(Viene de la primera parte)
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En febrero del 77, The Damned fue el primer grupo punk en presentar un disco, suyo también había sido el primer single, «New Rose». Aunque las primeras dos mil copias de Damned, Damned, Damned traían por error una foto de Eddie and the Hot Rods. Es lo que les pasaba a los que no tenían un sello gordo detrás. El álbum era un disparo e incluía un tributo a los Stooges, pero el mejor tema para quien esto escribe es «Fish». Una canción de Brian James para London SS, grupo legendario, pero que desapareció sin haber dado un solo concierto. Otro single, «Neat, Neat, Neat», les lleva a aparecer por primera vez en televisión. Fue en el programa Supersonic el 26 de marzo de 1977. El público que estaba con sus Led Zeppelin y sus Bad Company reaccionó a esto como ese mismo público hoy cuando le ponen trap. Sin embargo, Marc Bolan le vio rápidamente el valor y se agenció a Damned para su gira.
Según Brian James, eso fue magnífico porque mucha gente si veía que a su ídolo le gustaba un grupo, automáticamente pensaba que ese grupo era bueno. El ejemplo que daba era nada menos que Nikki Sudden, aunque el Jacobite ya llevaba jugueteando con sus Swell Maps desde principios de los setenta. Hay que añadir, en honor a la verdad, que sus seguidores no, pero Jimmy Page fue muy fan de Brian James, probablemente por su talento para crear riffs, y se pasó con John Bonham y Robert Plant a verlos al Roxy. Incluso hablaron bien de ellos en entrevistas, con el valor que tenía eso entonces, aunque es dudoso que los Damned pudieran amortizarlo. Aquel día en el Roxy, Bonham quiso subirse a tocar la batería y los punks le tiraron de todo. Acabó muy enfadado, aunque Vanian recordó en GQ recientemente que el problema fue que iba demasiado borracho e hizo el ridículo.
Con Marc Bolan, en la gira que hicieron juntos congeniaron bastante bien. Según el Capitán Sensible, porque el de T. Rex entendía como ellos que ser artista era un trabajo como cualquier otro, como ser fontanero o contable, y no había que darle mayor importancia. La desgracia fue que al poco tiempo tuvo el accidente y estaban seguros de que él les hubiera producido. El Bolan que conocieron The Damned era el que acababa de dejar de beber y de drogarse, hacía deporte y comía fruta, pero un día en Londres volvía con su novia a casa en su mini y la presión de un neumático les jugó una mala pasada: se estamparon contra un árbol y murió.
La contradicción es que luego salieron de gira con Police de teloneros de Damned y a Sting le trataron de pena. Brian no le servía alcohol, le decía que cuando fuera cabeza de cartel tendría botellas para él. Tal vez influyó que en Estados Unidos pasaron más hambre que las ratas y se tuvieron que alojar en pisos de almas caritativas. Además, Television, el grupo de Tom Verlaine, no quería que Damned fuesen sus teloneros. Les trataron con verdadero desprecio. Ellos luego salieron con camisetas que decían «Television are cunts» y la canción «Idiot Box» va dedicada a ellos. Esa también fue la primera gira de un grupo punk británico en Estados Unidos.
En el CGGB, los Rollings Stones les enviaron pasteles que acabaron esparcidos por todas partes. Para Cheetah, de Dead Boys, tocar con ellos fue la mejor experiencia que había tenido con su grupo, según podemos leer en un ejemplar de Record Mirror de abril del 77, a ellos también les encantaron los Dead Boys, pero más allá de eso, no hubo nada memorable. La medida de la calidad de la experiencia por esas tierras la da que, en un momento, se valoró la posibilidad de que Stewart Copeland sustituyera a Rat a la batería, pero no le aceptaron «porque es estadounidense».
