El incidente es bien conocido: el 3 de enero de 1889 Friedrich Nietzsche sale de su casa de Turín y en una de las plazas ve a un cochero golpeando a un caballo. Entra en barrena. Llorando, se arroja al cuello del animal para protegerlo y se derrumba. Nietzsche no volvería a ser Nietzsche. «Pocos días después Franz Overbeck busca al amigo mentalmente trastornado. Nietzsche vegetó todavía durante diez años», se lee en la obra que el ensayista Rüdiger Safranski le dedica al filósofo. De ahí se pasa a «otra historia, la de sus repercusiones e influjos». No queda nada claro cómo vegetó durante esos diez años. Y es tal la precariedad de la existencia, que ni vegetar puede uno solo: es preciso tener alguien al lado que se ocupe de las comidas, las babas y las mierdas. Ya se sabe que esto no es relevante quizá para la gran historia del pensamiento, pero, oye, una mención a tiempo no es que sea una victoria; es simplemente justicia.
Las Nietzsche, gentuza
La que se ocupó de ese largo vegetar de Friedrich Nietzsche fue principalmente su madre, Franziska Nietzsche, hasta que murió y su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche, que se arrimó cuando vio claro que de ahí podría sacar tajada. Para Nietzsche, gentuza. Así se había referido el filósofo a ambas en Ecce homo, escrito poco antes del colapso. Allí reniega de ambas. Despotrica más bien: «Cuando busco la antítesis más profunda de mí mismo, la incalculable vulgaridad de los instintos, encuentro siempre a mi madre y a mi hermana. Creer que yo estoy emparentado con tal canaille [gentuza] sería una blasfemia contra mi divinidad. El trato que me dan mi madre y mi hermana, hasta este momento, me inspira un horror indecible (…). Confieso que la objeción más honda contra el «eterno retorno», que es mi pensamiento auténticamente abismal, son siempre mi madre y mi hermana».
No pasa nada. Todo está perdonado. El colapso acabó con el filósofo y con el hijo raro, pero le devolvió a Franziska Nietzsche un niño, un enfermo a quien cuidar y con el que sabía lidiar. La filosofía podría haber perdido una de sus cabezas más brillantes, pero aquella madre había recobrado al hijo pródigo. Una vez más, vaya giro de guion.
«Mi melancólica alegría»
Franziska Nietzsche había nacido el 2 de febrero de 1826 en Pobles, una pequeña localidad sajona. Hija de Wilhelmine Oehler y de David Ernst, un pastor luterano, creció en una familia numerosa y se trasladó a vivir a Röcken con diecisiete años, cuando se casó con otro pastor luterano, Karl Ludwig Nietzsche, con el que tuvo dos hijos, además del filósofo. Antes de cumplir los veinticinco ya estaba viuda y había perdido al hijo menor, con lo que la tragedia no era ninguna desconocida para ella. Tras estas desgracias, Franziska se mudó a Naumburg, instalándose en casa de su suegra y sus cuñadas. Allí creció Friedrich Nietzsche, con quien siempre tuvo una relación tormentosa hasta que la vida se lo devolvió encogido, hecho un niño. Entonces Franziska le canta, le alimenta y le engorda, le viste, le asea y se afana en encontrarle compañía que esté a la altura intelectual —pues cree que esto le sanará—. También escribe sin tregua a viejos conocidos o amigos para dar cuenta de los progresos o deterioros de su hijo, se obsesiona con el dinero, se agota con otras preocupaciones, como el legado editorial de Friedrich, y muere finalmente el 20 de abril de 1897. En su última carta, a principios de ese mes, da cuenta ya de su debilidad, solo se levanta para ayudar al enfermo, pero está contenta: «Alabado sea Dios solo por haberme permitido hasta ahora prodigar los cuidados a mi hijo (…). Él sigue siendo mi melancólica alegría».
