No tenía pérdida: la casa de Walter Sutherland era la que estaba más al norte en Unst, la isla más norteña de las Shetland, que también es el archipiélago más septentrional de lo que hoy es el Reino Unido. Poco se sabe de este escocés que vivía más cerca del círculo polar que de Londres, pero su nombre quedará asociado para siempre a una lengua que murió en la segunda mitad del siglo XIX. Walter Sutherland fue el último hablante de norn. «Walter Sutherland» como certificado de defunción.
Insistimos en que nos gustaría saber más de él. Desconocemos las causas de su muerte, si tuvo familia o a qué se dedicó en vida, aunque esto último es fácil de adivinar. Descolgada a la misma latitud que la península de Kenai, el golfo de Alaska, Oslo o San Petersburgo, en Unst solo crecen el brezo y la juncia. Antes de que el petróleo del mar del Norte arrancara de estas islas a los hombres en edad de trabajar, aquí uno sobrevivía de la ganadería y la pesca en su estado más primigenio. Imaginamos a Walter gobernando a sus rebaños bajo esa luz de las altas latitudes cuando amanece —ese gris mortecino endémico—, o pescando langostas bajo esa niebla persistente. Solo puede con ella uno de esos vientos huracanados —se llaman flanns— que resquebrajan los acantilados. Todo son cábalas, como cuando recordamos que el padre y el tío de Robert Louis Stevenson fueron los ingenieros que levantaron muchos de los faros de las Shetland. Se dice que el joven Stevenson visitó a su padre en Unst, y también que la pequeña isla fue la base para el mapa de su Isla del tesoro. ¿Fue Sutherland uno de los albañiles que levantó esos faros? ¿Acaso el farero? ¿Podría haber muerto confiando su vida a una cuerda de crin mientras buscaba huevos de gaviota o frailecillo en un acantilado? Sí, la vida del escocés más septentrional de su época es aún más misteriosa que la lengua que se llevó a la tumba. Volveremos con él más tarde, pero antes vamos con un poco de historia.
Las Shetland son un archipiélago escocés más, pero no busquen aquí ni haggis, ni kilts, ni gaitas, ni ningún otro rastro céltico insular, porque en Shetland lo que se reivindica es un pasado escandinavo. No en vano, la lengua de Walter descendía de la que trajeron los vikingos entre los siglos VIII y IX. Las inscripciones más antiguas —en alfabeto rúnico— datan del siglo X, y el norn fue hegemónico en Shetland, así como en las vecinas islas Orcadas, hasta el siglo XV. Fue entonces cuando el escocés —la variante hermana del inglés, que no se debe confundir con el gaélico escocés, el cual nunca se llegó a hablar en estas islas— empezó a sustituirla, cuando el archipiélago cambió de manos. Algo se escribió en papel allá por el siglo XVII, pero poco, y apenas sobrevivió nada. Para entonces, la vieja lengua vikinga era ya un habla de campesinos y pescadores, porque la que se usaba en escuelas e iglesias era la que Escocia exportaba a sus últimas adquisiciones.
No habría apisonadora cultural más eficaz que la versión anglófona de la Biblia. Aunque alguien recordara aún antiguos fragmentos de la vieja lengua en islas tan aisladas como Foula, Yell o Fetlar, para el siglo XIX la asimilación era ya casi completa. El norn había ido cediendo al avance del escocés, que entraba por el sur y tocaba ya la puerta de Sutherland, en esa última casa antes de que el norte se eche al mar desde una playa de arena blanca. La vida de Walter parecía no solo estar consagrada a certificar la muerte de su lengua, sino también a escenificarla.
Lo que se llevó para siempre el escocés más boreal fue un idioma que, de hablarse aún hoy, sería lo más parecido a lo que se sigue hablando en las islas Feroe. El vocablo norn nos llega del antiguo escandinavo norroenn (noruego), y fue precisamente un ministro y naturalista escocés, un tal George Low, el primero en utilizarlo tras una visita a las Orcadas y las Shetland en el siglo XVIII. Su existencia tampoco pasó desapercibida para Jakob Jakobsen, un lingüista feroés que realizó tres viajes a Shetland a finales del siglo XIX y rescató unas diez mil palabras de viejas canciones y leyendas de boca de los isleños. Jakobsen no necesitó su traducción, ni tampoco la echarían en falta los noruegos que visitan hoy las islas. Ya hemos dicho que lo que se habla hoy en Shetland es la variante local del escocés, pero dicen que su entonación es calcada a la de las variantes del noruego más occidental.
