Gran parte de la obra de la fotógrafa y cineasta Maya Goded se puede poetizar tal y como recitó la experta en cultura hispanoamericana Teresa Jiménez: «Mujeres, siempre mujeres. Mujeres de cuerpo entero, mujeres con rostros ocultos, muertas mujeres, mujeres vivas, mujeres enamoradas, mujeres decepcionadas, mujeres bajo el suelo, mujeres en una cama, mujeres en la calle, mujeres en una losa en la morgue, mujeres de primera, segunda y tercera generación, mujeres sabias, mujeres ignorantes, alegres mujeres, mujeres nostálgicas, mujeres abandonadas, mujeres deseadas, mujeres excluidas, mujeres disfrazadas, mujeres desnudas, mujeres que aman, mujeres que sufren, mujeres dignas… mujeres al límite».
Goded (Ciudad de Mexico, 1997) es una fotógrafa y cineasta documental que desde el año 2002 forma parte de la Agencia Magnum como miembro candidato. ¿Qué la diferencia de otras? El enfoque tan personal y empático que realiza de la mujer con cada fotograma.
La artista hace del centro de su obra la situación vital de la mujer, que en demasiados contextos se muestra protagonizada por el abuso, el desconocimiento, el miedo y la libertad limitada. De esta forma, no solo trata de no evitar la presencia del dolor en las mujeres, sino que hace de ello el eje central de su trabajo. Sobre todo, la grandeza de cada una de sus colecciones recae en que nadie en su día a día habla de estos temas ni reconoce su existencia.
Como mujer mexicana, Maya Goded se plantea, a través de sus trabajos, las posibles respuestas a cuestiones que afectan directamente a su género. En no pocas entrevistas la autora ha contado que son sus dudas acerca de ciertas circunstancias que viven las mujeres lo que le ha hecho querer darle respuesta y, sobre todo, visibilizar todas esas situaciones vividas en su país natal. Por ello, a través de la cámara, ya sea con el movimiento o con imágenes estáticas, la artista responde visualmente y denuncia las injusticias éticas que durante siglos ha tenido que sufrir —y sigue sufriendo— la población femenina.
Sexualidad, maternidad, marginalidad, virginidad y violencia son algunas de las características del trabajo de Goded. Reflejando esto en su obra, insiste en la necesidad de documentar los abusos que siguen teniendo cabida sobre las mujeres. Así, el estilo de su trabajo cobra forma de reportaje documental, con pinceladas de costumbrismo, y siempre con la humanidad como bandera. El trabajo de Goded es tanto costumbrista como de denuncia, dos características que tristemente van de la mano cuando tiene que ver con la condición de ser mujer.
Todas las situaciones moralmente cuestionables que relata Goded vienen directamente de una sociedad educada profundamente en la religión cristiana. La moral católica ha dictaminado desde siempre lo que es ser «buena mujer» y lo que no, glorificando así algunos aspectos como la maternidad y la virginidad y demonizando otros como la sexualidad o la libertad de elección.
Aunque su trabajo como fotógrafa no comenzó teniendo esta idea como protagonista, la artista no tardó en interesarse por las mujeres que rompían los patrones impuestos. Destacamos tres colecciones de Goded con la mujer mexicana como el eje central de su trabajo:
El retrato de la feminidad en Plaza de la Soledad (2016)
Probablemente con su trabajo más conocido y relevante, Plaza de la Soledad, la artista muestra a la perfección la prostitución en México. A través de la diversidad de cuerpos, bellezas y vidas, Goded consigue plasmar el estado físico y mental de las trabajadoras sexuales, quienes le relatan a través de hechos y de palabras sus historias, desconocidas hasta entonces para aquellos que miraban hacia otro lado. Lo que en principio comenzó como una colección fotográfica en blanco y negro y un libro (2006), se convirtió en 2016 en una instalación formada por un vídeo documental de estos relatos. Este fue el primer paso de la artista de fotógrafa a cineasta, con el que reflejó la desigualdad, la pobreza, la transgresión, el deseo…
Maya Goded ha repetido en reiteradas ocasiones que su objetivo al llegar a la plaza de la Merced de Ciudad de México era realizar una serie de fotografías en blanco y negro de lo que allí se respiraba, pero nunca pensó en enfocar su trabajo hacia la esencia de la prostitución. De hecho, la meditación acerca de ahondar en ese tema fue a causa de una de esas instantáneas que tomó en aquel momento.