Parece que la clave de la mala experiencia estuvo en el crítico Richard Cromelin, de LA Times, que escribió que su directo era «tan rudo y repugnante como habían anunciado». Al día siguiente había que tocar en una discoteca de Los Ángeles y les recibieron con lanzamiento de botellas, monedas y cubos de hielo. Rat le tiró las baquetas al público y el Capitán, que iba vestido de enfermera, en mitad del caos se desnudó por completo. Parece una chorrada, pero estas situaciones pintorescas tuvieron gran importancia en el semillero posterior de punk y hardcore californiano. Vanian las equipara al efecto que tuvieron los Ramones cuando fueron a Londres. Lo único es que, como admitieron en el documental The Damned; Dont you wish that we were dead, el problema fue que en Estados Unidos descubrieron la cocaína y Rat empezó a beber desde por las mañanas. Los follones y las broncas absurdas se sucedían de forma rutinaria.
Estados Unidos fue divertido. Nueva York fue genial. Había una gran escena creada por los Ramones. Vino mucha gente a los conciertos. Los Dead Boys fueron nuestros teloneros, ahí conocí a Stiv Bators. Nueva York fue bien, luego fuimos al Rat Club en Boston y fue diferente. Teníamos un pase a las ocho de la tarde y otro a las once. No nos podíamos creer que en las primeras filas estuvieran sentados comiendo pizza, así que para el segundo pase subimos las pizzas al escenario, tocamos un acorde o dos y les tiramos las pizzas. (Brian James, Punk Rock: An oral story)
Otro encuentro simpático por estas fechas fue con Elvis Costello. Lo cuenta el Capitán: «Volvíamos todos juntos, Costello se desmayó en el asiento trasero del autocar, borracho y murmurando «estoy muy mal» y cerró los ojos. Rat y yo cogimos todas las colillas de los ceniceros y las vaciamos en su boca, se las metimos en los oídos y en la nariz, le atamos los cordones de los zapatos, echamos un líquido inflamable en los zapatos y le prendimos fuego. Costello gritó: «Waaagg…». Lo cual me pareció excelente, me gustaría pensar que de ahí sacó su técnica vocal». Estar de gira con The Damned era un verdadero infierno. Todo consistía en ridiculizar a los demás, gastar bromas pesadas. Extremas, pero siempre sin acritud.
A Allan Jones, editor de Melody Maker, le prendieron fuego varias veces y le llenaron la cabeza de chicle hasta el punto de que tuvo que raparse. Escribió «Todo el viaje fue una pesadilla, con la amenaza constante de que algo terrible podría suceder en cualquier momento, solo quería cerrar los ojos y aparecer en mi casa». En la luna de miel de Dave Vanian metieron excrementos de perro en el filtro de la calefacción del bus, de forma que el olor se expandía por todo el vehículo, y añadieron piedras en los tapacubos para que el traqueteo no les abandonase mientras condujeran. Al fotógrafo de Sounds, Paul Slattery, le dijeron que le preguntara al Capitán cómo bailaba su hermana. Lo hizo y este le miró horrorizado, Dave le dijo «¿No sabías que la hermana del Capitán tuvo la polio?». Pararon la furgoneta, le echaron y le dejaron en mitad de la nada a las tres de la mañana. Al cabo de un rato volvieron, le recogieron y le dejaron subir. En realidad, el Capitán ni siquiera tenía hermana.
[…] este grupo a veces sobrepasaba sus niveles de escándalo, bufonadas de cachondeo, para volverse capaces de la crueldad más espantosa. No solo con personas que se lo merecían, también con quien no. Esto puede atribuirse a algún tipo de insensibilidad extrema o sadismo espontáneo, o a la confusión generada por un exceso de indulgencia, o por pensar que todos tienen derecho a devolver los golpes lo mejor que puedan y por eso se merecen el que les toca. Sea lo que sea, el grupo, en ocasiones, ha acosado, golpeado, aplastado, insultado y desesperado a otras personas, y ha tratado su dinero y sus pertenencias con un desprecio supremo por sus sentimientos. Han hecho llorar a hombres adultos. Llevaron a Rick Rogers [jefe de prensa de Stiff y luego mánager] al borde de una crisis nerviosa. Pero las víctimas, años después, aunque recordasen todos estos incidentes al detalle, siempre te cuentan lo mucho que aman a The Damned. (Carol Clerk)
Para grabar el siguiente disco Brian impuso un segundo guitarrista. La relación entre ellos se iba agriando, esta idea, así como la influencia de su novia, Erica Echenberg, empezó a minar el grupo. Encima, Brian quería sonar más comercial. Cogieron a Robert Edmunds, al que llamaron Lu, a un saxofonista y a Nick Mason, de Pink Floyd, como productor. Inicialmente pidieron a Syd Barrett, pero no estaba para nada el hombre como es conocido. El grupo no puso pegas a su sustituto en la mesa de mezclas porque grabaron en los carísimos estudios de Pink Floyd.
