A medida que las redes sociales se han ido profesionalizando han surgido patrones y grupos de los llamados youtubers que se diferencian entre sí. En los últimos años, aproximadamente desde 2015 hasta hoy, los públicos y los creadores de contenido de YouTube han cambiado y la divulgación ha pasado a ocupar un espacio importante gracias a creadores como Jaime Altozano, Antonio García Villarán o Ter.
En el canal de esta última, a pesar de que ella es arquitecta, se puede encontrar prácticamente de todo. Digamos que es la más original en sus formas a la hora de explicarse y de introducir una gran variedad de temáticas a sus seguidores.
La joven empezó a subir vídeos en 2016 y creó bastante polémica al principio porque los espectadores no sabían si tomar su contenido en serio o si era algo irónico. Esto era porque ella hablaba sin tapujos de lo mucho que había aprendido viendo el reality de las Kardashians o de que estas son más importantes que Gabriel García Márquez.
Hordas de gente se echaron encima de ella por este vídeo sobre el escritor (incluso salió en la prensa colombiana) y no sería hasta dos años después, gracias a otro de sus vídeos, cuando todo se haría comprensible para el que quisiese entender.
El concepto performance
Para empezar esta historia es preciso acudir a la siempre servicial RAE, que define el concepto de performance en su segunda acepción como: «Actividad artística que tiene como principio básico la improvisación y el contacto directo con el espectador».
Cuando se lee esto es probable que se piense en artistas como Marina Abramović o Yoko Ono, incluso se suelen catalogar de performance las actuaciones en directo sobre escenarios. El término traído al español quizá es un tanto vacuo y se suele usar para denominar cosas que no entran estrictamente en la definición dada por la Real Academia.
Por su parte, el 25 de septiembre de 2018, Ter subió el vídeo que daría sentido a todo su canal, a sus polémicas del principio (luego se convirtió en una de las youtubers más queridas en la plataforma) y a la vida de muchos que pueden aplicar la lección.
Lo que hizo, precisamente, fue redefinir el concepto de performance como algo que «consiste en canalizar un único sentimiento de la manera más intensa posible para hacer un point, sin matices y sin disclaimers».
Es decir, según añade Ter a esta definición, se debe estar comprometido con la idea que se está defendiendo y llevarla hasta el final. No obstante, al mismo tiempo hay que sentir cierto desapego por esa idea. Esto no quiere decir que la performance, entendida al modo de la youtuber, sea algo deshonesto, sino que es totalmente honesta ya que condensa un sentimiento intenso en algo concreto.
Tampoco es deshonesta porque no «procede del cinismo. La performance es honesta, pero no es literal». En esto último está la clave para entender el concepto.
En muchas ocasiones, ya como seres humanos adultos, se nos pide que nuestro discurso ante la vida sea algo coherente, consistente y sin fisuras, en la medida de lo posible. Pero esto es prácticamente inalcanzable, el ser humano es contradictorio porque nuestras emociones son mucho más complejas de lo que, habitualmente, podemos expresar con palabras.
Así, en su vídeo, Ter cita un poema de Walt Whitman, Canto a mí mismo, en el que dice: «¿Me contradigo? / Muy bien pues… me contradigo; / soy grande… contengo multitudes». Tenemos muchos sentimientos contradictorios al mismo tiempo. Tenemos la capacidad de amar u odiar, de gustar o detestar, de estar tristes o contentos, a veces lloramos de alegría (¿hay algo más contradictorio que eso?).
En este caso, cuando se hace una performance entendida de este modo es porque tenemos una emoción intensa y la canalizamos de la manera más eficiente, teniendo un «momento performance» o lo que Ter más finamente llama «actitud performática». Puede incluso que lo que se diga en este discurso performático no sea estrictamente cierto, pero eso no importa, lo único importante en un momento así es defender una idea hasta el final y la honestidad y la verdad parten precisamente de ahí, de la pureza de ese sentimiento.
Por ejemplo, el monólogo de un humorista es performático, no porque sea una actuación sobre el escenario, sino porque en el humor se exageran acciones, actitudes, pensamientos. Cuando ves al monologuista sabes que él piensa así muy probablemente, pero también que lo que está diciendo no es literal, ¿por qué? Porque el humorista y la gente que ríe en sus asientos de teatro están en el plano de la fantasía.
Fantasía vs. Realidad
Este es otro de los principales puntos que hay que entender bien para comprender y asumir realmente el concepto de performance de Ter.