La pieza audiovisual posterior es una de las mejores obras de Goded, tanto por la implicación sobre el proyecto como por el simbolismo y el mensaje de cada uno de los fotogramas que lo forman, a lo largo de una hora y veinte minutos de duración. A través de este documental, Goded desnuda la realidad de la prostitución: la edad, el canon de belleza, la soledad, la libertad y la sexualidad.
Durante años, las mujeres protagonistas del trabajo de Goded han intentado salir de la oscuridad y mostrar sin tapujos la posición que el patriarcado les ha impuesto. A causa de ello, la artista quiso ser un altavoz más en esta lucha por visibilizar la realidad del trabajo sexual.
Respecto a la edad, una de las motivaciones de la fotógrafa al crear el documental era desmentir el mito de que las trabajadoras sexuales eran jóvenes. Además, Goded también mostró que hay tanta variedad de cuerpos entre las trabajadoras como mujeres existen.
Tal y como lo muestra Goded, sus protagonistas parecen señoras tradicionales, describiendo sus relaciones en pareja, casi incluso con cariño, aunque estén relatando sus encuentros cuando ejercen la profesión. De hecho, la autora enfoca todo el trabajo de tal forma que la prostitución, entre sus protagonistas, se vive como una situación cotidiana y natural. No se romantiza, pero no hace de la precariedad ni del rechazo el eje de la cuestión. En su lugar, son las vidas narradas por las propias trabajadoras las que forman el hilo conductor del trabajo. Se ve relatado así el día a día de muchas mujeres de cuarenta y cincuenta años en México.
Con toda la calidez que Goded ha logrado transmitir, las escenas traspasan la pantalla con la frivolidad que las caracteriza. Todas las mujeres hablan libremente de su sexualidad y de su forma de amar a los demás, pero estos sentimientos nacen en su mayoría como una vía de escape ante la explotación de sus cuerpos.
Sorprende cómo la artista consigue conectar con las protagonistas de sus historias, sobre todo cuando narran episodios trágicos como si estuvieran normalizados. Se desnudan tanto de cuerpo como de alma, por lo que las imágenes no necesitan otro apoyo que no sean los planos de sus rostros y sus miradas. Son historias al margen de lo establecido socialmente como el camino correcto.
Sus protagonistas crecieron con los valores del catolicismo y son rechazadas abiertamente por la sociedad. Esto se debe al profundo culto a la Virgen María en la religión católica en México. Esta práctica, llamada marianismo, ensalza a las mujeres tanto moral como espiritualmente cuanto más se parezcan en la imagen y en los valores a la virgen. Esta praxis viene directamente relacionada con la Virgen de Guadalupe, muy importante en el país, y por ello sienten la necesidad de mostrar un cuerpo femenino totalmente idílico. Al igual que con un ideal imaginario que cumpla el prototipo de madre virginal, en contraposición de la mujer o madre violada, representada por La Chingada, lo contrario a todos los valores que representa la Virgen.
El tacto en Desaparecidas (2005-2006)
¿Cómo se retrata a mujeres que ya no están? Pues a este reto responde con su fotografía Maya Goded entre 2005 y 2006.
Probablemente este es el trabajo más complicado que la artista se plantea: fotografiar rostros de mujeres desaparecidas o asesinadas. De esta forma, sus protagonistas son niñas y chicas jóvenes, hijas, sobrinas o hermanas de mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez. Independiente de la dificultad en retratar lo desaparecido, Goded captura la esencia de lo que no está con esta colección.
Este trabajo —como cada uno de los que realiza la artista mexicana— es el resultado de una experiencia vital, en este caso bastante trágica: los feminicidios de Ciudad Juárez. Fue todo un reto conseguir plasmar en imágenes los rostros de las chicas que ya no estaban presentes ni en sus familias ni en ningún otro lado. De hecho, este proyecto coincidió con otros en el tiempo, como el ‘Proyecto Juárez’, realizado por Mariana David y ‘El Palacio Negro A.C.’ Por ello, su solución al panorama marcó la diferencia de forma decisiva.
