La crisis ucraniana parecía un intercambio de faroles entre Rusia y las potencias occidentales de cara a reforzar las posturas en una próxima negociación, pero conforme se han ido aclarando las intenciones de Moscú, la incertidumbre ha ido en aumento hasta estallar el conflicto. La historia de Ucrania es la de un Estado joven que ha tenido que afrontar una serie de desequilibrios internos y externos y cambios críticos en los últimos treinta años que al final se están revelando como insalvables. Un escenario demasiado complejo para ventilárselo con opiniones dogmáticas o interesadas.
Ruth Ferrero-Turrión, profesora de Ciencia Política en la UCM, donde dirige el Diploma Geopolítica de los Conflictos Congelados y es investigadora adscrita al Instituto Complutense de Estudios Internacionales, lleva desde los años 90 trabajando sobre el espacio postsoviético. Ha estado sobre el terreno como observadora internacional en prácticamente todos los países de la región. En Albania vivió en primera persona el colapso del Estado tras la crisis de las piramidales, en Macedonia el conato de guerra de 2001, en Ucrania las elecciones que le dieron el poder a Kuchma en 1999 y, en Rusia, la última victoria de Putin. Sus análisis sobre las relaciones entre Moscú y Kiev publicados en la Revista Cidob d’Afers Internacionals o el libro Ucrania. De la Revolución del Maidan a la Guerra en el Donbás, coordinado por Rubén Ruiz-Ramas, destacan por tratar de aportar una perspectiva lo más amplia posible a una crisis en la que hay demasiados intereses en juego. Por eso mismo hemos querido que ella nos dé su visión de la política ucraniana desde la independencia del país en 1991.
¿Cómo valora las declaraciones de Putin en la rueda de prensa, ya histórica, del lunes 21, y el ataque de la madrugada del 24?
El discurso del día 21 de febrero es un discurso esencialmente mesiánico dónde vincula los orígenes de la nación rusa con Ucrania negando directamente la estatalidad de este país y, por tanto, realizando una apelación a su desmembramiento. No es un discurso especialmente novedoso, ya que las cuestiones a las que se refiere ya habían aparecido en intervenciones anteriores.
Una de las mas significativas fue el largo artículo, cinco mil palabras, publicado el 12 de julio de 2021 titulado «Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos». Ya entonces explicaba las razones históricas, geográficas, culturales según las cuales Ucrania no tenía derecho a ser un país independiente de Rusia, sino que debía estar sometido a su voluntad, voluntaria o involuntariamente. Apelaba también entonces a la generosidad con la que Rusia había tratado a Ucrania, incluidas las inversiones y apoyos económicos prestados al país eslavo gracias a las que se había ahorrado ingentes cantidades de dinero, en referencia directa a las rebajas en la importación de gas. Y consideraba que esta generosidad había sido traicionada desde 2004 con la Revolución Naranja, y más adelante con el Maidán en 2014, cuando su «protegida» se había lanzado a los brazos de unos enemigos que fomentaban la rusofobia en el país.
Este mismo discurso es el que ha repetido Putin, con un tono aún más paternalista y controlador propio de potencias imperiales que resisten a perder territorios. Porque eso es lo que Rusia no asume, la pérdida del imperio, primero zarista y luego el soviético.
También ha sido un giro inesperado de los acontecimientos, porque desde una perspectiva absolutamente pragmática, Rusia no tiene nada que ganar con esta decisión. Y no solo no tiene nada que ganar, sino que, además, tiene un efecto, entiendo que no deseado desde el Kremlin, que es el de dotar de una mayor unidad y cohesión tanto a la OTAN como la Unión Europea. Si uno de los principales objetivos de Putin era dividir a sus adversarios, desde luego este movimiento consigue todo lo contrario.
El ataque masivo lanzado por Putin va más allá de lo que muchos pensábamos. No se ha quedado en el mero reconocimiento y ocupación de la parte controlada por los prorrusos del Donbás, sino que ha lanzado un ataque masivo a todo el territorio ucraniano. Esa situación lleva, sin duda, a un conflicto abierto con el ejército ucraniano, un ejército que está mucho mejor armado y entrenado que en el año 2014, cuando comenzó todo el conflicto en la región.
Creo que este movimiento del Kremlin parece buscar todo lo que intentaba evitar y carece de toda racionalidad. Refuerza y cohesiona a la OTAN y a su razón de ser, cohesiona, al menos en un primer momento a la UE; genera un mayor sentimiento antirruso entre la ciudadanía ucraniana e incrementa el número de tropas norteamericanas en Europa.
Veremos cómo se desarrolla el conflicto, pero lo que de momento sí se puede afirmar es que este movimiento otorga carta de defunción a los Acuerdos de Minsk, la única herramienta diplomática de la que se disponía para intentar resolver, al menos parcialmente, el origen de la tensión en la región. A partir de este momento nada va a volver a ser como a principios de este año, tanto para Rusia, como para, por supuesto, Ucrania y su población civil, y para el resto del mundo. Sin duda todas estas acciones tendrán consecuencias en la reorganización geopolítica en Europa, pero también más allá de Europa. Tendremos que esperar y ver cómo se desarrolla esta nueva guerra en Europa; una guerra del siglo XX en pleno siglo XXI.
¿A qué siglo hay que remontarse para empezar a hablar de Ucrania?
Depende a qué nos estemos refiriendo. Siempre es complejo identificar el origen del sentimiento nacional. El nacimiento de la identidad nacional rusa está asociado con el Principado del Rus de Kiev, hay un proverbio ruso que dice «San Petersburgo fue la cabeza de Rusia, Moscú su corazón y Kiev la madre». Sin embargo, ya en el siglo XVII, las poblaciones lituanas, cosacas polacas bajo la tutela del Imperio ruso empezaron a pedir autonomía. Del mismo modo, Ucrania en el siglo XIX no tenía una delimitación fronteriza asentada, ya que partes de su territorio se las disputaban Polonia, Rusia y el Imperio austrohúngaro, que es donde está el origen de las dos Ucranias, la occidental y la oriental.
Rusia y Ucrania están unidas por fuertes lazos históricos, la misma identidad rusa nace en Kiev, y ahí es difícil desvincular claramente a la nación ucraniana. Históricamente podemos encontrar una lengua ucraniana diferenciada del ruso, pero esto no conforma por sí misma la idea colectiva de formar una nación. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la construcción de los grandes imperios multinacionales se realiza sobre la incorporación a los mismos de distintas minorías nacionales y étnicas, y son esas minorías las que en los periodos de disolución de los grandes imperios reclaman la construcción de sus Estados-nación.
Esa es una de las claves para entender esta región, conocida como espacio postsoviético. Por poner un ejemplo, la ciudad ucraniana de Chernivtsí, se denominó en distintos momentos históricos Czerniowce en polaco, Czernowitz en alemán, Cernăuți en rumano o Черновцы en ruso, en función de su adscripción estatal. De hecho, grandes literatos en alemán como Paul Celan o Von Rezzori, nacieron y se formaron en ese territorio de la actual Ucrania. Hoy, en Ucrania, residen quince minorías nacionales. Es un país diverso y multinacional con presencia de rumanos, húngaros, tártaros, armenios, judíos, polacos, etc y, por supuesto, también rusos.
Antes de la Revolución del 17 hubo una declaración de independencia.
Sí, y tras la revolución de 1917 muchas minorías del Imperio ruso exigieron una mayor autonomía. La República Popular de Ucrania fue declarada entidad autónoma gobernada por un Tsentralna Rada (Consejo Central) controlado por los bolcheviques, pero tras la revuelta en Kiev y la pérdida de control del territorio, los rusos establecieron una República Ucraniana con capital en Jarkov. Así fueron apareciendo diversas entidades enfrentadas entre sí. La República Popular Ucraniana, en Galicia Oriental, controlada por polacos que dieron su lealtad a las Segunda República Polaca y la República Popular de Ucrania Occidental, en el este de Galicia, controlada por ucranianos y polacos. Ambas terminarían uniéndose en enero de 1919. Por su parte, en 1918, los patriotas ucranianos habían proclamado el II Hetmanato subordinado al ejército alemán y liderado por Pavlo Skoropadsky. En fin, todas estuvieron enfrentadas hasta que en 1921, tras la batalla de Varsovia, se proclamó la Ucrania soviética. No era todo el territorio actual, una parte al este era Polonia, otra al sur la disputaba Rumanía y el oeste era rusófono.
La identidad nacional ucraniana tal y como es concebida actualmente realmente no llega hasta los 90, cuando unos políticos hábiles reivindican una construcción nacional que sintetiza la la identidad ucraniana con la rusa, porque el territorio acomoda poblaciones rusas y ucranianas, junto con el resto de minorías nacionales que permanecen en las fronteras actuales. Esto hay que enmarcarlo en el fenómeno que distingue las repúblicas de la URSS que tenían población rusa antes de la Revolución, antes de la caída del Imperio zarista, y en las que los rusos ejercieron como potencia colonial y empezaron a enviar población a partir de 1945 en sucesivas olas migratorias. De este modo, se diferencia a la población rusa que residía en estos territorios antes de la URSS y los rusos llegados como consecuencia de la construcción del Estado soviético. En el caso de Ucrania y de Kazajistán, por ejemplo, la mayoría de la población rusófona lleva milenios en el territorio.
Con el zar, de todos modos, ya había un foco de industrialización en Ucrania muy importante que atrajo mano de obra rusófona.
Era una zona altamente industrializada, pero también muy vinculada a la exportación de cereales. Hay un dicho castellano que reza «agua, sol y guerra en Sebastopol», en referencia a la Guerra de Crimea a finales del 1853. Un conflicto que interesaba a Castilla dado que Ucrania era el principal competidor en exportación de cereales de la época. Se suele decir que a España no le afectan los asuntos del este Europeo y, sin embargo, este es solo un ejemplo de ese error.
El marxismo-leninismo introdujo el derecho de autodeterminación, que resolvía el problema nacional con la introducción del derecho a la secesión en las constituciones de las repúblicas que integraban la URSS, aunque luego la posibilidad de ejercer ese derecho era muy relativa.
Efectivamente, en la URSS, Lenin introdujo este derecho, eso sí, con matices. Cada soviet tenía esa capacidad de decisión, si bien cualquier intento de salida de los límites de la URSS no estaba contemplado. También, fue así en los estados federados, pero no en provincias autónomas u otro tipo de regiones, pero estas repúblicas tenían reconocido el derecho a la autodeterminación en su constitución y eso fue determinante en los posteriores procesos de desintegración de los Estados federales de tipo soviético, la propia URSS, o Yugoslavia y Checoslovaquia. De hecho, estos procesos tuvieron cierto eco en los debates parlamentarios españoles, especialmente con la independencia de los Países Bálticos, y más adelante durante el proceso de disolución yugoslavo. Ambos casos fueron llevados al Congreso de los Diputados por el PNV, en el primer caso, y por ERC en el segundo.
Era un derecho a la autodeterminación solo sobre el papel.
Pero sirvió para activar legalmente la secesión de las repúblicas a partir de 1991. Además, es importante recordar que las constituciones comunistas que se aprobaron después del 45 incorporaron derechos sociales que no tenían las occidentales, como por ejemplo, el derecho a las vacaciones pagadas, si bien no existía el derecho a elegir destino, claro. También se incluyó la redistribución de las tierras, algo fundamental en países esencialmente agrarios y dónde las identidades estaban vinculadas a una estratificación social heredada de los imperios.
