Su legado ya era muy meritorio antes de 2016, cuando se marchó a entrenar a China. Títulos en tres campeonatos americanos, una premier y llevar al Villarreal y al Málaga a los mejores registros de su historia. Sin embargo, Manuel Luis Pellegrini decidió volver a España a entrenar al Real Betis, acaba de ganar la Copa del Rey y, desde 2021, es el entrenador americano con más partidos en España. Éxitos top. Hace casi diez años, en 2013, viajamos a Málaga para conversar con él antes de que su equipo se enfrentara al Oporto en los octavos de la Champions. En la charla todavía estaba caliente su paso por el Real Madrid, pero no entró al trapo ni mostró rencores, lo que hizo fue reafirmar sus principios. Como ha quedado acreditado esta temporada, es un hombre de palabra, pero también de obra, y esta para él consiste en formarse y trabajar e ir con la verdad y la ética por delante. Pellegrini ya tiene un lugar reservado entre los grandes de los banquillos de todos los tiempos y, volver ahora a aquel encuentro, en el que habló de sus orígenes y sus aficiones, merece la pena.
Usted tenía nueve años en el Mundial del 62, ¿lo recuerda?
Sí, lo recuerdo perfectamente. Con absoluta claridad porque me acuerdo de que unos días antes, el 30 de mayo, llegó la televisión a Chile y pude ver los partidos. Mi hermano mayor alcanzó a agarrar un abono y fue a todos los encuentros y yo, desgraciadamente, solo pude verlos en casa. Pero fue una época en Chile muy intensa, muy vibrada por el papel que hizo la selección. Y después tuve la fortuna de ser dirigido por Fernando Riera, técnico de aquel equipo, y también he conocido a casi todos sus jugadores.
¿Recuerda el Chile-Italia y el URSS-Yugoslavia, considerados de los más violentos de la historia de los mundiales?
Vi el partido de Chile contra Italia, que terminó de una forma violenta, pero es que entonces en el fútbol se veían otras cosas, no era como el de ahora (arquea las cejas).
¿Y Garrincha?
Sí, y no solo recuerdo haberlo visto en el Mundial sino antes, en Chile se celebraban muchos torneos hexagonales de verano. Normalmente venían Botafogo, el Santos. Pelé y Garrincha vinieron muchas veces. Garrincha era un jugador con unas características por las que en cualquier época hubiera sido la figura que fue.
Usted fue un defensa central duro, al menos le apodaban Peligrosini.
No, alguna vez alguien pudo haberlo dicho, pero ese no fue mi apodo constante. Yo fui un jugador muy disciplinado, jugué casi 500 partidos en Primera División. Fui un jugador útil, igual con alguna carencia, pero si me mantuve catorce años titular en uno de los equipos más importantes de Chile fue porque muy peligroso no tuve que haber sido. Fui mucho más técnico. Y tuve una carrera que, además, me dejó muy satisfecho. Igual luego con los estudios no me pude dedicar todo lo necesario, pero creo que fui un jugador rendidor. Recuerdo que marqué un gol muy especial contra Colo-Colo, que allí es el clásico contra Universidad de Chile, el equipo donde jugué, un partido que mete ochenta mil personas en el estadio, y fue un gol de palomita que se clavó en el ángulo. El gol más bonito de mi carrera.
¿Es cierta la historia de que fue Zamorano quien le obligó a retirarse? La contó Santiago Solari en El País, dijo que le sacó tanta altura en un salto que decidió dejarlo…
No, eso fue una anécdota. Fue un comentario que hice para destacar el salto que tenía Zamorano. Yo era un jugador que tenía muy buen rechace y entonces en el salto me impresionó este muchacho de diecisiete años que venía de un equipo de segunda. Lo puse como comentario, que yo estaba viejo cuando salté a su lado. A Iván lo tuve luego cuando fui segundo técnico en la selección chilena de Arturo Salah. Llegó justo cuando había salido campeón de Copa del Rey con el Real Madrid, era 1993. Como persona es como era como jugador. Mucha entrega, mucho carácter. Una vida personal bastante quitada de bullas. No tengo más conocimiento de él, pero me parece un jugador que por su manera de ser fue importante para la profesión.
Usted quiso ser médico en lugar de ingeniero.
