certeras y valientes triangulaciones en el área rival no lo van a lograr tampoco.
Del mismo modo, también constatar, por buscarle alguna explicación a esa supuesta magia del Madrid, que puede que se halle en algo muy prosaico. Si su afición, cuando pierden, dicen que lo que ha ocurrido es una puta mierda, tienen más posibilidades de en la próxima ocasión salir a ganar. Al menos en comparación con los equipos de los que parecen querer decir tras una derrota que habrán perdido en el marcador, sí, pero ganado en gallifantes. No veo cómo un equipo cargado de gallifantes y premios al tío simpático va a salir espoleado después de una desgracia.
Lo siento, para mí lo fundamental es pasarlo bien viendo fútbol. Si el equipo de mis preferencias gana, mejor. Y no, el que juega mejor no siempre gana.
En definitiva, ganar no es la cúspide de mis anhelos. Ganar y solo ganar, bajo mi punto de vista,m es de perdedores.
Entonces supongo que si su equipo juega bien, pero pierde la mayoría de los partidos y al final de la temporada desciende, estará contento y satisfecho.El fútbol es un deporte, lo que implica que el primer objetivo es ganar y luego, si se juega bonito, mejor
¿El mejor Atlético? Si, posiblemente, pero en las dos finales quedó clara la diferencia entre un equipo «grande» y uno que no lo es. Primera final, el Atlético llega a la prórroga muerto, el Madrid lo ve y va a por el y lo machaca. Segunda final, el Madrid llega a la prórroga muerto, el Atlético lo ve… y se echa para atrás. Y ya se sabe lo que se dice de salir a empatar. Al Atlético todavía le falta subir el último peldaño, y no se si Simeone es el entrenador adecuado para ello, por muy bien que lo haya hecho en los escalones previos.
En la primera final, el Atletico, con una plantilla super escasa y sin su jugador más determinante, Costa, llegó muerto a la final, tras ganar la liga peleando hasta el último día, mientras el Madrid la tiró y se dedicó a prepararse la final de la CL.
En la segunda final, el Atlético recibió un gol en fuera de juego, falló un penalty y le fue negado otro penalty clarisimo.
Con respeto a la exigencia de los aficionados del Real Madrid, cabe matizar que el pasado año casi todos ellos consideraron un éxito llegar con opciones al final de la Liga y a semifinales de la CL, incluso tras ser avasallados por el Chelsea. Igualmente habrían considerado la actual temporada estupenda aun habiendo sido elminados con el City.
Grande Alvaro, como siempre. Para un yonki reconvertido, el articulo ha recordado a la droga dura que fue la RBBE. Ojala un pelin mas de desmelene en los proximos.
Entonces si el médico fuera un cirujano estético a este señor no le importaría que le dejasen la nariz de un orangután siempre que le permitiese respirar…
Aquí en mi pueblo dice que en la rula no preguntan, apuntan. Y eso es lo que hace el Madrid.
Lo de los estilos y tal está muy bien para la gimnasia rítmica y los saltos de trampolín.
El año pasado pusieron un autobús delante de la portería… y enviaron al asesino de Camas a lesionar A PROPÓSITO (eso no me lo quita ni Dios de la cabeza) a Salah. Que se nos olvidan los detallitos muy pronto.
Leocadio y sus simplezas. Me gusta como título de un artículo.
Este vídeo lo desmonta https://www.youtube.com/watch?v=4T89VeGlaOg
Es evidente que lo importante del fútbol es ganar. Para todos los equipos excepto el Real, ganar la CL es una ocasión histórica, mientras que para el Real lo histórico es el propio Real, y ganar la CL no es más que la constatación de ese hecho. Esto básicamente es mirarse al ombligo y es muy respetable, pero a los demás aficionados nos importa un bledo.
En la burbuja de los medios de comunicación españoles, es curioso que cuando el Real gana una CL, lo primero que hacen sus seguidores es gritar «la decimocuarta!», cosa que no hacen en la Liga y no recuerdo haber visto en ningún otro contexto: se imaginan a italianos ganando el mundial y gritando con el pitido final: «la cuarta!» o Barcelona ganando la copa del rey y diciendo «la trigésimosegunda!»