Sin embargo, aunque el single «Problem Child» está bastante bien, en el resto del disco no acompañaba nada. No hay punch y sobran experimentos. El saxo stoogiano, por el contrario, en «You Know», está bastante bien. Mason explicó que no era ningún problema para él llevar a un grupo hasta el sonido que ellos querían, pero Damned en ese momento no lo tenían claro ni ellos. Así salió, un desastre. Pretendía ser un disco punk mezclado con psicodelia, pero al final quedaron composiciones con poco gancho registradas impecable y asépticamente, como mandaban los cánones en su estudio tan prestigioso, y el resultado es para olvidar. Incluso hoy sigue sin llamar la atención.
Los conciertos a partir de ahí pasaron a ser más hilarantes si cabe. Unos reventados por el Frente Nacional, en otros lluvias de botellas, cuando no sucesos indescriptibles. En Alemania estuvieron a punto de ser detenidos por policías que trataban de resolver un secuestro de la Baader Meinhof. Incidente tras incidente, rompiendo hoteles, vaciando bares, y puestos de speed permanentemente, fue pasando la vida y, cuando se quisieron dar cuenta, su rollo ya estaba superado por el power pop y la new wave y no habían pasado ni un año desde su debut. Rat dejó el grupo y la gira con Dead Boys se hizo con Jon Moss, que en ningún momento se hizo ilusiones porque ya vio que ese grupo se estaba resquebrajando. Aun así, al tour lo titularon «La reina hace buenas mamadas (The Queen gives good blow jobs)» e hicieron camisetas y chapas. Ojo al mérito que se han llevado Sex Pistols con su «rebeldía» cuando Damned haciendo la guerra por su cuenta tenía estos mensajitos. El eslogan se convirtió en un tema de Peter And the Test Tube Babies, grupo de la generación punk ochentera. Todo más de andar por casa.
Damned del primero vendieron cuarenta y cinco mil y del segundo, veinte mil. Obviamente, ya no se estaban divirtiendo y Stiff no es que lo notara, es que se los quitó del medio. Les dijeron, literalmente, que sus «quince minutos de fama» ya habían concluido. Se inició desde entonces un pleito por las ventas de esos dos discos en el que, en 1987, el juez le dio la razón al grupo. Sin sello, probaron con un nuevo mánager, Alan Edwards, que invirtió tres mil quinientas libras en el grupo y, en cuarenta y ocho horas, las había perdido por daños causados por sus clientes durante un concierto. En febrero del 78, se separaron. Poco después el Capitán Sensible se fue a ver la película de ABBA y se emocionó tanto que se puso a llorar. Estaba el cine lleno de fans del grupo sueco y, en mitad del patio de butacas, el único que lloraba era el de la chupa de cuero. Él también quería su grupo, desde lo más profundo de su corazón. Y no volver a la fábrica.
Llegados a este punto, tuvo lugar un episodio clave de la historia del rock: la resurrección que dio lugar a la obra cumbre Machine Gun Etiquette. Tras la ruptura, Lu siguió su camino, que le llevó a grupos como los Mekons, Waterboys o PiL entre otros. Brian James logró girar con su dios, Iggy Pop, como guitarrista, y montó la maravilla que fueron los Lords of the New Church con Stiv Bators. Dave Vanian, Rat y el Capitán se habían quedado en el limbo, en proyectos varios que no tuvieron salida comercial.
El Capitán había montado un grupo extremadamente pop, King, pero tras unas cervezas con Rat vieron que tenían que volver a hacer algo juntos, solo que estaba vez Capitán Sensible sería el guitarrista. Solo les faltaba el que, a su juicio, era el mejor cantante del mundo, Dave Vanian. Le llamaron diciéndole que había una oferta de mucho dinero por su regreso, «y el muy tonto se lo creyó». Esto convertía a Damned, por enésima vez, en el primer grupo punk en lograr algo: ahora, ser el primero en separarse y volverse a reunir.