Esto venía del Imperio austrohúngaro, que estaba compuesto por lo que se conocía como la Monarquía Dual desde 1867, con gobiernos en Viena y Budapest. Los austríacos resolvían así las aspiraciones emancipatorias húngaras, pero dejaron en un segundo plano las de los pueblos eslavos y los italianos, a los que se les dio el rango de nacionalidades del imperio. Además, en este imperio multinacional existía una estratificación social en función del grupo nacional al que se estuviera adscrito. De este modo, eslovacos, rumanos, ucranianos se asocian al campesinado y al mundo rural, los húngaros eran los caballeros encargados de la protección de las fronteras del imperio; judíos y alemanes trabajaban en las ciudades, en comercio y banca, mientras que los gitanos tenían asignada las funciones de limpieza y artesanías. este tipo de distribución permaneció parcialmente también durante el periodo soviético.
En el caso de Ucrania, la estratificación estaba muy clara y los líderes nacionalistas ucranianos la reivindicaron para diferenciarse de los rusos en el sentido étnico del término. Sobre esa base se empieza a construir la identidad esencialista ucraniana. Hay que tener en cuenta que desde 1990 hasta 2004, el proceso de construcción nacional da lugar a una identidad muy cívica, muy republicana. Sin embargo, el estallido de la Revolución Naranja en 2004, se sostuvo sobre la base de la regeneración política, pero también sobre la base de la exaltación un nacionalismo identitario. Un ejemplo de lo anterior se puede observar en la puesta en escena de Yulia Timoshenko, que utiliza el peinado y vestuario tradicional campesino ucraniano con el fin de apelar a esa identidad que se construye frente a la rusa.
Con Lenin se establecieron unas fronteras del Estado Ucraniano en la URSS, pero luego, con Stalin ¿cómo afectaron las colectivizaciones forzosas y la Gran Hambruna?
Hubo un intento de sometimiento porque, precisamente, Ucrania era el granero de la URSS. Fue un interés netamente económico, que también fue utilizado políticamente. Stalin no quiso depender del rendimiento de las pequeñas explotaciones minifundistas de cereal, al tiempo que veía como amenaza una potencial asociación campesina contra su régimen. La forma de eliminar a los intermediarios fue la colectivización de la tierra, y de paso terminaba con la capacidad asociativa del campesinado. Era una política claramente jacobina, centralizaba los ingresos y el Estado se encargaba de la redistribución. La gran hambruna que se vivió durante los años 30 en Ucrania marcó probablemente un punto de inflexión en el proceso de construcción de la identidad ucraniana frente al enemigo ruso. Para entender este episodio, recomendaría Hambruna Roja de Anne Applebaum o Tierras de Sangre de Timothy Snyder, que han narrado la situación vivida en durante ese periodo de manera magistral.
Aproximadamente un ochenta por ciento de la población se quedó sin nada. Era una reestructuración económica que se estaba llevando a cabo en todo el territorio de la URSS, pero el impacto en Ucrania fue mucho mayor. Además, los ucranianos étnicos eran mayoritariamente campesinos, fue a ellos a quien más afectó, porque los rusos estaban principalmente en la zona industrializada, donde se hizo la gran inversión estalinista de modernización industrial. Si no estás familiarizado con este tipo de hitos históricos, ves a Timoshenko con trenzas y piensas que quiere parecerse a Leia de La guerra de las galaxias, pero en realidad, apelaba a un relato que permanece en la memoria colectiva de una parte sustantiva de la población.
Reivindicaba al campesinado como hacedores de la nación, la resistencia frente al ruso que les ha machacado durante siglos, identificaba a Stalin con el ruso, y así pretendía movilizar a la ciudadanía afín en esa dirección. Luego vendría la normalización lingüística. La primera vez que fui a Ucrania con la OSCE, en 1999, acababan de sacar las cartillas de guardería en ucraniano, no tenían todavía y habían pasado diez años de la independencia. Antes, solo se hablaba en casa, se encontraba en una situación como había estado aquí el euskera. La lengua franca entonces todavía seguía siendo el ruso.
Con Jrushchov hubo una especie de primavera soviética en Ucrania, con Petro Shelest se reivindicó la cultura nacional, sin embargo, con el golpe incruento de Breznev, se purgó a los líderes e intelectuales que habían participado en el movimiento y se pasó a un periodo conocido como «la rusificación« con el gobierno del rusófono Volodymyr Shcherbytsky…
Los líderes comunistas desde los años 70 lanzaron políticas de homogeneización étnica en todos los territorios siguiendo las pautas marcadas desde Moscú. Tras la II Guerra Mundial, los soviéticos controlaban Europa central y oriental, allí se implantaron regímenes a imagen y semejanza del estalinista. Durante los primeros años, de hecho, a pesar del profundo antisemitismo que siempre había existido en esta región, desde Moscú se protegió a la intellitentsia judía, que había colaborado en la lucha contra el nazismo, puesto que, además, le concedía cierto prestigio exterior. Sin embargo, en los 50 empezaron purgas dirigidas a los judíos y los procesos de homogeneización etnonacional. El objetivo era la construcción de repúblicas populares comunistas en países étnicamente homogéneos. Se trataba de evitar divisiones internas como consecuencia de la diversidad nacional, puesto que se temía que las minorías pudieran componer una suerte de quinta columna. Pretendían evitar cualquier «desviación nacionalista» que distrajera de la implantación del socialismo. Y todo esto se aplica en Ucrania.
Estas políticas para la homogeneización fueron muy comunes en los años 70. Hubo procesos de bulgarización en Bulgaria, de rumanización en Rumanía… Sin embargo, en Ucrania no fue tan sencillo. Las distintas intentonas de ucranianización en el seno del Partido Comunista Ucraniano fueron vistas desde Moscú como contrarrevolucionarias y todos sus líderes fueron purgados. Más adelante, se inició un proceso de rusificación a través de la implantación de la educación básica en ruso, y desde los 80 el ruso sería la lengua dominante en educación primaria. Los ucranianos tenían permitido utilizar su lengua, pero la lengua franca era el ruso y los rusos estaban asentados en las grandes ciudades del territorio. Se intentó fortalecer una identidad rusa vinculada a los procesos de industrialización. La lengua ucraniana perdió peso específico. Esta dinámica junto con la llegada de más rusos a las zonas industriales generó desequilibrios demográficos en el territorio.
Las guerras demográficas al final son así y Ucrania no fue una excepción. Por ejemplo, en Rumanía se pudo observar como Ceaucescu utilizaba el proceso de modernización industrial llevado a cabo en Transilvania para conseguir un doble objetivo. De un lado poner en marcha un polo de industrialización en el país y, de otro, reducir el peso demográfico de los magiares en esa región al favorecer la llegada de trabajadores rumanos procedentes de la zona de Wallachia. Así redujo el desequilibrio regional y debilitó las pretensiones irredentistas.
Creo que hay una continuidad continental con más puntos en común de los que nos pensamos, vemos siempre a Europa central y del este como algo diferente y, aunque tengan sus peculiaridades, no son bichos raros. Cuando se dan una serie de condiciones, ocurre lo mismo en todas partes. En la España franquista se puede observar como las migraciones interiores campo ciudad también impactaron en el equilibrio demográfico de los polos de atracción industriales. Y ello debilitaba potenciales reivindicaciones nacionales.
¿Esos movimientos no habían existido ya antes del franquismo?
Sí, pero en los años 60 fue cuando se produce una reforma estructural de la economía en España, lo que potenció un movimiento sin precedentes. La ausencia de avance modernizador en el campo, junto con la posibilidad de mejorar en las condiciones de vida sin duda fueron causas decisivas de este proceso migratorio. Entonces, un millón y medio de personas migraron al extranjero, frente a los dos millones que lo hicieron hacia los polos industriales del País Vasco y Cataluña. La política económica, sin duda, tiene un impacto en la demografía y España no es una excepción.
Cuando Ucrania logró su independencia en agosto del 91, fue con un noventa y dos por ciento del voto. A pesar de las consecuencias de la rusificación y una población tan diversa, la mayoría se pusieron de acuerdo en que independientes de Moscú iban a estar mejor
El momento era propicio, era una fase de desintegración absoluta. No solo había una gran debilidad en el centro, en Moscú, sino la percepción del fracaso de todo el proyecto soviético, unido también a la tragedia de Chernóbil. Todo eso impulsó el proceso de independencia. También fue una época de florecimiento de los nacionalismos en Europa; nacionalismos que habían permanecido congelados desde el fin de la II Guerra Mundial. De repente, esos territorios se encontraron empoderados y con el respaldo legal que hemos mencionado para la construcción de su propio Estado-nación.
El problema es que estos nuevos Estados surgidos de la disolución de la URSS tuvieron que abordar a la vez procesos de cambio político, cambio económico, cambio cultural y la construcción de una institucionalidad. La nueva identidad se creó frente al ruso, al que se consideraba gran invasor desde el 45, de ahí que incluso se hable de proceso de descolonización del imperio soviético con todo lo que ello implica.
Muchos de estos nuevos Estados apenas habían tenido unos años de independencia estatal durante el periodo de entreguerras, como es el caso de los Bálticos, pero los procesos de construcción nacional se realizaron sobre bases etnocéntricas, así en Estonia y Letonia no se reconoce la ciudadanía a aquellas personas que hubieran llegado al territorio con posterioridad a junio de 1940, fecha de la invasión soviética. Por ejemplo, creo el futbolista Valeri Karpin obtuvo su pasaporte estonio puesto que su abuelo había nacido en territorio estonio antes de 1939.
Lograron generar ilusión con la independencia ante la decadencia general que les rodeaba, pero la sorpresa llegó enseguida. Un ochenta por ciento de la economía ucraniana dependía de la URSS y, con su desintegración, se hundió. Sufrieron el colapso económico del comunismo y el colapso económico del postcomunismo.
Las dependencias económicas en el CAME/COMECON eran tremendas y, además, monocultivo. Cada estado estaba especializado en la exportación de un producto. Simplificando, los búlgaros se especializaron en la exportación de carne de cerdo y perfume de rosas, los Bálticos en la construcción de maquinaria especializada, como teléfonos y ordenadores, y los ucranianos tenían la industria metalúrgica pesada. Para los Bálticos la posición era muy buena, porque su industria se pudo modernizar y adaptar al mercado internacional globalizado, pero la industria pesada ucraniana y el cereal, en un país de dimensiones tan grandes, estaban en declive. Además, tenían una gran dependencia energética, un hecho clave en sus relaciones con Rusia. Si a eso le quitas el centro inversor, que era Moscú, se produce el desastre. Los estalinistas presumen de que la última gran inversión industrial en el territorio la hizo Stalin y, efectivamente, así es. Ningún otro líder soviético hizo una inversión semejante orientada a la modernización industrial del país. Los primeros años del proceso de independencia fueron años durísimos para las poblaciones. El desmantelamiento de las estructuras sociales y económicas sostenidas por el Estado hasta entonces y los procesos de privatización provocaron desempleo y pobreza, además de una inflación que alcanzó números de tres y cuatro cifras.
