Todos deberíamos ser lampreavistas. Usted se preguntará qué significa este extraño término de cinco sílabas, difícil pronunciación y nula validez académica. Pues bien, déjenme explicarles que el lampreavismo es una forma de vida, un estado mental, una filosofía y, si me apuran, hasta una religión. Pero, por encima de todo, el lampreavismo es una forma de rendir homenaje a la Más Grande. Y no les estoy hablando de Rocío Jurado.
Me estoy refiriendo a la que para mí es la más grande del cine español. La secundaria por excelencia. El ojito derecho de Pedro Almodóvar. La mujer que elevó la ingenuidad a la categoría de arte. Que fue la despistada más despierta que hemos visto. Una actriz que no quería serlo, pero que terminó cambiando de parecer. Y menos mal que lo hizo. Si no hubiese sido así, la de risas que nos habríamos perdido.
Como ya supondrán —y habrán leído en el título—, hablamos de la maravillosa Chus Lampreave. Es difícil, casi imposible, quedarse con un solo personaje de todos a los que la actriz dio vida a lo largo de su carrera. Por eso les hemos facilitado el trabajo y, aunque Chus fuese mucho más que los papeles que le ofreció Pedro Almodóvar, hoy queremos invitarles, devotos lampreavistas, a que voten cuál de los personajes que interpretó para las películas del director manchego es su favorito. Y si quieren añadir algún otro momento de la icónica actriz en comentarios, siéntanse libres de hacerlo. De Chus es imposible cansarse.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
Blasa, la abuela de ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Jamás pensé que lo diría. Me juré no hacerlo. ¿A quién se le ocurrió esa maldita frase? Da escalofríos. Pero por Chus, soy capaz hasta de retractarme públicamente. Y voy a hacerlo. Voy a decir la dichosa frase. Confieso que la pensé la primera vez que vi esta película. Ya está, ahí va, no hay vuelta atrás: «Las abuelas deberían ser eternas».
Que me perdonen sus yayas y las mías, pero es que Blasa es la abuela perfecta. Despreocupada, consentidora, tiene un lagarto que se llama Dinero, dice «dabuti, tío», se encomienda a san Antonio cada vez que no encuentras algo (aunque no te librarás de que te llame «perdularia») y, lo más importante para cualquier nieto, es férrea detractora del colegio: «¿Otra vez a la escuela? Pero si sabes más que Lepe». A Toni, su nieto, no le hace falta ir al instituto. El conocimiento está en casa. Pocos pueden presumir de una abuela analfabeta que se sabe la lista de escritores románticos y realistas al dedillo.
No hay frase de Chus en esta película que no sea mítica («paso total de vosotras, me aburrís» o «no me chilles, que me sube el azúcar»), pero, ahora que el invierno se acerca, madrileños, les invito a que, en vez de cagarse en unos cuantos santos cuando las temperaturas bajen, homenajeen a la actriz diciendo: «En Madrid hace un frío que ni los lagartos».
Chus, la portera de Mujeres al borde de un ataque de nervios
Historia del cine español. Los testigos de Jehová deberían estar contentos. No solo el mundo entero ha pasado a saber que en su religión solo se puede decir «la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad», sino que, con una feligresa como Chus, a cualquiera le dan ganas de convertirse. Solo por la publicidad que les ha hecho deberían ir pensando en cambiarse de nombre. Los testigos de Chus. Si lo hiciesen, estoy segura de que no tendrían que tocar tantos timbres. Y de que se ahorrarían muchos portazos.
Jacinta, la madre de Leo en La flor de mi secreto
De entre las muchas —muchísimas— razones por las que la escritora Dorothy Parker debería revivir (¿hay alguien que no quiera recuperar a una mujer que como epitafio quería «disculpen el polvo?») para mí hay una que tiene un peso especial: Dorothy Parker debería ver La flor de mi secreto. Sería lo justo teniendo en cuenta que Pedro Almodóvar se inspiró en uno de sus cuentos («The Lovely Leave») para la trama de su película. Y porque quién querría perderse a Parker reaccionando a Chus Lampreave diciendo «apoltronaíca estoy» o «¡cállate, cara de ladilla!».
Eso sí, antes habría que hacerle unas cuantas aclaraciones a la mujer. Explicarle que Jacinta, el personaje de Chus en la película, es una typical spanish mother. De las que se llevan un táper de tortilla de patatas en el bolso y otro con tajadas de lomo adobao cada vez que se van de viaje (por lo que pueda pasar). De esas que usan los supositorios de glicerina a diario y odian de manera visceral a los skinhead. Bueno, esto puede que no sea tan typical, pero todos tenemos nuestras cositas. Incluida la propia Dorothy Parker, a la que perfectamente podría aplicársele una frase que dice el personaje de Chus en la película: «Ay, hija mía, tan joven y ya estás como vaca sin cencerro».
