Para mi madre, el stand up representaba dos cosas que no soportaba: hombres que gritan y hombres que se creen graciosos. (Hannah Gadsby)
Entiendo a Kay, la madre de Hannah. Con honrosas excepciones, los monologuistas al uso provocan más vergüenza ajena que risa. La mayoría son hombres, gritones y groseros (en ambos sentidos del término), y las escasas mujeres del gremio suelen intentar ponerse a su nivel, y a menudo lo consiguen. Si, como dijo alguien, los humoristas viven de la falta de memoria del público, los «standaperos» viven de su falta de inteligencia, pues no solo no cuentan nada nuevo, sino que además lo cuentan mal (con honrosas excepciones). Y no solo se alimentan de la falta de memoria e inteligencia de un público adocenado, sino también de otras carencias, pues los monologuistas supuestamente graciosos buscan convertir a sus espectadores, según los casos, en cómplices, confidentes o confesores. En el fondo —y a menudo también en la forma— suelen ser bufones complacientes que, con sus superficiales críticas y falsas provocaciones, adulan a su amo —el público que los mantiene— y mitigan su mala conciencia fingiendo cuestionarlo.
Lejos de la provocación aparente y la complacencia servil, Hannah Gadsby utiliza los guiños de complicidad y demás trucos del oficio como señuelos para arrastrar a los espectadores fuera de su zona de confort y tenderles ese espejo sin filtros en el que nadie quiere mirarse. No es fácil explicar cómo lo hace —si lo fuera, sus actuaciones no serían los complejos artefactos metateatrales que son—, y enumerar sus personalísimos recursos dramáticos sería como describir un cuadro nombrando sus colores, así que intentaré, simplemente, hacer de este apresurado artículo una introducción/tráiler que incite a quienes aún no los conozcan a buscar en la red los monólogos de Gadsby, y muy especialmente los titulados Nanette y Douglas.
Hannah Gadsby nació en Tasmania en 1978, en un tiempo y un lugar en el que la homosexualidad era delito, por lo que su triple marginación como mujer, lesbiana y autista la marcó a fuego desde la infancia. En 2003 se graduó en la Universidad Nacional de Australia con una licenciatura en Historia del Arte y Curaduría, pero desde 2006 se ha dedicado fundamentalmente a la comedia, tanto en la televisión como, sobre todo, en los circuitos de stand up. Sufrió abusos sexuales en su infancia, a los diecisiete años un homófobo le propinó una brutal paliza en plena calle y a los veinte fue violada por dos hombres, entre otras muchas agresiones. Aprendió a reírse de todo ello y a compartir su risa; pero luego comprendió que para provocar la risa —la suya y la ajena— tenía que mutilar las historias, y que lo curativo no era la risa, sino las historias, por lo que decidió abandonar la comedia tal como se la había planteado en sus primeros años de oficio, porque «cuando la autoburla viene de alguien marginal no es humildad, es humillación», como declaró en 2017 en su aclamado monólogo Nanette, que supuso un decisivo punto de inflexión en su carrera.
Tras el éxito internacional de Nanette y su declaración de principios —y fines—, era de esperar un nuevo monólogo que reflexionara sobre sus propios límites y priorizara el poder curativo de las historias, y Gadsby no decepcionó: Douglas (estrenado en Netflix en mayo de 2020) es algo más que una vuelta de tuerca y mucho más que una secuela. Es un metamonólogo que, mediante un magistral uso de la autorreferencia, empieza por contarnos lo que se dispone a hacer y termina por sorprendernos a pesar de habernos prevenido.
Afirma Jakobson que el estilo es expectativa frustrada: una forma muy sintética de decir que la originalidad de un texto tiene que ver con su capacidad de burlar nuestras previsiones y darnos algo con lo que no contábamos. Una manera menos técnica y más emotiva de expresar la misma idea es que uno de los mejores regalos que puede hacernos un flujo de palabras, sea oral o escrito, es el de ofrecernos algo inesperado. No cualquier cosa, por supuesto (no todas las sorpresas son gratas), sino algo a la vez insólito, valioso y oportuno. Y con Douglas Hannah Gadsby nos ofrece algo tan insólito como valioso y tan valioso como oportuno, a la vez que explora las contradicciones y los límites del monólogo para poder ir —y llevarnos— más allá.