Llegó un momento en el que para salir de ese bache y para recibir créditos del FMI, tenían que racionalizar la economía, para el FMI en ese momento racionalizar significa reducir el gasto social y privatizar. En la parte industrializada, en Donbás y esa franja oriental, ya estaban desencantados con el hundimiento económico tras la independencia y ahora se les exigían más sacrificios. A la vez, los partidarios de esas reformas eran los sectores nacionalistas ucranianos esencialistas…
En el caso de Ucrania, por sus vínculos tan cerrados con Rusia, no se pusieron mecanismos de cambio económico de la dimensión de los ocurridos en la República Checa, Hungría o Rumanía, donde, aparte de las dimensiones, jugaba un papel el horizonte de integración en la Unión Europea. Además, Moscú ejercía una posición de dominio aprovechando la dependencia energética, algo que también ocurrió parcialmente en Bielorrusia. Sin embargo, el hundimiento de la bolsa rusa a finales de los años 90 tuvo un fuerte impacto en Ucrania. No había dinero para invertir en una modernización industrial que permitiera cumplir con las exigencias de los mercados globalizados. En ese contexto aparecieron los primeros movimientos políticos que reivindicaban una mayor aproximación a la Unión Europea y Estados Unidos porque creían que les obtendrían más rendimientos que los vínculos que mantenían con Rusia, que en ese momento estaba atravesando una profunda crisis. Esta dinámica duró ocho o diez años hasta que llegó Putin, pero en esa época será cuando Occidente, en una acción que subestimaba la capacidad rusa, puso en marcha el proceso de ampliación de la OTAN.
Sin embargo, en esas fechas también hubo encuestas en Ucrania en las que apareció que la popularidad de Rusia era mayor en los que tenían entre diecinueve y cuarenta y cuatro años en lugar de los mayores, lo que hubiese sido más natural por eso de echar de menos un pasado donde todo era más estable y previsible.
Seguramente, ese dato se explica porque los mayores vivieron el declive de los 70, mientras los jóvenes ven esa época con nostalgia. Es la famosa nostalgia de la que tanto se habla. Creen que les iba mejor con la URSS, pero lo creen los que no lo han vivido. Ellos solo saben que sus padres tenían calefacción todos los días y asistencia médica gratuita, pero sus padres lo que recuerdan es cómo fueron deteriorándose estos servicios y se reducían los subsidios que llegaban de Moscú.
Desde Occidente se les exigían reformas, grandes sacrificios, con la idea de que había que estar peor para poder estar mejor…
Eso se hace porque se sabía que no quedaba otra, su situación era calamitosa, pero aquí hay que tener en cuenta que, cuando se gana una guerra, no se puede humillar al perdedor, y eso es lo que se hizo con estos países. En un momento de debilidad extrema, se les daban créditos a un interés elevado, mientras que los herederos del aparato estatal soviético se apropiaban de los recursos estatales vía privatizaciones. Se pasó del paraíso de la igualdad de la URSS, que no lo era, a uno de concentración absoluta de la riqueza. Un capitalismo mafioso, tal y como lo denominó Carlos Taibo.
Con todo, hubo varios modelos de privatización. Hubo terapias de choque en las que se puso todo a la venta, es lo que hizo Hungría, y se las vendió al capital extranjero, no dejó nada dentro, mientras en otros casos, como el checo, se hizo una transición más tranquila, privatizaron, pero con un modelo más cooperativo en el que en algunas industrias los trabajadores participaron el proceso, así pudieron frenar la caída libre de la economía que sufrieron todos estos países. En los demás, la descapitalización del Estado generó grandes dosis de clientelismo y corrupción. En el caso ucraniano, como en tantos otros, aparecieron los famosos oligarcas, grandes señores herederos del aparato soviético y que tenían controlados los territorios.
La cuestión es que se les exigían sacrificios desde el oeste, mientras ese oeste se aprovechaba la apertura de esos mercados.
Eso no creo que llegue hasta Ucrania o Bielorrusia. En el caso de los países de la integración de 2004 y 2007 los objetivos para las reformas estaban claros, la integración en la Unión Europea, sin embargo, el caso ucraniano nunca ha estado en la agenda de Bruselas, de hecho, hasta el año 2013 no se habla de la perspectiva europea del país, y eso fue, digamos, «interpretado» como una puerta abierta a una potencial adhesión a las instituciones europeas.
El primer líder de la Ucrania independiente, Leonid Kuchma, presidente entre 1994 y 2005, que en la URSS había sido diseñador de misiles nucleares, había trabajado en el SS-18, conocido como «Satán», llegó al poder aupado por el clan de Dnipropetrovsk… ¿Qué son esos clanes?
Diría que los clanes son el reflejo de cómo los caciques controlan los medios de producción e industria de determinadas regiones. En el capítulo «Oligarquía, regionalismo e inestabilidad: el sistema político ucraniano» en el libro de 2016 Ucrania. De la revolución del Maidan a la Guerra en el Donbass coordinado por Rubén Ruiz Ramas, se explicaba muy bien quiénes eran los oligarcas y cuáles eran y son su disputas por el poder político y económico hasta rivalizar por ser presidentes de la república. El último ha sido Poroshenko.
Poroshenko llegó él mismo al poder, fue el primero que lo hizo directamente, los anteriores presidentes tenían todos un magnate detrás, incluso el actual.
Estamos hablando de economías mafiosas y sus dinámicas de funcionamiento son también mafiosas. Tenemos un clan que controla económicamente una región, todo se circunscribe a sus redes clientelares, y con ellas domina ese territorio, lo que les permite controlar también el poder político para no perder privilegios adquiridos, que venían ya del régimen anterior. Por eso, al hablar de nacionalismos hay también que tener cuidado porque muchas veces es más importante tener en cuenta cuál es el poder económico que está detrás.
Una buena parte de las resistencias al acuerdo con la Unión Europea en 2013 vinieron por parte de los oligarcas orientales que consideraban que perderían capacidad competitiva ya que sus empresas estaban sin modernizar. este problema lo ha tenido toda la industria postsoviética, que se encontraba en una situación de obsolescencia con mucha falta de inversiones. De modo que si no entras a competir en el mercado global, puedes mantener el negocio, pero si te integras te comen la cuota de mercado y llegan multinacionales extranjeras que arrasan la industria local… Es algo que es inevitable, pero que se intentó dilatar. Además, otro problema que agrava esta situación es la estabilidad. Si no la hay, no llega la inversión extranjera. En un círculo vicioso. De esta pugna poco se habla cuando se hacen análisis.
Kuchma se encontraba ante la tesitura de que si hacía reformas económicas podía afectar a la unidad del país por las regiones con esa situación industrial.
Probablemente, la parte más industrial, el este, podría haber intentado unirse a la Federación Rusa.
Este problema lleva latente años, no es una novedad.
Efectivamente, si se hacía una reconversión industrial afectaría a los magnates y también a las familias que vivían de ese sector. Todo esto con el agravante de que la población mayoritaria de esos territorios es rusa o rusófona y que no hacía mucho pertenecían al mismo Estado, la URSS. Eso disparaba la mentalidad de «como ahora nos gobiernan los ucranianos nos va así de mal, yo quiero irme con mi madre patria que es Moscú».
Kuchma quiso entrar en la UE y en la OTAN y ambas le dijeron que no, qué paradoja con lo que estamos viviendo actualmente.
Esto ocurrió durante el momento de máxima debilidad de Rusia, en los años noventa. Kuchma, muy hábilmente, quiso aproximarse a Occidente dada la precaria situación de Moscú. No sabemos cómo respaldaba este movimiento la población, porque los procesos electorales de entonces eran poco claros y las encuestas de opinión pública poco fiables en una democracia de bajo rendimiento y con altos niveles de corrupción. En todo caso, nunca ha habido una oferta de ampliación por parte de la UE, ni tampoco una solicitud formal por parte de Ucrania para ello.
La primera vez que se habló de ampliación hacia Europa del este fue en el 95, hasta 2000 no se tomó una decisión y no fue hasta el Tratado de Niza cuando se comenzaron a preparar las instituciones para incorporar a los países del este. Nunca se puso encima de la mesa la incorporación de países como Bielorrusia, Ucrania, o incluso Moldavia.
Ucrania era a todas luces inasumible. Piensa que, incluso para algunos, Polonia era inasumible por su tamaño y población, imagina un país de las dimensiones de Ucrania… Incluso en el caso de la ampliación de la OTAN, en los noventa no se planteaba la incorporación de países que hubieran formado parte de la URSS, por lo que Ucrania quedaba a todas luces descartada.
Otro fenómeno que ocurrió con Kuchma y tuvo gran importancia es que empezó a concentrar poder. Después, tanto en la Revolución Naranja como en el Maidán se exigió un reparto más democrático del poder y menos presidencialismo.
Los líderes con tics autoritarios lo primero que hacen es reforzar la figura del presidente o el primer ministro. Lo acabamos de ver en Hungría, por ejemplo. En Ucrania se fueron introduciendo más rasgos de tipo presidencial para poder controlar todo el poder político y económico desde arriba. Es un ataque directo a la división de poderes. Por eso estas manifestaciones de Kuchma de acercarse a la UE no las vi como ninguna una perspectiva europea, sino como forma de controlar las redes clientelares y la corrupción. Una pataleta contra Moscú.
Estados Unidos convirtió a Ucrania en estas fechas en el tercer receptor de ayuda después de Israel y Egipto.
Eran los años Clinton, sabían de la debilidad de Yeltsin en Moscú y la sensibilidad que tenía Rusia con Ucrania. este paso está relacionado con la ampliación de la OTAN, que es lo que Rusia no está dispuesta a tolerar ni a aceptar. Es el origen de la tensión actual en la región.
Crimea también tuvo intentos independentistas durante ese periodo.
Crimea fue siempre especial porque fue un territorio cedido por Jrushchov. Rusia siempre ha tenido el problema del acceso al mar, los mares del norte no permiten el acceso de la flota ya que están congelados, de este modo el puerto de Sebastopol se convierte en un punto estratégico fundamental. Crimea no es solo el acceso al mar, es la puerta al Mediterráneo y al control de los estrechos. El mar de Azov no es navegable, apenas tiene catorce metros de profundidad. Crimea siguió perteneciendo a Ucrania también después de su independencia, pero siempre con el compromiso de permitir alojar a la flota rusa en Sebastopol. Este acuerdo se renovaba cada cierto tiempo. De hecho, poco antes de la revolución del Maidán el contrato fue renovado. En 2010 se acordó que la flota rusa podría permanecer en Sebastopol hasta 2042. A cambio, Ucrania tendría un descuento del treinta por ciento en los precios del gas ruso.
Esos intentos de independencia no fueron nada extraordinario. Ante el hundimiento económico, con los turistas rusos sin acercarse como consecuencia de la crisis, la población, que recordaba que antes el dinero llegaba de Moscú, simplemente quiso volver a Moscú. Ahora, a pesar de las más que probables irregularidades en la convocatoria del referéndum, no parece que el resultado hubiera variado sustantivamente de haberse realizado en otras circunstancias. Piensa en Transnistria, donde todo está financiado por Moscú. Si de repente todo se solucionara, pasarían a depender de Chisináu, pero si los moldavos no tuviesen dinero, pues rápidamente un movimiento querría volver a estar con Rusia. Pero en este caso, además, Crimea ha pasado a ser parte de la Federación Rusa, por lo que sus beneficios, al menos en el corto y medio y plazo, son mayores.