Los años de la locura, los años de los cuidados
Esto por lo que respecta a una biografía apresurada, pero hay una parte que se deja recomponer a cámara más lenta. Si sabemos mejor de Franziska Nietzsche y de los últimos años de Friedrich es gracias a la correspondencia cumplida, frenética, que la madre del filósofo mantuvo con el leal Franz Overbeck, el teólogo, gran amigo del filósofo y albacea de su obra. Franziska siempre le estará agradecidísima al profesor, porque fue el primero en acudir a socorrer a su hijo después del colapso y porque se preocupó por él hasta el final, gestionando incluso una pensión vitalicia de la Universidad de Basilea, que le hará llegar a la madre, siempre atribulada por las preocupaciones financieras. En 2018 Hermida editores publicó esta correspondencia en una edición al cuidado de María Jesús Franco Durán. Se titula Los años de la locura… de Friedrich, se sobreentiende, porque para Franziska Nietzsche esos serían los años de los cuidados. Ocho hasta que murió. El hijo sobrevivió tres más.
Alimento para el cuerpo, alimento para el espíritu
El libro se abre con la crónica de un trayecto en tren que tenía por objetivo ingresar al filósofo en un sanatorio en Jena. «Qué bueno fue el principio del viaje cuando él mostraba una alegría evidente por tenerme a su lado. En el momento de darle un bocadillo con fiambre comentó: «Hacía tiempo que no comía unos bocadillos de jamón tan ricos». Y, después, con las cerezas (…)». En ese mismo viaje también habla Franziska Nietzsche de un ataque de furia contra ella y de cómo el paciente había sosegado el ánimo con la lectura de algunos periódicos. «De esta manera se estuvo bastante quieto». Ambos relatos componen un resumen concentrado de lo que fue la vida y la relación entre Friedrich y Franziska Nietzsche a partir de su colapso en Turín: procurarle alimento, sosiego, entretenimiento, intentar calmar sus ataques… De todo ello irá dando cuenta al profesor, junto con algunos detalles escabrosos e intrigas.
En la introducción, escribe María Jesús Franco Durán, que también es la traductora: «Overbeck fue un desahogo para Franziska y un alivio de sus tristezas y penalidades. Su actividad como teólogo y la fidelidad hacia su amigo hizo que la madre de Nietzsche le tuviera plena confianza y que, llevada por el profundo agradecimiento que sentía hacia el profesor, le participara detalles de la vida de su hijo, que ninguna otra persona tenía derecho a saber». Efectivamente, las cartas están llenas de «secretos». La madre de Nietzsche desconfía de los médicos que en un principio juzgan mejor mantenerla alejada del paciente. Ella no se fía porque, con cierto negacionismo, piensa que nadie como ella, su madre, conoce a su hijo, sabe lo que le pasa y sabrá cuidarlo… a su manera.
Además tiene sus propias ideas sobre el diagnóstico y sus teorías. Sobre lo que le ha ocurrido, «quién puede sorprenderse de que todo haya acabado así: cuatro libros publicados uno tras otro y con tanta rapidez, además de haberlos escrito él mismo, corregido las pruebas de imprenta, etcétera, y cómo le afectaba ya todo eso cada vez que escribía tan solo un libro». Y más adelante: «El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos lo he tomado prestado y leído un poco. Está claro que una obra así puede devanarle a uno los sesos, y las otras obras son del mismo estilo». Finalmente se lanza a un diagnóstico en una carta que le remite a Overbeck en abril de 1889: «Tengo la sensación de que creen que se trata de algo congénito y conforme a esta idea lo están curando (…). Yo creo más bien que está relacionado con un exceso de trabajo y «los últimos setenta días» (…)», refiriéndose al extraordinariamente productivo periodo que antecedió a su colapso.