Algunos dirán que esto se debe al dominio del Real de la competición, pero los que somos mayores recordamos que era exactamente igual en 1997, cuando el Real llevaba 30 años sin ganarla.
El aficionado al fútbol se toma en serio a su club hasta el ridículo y teme que una mala temporada haga tambalear su autoestima. Entonces se sacan tonterías como que lo importante es jugar bonito (Barcelona), animar aunque uno pierda (Atlético) o el número de copas que tienes en el armario.
Por supuesto que en fútbol lo importante es ganar, pero el fútbol dura 90 minutos, no 70 años.
Lastima que el argumento que expones se caiga por su propio peso cuando ves al Milan, al Inter o a la Juve celebrar sus titulos de Serie A… Mirate un poco las fotos de la Gazzetta dello Sport de hace 2 semanas y el omnipresente 19.
O cuando la Seleccion Brasilena lleva 2 decadas asociada al famoso «Penta».
Idem para otros deportes (Los Bulls de MJ, las SB de Brady, los titulos mundiales de Bou, los Grand Slams de Nadal, Djokovic o Federer…)
Mientras tu lo llamas autoestima, el resto del mundo lo llama matematicas.
Porque, dejando atras valoraciones subjetivas que no llevan a otra conclusion màs alla de que los forofos futboleros no saben reconocer las virtudes del vecino, el unico modo de demostrar que una cosa es mejor que otra son las MATEMATICAS.
Porque el 14 viene despues del 13. Y que para llegar al 13 se ha tenido que pasar primero por el 12, 11 ecc.
Pero sobre todo, para llegar al 14 se ha tenido que dejar atras 5. Muy atras.
Tan atràs que te permite tener la «autoestima» suficiente como para gritar con el pitido final: “la decimocuarta!” y sonreir con sorna a aquellos que decian que las copas en B&N no tenian valor…
Mis huevos están todavía riéndose de este maravilloso artículo. Y no, no soy del Madrid.
En simple: el fútbol se valora en juego pero se mide en goles.
Te veo demasiado comedido Alvarito. Esto no pasaba en la RBBE
100 % de acuerdo con el artículo. El deporte profesional, es para ganar. Ahora, para mí, hau foul de Benzema contra Donnarumma.
Por favor vayanse a escribir de futbol al Marca y dejen esta revista para las cosas culturales de verdad
Autovenderse motos es algo legítimo. Negar una realidad aterradora o inexplicable en beneficio propio es comprensible cuando la alternativa es admitir que quizás no sabemos cómo abordar unos acontecimientos que no admiten un análisis racional.
Otra cosa es pretender vender motos al personal. Y pretender que te las compren porque, claro, la realidad es tozuda y si la moneda sale 100 veces de canto, pues algo habrá ahí.
Les encasqueto esta parrafada como fan supremo de Don Álvaro, pero también como odiador periférico del MEMYUC, que conste.
Convengamos en que la premisa principal del artículo es «dejarse de tonterías, que el fúmbol es sencillo y todo vale: si me meto atrás murcielagalmente y luego te pillo en la contra, pues a pelarla, que esto es para los listos». Hasta ahí el razonamiento es impecable.
Pero, claro, si nos quitamos las gafas merengues que todo lo blanquean, podría objetarse que qué puta mierda de táctica defensiva es esa que concede incontables ocasiones al rival, que no acaban entrando a puñados por esos milagros luciferianos que solo proliferan en cantidades obscenas por los prados blancos. Esa es la parte que se omite graciosamente porque no encaja en el discurso vendemotesco. Vengo a defenderme sin pudor, me sale más bien regular y rezo muy fuerte para que no me acribillen. El absurdo número de veces que esa táctica les ha salido bien atenta contra la estadística, la metafísica y gran parte de los Reglamentos Municipales. Pero, venga, el duro para ustedes. Aquí todos presenciando paranormalidades y ustedes vendiendo la moto de que era algo premeditado.
