En 2020 se cumplían cincuenta años de la primera obra de Fernando Savater, Nihilismo y acción. El año anterior, el autor había dado por concluida una fecundísima trayectoria de publicaciones con el libro La peor parte. Memorias de amor, el emocionado recuerdo a Sara Torres, su compañera sentimental durante más de tres décadas, que había fallecido cuatro años antes. La del filósofo donostiarra ha sido una carrera que por su amplitud, calidad y cantidad cuenta con poquísimos parangones en la historia de la prosa de ideas en lengua española. Alguien a quien no parece resultarle indiferente nada de lo que sucede a su alrededor, y de ahí la gran variedad de temas de los que se ha ocupado en sus libros y artículos. Si bien su ritmo de publicación ha sido siempre frenético, son los años decisivos del último franquismo y la tumultuosa etapa de la transición el momento en que Fernando Savater plantó las semillas y orígenes de las tramas filosóficas que desarrollaría con posterioridad y de las preocupaciones que encontramos en su haber reflexivo. De la misma manera, del cambiante panorama de la transición surge el compromiso cívico de Savater con la cultura democrática, cuya plena realización solo puede ser factible a través de una educación centrada en la ética y que persiga el desarrollo de una moral autónoma antidogmática.
Entre 1970, fecha de publicación de su primer libro, hasta 1981, cuando publica La tarea del héroe, uno de los trabajos filosóficos más importantes de la España democrática, Savater se erigió en uno de los principales renovadores del ensayismo hispánico. La aventura filosófica de Fernando Savater (tan bien resumida en la yuxtaposición del título de su primer libro) había comenzado por la búsqueda de una acción que asumiera las lúcidas lecciones del nihilismo pero sin arrojarse al abismo desesperanzado de la inacción, y encontraba en la figura trágica del héroe un símbolo ético que representa la voluntad como origen de los valores morales. Aunque su pensamiento no ha sido ajeno a las variaciones y cambios que trae consigo el paso del tiempo, lo sustancial de ese pensamiento no ha variado en lo esencial (sí ha ido puliendo, en cambio, las aristas más desafiantes de su escritura).
A la vista del balance que puede hacerse de su producción ensayística, no es una exageración comparar a Fernando Savater con ilustres del pasado como Ortega, Unamuno, María Zambrano, o Ferrater Mora. De entre sus contemporáneos, solo el ya fallecido Eugenio Trías puede consentir la comparación. Pero si el filósofo catalán desarrolló una obra cada vez más cercada por el hermetismo y la referencia solipsista a sí misma, dialogar en el ágora pública ha sido, por el contrario, prioridad del pensador vasco: autor de una obra cuya vocación es la de acercarse a un público amplio, no necesariamente especialista en cuestiones filosóficas. Frente a la rigidez academicista, Savater ha desdeñado la sacralización de la jerga de los entendidos en filosofía. Vale la pena recordar, asimismo, la divertida declaración que realizó al respecto en su libro Libre mente: «Gracias a Montaigne, a Pascal y a Schopenhauer, desconfío de los neologismos y los términos compuestos a fuerza de guiones. Por eso nunca he sabido hablar en heideggarés o en lacanino».
«Profesor de filosofía» antes que «filósofo», en sus propias palabras, Savater ha sido también un personaje mediático en la España de los últimos cuarenta años y por eso los envites de la actualidad no le han resultado ajenos. En la década de 1990 y los primeros años 2000 fue muy conocido por su activismo en contra del nacionalismo terrorista vasco. Labor que quedó plasmada en su libro Perdonen las molestias. Crónica de una batalla sin armas contra las armas. Su lucha contra las ideologías nacionalistas, expresada en libros como Contra las patrias, El mito nacionalista o Contra el separatismo, lo ha convertido a veces también en una figura polémica, que suscita tantas simpatías como animadversiones. Pero esa postura tiene su raíz en el rechazo de la ideología nacional-católica y su educación represiva, que hubo de conocer en su infancia y juventud y contra las que también peleó con la pluma en sus primeros tiempos como escritor. En todo caso, el ruido de los medios de comunicación (y la frecuente crispación que permea la vida política en España) no ha sido óbice para ocultar la valía de una obra como pocas.
Sin menospreciar sus aportaciones y capacidades como filósofo, un talento y una voluntad de escritor son, sin embargo, los que inequívocamente animan todos los ensayos y escritos sobre filosofía de Savater. Ya desde el inicio de su trayectoria, el ensayo representa en Fernando Savater el esfuerzo por engarzar el pensamiento en las posibilidades estéticas que formalmente ofrece ese género literario. En Despierta y lee, de 1998, se lee una frase que bien pudiera servir como idea, o lema, que recorre subterráneamente toda su obra: «Me interesa la ética porque hace la vida humanamente aceptable y la estética porque la hace humanamente deseable». Una de sus frases más citadas es aquella con la que arrancaba el prólogo de Apología del sofista, el tercero de sus libros, publicado en 1973: «Considero que la filosofía es un género literario». Más adelante precisaba: «La filosofía es, ante todo, una forma de escritura. Ignorar o minimizar esta característica descalifica a cualquier pensador. Supone, pues, una toma de postura a favor de la palabra». Un escritor que antes de ser escritor fue un lector compulsivo y omnívoro, y que en el gozo de la lectura ha cifrado la verdadera razón de ser de la literatura: «todo lo que he escrito en mi vida no es más que una invitación a seguir leyendo», escribió en su Diccionario filosófico. O como lo expresó en la jocosa confesión que se lee en su autobiografía: «como solo por leer no pagan, me tuve que resignar a escribir».
