Tu madre y yo —¡qué bien acompañados!—
nos hallamos de pie; y a piejuntillas
—no conocen el suelo estas rodillas—
creemos en la vida y sus legados.
(Alfonso Sastre, Carta a mi hijo Juan en octubre)
El próximo 20 de febrero, Alfonso Sastre cumple noventa y cinco años. Es, y nadie lo discute, el más importante dramaturgo vivo de la lengua castellana y, me atrevería a añadir, el más grande después de Valle Inclán (entendiendo «después» en sentido meramente cronológico). Además, es un excelente poeta y ensayista, y sus aportaciones teóricas al teatro no son menos ni de menor valía que las literarias. Pero su nonagésimo quinto aniversario no será una noticia destacada en los medios, y mucho me temo que no recibirá más homenaje que este modesto artículo. En cualquier país preocupado por la cultura sería todo un acontecimiento; pero parece ser que, aquí y ahora, el hecho de que un gigante de las letras llegue a tan avanzada edad importa poco; mejor dicho, importa mucho no darle importancia, si ese gigante de las letras ha hecho de la verdad su bandera y de la denuncia de los abusos del poder su vocación insobornable.
Del ostracismo de Sastre, de su babilónica condena a la invisibilidad, se puede dar una explicación sencilla y otra compleja. La sencilla es su decidido apoyo a causas tan incómodas para los poderes establecidos como el derecho de autodeterminación del pueblo vasco y la revolución cubana. La explicación compleja es la misma que la sencilla, solo que acompañada de un análisis minucioso —que dejaré para otra ocasión— de los turbios intereses que convierten a muchos intelectuales supuestamente progresistas en lacayos del poder y en cómplices, cuando menos por omisión, de injusticias tan flagrantes como el ninguneo institucional de Sastre.
Y también la tragedia como género dramático admite una explicación —una explicitación— sencilla y otra compleja.
La tragedia clásica suele plantear un conflicto «irresoluble» (luego aclararé las comillas) entre el individuo y la sociedad, o lo que viene a ser lo mismo, entre la conciencia y la ley (escrita o no). Así, la lealtad de Antígona hacia su hermano Polinices la obliga a dar honrosa sepultura a su cadáver, contraviniendo una orden del rey cuyo incumplimiento supone la pena de muerte. Pero la irresolubilidad de los conflictos trágicos tradicionales es relativa, cuando no ficticia (de ahí las comillas), pues casi siempre tiene que ver con la aceptación (más o menos deliberada, más o menos consciente) de un orden establecido que se da por supuesto y que solo se pone en cuestión de forma superficial o episódica. En este sentido, la tragedia tradicional supone una simplificación —ideológica— de la realidad, pues suele asumir de forma automática, por defecto (nunca mejor dicho), el discurso dominante. Por eso provoca la catarsis, pero rara vez la rebelión.
El teatro épico de Brecht constituye un paso importante hacia la superación de esta limitación; pero el «distanciamiento» brechtiano no va mucho más allá de la anagnórisis aristotélica, y solo resuelve parcialmente el problema de la simplificación. Por eso Sastre propuso —y cultivó ejemplarmente— como superación dialéctica de la aparente antítesis entre los dos polos del teatro del siglo XX —el didacticismo de Brecht y el nihilismo de Beckett—, lo que él mismo denominó «tragedia compleja», en la que el conflicto trágico central no encubre la maraña de sentimientos e intereses contradictorios implicados, sino que pone en evidencia la degradación social y psicológica subyacente. Por eso las tragedias sastrianas incluyen elementos cómicos y hasta ridículos (sin caer en la simplificación de lo tragicómico). El propio autor lo explica en La revolución y la crítica de la cultura (Grijalbo, 1970): «Yo me río antes, y cuando usted baje la guardia para reírse conmigo se va a encontrar con que le he contado —sí, a traición— la tragedia que usted habría rechazado, o incomprendido, planteada en los términos inalcanzables para usted de una conciencia no degradada en pugna con la degradación».
Y así en lo sociopolítico como en lo literario, las conciencias degradadas rechazan, o ni siquiera comprenden, la compleja tragedia del sastrecillo valiente.
No me atrevería a llamarlo sastrecillo si no fuera porque él mismo, en uno de sus memorables «diálogos con su sombra», se autodenomina así. Para calificarlo de valiente, sin embargo, no necesito su permiso (no me lo daría, teniendo en cuenta su modestia radical): durante más de medio siglo ha demostrado el más alto grado de valor en todas las acepciones del término y en las circunstancias más adversas, y no hay nadie que pueda negarle ni disputarle un adjetivo que, en su caso, ha adquirido consustancialidad de epíteto, de apellido moral (de ahí la mayúscula).
Recuerdo el multitudinario homenaje que se le rindió a José Luis Sampedro cuando cumplió noventa años, en el que participé reclamando para el anciano maestro el estatuto de «tesoro viviente»1. Merecidísimo homenaje, sin duda; pero convertido en un agravio comparativo por el silencio institucional que acompaña a Sastre desde hace muchos años, por no decir desde siempre. Y no solo institucional: en el mundo de la cultura, y muy especialmente en el del teatro, son muchas las personas que, como yo, tienen una deuda impagable con su obra y con su ejemplo, y el silencio de tantos discípulos y colegas olvidadizos es aún más lamentable, si cabe, que el clamoroso ninguneo de las instituciones.