Ella concibe la realidad en dos planos que son paralelos, como si uno pudiera reflejarse en el otro. En el plano de arriba está lo que llama «fantasía», mientras que en el de abajo está la realidad, las personas con problemas reales que necesitan soluciones reales. Uno puede pasar de un plano a otro, según el momento o la elección personal, muchas veces, inconsciente.
Esto es importante porque la performance ocurre en el plano de la fantasía. En el plano de la realidad pierde fuerza, los argumentos contundentes pueden acabar con ella en un suspiro, no se sostiene ni tiene sentido. Hay muchas personas que están afincadas en la realidad, en lo concreto, son muy identificables cuando interpretan chistes o bromas de manera literal. Ahí la persona que hace una broma o comentario irónico está en el plano de la fantasía, la persona que no lo entiende y trata de llevar la frase a la literalidad está en el plano de la realidad. Y lo fundamental para entender bien este concepto de performance, como se ha apuntado anteriormente, es asumir que no es literal.
La performance de C. Tangana en Operación Triunfo
Una vez entendido el concepto de performance como el hecho de canalizar un sentimiento potente en un sentido sin hacer ningún tipo de matiz, llega la hora de poner ejemplos. Este momento es performático en los dos sentidos: es un espectáculo en directo y es una performance al estilo Ter.
La música de C. Tangana ha venido pegando fuerte en los últimos años. Con el tiempo se ha ido refinando y creciendo como artista hasta hacer su último disco, El madrileño. El germen de este álbum, que ha visto la luz en 2021, está en 2018. Concretamente el 21 de noviembre de 2018, día en el que C. Tangana presentó su canción «Un veneno», bastante diferente en ritmo, música y letra a lo que venía acostumbrando a sus oyentes.
La canción habla de un muchacho sin muchos recursos que alcanza la fama y la gloria. Es una suerte de crítica, en cierto sentido, a la industria de la música, a cómo funciona (no muy diferente de cómo lo hacen, en esencia, el resto de industrias culturales y creativas).
El tema tiene frases como: «Y ahora quiero triunfar y ganar / y salir en la tele y la radio» o «Aún recuerdo al chaval hambriento / que no invitabais al baile / Antes cuando era inocente, antes / pero antes yo no era nadie». Ese «que no invitabais al baile» interpela directamente a productos culturales como Operación Triunfo y a lo que representa en ese momento para él: lo peor de la industria.
Por tanto, el mejor lugar para presentar esta canción era el plató de Operación Triunfo, el sumun del arte plastificado y prefabricado. Eso en sí mismo ya constituye una performance en el sentido descrito por Ter.
C. Tangana, como ha reconocido en algunas entrevistas, fue allí a «insultar a la tele», es decir, a hacer una performance, por supuesto, desde el plano de la fantasía. Cantó «Un veneno» y se fue del plató sin dirigirle la palabra a nadie, cuando lo habitual en el programa es que, tras la actuación, el artista intercambie un par de frases con el presentador, en este caso, Roberto Leal.
Este último no lo entendió, o más bien no lo quiso entender, y le espetó un «hasta luego, Mari Carmen» que copó titulares durante bastantes días y que, aún hoy, sigue siendo un tema por el que preguntan al madrileño.
Roberto Leal quería llevarse la actuación de C. Tangana al plano de la realidad, pero no pudo hacerlo porque este estaba cien por cien comprometido con su performance, canalizando ese sentimiento de rabia por el comercio y la capitalización del arte como producto de consumo.
No habría tenido ningún tipo de sentido o coherencia que el cantante se hubiese quedado hablando amigablemente con Roberto Leal (y lo que él representaba en ese instante) después de haber interpretado una canción que interpelaba directamente al programa y a su parte más oscura.
Ejemplos adicionales para acabar de pillar el concepto
Los vídeos de la propia Ter son muy performáticos. Cuando ella proclama que las Kardashians son mucho más importantes que Gabriel García Márquez no está actuando, no está siendo irónica, está teniendo una actitud performática. Ella piensa eso realmente y está comprometida con la idea, por lo que es honesta, pero no es del todo literal y ese pensamiento convive con otros sentimientos como puede ser, precisamente, el de que sí le gusten los libros del autor colombiano.