Sí. Yo era muy buen estudiante en el colegio, pero en las pruebas de aptitud académica me fue muy mal en una y no quise reintentarlo, ya me fui a la Ingeniería. La Medicina sí es algo que me hubiera gustado, aunque igual no me hubiera permitido ser futbolista. Yo siempre quise hacer las dos cosas, estudiar y jugar. Desde que salí del colegio estaba decidido a ser jugador de fútbol, quería jugar en el Universidad de Chile, pero también quería estudiar Medicina ahí. Me parece la más grande de las profesiones. Aunque no tenía tanta vocación, porque si no, lo habría intentado más. En Ingeniería me licencié a los 24 años, había entrado muy joven en la universidad, era 1977. Y monté una empresa constructora e hice muchas cosas, edificios, casas, pero nunca quise ampliar el negocio porque el fútbol me quitaba mucho tiempo.
Hemos preguntado a periodistas chilenos y le perciben como una persona muy trabajadora, «como una hormiguita» y muy disciplinada, según ellos, el arquetipo del carácter chileno…
Cuando uno se quiere dedicar a una profesión necesita prepararse. Yo me quise dedicar al fútbol y tuve que hacerlo durante mucho tiempo, como jugador y como técnico. Es fundamental tener una base fuerte de preparación. En eso sí que soy una persona con bastante inquietud y me vine a hacer cursos a Europa [centro de la Federación Italiana, en Coverciano (1985) y en la Asociación Inglesa de Fútbol, en Lislleshall (1988) N.d.r.]. Le dediqué muchas horas a esta profesión y si la imagen que tienen de mí en Chile es de que soy una persona disciplinada y trabajadora, bienvenido sea.
También nos dicen que esa personalidad suya basada en la disciplina y la eficacia luego se refleja en sus equipos.
Yo lo que he trasladado a mis equipos es una mezcla de lo que fui como jugador. Intento contar con jugadores con una capacidad técnica importante, a lo que hay que sumar la formación que tuve con distintos técnicos y mi formación personal. Por suerte, pude hacer un mix de distintas cosas que creo que, sobre todo, tanto en Argentina como en España, he logrado imponer. No solo he mantenido mis criterios, sino que he logrado imponerlos. En Argentina igual sí hice un cambio en la metodología del entrenamiento, cambio que el jugador argentino puede ser un poco reacio a aceptar, pero me encontré un buen grupo como fue San Lorenzo con el que batimos todos los récords del fútbol argentino con una metodología completamente nueva, distinta de lo que se hacía en ese país. Luego vine a España y fue un poco exactamente lo mismo. Quise jugar por bandas… impuse una metodología que yo estudié mucho tiempo, la técnica sudamericana con la movilidad de Europa. Le dediqué muchas horas a esto.
Y dicen que tiene mucho carácter, que cuando está enfadado no hay que adivinarlo…
Yo he tenido un carácter muy explosivo de toda la vida. Pero a medida que fui transformándome de jugador a técnico tuve que irlo dominando y cambiando. Aunque de repente me sale así, como en los orígenes… (risas) y reconozco que soy explosivo. Lo que pasa es que he logrado, a través también de mucho trabajo, transformar mi carácter. Creo que es importante además, en el banco, dar una imagen de tranquilidad. El jugador ya de por sí está bastante presionado como para sentir que en la banca el que lo dirige también está alterado. Por eso he logrado mantener, con mucho esfuerzo, una imagen de tranquilidad.
Una frase suya: «Hasta los 30 años me estuve peleando con todo el mundo»…
De jugador tuve peleas constantes con los compañeros, con los rivales… son cosas normales en la cancha. Me acuerdo de que un día jugando con Universidad de Chile, el equipo juvenil había perdido contra la Católica, que era nuestro máximo rival a considerar en esa época. Colo-Colo también, pero la Católica aún más, hay toda una tradición de rivalidad. El juvenil había perdido contra ellos y uno de nuestros jugadores se había hecho expulsar. Después, estaba jugando con nosotros. Entonces, en el calentamiento, en un cruce, le metí una patada que… Y le dije: «Nunca más te vuelvas a agachar contra la Católica» (risas). Era un poco transmitir un temperamento de años en el mismo club. Defensa de los colores. Una actitud de equipo.
Usted considera que las personas públicas en el ámbito del deporte no deben expresar opiniones políticas.
Así es. Hay muchas cosas que desunen. Si la gente va a ver a un cantante, que es un fenómeno, y están todos los fans ahí, me da lo mismo si es comunista, partidario de la dictadura militar, de izquierdas o de derechas, estamos todos. Si ese cantante da una opinión política se produce una división entre su gente. Yo creo que con los que estamos en el deporte es un poco parecido. Tú estás dentro de un club y dentro de él hay figuras que no interesa si piensan de una determinada manera o de otra, tú las quieres ver jugar dentro de su actividad. Por eso siempre me he negado, a pesar de que tengo una manera muy clara de pensar, a hacerla pública, o a pretender un apoyo público hacia determinadas corrientes políticas.