Lector de Schopenhauer, Nietzsche y Spinoza, la escritura de Fernando Savater se alimenta de numerosas fuentes, como múltiples han sido también los intereses que lo han ocupado. Los nombres de filósofos figuran en la constelación de referencias savaterianas tanto como los de poetas-ensayistas como Borges, Unamuno, Octavio Paz, o Paul Valéry; lo mismo que pensadores excéntricos y de difícil clasificación: así el filólogo y filósofo Agustín García Calvo (que fue uno de sus primeros maestros), el pensador nihilista Emil M. Cioran, o el inclasificable ensayista Rafael Sánchez Ferlosio. El pensamiento y la obra filosófica de Fernando Savater son lugares donde converge la tradición intelectual española (Ortega, Unamuno, María Zambrano, José Bergamín) con las líneas maestras del pensamiento europeo moderno. Haciendo suya, en resumidas cuentas, la definición de la filosofía como género eminentemente literario que había puesto en circulación el poeta Paul Valéry, es evidente que la filosofía es para Savater una disciplina de creación expresiva, como lo son la narración, la poesía, la literatura, antes que rigurosamente científica. Esa concepción que acerca la filosofía al ámbito de las artes y las letras, antes que al estrictamente científico, es una noción brújula de la que nunca se ha desprendido, y así en 1994 podía escribir: «Respecto a la materia filosófica, digamos que en realidad no es una disciplina científica en absoluto, sino un tipo de urgencia creadora-expresiva que se disciplina muy difícilmente».
Escritor polifacético como pocos, Fernando Savater ha practicado también la novela, el teatro, el relato corto, los monólogos (el memorable ejercicio de ventriloquía literaria que es Criaturas del aire, donde daba voz a algunos de sus personajes de ficción favoritos, una panoplia heterogénea que abarca desde el conde Drácula a Sancho Panza). Asimismo, sobre todo a partir de los años noventa, fue autor de libros didáctico-divulgativos como Las preguntas de la vida, Historia de la filosofía sin temor ni temblor, o el best seller Ética para Amador, que sirvió durante muchos años como manual de ética en las escuelas españolas. O, en fin, su ameno, didáctico, y sencillamente excelente, Diccionario de filosofía. Pero el ensayo ha sido, con todo, el género literario que más y mejor ha cultivado, donde ha podido dar cauce a su íntimo y temprano deseo de vincular filosofía y literatura, enlazar la forma estética del estilo con el fondo del pensamiento, lo atractivo de la escritura con la preocupación por las cuestiones de orden moral. Para ello, Savater parte de la conocida definición de Adorno del «ensayo como forma», que caracteriza el ensayo desde lo azaroso, lo lúdico, lo escéptico, lo inacabado, en definitiva, la duda, y que a su vez remite a la práctica originaria de Montaigne, el padre fundador del género.
A comienzos de los setenta, Savater había visto precisamente en la «castración» del estilo la razón de la falta de originalidad del pensamiento filosófico en España, del que se seguía su precario enclaustramiento en la erudición académica. Por el contrario, para él, la búsqueda formal del estilo es lo que permite al filósofo realizar una lectura «irónica», es decir, crítica de la realidad y los discursos establecidos. Pero esa dimensión estética que tiene toda escritura literaria no debe confundirse, sin embargo, con una exaltación de la forma o una idolatría del estilo. En el libro Despierta y lee, Savater escribirá: «quienes se esfuerzan por tener un estilo, quienes padecen esa voluntad de estilo que me pareció tan esencial, escriben pendientes no de lo que quieren decir —muy bien pueden no querer decir nada—, sino solo de los efectos idiosincráticos que producirá en el lector su forma de decirlo». La intención de sus primeros libros puede verse así como un logrado esfuerzo por dejar atrás los rastros de la cultura nacional-católica de la dictadura, y al mismo tiempo la de la oposición al régimen, dominada por el marxismo, cuyo crédito había comenzado ya a entrar en bancarrota por la época en que Savater comenzaba a escribir, pero que se mantenía aún como la principal referencia teórica del antifranquismo.
En buena parte de la escritura temprana de Fernando Savater se perciben rasgos que han sido constantes en toda su obra, como la defensa del humor y el juego frente a la solemnidad y el utilitarismo, o la reivindicación del placer frente a la obligación. Mucho de ello hubo en el lanzamiento del libro colectivo En favor de Nietzsche, en 1973 (surgido de un seminario celebrado el año anterior en la Universidad Autónoma de Madrid), donde se juntaron jóvenes filósofos y eruditos de la filosofía, como Eugenio Trías, Andrés Sánchez Pascual o Javier Echeverría, descontentos ante el clima de la filosofía académica española de entonces. De ahí la importancia de la figura de Nietzsche como referente higiénico y creador de nuevos valores. Savater se referiría irónicamente a aquel libro diciendo que fue su «pregón de feria». Pero es importante recordar también que fue un libro concebido con la intención de ser la señal de un cambio de rumbo en el ámbito del pensamiento en España y abrir nuevos caminos para la reflexión filosófica: un gesto, en suma, con el que se pretendía combatir la filosofía escolástica que era la filosofía oficial en la enseñanza del régimen, y del otro, el marxismo ortodoxo que había sido predominante en la cultura de la oposición a la dictadura.