Otro ejemplo de performance son los tatuajes. Un tatuaje es una declaración de intenciones en uno u otro sentido. Da igual que el dibujo sea una frase profunda que ha significado mucho para la persona que marca su piel con ella o que sea una caricatura de un gato porque le gustan mucho estos animales. Las personas que se tatúan están cien por cien comprometidas con la idea que se tatúan, tanto como para dejarla en su piel de por vida. En la mayoría de ocasiones, no suele ser algo literal, sino algo que parte del plano de la fantasía. Por eso, cuando una persona le dice a alguien con tatuajes que qué pasará cuando sea viejo y se arrugue, se está queriendo llevar esa declaración de intenciones, esa performance que nace en el plano de la fantasía, a la realidad.
Y volviendo al humor, uno de los programas que lleva la performance por bandera es La Resistencia. Para empezar, solo siguen a una persona tanto en Twitter como en Instagram. Esa persona no es otra que Roger Federer, claro (del que David Broncano, presentador del late night, es un gran fan). Eso, en sí mismo, ya es un acto performático, una declaración de intenciones o licencia poética. Se pueden encontrar momentos así en casi cualquier programa. Algunos ejemplos incluyen hacer cemento en mitad del escenario, poner una canción (la de la Historia interminable) cantada por el colaborador y codirector del programa Jorge Ponce, durante una hora, no dejando que la entrevista con el invitado trascurra como debería o entre los últimos hits destaca romper una pecera con un dildo en forma de pene. Aunque de tener que elegir un momento performance de este show me quedo sin duda con uno de hace un par de años, en el que le hicieron la renta a una persona, le salió a pagar y montaron un espectáculo que es difícil de olvidar. Sin duda, La Resistencia ocurre en el plano de la fantasía.
A pesar de esto, para mí, y creo que muchos estarán de acuerdo, las mejores performances han estado ligadas al Congreso de los Diputados, u otros organismos de similar índole, y el mayor representante político de la performance no puede ser otro que Mariano Rajoy. Son incontables los momentos que ha regalado para el recuerdo. «Lo que nosotros hemos hecho, cosa que no hizo usted, es engañar a la gente», le dijo al actual presidente de España en 2016; «Todo su proyecto político se resume en una máxima: cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo. Beneficio político», mítica frase que he visto hasta escrita en camisetas y que espetó en el hemiciclo a Pablo Iglesias; o la célebre «me gustan los catalanes porque hacen cosas».
Rajoy tiene tantos greatest hits que no se puede elegir uno solo. Más que el presidente de España era el rey de la performance, era el mejor en lo suyo sin duda, y al irse de la esfera pública hemos perdido una gran fuente de memes por la que internet llorará para siempre. Pero, aunque Mariano Rajoy sea el mayor representante del plano de la fantasía entre los políticos patrios, hay otros que no se quedan atrás. En 2017 Gabriel Rufián sacaba una impresora en mitad de la sesión de control para referir al PP que persiguiera a los corruptos de su partido y no a los impresores. Las campañas electorales también son muy performáticas, como ha quedado demostrado en la última fruto de las elecciones autonómicas en Madrid, y parece que a Rajoy le ha salido una sustituta en esto de la performance que, aunque debe mejorar su técnica, no se queda tan atrás. Díaz Ayuso es otra maestra de lo performático, aunque en un estilo diferente al de Rajoy, al que difícilmente podrá desbancar del número uno en esto de lidiar con la fantasía.
Así que si alguien no entiende tus chistes o se preocupa por tu salud mental cada vez que haces un comentario irónico o cínico debes mandarles el vídeo de Ter o este artículo que también podría considerarse, en parte, una performance, cuya intención es defender el concepto de performance de Ter, expandirlo y evitar así a los mentecatos que te quieren bajar al plano de la realidad cuando estás volando en el de la fantasía.
A mitad de artículo deje de leer. Lo siento. Es mi performance.
Desde luego vivimos en un mundo tan extraño que necesitamos explicaciones inexplicables para justificarlo todo. Tanto lo justificable como lo no justificable.
Cuando el arte necesita explicación, deja de ser arte. Irse de un escenario sin decir adiós no es una perfomance, es mala educación (seguro que ese señor sí descendió al plano real a la hora de cobrar).
Colocar boyas de barco en los huecos de las estatuas no es una perfomance, es falta de imaginación artística.
Toda la razón
Totalmente de acuerdo. Si se necesita tanta literatura para explicar o intentar convencer de que el rey no va desnudo, es que va en pelotas.