Desde el punto de vista ucraniano, ese es el gran problema de las independencias. Los primeros años de construcción estatal son los más problemáticos. Tienes que reconstruir todo, crear instituciones, una clase política autónoma, y en el caso ucraniano poner en marcha un proceso de transformación económica que era mucho más conflictivo que la independencia en sí. No se trata solo de pasar de una dictadura a una democracia, es un Estado nuevo, una identidad nueva, una transición económica, que para llegar a ser una economía de mercado tiene que desmantelar las coberturas sociales y cerrar fábricas con un impacto importante en la población. Y todo, como le pasa a Ucrania, con un territorio superpoderoso al lado, que para unos ha sido opresor, pero para otros es su patria.
La etapa de Kuchma acabó con asesinatos a periodistas…
Hubo un aumento del autoritarismo en su mandato. En ese momento no se podía decir que Ucrania fuese una democracia. Por eso las revoluciones naranjas se llamaron democráticas, apelaban a una regeneración.
Entonces hubo algo más que injerencia extranjera, de la CIA y demás…
Por supuesto, este tipo de movimientos no puede funcionar sin una sociedad donde estas demandas tienen una fuerte base social. Estados Unidos, el FMI o el Banco Mundial habían invertido de manera sustantiva durante la década anterior, vía préstamos y ayudas. La dinámica es sencilla. La percepción de la población es proclive a los cambios y la movilización social los exige. Más allá de los intereses geopolíticos y económicos de los actores involucrados, lo cierto es que había una demanda de regeneración democrática.
El gran rival que tuvo Kuchma en esta deriva fue Víktor Yúshchenko, que venía de una familia étnicamente ucraniana y su padre había estado prisionero en Auschwitz, Dachau y Buchenwald. Cuando su figura empezó a tener cierto relieve, le envenenaron.
No era afín a la línea oficial de Kuchma, era prooccidental y tenía serias posibilidades de ganar las elecciones. Ahora hablaríamos de democracia iliberal, pero en aquel momento el concepto no se había popularizado. Lo único democrático era la puesta en escena de los procesos electorales, una democracia procedimental. Kuchma, como en otras repúblicas postsoviéticas, patrimonializó el Estado.
Yúshchenko venía de la banca, en un periodo en el que las corruptelas que hubo llevaron a una crisis en la que miles de ucranianos perdieron sus ahorros.
No sé qué participación tendría, alguna debió tener. Los chanchullos bancarios fueron muy habituales en los 90 en todos los países del este, además, siempre liderados por las facciones más liberales de las fuerzas políticas, como es el caso de Yúshchenko, que pertenece a un movimiento político que quería introducir principios los liberales del libre mercado. Estos políticos siempre iban con trajes chaqueta impecables. Se trataba de una forma de hacer política muy diferente a la de la vieja política heredada del periodo soviético. La puesta en escena era un episodio más de las posiciones clásicas entre eslavófilos y occidentalistas, o lo que es lo mismo, aliados de Rusia o aliados de Occidente.
También aparece en estas fechas Yulia Timoshenko. Criada en una zona de mayoría rusófona, al parecer era hija de un armenio nacido en Letonia que había emigrado a Ucrania y luego abandonó a su mujer y a su hija, por eso ella de soltera tuvo el apellido ruso de su madre, que luego se cambió por el de su marido… En esta primera etapa, su obsesión era acabar con el trueque que dominaba los negocios del gas y que, por ese motivo, por hacerse sin usar moneda, hacían que el estado no ingresase.
Ella tenía intereses previos en el negocio del gas, en la importación y exportación, entre otros con empresas vinculadas a Bush en Texas. Con esa propuesta política, lo que pretendía era controlar todas las transacciones gasistas que se efectuaban en el territorio.
Entonces no era tan tecnócrata reformista, sino que había detrás algo más prosaico.
Vendía esa imagen, pero tenía unos intereses muy claros y por ese motivo la apoyaban desde Estados Unidos. La Revolución Naranja no hubiera tenido lugar sin un descontento de la ciudadanía, pero también si no hubiera sido apoyada desde fuera. Todo esto ocurre en un periodo en el que Putin empieza a incomodarse y le tiene mucho miedo a estas revoluciones de corte liberal, temía un efecto contagio hacia Rusia. En esta época, diría que hasta 2004, Putin tiene una mano tendida a Occidente para establecer unas relaciones de cooperación con la UE y EE.UU. De hecho, firma muchos acuerdos bilaterales, como el Consejo OTAN-Rusia, pero las revoluciones de colores empezaron a generar cierto temor en Moscú. Tanto por el posible efecto contagio y el impacto en el sistema ruso, como por los niveles de influencia occidentales que se pueden transmitir por esa vía. El miedo estaba en la penetración americana en el Cáucaso y su capacidad de influencia, en aquel momento iban a rebufo de la expansión occidental.
La Revolución Naranja tuvo un saldo positivo, consiguió reformas institucionales que democratizaron el país después de que Kuchma hubiera concentrado el poder y hubiera empezado a pasarle cosas a los periodistas y a los que disentían.
Obviamente, estas revoluciones de colores querían poner en marcha procesos de regeneración democrática después de los intentos fallidos de cambio político introducidos en el momento de la independencia. Se demandaba algo más que democracias procedimentales que convocasen elecciones cada cuatro años y nada más; sin pluripartidismo real, sin libertad de prensa, sin igualdad ante la ley, en una palabra, implantación del estado de derecho y la separación de poderes, que haya un control efectivo de la acción política. Nada de esto existía, nunca se había intentado poner en marcha en estos términos.
La Revolución Naranja sucede además en un momento crítico. Recordemos el 11S, la guerra de Afganistán, la guerra contra el terror y la invasión de Irak. Un despliegue de inteligencia en el espacio postsoviético al mismo tiempo que se entra en dos países musulmanes. Todo esto liderado por Bush, que, además, tiene intereses económicos muy relevantes vinculados a los hidrocarburos.
El clan de Texas.
Y su aliada en Ucrania es Timoshenko, la zarina del gas. El objetivo era conseguir el monopolio mundial de los recursos fósiles.
En Rusia, se integró Yukos Oil en Gazprom a las bravas. Putin tenía en la compañía a su delfín Medvédev y la reorganizó para tener el control de los recursos en Rusia y poder emplearla en el exterior como forma de presión. Se ha llegado a hablar de una especie de arma posmoderna.
Yukos sufrió una nacionalización en toda regla y se metió en Gazprom, patrocinador de la Champions League, renovado hasta 2024. El gas es uno de los instrumentos de negociación que tiene Rusia. El otro es su fuerza militar. Creo que todos los actores globales utilizan los instrumentos a su disposición para alcanzar objetivos y negociar y este caso no es diferente.
Otro objetivo de Timoshenko sonaba bien, fue la reprivatización de empresas. Impugnar los procesos de privatización con los que el capital del Estado había ido a parar a oligarcas y clanes.
Quería desmantelar las redes clientelares del anterior, pero para implantar las de ella. Se trataba de sustituir unas redes por otras que le fueran más favorables a sus intereses.
De nuevo, ¿no era una reforma tecnocrática buena para Ucrania? Había empresas por las que había habido ofertas estadounidenses o del Reino Unido, pero se habían vendido por mucho menos precio al magnate de turno. Un caso luego se reprivatizó y, vendida a Mittel, fue la transacción de estas características que más dinero dio a las arcas públicas de todo el espacio exsoviético.
Pero lo que hay que mirar es cuáles eran las redes comerciales de esta señora. Tenía complicidad con los compradores. Kuchma, obviamente, privatizó para sus amigos ¿pero para quién lo hizo Timoshenko en el extranjero? De hecho, fue a la cárcel.
Fue dos veces a la cárcel ¿no fueron detenciones arbitrarias?
Habría que ver si nos creemos cómo opera el sistema judicial ucraniano. Esa es una de las dificultades de investigar estas cuestiones. Parece ser que ella tenía sus redes de socios comerciales y que, obviamente, recibía comisiones, como Juan Carlos, a cambio de esas reprivatizaciones.
Empezó vendiendo cintas VHS.
Era muy modelo estadounidense de self-made man, en este caso woman. Ha sido una mujer capaz de reconvertirse de una forma increíble. Pasó de tener una imagen de magnate de los negocios de habla rusa y castaña a ser el paradigma del ideal ucraniano, una campesina rubia símbolo de la nación. Es una política capaz de captar muchas lealtades en el oeste y en el centro del país. Consiguió aunar a varias tendencias disidentes del sistema. Sin embargo, cuando fue condenada por corrupción hubo más protestas en Europa occidental que en Ucrania. Personalmente, no he investigado las redes de Timoshenko, pero sabiendo que trabajaba en el sector gasístico antes de llegar al poder, con empresas extranjeras, y que tenía el objetivo de la privatización de ese sector, parece difícil pensar que no tuviera intereses económicos particulares, más bien al contrario.
Quería revisar tres mil contratos de privatizaciones realizadas tras la independencia.
Los que Kuchma había distribuido entre sus amigos. La cuestión es que algunos dejaban buen dinero al Estado, pero la pregunta que hay que hacerse es qué pasó con los trabajadores cuando los compradores eran extranjeros. Lo habitual cuando se hacen este tipo de privatizaciones es realizar una reconversión industrial, generalmente para automatizar y mandar a gente al paro. Si el Estado no está preparado para absorber las circunstancias de las familias que se van al desempleo, automáticamente se forman grupos vulnerables y capas de sociedad sin protección social. En este caso, si era una acería, se encontraría en el este… Timoshenko negociaba con empresas occidentales las privatizaciones mientras con Estados Unidos negociaba el gas. Pero también negociaba con Moscú. De hecho, una de las condenas que recibió fue como consecuencia de la firma de un acuerdo con Putin sobre la importación de gas. Un acuerdo que no benefició económicamente a Ucrania.
¿Por qué fracasó la coalición naranja en el gobierno?
En este tipo de movimientos siempre es más fácil establecer alianzas para ir a la contra, que la capacidad de armar un proyecto concreto que tenga impacto entre los ciudadanos. Aquí surgieron desavenencias entre los socios e intereses enfrentados. Algo que tenía mucho que ver con la ausencia de un sistema de partidos implantado y con capilaridad en el territorio, un sistema político con el que se pueda trabajar sin temer a las redes de influencia.
Cuando caen, en 2010 llega Yanukóvich. No habló ucraniano hasta los cincuenta y dos años y porque le obligó la ley. Había sido delincuente juvenil, pasó por la cárcel, amnistiado en el quincuagésimo aniversario de la revolución bolchevique, soldador en una cadena de montaje, fue apadrinado por un cosmonauta de su pueblo, que le introdujo en el Partido Comunista y ahí todo cambió e hizo carrera.
Sí, adolescencia problemática. A mis estudiantes les digo que tuvo un origen dickensiano, hijo de familia trabajadora industrial, poco atendido en casa porque sus padres están en la fábrica, acaba delinquiendo hasta que alguien importante de su pueblo le introduce en el partido para que ahí le metan en cintura. En todo ese proceso, cuando se va incorporando a la vida pública, tiene que respetar una constitución en la que ya está normalizado el ucraniano, el idioma nacional.
En el gobierno, presentó presupuestos deficitarios porque atendía al gasto social. Estaban incluso negociados con el Partido Comunista. Estas políticas hacen que el FMI paralice créditos que tenía concedidos a Ucrania.