La otra parte elefantesca en la habitación es cómo puede esgrimirse el argumento de «presionar echando el bofe por si el otro falla» en un tipo de 34 (¡treinta y cuatro, hoyga!) añazos. Vayan buscándome ejemplos de jugadores que se cascan su mejor temporada con 34 palos. Sobre todo en alguien no muy conocido (hasta ahora) por su espíritu guerrero. Será la camiseta y el escudo, que revigorizan metahumanamente.
Bonus track para el de 37 (¿137?) que trota como un teenager así le endiñes 4 prórrogas.
Yo sé que todo esto suena a discurso de hater (y tampoco niego que lo sea), pero considero saludable que se expongan otros puntos de vista, dado el discurso imperial e imperante vendemotero.
¿Que han ganado todo eso? Pues bien que me duele admitirlo
¿Que no tienen ni putísima idea de cómo ha ocurrido tantas veces y en maneras cuya ridiculez supera a la ridiculez anterior? Pues también.
Y si no quieren admitirlo públicamente, sé que en el fondo de su corazón podrido y suertudo saben que es cierto.
Además, si en el Real Madrid «no tienen ni putísima [sic] idea de cómo ha ocurrido» el ganar esta Champions, digo yo que en el PSG, en el Manchester City, en el Chelsea y en el Liverpool tampoco tendrán ni putísima idea de cómo y por qué han perdido. Y puestos a elegir, entre ganar sin saber por qué y perder sin saber por qué, que quiere que le diga, yo elegiría la primera opción. Y supongo que los aficionados del Real Madrid también, así que todos felices: ellos porque ya tienen la décima cuarta Champions, y usted porque sabe que no han merecido ganarla.
Ahora bien, tengo que reconocer que en una cosa lleva usted razón: efectivamente, lo suyo suena a discurso de hater. Lo que tampoco es de extrañar, al fin y al cabo suena a lo que es.
Lo suyo tiene cura, pero busque ayuda, que la necesita. Hágase ese favor.
Hombre, no creo que nadie del Real Madrid se haya autovendido motos. Los primeros que han reconocido que no se puede explicar lo que ha pasado este año con el Real Madrid en la Champions League son los aficionados y jugadores del Real Madrid, que no tienen problemas en hablar de magia y de un equipo mágico, lo que claramente implica que lo sucedido no es razonable.
No obstante, sin gafas merengues ni ganas de blanquear nada, a lo mejor la puta mierda de táctica defensiva fue la del Liverpool, porque el Real Madrid llegó muy poco, pero cuando llegó les pilló con el culo al aire y les cascó dos goles (uno en fuera de juego muy discutible con el reglamento en la mano). O a lo mejor la puta mierda eran los delanteros del Liverpool, que fueron incapaces de meter un gol tirando a puerta hasta aburrirse. O lo que pasó fue que Courtois es mejor jugador que ellos, simplemente. O vaya usted a saber.
El problema de todos estos listos de la táctica es que la táctica es simplemente un plan. Y claro, como decía Moltke el viejo, «Ningún Plan, por bueno que sea, resiste su primer contacto con el enemigo». O como dijo Mike Tyson, “Todo el mundo tiene un plan hasta que le golpean en la cara”. Pero ellos tienen un plan, Y su plan es perfecto, luego no pueden perder. Y cuando pierden no saben que ha pasado. Pues lo que ha pasadoes que el plan se fue al carajo, las piernas temblaron. Curiosamente, cuando el Real Madrid se quedó durante tantos partidos por detrás en el marcador y virtualmente eliminado, sus jugadores demostraron que no se achican. Otros equipos no pueden decir lo mismo.