El 20 de febrero de 2021, el más grande dramaturgo vivo de la lengua castellana cumple noventa y cinco años. Un hito memorable del que, seguramente, la cultura oficial no se dará por enterada. No conocen el suelo las rodillas del sastrecillovaliente, y eso es algo que los lacayos no perdonan.
(1) En Japón, desde 1950, se otorga el título de ningen kokuho o tesoro viviente a artistas y artesanos, generalmente de edad avanzada, que son «portadores de grandes bienes culturales intangibles». Bienes culturales a menudo en peligro de extinción, como ciertas habilidades y técnicas tradicionales que requieren un grado de dedicación poco compatible con la actual sociedad de consumo y su cultura de lo efímero. Entre los tesoros vivientes más famosos figuran el ceramista Shoji Hamada, el artista marcial Masaaki Hatsumi, el maestro de kyushitsu (arte del lacado) Onishi Isao y la cantante Hibari Misora, y hay también forjadores de espadas, diseñadores de tejidos, actores de teatro kabuki…
No se trata de un mero título honorífico: el estatuto de tesoro viviente conlleva las ayudas necesarias para garantizar que la correspondiente habilidad o técnica siga desarrollándose con independencia de las implacables leyes de la moda y el mercado. Ayudas que van más allá de la mera subvención, y que a menudo incluyen la designación de discípulos o aprendices dispuestos a seguir las enseñanzas del maestro (pido disculpas por el uso recurrente del masculino, pero se trata del hiperpatriarcal Japón y, con la notable excepción de la famosa cantante Hibari Misora, los ningen kokuho son todos varones). Y puesto que los japoneses llevan siglos copiando ideas ajenas (y a menudo mejorándolas, todo hay que decirlo), deberíamos, por una vez, copiar los demás una excelente idea japonesa, como es la de los tesoros vivientes.
El Maestro, de algo tan inconsustancial, inasible y fuera del consumo futil como lo son los números y las palabras en uno de sus mejores momentos: pura Humanidad. Cualquier elogio demostraría mi incompetencia. Por inercia respetuosa solo puedo arriesgar…lástima que sea Marxista y Freudiano.
Se encuentran tipos raros en esta vida,
de esos que prefieren a lo que hay
entre el tic tac de las agujas y no
como funcionan los relojes, y que,
dicho sea de paso, con cálculos regresivos
y apropiados te los podrían mostrar
de frente, de atrás y del costado.
¿Cuál será la estadística, uno en un millón?
Lo dudo, ya que por convención
están siempre en otro lado.
Ni una cosa ni otra, caro Eduardo. Admirador y lector atento de Marx y de Freud, desde luego: son dos gigantes del pensamiento contemporáneo, ambos imprescindibles; pero rechazo las derivas dogmáticas de sus acólitos.
Ningún cambio serio en este país será verosímil sin el desagravio a personas e instituciones que han trabajado con generosidad por hacer de este lugar un sitio más habitable y más culto desde hace décadas. Sastre es uno de ellos. Su silenciamiento debería ser motivo de vergüenza colectiva.
«La sencilla es su decidido apoyo a causas tan incómodas para los poderes establecidos como el derecho de autodeterminación del pueblo vasco y la revolución cubana.
Hola, Carlo
A mi parecer no cabe mayor dislate. Defender lo primero y lo segundo, me refiero. Pero como hay gente que lo hace no debe serlo tanto. Eso sí, es normal, no digo justo, que el reconocimiento de la brillantez literaria se empañe en un autor de compromiso político si ataca al país en el que vive.
No creo que esté fundamentalmente apartado por izquierdista, está apartado porque compromete al Estado y a la nación. ¿Justo? Evidentemente, no. ¿Políticamente esperable? Sí.
Cuba es un ejemplo revolucionario y de solidaridad. Y también de defensa de lo hispano y del internacionalismo.
El movimiento vasco es profundamente insolidario y reaccionario. Su sesgo es xenófobo, incluidos los herederos de los carlistas reconvertidos en izquierdistas.
Superficialmente se podrá decir que el activismo vasco ha estado en la órbita de la lucha internacionalista, pero no se me puede ocurrir ejemplo más opuesto.
Comparar la situación vasca, más allá de otros aspectos teóricos, con su status político y su nivel económico, privilegiado respecto al resto de sus conciudadanos españoles, con una comunidad oprimida tercermundista, como se he hecho habitualmente, es chusco.
Todo esto, claro está, si no partimos de una concepción idealista e irracionalista de la soberanía política. Desde mi punto de vista laico la patria no tiene lengua, ni etnia, ni religión. Es sencillamente la comunidad en la que nos ha tocado vivir y, salvo casos flagrantes, las rupturas sólo benefician a las élites y perjudican a los trabajadores y a las clases más populares.
Saludos.