No debería perderse de vista que ese gesto de provocación polémica e iconoclasta tiene su correlato en los ámbitos de la narrativa con la renovación de la novela de finales de los sesenta y los setenta, y la irrupción de los poetas «novísimos», siendo así que puede hablarse de un Zeitgeist generacional que hermana en sus inicios a los jóvenes literatos españoles, que pretendían, en el despliegue de sus carreras, transmitir una enfática imagen de ruptura con respecto a la cultura, los modos y la actitud de las generaciones anteriores. Y, en efecto, los tiempos estaban cambiando, porque Fernando Savater daba sus primeros pasos en el panorama literario español en un contexto de relanzamiento del ensayo por parte de las editoriales hispánicas, tanto en su dimensión filosófica como en la propiamente literaria. Javier Pradera se había hecho cargo de la filial española de Fondo de Cultura Económica; Taurus, con Jesús Aguirre al frente, no solo contrató los primeros libros de Fernando Savater, sino que llevó a cabo una importante labor de difusión en España del pensamiento alemán contemporáneo, con nuevas o primeras traducciones de Adorno o Walter Benjamin; o la existencia de una importante serie de divulgación universitaria a través de Edicusa, la editorial de ensayo vinculada a Cuadernos para el Diálogo. También a finales de los sesenta, comenzaba su andadura una editorial Anagrama centrada en el ensayo y con un perfil entonces muy politizado y «contracultural». Sin olvidar las contribuciones de Lumen, Tusquets, o Kairós, o la efímera pero valiosa La Gaya Ciencia, que tuvo una importante serie de divulgación. Eso por citar solo unos cuantos ejemplos destacados. A través de esas nuevas lecturas y lectores se forjaba buen parte de lo que sería la cultura de la España democrática.
Una tristeza es el tiempo y la energía que Fernando Savater ha tenido que emplear para combatir con la razón el nacionalismo fascista vasco; tristeza porque un intelectual tan sugerente y enriquecedor tenía en frente una pobre gente de muy poca talla intelectual: el nacionalismo aranista y su nene gamberro, ETA. Imagino que hasta debió andar con escolta. Nos perdimos sin dudas ensayos muy estimulantes a causa de nuestras carencias como sociedad y estado. Pese a todo esa lucha fue fundamental y necesaria. Siempre reconocido a Savater.
Lo más triste es que el Gobierno de España de hoy (PSOE-Podemos) dependa del chantaje del brazo político de ETA (BILDU), que además sigue sin condenar la violencia, sin pedir perdón por los crímenes cometidos y sin ayudar a resolver los más de 400 atentados etarras que siguen sin tener autoría reconocida.
Todo con el beneplácito de progresistas y de la izquierda caviar «española».
Las víctimas ven como se liberan y se acercan Asesinos entre vítores por las calles donde disparaban tiros en la nuca como cobardes a sus familiares.
Lástima de país.
Lo más triste de todo es que algunos no quieran reconocer que ETA ya no existe, desde hace más de 10 años, porque la hemos derrotado. Que el hecho de que Bildu esté en las instituciones no es una derrota de la democracia, sino una victoria: o acaso no decíamos una y otra vez, durante los asquerosos años de plomo, que todas las ideas, absolutamente todas, eran defendibles, siempre que no utilizasen la violencia? Acaso no pedíamos, exigíamos, que dejasen de matar y defendiesen sus ideas tan solo con la palabra? Pues mire, por fin lo hemos conseguido… Ah, solo le ha faltado mencionar a Venezuela…
Siento disentir sobre la bondad personal de Fernando Savater. Es curioso que una persona que ha sido víctima del odio, se haya convertido en un apologista del mismo. Su agresividad la concentra en tres temas recurrentes: los catalanes, Pedro Sánchez y Podemos. Durante la semana siguiente al uno de octubre soltó una perla de odio contra los catalanes, cuando dijo que toda la cultura catalana era snob. Que es una opinión con el mismo rigor que por ejemplo: todas las personas que utilizan gafas de color naranja son gilipollas. Otro muestra de amor fraternal entre pueblos fue cuando en una entrevista valoró como un error que el gobierno de la II República no condenase y ejecutase a muerte a Companys, sólo por ser catalán. Es verdad que después se desdijo, pero estoy convencido de que lo sentía de corazón. Por cierto, el mismo Fernando Savater que reconoce no haberse alegrado de la muerte de Franco o Carrero Blanco, y nunca pidió la pena capital a ningún etarra con númerosos muertos a sus espaldas. Otra joya fue valorar las cargas policiales del 1 de octubre como pedagogía democrática. Confío que consecuente con sus ideas, en la próxima edición de Ética para Amador dedique un capítulo entero a justificar y alentar la brutalidad policial, los malos tratos, la tortura y la pena de muerte. También tiene la costumbre de calificar como tontos a los votantes de Podemos, yo añadiría otros tantos millones a los que piensan que Fernando Savater es buena persona. Una mentira repetida mil veces, pero que los propios actos del filósofo desmienten. Sirva de ejemplo, presentar un acto de la patronal del juego y las apuestas por internet. Lacra social que ha arruinado a muchísima gente joven de barrios obreros. Supongo que en el próximo gobierno del PP y VOX será nombrado Ministro de Cultura, cargo que le permitirá difundir su odio desde el Congreso de los Diputados.