El Madrid se ha planteado un objetivo y ha buscado un camino hacia él. El objetivo fue siempre marcar más goles que el rival y el camino tuvo éxito. Criticar esto es ridículo, y criticarlo desde planteamientos puramente estéticos es ridículo y patético. ¿Que el Real Madrid no juega bien? Se juega para ganar y el Real Madrid gana, luego juega a la perfección. ¿Que a usted no le gusta como juega el Real Madrid? Pues vale, a usted no le gusta y otro habrá a quien le gustará.
Pero claro, siempre habrá gente como Albert Lesan, periodista del canal de televisión catalán 8tv, que afirma sin empacho que: » «Si el Barça hubiera ganado esta Champions como el Madrid habría incendios…». Pero luego ves que el Barcelona es eliminado no solo de la Champions, sino también de la Europa League, y jugando bastante «peor» que el Real Madrid, y oye, los bomberos no tienen que intervenir.
Y sí, probablemente los aficionados del Real Madrid, en el fondo de su corazón (suertudo, sí, pero no podrido; ¿cree el ladrón el ladrón que son todos de su condición), saben que no tienen ni idea de por qué su equipo gana Champions como quien come pìpas. Pero de lo que estoy totalmente seguro es de que no les importa lo más mínimo. Ya lo dijo Messi: «Esa copa tan linda y deseada…». Pues el Real Madrid tiene catorce. ¡Qué más quisieran otros, aunque renieguen públicamente!
Muy Sr. Mío Lo Importante:
Por alusiones entrecomillescas, permítame que matice, aclare y (¿por qué no?) rebata algunas cuestiones. No quiero avanzar más en lo que promete ser otra pedregosa parrafada sin aplaudir su portavocía desinteresada de la merengada. Más meritoria aún porque parece usted poner especial cuidado en hablar de «ellos» sin incluirse. Que uno al menos va de cara, enseña la patita y admite su haterismo. Lo suyo recuerda poderosamente a la Himparzialidad Militante, aka grupo de periodistas totémicos que (mire usted qué casualidad) reman siempre para el mismo lado, aunque su equipo del alma en realidad sea un Sabadell, Valladolid o Sporting de Gijón. Salga de ese armario sin miedo, que no está tan solo como podría temer.
Vayamos al turrón.
Le concedo que en la interpretación más literal de «¿Cómo?» su repuesta es inapelable. Han ganado porque marcaron más goles. Plas, plas, plas. No obstante, me refería a un significado más profundo de «¿Cómo?», entendido como conjunción de elementos y circunstancias cuya enumeración e interacción han desembocado en el resultado final. Si ante esta matización prefiriese taparse los oidos, cerrar los ojos y cantar na-na-ná-no-te-escucho-que-tengo-catorce, pues también estaría en todo su derecho infantiloide.
La médula de mi planteamiento «Putísima Mierda de Táctica» (PTM, en adelante) es la siguiente: ustedes (permítame la libertad de incluirle) sostienen que cualquier planteamiento es legítimo con tal de ganar. Ahí no puedo objetar nada. Gustos, colores y tal. Ahora bien, convendrá conmigo que un planteamiento DEFENSIVO, especulador, amarrategui, etc. puede ejecutarse a varios niveles, en una horquilla que iría desde el Catenaccio con blindaje de diamante, pasando por la correosa reciedumbre del teorema Clemente-Maguregui hasta el nivel más soft que proponen ustedes: defenderse sin complejos, pero concediendo al rival las mil y una ocasiones y apostando por el rezo extreme en última instancia. Aquí volvemos al «¿CÓMO?» primigenio. Le pregunto dónde está la fórmula o estrategia ahí. Defender sin defender y arrojarse a los brazos de la (Blanca) Providencia para que fuerce hasta el paroxismo la máquina de hacer milagros. Jugar 7 partidos 7 contra la élite europea, ser avasallado con luz y taquígrafos en todos ellos y, contra todo pronóstico mecánico y cuántico, acabar ganando en el global.