«Si ataca al país en el que vive». No hay que confundir país con Estado. Yo amo profundamente a mi país, Italia, y detesto a su Estado mafioso (no a tal o cual Gobierno, sino a un Estado en manos, desde hace décadas, del gran capital, el crimen organizado y el sector más oscuro de la Iglesia). En cuanto al nacionalismo, y sin entrar en valoraciones (de momento), no tiene nada que ver el nacionalismo elitista de Forza Italia o el españolismo de Vox con el independentismo de la CUP o de la izquierda abertzale. «Salvo casos flagrantes», admites en tu frase final; pues bien, de eso se trata. ¿O no es un caso flagrante que un Berlusconi haya estado en el poder durante décadas? Voy a buscar algunos artículos sobre el tema y te pongo unos enlaces.
Atacar al país es, por ejemplo, erosionar y atacar la unidad del Estado (eso es lo que han hecho las organizaciones violentas separatistas y las organizaciones políticas que las han apoyado de modo más o menos activo). Otra cosa, incluso, es que para un marxista el Estado sea un representante de clase; pero ello no es algo que justifique todo ataque al mismo. Es una postura -en términos de Lenin- izquierdista. Por tirar el agua sucia se tira al niño. Lo que tiene que hacer un movimiento revolucionario y emancipador (es difícil hablar en estos términos en esta época que nos ha tocado vivir) no es cargarse al Estado , es ocuparlo. Ni siquiera, tácticamente conviene dañarlo para obtener metas más altas; los paganos siempre son los de abajo y, además (y esto es solo una opinión), los de abajo no quieren que se le dañe a cualquier precio.
Lo que dijo Jaurés, el socialista cabal que a diferencia de tantos rechazó la Gran Guerra y por ello fue asesinado, y utilizo Marine Le Pen es cierto. Para quien no tiene nada, la Patria es el único bien. En ese sentido, creo, es el que se emplea en Cuba o se empleaba en la US y, en ese sentido, lo empleo yo.
Por supuesto que una cosa son las instituciones y otras las gentes. A veces estas valen más que las primeras. Pero también cuando las instituciones modulan ciertas respuestas son mejores que los individuos. Véanse los casos del respeto a los derechos humanos en situaciones críticas o el caso de la pena de muerte. Aquí sí que puedo asegurar que el común de los ciudadanos tiene una manga ancha considerable.
Cuando me he referido a casos flagrantes no lo hacía sobre el modo de flagrancia del ejemplo de Berlusconi (que lo es). Me refería, y no me expresado bien, a casos de ocupación colonial de un territorio sin reconocimiento de derechos o de violaciones de derechos personales por uso de lengua o cultura. Ni un caso ni otro es aplicable al País Vasco ni a Cataluña, ni a Bretaña ni a Corcega.
Saludos.
No creo que se pueda generalizar: a veces atacar la unidad del Estado es atacar al país, como dices, y a veces no. Y el caso del Estado español es especialmente turbio y complejo. Tan turbio como el italiano, y aún más complejo.
Por ejemplo: https://gara.naiz.eus/paperezkoa/20090501/134976/es/Independentismo-e-internacionalismo
Gracias.
Lo leeré con atención.
La internacionalización de los pueblos es una utopía, bonita, pero utopía al fin y al cabo. Más que una unión a través de canciones y proclamas alrededor de una fogata, palmaditas y abrazos en la espalda mediante, lo que se necesita es que los políticos no creen más problemas de los que ya hay, aunque, mucho me temo que en eso consiste básicamente su labor, porque de lo contrario la mayoría no tendrían donde caerse muertos si tuvieran que apartarse del machito. Azuzar a sus acólitos y polarizar el debate en la clásica dicotomía amigo-enemigo que preconizara Carl Schmitt. En el caso del nacionalismo, independentismo y demás ismos que se quieran añadir, los agravios resultan ya cansinos, no desde un punto de vista conservador, sino desde el pensamiento de izquierdas que representa todo lo contrario a la división y reivindicación provinciana del nacionalismo, y no excluyo aquí al supuesto nacionalismo español que esgrimen los independentistas de cualquier signo. El mayor problema es la fundación de una patria en base a mitos y leyendas en una época donde a golpe de clic accedes a toda la historia de la humanidad. Antaño, las naciones se forjaban así, porque el peso de la superstición, religión y despotismos en forma de monarquías absolutas o satrapías así lo dictaban. A día de hoy es hasta ridículo tener que recordar que Cataluña nunca ha sido un país, todo lo más que llegó a ser fue parte de la Corona de Aragón. Pero ve y convence a tanto paniaguado que vive de falsear la historia y publicar sin rebozo que Cervantes, Colón o Santa Teresa de Jesús fueron catalanes. Y las pulsiones nacionalistas del País Vasco, surgen con sus privilegios económicos como apaciguamiento tras las guerras carlistas a finales del siglo XIX, que sirvieron para estimular la germinación de un nacionalismo profundamente etnicista y excluyente de la mano del tarado de Sabino Arana, que derivó en la sangrienta ramificación de ETA. Me hace gracia eso de las «nacionalidades históricas» de la Constitución, como si Castilla no tuviera más historia que las otras regiones juntas. En fin. Un gran negocio para una panda de golfos oportunistas. Yo sí que autorizaría un referéndum pactado con condiciones claras (mayorías cualificadas, nada de la mitad+1, garantizar los derechos de los contrarios a la independencia etc., no volver a convocar un referéndum en 50 años etc.). Estoy convencido de que con esas reglas, seguirían siendo «españoles» porque como muchos progres sobrevenidos contra Franco, contra España se vive mejor.