Por un teatro de la complejidad
La tragedia clásica suele plantear un conflicto «irresoluble» (luego aclararé las comillas) entre el individuo y la sociedad, o lo que viene a ser lo mismo, entre la conciencia y la ley (escrita o no). Así, la lealtad de Antígona hacia su hermano Polinices la obliga a dar honrosa sepultura a su cadáver, contraviniendo una orden del rey cuyo incumplimiento supone la pena de muerte. Pero la irresolubilidad de los conflictos trágicos tradicionales es relativa, cuando no ficticia (de ahí las comillas), pues casi siempre tiene que ver con la aceptación (más o menos deliberada, más o menos consciente) de un orden establecido que se da por supuesto y que solo se pone en cuestión de forma superficial o episódica. En este sentido, la tragedia tradicional supone una simplificación —ideológica— de la realidad, pues suele asumir de forma automática, por defecto (nunca mejor dicho), el discurso dominante. Por eso provoca la catarsis, pero rara vez la rebelión.
El teatro épico de Brecht constituye un paso importante hacia la superación de esta limitación; pero el distanciamiento brechtiano no va mucho más allá de la anagnórisis aristotélica, y solo resuelve parcialmente el problema de la simplificación. Por eso el gran dramaturgo y teatrólogo Alfonso Sastre propuso —y cultivó de manera ejemplar— como superación dialéctica de la aparente antítesis entre los dos polos del teatro del siglo XX, el didacticismo de Brecht y el nihilismo de Beckett, lo que él mismo denominó «tragedia compleja», en la que el conflicto trágico central no encubre la maraña de sentimientos e intereses contradictorios implicados, sino que pone en evidencia la degradación social y psicológica subyacente. Por eso las tragedias sastrianas incluyen elementos cómicos y hasta ridículos (sin caer en la simplificación de lo tragicómico). El propio Sastre lo explica en su libro programático La revolución y la crítica de la cultura: «Yo me río antes, y cuando usted baje la guardia para reírse conmigo se va a encontrar con que le he contado —sí, a traición— la tragedia que usted habría rechazado, o incomprendido, planteada en los términos inalcanzables para usted de una conciencia no degradada en pugna con la degradación». Es poco probable que Hannah Gadsby haya leído esta frase; pero podría haberla dicho ella, palabra por palabra, pues sus monólogos complejos parten de la misma impugnación radical del orden establecido para, subvirtiendo las reglas del juego, ir más allá de los esquemas convencionales.
Y en cuanto a la superación de los esquemas convencionales, el aspecto más polémico —y de más valor, en ambos sentidos del término— de los monólogos-soflama de Hannah Gadsby es su denuncia sin concesiones de ciertas vacas sagradas de la cultura cuya fama parece hacer que se olviden (de nuevo la falta de memoria de un público adocenado) sus bajezas, y hasta sus delitos. Que personajes tan execrables como Picasso, Woody Allen o Roman Polanski sean respetados, alabados e incluso admirados, da la medida de la miseria moral de una sociedad en la que el éxito —lo que llaman éxito quienes asumen la brutal lógica del patriarcado— lo justifica todo y todo lo encubre, del mismo modo que la valentía con la que Gadsby los —y se— desnuda públicamente da la medida de su grandeza.
Felicidades al autor y a la revista por este estupendo artículo en el día mundial de la sensibilización sobre el autismo.
Difícilmente se podría encontrar mejor embajadora de nuestra causa. Gracias, F de H.
Qué final tan triste y desafortunado para un texto bastante interesante… ¿Picasso, Allen y Polanski seres execrables? ¡Por favor! Me dan escalofríos tan sólo imaginar que nombres más agregaría a esa lista… ¿Execrables para quién, dónde, cuándo, por qué? Frabetti, parece que usted se dejó contaminar por los principios hipócritas del cinturón bíblico del establishment americano respaldando esas afirmaciones…
Hay abundante documentación sobre sus malos tratos y abusos a mujeres, incluidas menores. Lo que ocurre es que cuando las víctimas son mujeres y los agresores son famosos, los principios hipócritas del establishment patriarcal contaminan a mucha gente. Te recomiendo que oigas al monólogo de Gadsby (Nanette). Y, de paso, que te documentes sobre los personajes citados. Y, sí, se podría ampliar la lista. Y, sí, deberían darte escalofríos al verla. Puede que la haga; gracias por la sugerencia.
Los jueces, sistemáticamente han fallado a favor de Woody Allen, a pesar de la presión mediática de los Farrow.
Por otro lado, Moses Farrow constató la propensión al maltrato infantil de Mia Farrow en contra de sus hermanastros discapacitados.
Las difamaciones en contra de Woody Allen son una forma sutil de antisemitismo. En su crítica al monólogo cómico yo he leído el apellido que ha omitido: monólogo judío.
Parece que está usted más lejos de Woody Allen que de Isabel Medina Peralta, Herta Oberheuser, Irma Grese y María Mandel. Vivir para ver. Disculpe si no le doy la enhorabuena.