Paco, es tu odio el que te ciega. Fin
Julián, y tu ves demasiado. Fin.
La mayoría de los seres humanos, al envejecer, nos volvemos conservadores. Cuesta bastante resistir esa inercia.
Tuve la oportunidad de conocer al prof. Savater a finales de 1989 y era una persona abierta, civilizada y en aquellos tiempos, políticamente hablando a la izquierda del PSOE. Fue como conectar una actualización de un ilustrado del siglo XVIII. Su conversación era muy fluida, tenía ideas poco convencionales y apostaba fuerte por no regresar al pasado. Era muy ocurrente, tenía mucho humor y no se dejaba arrastrar por los planteamientos fáciles. Supongo que los golpes le fueron cayendo, los encajó mal y se dejó vencer por la tentación política. No es que un intelectual no pueda tener simpatías políticas, sino que todo intelectual que baja a esas honduras se pierde para la cultura. Hace años que evito su columna de «El País», porque se ha convertido en el tipo de retro que tiempo atrás tanto le irritaban. Por fortuna, la hicieron de pago, con lo que pude vencer fácilmente la tentación. Para mí es un espectáculo doloroso asistir a esta clase de deconstrucción. Lo lamento por él y por nuestra cultura. Era una promesa nacional que no llegó a cristalizar.
Novedoso y razonable argumento: los años y la experiencia implican una inercia a sin razón.
No en vano James Petras lo llamó «el filósofo fascista». Pero todavía hay gente que cree que el PSOE es un partido de izquierdas, así que no hay que sorprenderse de que Savater siga engañando a algunos y conviniendo a otros.
@Paco
El problema, como dice @Julián Coca, es que tu Odio te ciega, tu fanatismo político más concretamente.
Savater es y siempre será un tibio liberal (UPYD y Ciudadanos), otra cosa es lo fanático que sea usted (Extrema Izquierda de Podemos, IU o del PSOE que pacta con Filo-Terroristas como BILDU que NO condenan la violencia o con supremacistas catalanes y que tiene las manos manchadas de sangre con el Terrorismo de Estado, GAL).
Por ello, relacionar a Savater con PP o VOX forma parte de sus sueños húmedos, nada más.
En cuanto a las declaraciones o ejemplos que usted da, son carroña para la retina de fanáticos; reducir toda la carrera de un filósofo notable de la historia de España que se ha jugado la vida en el País Vasco frente a los FASCISTAS ETARRAS a declaraciones escuetas sacadas de contexto; eso lo hace alguien como usted, alguien que no es nadie, lleno de prejuicios y sectarismo ideológicos.
-La cultura catalana siempre ha sido «snob», un nacionalismo de burgueses supremacistas que miraban a Francia para criticar a España, eso sí, todo pagado por España.
-Companys fue un Criminal de Guerra que dio un Golpe de Estado contra la República, responsable de la muerte de miles de civiles; fue condenado por Azaña y Alcalá Zamora y huyó a Francia como un cobarde (igualito que Puigdemont…).
-Si usted se alegra de la muerte de Franco o Carrero Blanco es que es usted legitima la violencia, o usted es un fanático de sofá que legitima que la violencia la ejerzan otros (que favorezcan sus prejuicios y su fanatismo ideológicos). Mírese al espejo.
-El 1 de Octubre fue una chapuza catalana y española, al mismo nivel; ni la Policía Nacional ni los Mossos actuaron correctamente.
-En cuanto a valoraciones estúpidas de quien es más o menos tonto, no entro, pero, dese usted una vuelta por el Twitter de cualquier político medio (cada vez más jóvenes enchufados y menos preparados) y verá como está el patio…
«-Si usted se alegra de la muerte de Franco o Carrero Blanco es que es usted legitima la violencia…»
Franco murió en la cama. Todos tenemos que morir. Que se muera semejante becerro no sé si debe causar indiferencia, tristeza o alegría, pero, en cualquier caso, nada de ello legitima la violencia.
No escribí que fuera perfecto, nadie lo es, sino que dio la cara contra ETA cuando pocos intelectuales la dieron. Después lo que diga ahora de la actualidad pues se toma o se deja. Yo nunca votaría a Ayuso por mucho que Savater lo recomiende. Sus obras filosóficas sí me parecen ligeras y estimulantes; en casa tengo muchas de ellas. No creo que un gobierno de PP y Vox lo nombren ministro de cultura. El intelectual inspirador de Vox creo que sea el egregio e inmarcesible Sánchez Dragó. Reitero mi reconocimiento a su lucha sacrificada e incómoda, andar con escolta ciertamente ha de serlo.
¿Lo sustancial no ha variado en lo esencial? Glups!
Savater, uno que mamando del Estado toda su vida profesional (ya saben: salarios elevados TODA tu vida digas lo que digas y hagas lo que hagas) luego se dedico en su inmensas horas libres, las inmensas horas libres de ocio de todo funcionario que se precie ,a elaborar, no libro alguno de valor filosófico por que el se le recuerde (repito, ninguno), y si a fabricar múltiples libros de autoayuda que no le sirven a nadie con dos dedos de frente. Uno que no dice nada y que solo le vale a alguien que no sabe de nada. A jovenzuelos desorientados como su Amador, sobre todo. Solo la industria editorial de una época reaccionaria (tan reaccionaria como su propia ideología política personal-Ciudadanos-) le ha permitido vender esos libros de autoayuda de baratillo . Savater, LA NADA. Tan nada como el falso nihilismo de su adorado, reaccionario y descerebrado Cioran. Eso si, sin duda, una nada mucho más rentable para el mismo. Sólo para el.