Insisto en lo dicho a Máximo, y te remito al enlace que le propuse. Meter todos los nacionalismos e independentismos en el mismo saco es como decir que todos los cristianos son inquisidores o que todos los que defienden la unidad de España son franquistas. Y lo que es ridículo es afirmar que Cataluña nunca ha sido un país (cuando los propios «constitucionalistas» admiten expresiones como «País Vasco» y «nacionalidades históricas»): confundes país con Estado. Una confusión muy útil para un Estado como este, por cierto. Y, efectivamente, tal como señalas, Castilla (Y Andalucía, Galicia, Asturias…) también tiene su propia historia y su propia identidad, y ahí está, por ejemplo, Izquierda Castellana reivindicando su soberanía. El verdadero mito, generado por los Reyes Católicos y potenciado por Franco hasta la exasperación, es el mito de España. Lo cual no significa, insisto, que sentirse español y reivindicar la unidad equivalga a asumir ese mito.
No me he explicado bien o no me ha entendido Sr. Frabetti. Mi respuesta es consecuencia de la lectura del artículo que enlazó, que me tomé la molestia de leer, como casi todo lo que usted publica por aquí. Claro que no todos los nacionalismos son iguales, pero si me quiere convencer de que los nacionalismos/independentismos que padecemos en España obedecen al romanticismo y los ideales, discreparemos, porque aquí lo que han sido y siguien siendo es un gran negocio para algunos. Cataluña nunca ha sido un país por mucho que usted insista. Dígame cuándo ha tenido Cataluña esa catalogación. Ni reino ni taifa ni nada que se le parezca. En cuanto al País Vasco no se lo voy a discutir puesto que etimológicamente no deja lugar a dudas. La cuestión es con qué medios se intenta conseguir un objetivo (loable por supuesto) como la independencia. En Cataluña se está haciendo obliterando a la mitad de la población, y en el País Vasco con la recogida de nueces por parte de aquellos que agitaban el árbol. En el franquismo no digo que no estuviera «medio justificado», y más al calor del Mayo del 68 y las revoluciones que surgieron por entonces, con grupos afines como la Baader Meinhof o las Brigadas Rojas, pero tras la Transición resultaba inadmisible el anacronismo de ETA. Cuando usted habla de mito generado por los Reyes Católicos y potenciado por Franco hasta la exasperación, solo le pido que me señale alguna nación que no haya surgido de algún mito, leyenda, religión, exceptuando las dictaduras comunistas, lógicamente, que tampoco son un modelo a imitar. ¿O acaso su querida Italia no era un descalzaperros de estados pontificios allá por el Renacimiento, o más recientemente un conjunto de reinos que cristalizaron en la Unificación del siglo XIX? Me da la sensación de que atribuye a España la singularidad de ser un mito cuando no es más que la característica común a casi todas las naciones.
Totalmente de acuerdo en la última frase, excepto en que yo no le atribuyo a España esa singularidad. Podrás ver que en otro comentario hablo precisamente de mi querida Italia en términos parecidos, diciendo que una cosa es el país -y el paisanaje- y otra el Estado. Los mitos nacionalistas de la derecha son parecidos en todas partes, y cumplen la misma función. La singularidad de España es que aquí el fascismo explícito (bajo la abyecta variante del nacionalcatolicismo) sobrevivió 30 años a la II Guerra Mundial, y aún está lejos de haber sido erradicado tras más de cuatro décadas de «transición» (permíteme que lo ponga con minúscula y entre comillas). En cuanto a la emisión de ruidos y recogida de nueces por parte de unos y otros, ese sí, es un tema sumamente complejo y en el que habría mucho que aclarar y debatir, caso a caso; pero hay un independentismo de izquierdas -o varios- que ha comprendido que la lucha identitaria ha de ir de la mano de la lucha de clases, y que conozco de cerca, que no en vano el poder intenta demonizar, pues es una amenaza real para el orden establecido.
-Sobrevivió básicamente porque España estaba sumida en las consecuencias de la Guerra Civil, y no participó en la Gran Guerra aunque dio su apoyo a Hitler. Luego Eisenhower se encargaría de validar a Franco en una versión suavizada de la frase de Roosevelt sobre Somoza y demás dictadores latinoamericanos: «Es un hijo de puta pero es nuestro hijo de puta».
-Respecto a esto:
«hay un independentismo de izquierdas -o varios- que ha comprendido que la lucha identitaria ha de ir de la mano de la lucha de clases, y que conozco de cerca, que no en vano el poder intenta demonizar, pues es una amenaza real para el orden establecido.»