Así, la manera de hacer frente a tal reto puede llegar a resultar paradójica, pero fue totalmente efectiva y se convirtió en una solución original y concienciada. La artista decidió fotografiar a las hermanas, sobrinas y otros familiares de las mujeres desparecidas. A parte de ser una propuesta original para un tema tan delicado, Goded desafió así a la violencia machista, el dolor y la impunidad. Un crudo retrato de la realidad que viven tanto México como muchos otros países.
Además de los mencionados retratos, la artista también decidió captar imágenes sobre adolescentes de la zona en busca de una vida mejor. Es decir, prototipos de mujeres que sufren sobre todo esta violencia, secuestros y asesinatos. Por el contrario, y con el objetivo de mostrar la frialdad de la sociedad frente a estos trágicos acontecimientos, Goded fotografió a personas ajenas al conflicto —tanto física como mentalmente− como funcionarios de la zona.
Todas estas piezas son fotografías de apariencia casual o incluso instantáneas sencillas donde el sujeto solo mira a la cámara. Sin embargo, el simbolismo es lo más inquietante. Por su parte, la fotógrafa recopiló visualmente aquellos lugares donde, durante años, habían aparecido cadáveres de mujeres asesinadas. Este conjunto de imágenes fue la respuesta arriesgada de Goded y una manera de hacer cuestionar sobre cómo se debe afrontar el dolor provocado por el machismo y su legitimidad que se perpetúan desde tiempos inmemorables. El patriarcado permite tanto que esto continúe ocurriendo como que se expanda el pensamiento global de que la responsabilidad de estas atrocidades es de las propias víctimas, las mujeres, a causa de su ropa, su actitud o estar hasta tarde en la calle.
Durante este trabajo, la artista tuvo que enfrentarse a diferentes problemáticas que, hasta entonces, no había tenido que considerar. En primer lugar, la forma de retratar lo desaparecido. Consigue devolver al presente a mujeres que ya no están a través de rasgos, apariencias y edades similares.
En segundo lugar, no imitar ni caer en las mismas ideas que sus contemporáneos que trabajaron audiovisualmente en los asesinatos de Ciudad Juárez. De nuevo, su obra Desaparecidas constituye la respuesta a una de las dudas de la artista.
El oscurismo de Tierra de brujas (2006-2007)
En cuanto a su trabajo Tierra de brujas, la autora no buscaba otra cosa que no fuera mostrar cómo las generaciones mayores de mujeres mexicanas, desde lugares marginados, temidos, casi inexplorados fuera de las ciudades, practican el ocultismo. Con la fotografía de este mundo femenino la autora pone sobre la mesa al grupo de mujeres que aún asusta a los hombres.
Esta colección fotográfica muestra a la perfección un mundo marginado y rechazado desde sus orígenes. Mas mujeres y el ocultismo en el norte de México son sinónimo de brujería y, como tal, sufren el desprecio de la población.
Goded, como con cada duda y situación poco resuelta o mostrada, hace público a través del objetivo de la cámara la estética de las actividades de este grupo de mujeres. Comenta que su principal motivación era acabar con el miedo que desde pequeña había sentido hacia los rumores que rodeaban este mundo mágico y oscuro. Y este temor le persiguió hasta que terminó su colección, puesto que encontrar el lugar de trabajo de «las hechiceras» no fue tarea fácil.
El misticismo del ambiente acompaña a cada una de las instantáneas de la artista mexicana. Y en ellas se puede contemplar el origen de la imagen actual de estas actividades: la conquista española trajo consigo el catolicismo, y no solo dejó de lado todas las demás creencias relacionadas directamente con conectar con la tierra y la naturaleza, sino que sus responsables fueron perseguidas por brujería. Estas técnicas herbolarias y sanadoras siempre han sido trabajo de mujeres, por lo que su desarrollo desde aquel tiempo ha estado ligado al rechazo social, incluso aunque actualmente el pueblo mexicano haga uso de sus servicios de forma habitual.