La tía Paula en Volver
En Volver, el personaje de Chus Lampreave aparece cinco minutos y se muere. Aunque realmente eso no importa. Un icono no necesita interpretar un papel protagonista, ni muchos minutos de pantalla para tornarse imprescindible. El personaje de la tía Paula desde luego que lo fue. Incluso tiene madera de referente vital. Por lo que si alguno de ustedes tiene en mente convertirse en su vejez en una señora manchega de bien y en algún momento del camino siente que no está obrando adecuadamente, solo tiene que preguntarse qué haría la tía Paula. Sacar barquillos del aparador cuando hay visita: sí. Decirle a tu sobrina que tiene cara de amargada: no. Decirle a tu sobrina que tiene «cara de sota»: sí. Plantarle a todo el mundo cinco besos en cada mejilla en vez de uno: sí. Delatar continuamente a tu hermana supuestamente muerta ante sus hijas: por supuesto. Despedirse con un simple «adiós»: no. Despedirse con un «que tengáis cuidaíco»: siempre.
Sor Rata de Callejón, la monja de Entre tinieblas
Sor Rata de Callejón es una monja poco convencional. No crean ustedes que este hecho radica únicamente en su peculiar nombre. En el convento de las Redentoras Humilladas solo se practican los apelativos denostadores —sor Estiércol, sor Víbora o sor Perdida—. Sor Rata es una religiosa distinta porque ha decidido llevar una doble vida. Además de monja, es una escritora superventas de novelas románticas inspiradas en la vida de las novicias que pasan por el convento, las cuales publica bajo el pseudónimo de Concha Torres. Aprende, Whoopi Goldberg. Comparado con sor Rata, lo tuyo en Sister Act es un chiste.
La portera de Hable con ella
Si hubo algo que Pedro Almodóvar nos dejó claro con las apariciones de Chus Lampreave en sus películas fue que, si la carrera artística de la actriz no hubiera cuajado, desde luego que a la cola del paro no se habría ido. Existía una profesión diseñada específicamente para ella. A estas alturas ya habrán adivinado ustedes de cuál les estamos hablando. En Hable con ella, Chus interpreta por segunda vez a una portera. En esta ocasión, a una muy indignada. Para ella es intolerable que ningún representante de la telebasura haya acudido a entrevistarla por el reciente encarcelamiento de Benigno, uno de sus vecinos, aunque no tenga ni idea de por qué este ha sido encarcelado. Su enfado se resume en una frase que, veinte años después del estreno de la película, sigue teniendo la misma vigencia que entonces: «Es muy triste cómo están los masa media en este país».
Una petición para los mandamases de las facultades de Periodismo: por favor, dejen de utilizar en sus programas educativos el término mass media y sustitúyanlo por «los masa media». Suena mejor. Menos pijo.
Pilar, la madre de Eva en Matador
Cuidado. Les aviso que con esta película nos adentramos en terrenos pantanosos. Si revisitan Matador huelga decir que la corrección política —o, mejor dicho, la corrección, así en general— brilla por su ausencia. Pero sobre todo sepan ustedes que la menos correcta de todos es Chus Lampreave. Aunque no lo parezca. Que no les engañen esos ojazos redondos y esa vocecilla aguda y siempre compungida. Es un caramelo envenenado. El arma secreta de Almodóvar. Solo una actriz como ella podía llenar de verdad y credibilidad las delirantes y surrealistas líneas de guion de Pilar, esa madre cuya hija acaba de ser violada y que está más preocupada de tener la casa «manga por hombro» que de ir a la comisaría a denunciar el tercer abuso sexual que ha sufrido su hija («¿o son cuatro? Ya me pierdo», le dice Pilar al policía). Solo a Chus le queda tan bien decir esas burradas.
La actriz que hace de portera en Los abrazos rotos
Como no podía ser de otra manera, en su último trabajo con Almodóvar, Chus interpretó a una portera. O algo un poco más enrevesado que eso. En Los abrazos rotos, Lampreave da vida a una actriz que hace de portera en la película ficticia Chicas y maletas. El papel es corto, casi un cameo, pero incluye una novedad que lo hace especial. Algo que no habíamos visto en las otras dos ocasiones que la actriz encarnó este papel y es que va vestida de uniforme. Con corbata y todo.
Chus Lampreave en uniforme es la autoridad en persona. Puede que en la película al personaje de Penélope Cruz le dé igual que la regañe por tirar cacharros por la ventana durante una de sus rabietas, pero si a mí esa Chus uniformada me hubiese mandado tirarme por un barranco, les aseguro que lo habría hecho sin pensármelo dos veces.
Chus Lampreave en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Imagen: Tesauro.
El más memorable es cuando Chus Lampreave comenta: «¿en qué cabeza cabe?» ignoro el título.