Como todo el mundo sabe, la opinión pública, los grandes medios y la industria cultural estadounidenses son antijudíos («antisemita» es una sinécdoque abusiva: los árabes son tan semitas como los judíos); por eso en USA hay tan pocos cineastas, políticos, escritores de éxito y millonarios judíos. Por se llevan tan mal Washington y Tel Aviv. Por eso a Javier Bardem y Penélope Cruz les dijeron de todo por apoyar la causa palestina. Estoy muy lejos de Woody Allen (y del sionismo, dicho sea de paso), sí, sin necesidad de acercarme a nadie. Por cierto, no he entendido lo de «monólogo judío»; como Polansky también es de origen judío, ¿insinúas que Gadsby los ha escogido por eso?
Muy retórico, pero ¿en dónde está la «abundante documentación» de que Woody Allen ha maltratado y abusado de las mujeres? Porque hasta la fecha la única constancia de maltrato familiar atestiguada por alguno de sus hijastros ha apuntado a Mia Farrow. Le invito a que se aplique sus mismos cuentos: documéntese sobre el personaje citado.
No sé qué tienen que ver las relaciones de Washington y Tel Aviv con el monólogo cómico que, en efecto, ha sido una de las especialidades de los cómicos judíos. También desconozco que «crímenes» ha cometido este actor y director, aparte de mostrar cierto mal gusto en una de sus parejas. Ahora, aunque su obra ya esté obsoleta, posee una dimensión incomparablemente más universal que las piezas de cualquier medianía que publique artículos por estos pagos. Dime a quien criticas y te diré de lo que adoleces.
En su día seguí el caso con especial interés, por razones que no vienen a cuento. Es cierto que nunca fue condenado (como no lo son ,en nuestra sociedad, la mayoría de maltratadores y abusadores); pero aun así su conducta fue calificada por el juez de sumamente impropia (no recuerdo los términos exactos, pero esta era la idea), y la fiscalía vio probable delito. No es suficiente para condenar a Allen, por supuesto; pero sí para que Gadsby lo incluya en su monólogo (por cierto, sigo sin entender lo del omitido apellido judío).
No fue condenado. Ni siquiera fue procesado porque no se encontró materia para incriminarlo más allá de las acusaciones de la loca malintencionada de Mia Farrow.
No se quien es esta señora Frabetti, pero si busca sus quince minutos de fama apilando leña para la hoguera de Allen no me interesa lo más mínimo.
El fiscal del Estado vio causa probable y el juez calificó la conducta de Allen como sumamente inadecuada; en un país hipermachista y tratándose de un intocable, no es poco. Por cierto, supongo que te has comido una coma entre señora y Frabetti (de no ser porque te conozco de otras veces me habría quedado a cuadros).
HG es muy famosa en el mundo anglosajón, y atacar a las vacas sagradas le ha cerrado muchas puertas; podrás no estar de acuerdo con ella y no interesarte lo que hace, pero su trayectoria ha dejado muy claro que no es una oportunista.
Hace treinta años estuve a punto de escribir un artículo sobre Woody Allen y no lo hice porque me pareció injusto usarlo de chivo expiatorio cuando en la industria cinematográfica había muchos mucho perores que él. Me temo que tendré que retomar el proyecto porque, por lo visto, no es de los peores pero sí de los que más dan el pego.
Estoy flagelándome por lo de la coma. Literalmente. Me molestan este tipo de errores.
A lo mejor yo me he creído la versión de Allen, (y de alguno de sus hijos) y por lo que yo he leído, se adujo hasta manipulación de la niña por parte de Mia Farrow. Y tal como esta el asunto, si no le llevaron a juicio es porque no encontraron nada. Nada más allá de que se quedara a solas con su hija. Yo me he quedado solo con las mías un montón de veces. Las he bañado. Les he dado de comer. Las he vestido y peinado. Hasta pedorretas en la barriga les hacía cuando eran pequeñas. Desde según qué óptica enferma alguien podría ver algo inapropiado. O considerarme un pervertido. También es verdad que yo no me he divorciado de mi mujer. Y hay divorcios con un juego sucio que ya, ya….
Lo de que no le gusten su películas es harina de otro costal. Yo detesto casi todo el cine de Almodovar, y hay mucha gente que piensa que es un genio y un artista excelso. Él mismo, el primero.
Estoy de acuerdo con respecto a Almodóvar: buena parte de su cine es efectismo barato; pero creo que es un buen realizador y, sobre todo, un buen director de actores y actrices, aunque su cine no me interese. Y Woody Allen tiene algunas películas magistrales, como Delitos y faltas.
En EEUU, que por cierto, no veo qué tiene de hipermachista comparado con España, Italia, Francia o Argentina, por ejemplo, y es sin duda un paraíso feminista comparado con toda África, Asia y buena parte del este de Europa, los fiscales y hasta los jueces se eligen democráticamente y por tanto tienen más de políticos que de jueces y fiscales tal y como los entendemos por estos pagos (la condena la decide un jurado, no el juez), así que el hecho de que el fiscal y el juez hicieran comentarios sobre lo inadecuado de la conducta de Allen solo demuestra las ganas que tenían de poder procesarlo.