Lo que pone en marcha es una política multivectorial. Negociar unas cosas con Rusia y otras con Occidente, tener una especie de estatuto de neutralidad. Ya lo había intentado Kuchma, pero le salió mal porque Occidente no le hizo caso. Yanukóvich en 2010 lo que hizo fue reestructurar los principios de política interior y exterior ucraniana con una ley que dejaba en suspenso la integración en la OTAN. En 2008 en la cumbre de Bucarest, la Alianza Atlántica ya había lanzado la candidatura de Ucrania y Georgia. Esta decisión no tuvo que ver con presiones rusas, sino con la situación económica del país. En ese momento, tiene unos niveles de exportación del 26-29 % y de importación del 31-35 % El volumen de intercambio comercial es prácticamente el mismo con Rusia y con la Unión Europea. Yanukóvich entonces decide que lo que más le conviene es estar a bien con las dos.
Pero la inversión en Ucrania de la Unión Europea era diez veces superior a la rusa.
Efectivamente, es imposible no tener también en cuenta los vínculos históricos y afectivos entre Rusia y Ucrania. Esto le hace tener el corazón partido. No podían perder las exportaciones que hacen a partes iguales a un lado y al otro ya que ambas le permiten mantener su autonomía, y su existencia. La única política viable en esas circunstancias era una que no les comprometiera con una parte o con otra. La salida fue esa línea multivectorial que permitiera tratos con unos y otros sin poner en peligro la situación comercial del país.
Funambulismo.
A Kuchma no le había funcionado, pero Yanukóvich lo volvió a intentar. Esto provocó que el acuerdo al que se había llegado con la OTAN quedase en suspenso. Putin estaba encantado, así no se tenía que preocupar de la arquitectura de seguridad en terreno ucraniano. Y es precisamente durante este periodo cuando Yulia Timoshenkio va a al cárcel condenada por malversación y abuso de poderpor el contrato del gas que había firmado con Rusia en 2009 tras la segunda guerra del gas.
Que fue Putin el que dijo que no entendía por qué la encarcelaban.
A Timoshenko le dijeron que el contrato que había firmado para que pasase el gas por Ucrania, por el que ella estaba obteniendo ganancias, no estaba nada claro. En 2009, Rusia abarató el precio del gas para todos los compradores menos para Ucrania. Eso lo utilizó Yanukóvich como arma política contra ella en las elecciones de 2010.
Y la Unión Europea también dijo que ese encarcelamiento era arbitrario.
La Unión Europea no podía decir otra cosa. El origen de este contrato tiene que ver con los cortes de suministro de gas ruso que sufrió en 2006 y 2009. Gracias a ese acuerdo terminaba la peor de sus pesadillas, la de quedarse sin suministro energético. De hecho, de estas crisis del gas viene la puesta en marcha de los Nord Stream I y Nord Stream II. Por tanto, intereses energéticos y también comerciales. La acusación sostenía que por mor de este contrato Timoshenko se estaba enriqueciendo en lugar de repercutir sobre el Estado. La verdad es que no puedo ser tajante en una respuesta, solo creo que hay que tener en cuenta las dos cosas.
Yanukovich intentó federalizar Ucrania y darle cooficialidad al ruso.
Efectivamente, Yanukovich quiso introducir en 2012 una ley de cooficialidad del ruso en algunas regiones de mayoría rusa. Hasta ese momento la única lengua oficial en Ucrania era el ucraniano. Además del ruso también se introdujo la cooficialidad de otros idiomas como el tártaro en Crimea, el húngaro en la región transcarpática o el rumano en Chernovtsi (Cernauti). Esto provocó protestas en las principales ciudades ucranianas, hubo incluso llamadas a la Movilización nacional en defensa del ucraniano.
Respecto a la polémica de la OTAN, ¿en Ucrania no existía, como ocurre en otros países del este y Centroeuropa, la sensación de que la OTAN es lo único que puede salvarles de volver a estar sometidos por Moscú?
La OTAN lo que hizo muy bien fue vender que la integración en su estructura era una fase necesaria para el proceso democratizador, lo que incluye la institucionalización del Estado de Derecho, algo sin lo que sería imposible tener una perspectiva europea de ningún tipo, pero, sin duda, otro de los factores que atrajo a la incorporación de estos países a la Alianza Atlántica fue el miedo a una potencial agresión rusa.
Esa línea multivectorial sonaba bien, pero ¿no llegó un momento en el que tanto la UE como Rusia le pusieron sobre la mesa a Ucrania acuerdos que eran incompatibles con los que presentaba la otra parte?
La de la UE no lo era, lo fue la rusa, que proponía una asociación de mercado único con los países de la región. Rusia exigía exclusividad en el acceso a la Unión Euroasiática. No era posible la firma de acuerdos de libre cambio con terceros como el que proponía la UE. En este proceso negociador el bloqueo llegó por la parte rusa, pero hay que tener en cuenta otros factores. El FMI y la UE, el dinero que le ofrecen a Ucrania en ese momento es en calidad de préstamos y los empresarios ucranianos, a su vez, tenían mucho miedo de abrirse al mercado europeo porque sabían que no eran competitivos. Esto amenazaba a su poder económico y, por tanto, político. A esto se suma que justo en aquel momento es cuando se pone en marcha el rescate a Grecia, en pleno auge de la política de austeridad impulsada por Angela Merkel.
Si la UE actuaba en términos tan duros con un Estado miembro. ¿Cómo serían los requisitos para uno que no lo era? A Grecia se la estaba maltratando con las políticas de austeridad, que fueron brutales. En Ucrania la elite no se fiaba que los préstamos no fuesen a endeudar el país para los restos y que eso llevase a una situación como la de Grecia, pero todavía peor, porque ellos ni siquiera eran comunitarios. Al mismo tiempo, mientras existía ese miedo al acuerdo con la UE, Moscú llega como el Padrino, ofrece «esto y dos más y te lo doy en cash y sin intereses».
Cuando Ucrania dudaba si firmar el acuerdo con la UE, en el Foro de Yalta Putin habló de la posibilidad de protestas ciudadanas masivas, dijo que serían un plan occidental, con lo que se puso la venda antes de la herida. Descalificó o deslegitimó cualquier manifestación de protesta antes de que se produjera con ese cliché soviético de que sería exógena, inoculada. Además, Sergey Glazyev advirtió de que habría graves desórdenes políticos y sociales si firmaban con la UE, que llegaría el caos y un hundimiento del nivel de vida, que además estarían violando su tratado de amistad del 97, lo que podría llevar a Rusia a apoyar el independentismo de las regiones rusófonas. Estaba todo anunciado. Era una amenaza clara.
Es la secuencia de lo que ocurrió. Los servicios de inteligencia funcionan… En este caso, se veía muy clara la jugada. Recuerdo estas semanas como de gran incertidumbre, porque Yanukóvich un día decía que sí firmaba y al día siguiente decía que no.
Entonces, no era un títere de Moscú, pensaba en términos pragmáticos ucranianos.
Ciertamente, pero no se puede descartar que en su entorno hubiese quien le presionara desde el Kremlin. Desde mi punto de vista, creo que esta posición estaba, sobre todo, relacionada con los vínculos establecidos con las oligarquías locales y sus presiones. Una consecuencia más de la ausencia de institucionalización democrática, con un sistema altamente dependiente de los poderes económicos controlados por los grandes oligarcas y un líder político que intenta hacer equilibrios en las relaciones que mantiene con Rusia y con los poderes occidentales. Esa situación de equilibrio inestable se quiebra cuando comienza a negociar con la UE. Si hubiera sido un títere de Putin lo habría tenido claro desde el principio, como pasó en Armenia o Azerbaiyán, donde ni se sentaron a negociar. Al final, cuando decide no firmar, creo que es porque según su criterio, las condiciones de la parte rusa son más beneficiosas. Pero a lo anterior hay que añadir la cuota de chantaje ejercida por Moscú.
Hubo muchas presiones. Rusia paralizó en la frontera las exportaciones ucranianas de forma arbitraria haciéndoles perder millones…
Moscú decía: «Haz lo que quieras, pero te voy a aislar, te voy a cortar el gas y te voy a bloquear las exportaciones con nosotros, que son un 30 %». Fue un chantaje en toda regla. Los europeos no se expresaban así en su parte, los rusos son más brutos o más claros cuando defienden sus intereses. Hay que tener en cuenta que para ellos perder a Ucrania, con los lazos históricos y afectivos que les unen, era un golpe muy fuerte de cara a su opinión pública. Putin, en una fase de reconstrucción de la grandeur rusa no podía permitirse perder unidades de la dimensión de Ucrania y utilizó todas las cartas que tenía a su disposición para presionar a Yanukóvich. Si hubiese sido un títere, todo esto se lo habrían podido ahorrar.
Pero la posición de la Unión Europea con su estrategia oriental, que se pone en marcha en 2008, era llevar su frontera oriental más hacia el este. Primero llega a Polonia, luego Rumanía… esto fastidiaba a Rusia, pero no eran repúblicas postsoviéticas. Cuando luego se mete en lo que consideran su mercado o, dicho de forma más cool, esferas de influencia, pero en realidad hablamos de consumidores, inversión extranjera y presencia de multinacionales. Ucrania tiene cuarenta millones de personas. El tamaño importa.
En mi opinión, creo que la UE se dejó llevar por una inercia que bebía de la debilidad mostrada por parte de Rusia durante los años noventa, durante la presidencia de Boris Yeltsin. La manera en la que la UE lanzó su Estrategia Oriental no se entiende de otro modo. Sobró prepotencia, debieron negociar con más respeto con Rusia, al fin y al cabo así son las relaciones de buena vecindad, algo que no se contempló. Ese fue el gran error de la política europea al que hay que sumar que las relaciones con el vecino oriental estaban rotas desde 2009. El año 2008 fue el año de la reacción rusa, el año en el que Moscú decidió que daría un golpe de efecto. La guerra en Georgia.
Rusia quiso crear un mercado porque vio que se le venía encima el de la UE y la UE quiso incorporar parte de ese mercado sin tener en cuenta lo que pudieran pensar en Moscú, que era la potencia regional. Creo que siempre hay que tener en cuenta a Ucrania, pero sin subestimar las capacidades rusas. Sobre todo, sin darles su sitio. Cuando en las negociaciones entre EE. UU. y Moscú no se invita a la UE, no agrada en Bruselas. Siempre hay que tener en consideración a todos los actores que puedan verse afectados por un cambio de las dimensiones de este. No se puede simplificar el discurso diciendo que Ucrania es un estado soberano y puede actuar como quiera, siempre hay intereses y limitaciones explícitos o implícitos. Nadie es enteramente libre. Tampoco lo fueron los estados de Centro Europa cuando se incorporaron a la OTAN, ese también fue su peaje de entrada a la UE. No se pueden hacer estas apelaciones a la libertad sin tener en cuenta lo condicionados que estamos por otros factores.
La paradoja es que Rusia amenazó a Ucrania con el caos si sin firmaba y el caos les llegó por no firmar. El Maidán, que empezó como protesta de los sectores europeístas, ¿se vio desbordado por la extrema derecha?
