Cuando una bucea en la extensa vida y obra de un artista se topa, a menudo, con un punto de no retorno. La información es tanta y tan poco el tiempo para procesarla que se llega a un momento de congelación en el que no se consigue avanzar de ninguna de las maneras.
Esto es lo que pasa cuando se trata de juntar todas las piezas del rompecabezas de la vida de Charles Aznavour. El francés, de origen armenio, nacido en 1924 en París, afirmó en alguna entrevista que sus canciones no hablaban sobre él mismo (salvo una, llamada «Autobiographie»). El resto son historias. Relatos narrados con música sobre artistas desamparados, amores perdidos y nostalgia.
La carrera de Aznavour pasa por el cine, la poesía y, cómo no, por la música. Ante todo, era un intérprete en el sentido más amplio de la palabra. Era capaz de llenar el escenario con su voz y su figura enjuta y contenida. No es extraño, sabiendo esto, conocer su carrera como actor. El papel que lo afianzó en este campo lo tuvo gracias a uno de los maestros de la nouvelle vague, François Truffaut, en su segunda película, Tirez sur le pianiste (1960), en la que el franco-armenio tenía el papel protagonista.
Su voz, sus capacidades como actor y sus letras le convirtieron en un gran narrador. Seguir arañando en su vida no tendría sentido para este artículo, puesto que la información está ahí al servicio de todos. Lo que queremos es recuperar algunas de las historias de sus canciones, todas de la década de los sesenta, que aunque tengan precisamente sesenta años, siguen esiendo pertinentes.
Estas son tres canciones de Charles Aznavour para amar y odiar la vida:
«Je m’voyais déjà» («Ya me veía»)
En 1961 salía a la luz el álbum Charles Aznavour, también conocido como Je m’voyais déjà, séptimo disco de estudio del armenio, que lo reafirmaría internacionalmente y que tiene una canción homónima escrita por Aznavour que habla sobre la dura vida de un artista en aquel momento, pero que puede extrapolarse a la dura vida de un artista en esta época.
Un joven de dieciocho años se muda a París para comerse el mundo. Es artista y la gran ciudad es su oportunidad para triunfar. Él ya se ve como uno de los primeros en los carteles, llenando salas y firmando autógrafos a unos fans que se agolpan a su alrededor. La realidad, no obstante, difiere mucho de sus fantasías. Treinta años después sigue llevando el mismo traje azul que se mandó fabricar a su llegada a la capital francesa. Lo único que se mantiene en esas tres décadas es la certeza del artista en que prosperará y tarde o temprano conseguirá el éxito.
La letra de esta canción fue escrita enteramente por Charles Aznavour. La música, alegre, viva, saltarina no deja presagiar lo que dice la letra, pues de manera velada habla sobre las expectativas no alcanzadas de un artista de provincias que vive en una mentira. Salvando las distancias de tiempo y estilo musical, recuerda a Stromae y algunas de sus bailables canciones con letras realmente desmoralizadoras.
Pero no es la letra en sí de «Je m’voyais déjà» lo que hace que se te retuerzan las tripas, sino lo que subyace a esta, el hecho de que el protagonista no se resigne a perder la esperanza en ningún momento.
Los últimos versos de la canción dicen:
On ne m’a jamais accordé ma chance
(Nunca me han dado una oportunidad)
D’autres ont réussi avec peu de voix et beaucoup d’argent
(Otros lo han conseguido con poca voz y mucho dinero)
Moi j’étais trop pur ou trop en avance
(Yo era demasiado puro o estaba demasiado adelantado)
Mais un jour viendra je leur montrerai que j’ai du talent
(Pero un día llegará, les mostraré que tengo talento)
El que los escuche con algo de atención entenderá que ese momento de revancha del artista incomprendido contra el mundo nunca va a llegar. «Je m’voyais déjà» es más bien el relato de un señor maduro que no tiene los pies en la tierra. La historia de uno de tantos talentos no descubiertos jamás.
«Que c’est triste Venise» («Qué triste es Venecia»)
Tres años más tarde, en 1964, apareció esta balada, cuya letra corrió a cargo de Françoise Dorin y Charles Aznavour, en la que el Puente de los Suspiros ya es solo una figura vaga que evoca tristeza por los amores muertos.
Y entonces el esplendor de Venecia no vale nada y todo se torna triste, gris y sinsentido.
Que c’est triste Venise au temps des amours mortes
(Qué triste es Venecia en el tiempo de los amores muertos)
Que c’est triste Venise quand on ne s’aime plus
(Qué triste es Venecia cuando ya no nos amamos)
On cherche encore des mots, mais l’ennui les emporte
(Buscamos palabras, pero el aburrimiento se las lleva)
On voudrait bien pleurer, mais on ne le peut plus
(Querríamos llorar, pero no podemos más)
Este es un cuento sobre un amor que acaba de finalizar, es una despedida. Quizá por eso los creadores de la serie The Leftovers decidieron que era el tema perfecto para ilustrar el final del quinto capítulo de su tercera temporada, en el que el reverendo Matt anuncia que se muere.
Sin esperanza por recuperar ese amor perdido, Aznavour canta a una cara de Venecia alejada de las postales y los selfis de los turistas, una Venecia estampa de la belleza de una pasión olvidada y pisoteada por el aburrimiento. Porque hasta una de las ciudades más bellas del mundo puede amanecer desprovista de su fulgor cuando el amor se ha muerto.
Les musées, les églises ouvrent en vain leurs portes
(Los museos, las iglesias abren en vano sus puertas)
Inutile beauté devant nos yeux déçus
(Belleza inútil delante de nuestros decepcionados ojos)
Es una canción perfecta para regodearse en la pena tras una traumática ruptura.