El juez y el fiscal SE MORÍAN por poder llevar a juicio a Woody Allen. Igual que un actor se moriría de ser escogido como el nuevo James Bond y por los mismos motivos: porque sería un espaldarazo de cojones para sus carreras. Eso no significa que creyeran que Allen fuese culpable; eso se la sudaba, lo que querían era al menos llevarlo a juicio (al menos el juez; el fiscal sí que necesitaría además una condena para lanzar su carrera a lo grande, pero solo la exposición mediática supone lo mismo que un contrato con Nike para un deportista de élite). El tema es que dos gabinetes de psicólogos infantiles coincidieron en que la niña no mostraba ninguna evidencia de haber sufrido trauma alguno, y concluyeron que el episodio de abusos jamás había existido. Uno de los gabinetes lo había pagado la defensa de Allen, y contra eso se podía luchar, pero es que el otro lo había contratado la propia fiscalía. Si tu propia gente te dice que no hay caso… pues eso. De hecho, una de las pruebas más sólidas de la inocencia de Allen es que a pesar del obvio interés propio que tenían los jueces y fiscales de ir a por él a por todas no fueron capaces ni de llevarlo a juicio, no digamos ya condenarlo.
Vaya, se abre un debate interno entre los lectores: unos invocan como prueba de su inocencia la respuesta de la judicatura, y ahora resulta que jueces y fiscales SE MORÍAN por machacar a Woody Allen. Supongo, dadas las mayúsculas enfáticas, que tienes pruebas fehacientes de esa hostilidad judicial.
El documental Allen vs. Farrow explica bastante bien por qué no fue juzgado a pesar de las evidencias de su trato, más que cuestionable, hacia su hijastra Dylan. Ahora no lo recuerdo, pero el juez que dictó sentencia estaba, digamos, «bastante escogido». En realidad no habría nada que discutir, la propia Dylan cuenta cómo fue abusada por Woody. Pero oye, aquí están los lectores de Jot Down, que saben más que nadie, para decirte a tí que si una mujer está gritando que ha sido abusada, es una mentirosa, o una pagada, o una mala furcia porque es que el tipo les cae muy bien. Es que es tan gracioso. Ays, les dio tantos buenos momentos en los 90 cuando le referenciaban en sus conversaciones juveniles que claro, cualquiera le baja de ahí. Me pregunto si relamente les importa que alguien sea un violador.
Vivimos en un país en el que cada semana se asesina a una mujer y cada día más de mil son agredidas sexualmente. Esa pirámide ha de tener una base muy amplia. Dicho esto, y aunque tengo pocas dudas sobre la conducta «extremadamente inadecuada» de Woody Allen, el caso (que en su día seguí muy de cerca) es extremadamente complejo y confuso.
Es muy interesante lo que apuntas al final: algunos iconos culturales se convierten en personajes queridos e idealizados, y cuesta mucho bajarlos del pedestal. Creo que el tema merece un artículo. Gracias, Milady, una vez más.
Frabetti, es precisamente porque he leído bastante y documentado bastante sobre Allen, Picasso y Polanski que le hice ese comentario…parece que es usted el que no lo ha hecho suficientemente, y si lo hizo, su mirada sesgada le impide ver más allá…y sí, he visto esos monólogos de la gran Gadsby y siento que usted, por mucho esfuerzo que haga por mostrar lo contrario, no logra ocultar lo evidente: la señora es bastante panfletaria y aburrida…
Y ya que me manda a leer, le sugiero que se informe a FONDO de quién es Mia Farrow, a ver si se le empieza a despejar ese panorama nublado por ese sesgo de simpatías hipócritamente selectivas…
Suscribo totalmente los comentarios de Alfil…
Qué razón tiene Dave Chapelle: si los negros hubieran sabido usar en su favor la marginalidad que han sufrido por el color de su piel, como los blancos su orientación sexual o transexualidad, otro gallo les hubiera cantado.
No se trata solo de saber usar, sino también de tener la posibilidad de hacerlo. Y a los negros, en Estados Unidos, los siguen matando impunemente por el mero hecho de serlo.
Coincido en que de los tres casos planteados el de Woody Allen es el que se ve como menos sólido. A mí me quedan muchas dudas. Yo me niego a crucificar a alguien que me ha dado tanto sin una evidencia más contundente.
No se trata de crucificar a nadie. Woody Allen ha salido muy bien librado de acusaciones muy graves y en la que la justicia vio fundamento. Más nos han dado Picasso, Schopenhauer, Flaubert, Faulkner…
No se trata de crucificar a nadie, pero Woody Allen es culpable, aunque los jueces sistemáticamente hayan fallado a su favor, ¿no?