Empieza como protesta de sectores europeístas y, muy importante, urbanos, de las zonas occidentales del país. Querían ese acuerdo de librecambio porque, para ellos, era la antesala de la integración europea. Creían que llegar a la integración en la UE es Eldorado. De repente empezó a circular una suerte de propaganda que asumía que la firma del acuerdo con la UE implicaba la puesta en marcha del proceso de integración europea. Y no era así, no es así, en ningún caso. La firma del acuerdo implicaba formar parte del mercado único, del área de las cuatro libertades de circulación, de capitales, de mercancías, de personas y de servicios, nunca se ha ofrecido a Ucrania al Consejo Europeo. Este es un detalle que no se dice demasiado y que es esencial, especialmente para evitar que la opinión pública ucraniana pueda llevarse un gran desencanto que provoque posiciones euroescépticas. Aquí solo había un acuerdo comercial de salida de productos ucranianos hacia la UE y, otro detalle no menos importante, entrada de productos de la UE en Ucrania.
En la movilización empezaron estudiantes y universitarios, luego llegaron excombatientes de Afganistán, reservistas, y poco a poco fueron llegando grupos más organizados tanto de la extrema izquierda como de la extrema derecha. Lo que pasó es que la extrema derecha expulsó rápidamente a la extrema izquierda, ya que estaban mucho mejor organizados. Se pusieron al mando de todo lo que pasaba en la plaza. Esta dinámica se observa en protestas civiles de esta naturaleza donde las organizaciones jerarquizadas y disciplinadas son las que terminan controlando las dinámicas asamblearias. Aquí en España, el 15M siguió la misma dinámica, empezó de manera espontánea para pasar luego a estar controlado por aquellos activistas acostumbrados a trabajar en agrupaciones de base y a organizarse a nivel de calle.
En el Maidán los grupos de extrema derecha radicalizaron el movimiento y la gente que había ido en primera instancia empezó a retirarse. Esto es clave para entender los acontecimientos posteriores, la violencia y demás. Se dijo que solo ocurrieron cargas de la policía, pero parece que sí que hubo infiltraciones de la CIA. Victoria Nuland, en la conversación que salió a la luz en la que dijo el famoso fuck the EU, lo dejó de manifiesto. No ha llegado a esclarecerse del todo, pero periodistas que estuvieron en la plaza, como Pilar Requena, sí que vieron que los disparos provenían de muchos sitios, no solo de uno. Mal por la policía, que abrió fuego, pero de nuevo, hay que mostrar todo el panorama.
La cuestión clave es si las consecuencias de estas protestas fueron una revolución o un golpe de Estado.
Mi compañero Rubén Ruiz-Ramas realizó un trabajo de lo más interesante donde aplicaba los marcos teóricos expuestos por dos grandes de la sociología política, Ch. Tilly y Theda Sckocpol. Aplicando el razonamiento de Tilly lo que sucedió hasta febrero de 2014 fue una revolución. Ahora bien, la salida de Yanukovich apunta a otro tipo de dinámica con otros actores. Un golpe de estado involucra elementos que forman parte del aparato estatal.
Yanukóvich fue repudiado por su propio partido cuando estaba en paradero desconocido.
Efectivamente, fue el Parlamento ucraniano, la Rada, la que decidió destituir al Presidente «por abandono de sus funciones constitucionales». Piensa que de manera inmediata hubo cambios muy importantes con cambios en puestos clave de La Rada. Así, Turchinov, mano derecha de Timonshenko, fue designado presidente de la cámara, Avakov, del mismo partido, fue designado ministro del Interior y el general Zamana, cesado durante los días anteriores como jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, fue nombrado ministro de Defensa. Por eso podría ser un golpe de Estado.
¿Por qué estaba en paradero desconocido?
Porque temía por su vida. El problema aquí es que en España se polarizó el análisis sobre los hechos. Si decías que era una revolución democrática, eras de Soros. Si decías que era un golpe de Estado, eras de Putin. Cuando en realidad, dependía del momento que tomaras para realizar el análisis.
¿Las consecuencias reales cuáles fueron?
Yanukóvich, pese a haber llegado el 20 de febrero a un acuerdo con los ministros de exteriores de Francia, Alemania y Polonia, desaparece y un par de días más tarde es destituido por la Rada. Algo debió pasar y aún no está esclarecido. Es un poco raro que llegase a un acuerdo y al día siguiente huyera. Puede que no garantizasen su seguridad. En la plaza había muertos y las víctimas le señalaban como responsable. Ahí da igual si hay infiltrados o no, era un presidente al que le protesta la población en una plaza y abre fuego contra ella. Entonces, el toque que hace que huya, para mí con toda seguridad es un golpe intramuros. . El problema si llegas a esta conclusión es que, como esta es la postura que defendía Rusia, te convierte automáticamente en vocero del Kremlin. Hay que medir cada palabra que se dice en medios, no te puedes hacer una idea. Vas en tensión.
No hace falta que te recuerde que se filtró una lista negra en la que aparecíamos varios académicos tachados como prorrusos, así sin más. Y todo por razones espúreas, Piensa que la labor de los think tanks es la de intentar influir en las decisiones políticas, pero también en colocar mensajes en medios de comunicación que lleguen de manera clara a la opinión pública. Cuando te aparece un grupo de analistas procedentes de la universidad que tienen una posición diferente al mainstream euroatlántico que caracteriza a nueve de cada diez think tanks de este país, y que demás comenten el error de ser escuchados y tener presencia en los medios, entonces es cuando sobrevienen los ataques. Se preguntaban: «¿Qué hacen estos ahí, que no les financia nadie, quitándonos tiempo y espacios para introducir nuestro discurso? Entonces seguro que son pro-rusos». Es algo alucinante.
Una de las consecuencias fue algo que se ha venido repitiendo en toda la periferia del espacio ex soviético: Transnistria, Abjasia, Osetia… Ahora llegaban Luganks y Donetsk.
Cuando cae Yanukóvich, Moscú ve peligrar la ley de neutralidad que este había aprobado años antes y lo único que puede hacer es desestabilizar Ucrania. Para entrar en la OTAN al menos hay que tener controladas las fronteras y a esto se sumó la amenaza de la restricción de los derechos lingúísticos de la minoría rusa.
Esa medida fue muy poco inteligente si lo que querían era conservar el país ante la amenaza anunciada que les caía encima.
Fue una forma de darle munición a la ofensiva rusa. Pensar que no iba a haber una reacción rusa era estar un poco a por uvas.
Si el Estado ucraniano tenía un punto débil en las regiones rusófonas, ir en ese momento precisamente a tomar medidas contra los derechos lingüísticos de esa población…
Es que no creían que Rusia fuese actuar de esa manera, a pesar de lo de Georgia, que fue como reacción a la ofensiva de Saakashvili. Creo que pensarían que estaban protegidos por la OTAN por algún acuerdo verbal. A partir de ahí, se lanza la ofensiva en el Donbás y llegan los «hombrecillos verdes» a Crimea y el posterior referéndum y anexión a Rusia.
En la Crimea anexionada o reincorporada, según quien lo diga, recuerdo a la población manifestarse delante de Medvédev por retrasos en los pagos de las pensiones.
Eso fue más adelante. También tienen mucha escasez de agua potable, por eso se habla ahora de que una de las estrategias que puede tener Rusia ahora mismo sea tomar Mariupol para hacerse con toda esa franja costera del mar de Azov y poder llevar agua a la península.
Cuando llegó Yatsenuyk a primer ministro, cristiano, pero hijo de judíos, denunció que faltaban treinta y siete mil millones en las arcas públicas que habría descuidado Yanukóvich.
Seguro. No dejan de ser oligarcas en un país sin sistema político en el que haya rendiciones de cuentas. Al igual que sucede en Polonia o Bulgaria, los niveles de corrupción son elevadísimos. Ese es el problema que tiene la UE, que ninguno de los movimientos de regeneración democrática están funcionando en Ucrania. A pesar de la ingente cantidad de dinero invertida desde la UE en la lucha contra la corrupción y la regeneración democrática en el país, no ha funcionado. Los indicadores así lo muestran En esta cuestión, además, Poroshenko como presidente le echó un pulso a Yatsenyuk y venció. La guerra en las regiones orientales propició el control total del Estado por Poroshenko, ya que constitucionalmente en caso de conflicto el poder pasa en su totalidad la Presidente, de este modo Yatseniuk quedó ausente de toda capacidad decisoria como primer ministro.
Poroshenko, oligarca que antes había financiado tanto la Revolución Naranja como el Maidán.
Y fiel escudero de Timonshenko. Pues, de repente, resulta que a Poroshenko le interesaba que hubiera una situación de guerra en el Donbás.
¿A Putin se le desbordaron los independentistas de las regiones rusófonas?
Ahí hay militares rusos infiltrados que lideran todos los movimientos. También hay contratación de mercenarios. Todo esto sin descartar el incomprensible halo de romanticismo con el que se envuelven estas situaciones que te lleva a encontrarte españoles voluntarios con la bandera del ¡No Pasarán!
Ucrania en el lance perdió el 20 % del PIB y más de diez mil muertos. Para buscar una salida al conflicto firmó los acuerdos de Minsk, apadrinados por Alemania y Francia, pero luego no se cumplieron.
Era un alto el fuego, no un acuerdo de paz, que tenía que ser monitorizado por la OSCE. Hay varios puntos, pero dos son los que no se han cumplido por parte de ninguna de las dos partes. Ucrania tenía que celebrar elecciones en Lugansk y Donetsk y había prometido dotarlas de un estatuto específico, pero el estado ucraniano pensaba que esas autonomías le podrían bloquear las políticas. Aparte, Kiev también dijo que hasta que no controlase esos territorios y la frontera, no podía darles ninguna autonomía. Hubo un bloqueo.
El siguiente primer ministro fue Ghroysman. Hay que destacar que su padre, judío, sobrevivió al Holocausto haciéndose el muerto en una fosa común. Aquí volvió a aparecer otra vez el ejercicio de funambulismo, por un lado la UE le apremiaba a que llevase a término lo firmado en Minsk, por otro la extrema derecha le advertía de que ni se le ocurriera.
Una pinza, diría yo. A su vez, una situación cómoda para el presidente, en este caso Zelenski…
Otro judío. Insisto en estos detalles étnicos o religiosos de los líderes ucranianos porque en España hay mucha gente que los llama nazis.
Es cierto que aquí llega mucha propaganda de los voluntarios ucranianos en la guerra, que están muy organizados, pero solo son una parte, no son de ninguna manera el grueso del establishment ucraniano. Este es enfoque se escucha desde posiciones, sobre todo de la izquierda. Obviamente hay grupos neonazis en Ucrania, pero estos no son menos que los que hay en Rusia, y, desde luego, no tienen la influencia que se les atribuye ni de lejos. Hay grupos neonazis organizados en Ucrania, sí; ¿tienen capacidad para condicionar en las decisiones del gobierno? yo creo que no; ¿hay miembros del establishment que participan en la toma de decisiones que se puedan enmarcar en una derecha radical? sí, pero no son neonazis. Creo que es muy importante tener discursos articulados y complejos en lo que hace a este tipo de conflictos. Nada es blanco o negro. Nos movemos en una variedad múltiple de grises que en el debate político muchas veces no son escuchados.
La llegada de Zelenski a la presidencia es bien curiosa. Es un actor que protagoniza una serie sobre un profesor de instituto que, tras un vídeo que se hace viral, llega por accidente a la presidencia del gobierno. Tiene un gran éxito, Zelenski se presenta a las elecciones con el nombre de la serie y gana.