Así que no me diga que juegan a defenderse y eso no les sonroja. Juegan a la ruleta rusa con 5 balas y les toca siempre la recámara que está vacía. Cruzan la autopista en hora punta 7 veces 7 y salen ilesos. Tiran la moneda 7 veces 7 y no les sale cara ni cruz: les sale de canto. ¿Envidia por mi parte? Por supuesto. Envidia de poder experimentarlo y luego tener la jeta de hormigón armado para proclamar que todo era un Plan Maestro ejecutado a la perfección. Tururú.
En segundo lugar, veo que omite la parte elefantesca-habitacional. El amurallamiento numantino que propugnan no les habría servido de nada sin sus hépycas contras, a poder ser en los minutos finales, que es cuando las piernas ajadas alcanzan su pico de rendimiento, claro. Es un hecho científico demostrado que la combinación blancor camisal + escudo glorioso propulsan al portador hacia el marco rival a velocidades insospechadas, tenga este 20 años, 34, 37 o 194 y dos meses.
¿Recuerda las brasas inmisericordes del Batido-Gate y Villarato-Gate durante el cuatrienio 2008-2012?¿Las sospechas sobre cómo corrían sin descanso veinteañeros sospechosos? ¿Las acusaciones nada disimuladas sobre parcialidades arbitrales? Imagino que, como ya está bien servido desde 2014, le resultará algo del Pleistoceno vagamente familiar.
Permítame recordarle que aquello fue la implementación a nivel masivo del Tudo-Vale-UFC para derribar a quien opacaba el fulgor del MEMYUC, arrebatándole su derecho divino de pernada sobre los Washington Cardinals de la Liga. Nada nuevo bajo el sol, aunque en aquella ocasión a niveles de industria de guerra.
¿Le parecería razonable que, en justa reciprocidad, la parte contraria ponga ahora tela de juicio el desempeño físico de casicuarentañeros sospechosos? ¿Hablamos de las barritas de merluza energética del Capitán Findus o sería una bajeza indigna? ¿Enumeramos los surrealistas fallos en momentos claves de los porteros o defensas rivales en los últimos años?¿Inferimos jubilaciones doradas a medio plazo? Lo sé, lo sé. Suenan a excusas de mal perdedor. Ahora y antes, por supuesto.
Si me he explicado inteligiblemente, entenderá mi argumentación. Esto no va de jugar bonito, feo o regular. Que cada uno juegue o disfrute del juego que le plazca. Que celebre lo que quiera y que enarbole el estilo que sea. Ganar es ganar y el que gana lleva razón. Punto y final, ¿verdad? Si hasta aquí estamos de acuerdo, a mis brazos, querido antagonista y vayamos de la mano hasta el desenlace final.
Que, en un futuro indeterminado, jueguen ustedes una final de Champions contra el Farsa donde tengan las mil y una ocasiones, que las fallen de las maneras más ridículas imaginables, que el portero culerdo acabe con los guantes hechos jirones de tanto parar, que los palos de la portería queden más chamuscados que los del Municipal de Chernobyl y que ¡Oh, qué horrible es el hedor de La Muerte! les marquen el gol más feo de la Historia en el minuto 94 y 57 segundos como escarnio final. Que sus córneas horrorizadas soporten como el rival más odiado les levanta en plena jeta SU Champions. Y que se levante al día siguiente con ese horror cósmico empapándole hasta el alma, con la insoportable certeza de que aquello ocurrió y que tendrá que vivir con ello.
Y ahí quisiera verle con el discurso que maneja ahora.
Un abrazo.
He dejado de leer en «Jugar 7 partidos 7 contra la élite europea, ser avasallado con luz y taquígrafos en todos ellos […]»
No sé qué partidos vio usted, pero le recuerdo un 1-3 en la ida contra el Chelsea, y le recuerdo las cuatro ocasiones claras de gol que tuvo el Madrid contra el City en la vuelta al principio, fallando Vinizius lo infallable en dos de ellas, casi a puerta vacía.
Contra el PSG sí, ahí las estrellitas le bailaron al Madrid en 150 de 180 minutos. Mbappé 5 goles, algunos invalidados por claro fuera de juego.