Toda su documentación se resume en sus impresiones personales, subjetivas y prejuiciosas.
Además de la autoridad de los jueces, ¿deben los ciudadanos superar las sentencias no escritas del camarada de partido de turno?
Un moralista como usted encaja bastante bien dentro de la categoría de los abusadores. «Difama, que algo queda», que decía cierto miserable.
Ese miserable era Voltaire; que, entre otras cosas, dijo: «No estoy de acuerdo contigo, pero defiendo a muerte tu derecho a decirlo». No Woody Allen no es legalmente culpable (y el emérito tampoco, dicho sea de paso); pero si hacemos caso de los jueces, escuchémosles también cuando hablan de conducta sumamente inapropiada y de probable delito.
Ese miserable fue un abogado ahora desconocido al que atacó Cicerón describiendo su proceder así, «Calumniare fortiter aliquid adhaerebit». El dicho fue recogido durante la Modernidad por Francis Bacon en «De Dignitate et Argumentis Scientiarum» de 1625. Voltaire lo copió de «El barbero de Sevilla» de Pierre-Augustin de Beaumarchais. Pero LeChuck se refiere a Alfonso Guerra.
Tu conocimiento histórico se encuentra tan bien fundado como tus opiniones a propósito de Woody Allen. Claro que tampoco esperaba menos de alguien que ha sido tan irrespetuoso con Antoine de Saint-Exupéry.
Los personajes que te agradan y con los que eres acrítico son siempre eminencias grises. Son de tu interés porque no te hacen sentir inferior.
Qué más quisiera yo que Voltaire o Leonardo no me hicieran sentir inferior. Y nunca he sido irrespetuoso con Saint-Exupéry; confundes la crítica con la falta de respeto. Decir que El principito fue escrito en un momento de profunda amargura y que es inadecuado para los niños no supone el menor menosprecio hacia el autor.
La cita no es de Voltaire. Es de Evelyn Beatrice Hall y aparece atribuida a Voltaire en su libro ‘Los amigos de Voltaire’. Tarde o temprano esto calará como lo de Martin Niemöller y su poema atribuido durante décadas a Brecht.
A menudo la paternidad o maternidad de las citas breves es difusa; una misma idea, en términos muy parecidos, puede expresarse varias veces y se suele atribuir al más famoso o al más reciente. Hay otros casos notables: «El mapa no es el territorio» (atribuida a Wittgenstein), «Las obras de arte no se terminan, se abandonan» (atribuida a Valéry), «Yo no busco, encuentro» (atribuida a Picasso), «Que muero porque no muero» (atribuida a Santa Teresa), etc.
Personalmente no encuentro graciosa a Hannah Gadsby; Aunque tampoco estoy seguro de que su objetivo sea hacer reír al personal. Encuentro cosas interesantes en su discurso, no obstante, aunque no esté de acuerdo en todo lo que dice.
Sí que es cierto que me cuesta encontrar monologuistas genuínamente graciosos. Yo me descojonaba con Norm Mcdonald y Mitch Hedberg.
Hay tipos como Bill Burr o el mismo Louis Ck que pueden arrancarme alguna carcajada, pero no es lo mismo.
Efectivamente, arrancar carcajadas es mucho más fácil -pero no es lo mismo- que ser genuinamente gracioso. Y también estoy de acuerdo en que hacer reír no es el principal objetivo de HG. Y creo que nunca debería serlo.
Gracias, queridos lectores (no es ironía), me habéis hecho ver la conveniencia de escribir otro artículo sobre este espinoso tema. Me pongo a ello.
La verdad que el caso de Allen la palabra patriarcado suena ajena, inapropiada. Siendo de familia judía uno se lo imagina más bien como víctima del matriarcado.
El mito del «matriarcado» judío, como el del italiano (que conozco de cerca, o más bien desde dentro), tiene que ver precisamente con una exacerbación del patriarcado que convierte a las mujeres en «amas de casa» y casi únicas responsables del cuidado de los hijos. Hay pocas sociedades tan patriarcales como la judía, en la que los ortodoxos dan gracias a Dios por no haber nacido mujer.
Me parece muy significativo como la gran mayoría de los comentarios a este artículo desvían el tema e invisibilizan a quién era la protagonista del mismo, y por extensión al propio autor, que en uno de los comentarios usa la primera persona del plural para referirse a la causa de las personas autistas, por lo que asumo que el también lo es. Estos comentarios además están firmados con nombres masculinos. Esto, evidentemente, no implica nada porque detrás de cada uno de esos nombres podría estar cualquier persona, hombre, mujer o persona no binaria, pero no deja de ser curioso. También podría considerar que las personas que firman esos comentarios no son autistas porque en este contexto (Día de la sensibilidad sobre el autismo) no se han presentado como tales. Esto también es un presupuesto que bien podría ser equivocado pero ahí lo dejo. Cada cual sabrá si en su caso es así o no.