Buenos alimentos, nervios templados y la inestimable participación divina forman para Franziska parte de la cura de su nuevo hijo. De todo ello llevan buena dosis sus cuidados, pero hay algo que se le resiste y busca procurarle. Se afana en que, de vez en cuando, alguien de su altura intelectual lo acompañe paseando y le dé conversación a un nivel al que ella no puede llegar. Hay algunos intentos, algunas personas con las que Friedrich tuvo relación o admiradores se acercan y hacen esa función, pero abandonan o surgen rencillas y el proyecto se desvanece… En este sentido es emocionante la escena que describe en la carta fechada el 5 de octubre de 1890, donde Franziska narra ciertos «ejercicios de memoria» que le hace porque cree que le vienen bien:
Por ejemplo, yo le pregunto por Epicuro o Aristóteles: «cuéntame quién fue», y así con otras tantas destacadas personalidades. Entonces me cuenta cosas durante una hora, refiriendo las razones por las que se distingue como el mayor de los ingenios, y desde ahí vamos de nuevo a otras conocidas personalidades, de tal manera que siempre lamento el que no lo escuche ninguna persona culta y erudita que pudiera replicarle de manera análoga…
Franziska Nietzsche se sale con la suya
Junto a cuidar devotamente de su hijo, cumpliendo sus estándares de buena madre, Franziska Nietzsche tiene que parecerlo. Su posición respecto a las indicaciones de los médicos es arriesgada, pero tiene un plan y se decide a ir en busca de su hijo a Jena y rescatarlo del sanatorio. Pasan juntos la mayor parte del día, le tantea, de todo ello le hace partícipe a su interlocutor: «Lo recojo a las nueve y media de la mañana y se queda conmigo hasta las siete menos cuarto. Pero no puedo quitarme de la cabeza que tal vez avanzaríamos más si dejara de estar en contacto con los enfermos más nerviosos. Ir a Naumburgo es algo sobre lo que no quiere oír hablar. También he sopesado la lucha diaria…». Al final se decide y lo saca y se muestra orgullosa de ello. Lo exhibe como un triunfo: «Lo que más le gusta es que le ponga mi mano derecha en la frente mientras le leo y siempre me da un beso en la mano y me susurra: «Te adoro, madrecita querida» (…) No voy a abandonar a mi querido niño nunca más. Todavía me pesa el haberme dejado convencer por los médicos cada vez que yo quería traérmelo a casa y el no haberlo hecho antes».
Faltaba una etapa por completar en el camino de regreso. De Jena, la pareja parte apresuradamente a Naumburgo, después de un incidente que supuso un pequeño escándalo público: Friedrich se ha escapado de casa y lo devuelve un policía que relata como aquel hombre «había querido bañarse en uno charco que había al lado del baño de caballeros y que, en efecto, se había paseado desnudo un buen rato».
Cuidar a la cuidadora: la excelente Alwine
Madre e hijo viajan en tren a su ciudad. Allí les espera Alwine «la excelente». En esta historia de cuidados y recuperaciones, ella, la sirvienta, es la encargada de cuidar a la cuidadora, pero ¿quién cuidaría de ella? La cadena se interrumpe en esta mujer, que permaneció gran parte de su vida junto a los Nietzsche. La estimaban mucho y la celebraban también. La carta que el 30 de agosto de 1888 Friedrich escribe a su madre desde Sils es más bien para ella, todo un elogio de Alwine:
Mi querida madre:
Es mi deseo que esta carta te llegue el 2 de septiembre a más tardar, no para celebrar el aniversario de Sedán, sino porque ese día la excelente Alwine cumplirá diez años contigo. En estos días, en los que todo está en constante movimiento, este período es casi un milagro; pocas cosas hay por las que se te pueda envidiar más (excepto por su hijo) Es precisamente porque estás sola, con cada uno de tus dos hijos en un extremo del mundo, por lo que realmente necesitas una criatura tan buena y fiel a tu lado, para sentirte en casa. Lo malo es que no encontrarás fácilmente una sustituta si alguna vez es necesario. Por favor, dile a Alwine de mi parte lo mucho que le agradezco y aprecio sus servicios y que creo que todo lo bueno en este mundo tiene su recompensa.
En las cartas que Franziska remite a Overbeck, Alwine también está presente y siempre se lleva los elogios por su fidelidad, su trabajo, su dedicación y cuidados. Ella es su verdadero soporte y quien le aligera la carga y no deja de reconocérselo. Si en la carta de Friedrich él celebraba los diez años de Alwine junto a la familia, Franziska recuerda que «pronto cumplirá quince a nuestro servicio y que ha resultado ser magnífica y comparte nuestras difíciles preocupaciones». Dos años después continúan la tradición de celebrar esa especie de cumpleaños laboral: «Mi buena Alwine que pronto cumplirá diecisiete años a mi servicio en esta casa, sigue siendo la mejor». Ella fue su verdadero apoyo y lo fue hasta el final. En su última carta sigue estando presente Alwine, la magnífica.