Primero lo hicieron bajo nombres como The Doomed o Les Punks para evitar que Brian James les denunciara. Es destacable que llegaron a ensayar con Lemmy como bajista. Incluso, según revelaron años después, apostaron a ver si eran capaces de convencerle de tocar una de ABBA y Rat se llevó las veinte libras porque el de Motörhead ejecutó un «SOS» en clave punk rock impecable. Llegaron a tocar en varios conciertos con él y existen los piratas correspondientes.
Desgraciadamente, se trató solo de una sustitución temporal. Al final se metió de nuevo bajista a Algy Ward, de diecinueve años, volvieron a salir de gira por Francia y nada había cambiado. Es más, posiblemente había empeorado. Si Rat acabó alguna vez en el hospital quemado porque le prendían fuego a la batería, ahora hubo incidentes con cócteles molotov en hoteles, que tuvo que llegar la policía con perros, y también intentaron prender fuego a una gasolinera. No sabían lo que hacían porque la única forma de poder soportar las «bromas» era pasarse la gira borracho sin enterarse mucho de lo que pasaba, y en esto que una mañana Rat intentó prender fuego a los depósitos de una gasolinera para hacer la gracia, el Capitán salió corriendo por la autopista al verlo, temiéndose lo obvio, y si no es por Dave, que lo agarró en el momento justo, estuvo a punto de que le atropellara un camión. Esa era la rutina, el día a día. Llegó un punto en el que les era imposible alquilar un minibus para viajar porque todas las empresas conocían su reputación.
Como The Doomed, tenían unas fechas previstas para Escocia, pero Dave Vanian desapareció sin dejar rastro. Estuvieron a punto de hacerlas con Pete Murphy de Bauhaus, pero Gary Holton, de Heavy Metal Kids, se ofreció a cantar por menos dinero, unas cuarenta libras (fue muchos años adicto a la heroína, de hecho, murió de una sobredosis de morfina en 1985), y se subió a la furgoneta donde pensaba aprenderse las letras con un walkman. A los pocos kilómetros, se quedó dormido y ya no había forma de despertarle. Luego, cuando tocaban «Stretcher Case», él salía con «Stab Your Back». Para salvar las situaciones, Rat anunció la muerte de Dave Vanian en Dundee. En lo sucesivo, Gary Holton decía que él no debería estar ahí, pero que había muerto Vanian, y que se iban a esforzar para hacer un buen concierto en su honor. El público se conmovía, luego no daba una, pero nadie se lo tenía en cuenta dadas las circunstancias. Es recordado que en Edimburgo el Capitán se desnudó y se meó en el escenario.
Era 1979 y, en ese momento, eran un desastre absoluto. Sin embargo, el sello Chiswick, atento a que ninguna discográfica quería ficharlos, que tenían una fama desastrosa y que ya no eran nada cool a esas alturas, les contrató para un single con la opción de un elepé. La canción elegida fue «Love Song», que casualmente un regreso por todo lo alto. Le gustó a la prensa y al público y se agotó rápidamente. Era un tifón, con guitarras muy duras, melodía a más no poder y una letra delirante. En palabras de Lemmy: «Recuerdo que Rat me vino diciendo que había escrito esa letra. Una auténtica basura, decía «seré la basura si tú eres el cubo». Pensé que debía de tratarse de una broma y seis meses después era número 2 o por ahí en las listas. Me pareció la hostia. Brillante». El grupo, aparte de tocar con él, siempre alternó con Lemmy porque, antes de arrasar con Ace os Spades, Motörhead estaba más ligado a la escena pub rock de la que salieron todos.
Aunque al de Motörhead le fallaba la memoria. No fue para tanto, llegaron al 20. El single tenía por la cara B «Noise, Noise, Noise» y «Suicide», que no fue al disco y no estaba mal, tenía un punto del Raw Power de Iggy, aunque ciertamente no pega con la velocidad criminal que llevaba luego el elepé. El buen recibimiento del single les llevó a tocar dos veces en Top of the Pops. En una apareció por primera vez el Capitán Sensible vestido de furry. Para la siguiente, quiso hacerlo con un vestido femenino de bodas y botas de punta de acero, pero la dirección del programa no lo permitió porque, antes, David Bowie también había salido travestido y se conoce que dos ya eran multitud.