Estos comentarios decía, obvian todo el artículo e invisibilizan a su protagonista y el hecho de que sea una lesbiana autista que ha sufrido abusos, violaciones y otras vejaciones para agarrarse a una frase en el último párrafo y salir en defensa de uno de los tres hombres acusados de actos similares porque parece que no está del todo claro si uno de ellos los llevo a cabo o no. ¿A quién le importa que una lesbiana autista sufra abusos constatables durante toda su vida si hay una pequeña posibilidad de que aquella denuncia no fuera cierta? Lo dicho, todo muy significativo.
Significativo y sintomático. Gracias, P.
El tema no es lo que cuenta Frabetti, sino el código soterrado que emplea Frabetti para contar lo que cuenta. El último párrafo reorienta (y descalifica) su alegato, proponiendo lo que el inconsciente le pide. A la madre Teresa de Calcuta le agradaba la agonía de los pobres porque le recordaba el sufrimiento de Jesús en la cruz, aunque ella viajaba para obtener atención médica. Pero ahí, a pesar de lo mal que le cae el catolicismo, tocamos con un tótem de Frabetti. Mujer. Ah, entonces no. ¿Woody Allen? Judío. Y hace como Isabel Peralta (a la que por lo mismo, se abstiene de criticar).
Lo siento, no entiendo ni la mitad de lo que dices. ¿Qué significa que me abstengo de criticar a Isabel Peralta (por lo mismo)? Tampoco he criticado a Jack el Destripador, y no goza de mis simpatías. ¿Qué es un código soterrado? ¿Y qué pinta la madre Teresa de Calcuta? ¿Qué me pide el inconsciente? Me encantaría saberlo.
Si el artículo ha derivado en una «flamewar» entre el autor y varios comentaristas es principalmente culpa del autor, que empezó el artículo como una promoción de una artista y monologuista underground solo para acabar presentándola como una lesbiana tarada resentida. Con publicistas como este, quién necesita enemigos. Es principalmente el ego de Fabretti, que presenta a todo el que no comulga con sus ideas como «un público adocenado carente de memoria» (por la mezcla de arrogancia y pésima prosa, Fabretti parece un lector de Ayn Rand), y en su empeño en bajar al barro para discutir – sin mucho argumento – contra todo aquel que le rebata, al estilo del troll de internet de manual, el que hace que el sujeto de la entrevista se haya perdido en el discurso.
¨Cultura del victimismo”…la señora tiene todas las etiquetas para triunfar en este mundo woke: mujer, lesbiana…y ahora autista. Lo que ella hace, a mi parecer, no es stand up. Da conferencias donde habla de sus tristes experiencias, de su salida del armario, y de los “hombres buenos” que no son tan buenos elaborando unas teorías descabelladlas que reciben todo el beneplácito de la audiencia femenina que aplaude todo lo que moleste a su marido, que está a su lado, pero que no practica…
En sus eructos sobre el arte (Picasso, etc.) me parece incensario hablar más…son estúpidos, simplistas y demagógicos…la verdad ponen los pelos de punta.
No suyo no es stand up, son conferencias de autoayuda… Y si, es necesario hablar del el sexismo, la homofobia y el racismo…no critico su contenido, sólo la forma…
De acuerdo, critica la forma, seguro que hay cosas criticables en sus monólogos; pero sumar adjetivos descalificadores no es una crítica, solo es manifestar un rechazo. ¿Y de verdad crees que ser mujer, lesbiana y autista es una fórmula «para triunfar en este mundo»?
aya, Frabetti…nunca escribí (como lo puede verificar arriba) «para triunfar en este mundo», escribí (como lo puede verificar arriba) «para triunfar en este mundo woke»…reconozco que debí aclarar más y no generalizar, mi culpa, pensando que se sobreentendía «en un mundo dominado por la cultura woke»…pero bueno, no soy tan buen escritor como usted…
«pero sumar adjetivos descalificadores no es una crítica, solo es manifestar un rechazo»… ¿se aplica eso también a lo que usted escribió «Que personajes tan execrables como Picasso, Woody Allen o Roman Polanski sean respetados…etc.?” es decir, para que no malinterprete mi pregunta, ¿es eso una crítica a esos personajes o sólo manifiesta un rechazo?
En esa frase solo manifiesto un rechazo, es cierto; un rechazo basado en un conocimiento bastante amplio de los tres; pero, si pretendiera que fuera una crítica, tendría que argumentarlo y aportar datos probatorios.