Ojalá fuera la nada o un mero autor de libros de baratillo: es uno de los principales valedores de la seudodemocracia borbónica y del españolismo más rancio (corridas de toros incluidas).
En el instituto querían que leyera Ética para Amador, y la verdad es que no lo leí porque me decían que el tipo era de derechas y yo soy de izquierdas. En realidad no lo leí porque me parecía feo su autor, soy demasiado estético, y hoy no lo leo porque creo que es alimentar la endogámica erudición española, aunque así, a primera vista, parece interesante lo que el articulista dice de él. Y los comentarios, como siempre, polarizados a la ideología tradicional izquierda-derecha derecha derecha derecha. Las dos partes llevan cierta razón y las dos aburren.no hay debate que ganar señores, Amazon lo sabe.
-Totalmente de acuerdo con Paco y Lo4d.A día de hoy…Sabater,da bastante grima.
Este país de mierda lleva siglos metido en un bucle infinito de odio, de sectarismo, de rencor. A la mínima se volverán a abrir las cunetas para apilar muertos encima de los de hace 80 años. Cada día es más patético.
Lo que me llama la atención es que la mayoría no sabe de quién habla, ni se informa antes de escribir gilipolleces. Es patético.
Para saber quién era Savater en su momento convendría oírle:
https://www.youtube.com/watch?v=m8ShvUbX4YY
31:08. La crítica que realiza al aparato propagandístico descomunal del Estado la realizó el 31 de marzo de 1979, tan sólo tres años después de la matanza del 3 de marzo en Vitoria y dos años antes del Tejerazo. Había ruidos de sables cada semana y miedo en la sociedad española, especialmente entre el profesorado universitario, pues se les defenestraba con facilidad. En 1974 fue uno de los profesores expulsados de la Autónoma de Madrid.
http://hemeroteca-paginas.lavanguardia.com/LVE07/HEM/1974/11/14/LVG19741114-008.pdf
Por eso a mí me resulta tan lamentable leer sus declaraciones de los últimos años. Tras el descubrimiento del trigo come bellotas.
Yo puedo entender que alguien se sienta decepcionado por la evolución de su pensamiento político. O por haber apoyado determinados partidos. Y evidentemente se disiente, se discute y no pasa nada. Lo que no acabo de entender es que con con esos argumentos se minusvalore su trayectoria o su valía como pensador (ni que los que lo hacen fueran Voltaire). O que vengan con tonterías como la «pseudodemocracia borbónica». O con la madre de todas las simplificaciones: ¿Tiene posturas y opiniones sobre determinadas cosas que pueden ser conservadoras? Pues entonces es un facha. Y entonces ves los aquelarres de todos los sábados con su columna de EL PAIS. Ya puede escribir de política, del turf, de sus (dudosos) gustos cinematográficos o de lo que le sigue doliendo la perdida de su mujer. Siempre aparece algún iluminado que le llama facha y pide que le echen del periódico.
Como los del otro lado hacen lo mismo con cualquiera que tenga pinta de rojo, pues el caldo se va espesando poco a poco.
Lo tuyo es puro veneno.
Llamadme conspiranoico, pero acabo de ver al maestro de filosofía en el acto del 2 de mayuso
La mayoría de los comentarios han sido unánimes en el momento de ver en Savater a un filósofo de poca monta tanto por el poco alcance conceptual de su obra como por el esquematismo ideológico donde se maneja. Se trata de un periodista de ágil estilo pero de escasa profundidad éso si: se las arregla muy bien para ubicarse en la actualidad mediatica de Madrid listo a llamar separatistas a quienes piensen diferente Hasts ahí llega.
A mí me sorpende la inquina que se vierte contra personas que, por opinar diferente o que se hayan cambiado de chaqueta, ya no se acomodan al sectarismo de los dogmáticos, sin entrar a valorar su obra y pensamiento, que es de lo que va fundamentalmente el artículo. Sin descuidar el activismo político, pues todo en la vida es política, hablar así de un tipo que ha estado en el punto de mira de ETA, que les ha hecho frente y no se ha arrugado contra los auténticos fascistas que han aterrorizado durante 50 años a este país por el mero hecho de que se lleve bien con Ayuso o acuda a los actos del 2 de mayo prueba que no tenemos remedio no ya como país, sino como sociedad siempre dispuesta a trazar líneas divisorias y menospreciar al que piensa diferente. Y en este caso, lo de «pensar» se nos queda corto a todos los que comentamos este artículo en comparación con la obra y vida de Fernando Savater. Es de una arrogancia rayana en el insulto rebajar a este hombre si no fuera porque da más bien risa y pena, en boca de quienes atesoran un bagaje cuyas obras completas caben en un clínex.