El desengaño, el desenlace: ¿una vida perdida?
El regreso a la casa familiar con el hijo pródigo llena a Franziska de energía. Se muestra confiada: «Ahora espero que todo vuelva a su ser con el tiempo y con la ayuda de Dios». Hay periodos mejores y muchos altibajos, pero finalmente la receta no da buenos resultados, ni las curas seudomédicas a base de uvas que le practica a Friedrich… La enfermedad no remite, los progresos no llegan y lo que llega multiplicado son las preocupaciones por los gastos, las gestiones burocráticas por la tutela del hijo, los litigios por las ediciones de los libros, por su legado… La hija no es ninguna ayuda, más bien enreda y presiona con su proyecto de manejar y hacerse con el archivo, decidir qué se publica y cómo… Elisabeth negocia, toma las riendas y Franziska es escéptica, pero, atorada, acata y firma «de mala gana», cediendo en diciembre de 1895 todos los derechos sobre las publicaciones.
En el prólogo del libro de Hermida, escribe María Jesús Franco Durán: «Nietzsche, enfermo, se convierte por lo tanto en el sentido de la vida de las dos mujeres, de la madre y de la hermana (…). Una preserva en apariencia, su legado intelectual; la otra se dedica a los cuidados corporales». Más que el sentido de la vida de Franziska Nietzsche, el hijo se convirtió en la sustancia que llenó la suya, con sus días, sus meses y sus largos años de dedicación sin tregua. Así, día tras día, consumida entre preocupaciones, cansancio extremo y silencio se extingue una vida que se dedica a otra.
Dos años antes de morir, Franziska Nietzsche echa la vista atrás y hace balance en un escrito que tituló Mein Leben. Las treinta y seis páginas que se conservan empiezan con la infancia y acaban con el nacimiento de Friedrich. El documento se incluye en el libro ¿Una vida perdida?, que Ursula Schmidt-Losch dedica a Franziska Nietzsche. A la inquietante pregunta se suman más, porque ¿cuántas veces habrá pasado algo así sin que los protagonistas hayan sido un superfilósofo y su madre, sin que nadie haya reparado en esa circunstancia? Pero «alabado sea Dios solo por haberme permitido hasta ahora prodigar los cuidados a mi hijo junto a mi Alwine, tan excelente y eficaz, porque por lo demás me siento completamente paralizada», escribió Franziska Nietzsche en su última carta. Murió el 20 de abril de 1897. Su hijo Friedrich le sobrevivió tres años.
«La filosofía podría haber perdido una de sus cabezas más brillantes, pero aquella madre había recobrado al hijo pródigo».
Bueno. El filósofo más influyente de los últimos 200 años ha sido Hegel. Y el del último siglo, Heidegger. Lo mejor de Nietzsche suelen ser sus exageraciones. Copiaba bastante en forma y contenido. En la forma, imitaba a Max Stirner y en contenido al diletantismo hoy en día olvidado de «Die Freien», el conjunto de entonces jóvenes hegelianos que andaban de tertulia, borrachera y puterío alrededor de la tasca «Hippel’s Weinstube» de Berlín. La filosofía de Nietzsche es como aquella película de Jack Arnold, «eternamente menguante».
Kant y Kant. No bebas tanto. Y yo incluso meteria a Carl Jung, aunque fuera médico.
Lea bien. El texto no dice que sea la cabeza más brillante de la filosofía, sino UNA de las cabezas más brillantes, cosa que nadie puede ni debe poner en duda.
Por su incapacidad lectora se están creando ránkings en los comentarios que no van a ningún lado, y en última instancia desvirtúan el objetivo del texto.
Por favor, tengan respeto por el trabajo de la gente . Si quieren escribir escriban un WhatsApp y envíenlo a su número de teléfono.
Un saludo.
hablando de incapacidad lectora, el texto dice «… podría haber perdido» ¿Dónde dice que ES una de las cabezas más brillantes?