La gente rechazó el viejo establishment y apostó por nuevas caras y nuevas propuestas.
Pero él también viene con un magnate detrás, el propietario de la TV en la que actúa, Kolomoyskiy
Pero ante la opinión pública parece algo diferente. Se parece al fenómeno de Vitali Klichkó, el boxeador y alcalde de Kiev. Zelenski llegó como representante de una nueva política, que luego se ha descubierto que no es tan nueva, exactamente igual que con las nuevas políticas del resto de lugares del mundo.
¿Han funcionado sus prometidas medidas contra la corrupción?
Claramente, no. De hecho, no son sus medidas, son sus medidas apoyadas por la UE y Estados Unidos, que han puesto en marcha un mecanismo de propaganda, en sentido estricto, de venta de los avances producidos en Ucrania tras el Maidán invitando a periodistas a ver cómo se trabajaba en el proceso regenerador. Lo cierto es que los resultados no son buenos. Se ha hecho una gran inversión en estas medidas, pero hay ya gran variedad de informes independientes que atestiguan que no han funcionado y que la situación en Ucrania es realmente grave.
¿Cuáles han sido las perspectivas de Rusia hacia Occidente en todo este periodo? Se ha hablado de que el país estuvo ensimismado en una actitud neurótica, en exigir ser tratado al mismo tiempo como uno más, pero también alguien especial. Un sentimiento de inferioridad y de superioridad a la vez.
El liderazgo político de Rusia no ha superado la derrota de la Guerra Fría y la humillación a la que fue sometida después de esa derrota. Las guerras hay que saber ganarlas tanto como perderlas, creo que Occidente no ha sabido ganar la Guerra Fría a la vista de su política expansiva y de acoso al vencido. En Rusia, heredera de la URSS, no hay forma de digerir que no es ya una gran potencia y que está limitada a ser una potencia regional, que es realmente lo que es en la actualidad. De hecho, es imposible que entre a competir en condiciones de igualdad con China o Estados Unidos, porque lo único que tiene Rusia ahora mismo es un monocultivo de recursos energéticos y poderío militar que es, precisamente, lo que está exhibiendo ahora. Sin embargo, ni siquiera ese músculo militar puede competir con el estadounidense porque no tiene los recursos necesarios para modernizar esas tropas y ampliarlas. De la OTAN ya ni hablamos. Por eso, en una disputa militar a gran escala tendría todas las de perder, de ahí que esté siempre innovando sus formas de hacer daño; tácticas de servicios secretos aprendidas desde el final de la II Guerra Mundial en el conflicto latente contra sus rivales.
Las formas de infiltrarse, hacer sabotaje y hacer daño al enemigo son muy variadas. Putin lo sabe, porque ha trabajado en inteligencia, es consciente de que no tiene la capacidad para enfrentarse a Estados Unidos y la OTAN y por eso trabaja en una suerte de guerra de guerrillas. Además, en el contexto del conflicto actual Rusia ha realizado movimientos en varias dimensiones. La primera de ellas en el ámbito local, lanzó incursiones a través de ciberataques, propaganda con la intención de atemorizar a modo de matón de patio de colegio a los que tiene más cerca, para meterles el miedo en el cuerpo y generar inestabilidad. Eso es básicamente lo que ha estado pasando en Ucrania hasta que lanzó las ofensivas militares. La segunda, tenía que ver con forzar a sentar a negociar a su eterno rival, EE. UU., sobre la estructura de seguridad europea. Algo que parecía posible tras el envío de las cartas desde Washington donde se acordaba negociar el despliegue de armas de medio y corto alcance en la región. Y así estaba previsto hasta la decisión de Putin de reconocer Luganks y Donestk y lanzar el ataque.
Tienen muchas relaciones bilaterales con países comunitarios, lo que dificulta las posturas comunes en la UE.
Putin es muy inteligente y sabe cómo dividir al enemigo. Genera determinadas dependencias y posicionamientos que dividan la posición común europea, sin embargo, aquí tenemos que preguntarnos cuándo ha habido una posición común en la UE. No hace falta que venga Putin para que no la haya. Es como la supuesta injerencia en Catalunya, yo creo que el movimiento independentista catalán tiene sus propias dinámicas, no hace falta que venga Putin a impulsarlo. No me dedico a estudiar bots, pero me parece muy inverosímil. Creo que desde ciertos sectores occidentales se le otorga a Rusia más capacidad de injerencia de la que realmente tiene. Está Russia Today ¿pero cuánta gente ve Russia Today? ¿Logran modificar la opinión pública con esas retransmisiones? Me cuesta creerlo. Igual soy muy antigua, pero me da la sensación de que no..
Después de Putin, ¿qué? ¿Qué es más probable, un hastío con los oligarcas o una toma del poder por parte de la extrema derecha que tan bien ha retratado Ricardo Marquina en su último documental, Rusia, revolución conservadora?
Me inclino más por lo segundo. En algunos contactos sobre el terreno en Rusia me sorprendió hablar con la gente joven y comprobar que no se había producido el tránsito de súbditos a ciudadanos. Es muy llamativo sobre todo cuando escuchas a gente muy joven preguntarse por qué tiene que ir a votar, que ellos no entienden lo que pasa en Moscú. Gente de 20 años, formada, que habla inglés y no se siente capacitada para votar. Creen que Putin ha restablecido el honor perdido, garantizado la seguridad, y no lo incluyen en dinámicas partidistas, en términos occidentales es un rey Sol, pero ellos no se sienten llamados a participar en la construcción del país.
En este caldo de cultivo, como señala Marquina, los neoconservadores están ganando cada vez más peso. Hacen esa combinación tan heterodoxa de religión, reivindicando el Imperio zarista y el bienestar social que, en ese entorno de nostalgia, creen que se vivía en la URSS. Esa mezcla tan sui generis está llegando a mucha gente y creo que será el vector hacia el que se está desplazando la vida política rusa, solo con las excepciones de las grandes ciudades. Muchas veces las impresiones que nos llegan de Rusia son solo las de estas zonas urbanas, pero hay otra Rusia. Por eso creo que Putin se ha equivocado con Navalny, porque fuera de las ciudades tiene muy poca influencia y con su arresto y juicio lo que hace es darle una mayor visibilidad ante la opinión pública, además de hacer aún más evidente la ausencia de un Estado de Derecho y democracia en Rusia.
La BBC dio, pese a esta revolución conservadora, unos sondeos en Rusia que indicaban que la población no tenía ninguna gana de un conflicto con Ucrania y solo deseaban una buena vecindad.
Los rusos lo están pasando mal con este conflicto. No quieren más guerras.
Además, otros sondeos de 2020 mostraban que las preocupaciones de los rusos que vienen de atrás son la subida de precios, con un 66 %, un aumento del desempleo, 44 %, y el empobrecimiento, 39 %. De Ucrania, nada.
Efectivamente, Rusia ha sufrido mucho con las sanciones estadounidenses, que son las que más capacidad de impacto tienen en la economía real. Con la tensión de la frontera se ha desplomado el rublo. Si estas encuestas eran así en 2020, ahora tienen que seguir apuntando en la misma dirección, incluso más. De ahí que Putin haya decidido prolongar su presencia en el poder hasta 2036 gracias a la reforma constitucional introducida en abril de 2021. Como todo líder autocrático y con ínfulas bonapartistas no se fía de nadie, ni siquiera de un potencial heredero designado por él mismo.
Lo importante es que de cómo se resuelva el conflicto en Ucrania dependerá el nuevo contexto geopolítico que se está configurando en este momento donde China juega un papel esencial; De cómo se resuelva la crisis de Ucrania dependerá el comportamiento China en su área de influencia. Concretamente, en Taiwán. Eso es al final lo que está en juego. Ucrania no deja de ser un peón, un alfil si quieres, pero no mucho más. Ucrania es un test, un órdago a la estructura de seguridad euroatlántica.
Ucrania no es Polonia. Es un país muy corrupto y donde se habla ruso. De hecho, estuve en Ucrania y la única vez que escuché su lengua fue cuando alguien señaló con el dedo un aparato de radio encendido y me dijo «lo oyes, es ucraniano». El camino está allanado. Sobre todo remarco las dos primeras frases.
Tenemos suerte que no este Trump, el gran amigo de Boris Johnson, en la Casa Blanca, porque estaría aplaudiendo a Putin ahora…
En Europa, hemos desperdiciado tres décadas de paz y prosperidad como nunca en nuestra historia en las que tocaba crear una union plenamente democrática, robusta, con valores sociales bien arraigados como ancla de todo un proyecto basado en el concepto de ciudadanía y no ya de nacionalidad como ahora… nuestros lideres desde hace mucho no están a la altura…
Putin esta loco, en la misma categoría de locos que Blair y Bush, dos ineptos que le allanaron el camino a Kiev al saltar la legalidad internacional, con el apoyo de Aznar y el PP en España, con la desastrosa invasion de Iraq….
Muy mala pinta tiene todo, aunque a la larga, Putin no puede ganar… buena muestra de la imbecilidad de tantos de nuestros lideres es la griterío incesante sobre las sanciones que a Putin le traen sin cuidado…
Solidaridad total con Ucrania y la soberanía nacional que Putin les esta arrebatando a sangre y fuego…
«Pecados de nuestros padres». ¿Ha oído la expresión? En 1945, Patton (y, creo que MacArthur) consideraba un error dejar que los soviéticos se fueran de rositas, pues ellos habían alimentado la maquinaria bélica nazi. Todavía en 1943 Stalin propuso a Hitler un armisticio, cosa que el pintor de brocha gorda rechazó, considerando que era una manifestación de la debilidad del ejército rojo, cuando lo que ocurría es que Stalin no deseaba contemporizar con los occidentales. Patton estimaba necesario tomar Moscú y eliminar de raíz lo que preveía que iba a ser un dolor de huevos futuro constante para Europa y el mundo. Incluso llegó a decir que Los US había luchado con el enemigo equivocado, Sin embargo, lo que Truman tenía en mente era asegurarse su reelección y continuar la guerra habría sido impopular. Así que mandó a Eisenhower a contemporizar con Zhukov (y en caso de que se alineara con Patton, tenía guardada la baza del gris Omar Bradley). En aquella época la URSS no tenía la bomba A y era una cuestión de tiempo que consiguieran armas nucleares. Si la situación hubiera sido la inversa, Stalin habría llegado hasta Lisboa. Pero Truman tenía que conseguir su segundo mandato. De aquellos polvos, estos lodos.
Va a resultar que a los nazis no los vencieron los soviéticos, no tuvieron nada que ver, en fin, qué barbaridad.
Le ha faltado soltar una lagrimita por el III Reich…
En cualquier caso, la Urss desapareció hace 30 años y en ese plazo el orden mundial podría haber adoptado otras características más equilibradas. No es precisamente Rusia la que hasta ahora ha marcado el ritmo.
Por supuesto, nada de esto exime de que lo que acaba de hacer Putin es una agresión a un estado soberano.