Hace treinta años recopilé abundante información sobre el caso Allen, que en su momento fue muy sonado, con intención de escribir un artículo; pero me pareció que habría sido un agravio comparativo, pues, en la industria cinematográfica (y no solo en la estadounidense), los hombres que abusan de su poder y su prestigio son la norma, más que la excepción, y en comparación con muchos de ellos WA es una hermanita de la caridad. Ahora, a la vista de los comentarios, me lo estoy replanteando. Me sorprende, entre otras cosas, que todos defiendan a WA y nadie a Picasso, uno de los mayores artistas del siglo XX y una gloria nacional, y he llegado a una conclusión (apresurada: tengo que darle algunas vueltas) que tal vez me lleve a escribir -aunque con otro enfoque- el artículo que no escribí en su momento. Gracias por tus comentarios.
Picasso lleva dando malvas mucho tiempo. Ya le pueden crucificar en los monólogos que sea. Sería un maltratador o alguien que utilizaba a las mujeres, pero nadie se ha planteado una estupidez como descolgar sus cuadros de los museos, y sus obras no pierden valor. Allen sigue aquí y se le ha intentado enterrar vivo. Y sin pruebas.
Creo que el problema fundamental de todas estas discusiones sobre sexismo, racismo etc. es que, ahora más que nunca, se juzga la historia y el modus vivendi de antaño, con los ojos presentes.
Por supuesto que hay que combatir las injusticias de toda índole en el presente (digo presente para referirme a hace 100 años para aquí), porque para eso hemos recorrido un cierto camino como sociedad (y queda por recorrer).
Pero calificar tal y cual hechos que sucedieron hace más de 100 años (Picasso, p.e.) con los ojos del XXI, con todo lo que ha sucedido desde entonces… me parece una estupidez, igual como decir que Colón fue un xenófobo y un genocida, que los romanos eran unos machistas de cuidado, o que en general la sociedad era mucho más «guarra» (i.e. mayor nivel de aceptación de la suciedad).
Básicamente, estoy de acuerdo con el relativismo histórico que propones. Pero Picasso, a quien conocí personalmente, es nuestro contemporáneo (al menos mío, que tenía treinta años cuando murió).
¿Cómo lo hace para que sus artículos (no son los mejores de Jotdown) tengan más de 28 respuestas? Aunque la mitad son del mismo autor. Sin entrar en la polémica sobre Woody Allen o Picasso, quizás el señor Carlo, nos pudiera mostrar en un artículo sobre el ‘machismo leninismo’ del régimen castrista y de su fundador en particular. Saludos.
Me parece una buena idea, comparar el machismo cubano (que lo hay, y lo conozco de cerca, pues he estado en Cuba una veintena de veces) con el machismo de «la España democrática» (que conozco aún mejor, pues llevo muchos años viviendo aquí). Voy a escribir ese artículo, gracias por la sugerencia (aunque no puedo garantizar que lo publiquen).
Sobre cómo lo hago para que mis artículos tengan muchas respuestas, es muy sencillo: contesto a las/os lectoras/es que se toman la molestia de comentar mis artículos e intento establecer un diálogo con ellas/os. Y a menudo funciona. No es mera deferencia, cortesía o gratitd: eso me ayuda a profundizar en los asuntos tratados, y espero que a las/os lectoras/es también.
Para variar, infórmese un poquillo antes de escribir:
https://en.wikipedia.org/wiki/Woody_Allen_sexual_abuse_allegation
Gracias, tengo acceso a fuentes más completas y fiables que wikipedia.
El libro gordo de Petete.
ACLACACIÓN IMPORTNTE:
Tras releer los comentarios, tengo la impresión de que algún lector considera que meto en el mismo saco a Woody Allen y a Roman Polansky. En ningún momento digo -ni lo pienso- que sean casos equivalentes. Polansky fue condenado por violar a una niña de trece años, mientras que los supuestos abusos de Allen no fueron probados. Una cosa es una «conducta extremadamente inadecuada» y una «causa probable», y otra muy distinta la constatada violación de una menor, y si he inducido a pensar, aunque sea por omisión, que equiparo ambos casos, pido las más sinceras disculpas.
Frabetti, su texto es sobre la señora Gadsby. Y como termina el texto, es fácil inferir que usted suscribe lo que ella dice sobre Polanski, Allen y Picasso…los mete en el mismo saco. Y si, yo defiendo a Polanski, a Picasso, a Allen…pero prefiero esperar su texto prometido para hablar sobre eso.
Mencionarlos en un mismo párrafo no es meterlos en el mismo saco, aunque he admitido que puede inducir a error. Pero, en serio, ¿también defiendes a Polansky?