Suscribiría la opinión de geibel. También sobre Marx hay dudas. Economista, más que filósofo.
Sobre el tema,leer las 15 páginas que Zweig tituló Mater Dolorosa.
Del comentario de Annika;no sé ni por dónde empezar, tal vez debería de preguntárselo a Mann, Campus,Foucault,Jung,Freud,Deleuze,Jaspers,Hesse, Heiddeger, Zweig…
Junto con Goethe y Holderlin el más grande estilista en lengua germana.(Lean a Hegel 10 minutos…ah, que nadie lo hace;por algún motivo será…sin quitarle ningún mérito al poder de sus argumentos mas a día de hoy y de hace 50 años nadie leía a Hegel y los soldados alemanes en la primera guerra mundial llevaban el Zarathustra con ellos. Amén que al único filósofo en la actualidad que se lee es al de Röcken… pero bueno q si Annika tiene esa opinión pues ya está,no seré yo quien le diga que yerra.
Había un pescador vendiendo cangrejos cerca de la playa. Tenía dos baldes en donde reposaban los animales. Uno de los cubos estaba tapado, mientras que el otro no. Una mujer se acercó para ojear la mercancía y sintió curiosidad por la diferencia.
El vendedor le señaló el cubo de los cangrejos que estaban tapados.
– Estos son cangrejos de Königsberg.
Y señalando hacia el balde destapado añadió:
– Y estos son cangrejos de Röcken.
– Sí, ya veo, pero ¿por qué están tapados los de Königsberg y destapados los de Röcken?
– Es que los cangrejos de Königsberg se escapan fácilmente. Cuando uno de ellos trata de salir, los demás forman una cadena y le ayudan, hasta que huye. Por eso es necesario tapar el balde. En cambio, los cangrejos de Röcken, en cuanto ven que alguno trata de escapar, lo agarran e impiden que lo consiga.
Cada filosofía sólo atrae a un tipo determinado de persona. Si ahora se venden mejor los cangrejos de Röcken, mal vamos.
Foucault es un segunda fila. Jung, un tercera. A Campus no lo conozco. Freud fue psicoanalista, aunque los psicólogos no le aprecian demasiado. Zweig, literato. No son un guía. Heidegger escribió un volumen sobre Nietzsche, pero tres sobre Hegel y eso sin entrar en otros dos dedicados a Hölderlin, otro a Schelling y varios opúsculos sobre Hegel.
En esto lo mejor es dejar de lado la subjetividad y guiarse por el índice de impactos de un autor (cuántas tesis doctorales, monografías y artículos se publican en el mundo) y ciertamente Hegel o Heidegger, lo mismo que la tríada inevitable (Platón, Aristóteles y Kant) constituyen el equipo A. Después tiene a Descartes, Sto. Tomás y Occam. En ese grupo hay quien incluiría a Hume, Nietzsche, Marx o Kierkegaard, pero también hay quien no. La ley de los impactos, aunque estadística, indica que el interés por estos últimos autores va a más, sino a menos. Imagino que por ahí va Annika. La percepción de Nietzsche puede que siga siendo popular en los institutos, quizás debido a su romanticismo, pero la cantidad de gazapos (y tonterías) en sus obras no lo hacen muy atractivo. El único tratado que tiene en «La genealogía de la moral» y los disparates filológicos que contiene el primer tratado son de tal calibre que cualquier filólogo que lo cite queda desacreditado.
No sé qué hacen algunas personas, como usted, escribiendo comentarios aquí. Por lo que pretenden demostrar, como mínimo tendrían que estar preparando el próximo gran trabajo filosófico de la humanidad. España es un país incapaz de parir buenos filósofos, pero críticos los producimos a patadas.