Ya comenzamos con las memeces de los que echan de menos a Saddam y Gadafi o al Estado Islámico. La URSS se pasó por el arco del triunfo cualquier legalidad posible durante su existencia, tanto nacional como internacional. Pues nada. Aquí un video en el que Donald Trump dice muy claramente que Alemania está tirando el dinero pagándole a Rusia por el gas y enriqueciendo el régimen de Putin… precisamente porque uno de sus peores cancilleres (Schroeder) es el principal accionista de la empresa rusa de gas.
https://twitter.com/JustinPulitzer/status/1496709662602932224
Sadam Husein fue apoyado tanto económicamente como militarmente por el gobierno americano y el gobierno britanico en primera instancia como ariete contra la revolución irani de 1979, y siguiendo sus ordenes, invadió a Iran en 1980, causando una guerra en la que se murieron un millón de personas, una cifra que supera con creces la cifra de muertos de la guerra civil española.
Solo cuando Sadam decidió ir por libre a quedarse con Kuwait y su petroleo, Occidente cambio de la noche a la mañana su parecer sobre aquel asesino masivo y tirano….
Gadafi fue otro monstruo sin lugar a dudas, pero queda en la memoria su regimen para muchos de cierta edad por ser el blanco de los primeros y ahora tan frecuentes así llamados «targeted air-strikes» en 1985 tras un avion americano fue derribado – o tal vez un barco hundido en el Golf, no me acuerdo -, por un misil disparado casi seguramente por los iranis, pero que Ronald Reagan pago con Gadafi porque interesaba en aquel momento castigar a Libia.
Fue memorable por tratarse de la primera vez que se bombardeo un país a lo tonto, sin son ni ton, pero todo super moderno y televisado, y causo una gran polémica en el solemne House of Commons, entonces un lugar serio, con políticos de peso, no como ahora con un partido conservador empapado en dinero ruso, como medio Londres, con los bancos de ahora ocupados por ultra nacionalistas britanicos/ingleses que no quedan muy detrás de Putin o Bush en fanatismo…
Lo que llama mucha la atención es la gran frecuencia con que van a la guerra los países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, eso es, Reino Unido, EEUU, Rusia, y en menor medida Francia que solo deja China, pero que todo llega con el tiempo…
Si descubren otro planeta habitable, yo sere el primero abordo…Blair, Bush, Putin, Trump, Boris Johnson….todos me dan ganas de tirarme por un puente sin mas…
El otro día, en Youtube vi un anuncio con Bill Clinton vendiendo un curso de liderazgo, como ser una persona que lidera con éxito etc, Pensaba que solo podía tratarse de un chiste, pero no, es real…
Son todos malos, locos y peligrosos, y no se si lo.mejor es apagar el televisor o irse a vivir en la España vacía donde no hay mucha cobertura, una bendición en tiempos como ahora…
El viejo Putin o tiene cáncer o demencia senil. Ha tirado por la borda todo en un par de meses el crédito ganado para Rusia en los últimos 20 años (a pesar de sus aventuras en Georgia y Siria).
Tiene razón, es muy posible que Putin se ha vuelto loco de verdad. El discurso del otro día era de una persona loca. Y no puede ganar a la larga, es un país demasiado grande…
El problema es que hace mucho se abandono la idea del desarme nuclear, los americanos salieron hace tiempo unilateralmente de los Tratados negociados con Gorbachov, dando luz verde a otra carrera de armas nucleares…
Una vuelta a aquellos tiempos tenebrosos de los 80 cuando no se hablaba de otra cosa….se resumía entonces el enfrentamiento permanente y su posible desenlace con la URSS con el acronimo MAD: Mutually Assured Destruction…Sting saco un disco sobre aquello, Frankie Goes To Hollywood también… y muchos otros…la guerra fría estaba siempre presente..
La llegada de Gorbachov fue como un milagro que nadie esperaba… había una palpable esperanza en el aire durante bastante tiempo….
De alguna forma fue así hasta las Torres Gemelas y la Guerra de Iraq, que puso unos cartuchos de dinamita bajo todo el orden internacional…
En fin, habrá que centrarse en ayudar a los ucranianos todo lo que se pueda ahora mismo..eso es lo mas importante….
Después de ver el valioso «Los Testigos de Putín» de Vitaly Mansky en Filmin, creo que podemos descartar la hipotesis de la locura de Putin.
El documental consiste de material rodado pero nunca utlizado por el simpático director Vitaly Mansky al hacer un documental sobre la primera campaña presidencial de Putin en el año 2000, tras ser nombrado presdeinte provisional por Yelstin, el ultimo día del último año, del siglo XX.
Queda perfectamente claro en el documental que desde el primer momento que Putin llegó al poder, su idea era crear una Rusia en la imagen de la Unión Sovietica. Es más, en su primer año como presidente, volvió a hacer el himno de la URSS, el de Rusia, y hay una conversación entre Vitaly Mansky y Putin hacia el final del documental que resulta clave en entender lo que está pasando en Ucrania… hay algo de Hitler en el 33 en el Putin del año 2000….
Claramente, somos muchos que hemos subestimado el peligro que supone Putin, no quedan excusas ya…
La corrupción es una pandemia mayor que la del covid. El gobierno ruso es un ejemplo paradigmático. Por desgracia, los occidentales, no se quedan atrás. Y no me refiero sólo a la de Madrid. Lea y llore:
http://loquesomos.org/la-locomotora-alemana-en-el-tunel-del-tiempo/
Saddam, Gadafi, Estado Islámico y Urss. Y memeces. Deben provocar fiebre las relaciones que esa mente felina establezca entre esos dos dictadores árabes (uno de ellos laico; el otro muy peculiar y volátil), el grupo terrorista integrista escindido de al Qaeda y el estado soviético extinto.
Compruebe sus apuntes rancios:
https://www.youtube.com/watch?v=cg4B-dJfznA
https://elpais.com/diario/1977/02/24/internacional/225586809_850215.html
https://elpais.com/diario/1981/04/29/internacional/357343214_850215.html
https://elpais.com/diario/1981/03/17/internacional/353631616_850215.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Muamar_el_Gadafi
Más bien afine su comprensión lectora. Por supuesto que hubo colaboración de la Urss con los países musulmanes con régimenes laicos. El caso de Gadafi es más peculiar frente a sirios o iraquíes, pues si tuvo su propia lectura del islam con el Libro Verde y su proyecto de unidad árabe. Pero en ningún momento he negado los contactos soviéticos con Gadafi. Así que tantos enlaces sobran. Lo que yo he negado es el contacto de la Unión Soviética con el islamismo. Ahí quien supo y sabe mucho es EEUU.
España no es Portugal. Es un país muy corrupto y donde se habla castellano. De hecho, estuve en Galicia y la única vez que escuché su lengua fue cuando alguien señaló con el dedo un aparato de radio encendido y me dijo “lo oyes, es castellano”. El camino está allanado. Sobre todo remarco las dos primeras frases.
La ayuda a un país europeo no procederá de Europa. El SWIFT no se toca, porque Alemania e Italia principalmente no están por la labor. Los caprichos de los oligarcas rusos, tampoco:
https://www.economiadigital.es/politica/la-industria-de-diamantes-belga-y-el-sector-de-lujo.html
Aunque Francia haya detenido a un mercante ruso en el canal de la Mancha, es cara a los medios. No hay bloqueo allá, ni tampoco en Gibraltar. Ni está, ni se le espera.
Cada uno queda retratado.
Extraordinaria entrevista con información que nunca tendrán (ni ofrecerán) otros medios de comunicación, en los que un montón de especialistas en todo se atropellan y se quitan la palabra desde su desconocimiento. Magnífica explicación que no servirá para fánáticos.
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Revelador artículo sobre cómo funciona la perturbada mente de Putin en este enlace de la revista on-line ‘The Atlantic’: https://www.theatlantic.com/international/archive/2022/03/libya-russia-ukraine-putin/626571/. Su miedo no es perder Ucrania o enfrentarse a un juicio en La Haya: su peor pesadilla es acabar lapidado y sodomizado con un palo de escoba por su propio pueblo, igual que su gran amigo Gadafi, o colgando boca abajo de un gancho de carnicero como Mussolini.
Estupenda exposición del mapa de los relatos.
Hay muchos estratos de realidad inconexos porque el sistema de gobierno de masas utiliza la fragmentación mental para vulnerar la voluntad. Básicamente, los ingenieros o programadores mentales crean un ente de control sostenido por una ficción legal que toma por la fuerza bruta o por consentimiento, los ámbitos considerados como reinados de lo espiritual, corporal y territorial. Los reales son los que viven fuera de la ficción. El resultado es el Estado, un ente máquina de dominio sobre el conocimiento y el juicio que administra la libertad de la masa ignorante mediante adiestramientos con premios y castigos, para así formar una estructura piramidal de poder. La sociedad se crea entre la masa ignorante y los grupos dominantes de la cúspide, por lo cual, siempre existe una dictadura que se configura convenientemente como tiranía en su juego de establecer un principio de autoridad entre el mal mayor y el mal menor desde dos perspectivas o cosmovisiones del mundo, opciones utilizadas astutamente con la democracia, que es simplemente una confirmación de las formas del contrato social entre el amo y el esclavo. La tecnocracia es la evolución del Estado en donde el ente, en forma de inteligencia artificial, toma la omnipotencia del programa o ficción de Dios para establecerce como absoluto y nexo permanente entre el esclavo y el amo.
La masa es la que mueve y construye el progreso siguiendo patrones especializados sobre un guión general que exige constantemente la entrega de su producto, en un comercio de libertad a cambio de una falsa seguridad. El efecto constante de inseguridad es debido al hecho de haber entregado la voluntad de manera inconsciente, de haber rebajado el valor de la condición humana con un precio. Es una auto traición que incide en la percepción de justicia, y su carga como culpa, es la que utilizan para manejar el comercio anímico y económico, mediante objetos de poder y rituales de liberación de la culpa. El sometimiento mediante el miedo es una forma de tortura para conservar el estado de sumisión general, generando ira, impotencia y desesperanza hasta conseguir la aceptación automática de la solución al sufrimiento.
Por éste motivo la verdad se transforma en un objeto más de manipulación, y un especialista puede caer muy fácimente en la trampa del laboratorio, en donde se descarta todo lo no autorizado para ser pensado y experimentado, por éste motivo el inicio de un pensamiento se ve condicionado siempre a seguir el camino hacia adelante del efecto, en la periferia de la causa, lejos del sentido y las intenciones reales de lo trascendente, que es lo original y auténtico.
El sistema dominante es simplemente una ficción del mundo que funciona parásitamente en la memoria cultural, alimentándose de la verdad humana, y como ficción, está condicionado y determinado con un final lógico, y es en ese el proceso de destrucción en donde los parásitos resetean y renuevan su gobierno y privilegios. El sedimento histórico demuestra éste hecho, acompañado de una reducción notable de despoblación y repoblación de ciudades, ciudades que son en realidad granjas humanas.
La naturaleza, llamada creación, realidad y también Dios, es un SI para todos, no hace distinción especial sobre nada ni nadie, y somos nosotros los que creamos lo especial y el NO para confirmar o encauzar un SI dentro del escenario. La naturaleza exige lo auténtico, ser libres, valientes y honorables, exige compromiso y calidad que no es más que una autodeterminación de conquista de la realidad y la vida. Por el contrario, la programación mental, la ficción, dirige hacia el NO, hacia la esclavitud, la cobardía y el deshonor, el mundo del sufrimiento gobernado por un grupo de linajes herederos del conocimiento del control mental, y son los que toman el campo del SI, de la abundancia, al ser cedido constantemente por la mayoría.
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