Se critica a alguien que se ha ganado la vida opinando. Por lo tanto, es más que legítimo opinar sobre lo que opina, ¿no crees? Más si, tratándose de un filósofo, debería defender argumentos densos y lúcidos y, en cambio, se limita muchas veces a ser superficial y simple. Y que haya estado en el punto de mira de ETA no sé qué tiene que ver con su valía como filósofo o persona. En su día casi todo el mundo, en mayor o menor grado, estuvo en su punto de mira.
Si siguiéramos siempre tu último argumento no opinaríamos nunca de nada. ¿Cómo vamos a criticar a un político, por ejemplo, si no tenemos ninguna trayectoria política? ¿Sólo podemos opinar si tenemos más libros escritos que el que critiquemos?
Savater no se gana la vida opinando. Es catedrático de filosofía, ensayista y escritor. Ha sido profesor de varias universidades. Su faceta periodística y opinadora es consecuencia de todo ello. Pareciera que su manutención dependa de sus opiniones. Si decidiera retirarse tendría una pensión más que digna. No todo el mundo o casi todo el mundo estuvo en el punto de mira de ETA y, como bien dices, algunos en mayor o menor grado. Él ha sido de los que más expuesto ha estado, viviendo varios años con 3 escoltas. Minimizar eso porque ahora es «facha» o sus opiniones no casan con el sectarismo imperante no deja de ser mezquino.
Sí, Savater se gana la vida opinando, como periodista y como ensayista y escritor, ya que un filósofo no hace otra cosa que opinar. Y sigo sin entender por qué no podemos criticar a una persona que ha estado expuesto a ETA, como dices. ¿Ya está, ha sido objetivo de ETA y por eso puede hacer o decir lo que se le antoje, sin que se le critique? ¿Es de azúcar? Ortega Lara estuvo secuestrado por ETA y ahora defiende a un partido machista, racista, homófobo y reaccionario (entre otras cosas). ¿Tampoco se le puede criticar? Y ojo, una cosa no quita la otra. Savater demostró mucho valor al plantarle cara a ETA, muy bien por él, en ese sentido. En otros no, según mi opinión, que no vale nada, porque no he escrito ningún libro.
Yo no he leído a nadie en este foro llamar facha a Savater, solo se ha citando a James Petras, que, al parecer (lo desconozco) sí lo hizo.
Claro que se le puede y debe criticar, pero sin inquina y no exagerando únicamente sus aspectos negativos. Y no, por mucho que te empeñes, su faceta principal no es la de opinador.
El me amueblo la cabeza siempre era azote de hipócritas y de lerdos a veces superficial a veces profundo como yo,le yo las Obras Completas de Guillermo Brown de la también profesora Richmal Crompton me ayudó con Amador ,no me convencieron sus novelas pero me convencía él.
Tengo toda su obra prácticamente y me siento orgullosa .
Un saludo a todos .
Marian
PD.
Si…me aterroriza un poco bastante viéndole junto a Ayuso….
Pero siempre seré fiel y agradecida por todo lo que me enseñó.
Savater fue un tipo ingenioso e inteligente que escribía muy bien y tuvo sus ocurrencias más o menos originales. De filósofo, nada. Savater hacía de la necesidad virtud negando el carácter científico de la filosofía porque él sencillamente era un columnista y un escritor de moda sin ningún pensamiento original. Es absurda la comparación con Ortega, Unamuno o Zubiri, que fueron filósofos creativos, y no jugaban con las ideas ajenas de manera retozona como siempre hacía Savater; hicieron ideas porque las tenían; poseían un pensamiento sólido que jamás tuvo Savater. Don Fernando era un zancasdil ilustrado muy agradable de leer (antes, antes; ahora es un muermo que ha perdido la gracia, chispa e indiscutible lucidez que llegó a tener). Un gruñón más de derechas. Se le agradece su pelea contra el nacionalismo vasco radical en un momento en que estos fanáticos mataban y amedrentaban por doquier. Además, puso en peligro su vida. Pero Savater el nihilista barbudo se ha convertido en un conservador con saña. Últimamente ya no trata de defender la democracia contra asesinos o sinvergüenzas, lo que fue admirable, sino de considerar lo políticamente más rancio como indiscutible porque lo dice él, Savater, que nunca se equivoca. Nadie acompaña ya a don Fernando en su último viaje en compañía de su admirado Abascal. Si el otoñal Savater tiene mala conciencia por su pasado izquierdista, o lo que fuere, es su problema, cosa suya, un conflicto particular. Pero las tonterías que ahora dice sobre Sánchez, ETA, Podemos o el PSOE son tópicos reaccionarios ínfimos. La inteligencia por lo visto también se apaga hasta en los más dotados. Savater da últimamente vergüenza ajena. Una sombra de lo que fue. Y encima tan agresivo y arrogante como siempre. A mí, que lo leí mucho, que me encantaba, que me borre de la lista de admiradores. Por no mandarle directamente a ese lugar que empieza por m. Y somos muchos los que pensamos así.
Da gusto leerle, amigo Abc. Una crítica elaborada y desarrollada, bien argumentada y excelentemente escrita. Como el comentario de Kilgore. Se puede estar más o menos de acuerdo, pero ha sido un alivio leer su comentario al final de la página y devolverme a Jot Down, ese remanso de paz donde uno suele ser capaz de leer cosas razonables y desconectar del lenguaje agresivo,belicista e infantiloide más propio de Twitter. La mayoría de los comentarios previos son para llorar; el de Jose afirmando que no leyó «Ética para Amador» en el cole porque le dijeron que Savater era facha y además el autor es feo, se lleva la palma.