Además, aunque aparentemente la Iglesia ya no se entromete en las labores del gobierno, el rechazo a estas mujeres y al mundo del misticismo sigue existiendo. De hecho, su contraposición al catolicismo se debe sobre todo a que este gremio femenino poseía conocimientos sobre anatomía, herbolaria y alquimia que el clero no poseía. Al igual ocurre con el concepto de sanar el cuerpo y el alma dejando a un lado la figura de Dios.
El tabú ha acompañado durante toda la vida a estas mujeres, gracias al cual han llevado libremente su sexualidad, pero no han podido disfrutar la de la vida en pareja. La serie Tierra de brujas muestra las costumbres arraigadas y desarrolladas durante siglos en clandestinidad: «Las brujas que conocí y fotografié en este país fundamentalmente católico son resultado del sincretismo entre las costumbres europeas y las indígenas», comenta la artista en la introducción a su colección.
A causa del prejuicio que este mundo genera, el misterio que rodea las fotografías de Goded es incluso mayor y ni el ojo del que mira es capaz de descifrar por completo el aura de las imágenes. A su vez, llama la atención que la labor de estas mujeres se centre en gran parte en los hechizos de amor y lleven a sus espaldas historias propias pasionales que no acabaran bien.
De esta forma, y a través de fábulas, lo intenta reflejar Goded en sus fotografías. El simbolismo de mujeres marginadas y rechazadas presentado a través de un mundo místico y surrealista, pero no deja de ser otro grupo más de población femenina humillado y discriminado que consigue sobrevivir.
Al final, Tierra de brujas visibiliza, a través de símbolos, lo que este mundo femenino representa en la sociedad de México: Goded refleja el fuego de los rituales, mostrando que ellas son como ese fuego sanador en la oscuridad, convirtiéndose así en la solución a los problemas de muchas personas. Los claroscuros en las instantáneas también representan la ocultación de estas prácticas pese a la presencia de «clientes». A través de la fotografía, Maya Goded logra mostrar su importancia profunda en la sociedad y la sabiduría de un grupo que siempre tiene que ocultarse de los demás.
Maya Goded representa a una generación joven de artistas mexicanas, como lo hace también Teresa Margolles, que consigue labrarse un trabajo independiente en un mundo dominados por hombres. La artista es una de las fotógrafas contemporáneas más importantes de México y, como tal, ha influido significativamente en las tensiones éticas y morales que durante décadas se han dado en el país.
En cuanto a influencias que se pueden ver en su trabajo, podemos encontrar a las primeras fotógrafas que se atrevieron con el feminismo en México y a compañeras de su misma generación: Ángeles Torrejón y su trabajo fotográfico a las mujeres zapatistas en la selva Lacandona; las instantáneas de Frida Hartz a mujeres indígenas; Patricia Aridjis y los temas sociales y el estilo de sus fotografías; los proyectos audiovisuales de Gladys Serrano, entre otras.
Con ellas comparte la esencia de sus obras: las mujeres mexicanas como protagonistas. En definitiva, visibilizar a las mujeres a través de la fotografía es algo que existe desde que se empezó a luchar por el feminismo a través de la cultura, pero cada artista, con más influencia o menos, ha dado luz de una forma u otra a la población femenina.
Podría decirse que Maya Goded no ha inventado nada nuevo, pero a día de hoy pocos artistas pueden asegurarse de tener un sello tan personal con algo tan discreto a simple vista, pero que ha levantado ciertas polémicas: plasmar humanidad sin dramatismo y sin romantizarlo, independientemente del tema tratado en la obra.
Maya Goded no es la reina del encuadre, tampoco del color y aunque destaque, ni siquiera de la estética, pero es una de las fotógrafas que mejor ha definido con técnicas contemporáneas las causas por las que el feminismo debe luchar en la realidad mexicana. De hecho, tal y como defienden expertos como Alcántara, la fotógrafa no busca la técnica perfecta, pero su atención se centra en atrapar tanto la sombra como la luz, el movimiento y la quietud, desafiando así a las fórmulas tradicionales y contemporáneas más comunes.
Los diferentes proyectos de Maya Goded desafían al sistema patriarcal desde el país de México, pero con una lectura mundial. A través de la visibilidad de estas situaciones, la artista incita a la reconstrucción del individuo, la concienciación y la necesidad inminente de asumir que la religión católica determina por completo la vida de las mujeres.