Descubrimos que Samuel Beckett jugaba al críquet de forma furibunda. Que el escultor de El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella fue un loser. Que algunas distopías de Black Mirror ya están implantadas en lo cotidiano, Woody Allen lo hace regular últimamente, y las secuelas son discutibles, o quizá no. Charlamos con Pablo Braun, librero y editor argentino. Y hablamos de lo escrito por el director de orquesta Wilhelm Furtwängler y de cómo el punk rock se convirtió en grunge de la mano de Sub Pop y Nirvana. Esto y más resumido en este Jot Down News, donde puedes seguir nuestras publicaciones artículo a artículo, semana a semana, para que no te pierdas nada.
Deporte
Desde 1864, cuando John Wisden decidió lanzarlo, se lleva publicando el Wisden Cricketers’ Almanack, anuario con datos sobre el críquet en el que encontramos, rebuscando mucho, a Samuel Beckett. Más bien lo encuentra Marcos Pereda en «¿Por qué tarda tanto Godot? Samuel Beckett y el deporte», y nos hace el retrato del autor como un furibundo competidor de varios deportes, extremadamente competitivo. Rugby, boxeo, natación, tenis y golf. Más lo increíble. Que por cuestiones de azar acabó llevando en su coche a André el Gigante, campeón de wrestling y gigante en La princesa prometida. Y que quizá se inspirara en el ciclista Roger Godeau para escribir Esperando a Godot.
Arte
El escultor Alberto empezó mal, dañando su vista en una fragua, entrando luego de aprendiz en el taller de José Estanys, trabajo que combinaba con el de panadero por las noches. De mal en peor con una larga mili en Melilla, y la remontada con Benjamín Palencia en la Escuela de Vallecas. Para la Exposición Internacional acabaría haciendo esa escultura llamada El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, y que hoy tiene su réplica frente al Museo Reina Sofía. Réplicas, copias, recreaciones. Las obras de uno de los mejores escultores surrealistas no son de su mano porque, como nos cuenta Joan Feliu en «Alberto: esculpir tras fallecer», era un loser. Él, o su sociedad.
Entrevistas
Federico Rivas Molina charla con Pablo Braun, creador de Eterna Cadencia, librería y editorial argentina, origen del Filba —el festival de literatura más reconocido de Buenos Aires—. La separación de la madre de su hija, con la que había creado la fundación TEMAS, le dejó sin nada, y se encerró a leer. Trescientos libros después empezó a recorrer librerías para analizar cómo eran, y crear la suya. No fue sencillo, algunos de los títulos adquiridos quince años atrás los ha vendido ahora, durante la pandemia. Su perfil, de lector de literatura, está presente en su librería y también en la editorial que armó dos años más tarde. La cosa, claro, no terminó ahí, pero en esta entrevista no solo se desgrana su historia, sino su visión sobre literatura y escritores argentinos, la venta online potenciada por la pandemia, y hasta su relación con la cantante Julieta Venegas. Con fotografías de Enrique García Medina.
Cine y TV
«Lo último de Woody Allen no vale gran cosa». El título no refleja fielmente lo que afirma Enric González repasando los estrenos del director desde que estrenó Manhattan. Hubo una edad de oro, con Mia Farrow como protagonista. Le excusa que pocos directores han conseguido ser productivos —una película por año— y magistrales a la vez. La grandeza, haber creado grandes personajes femeninos que catapultaron al Óscar a muchas actrices. Y luego está ese último título, Un día lluvioso en Nueva York.
Cristina Sánchez repasa, en «Black Mirror: la distopía es hoy», las ideas que aparecieron originalmente en capítulos de la serie de Charlie Brooker y que años después ya están implantadas. El ecosistema de reconocimiento social en función de tu actividad en internet, en el crédito social chino. La grabación de cada acto de nuestra vida diaria mediante las nuevas tecnologías para componer una película sobre nosotros mismos, en el lifelogging. Nuestros datos a cambio de dinero con el que comprar bienes o comida. Recreación de los fallecidos mediante aplicaciones para volver a interactuar con ellos. Abejas robóticas para polinizar.
Se puede llenar una página con las secuelas, reestrenos y versiones que han llenado las pantallas la última década, con Star Wars a la cabeza. Explotan un fenómeno, el de la nostalgia, que convence a las generaciones que crecieron en los ochenta y los noventa. Los mayores éxitos económicos de hoy —y por tanto lo más queridos por el público— son las secuelas, aunque las generaciones que vieron los originales se dediquen a explicar qué está mal, qué cosas no les satisfacen plenamente de las adaptaciones. ¿Por qué son a la vez tan demandadas y criticadas? Nos lo explica Martín Sacristán en «Solo compro secuelas».
Filosofía
Todas las emociones sirven para defender nuestra existencia, tanto las positivas como las negativas, y por tanto separarlas en estas dos categorías es más que discutible. Bernardo Ortín, en «La intención adaptativa del pensamiento y el comportamiento», nos explica los motivos evolutivos que desencadenan nuestras emociones, la respuesta fisiológica que genera nuestro cuerpo al experimentarlas, y el beneficio que generan todas ellas, sin excepción.
La decadencia se puede sospechar, pero no hay certezas y al final lo mismo se hunde que remonta. Se puede además vivir el éxito en vida y la decadencia una vez muerto, o lo contrario. La esencia de la condición humana es ir a peor, como nos cuenta en «El sigiloso inicio del fin» Iñigo Dominguez, haciendo un repaso de casos notables, como los Beatles, los Stones, Francis Ford Coppola y Sean Connery. Porqué no se retiran en la cuesta abajo.