¿Se refiere usted a Bildu, CUP, ERC y Podemos? Son los que me encajan en esa definición, pero tratar de reducir en pleno siglo XXI a la retórica de la lucha de clases denota una visión un tanto rancia y trasnochada de los tiempos actuales, ahí están los resultados de Podemos y sus marcas, cada vez más declinantes a nivel nacional y desaparecidos en algunas autonomías. Lo único que les queda son los exabruptos de Iglesias comparando a los exiliados republicanos con un prófugo de la justicia que huyó como una rata en el maletero del un coche para vivir a cuerpo de rey en Waterloo. Del resto de siglas, celebro que Bildu no mate pero siguen siendo tibios respecto a su pasado (demasiado reciente), ERC ya sabemos qué principios tiene (contra la corrupción de Madrittt pero me hago el tonto con el pudridero catalán del 3%). Y la CUP, sí, le concedo que son idealistas sin mochila a su espalda.
Hablo de la CUP, de Izquierda Castellana, de Corriente Roja, de un sector de la izquierda abertzale y de otras pequeñas organizaciones de escasa visibilidad. Y son algo más que idealistas sin mochila. Ni Podemos ni ERC son creíbles, y así lo he manifestado en numerosas ocasiones.
No deja de ser un idealismo residual al que además no favorece el contexto político no ya nacional, sino mundial.
Ni idealismo ni residual, aunque sí minoritario, obviamente. Y por supuesto que el contexto político no favorece a la auténtica izquierda
A mucha gente le molesta Puigdemont, y lo llaman cobarde, precisamente porque quizá tuvo la osadía que no le perdonan los nacionalistas españoles. También lo critican porque, al exiliarse, en Bélgica o Alemania (y lo que pueda pasar en otros países), es decir, en campo neutral, ha demostrado que la Audiencia Nacional o el TS han aplicado el Código Penal al estilo franquista. El tribunal federal alemán de Schleswig-Holstein dejó en evidencia al TS esapañol.
Estoy básicamente de acuerdo contigo. A mí no me gusta su línea política, y menos su partido; pero llamarlo cobarde es una sandez. O una vileza.
En términos jurídicos lo del tribunal S-H es bien cuestionable.
Además un comportamiento como el de Puigdemont en Alemania no se juzga porque se corta mucho antes.
Y la condescendencia alemana respecto a nosotros, los semiafricanos de la Península Ibérica, es algo que ve quien lo quiere ver.
https://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/el-caso-puigdemont-y-el-tribunal-schleswig-holstein-desconfianza-quia
http://jardindehipotesis.blogspot.com/2018/04/puigdemont-y-alemania-ii.html
Por razones que seguramente entenderás, no voy a entrar en esa polémica en este foro (que, por otra parte, no es el lugar más indicado). Solo te diré que vivo en Girona, defendí físicamente las urnas el 1-O y sé del conflicto algo más de lo que cuenta la televisión. En cuanto a la condescendencia Alemana, estoy de acuerdo en que no pueden dar lecciones de democracia a los demás, ni siquiera a los semiafricanos.
Sin acritud, Carlo.
Esas urnas no eran democráticas, por muchas urnas que fueran. Identificar voto con democracia de modo absoluto es falaz. Por no hablar de las garantías.
Y no olvidemos que prácticamente solo votó el «electorado» previamente convencido, salvo anécotas. Creo que poner eso en duda no es posible. Si hablamos exclusivamente de hechos y hecho es que hubo urnas, hecho es que fue una votación para adeptos.
Se basaban en leyes ilegítimas e inconstitucionales, las leyes de desconexión, un engendro en términos jurídicos (y no soy injurioso, solo describo, aunque sé que puede molestar) y absolutamente injustas desde un punto de vista político.
Yo en mi provincia no tengo ni debo tener capacidad para decidir sobre mi región; por supuesto, sí a participar en la medida que me corresponda.
Mutatis mutandi, entre una región (que carece por definición de soberanía) y el Estado.
No habría que haber llegado a la situación a la que se llegó, se gestionó muy mal, pero lo que se estaba haciendo el 1-O, en gran parte por la ineptitud política del Gobierno español y por otra, necesariamente, por la premeditada acción anti-jurídica del Gobierno catalán, era un golpe de estado soft y posmoderno. Normal que hubiera policía y anti-disturbios. Qué haría el gobierno cubano con tamaña sedición, o Venezuela en Zulia, o China en Xinjiang.
Por otra parte, y no empece tus argumentos, pero sí me llama la atención la defensa de un anti-comunista recalcitrante como Puigdemont. Yo también aplico la sentencia sobre Agamenón y su porquero, pero aquí en términos políticos ordinarios y generales lo que observo es una colusión básica entre el supremacismo del nacional-populismo de Junts (los hijos de Convergencia, los nietos de los alcaldes franquistas) y el anarco-carlismo de CUP.
Saludos.