Hablando de relaciones con el continente, estas siempre fueron fluidas, como lo demuestra un capítulo fantástico y reciente de la historia: durante la ocupación nazi de Noruega (1941-1945), una red de comandos disfrazados de pescadores se dedicaba a sacar a noruegos del país hacia el archipiélago a través de una flotilla de barcos de pesca que escondían armas en bidones de combustible. En cerca de doscientos viajes a al archipiélago, la operación Shetlandsbussene (el autobús de Shetland), consiguió sacar del país a más de quinientas personas entre agentes y refugiados que incluían desde miembros de la familia real noruega a ciudadanos británicos atrapados en la Escandinavia ocupada.
La guerra puso en el mapa a las Shetland, incluida la pequeña y remota Unst de Walter. Su latitud era el lugar ideal para acoger una estación de radar cuyos restos aún son visibles desde toda la isla, pero lo que nos ocupa hoy es la lengua que murió en su casa más septentrional. Allí, un padrenuestro arrancaría con un «Fy vor or er i Chimeri», y un día más con un «goan da» (buenos días). Al ganado lo llamarían kye, y le meterían prisa con un «scundie!», antes de que un nuevo vendaval —recuerden: flann— volviera a encerrar a los frailecillos en sus acantilados y a Walter en la casa más remota. Cuenta la leyenda que esa y otras más estaban agrupadas en un solo pueblo, pero que fue un flann el que las esparció por toda la isla.
Lo que queda
El viento en Shetland es tan testarudo que es de lo poco que ha sobrevivido de la vieja lengua. Entre las palabras del norn que aún flotan en el magma del escocés del archipiélago está gro, que es el viento en general, y stoor, una brisa ligera. Luego viene el violento gooster, el húmedo daggastö o el seco y cortante guzzel, así hasta llegar hasta esos temibles flanns. La toponimia y los nombres de las granjas son mayoritariamente vikingos, y también encontramos rastros en las palabras que se usan para describir a las ovejas del lugar, como la blaegit, que es blanca con manchas negras, o la katmoget, de pechera oscura. A estas alturas, ya no nos extraña saber que esos vocablos son casi idénticos a los usados para los mismos especímenes entre el ganado islandés.
Un pequeño grupo de entusiastas que no se conforma con lo pecuario concentra hoy sus esfuerzos en complejas reconstrucciones lingüísticas con el objetivo de dar forma al nynorn, el «nuevo norn». En un futuro demasiado hipotético, se convertirá en la lengua vehicular de las Orcadas y las Shetland, pero, de momento, su uso tiene un carácter político o puramente ceremonial. Los ferris que unen las islas con el resto del mundo tienen nombres como Hjaltland (Shetland) o Hrossey (isla del Caballo), que es el nombre antiguo para las Orcadas, mientras que el lema de las Shetland es «Með lögum skal land byggia» (Con la ley se construirá la tierra).
El norn —lo que queda de él o lo que se espera que vuelva a ser— es también una herramienta para una reivindicación identitaria que arranca allá por el siglo xix. Fue entonces cuando una organización, la Liga Udal, inició una campaña para «la vuelta a los orígenes escandinavos» que reclamaba el autogobierno para las Shetland y las Orcadas. La idea se retomó en los años sesenta del siglo pasado, cuando los shetlandeses contemplaban con envidia la prosperidad y el aumento de población de las Feroe antes de concluir que la autonomía de la que estas gozaban (bajo bandera danesa) era el secreto de su éxito. Así, en 1969 ondea por primera vez la bandera de las Shetland: una cruz blanca escandinava, o nórdica, sobre el mismo fondo azul de la bandera escocesa. Resume quinientos años de mandato escandinavo y otros quinientos del escocés, pero este último puede no ser para siempre. Cuando Escocia votó sobre su independencia del Reino Unido en 2014, el mayor porcentaje de noes se dio en las Shetland y las Orcadas (63 y 67 por ciento, respectivamente). Siete años después, existe una mayoría entre los consejos locales de Shetland para iniciar un proceso de separación de Escocia y navegar hacia un estatuto de «Dependencia de la Corona», similar al de las islas del Canal, la de Man o Gibraltar.
Es lo que tiene la insularidad, que las olas no entienden de puentes ni carreteras, como ya quedó demostrado con el voto del Brexit. Los shetlandeses también votaron en contra de aquel divorcio, pero ahora se encuentran entre los que más van a sufrir sus efectos. Se teme que el seísmo en la isla grande provoque un tsunami en las más pequeñas y alejadas.