Es el comentario mejor que he leído, jajaja. Sólo deber leer a las tías buenas y, además, a las que tengas las tetas más grandes este-oeste. Lo que no sé es que hace un hombre de cultura perdiendo el tiempo en el jotdown.
Conocí a Savater cuando ambos éramos jóvenes colaboradores de El Viejo Topo y era un muchacho encantador, entusiasta e inquieto, y muy listo. Y lo mismo podría decir de Federico Jiménez Losantos, Gabriel Albiac y unos cuantos más. ¿Qué les pasó en un momento dado a no pocos intelectuales de su generación? Esa, creo, es la cuestión realmente interesante, más que los reproches concretos que se puedan hacer a unos y otros.
Creo que es una especie de generación perdida. Empezaron muy jóvenes dentro del ambiente asfixiante de la dictadura franquista tardía. El sesgo cultural era de izquierdas antiortodoxo, post 1968 etc. Los nuevos filósofos franceses, Toni Negri, Angela Davis etc. Y todos comenzaron siendo unos progres de salón. Digo de salón porque realmente muchos eran burgueses, acomodados. Izquierda divina, con o sin caviar. Savater empieza mezclando a Cioran con Nietzsche en algo que llamaban en la época neoirracionalismo. Creo que Eugenio Trías andaba también por ese paralelo. El irracionalismo es conservador de base por muchos pantalones deshilachados que se lleven. Los primeros libros de Savater me parecen bastante herméticos, nada que ver con el estilo claro y brillante de su madurez. Savater era un ácrata bien aposentado que supo unirse a «El País», convirtiéndose en el columnista culto de moda. Un intelectual orgánico de ese intelectual orgánico que era en su momento el periódico madrileño. Ninguna preocupación social seria, más allá de pura demagogia, y una aceptación total del neoliberalismo de la escuela de Felipe y Solchaga. Ahora, creo que Savater sí acertó en su debate con Alfonso Sastre en 1985, condenando el terrorismo en democracia. Lo mismo que acertó 10 o 15 años más tarde plantando cara a los repugnantes amiguetes de Sastre. Lo hizo. Dio la cara y se la pudieron romper. Savater fue valiente y lúcido y eso no se olvida. El profe de ética se convirtió en ejemplo moral. Pero la entretela conservadora estaba ahí. Los años, la vanidad y el odio al terrorismo, totalmente justificado, derivó irracionalmente en rabieta contra la izquierda «cómplice» de no se sabe qué. Las parrafadas que hoy nos regala don Fernando son dignas no ya de Aznar sino de Abascal, tan buen muchacho, tan valiente. Si Savater cae al nivel de un cantamañanas de la derecha y extrema derecha mediática pues le decimos adiós. Fue bonito mientras duró, Fernando.
Como persona no sé cómo es Savater, no le conozco; lo más llamativo en él es una fealdad intensa que casi es bonita. No se puede ser tan feo sin ser al fin guapo, porque los extremos se tocan. Lo mismo le pasaba a don Manuel Azaña. Ahora bien, Savater es un personaje público, un polemista, un columnista y un divulgador brillante. Savater se mete en todo, contra todos y opina de todo; es normal que los demás también opinemos sobre Savater sin necesidad de presentar nuestro currículum, creo yo. Para mí, Savater tiene un ego enorme. Divide la Humanidad conocida entre los tontos (todos los que no le dan la razón) y Savater. Este santonismo llevó a situaciones detestables. Ejemplo: Savater perdonando la vida a Ernst Lluch, que acababa de perderla, asesinado por los criminales de ETA. Ya sé que estás muerto Ernst, pero YO sigo teniendo razón. Muy mal gusto. A mí esto me puso la mosca detrás de la oreja respecto al señor Savater. Es un erre que erre que abusa de su gran inteligencia para amedrentar y «ganar» el debate como sea. La gente lista que se pasa de lista es por lo general detestable. No digo que Savater sea detestable, pero a veces lo parece. Y luego sus cambios de posición Ideológica los intentaba justificar con argumentos del estilo siguiente: cómo pude mezclarme YO con esta gentuza. La chusma, los tontos. Cuando leía cosas así no daba crédito a la arrogancia de Savater. Conclusión: Savater recibe premios de la Ayuso, gran sabia, mientras truena furioso contra el gobierno rojo y separatista que está destruyendo España. Es la misma posición de Federico, con el que Savater, por cierto, tuvo una gran polémica allá por 1979, me parece. Es lo que hay. Marx y Nietzsche los crían y luego Ayuso los junta. En fin.
Como escritor y divulgador de la teletienda filosófica de rebajas a mí Savater me encanta y me sigue encantando. No es Platón, pero no deja de ser Savater. Simplifica y es claro y tiene encanto. Esta sencillez, maravillosa en un periodista, quizá no sea tan recomendable en cuestiones políticas complejas, mezcladas con mil intereses. Savater cree que a Pedro Sánchez lo puede vapulear como si fuera Santi Potros y esto no puede ser. Es ridículo. Es de tontos.