No era el tema, Máximo, pero el Tribunal alemán no hizo otra cosa más que aplicar el art. 15 Ley de asistencia judicial recíproca internacional en materia penal, apdo 1., que dice claramente que el tribunal tiene que proceder a la «conversión lógica de los hechos». Y, una vez hecho esto, el tribunal alemán dijo que sacar unas urnas a la calle, manifestarse incluso con cierta violencia, incluso en una consulta sin respaldo legal, con el fin de forzar una negociación, no es un delito de alta traición (rebelión), ni siquiera de desórdenes públicos, sino un derecho de libre manifestación que debe protegerse en la UE si la violencia ejercida no es suficiente para doblegar la del ejército estatal.
Esa es la diferencia entre un país en donde se prohíben las manifestaciones fascistas pero no se encarcela por sacar urnas, a diferencia de España, donde te encarcelan por sacar urnas pero se permiten las manifestaciones de homenaje a la División Azul.
Ya.
De verdad, qué ganas de defender a un tío anticomunista (ergo, muy escasamente demócrata), sedicioso, supremacista y cobarde (pregunten a Junqueras) como un dechado de dignidad y puntal de los derechos humanos.
[Nada que ver, pero qué mal estamos si el símbolo de la democracia es (el nacional-populista) Puigdemont y el símbolo de la libertad de expresión es ese señorito sociópata llamado Pablo Hasel, del que, inisisto, debería estar en la cárcel exclusivamente por hacer pasar los rebuznos por arte, no por otro motivo.]
La tontería del último párrafo es gorda. Lecciones de Alemania a España, en estos temas, ni una.
El amigo alemán ha tenido y tiene ciertas tramas nazis en sus fuerzas de seguridad y en la administración que riámonos de las de aquí.
Y tienen prohibido a igualdad de consideración también el comunismo, ¿no? Mire, lo mismo en la democratísima y civilizadísima Alemania que tanto admira me tendrían multado o sancionado a mí. Como si ser nazi y ser comunista fuera lo mismo, mercancía averiada que valoran tanto por ahí.
El tribunal alemán tenía que haber considerado si los hechos se atenían al caso, no juzgar el derecho español que es lo que hicieron.
En España no te encarcelan por sacar urnas (me voy a reservar mi opinión sobre lo que pasó aquel día para no herir oídos castos). Ya había habido «urnas» (en realidad, cajas con papeles) y no se había llegado a ese extremo (que repito que debía haberse evitado). El problema fue el marco legal que quería imponerse por parte de los sediciosos catalanes con las leyes de desconexión. Iban en serio y en serio se les trató; por desgracia, demasiado tarde y chapuceramente.
¿Y el Parlamento Europeo? ¿También es turco?
Te respondo aquí, ya que no me deja tras tu último «comentario». En ningún sitio he dicho que Puigdemont sea comunista.
Lee la ley que te he dejado, porque veo que conoces muy mal cómo funciona el procedimiento para las entregas en procesos de extradición (se llama «conversión lógica de los hechos», justo lo que hizo el tribunal alemán; puedes leer la sentencia en internet: 17 páginas).
En Alemania no permiten homenajes a la División Azul como aquí, y en verano el ministerio de defensa alemán se ocupó de expulsar a miembros fascistas-nazis en el ejército (ya hacen más que en España). Aquí los militares fascistas pueden decir sin ningún problema que (nos) fusilarán a 26 millones.
El Parlamento europeo aún no ha decidido nada, pero quien tiene que decidir la entrega es un tribunal (es un asunto jurídico). En el Parlamento europeo hay de todo: también fascistas como los de Vox (un tal Hermann Tertsch está allí).
Si todo el tiempo, recursos, esfuerzo y energía que se utiliza en este dichoso país en los “derechos históricos”, “singularidades culturales” y el resto de pijadas que utilizan los políticos para justificar sus cargos y no ocuparse de cosas útiles, se empleará en ciencia, por poner un ejemplo, ya tendríamos 3 vacunas operativas contra la pandemia y estaríamos haciendo caja, en vez discernir si el nacionalismo de Vox es distinto del de Junts pel lo que sea, o el de Bildu. Todos la misma mierda paleta, por otra parte. No me esperaba esas distinciones de usted Frabetti.
Ni yo me esperaba tus simplificaciones. En cuanto a las pijadas que utilizan los políticos para justificar sus cargos, ahí podríamos estar más de acuerdo.
«Es, y nadie lo discute, el más importante dramaturgo vivo de la lengua castellana y, me atrevería a añadir, el más grande después de Valle Inclán (entendiendo «después» en sentido meramente cronológico).»
Pues yo lo discuto. Su afirmación es del todo peregrina. Será según su gusto.
No, no es según mi gusto; pero, por supuesto, es discutible. ¿Cuáles son tus argumentos y tus candidatos?
¿No eras tu el que criticaba a Harold Bloom? ¿Es otra cosa cuando la propones tu?
No lo propongo yo. Expertos tan poco sospechosos de izquierdismo como Ansón lo consideran así. Pero, insisto, no es indiscutible. ¿Cuáles son tus candidatos?
¡¡¡Vince Gilligan!!!
Gilligan es un gran guionista, pero no un dramaturgo (aunque ambos oficios están muy próximos). E incluirlo en la literatura en lengua castellana sería un tanto forzado.