En cualquier caso ¿no ve ciertas similitudes entre el desencanto chileno de la posdictadura y el español de la Transición?
Siempre la gente quiere más calidad de vida. Chile era un país pobre que ha tenido un desarrollo importante. Hace ya bastantes años, después de la dictadura, se llegó a una política económica mediante un consenso que hizo al país progresar. Siempre están las críticas de si se podía haber hecho mejor, como en todas las partes del mundo, pero mi país está en constante progreso en relación con otros países de Sudamérica y eso es importante. España no es similar a Chile. Es otra realidad económica, es otro tipo de pobreza la que hay. No es lo mismo. No haría una similitud con lo que es Chile.
¿Cómo se ve España desde Chile?
No lo sé. Hace años que me fui de allí. Dentro de todo sí que hay un nexo entre ambos países. Por Iván Zamorano, por mi parte, por Alexis Sánchez, siempre ha sido Chile un país muy pendiente de lo que se hace en el deporte español.
Usted jugó durante la dictadura ¿tuvo esta influencia en el deporte?
No. Yo creo que siempre los gobiernos, ya sean democráticos o dictatoriales, cuando hay diferentes tipos de crisis, sobre todo económicas y sociales, se amparan un poco en el fútbol. Tratan de levantar todavía más la actividad para tener un elemento de distracción de la gente que está pasando por un momento complicado. Durante el gobierno militar, que yo recuerde, a la semana o a los diez días de que se produjera el golpe, hubo un partido amistoso de la Universidad de Chile contra Colo-Colo. Pero en la actividad, concretamente, hubo pocas variantes a lo que era antes.
¿Algún compañero o amigo suyo sufrió la represión?
Alguien especial, cercano a mí, no.
Su maestro fue el técnico Fernando Riera.
Me conoció después de dirigirme durante los cinco años en que fue técnico de Universidad de Chile. Yo tenía hecha ya mi vida, así como decidí que quería ser futbolista también tenía pensado que, cuando terminara, iba a ser ingeniero. Ya tenía hecha mi empresa constructora y ya tenía abiertos los caminos. El conocerlo a él, sin embargo, me cambió la visión que yo tenía de lo que era un técnico. Una manera distinta de trabajar, de ser, de interactuar con los jugadores. Quizá me despertó una veta para una actividad que pude prolongar después de mi carrera. Tuve suerte de tener a un técnico que había estado, como yo digo, donde él quiso. España, Portugal, Chile, Argentina, Uruguay, México. Donde él quiso dirigir pudo dirigir. Entonces él era un cúmulo de conocimientos, de actividades, y mis conversaciones con él me fueron despertando la vocación.
Conocí a una persona que tuvo éxitos importantes, a lo mejor no una gran colección de títulos, pero donde llegó rindió mucho. Y siempre lo hacía relacionado con un estilo, una forma de hacer, que se reduce a que no vale todo por ganar. Es un problema eso de que da lo mismo el espectáculo, da lo mismo la gente, da lo mismo el rival, si hay que jugar, jugamos para ganar; si hay que pegar, pegamos para ganar. Yo creo que una filosofía del fútbol tiene que basarse en dar espectáculo desde una perspectiva tanto ética como estética. Él me mostró esto, algo distinto a lo que yo había conocido. Me enseñó cómo enfrentar la profesión. Todos queremos ser ganadores y llevarnos la mayor cantidad de títulos posibles, y yo he tenido la fortuna de ganar siete u ocho títulos en mi carrera, pero…
Para mí ganar sin dios ni ley no corresponde con la imagen que uno tiene que darle a un club. Creo que un grupo de futbolistas jóvenes es muy permeable a la influencia del técnico. Mucho. Esa influencia es la responsabilidad de conducirlos con los parámetros de vida que uno ha tenido. Que no son los únicos, la verdad pura y todo lo demás es un desastre. Pero si para ganar tengo que pegar una patada en la cabeza, si tengo que decirle a un jugador mío «anda y pégale una patada a Messi a la altura de la canilla para que no juegue más», no me sirve el triunfo. Hay que tener un respeto y una ética en esta profesión. Y eso es lo que uno trata de transmitir en cada una de sus intervenciones públicas.