Ignoramos qué pensaría el bueno de Walter de todo este embrollo si levantara la cabeza, y también si era realmente consciente de ser el último de una saga milenaria. Cien años antes de su muerte, una tal Dolly Pentreath se llevó la lengua celta de Cornualles a la tumba, lo mismo que Ned Maddrell la de Man (1974), Antonio Udina la de Dalmacia (1898) o Tevfik Esenç el ubijé del Cáucaso (1992). Son algunos de los nombres y apellidos asociados a decesos lingüísticos que, por otra parte, son muy difíciles de certificar con exactitud en el tiempo y el espacio. ¿Realmente fueron los últimos? En el caso del norn, dicen que en la lengua de los vikingos aún se podía oír en la remota isla de Foula décadas después de la muerte de Walter. Da igual. Hoy se trataba de celebrar un eco que se escuchó durante mil años en un remoto confín del Atlántico norte.
Descanse en paz.
Excelente artículo. La historia me ha recordado enormemente al ficticio reino de Qwghlm en las novelas de Neal Stephenson, localizado por parecidas latitudes y con su idioma rúnico diferente a todos los demás. Quizá el autor sacó de las Shetland la idea. Gracias!
Puede ser perfectamente. Las Shetland y las Orcadas dan para tanto…
En la traducción que tenía de «El pirata» de Walter Scott, los personajes la llamaban «la lengua norsa». Este 2022 murió la última hablante de la última lengua del Sur. Se llamaba Cristina Calderón y su idioma era el yagán, háusi kúta en yagán. Se hablaba en los canales al sur de la isla de Tierra de Fuego, dicen que en sus canoas de corteza llegaban hasta el Falso Cabo de Hornos o incluso quizás al verdadero. Eran los últimos habitantes hacia el sur hasta que se establecieron el faro del Cabo de Hornos y las bases antárticas. Cristina intentó que sus hijos y nietos y algunos lingüistas aprendieran su idioma, porque por mucho tiempo estuvo solo en su cabeza, tras la muerte de su hermana. Nadie llegó a aprenderlo. Queda un diccionario enorme de fines del siglo XIX escrito en una ortografía fonética con un alfabeto latino aumentado por un misionero inglés, así como dos evangelios. Y nombres de lugares como Ushuaia y Yendegaia. Un brindis por Walter, por Cristina y por todos los que siguen hablando sus lenguas maternas a pesar de todo.
Excelente artículo, pero señalo que la foto que lo encabeza no corresponde a las Shetland escocesas sino a las Shetland del Sur, en la Antártida, en el Pasaje de Drake. El álbum de Barry Thomas incluye otras islas de la zona como las Orcadas del Sur (homónimo de sus hermanas al norte de Escocia), y el mar de estas «Antillas del Sur» se llama Mar del Scotia (otra casualidad). Estaría bien que sustituyeran la imagen…
El libro que cuenta muy bien el pasado de Orkney, se llama el Orkneyinga Saga, que es un libro escrito en islandés en el siglo XII, y que relata la lucha de los earls of orkney contra la corona escocesa y otros poderes de la edad media….es un libro fácil de encontrar, Penguin tiene una edición, y consiste de relatos épicos / media leyenda, media historia….todo un poco «el hombre del norte», luchas a sangre y fuego…
En cuanto al Norn, si no existe en su forma antigua ya, se sigue escribiendo en dialecto de los Shetlands en Escocia hoy en dia, por ejemplo, en el caso de Christine De Luca, Robert Alan Jaimeson y Christie Williamson…
Este ultimo ha traducido a Federico al Shetland escoces, en una edición que he tenido en la mano en la biblioteca nacional en Edimburgo…
Gracias por el simpatico articulo…
Muy interesante, muchas gracias por la aportación. En cuanto a la variante del norn que mencionas en la que dices que se escribe, ¿hablas del escocés de Shetland y Orkney o del nynorn?
Hablo del dialecto que se habla en Shetland hoy en dia, que se llama Shetland Scots creo, que yo no controlo por cierto, pero que entiendo conserva bastantes palabras del Norn. Christine De Luca es poeta pero tambien activista del Shetland Scots, seguro que contesta cualquier pregunta encantada.
En cuanto a Orkney, pues es tierra del poeta y traductor de Kafka, Edwin Muir, y de George Mackay Brown, además, la cineasta experimental Margaret Tait que se ha recuperado estos últimos años tras años de incuroa . Hay cosas suyas en Youtube, algún plano de Orkney sale seguro…
Apuntado todo. Empiezo con Orkneyinga Saga. Gracias otra vez.
Fy vor or er i Chimeri
Chimeri (cielo), y camisa tienen una raíz común indoeuropea, el cobertor, lo que nos cubre.