Frabetti, Polanski cometió un delito, lo descubrieron y se fugó…nunca fue condenado por violación, la sentencia fue “relación sexual ilícita con una menor”…el juez llamaba a Polanski ese ‘ese puto enano judío”…Después de 42 días en la cárcel fue puesto en libertad, los informes psiquiátricos recomendaron su libertad condicional. Había cumplido su condena…al juez Rittenband no le parecía 42 días suficiente; uno de los psiquiatras declaró que el juez estaba obsesionado en condenarle “ agresor sexual mentalmente perturbado” y q quería una condena ejemplar… Samantha Geimer perdonó públicamente a Polanski y quedó satisfecha con la suma que le pagó por haber sufrido “angustia física y emocional”… Samantha Geimer ha reiterado siempre que la condena que se le impuso fue suficiente… El juez acordó que si regresaba a EEUU no cumpliría más condena bajo custodia… la condición del juez era que los procedimientos fueran televisados…etc. etc. etc.
Todo lo anterior recordando su texto “la reducción de Mairena”…todo, obviamente, es más extenso y complejo…
Lo único indudable es lo que dices al final: que todo es más extenso y complejo. Por eso estoy en contra de la cárcel (salvo en casos extremos y muy escasos), y no seré yo quien la pida para Polanski, y menos para Allen; pero me parece que fustigarlos en un monólogo humorístico es lo menos que se merecen (sobre todo Polanski). Gracias de nuevo por tus comentarios; es un privilegio que los lectores comenten lo que escribimos y nos ayuden a profundizar en los asuntos tratados, que siempre son «más extensos y complejos».
Para quien no lo sepa la clave del asunto Allen-Farrow se llama Dory Previn. Investiguen y fliparán. Por lo demás me sorprende que la desquiciada biografía de la actriz no arroje alguna sombra de duda a los que condenan al humorista.
Más que una sombra. Es altamente probable que Farrow exagerara e incluso inventara cosas; pero también es altamente probable que la conducta de Allen fuera «extremadamente inadecuada».
Lo que me resulta raro es que un delincuente sexual «debute» a los 50 años y luego no reincida pese a no tener castigo. Los violadores de niños no se curan y suelen «formarse» en su primera juventud. Si Allen lo fuera creo que habría caído antes o después.Por otra parte Allen y Polanski tienen en común ser feos, bajitos, judíos y ligar con mujeres por encima de sus posibilidades. Tal vez por eso sufren ataques mayores que otros.
Insisto en que no creo que Allen sea un violador de niños, y lamento de nuevo que pueda parecer que lo equiparo a Polanski. Yo me quedé hace treinta años con lo de «conducta extremadamente inadecuada» y nunca he pasado de ahí, ni siquiera mentalmente. Y te aseguro que, por lo que a mí respecta, el hecho de que fueran bajitos y feos, además de excelentes cineastas, los hacía especialmente simpáticos (por aquello del afán de superación); de hecho, en mi juventud los admiraba a ambos.
¿Qué es una conducta extremadamente inadecuada por parte de Allen en lo tocante a este asunto? Lo has repetido varias veces, pero sin concretar nada. Y es una frase que deja flotando una duda bastante indisidiosa (que era lo que buscaba Farrow desde el principio).
Es la frase literal que usó el juez.
La famosa portada de ‘The Great Gatsby’ que parodia la cómica en su camiseta es obra de Francis Cugat, el hermano mayor de Xabier Cugat. Dato absolutamente irrelevante que consigno exclusivamente para hacerme el chulo.
Gracias, Ernesto, un dato interesante que desconocía. Un personaje fascinante, Cugat, dicho sea de paso.
Me encantó el monólogo Nanette de Hannah y este artículo ne ha recordado que no puedo retrasar más ver Douglas.
Es genial que para el día de la visibilidad del autismo hayas escogido una mujer, todavía hay mucha invisibilización y especialmente cuándo se le une el sesgo de género que sigue afectando a la detección.
Gracias, K. Como ya he dicho, no era fácil escoger una embajadora mejor. Y las ampollas que levanta lo confirman.
Po Fale, po fueno, po malegro…
Buena recomendación, Carlo. Ha sido muy instructivo ver ambos monólogos y reflexionar sobre lo que cuenta Hannah en ellos.
Nanette me ha resultado un monólogo muy impactante, y Douglas también me ha sorprendido, y creo que no era fácil conseguirlo tras haber visto Nanette.
Quizá la idea del metamonólogo sea extrapolable a tu (meta)artículo (incluyendo los comentarios), pues del mismo modo que Hannah describe lo que va a pasar en Douglas, muchos de los comentarios apuntalan lo que expones en el párrafo final, pues ponen el foco precisamente en esa defensa que describes, lo cual también es impactante.
Por cierto, tu «aclaración importante» en los comentarios es una prueba más del valor de tus palabras.
Gracias, SFP. Parafraseando a Goethe, el monólogo que no se convierte en diálogo es un pobre monólogo. Y los artículos no dejan de ser monólogos escritos, por lo que también han de aspirar a convertirse en diálogos.