Antes de meterse con el elepé, hubo unas fechas más. Las novedad fue dejarse de juegos pirotécnicos y lanzar estiércol al público. Hay fotos muy majas del Capitán completamente desnudo descojonándose con los trozos de caca volando alrededor. En las fechas americanas, llevó un diario. En él se puede leer cómo se emborracharon en el avión con una mujer de sesenta años y, al primero que se quedó inconsciente, le intentaron quemar los pelos del pecho ante la hilaridad del pasaje.
Volvieron a Nueva York, donde se encontraron con Wayne Kramer, le avisaron de que iban a hacer una versión de «Looking at You» y les dijo que, mientras lo petase, a él le daba igual cómo la hicieran. En los conciertos, todo su asco por la forma de vida americana salió a relucir e insultaban al público entre canción y canción sin parar. También les dijeron algunas verdades como puños, como que su cerveza era agua meada. Este asunto les obsesionó, en otros bolos llegaron a agitar en lo alto botellas de Guinness insultando a Budweiser. En la parte positiva, tuvieron de teloneros en Washington a Bad Brains. «Buena gente», anotó el Capitán en su diario. En otra fecha, lanzaron los instrumentos, se rompieron los espejos de las paredes de la sala y mucha gente acabó sangrando. Ahí parece que Rat dijo: «Si queréis saber de qué va el punk, es esto». Cuando tocaron con Johnny Thunders el panorama seguía siendo muy edificante, se quedaron sorprendidos porque no se acordaba de sus propias canciones.
Estos días se hicieron la sesión de fotos del disco. En el ferry a Staten Island, el Capitán ya iba vestido de furry y, evidentemente, la gente le miraba raro. También se hicieron fotos en Times Square, que son las que vemos en la carpeta de Machine Gun Etiquette. Lo que no sale es que en realidad se le caían los pantalones constantemente e iba con el culo al aire. Tampoco que mientras posaban al lado de un edificio abandonado, se produjo un tiroteo y el Capitán tuvo que salir corriendo a esconderse, temiendo por su vida, así vestido. De furry.
En San Francisco, como había dinero, pidieron limusinas para ir al hotel, estaban subidos. Tanto que el Capitán se meó en el público durante el concierto, le tiraron una silla y le abrieron la cabeza. Ahí sí que sintieron el verdadero espíritu americano, porque en el hospital les cobraron un dineral por coserle la brecha. Para ir a Los Ángeles, ya casi no tenían dinero ni para llegar. Al presentarse, el encargado del Whiskey A Go Go les confesó que les había contratado solo porque, al ser las últimas fechas de la gira, pensaba que no llegarían. Al volver a Inglaterra, el 11 de julio, Rick Rogers, el nuevo mánager, presentó su dimisión inmediatamente. Años después, sus recuerdos no eran tan malos, de todos modos. Dijo: «Nunca se disculpaban, pero al día siguiente eran todo dulzura. Nunca he trabajado con un grupo más complicado. Pero si estabas cerca de ellos, veías su sentido de la unidad. También tenían ambición y, sinceramente, creo que fueron el único grupo punk honesto. Te decían que querían ser estrellas y ganar pasta, mientras que todos los demás te venían con rollos». Los recuerdos del Capitán de su exmánager una década después también eran enternecedores: «Muchas veces le veía llorando y me daba verdadera pena». El hombre luego cogió a los Specials.
Con esta inercia, con este ambiente, con estas ganas se llegó a la grabación de Machine Gun Etiquette. Fueron varios estudios, RMS, Workhouse, Sound Suite y Wessex. En la mesa se sentó Roger Armstrong, que sacó el mejor sonido posible del grupo a esas alturas de evolución. El hombre sabía lo que se hacía. En Chiswick había sido responsable a mediados de los 70 de lanzamientos como el primer EP de Count Bishops o el debut de los 101’ers de Joe Strummer. Todo pub rock, garaje o proto-punk, como quiera llamarse, que fue el inicio de todo este negociado en los 70. En el 77 había estado detrás de singles como «Television Screen» de Radiators o el «Anti-Social» de Screwdriver. Conocía toda la evolución del género que había transformado el paradigma y ahora se iba a encontrar ante una de las obras capitales que surgieron de todo aquello.