Zweig se me antoja un cursi, un bluf, y un cretino, vilipendiado en su día por sus correligionarios alemanes – Brecht, que no le soportaba sin ir más lejos – en gran parte sin duda por su nauseabunda eficacia y super calculada presencia en todas las fiestas de su epoca …
Un aborrecible poliglota, Zweig que, al estar en todo, nunca llegaba a nada, el hazmereir de letras germanas, con un bonhomie forzado que nunca le quedaba bien…un dandy de pacotilla…
Que siempre se le saca a colación a Zweig en estos tiempos especialmente estúpidos es de esperar….a costa de Mann, a costa de Musil, a costa de Hesse si me apuras…s
Y eso sin llegar a Benjamin o Kafka…
Cual es el gran libro de Zweig? A ver! Que era exactamente Zweig si se puede saber? Es uno de estos.escritores que los escritores de verdad detestan….
…y fue despreciado por todos de su tiempo si mal no entiendo… oh, si….hay un sin fin de chistes literarios sobre los libros de Zweig y las suegras por ejemplo…
No es muy alentador que la gente elija filósofos basados en clics la verdad….
Una enorme oleada de estupidez se esta formando que va a arrasar con el mundo, es cuestión de tiempo….
FIósofos a base de clics, y la figura de Stefan Zweig….No se yo…Uno es de otro época ya…
Zweig se suicida de manera estúpida, inecesaria y tonta….
….Zweig, a salvo de los Nazis en Brasil, se deja llevar por la desesperación y se quita la vida, pensando que los Nazis van a dominar el mundo….se equivoca… justo al contrario, los Nazis tienen los dias contados, mas o menos a partir del suicidio un tanto ridículo de Zweig, junto con su pobre mujer… (que necesidad de llevar la mujer por delante?)
Ese libro, «Diez Momentos Estelares…» es el libro perfecto para los que no tienen o buen el tiempo o bien la disposición para leer en serio (o ambos), es decir,casi todos. Que clase de libro es? No es historia, tampoco novela, ni como ensayo vale…
Es un libro mirado con suspicacia por historiadores, novelistas y pensadores y con razon… un libro light, sin rigor, efectista, facilon…un libro de un pedante mas bien que otra cosa….y un tanto cursi por supuesto… uno de los libros de nuestro tiempo, no me cabe duda…
PD: Los libros de Zweig han sido objetos especialmente fungibles en las fiestas, cocktails y veladas de ciertos ambientes en España, o por lo menos era asi antes. Tal vez ahora no, tal vez ya no se regalan los libros de Zweig como ataño, pero hubo una época en que era casi imposible no acabar la noche sin un ejemplar de Zweig en la mano, si era la fiesta o cumpleaños de uno mismo.
A nadie se le ocurría regalarte, por ejemplo, «Las Tribulaciones del Estudiante Torless»de Robert Musil, pero si «María Estuardo» de Zweig, la cosa mas natural del mundo. Imposible era casi que alguien te obsequiase con incluso algo tan archi conocido como «Muerte en Venecia» de Mann, con aquellas enigmaticas y brillantes primeras páginas (que no se si contienen al misterio de todo el libro), pero nada raro era que te veniesen con «Cartas de una Desconocida» de Zweig, o más frecuente aun, «Los Momentos Estelares»…
Nadie regalaba «Der Stepppenwolf» en aquellas fiestas (ni lo regala ahora tampoco creo), ni siquiera para darse el gusto de decir la palabra «Steppenwolf» varias veces en voz alta, sino siempre Zweig, Zweig, Zweig, como si Zweig fuese moderno, y Musil no, Mann no, Hesse, no…
Nietszche no es un filósofo lineal, tampoco sistémico. Su estilo aforistico puede dejar una estela de pensamiento que podría ordenarse en cierta forma en algunas tesis principales. Un ateísmo militante que desprecia la hipocresía clerical y evangelica. El anuncio del superhombre como aquel que rompe las ataduras de la medianía y el conformismo del status quo, la denuncia del estado democrático burgués como forma de gobierno inútil y embustero. Ciertamente tampoco creía en la chusma, el pueblo ni en ideas igualitarias. Su tesis del eterno retorno lo acerca a los presocraticos, en especial a Heraclito. Nietszche partidario de lo dionisiaco en contra de lo apolineo, no rendía pleitesia a los clásicos griegos, por esa razón aplaudió el panteísmo de Spinoza. Y aún falta por discutir. Hegel no hubiera trascendido a no ser por MARX, que se encargo de enderezarlo. Hablar de Marx y toda su influencia es hablar de la DIALÉCTICA. Sartre y todos los exisyencialistas se sienten deudores de Nietszche, incluidos Jaspers y Heidegger (3 no es mayor que 1, en Filosofía) Acuérdense de Freud y dejen en paz a Stefan Sweig.