El mismísimo Julio Iglesias la interpretó con Aznavour, en español y francés, regalándonos un dueto mítico, lleno de intención y de complicidad entre dos auténticos mastodontes de la canción.
«La bohème («La bohemia»)
Esta es, sin lugar a duda, la canción más representativa de Charles Aznavour como cantautor y símbolo mundial de la chanson française. A cualquier aficionado al reguetón más sórdido deben de sonarle los acordes de «La bohème». La letra fue compuesta por Jacques Plante y Aznavour y retrata la historia de un pintor que vivió en Montmartre y que tiempo después ha vuelto para descubrir, con estupor, que poco de su época como bohemio persiste.
Ya nadie espera la gloria en el barrio de los artistas, la bohemia ha desaparecido y lo único que se pasea con su fantasmagórica figura por el empedrado es la nostalgia. Pero esa morriña por el pasado reflejada en la voz y el piano de esta canción no remite solo al arte, sino a un tiempo en el que el tiempo no importaba. La vida parecía infinita, y aunque la miseria rondaba, todo era soportable gracias a la juventud.
Quand au hasard des jours
(Cuando con el azar de los días)
Je m’en vais faire un tour
(Voy a dar un paseo)
À mon ancienne adresse
(A mi antigua dirección)
Je ne reconnais plus
(No reconozco más)
Ni les murs, ni les rues
(Ni las fachadas, ni las calles)
Qui ont vu ma jeunesse
(Que han visto mi juventud)
En sus interpretaciones en directo, Charles la cantaba con un pañuelo blanco en la mano. Para algunos este es un símbolo de la juventud perdida, para otros una ayuda material para representar cómo pinta sobre un caballete. Es una canción agridulce, que dibuja un barrio de París en el que había una explosión de miseria y arte, en el que los artistas eran felices a pesar de todo.
Ahora, paseando por entre los adoquines de la calle, el protagonista de La bohème sabe que ya pocos piensan en esa época y, por lo tanto, su nostalgia no le importa a nadie.
La bohème, la bohème
(La bohemia, la bohemia)
On était jeunes
(Éramos jóvenes)
On était fous
(Estábamos locos)
La bohème, la bohème
(La bohemia, la bohemia)
Ça ne veut plus rien dire du tout
(No quiere decir nada en absoluto)
Cuando una escucha estas canciones se pregunta ¿ayer u hoy? Aunque la música esté revestida de una atmósfera melodramática para los tiempos modernos, las letras no dan puntada sin hilo y apelan directamente a temas universales que no pasarán de moda a pesar del implacable discurrir de los años. Pues la frustración de un artista sin éxito, el dolor por la perdida de la persona amada y la nostalgia nos seguirán acompañando mientras el mundo siga siendo mundo.
1964. Tengo un recuerdo indeleble, el de estar en un gimnasio de barrio con olor a sudor, cloro y humedad. Mientras me secaba después de la ducha, listo para vestirme, me llegaba el canturreo de otro usuario: «Et pourtant, pourtant…» Yo me sabía la canción de Aznavour de memoria y me gustó oírsela a otro. ¿Qué gigantes hay ahora del calibre de Charles Aznavour, Gilbert Bécaud (mi intérprete favorito europeo, en el continente americano son Ray Charles y Otis Redding) Édith Piaf, por hablar solo del país vecino, Francia. Me han acompañado toda la vida desde mi más tierna infancia (Piaf) con esas maravillosas composiciones INTERPRETADAS, porque había que ver cómo actuaban mientras las cantaban. Por cierto, una anécdota que estoy seguro muchos ignoran, como me pasó a mí durante casi mi vida entera y que gracias a esta maravilla de la información a través de la red, supe hace cosa de tres años; resulta que Charles Aznavour y Mike Connors, el intérprete de la serie «Mannix» en los años sesenta y setenta, son ambos de origen armenio y además, ¡son primos carnales! No tuve ni idea durante décadas y me quedé a cuadros cuando lo supe, la verdad.
La boheme es una de esas canciones que no es que me guste. Es oírla empezar y directamente me eriza la piel. Un monumento.
Creo que ‘ l’ennui les emporte ‘ se traduce mejor como ‘el fastidio…’ o ‘la desazón… ‘ y que ‘on ne le peut plus’ como ‘ya no podemos’
¡Aznavour, Aznavour, qué grande!
Tu aussi
Hermosísima nota. Nunca habrá alguien mejor. Aznavour es lo más, no sólo en Francia sino en todo el mundo.
Es dificilísimo elegir entre sus canciones, pero vale recordar que, en 1963 escribió e interpretó maravillosamente ‘Comment ils disent’, extraordinaria obra de respeto y sensibilidad para con la comunidad no binaria: 60 años antes ….
Definitivamente El Más Grande!!!
Ninguno como él.nuestro Jairo es bastante bueno.pero con Charles se va un recuerdo hermoso de nuestra vida.lo escuche x radio en 1964 tenia 14 años y el corazón lleno de amor.sus canciones acompañaron parte de mi vida.
Soy colombiano y un seguidor de Aznavour incondicional… las letras de sus canciones son verdaderos poemas..un inmortal y un verdadero ídolo para la gente romántica.
Una de sus canciones que llega al alma es VENECIA sin ti…es como el Mundo si ella.
Mientras me encontraba en Alemania en mi servicio militar en 1965-66 en varias ocasiones escuché en francés varias veces por radio «La Bohemia», me encantó sin entender el idioma hasta varios años más tarde. Eventualmente mi esposa y mis hijos «conocieron» a Aznavour y nos llenan de nostalgia sus canciones.Para el año 1974 ya con mi esposa visitamos por primera vez al París (soy de Puerto Rico) de Charles Aznavour. Hemos ido otras veces excepto el año pasado pues se fué a morar con el Señor (QEPD).