Música
Wilhelm Furtwängler es un director de orquesta berlinés bien conocido por melómanos y aficionados a la música clásica, pero totalmente desconocido para el resto del público. Y hace algún tiempo también para Mario Colleoni, quien nos lo descubre en «Wilhelm Furtwängler: cuando no necesitábamos un reloj para poseer el tiempo». Considerado colaboracionista nazi, tuvo el atrevimiento de decirle a Goebbels que no podían prescindir de los artistas judíos, porque un país nunca anda sobrado de artistas. En sus memorias, lejos de hablar solo de música, hizo interesantes reflexiones y, naturalmente, desentrañó a dos difíciles, Wagner y Beethoven, además de a muchas otras figuras interesantes de la cultura alemana, como Goethe.
Guillermo Ortiz, en «Sub Pop y Nirvana: cuando el punk rock se convirtió en grunge», nos lleva de viaje a los alrededores de Seattle en 1988, lugar del underground, donde sus bandas no hubieran tenido recorrido de no haber invertido dinero en el sello Sub Pop Jonathan Poneman. A raíz de ello el director del sello, Bruce Pavitt, tuvo que tomarse el negocio en serio, y en una frase de promoción casi casual inventó el término grunge. A partir de ese momento comenzó a ser un estilo reconocido, y se inició el ascenso incluyendo a Nirvana. Uno que llevaría, años más tarde, al colapso.
Ciencias
Si nos paramos a los humanos el entorno no nos facilitará ni la suerte ni el éxito. Marta Iglesias Julios compara esa estrategia de supervivencia con la de organismos más pequeños en «Juego de bacterias». La Escherichia coli modifica sus genes para alimentarse con otros azúcares si no encuentra glucosa. Los renacuajos se quedan inmóviles si huelen a sus depredadores. Adquirir estos comportamientos supone encontrar un equilibrio entre la exploración y el puro azar. A nosotros ha sido la ciencia quien nos ha brindado ese equilibrio, que no es sino una copia de la estrategia de las bacterias, y de su inicial explotación de la suerte.
Literatura
José Antonio Montano nos explica en «El pecador nietzscheano» por qué acabó «hasta los huevos de estetas y decadentes». Baudelaire le inoculaba el spleen, Cioran la inacción, Pessoa la pasividad, Gil de Biedma describía con acierto sus sensaciones, y Luis Antonio de Villena se le revelaba como promotor del decadentismo. Pero su gran ídolo, al final, era «Nietzsche, el mayor vitalista, el mayor antidecadentista».
Futuro Imperfecto #69
¿Es la inteligencia artificial el inicio de una distopía o de una utopía? Este especial del newsletter sobre la actualidad se dedica en exclusiva a las novedades que se han producido en el último año sobre IA. Amenazas, usos polémicos, avances y proyección sobre la sociedad. Un futuro mucho más cercano de lo que esperamos cuya aplicación se está produciendo en nuestro presente, sin nadie controlando sus daños. En «Inteligencia artificial, distópica o utópica», por Martín Sacristán.
Historia
La costumbre de encabezar las cartas con una cruz e incluir una raya bajo la firma está en desuso. La propia carta, cuyo origen fue la plasmación de las instrucciones que los reyes daban a sus mensajeros. De la Antigüedad apenas se conservan, pero sí quedan sus normas, las establecidas por el pionero Demetrio de Faleros y estructuradas en una normativa por Cicerón. Su modernización por Petrarca, incluyendo autobiografía, moral y política. Y el resto de ejemplos notables, hasta nuestros días y su desaparición, contados por Laura Mínguez en «De la cruz a la raya todo tiene cabida».
Martín el Joven murió dejando la Corona de Aragón sin sucesor, en situación de potencial guerra civil donde pretendientes de la nobleza aragonesa, catalana y hasta castellana querrían predominar. Lo sucedido después es una historia que contarán con interpretaciones antagónicas los historiadores modernos, oscilando entre los convencidos de que Fernando de Antequera previó la unificación nacional de España, y los que aseguran que Cataluña se rindió. Nos lo cuenta Alejandro García en «Un castellano en la corte del rey Humano».
Javier Igea Arisqueta toma la obra que motivó la concesión del Premio Nobel de Literatura a Thomas Mann, «Los hijos de Hanno Buddenbrook», para hablarnos de la Dekadenz. Esa palabra alemana que define la mezcla de refinamiento sensual e intelectual y parálisis de la voluntad, representada literariamente por el protagonista. Niño exótico, homoerótico o indefinido sexualmente, torpe y de exquisita sensibilidad artística. No muy distinto a la familia del propio Mann, su hermana Erika lesbiana antifascista, sus hermanos Golo y Klaus, ambos homosexuales y el último también heroinómano. Hubo más, ambiguos, denominados incapaces de vivir, Lebensunfähigen, por aquella mentalidad que desembocó en dos guerras mundiales y en el nazismo. Marlene Dietrich, Anna May Wong, Leni Riefenstahl. Y Fritz Bauer, fiscal general alemán, judío, homosexual, que descubrió a los jóvenes de los sesenta lo que habían hecho sus padres en los campos, iniciando la reconciliación de una sociedad consigo misma.