Encima, el 90 por ciento de los lectores de Savater eran esos tontos progres a quienes el maestro insultaba con cada vez más saliva verde en los labios. Él también fue uno de esos progres. Compartía con la grey los defectos que pudieran tener. Era una especie de gurú de la izquierda burguesa. En lo que me alcanza, muchas gracias Savater por aclararme ideas. Ahora Savater es algo bastante peor. Y sus lectores lo van abandonando, entre asqueados y perplejos. Acabará escribiendo en el ABC cuando fallezca el nonagenario Carrascal. Al tiempo. Gran final.
Albiac: no lo soporto. Además, es un cursi como escritor. Un afectado. Este siguió el camino de los nuevos filósofos franceses hacia la derecha más montaraz. No le llegaba ni llega a Savater ni al tobillo. Uno era la gracia y el otro el plomo.
Me parece normal que con los años se vuelvan de derechas. Pero eso no implica volverse ultra de repente tratando a los demás, que te dan de comer leyéndote, como imbéciles por negarse a comprender las buenas intenciones del señor Ortega Smith. Si te te metes en política y tus argumentos son los de Vox, pues prepárate a recibir coscorrones. Normal. Savater no es nada como filósofo. Lo es todo como intelectual público. O sea, como panfletista político. Y si se degrada al nivel de Ayuso, Olona o Santi Abascal, peor para él. No es tan listo como muchos creíamos.
Acabó teniendo razón Sánchez Cuenca cuando hablaba de la desfachatez intelectual de ciertos consagrados. Ahora, ni intelectual. Desfachatez a secas.
Versión corta: cuanto más viejos, más pellejos.
Exactamente je je.
Los dos mejores comentarios que he leído en Jot Down, señor Abc.
Albiac, cuyos artículos en El Mundo babeando ante la inteligencia estratégica de ETA no he olvidado, no ha cambiado: siempre amó el poder, la violencia y la mano dura. Savater, bueno, en verdad sus artículos periodísticos de ahora dan pena por burdos ¡admirada Ayuso! Pero ante la idiotez criminal de ETA estuvo y se lo reconozco. Desde luego no es Nietzsche, ni Ortega, ni Sánchez Ferlosio, éste para mí un maestro cierto. Siempre hay que intentar y salvar lo mejor de las personas, intelectuales incluidos. Albiac es un cretino ambicioso, pero ni en eso sobresalió.
Que en los últimos años le haya leído textos que me dejaban ojiplático no quita lo que me acompañó y cómo disfrute hace treinta años con La tarea del héroe, Perdonarme, ortodoxos, Sobras completas o Diario de Job, amén de otros que vinieron después.
Justo eso.
A veces se lee por casualidad un artículo de Albiac que suele empezar así: «Pascal decía que la crueldad es patrimonio de los imbéciles. Cruel es Sánchez. E imbécil. Sus amigos nazis han decidido destruir España. Siento hastío. Quizá asco. Repugnancia universal. El cielo gris refleja mis ilusiones muertas. Mariupol desaparece entre las fauces de una bestia oriental. Pablo Iglesias se ríe. Maldito. (Aquí una sentencia en francés del siglo XVII).Oh. Ah. Uh……» Bien: uno no puede seguir. Estilo pedante e insufrible, mezclado con arbitrariedades de loco y opiniones de extrema derecha. Savater era hombre de verdadero talento e inteligencia, y un gran escritor, aunque últimamente esté para embalar y etiquetar. Albiac es la pretensión de la nada con aires del que lleva muriéndose desde los tres años. Un verdadero timo intelectual.
Recuerdo una charla de él que la inició diciendo: “la gente pregunta para qué sirve la filosofía, también nos podríamos preguntar para qué sirve un bebé”
A mí siempre me invitó a pensar. No es poca cosa. Al final de cuentas que es lo que le estáis reclamando, ¿que sea políticamente correcto?
La gente sensata se pregunta para qué sirve el señor Albiac. Respuesta: para nada. Es un hombre lábil, pequeño, cambiante, susurrante. Ayer rojo, hoy derecho. Para ayudar a pensar nadie mejor, por ejemplo, que el mejor Savater. Albiac es como un quejido sordo en el páramo de los Baskerville. Sus novelas son horrendas. Sus ensayos, prescindibles. Sus artículos a veces bochornosos. Y ese estilo de hombre sobrecogido por su inteligente dejadez. Tremendo (de malo). Sí se pueden recuperar algunos ensayos de su época rrrrevolucionaria (como escribía Azaña), sobre Lenin o Althusser por ejemplo, para recordar, comparar y echarnos unas risas. De aquella don Gabriel, como ahora le llaman sus lectores incondicionales, llevaba melenas, barba y se parecía a…Pablo Iglesias. Hoy es un hombre rapado y sombrío, preocupado por el destino de Occidente, tan amenazado siempre por ETA, el Islam y el PSOE. Por lo demás, no sé qué es la corrección política, excepto que la derecha y los fascistas del día se quejan mucho de su existencia. Debe ser que ya no nos dejan fumar en los bares estos rojos totalitarios. Vaya por Dios.
Por si acaso: mi comentario anterior se refería a Savater, La mala fortuna de quedar debajo de un comentario referido a Albiac, y mi poca precaución de no poner su nombre resultó confuso, lo reconozco
Menos mal que al acabar ETA, salió el tema de Cataluña, si no este hombre se hubiese visto en la necesidad de trabajar, pero por suerte para él puede seguir otros 20 años con el cuento de «se rompe españa y ! unidad nacional ! ! Unidad nacional! !unidad nacional ! …..