William Theodore Link y Richard Levinson, guionistas principales de «Columbo» y «La Reportera del Crimen» («Murder She Rote»). En México, el país con mayor número de hispanohablantes, son leyenda. A ese tal Sastre no le conocemos y puede que no interese. ¿Es un superventas? ¿O sólo es grande para sus amigos?
¿Quiénes son para ti los grandes dramaturgos contemporáneos?
No soy experto ni mucho menos en dramaturgia, ni además soy aficionado (el teatro me resulta artificial e impostado salvo excepciones), pero tengo entendido y/o leído que Fernando Arrabal es el dramaturgo vivo más representado del mundo. Quizá eso le confiera ventaja respecto a su catalogación frente a Sastre.
Pues no, francamente. Corín Tellado es la autora española más vendida después de Cervantes (y seguramente más leída que él), y eso no da la medida de su grandeza literaria.
Bueno, su comparación tendría sentido de no equiparar a Fernando Arrabal con Corín Tellado, no porque esta sea mejor o peor que escritora, sino por la dimensión polifacética y hasta renacentista de Arrabal.
Conozco a Arrabal personalmente y, por razones que no vienen al caso, he leído prácticamente todo lo que ha escrito. Creo que es un genio, pero como escritor no pasa de mediocre. Muy efectista, eso sí, lo cual vende más que la calidad. Y Corín Tellado, a la que también conocí, era una excelente narradora (en cuanto a técnica) que desperdició su talento (aunque el concepto de «desperdicio» también es discutible).
Cervantes me aburre. Producto pasado de moda. Si los dioses más obsoletos son los más grandes, entonces será preferible Heliodoro de Emesa, al que Cervantes copió descaradamente. O ya puestos, la mejor novela del mundo será la de Caritón de Afrodisia, la que abrió el género de la novela.
Usted tiene derecho a mantener sus gustos, pero la afirmación «Es, y nadie lo discute, el más importante dramaturgo vivo de la lengua castellana y, me atrevería a añadir, el más grande después…» es una gilipollez. Coincido con Bartok. Hay cientos de guionistas mucho mejores que Sastre. Si tan bueno fuera, habría triunfado en Hollywood. No ha sido así.
Insisto: dramaturgo y guionista no es lo mismo. Y en la frase que citas hay dos partes: lo que nadie discute (que sea el más grande entre los vivos), y lo que yo «me atrevería a decir», con lo que dejo claro que esa ya es mi opinión personal. Y, por cierto, también me atrevería a decir que si Cervantes te aburre tienes un problema: si hay un autor indiscutible en la literatura universal, es él.
En la línea de lo escrito por Carlo, en Hondarribia, para celebrar el cumpleaños de Alfonso vamos a realizar la lectura dramatizada de su obra «La columna infame», interesante y valiente denuncia de la tortura.
El acto, doble, en euskara, a las 7 de la tarde, y castellano, a las cinco de la tarde (como corresponde…) se realizará en el Auditorium Itxas Etxea (ya no hay entradas) y a la par presentaremos el libreto bilingüe publicado por la editorial Adhara con ilustraciones del pintor colombiano Didier Franco.
Gracias, Fito. Qué pena no poder asistir.
E irrisorio para Gilligan. Es comparar a Einstein con un profesor de física de la ESO.
Paradojicamente, los diez mejores dramaturgos de la lengua española son estadounidenses. Probablemente los cincuenta mejores también. No han escrito en español, pero se les ha traducido. En ese ranking, Sastre no aparece siquiera entre los 1000 primeros. Otra cosa es que se inventen normas y condiciones para que los laureles caigan sobre el amiguete deseado. A Valle Inclan le leerán 4 gatos, pero a todos nos gusta «Better Call Saul» o «The Shield».
Más que una paradoja, decir que los 10 mejores dramaturgos de la lengua española son estadounidenses es un sinsentido. La literatura de una lengua es la que se escribe originariamente en esa lengua.
El cine del siglo XX ya se traducía a todas las lenguas. Un autor universal no es no por la lengua en que escriba, sino por los hablantes a los que llegue. Tienes un concepto obsoleto de la literatura. Estamos en el siglo XXI, hombre.
Un autor universal, sí; un literato de una determinada lengua es el que escribe en esa lengua.
Carlo, no sé exactamente cuál es tu balance sobre la revolución cubana, pero creo que no es conveniente caer en el romanticismo, y enamorarnos de la idea que tenemos de ella, como hizo don Quijote con Dulcinea, y como hemos hecho todos los enamorados del mundo en su momento. El pueblo cubano es solidario, por supuesto, como todos los pueblos, y cuanto más pobres, más solidarios son. ¿Pero tú crees, que en Cuba, a diferencia del mundo capitalista, no hay diferencias de nivel de vida entre los más desfavorecidos y las clases dirigentes, los que tienen el poder? ¿Que en tiempos de escasez, los Castro, por poner un ejemplo, sufrían el mismo racionamiento de productos básicos que el resto del pueblo? Una cosa en particular: ¿Es posible encontrar un símil más perfecto de la monarquía que lo que ha sucedido en Cuba? Fidel Castro, cuando consideró que ya no era capaz de seguir al frente, abdica en su hermano Raúl. ¿No es exactamente eso lo que pasó?