Cuando entrenó al O’Higgins (1992-1993), con la plantilla sin cobrar y harto de las mentiras del presidente, usted le terminó cogiendo por el cuello.
Por el cuello no, pero casi. Tenía un buen equipo, pero con algunos problemas económicos. El equipo estaba el último y lo levantamos haciendo muy buena campaña. Hubo un momento en que no se estaban pagando los sueldos mensuales dentro del plazo. Hasta que un cheque, para cumplir con la fecha y evitar sanciones, se pagó el viernes a última hora, justo en el límite del plazo, porque si no perdían los puntos. El lunes o el martes vimos que no tenía fondos. Me encaré con él. Me molestan mucho los engaños, y me fui. Dejé el equipo clasificado para la Copa Libertadores, los jugadores confiaban mucho en mí, pero no me sentía con la autoridad moral para dirigirles, para exigirles después de ser tantas veces engañados.
Néstor el Pipo Gorosito dice que cuando usted entrenó en Argentina vio la filosofía del Barça.
No sé si es la misma filosofía del Barça, pero sí teníamos una intención de juntar la movilidad con el buen trabajo técnico. Alguna similitud tiene. El Villarreal ya marcó aquí en España un sistema de juego con los volantes más sueltos, no tan rígidos, que después dio el Barça con jugadores de un nivel técnico alto. No copiándolo, pero sí parecido. No podemos jugar todos como el Barça porque tiene una precisión en espacios reducidos que tienen muy pocos jugadores, pero el concepto de juego sí.
En Chile, un excompañero suyo, Eduardo Bomballet, hizo una campaña contra usted en radio y televisión.
(Silencio)
En Argentina, tuvo problemas con Fox Sport y otro periodista, Fernando Niembro. Y también se quejó de la prensa en Madrid.
(Silencio)
Le pregunto si es normal o excepcional tener estos problemas con la prensa.
Yo cuando me planteé esta carrera lo hice con una determinada forma de ser. Yo ni contesto a los periodistas ni les doy privilegios porque trabajen en un medio más importante que otros. Ni tienen mi teléfono, ni recurro a ellos en los momentos malos. Ni estoy disponible para ellos en los momentos buenos, ni me llaman a las doce de la noche a mi casa por teléfono para salir en el programa. No, porque no. Si esto a mí me perjudica y se sienten con la moral, o con la capacidad de empezar a hacer una campaña contra mí, es cuestión moral de cada uno cómo maneja su profesión.
Yo nunca he denunciado campañas contra mí. En el Real Madrid nunca contesté la cantidad de barbaridades que salieron, sobre todo en determinados medios, incluso en portada de forma constante, pero que cada uno estime la cuestión como vea conveniente. Si me quieren a mí a disposición de los periodistas porque estoy en un equipo grande, no va a resultar. Por suerte mi carrera la hice en todas partes, dirigí en todas partes a equipos grandes y en todas partes me fue bien. Nunca he necesitado del periodismo; ni en los momentos malos, que no recurro a ellos, ni en los momentos buenos, en los que tampoco estoy disponible. El mismo trato igual para todos. Usted pide una entrevista, tiene el tiempo que necesita para hacerla. En los horarios adecuados, en los momentos adecuados atiendo a todos por igual, me da igual que seas el periodista más importante.
Cuando su excompañero le criticaba por radio y televisión y le echaron de Universidad Católica, antes de partir a Ecuador ¿lo hizo porque sintió que estaba marginado en Chile?
No, sentí que en Chile mi carrera estaba terminada. Comencé en Universidad de Chile, lo tomé en un momento muy complicado, las cosas no anduvieron bien. Luego me fui a Palestino, un club de la colonia árabe, que había salido último en la Copa, que se juega antes de la Liga, salimos cuartos en el campeonato y estuvimos veintidós fechas sin perder. Al año siguiente me fui porque dije que si se iban unos jugadores me iba yo también… y me tuve que ir.
Luego vino O´Higgins. Estaba último, hicimos una buena campaña. En Universidad Católica fueron dos años y medio maravillosos, ganamos una Copa de Chile, una Interamericana, luego fuimos subcampeones. Con Marcelo Salas, jugadores de categoría. El estadio estaba dos horas antes lleno. Me echaron porque íbamos terceros, pero una vez pasada esta etapa, a Universidad y Colo-Colo no los iba a dirigir. Sentía que no tenía más espacio en Chile y yo siempre proyecté mi carrera hacia el extranjero.