Por supuesto que hubo suerte, y mucha. Pero a la suerte hay que ayudarla para conseguir la victoria, especialmente desde el lado mental. Al equipo blaugrana les reventaron en Anfield, Roma y demás, con unas remontadas escandalosas mientras su estrella miraba al suelo con estupor (de ahí el apodo de «paseante»).
Otros con todo en contra no se rindieron, y les salió bien la jugada en esta ocasión (y en tantas otras).
“Jugar 7 partidos 7 contra la élite europea, ser avasallado con luz y taquígrafos en todos ellos […]”
Al menos el Madrid llegò a Jugarlos. Y a ganarlos.
Porque otros Jugaron y fueron avasallados con luz y taquigrafos en todos sus partidos, y no precisamente contra la élite europea…
Curioso cómo un artículo de fútbol genera muchos más comentarios e interacciones que cualquiera de los mil geniales artículos de esta revista. La sigo desde hace años y no puedo dejar de preguntarme si este artículo, hace un año, tendría cabida. Y no digo xq sea de fútbol, que los hay, sino tan de actualidad y con un punto polémico.
Dicho esto, el artículo me ha gustado (quizá hubiese preferido leerlo en Panenka o en libero) y soy madridista hasta la médula. Y me la suda totalmente el estilo, las tácticas y las estrategias. No afronto el fútbol desde una óptica racional ni pretendo ir de intelectual cuando celebro un gol. Esto del fútbol es genial porque va de pasiones y nunca jamás el fútbol me hizo sentir tanto como en esta champions. Igual sí, en la Liga 06/07 de Capello, también llenas de remontadas y locuras. El fútbol es para sentir, alegría y tristeza. Decepción. Subidón. Nadie esperaba remontar al PSG, pero cuando marcó el primero, ese run run… No hay nada como eso. Y mañana ya me olvidé. Pero hoy, en ese momento, es la hostia.
Soy del Madrid y no sé porqué. Insisto en que no hay argumentos ni lógica. Solo pura Pasión. Pero con el tiempo creo que soy del Madrid porque es lo más que me acerca al Arte: me hace sentir. Y prefiero mil veces esta champions que cualquiera que gane avasallando y ya vaya 3-0 la primera parte.
Un saludo.
DE CÓMO EL MADRID GANÓ LA DECIMOCUARTA GRACIAS A LA PSICOMAGIA DE VON ROTHBART
París
Querido Mono Amedio, la ternura que inspiras cuando te sientas en mis rodillas y escrutas la piel aterciopelada de mis huevos pelones empolvados en talco, fagocita hasta el último atisbo de precipitación acelerada que albergaran mis cojones. Oh, quiero follarte. Por favor, no arañes. Todavía quedan rincones adecuados para el romanticismo en este mundo criminal. ¿Lo sabías? En cada una de tus renuncias, debería escuchar una señal, un mensaje. Y sobre todo, una advertencia: se ha abierto un cráter sobre las cabezas herejes de tus amos, y lo hemos abierto entre todos los maricones fansistas representados por este que te penetra salvajemente para poder escupirle a Ceferino y a su absurda cohorte de dijinns del desierto cubiertos de oro y petróleo. Gime conmigo, Mono Amedio, gime de placer y grita de dolor hasta reventar mientras penetro tu culo en este sucio colchón forrado de billetes. Sayonara, baby, y disfruta de la caída desde lo alto de este amasijo de hierros que tiene por nombre Eiffel.
Londres
Marchemos, marchemos todos, una banda me acompañará, una banda de hijoputas madridistas. Bien por todos nosotros, a por Paris y ahora por Londres. Que nos vistan de vacilantes visitantes, que nos vapuleen que ya nos vengaremos. Desvergonzados viperinos vergonzosos, recordad que la vida es vileza y vislumbre. Ventosead, ventosead, hijos de putas vestidos de lino blanco. Raspad las asperezas del odio de nuestros enemigos que roen su casposa miseria y su mugrienta envidia con peines de adobo sediento y el sinfín de las porquediezmilmierdasyexcusas.