Marx es pacotilla hegeliana. ¿Cuál es su gran obra de filosofía? Porque «El Capital» es de economía. ¿Cuál? ¿El Manifa? Pues vaya obra. Marx no hubiera llamado la atención de no ser por la revolución bolchevique. El siglo XIX sólo miró a Hegel. No hay metafísica más allá de él. Kierkegaard, Schopenhauer a su pesar, hegelianos. Ludwig Feuerbach, Richter, Karl Marx, Bruno Bauer, David Friedrich Strauss y Max Stirner (el imitado por Nietzsche), también. En Inglaterra, James Hutchison Stirling, Thomas Hill Green, John Caird, Edward Caird, Richard Lewis Nettleship, J. M. E. McTaggart y Baillie. En Italia, un filósofo de la talla de Benedetto Croce. Lo de Nietzsche son pensamientos para las chocolatinas y para vagos, gente que en realidad no desee pensar o no demasiado.
Comentaristas: Ya pueden crear sus canales. Hay con qué. Es notorio
La madre de F. Nietzsche me cae bien. Era una neurótica, pero quizás toda buena madre lo sea. La hermana es otra historia. Una antisemita como su marido. ¿Por qué Federico metió a ambas en el mismo saco? Vaya usted a saber. Quizás envidiaba el trato que se daba a su hermana y tuvo celos. A saber. Tampoco es que sea un escritor consistente. En un momento escribió una barbaridad y ahí quedó. No le fue tan mal con su madre, aunque tuviera ayuda.
Que lo mejor de Nietzsche sean sus exageraciones me parece una barbaridad. Quizás Annika crea que son sugerentes, pero sus payasadas son lo peor, en especial si hay quien las cree. Los estudiantes son propensos a evitar leer y Nietzsche permite tachar a Platón, tachar a Sócrates, tachar a Eurípides, tachar a Kant, tachar a Hegel…
Propende a la superficialidad como, dicho sea de paso, este artículo. Entiendo que es algo así como biográfico, pero no sé qué aporta a propósito de la obra de Nietzsche. Tampoco creo que arroje mucha luz la vida de la vaquería en donde Francisca compraba leche para Federico o la casquería en donde compraba higadillos. No comprendo muy bien qué se pretende decir con este artículo.
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El legado de Nietzsche fue el deconstruir toda preconcepcion de la moral, todos los demás edifican sobre lo que otros escribieron, la transformación del camello al león y finalmente al niño como el bien lo expresa, el niño es la capacidad de empezar desde cero, de aborrecer el pensamiento de otros sin importar su profundidad pues venían contaminados con las hipocresías del cristianismo, el súper hombre es aquel que se lo plantea todo desde cero y se adentra en la aventura del pensamiento propio, a diferencia de otros filósofos Nietzsche exhorta a qué luego de leerle sus libros ya no sean necesarios ni si quiera pide ser comprendido, sino que reta al hombre a qué aprenda a filosofar por si mismo a partir de la nada .
Hay otros autores que retan a pensar por sí mismo, como Kant. «Sapere aude!» exclama en «¿Qué es la Ilustración?»
El problema de N es que era un troll. No quiero decir que no tuviera talento, pero tenía muy fácil ser insultante y acercarse a una mayoría que comprende mejor los insultos que los razonamientos. Para leer algo de N no es preciso la menor preparación y si unos párrafos no se comprenden, otros sí y hasta resultan ingeniosos. En cambio, enfrentarse a la mera introducción a la «Fenomenología del Espíritu» es para cuatro. Para leer a Kant o Hegel hay que tener cerebro y preparación. Eso queda de las posibilidades de la mayoría. Paradójicamente el éxito de N depende la plebe que tanto escarneció.