El principal mérito de estas composiciones fue que no tenían corsés. Había velocidad y potencia, pero eran elementos secundarios. Nunca habían compuesto tanto y se enfrentaban a un álbum completo. Al principio, parecía imposible. El Capitán venía del mod y el rock progresivo y a Vanian lo que le gustaban eran las bandas sonoras. Sin embargo, eso fue lo que funcionó. Aunque no era ningún secreto, Pet Sounds o Sgt. Pepper’s si lograron ser históricos era por romper ataduras con los géneros establecidos. Por eso, el capital más importante de este disco fue el eclecticismo. El álbum es totalmente impredecible dentro de su estilo. Pudo servir como inspiración a la primera generación del hardcore, pero «Smash It Up» fue un single ultracomercial que peleaba cara a cara con la competencia powerpopera, que se encontraba en su edad dorada aquellos años con el auge de la nueva ola. ¿Qué más discos pueden presumir de características tan dispares?
El trabajo en el estudio fue provechoso. Al Capitán le alegró componer, muchas de las ideas de este disco histórico fueron rechazadas por Brian James para Music for Pleasure y ahora por fin tenían salida. El señor vestido de furry consideraba que este disco era «su bebé». Una muestra de lo en serio que se lo tomaron es que, prácticamente, no se drogaron. Un contraste con los Clash, que estaban registrando en la pecera del al lado su London Calling y, como recuerda el Capitán, «el hedor a droga en su estudio era espantoso». No obstante, se limaron las asperezas de aquel lejano tour con los Sex Pistols y Strummer y Simonon dieron palmas en el corte homónimo del álbum.
El lanzamiento se hizo con el eslogan publicitario «Tres años de anarquía y destrucción». La presentación se hizo en Alemania invitados a un programa de televisión junto a Motörhead, con quienes, desde ese momento, compartieron mánager, Doug Smith. Había nacido la sociedad llamada Motordamned. El single «Smash It Up» les generó la mayor demanda de conciertos que tuvieron en toda su historia, aunque pudo ser mucho más si la BBC no hubiera vetado la emisión de la canción por su título supuestamente violento. Un tabloide había dado la noticia de que unos punks habían destruido un lugar al grito de «Smash It Up» y la polémica ridícula estaba servida.
Aunque, curiosamente, el Capitán le da la razón a la emisora. Considera que estaban en lo cierto, que era un tema «subversivo». La promoción la hicieron con montones de pegatinas con el título que pedían a sus fans que las pegaran en los escaparates de los bancos. Aunque el sonido fuese más comercial, era el tema que destilaba más frustración. Como recordó Rat en un Uncut años después, en aquel momento, los hippies seguían ahí y el punk ya no era popular. Seguían siendo una minoría, solo que ahora fracasada. A mí lo que me gusta es el vídeo, con ese blanco nuclear, que debía estar de moda porque también fue el concepto ese año de Dream Police de Cheap Trick.
Sin embargo, la censura fue un duro golpe. Cuando por fin iban a cosechar, llegó la mala suerte. Nunca un grupo hizo más honor a su nombre. «I Just Can’t Be Happy Today», un himno generacional impresionante, que se adelantaba a la ola gótica, fue lanzado como single para remedar el roto que les había hecho la BBC, pero ya no pasó del número 46. Los dos temas insignes del álbum sirvieron para marcarse un Old Grey Whistle Test en directo difícil de olvidar para quienes lo vieran. El amplificador del teclado del Capitán dejó de sonar, ya antes un candelabro se había caído de mala manera mientras ejecutaba la pieza teniendo que dejar de darle a las teclas, aunque el grupo seguía, y cuando se cortó el sonido, aprovechó para reventar el ampli y tirar el órgano. Rat, en cuanto lo vio, se sumó y se puso a destrozar la batería y se acabó el concierto. La cara de Dave Vanian, que dejó de cantar, lógicamente, no era peor que la de la presentadora Annie Nightingale, que no sabía cómo continuar el programa. Solo le salieron unas palabras para recordar a The Who, precursores de esos arrebatos. El problema técnico en otro tipo de concierto se hubiera arreglado interrumpiéndolo todo unos minutos, pero esto era la televisión. El Capitán tiró por el camino del medio de romperlo todo y así quedó para los siglos.