A eso se reduce todo, a eso se reduce lo irreductible. Lo escatológico no quita lo valiente. Por esto continuo con esta bonita tradición psicomágica y recurro a la cocaína y la vaselina. Me inyecto una dosis letal de la primera en mi hermoso nabo y me lo embadurno con la segunda, pues deseo un polvo violento y ensimismado en este barrio de pijos de Londres. Me voy al zoo a robar una mona, no solo voy a violar a ejemplares de sexo masculino, soy un demócrata y creo en la igualdad de género. Le depilo el cuerpo, le pinto los labios, un poco de rímel y unas gafas de sol, un vistoso y caro traje color azul eléctrico comprado en una tienda de moda del barrio pijo de Chelsea, la hago pasar por mi novia deforme en escapada romántica.
No resulta difícil acceder a montarnos en ese engendro llamado la noria del milenio. Una vez en las alturas junto mi boca a la de la mona Chita, no sin antes trabajarle los bajos hasta conseguir esa sensación de hocico y lengua de caballo en mis manos. Entrelazábamos nuestras lenguas e intercambiábamos saliva en un delirio de espasmos amorosos. Os quiero a todas, de verdad. Os quiero, mis monas, mis gorilas, mis orangutanas. Os falta el raciocinio suficiente para sentiros madridistas y también los cojones, una pena, solo podéis aspirar a comer plátanos y rascaros el culo. Pero reivindiquemos de una vez por todas nuestro derecho al amor entre los hombres y los simios. En la capital de la pérfida Albión se oye el ulular del viento invernal, polar y blanco del mandrilismo en los árboles, el canto de la mona en celo, la lluvia de flujo, semen y mierda en el pavimento de adoquines de la capital de la pérfida Albión.
City
¿Escucháis esa trompeta? Seguidme, queridos madridistas, vamos a saciarnos del árbol defoliado de la falsa sabiduría y la más falsa humildad. Ya sabéis de quien estoy hablando. Depilo mi cuerpo y lo cubro de los más caros perfumes, inhalo la metanfetamina y el Popper. Chemsex. Fiesta de maricones, no me toques por favor. Una vez inmersos en la sala oscura, si lo deseáis y no os sentís asqueados por el olor nauseabundo a mierda, sudor y semen, o por todo a la vez, podréis regresar a vuestras casas, o a donde os apetezca, o a donde os dejen, si es que merece la pena regresar a algún lado o simplemente regresar. Vamos a transformar esta extraña sala de rosas apestosas en Gloria Madridista. Que sople el viento purificador y destructivo, que cabalgue sobre el zipote duro y la sangre erecta, pero que nadie sienta desolación, ese viento no os trae la catástrofe: sólo la Dicha Verdadera. Me llamo Nicolás, hijo de Custer, Divino de los Huevos Pelones, y estas maricas malas que aúllan de placer en medio de la oscuridad de esta inmunda sala son los hijos putativos de Guartrolas, clones de esa marica de campanarios, de eructos y salivazos, de jersey de cuello de cisne y calva encerada, que escupe, escupe y escupe semen madridista en los partidos y que tanto asco provoca entre los señoritos Ivanes. Estoy aquí, hijos de puta, os abro vuestros pestilentes anos y me corro en vuestros cuerpos y vuestras bocas. Tomad y probad, todos de él, mi Sagrado Nabo Madridista, porque aquí lo que está en juego no es una orgía más en el Paraíso (wink, wink), sino una conciencia perdida: la fuerza, la bestia, la falsa virgen, la Gran Puta, arrodillada ante la Bestia que tiene cuernos y viste de blanco inmaculado.
París II
¿Escucháis de nuevo la trompeta? Marchemos de nuevo a Paris, así comenzó y así terminará esta nueva cruzada psicomágica encabezada por vuestro amado y bienhallado Divino en busca del Santo Grial en forma de Orejona.