Hay gente que piensa que me fue mal en Chile y me tuve que ir, pero si hubiese salido campeón los tres años seguidos con Universidad Católica me hubiese ido igual. Además, del 97 al 99 lo que decidí fue prepararme, me vine a Europa. Planeé mi carrera de puertas afuera, y en cuanto tuve la oportunidad, partí a Ecuador, que fue una gran experiencia. Sobre todo porque estuve solo, le pude dedicar mucho tiempo a la profesión.
Leí una cosa que estaba muy de moda en aquella época, lo de la inteligencia emocional, y cambié mi concepto del trato con los jugadores. A mí eso es algo que siempre me faltó, era muy ingeniero, muy científico, muy de preparar los entrenamientos y exigir, exigir, exigir… Y luego vi la parte humana, algo que había que cuidar. Mi mujer venía una vez al mes, mis hijos se habían quedado en Chile, no quería embarcar a toda la familia en una aventura, y ese tiempo que estuve solo tuve que prepararme la parte humana. Hice cursos a distancia, leí mucha literatura, llegué a todas las partes del conocimiento humano. Ese paso para mí fue (marca las sílabas) muy-im-por-tan-te.
En Ecuador vi una pobreza enorme. Un país en un estado catastrófico. Absolutamente catastrófico. A lo mejor yo había tenido un poco de experiencia también en Chile, de sentir que el dinero no vale nada. Tenía un contrato en dólares. Creo que un dólar eran cinco sucres, en febrero eran ocho, luego 20, 22, 25. Por cinco dólares me traían a casa la comida italiana del mejor restaurante de Quito. Una desproporción increíble. Pero por suerte estuve en un gran club, con una gran persona, como fue Rodrigo Paz, una persona muy poderosa económica y políticamente. Estuve prácticamente un año y medio. Salimos campeones, en la Libertadores caímos en cuartos de final por penales. Dejé al equipo tercero de la tabla porque llegó un momento en que sentí que mi contrato era absurdo. No se podía mantener y al final dije que me iba, que no había problema. Es que mi contrato era más que el de toda la plantilla porque estaba en dólares y los suyos en sucres.
Conocí un gran club, una gran Liga. Grandes personas, como Patricio Torres, Esteban Paz, el hijo de Rodrigo, ¡que lo raptaron! estuvo cuatro meses secuestrado. Pasar por Ecuador fue, deportiva y personalmente, un gran paso. También sentí que no se podía hacer mucho más y menos en ese momento tan complicado. Ecuador tenía una capacidad de recursos naturales enorme, pero hay muchas diferencias económicas, muy poca clase media, gente muy poderosa sobre todo en Quito y en Guayaquil, muchas razas indias distintas. A mí, desgraciadamente, me tocó estar en aquel momento, pero ahora que han pasado muchos años, creo que es un país que ha progresado mucho.
Cuando llega a Argentina no se le conocía y, por el mote de el Ingeniero, los aficionados de San Lorenzo hicieron un chiste de que si se le había contratado para terminar el estadio, que estaba inacabado.
Era raro que un técnico chileno fuese a dirigir al fútbol argentino. Andrés Prieto y Fernando Riera fueron los dos anteriores, en los setenta. Son casi treinta años sin chilenos. Lo que pasó es que, justamente, hubo dos jugadores, ídolos en San Lorenzo, el Beto Acosta y Nestor Gorosito, que le hablaron muy bien de mí al presidente muchas veces. Y tenían influencia. Me llamaron en un momento muy complicado, dije que por supuesto que sí. Y cuando llegué, como mi profesión era ingeniero y el estadio estaba por terminar, dijeron eso. Al final, lo del Ingeniero, que era un apodo no ridiculizándome a mí, sino a la persona que llegaba por ser ingeniero, una profesión tan lejos del fútbol, se convirtió en un apodo de respeto. Por el fútbol que habíamos hecho, por la ingeniería que habíamos logrado en San Lorenzo, para transformar un club que estaba destrozado deportiva y económicamente, y convertirlo en una potencia deportiva importante en América.
En Argentina coincidió en los banquillos con Óscar Ruggeri, Carlos Bianchi, Carlos Salvador Bilardo y César Luis Menotti.