Dos o tres sucesos conspiraron para volvernos invisibles. Uno, no fuimos al show de Grundy. Dos, nos vetaron en televisión. Fue cosa del sindicato de técnicos. No recuerdo en qué programa fue, pero íbamos a uno y, por el camino, se nos ocurrió comprar escopetas de aire comprimido ¡y nos pusimos a dispararles en el plató! Le disparábamos a los cámaras en el culo mientras grababan a los otros grupos. No nos salió muy bien porque nos prohibieron salir por televisión durante seis meses y eso no te ayuda a darte a conocer. (Capitán Sensible, Punk Rock: An oral story)
Los créditos de las canciones ahora eran para todos los miembros del grupo. Antes, iban personalizadas. En aquel momento no lo sabían, pero cuando Guns N’Roses lanzó «New Rose» en su disco de versiones The Spaghetti Incident? la pasta fue para Brian James. Los problemas con el alcohol, que tenían que ser muy serios para que en un grupo como Damned fuesen problemas, acabaron con Algy, el bajista, despedido. Hay que tener en cuenta que fue Lemmy quien le tuvo que aconsejar al Capitán, según reveló la revista Louder Sound, que no es cuánto se bebe ni qué se bebe, sino a qué velocidad se bebe, y que ahí estaba su problema, del que tomó nota porque el toque se lo daba nada menos que Lemmy. Al problema de Algy también sumó que se peleó con Rat durante el clip de «Smash It Up» y hubo narices rotas. En el último concierto del 79, el chaval se pilló un ciego criminal junto a —ría aquí—… Lemmy y ahí fue donde prescindieron de sus servicios, pero luego formó la joya de la NWOBHM, Tank, así que tampoco se perdió todo.
En Damned le sustituyó Paul Gray, de Eddie and The Hot Rods, y la nueva década se inició trabajando en un álbum que cerraba los años punk del grupo para introducirse en un pop rock gótico inaugurado con Black Album, en respuesta al White de los Beatles, idea que no se creían que a nadie no se le hubiera ocurrido antes. La etapa ochentera es menos apreciada, sin duda el grupo alcanzó más simbolismo mientras duró el espíritu del 77, pero también está llena de buenas canciones ya sin el Capitán, que lo petó en solitario. De hecho, fue en 1986 cuando lograron su mayor éxito, un número 3, con su versión de «Eloise», tema sesentero de Barry Ryan. La idea nos suena, porque un año después de su éxito Tino Casal la llevó al tecno-pop y al castellano y también fue un éxito en España, número 1 en junio del 88. Una prueba más de la influencia que tuvo el grupo, que se labró en este caso de la forma más honrada, versioneando a los de atrás. El «Looking at You» de MC5 de Machine Gun Etiquette es, posiblemente, la versión definitiva de esa canción. Al final, el legado de The Damned fue bien sencillo. Alcohol, desnudez, vómitos, destrucción, caos sobre el escenario. En palabras de Vanian: «Pues toda esa mierda idiota que hacen los jóvenes de clase trabajadora«. Y no hubo más, ni menos. Ahora el gusto es escucharlo.
Genial, Álvaro. Ojalá una segunda parte en la que también entre el Strawberries.
El primer grupo punk en salir en la tele fueron los Pistols, en Granada TV, allá por septiembre de 1976
Los primeros en salir en la tele fueron los Sex Pistols, Granada TV en 1976, tocando Anarchy in the UK
Se agradece este artículo sobre el grupo más grande que ha parido madre.
Eso si, me hubiera gustado que se hubiera centrado en un análisis serio de los tres discos en vez de quedarse en las anécdotas y en las charlotadas.
Me da la impresión que la persona que ha escrito el artículo no ha escuchado los discos o habla de oídas.
Una pena.