Esta vez nos enfrentamos, queridos niños, a un enemigo poderoso: la Puta Luciferina. Necesito un ejército de homúnculos, así que seguiré las instrucciones de fabricación del gran mago Paracelsus, que a continuación os expongo por si alguno os interesa para complacer a vuestras zorritas y zorritos. Para crear un homúnculo es necesario recolectar el esperma putrefacto de un hombre. Esta muestra debe inseminarse en un huevo, dejado a la sombra, en un sitio cálido, hasta que alcance el nivel óptimo de putrefacción. Después de cuarenta días de incubación el homúnculo es capaz de moverse por sí mismo, lo cual es fácilmente observable. En esta etapa el huevo no debe ser abierto. El homúnculo ya posee algunas características humanoides pero no está completamente formado. Sólo cuando la cáscara del huevo se vuelva traslúcida es posible sacar al homúnculo. Se lo debe alimentar sabiamente con sangre humana, nutrición que debe prolongarse durante cuarenta días más.
Repito el proceso 14 veces, número que representa el infinito y al mismo tiempo simbolizaría la decimocuarta, y obtengo 14 homúnculos albinos y de pelo rubio y rizado, cual angelitos listos para emprender la cruzada. Realizamos el camino a pie porque es necesario el sufrimiento y la penitencia en toda gran gesta. Caminamos durante la noche y dormimos durante el día. Vestimos túnicas blancas. Evitamos a los humanos. Viajamos al modo homérico, conscientes de que cada hallazgo es más una advertencia que una revelación. Después de cuarenta días llegamos a los arrabales de París. Busco la puta más gorda y sucia y no tardo en encontrarla. Tras un breve acuerdo económico, procedemos al ritual en los Campos Elíseos. Le afeito la cabeza en honor al Gran Mamón y cubro todo su orondo y celulítico cuerpo con pintura roja en honor al LoserKlopp. Te llamaré Ceferina. Uno por uno, los homúnculos empalmados hacen su aparición. Ella los observa como lo que son: una legión de hombres vírgenes de piel nívea y con aspecto de retrasados.
Comienza el fornicio. Los homúnculos entran y salen sin dificultad, lubricados, húmedos, cubriendo el pestilente coño por turnos; el ardor del que hacen gala es tan fervoroso que se producen un apelotonamiento en la hinchada y lubricada vulva. El polvo psicomágico se demora, no tardo en sacar el látigo e imponer orden y disciplina madridista. Olisquean su sexo, aprisionan y muerden sus pechos, se restriegan entre los pliegues celulíticos. La puta sabe a cera, gelatina y mucílago. Ella ríe, le hace gracia la marcialidad con que se entregan al alegre mete y saca. Ceferina empieza a gemir de verdad, sin fingimiento, olvidando el personaje que representa y la siniestra simbología. Uno a uno, los homúnculos que huelen a orina, amoniaco y arenques en salazón, entre tanta fricción, van desapareciendo por turnos dentro de su vagina. Catorce desapariciones y el vientre de la puta se hincha hasta casi reventar, momento que aprovecho para darle la vuelta y endiñársela por el culo. Un geiser blanco compuesto de semen y los cuerpos fundidos de los homúnculos sale disparado del coño de la puta Ceferina inundando los Campos Elíseos. El squirting orgasmocósmico ilumina el cielo de París. La puta queda jodida después de la jodienda y El Madrid gana la decimocuarta jodiendo como nunca.
Y ahora, responde Ceferina, puta satisfecha.
¿Existe una Voluntad Ignota?
¿Existe un Proverbio definitivo?
¿Existe una Finalidad, una causalidad, una intención, una forma?
Responde Ceferina, ¿existirán la Piedra y el Elixir?
¿Existe la Dama de Blanco que aguarda bajo la sombra de un bosque de cedros?
¿Existe el Poder, el Poder, el Poder?
No es necesario que respondas. Ya sabes la respuesta.
HALA MADRID.
(Escrito de su puño y polla por Nicholas Von Rothbart Pertusatus)
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