A Menotti lo admiro, al igual que a Fernando Riera. Es el fútbol mismo. Hablar con él es hablar de fútbol, de fútbol real. De sentimiento. Del jugador, del técnico, de las relaciones, todo el fútbol de verdad que a lo mejor se queda fuera de la parte periodística. Comíamos en el mismo restaurante y tuve la fortuna de conversar muchas veces con él. Soy un gran admirador suyo. Es una pena que no haya tenido mayor participación en el fútbol de hace unos años. Le pasó como a Fernando Riera. No pueden estar desligados de la actividad. En Chile se desaprovechó a Riera muchos años. Con Menotti está pasando ahora lo mismo, pero en Argentina. De los otros técnicos la verdad es que no puedo hablar. Solo han sido rivales. No podría aportar más datos de los que conocemos todos a través de la prensa.
Cuando usted coge River se encuentra con un Boca que está haciendo historia. y luego en el Real Madrid bate récords, pero se encuentra con el Barça de Guardiola que también es un equipo legendario. Mala suerte ¿no?
Bueno, Bianchi estaba en Boca cuando yo entrené a San Lorenzo y salió campeón San Lorenzo. Y con River, me tocó un gran Boca que ganó la Libertadores y la Intercontinental al Real Madrid, pero salí campeón en Argentina y subcampeones en Latinoamérica. A lo mejor la expectativa era más alta por los éxitos de rival, pero no me siento frustrado en ninguno de los clubs que he estado. Sí es verdad que en el Real Madrid me gustaría haber ganado un título y que me tocó un grande, Guardiola, en el Barcelona. Y no gané nada, pero ya tenía las bases sentadas más importantes en cuanto al rendimiento, si pudiera haber hecho un trabajo normal…
Con River, se enfrentó al Madrid de Beckham, Roberto Carlos, Zidane en el Trofeo Santiago Bernabeu, y dijo que eran «lindísimos» y que le recordaban al Palmeiras de Cafú, Sampaio y Rivaldo.
Ni me acuerdo. Creo que lo que hizo el Real Madrid hace bastantes años, aunque soy muy contrario a muchas cosas de Florentino Pérez, era un lujo. Traer toda esa cantidad de jugadores importantes, todos juntos con Fernando Hierro y Raúl, en el mismo club…
Dice que aprende de las derrotas. Las más importantes que ha tenido fueron contra el América de Cali en la Libertadores, Cienciano en la Copa Mercosur, Alcorcón en Copa del Rey y Arsenal y Olympique de Lyon en Champions.
Cada derrota es dolorosa y cada una tiene mayor o menor trascendencia. Fue más dolorosa una con Universidad Católica contra Universidad de Chile, que perdimos la final. Esa fue tan importante como cualquiera de las que me estás hablando. Con el América de Cali fue en una Copa Libertadores cuando estaba en River, teníamos el pase a la semifinal, lo perdimos por una serie de incidentes que hubo dentro del campo, pero luego ganamos el campeonato argentino, aunque Boca ganó la Libertadores.
Después, en la Copa Mercosur superamos a equipos importantes y, en la final, contra Cienciano, primero empatamos a tres y en la vuelta fuimos con catorce bajas. Dominamos el partido, pero con catorce bajas terminamos perdiendo la final.
Contra el Arsenal con el Villarreal me dolió muchísimo porque todo el mundo se acuerda del penalti y de que podíamos haber sido finalistas. En aquel partido tuvimos cuatro o cinco ocasiones muy claras pero el portero tuvo una gran actuación. Llevar a un pueblo tan chico, que estaba muy ilusionado, a una final de la Champions, era algo que se merecía el pueblo. El presidente, todos. Para mí lo más importante de todo aquello fue poder convencer a un grupo de jugadores de que se podía llegar mucho más arriba de lo que se esperaba de ellos. Si estás con temor porque un equipo chico se enfrenta a uno grande es tu mentalidad la que te va a impedir rendir al máximo. Ese Villarreal llegó a jugarle de tú a tú a cualquiera en cualquier cancha. Le jugamos cuatro veces al Manchester United. Le ganamos al Inter, el Arsenal nos eliminó dos veces. Pero había un convencimiento y una demostración de que se podía llegar alto.
Con el Real Madrid, Alcorcón fue una desgracia. Se juntaron una serie de hechos motivados por distintas razones. Pero no creo que esto tuviera ni la más mínima trascendencia en mi salida del Real Madrid, que estaba pactada desde mucho antes por desavenencias con el presidente, que había tenido desde el comienzo, a la hora de armar el equipo y el rol del entrenador. Aquello, de todos modos, fue una vergüenza, perder de esa manera… y a lo mejor fue producto de muchas cosas, pero personalmente no le di la más mínima trascendencia. Mucho dolor y mucha vergüenza durante la semana, pero en esta carrera uno tiene que estar preparado para tener esos momentos por diferentes factores. Una vez el Manchester le metió seis al City. Son cosas que pueden pasar. Pero esta profesión está expuesta a esas cosas y hay que saberlas superar, mucho más como técnico que como jugador.