Ejemplos adicionales para acabar de pillar el concepto
Los vídeos de la propia Ter son muy performáticos. Cuando ella proclama que las Kardashians son mucho más importantes que Gabriel García Márquez no está actuando, no está siendo irónica, está teniendo una actitud performática. Ella piensa eso realmente y está comprometida con la idea, por lo que es honesta, pero no es del todo literal y ese pensamiento convive con otros sentimientos como puede ser, precisamente, el de que sí le gusten los libros del autor colombiano. (…)
Los psicólogos hacen un trabajo estupendo con este tipo de personas. Si se dejan ayudar, claro. Aquí el problema se llama querer vivir «del arte» sin tener ni un atisbo de talento para ello. En el caso de Ter, nos encontramos con un claro ejemplo de persona que se ha dado cuenta de la cantidad de personas que debido a sus frustraciones personales están dispuestas a consumir contenidos donde se les venda la idea de que su mediocridad no es tal, y que cualquiera puede ser artista o lo que quiera ser, sin tener que esforzarse ni aprender a hacer hada sobresaliente. Luego vienen las consecuencias: baja autoestima; depresiones, gente irascible, violenta etc.
Hay otra cosa de todo esto que me llama la atención, y es el término divulgadores. ¿Qué es un divulgador/a? Parece que es un término que se usa sin mucho criterio, de manera muy general. Un divulgador puede ser una persona que sepa de lo que habla, o puede que no sepa de lo que habla pero al crear un personaje para ello y guionizar lo que dice parezca que sí lo sepa. ¿Qué divulga exactamente Ter? ¿De qué habla con conocimiento de causa? Y quien dice Ter, dice la inmensa mayoría de personas que se han creído más importantes como mensajeros que el propio mensaje que se supone difunden. Luego pasa que el personal piensa que Eduard Punset fue un tipo que de ciencia sabía un montón, como si hubiese sido un científico reputado, cuando en realidad fue un tipo que creó esta escuela que ahora vemos, la de gente que no suele saber un carajo de lo que hablan, pero no paran de hablar de todo como si fuesen la fuente misma de todo conocimiento. Y si lo llevamos al tema del arte, apaga y vámonos. Se lo crea ella mismo o no, decir que las Kardashians son más importantes que Gabriel García Márquez es una muestra de «ideocia ilustrada». ¿Importantes para qué y para quiénes? Eso para empezar.
En el resto del artículo se nombra a otras luminarias y faros de erudición como C. Tangana o Broncano… Así cualquiera.
Me ha encantado este artículo y sus comentarios negativos no hacen más que reforzar lo performático que es el texto en sí. Bravo y enhorabuena a la periodista.
Una performance es un espectáculo, una declaración o una idea ante un público para demostrar algo. Se utiliza la fantasía para apuntar a una realidad muy matizada y contradictoria. Al final, no es Tangana siendo maleducado, es un artista «anti-sistema» cantando en un programa súper comercial y yéndose sin decir adiós. Él hace esa performance para que nosotros lleguemos a la conclusión de que la realidad es que el mundo del arte es un lugar oscuro en el que te tienes que vender a tus propios enemigos. Pero para ver todo esto hay que sentarse en una butaca más lejana.
Hace un años, salió una noticia de la existencia de un tour del crimen de la manada en el que podías recorrer todos los lugares en los que se fueron sucediendo los hechos que acabaron con en la violación de la víctima. Todos los grandes medios, sin dudarlo, se hicieron eco de esta noticia y el público se escandalizó muchísimo desde su butaca en primera fila.
Lógicamente, ese tour nunca existió. Fue una página que inventaron un grupo de filósofos para demostrar hasta qué punto los medios eran capaces de despedazar y vender hasta el último detalle de un crimen sin ningún pudor, como habían estado haciendo durante los últimos meses.
C. Tangana, artista antisistema… Estás siendo performática, verdad?
C. Tangana es como Homer Simpson comiéndose a Tenacitas
Sin salir de YouTube, con Ter me pasa lo contrario que con, por ejemplo -y vaya al que he buscado- Jesús G. Maestro. Con Maestro, sin estar de acuerdo con la mitad de las cosas que suelta, aprendo, porque habla de lo que me gusta y me interesa. Con Ter, excepto cuando muestra sus conocimientos de arquitectura, no aprendo mucho, pero me divierto mil veces más. Y es que casi todo obedece a eso: lección frente a diversión.
En lo malo y en lo bueno, pocos en YouTube se parecen a Jesús Maestro, pero para ser como Ter hay que valer.
El artículo me ha gustado mucho.
El concepto de la performance es lo que más se aproxima al ser humano y lo más intrínseco que es que somos variedad y contradicción. El mundo debería estar consciente de esto porque le da sentido a todo.