Con un poco de resquemor considero la Filosofía una ciencia; y el motivo es porque fue escrita por y para nosotros, al Igual que la Religión y la Política. El método de Maria Montessori sobre la pedagogía y gran parte de El Origen de las Especies me la confirma como ciencia de las intuiciones, geniales por cierto y que no se basan en las ciencias duras. Este excelente artículo sobre el padecimiento de una madre, trae de alguna manera a colación el “pecado original” de aquellas ciencias que pretenden ser universales a buen derecho, pero mientras no consideremos el sexo de sus autores seguirán siendo “parciales”. La famosa “pulsión de muerte o autodestrucción” es una prueba, ya que tal “patología” afecta solo a nosotros. Las mujeres la desconocen y creo que se escandalicen. No vinieron a esta realidad para eso, ignorancia que inicia con Aristóteles que las tildaba como “varones no logrados”. Y disculpen si los aburro, pero vuelvo a transcribir unas consideraciones de un ginecólgo y obstetra italiano aun vivo, Carlo Flamigni cuando tuvo que informarse sobre los cerebros masculinos y femeninos para tener una opinión sobre la inteligencia de las mujeres. “… Según variados estudios, el cerebro masculino y el cerebro femenino no son idénticos, y esto se debe en mayor medida a los diferentes factores que intervienen, sean genéticos u hormonales. (Agregaría también socio-ambientales). Desde el punto de vista morfológico, el cerebro masculino se caracteriza por una “mayor asimetría”. Y esta afirmación hace pensar: los libros de textos sobre medicina que he consultado (una docena) fueron todos escritos por hombres, y no tengo ninguna posibilidad de saber qué hubiera escrito una mujer en su lugar, pero tengo que preguntarme si no hubiera sido más lógico escribir el contrario, o sea que el cerebro femenino es más simétrico que el masculino. Mas, esto es justamente una prueba de la “asimetría” de la que estamos hablando…” Luego sigue explicando las funciones del cerebelo, hipotalamo, conexiones nerviosas etc. etc. Si las mujeres hubieran inventado nuestra cultura, sospecho que no habría habido filósofas, y no habrían escrito nada, y menos ese horror de Así habló Zarathustra y su SuperHombre. Y si nuestra diosa única hubiese sido María en vez de su hijo, tampoco habrían escrito nada: habría bastado con contemplar sus imágenes. Y la Política con su Izquierda-Derecha antinatural no la conoceríamos como la conocemos. Y seguramente esta estúpida guerra con su “pulsión de autodestrucción” no habría tenido lugar.
No es necesario mucho para desacreditar su ideología de Kindergarten: Beverley Allitt y Genene Jones fueron enfermeras y asesinas en serie de niños. Mataban a los más indefensos porque les producía placer.
Lea más la prensa.
De acuerdo a los cinco mil años de dominio masculino, le ganamos por lejos en lo que se refiere a muertos, sean estos indefensos o por placer. Y cuando leía la prensa, sabía que había hechos que no conocería nunca; ahora es imposible no conocerlos. Realmente hay comentarios que no entiendo. Debe ser por este velo masculino difícil de romper. Pero haga la prueba, aduéñese de su cerebro porque no es un buen consejero.
¿ Alguien se ha planteado que el colapso mental y años de “locura” fueran elegidos, fingidos y conscientes ?
¿No encajaría en cierta manera con una coherencia frente al eterno retorno, con reconciliación para con los primeros años de felicidad , antes de la muerte de su padre ?
Después de muchos años leyendo la obra de Nietzsche y de leer recientemente el trabajo de Safranski, me he encontrado con ciertos testimonios en este artículo que han despertado mi curiosidad. La perspectiva de Overbeck sobre la situación seguro que es interesante… maldita sea… otro libro sobre el viejo Friedrich que tendré que leer
No hace falta más que asomarse a los comentarios a esta entrada para entender que España es un país donde la media intelectual rebasa por mucho a la de cualquier otro país del mundo. En unas breves líneas, el menos dotado intelectualmente es capaz de desacreditar a cualquier mente de las pocas que han destacado a lo largo de la historia más reciente de Europa: que si uno era un cursi y un cretino; que si el otro era un segunda fila, que si el otro no sé qué…
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