Tal vez el tridente más peligroso del Villarreal eran Roig, Llaneza y usted trabajando juntos. Sin embargo, en Madrid, fue muy distinto, le hacen el equipo cuando está de vacaciones.
No estaba de vacaciones. Una cosa es no estar en España y otra es estar de vacaciones. Estuve todos los días comunicándome con Jorge Valdano. Sabía perfectamente quién llegaba. Había unas contrataciones que estaban hechas, con gente como Cristiano Ronaldo, Benzemá, como Kaká, que yo veía bien que vinieran. El problema es cuando se empezó a dar la salida a jugadores. Yo no quería que se fueran Sjneider y Robben. Y tan equivocado no estaba, al año siguiente Sneijder fue campeón de Italia con el Inter y Robben de Alemania con el Bayern, y dos años después ambos estaban jugando la final de la Champions y los dos jugaron la final del Mundial de Sudáfrica. Eran muy importantes para el Real Madrid, pero el pasado ya no tiene mayor trascendencia. Siempre quise traer a Santi Cazorla. Quería a gente de juego. En cuanto yo salí del Madrid, el club corrigió el error. Llegó Özil, Di María, después Modric, también Xabi Alonso. Nosotros de creación solo teníamos a Guti. Y Van der Vaart era más delantero. Faltaban más jugadores de juego.
Con Guti ¿no me puede contar qué pasó con él en el vestuario de Alcorcón en el descanso?
No pasó absolutamente nada. Una discusión humana entre un técnico y un jugador sin faltas de respeto ni nada. La prueba es que Guti volvió a jugar y en mi último partido en el Real Madrid me dio un abrazo. Me agradeció todo lo que le había ayudado yo en ese año.
Radio Marca dijo que le había mandado «a tomar por culo».
Todo falso. Al día siguiente vino Guti a mi despacho a comentar lo que estaba leyendo en el periódico. No lo oí yo, no lo oyó nadie. Fue una discusión normal, entre dos personas con temperamento. A Guti, como futbolista, no es que lo diga yo, sino que todos los técnicos que lo han tenido han querido cambiarlo un poco pero, desgraciadamente, nadie fue capaz. Tiene una personalidad muy especial. Es una persona superada por muchos acontecimientos de su vida particular, pero es muy leal, muy frontal. Reconocía los errores que cometía, pero no era capaz de resolverlos.
Apostó por Granero
Fue el que llegó en lugar de Santi Cazorla. Le intentamos sacar el máximo rendimiento.
¿No le enorgullece que Zidane, personalmente, pidió que usted siguiera?
Por supuesto que me enorgullece que gente tan importante en el Madrid haya reconocido mi trabajo. Pero no eran los encargados de tomar la decisión. Me hubiera encantado irme del Madrid con un título, pero desgraciadamente no pudimos. Incluso creo que ese año pudimos haber ganado la Liga, pero tuve a Cristiano Ronaldo dos meses lesionado y a Pepe, seis.
Y hablando de mala suerte, encima Cristiano Ronaldo se lesionó en un hueso que solo tiene él y que fue donde le pisó Diawara.
Eso no lo sé. Se lesionó por una patada. Creo que es especial (risas) pero no creo que sea un ser humano distinto al resto. [Se trata de un hueso extra en la articulación, el ‘supernumerario’, que le descubrió el doctor Van Dijk de la Unidad de Ortopedia del Hospital Universitario de Ámsterdam cuando le trató la lesión; N.d.r]
¿A Raúl le vio mal tras caerse de la selección?