En más de una ocasión he dicho -incluso delante de Fidel- que Cuba no es una democracia, y que sigue habiendo en la isla racismo, machismo, homofobia, alienación religiosa… Pero han avanzado más hacia la democracia y el socialismo (que algunos consideramos sinónimos) que las supuestas democracias occidentales, que pretenden haber llegado ya (el famoso «fin de la historia») para no tener que cambiar (es decir, para que los privilegiados no renuncien a sus privilegios). En Cuba hay un complejo sistema electoral que podría haber impedido que Raúl sucediera a Fidel; pero el apoyo a los Castro y a los héroes de la revolución (héroes, sí) es mayoritario. En cuanto al racionamiento, he visto a Fidel y a sus ministros comer el mismo bocata de mortadela que el resto de la población. No voy a decir que no haya desigualdades, pero no son comparables a las del resto del mundo, y tras recorrer Cuba -donde he estado más de veinte veces- de arriba abajo no he visto a un solo niño mal alimentado, sucio o mal vestido, que para mí es un indicador básico.
Por si es de tu interés:
https://www.nodo50.org/cubasigloXXI/taller/frabetti_310707.html
PARA MÁXIMO
Por alguna razón, no me sale la opción «Responder» tras tu último comentario.
Sin acritud: creo que tu visión del conflicto está excesivamente condicionada por el discurso dominante (en el que incluyo, por supuesto, el de la seudoizquierda institucional). Si te contestara en broma, te diría que no te creas todo lo que dicen en la tele. Como es un asunto muy serio y creo que tus objeciones son honradas y sinceras, solo te puedo decir que es un conflicto excesivamente complejo y adulterado tendenciosamente para entenderlo «desde fuera» y sin contrastar numerosas fuentes, como ocurrió en su día con el «conflicto vasco».
Hola Carlo
Por ser de izquierdas y dedicarme a ciertas cosas a las que me dedico y frecuentar ciertos ambientes he estado muy cerca de muchas fuentes, de muchos vascos (de HB, de LAB) y de muchos catalanes (de IAC, de CUP) y de otras regiones, independentistas y no independentistas, soberanistas, nacionalistas y equidistantes. Aparte de acudir a todo tipo de fuentes, no soy lector de un solo libro (o un solo medio).
Me habré pasado veinticinco años o más intentando entender el nacionalismo de izquierdas. Hasta que me dije «basta». Por supuesto, no a seguir reflexionando y llegando a mis propias conclusiones, sino a dar un exceso de complacencia, tolerancia o comprensión gratuita y apriorística a esas posturas, por el hecho de ser de izquierdas o por una excusa banal de democratismo mal entendido.
Así que equivocado o no, lo soy con plena conciencia de lo que pienso.
Aparte de este tipo de consideraciones sobre el mayor o menor conocimiento de la situación, la mayor parte de mis argumentos son teóricos, valen para esta Cataluña y para otras regiones, es una cuestión doctrinal, ideológica, filosófica sobre qué es la soberanía y dónde descansa y sobre qué conviene objetivamente a la clase trabajadora.
Saludos.
Me temo que la situación (mundial, no solo local) es demasiado compleja como para que haya argumentos -a no ser que sean muy generales y muy teóricos- que permitan decir, a priori, qué le conviene a la clase trabajadora. Incluso cuestiones como votar o no votar, reformar o agudizar las contradicciones, pactar o no pactar, etc., creo que se han de replantear y resolver en cada caso concreto. Y algunos pensamos (y, por supuesto, podemos equivocarnos, dado el gran número de variables en juego) que, en estos momentos, los independentismos de izquierdas constituyen una de las mejores bazas contra régimen del 78. Gracias por tus siempre interesantes comentarios.
Un placer siempre.
El maldito abuelo estuvo implicado en el atentado de la calle del Correo https://es.wikipedia.org/wiki/Atentado_de_la_cafeter%C3%ADa_Rolando y se libró por la generosa Ley de Amnistía, lo mismo que la indeseable Eva Forest. Luego se fueron al territorio Comanche a seguir adorando a ETA y su serpiente. En el infierno hay una parcelita pare el tipejo.
A mí también me han acusado de pertenecer a ETA. Y en Wikipedia me atribuyen una hija que no tengo, con nombre y todo. Deberías cuidar más tus fuentes. Los abuelos malditos son otros, como se está viendo últimamente.
Estoy de acuerdo con usted. Me alegre de la muerte de la Forest. Espero que el complice de los asesinos se reuna pronto con ella. Yo brindare ese dia. Y me acordare de las victimas del atentado de la calle del Correo. Ni olvido ni perdon.
Eva Forest tiene un bello rincón marítimo, un muelle, con su nombre otorgado por el ayuntamiento de Hendaya, cerca de la casa del escritor Pierre Loti. De ve que España es otra cosa
El asesinato de Carrero Blanco del que se enorgullecia la compañera de este «valiente» no tuvo nada de valiente, más bien todo de cobarde y ruín. Y tan estrecha relacion supone algun tipo de colaboracion.
Valientes de este tipo? No, gracias!