Era un gran líder, un gran jugador, habían traído en su puesto 200 millones de euros en jugadores: Cristiano, Kaká, Benzemá… pero tuvo la grandeza de luchar siempre, tener la misma influencia dentro del grupo tanto jugando como no jugando. Es el jugador más inteligente que dirigí en mi carrera. Ha sido para mí un lujo haberlo entrenado, aunque desgraciadamente fue cuando su época en el Madrid ya estaba acabando. Algo que hizo con mucha grandeza. [El día anterior a esta entrevista, Pellegrini tuvo un coloquio público con Enric González y Jorge Valdano organizado por La Térmica. Preguntado por el paso de Raúl de la titularidad a la suplencia no quiso entrar en la cuestión y replicó «Yo paso, como en el dominó»; N.d.r]
En el Villarreal y en el Málaga su filosofía fue apostar por jugadores que estabaniniciando su curva descendente, que venían porque no habían dado el rendimiento deseado en un grande o que han dejado atrás su cenit: Riquelme, Forlán, Pirès, Nihat, Tacchinardi, José Mari, Baptista, Van Nistelrooy, Saviola, Demichelis, Lugano, Roque Santa Cruz, Joaquín…
Intento siempre sacar el máximo rendimiento de mis jugadores. Lo he logrado con muchos. Forlán fue pichichi en el Villarreal y venía del Manchester United. Los jugadores que llegan uno los elige con ciertas condiciones personales y de capacidad técnica. Y claro, uno que está técnicamente más dotado tiene más posibilidades de poder resurgir. Para mí contar con Pirès fue un lujo. Sabíamos que para tres partidos a la semana no iba a poder ser, pero para noventa minutos de lo que es el fútbol del Villarreal estaba muy bien. No tuve nunca ninguna duda, sabía que iba a seguir manteniéndose. La filosofía es tratar de pedir, dentro de los clubs en los que uno está, jugadores capacitados para el tipo de fútbol que se practica, y que el club tenga la capacidad económica de traerlos. Y no podemos pelear con los objetivos que tiene gente con una capacidad económica mucho más grande.
¿Hay algo de Guardiola que le haya llegado, que haya aprendido?
Lo que, de base, más comparto con él es la manera de enfrentar la profesión. Se puede jugar distinto, igual, con ciertos parecidos. Pero él, siendo tan joven, y conociendo su club de memoria, lograr lo que ha logró en el FC Barcelona y de la manera en la que lo hizo, fue un ejemplo para todos.
¿Es Usted amigo de Bielsa?
No.
¿Y qué le parece como entrenador?
Es muy respetuoso con la profesión, ha tenido una muy buena carrera. Futbolísticamente no compartimos muchos aspectos, pero en nuestra manera de ser tenemos más semejanzas que diferencias.
Usted cuando va a Chile se aísla a leer.
Tengo un apartamento en la playa y cuando voy lo uso, nada más. Me gusta el cine y la literatura, mucho. Al cine ahora estoy yendo menos, pero siempre he sido lector y toda mi familia ha sido lectora. Hay algo que me inculcaron mis padres y se lo agradeceré siempre: me dijeron que si no lees no aprendes, y si no aprendes no evolucionas. Sería imposible tratar de destacar algún libro o autor. Con relación al fútbol, en Ecuador, justo salió el de la inteligencia emocional de David Goleman y lo leí. Hay varios tipos de inteligencia, no solo la inteligencia «intelectual». Salieron ahí temas muy interesantes para el fútbol y los estudié durante una temporada de preparación personal. Las novelas también me entretienen mucho. Los libros te van formando como persona, por la capacidad de vivir la vida de otras personas. Por ejemplo, hay una biografía novelada de Van Gogh, Anhelo de vivir, de Irving Stone, que es espectacular, la leí hace muchos años. Y también ese mismo autor tiene una de Miguel Ángel, La agonía y el éxtasis. Retomé unos libros de la Guerra Civil española que leí hace treinta años, los de José María Gironella, Un millón de muertos, Ha estallado la paz. Ahora que estoy en España toman una dimensión distinta.
También va a los toros.
No, voy una vez. Cada temporada, cuando hay grandes toreros, por supuesto, pero no soy un entendido ni un gran aficionado. Me gusta la diversidad de cosas. Tengo muchos intereses distintos.
He leído que también le gusta la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia ¿le gustan las civilizaciones extraterrestres extinguidas? ¿Ha estado en la estación del AVE de Zaragoza?
Me parece una maravilla lo de Valencia. No me meto en cómo se construyó. Me parece que le dio una categoría a la ciudad. Una mezcla absolutamente moderna en un sector y en otro la Valencia antigua. Es una de las ciudades más bonitas de España. Cómo se hizo todo aquello ya no me corresponde a mí analizarlo. La estación del AVE de Zaragoza también la he visto, sí. Conozco muy bien España. Me gusta mucho recorrer los pueblos chicos. Cuando estuve en Villarreal recorrí todo el país catalán. Solo me falta Asturias, es lo que menos he conocido y sé que es muy bonita.
Buenas preguntas, mejores respuestas.
¿La troleada en la última pregunta tiene algún motivo? Me ha dejado en fuera de juego.
A Xabi Alonso lo ficharon el mismo año que llego él, ahí miente cuando dice que llego después