Cine y TV

Porno-Teo-Kolossal

pierpaolo
Pier Paolo Pasolini en 1950. Foto: Corbis.

Ninetto Davoli —durante años actor fetiche de Pasolini— jamás se cansó de aclarar que Pier Paolo quería vivir. Es decir, que no provocó inconscientemente su muerte para sanar su alma ni se dejó llevar ante la imposibilidad de aniquilar lo que para él era el fascismo del antifascismo: el consumismo lacerante. 

La última vez, Ninetto, me lo dijo en el bar Meo Pinelli de Roma, que hace esquina en el barrio de Cinecittà… Y además citó un ejemplo claro para desmitificar esta leyenda urbana. «Estaba escribiendo la novela Petrolio y tenía una película pensada con Eduardo de Filippo y yo como protagonistas». Era la Epifanía según Pasolini, y probablemente se habría empezado a rodar en 1976, un año antes de ser asesinado en el Idroscalo de Ostia, donde hoy —como diría el cantautor Fabrizio De André— impera la vida equivocada de gente especial.

De Porno-Teo-Kolossal, título original, queda algo así como un guion que el cineasta y poeta parió en una grabadora para que viviera eternamente y no quedara sepultado entre legajos. Si bien el enésimo intento de transcripción no le devolverá las entrañas que le arrebataron en la playa de Roma, sí permitirá que su alma viva en paz. Porque Pasolini, como Pirandello, no nació actor, director, comunista, homosexual, pedófilo, genio o escritor. Nació personaje, y como tal solo quiere vivir. De cualquier manera.

Biblia pasoliniana

«… Nos encontramos en la profundidad del cosmos. En nuestros pies está el globo terrestre. Querría que fuese fotografiado por un astronauta en una nave espacial para darle más realismo. Después aparece la silueta de Italia, y se escuchan voces que provienen de muy lejos. Una de ellas canta una vieja canción popular napolitana. Nos acercamos a Nápoles, al amanecer. Aparece esa vida mágica que parece estar suspendida, una especie de cotidianeidad tranquila, de piedad colectiva. Se abre una ventana de una casa situada en una callejuela. Aparece Eduardo de Filippo. Habla con su mujer, que está en la cama. Es la típica napolitana, entrada en carnes, esbelta, piernas que parecen tener elefantiasis, siempre enferma, y asistiéndola una persona pálida y muda. En el pasillo se encuentra Ninetto Davoli, un tipo hirsuto. Es su siervo. Salen a comprar al mercado. Allí hay alboroto. La gente ríe, llora, grita… Dice que ha nacido el Mesías, y que traerá justo lo que la ciudad necesita: orden, riqueza y fraternidad. Eduardo está contento, feliz, porque él es un Rey Mago en realidad, y desde hacía meses esperaba tal noticia. Ninetto, por su parte, es un escéptico y muestra incredulidad ante la buena nueva. Esa noche Eduardo ve una estrella cometa en su casa. Sabe perfectamente que le indica dónde está el niño Jesús. Y empieza todo… Van a la estación de Nápoles al día siguiente, cogen un tren y se dirigen a Roma».

Sodoma. Primera ciudad utópica

«Llegan a la ciudad. Se encuentran en la plaza de la estación: Piazza Cinquecento. Hay tráfico, ruido. Es la Roma de los años cincuenta, aunque con algo milagroso en el ambiente. Los primeros controles policiales para los recién llegados los hacen policías buenos, jóvenes, guapos, benévolos y bondadosos. Uno de ellos le pregunta a Eduardo si ama a los hombres o a las mujeres. Obviamente responde que las mejores, pero los guardias le advierten, sin prepotencia o violencia verbal, que sería aconsejable hospedarse en zonas como Prati o Tuscolano. Es la primera ciudad utópica que creamos. Se llama Sodoma, y en ella está permitido solo el amor homosexual. En realidad es el cometa quien dice a Eduardo de estar en Tuscolano, porque allí hay gustos normales. Hacen amistades con otro napolitano, quien les dice que Sodoma es una ciudad donde solo hay maricas con gustos anormales. Es utópica, abstracta y fabulosa esta Roma.

Este napolitano les habla de la gran fiesta de la ciudad, que se hará esa noche. Habla de algo gordo, similar a Nochevieja o Semana Santa. Entonces se dirigen los tres al lugar, el gran matadero de la urbe, donde están todos los jefes del sistema. Allí, una vez al año, se celebra la fiesta de la fecundación. Hombres y mujeres practican públicamente el coito. Exacto. Una vez al año en Sodoma hay una macrofiesta de coito público entre personas de diverso sexo… Para hacer evolucionar el mundo. Aparecen chicos y chicas que llegan con la cartilla para ser sellados y así obedecer el deber del ciudadano. Después de consumar todas las relaciones sexuales comienza la fiesta. Este año la mandamás es una lesbiana: Silvana Mangano. El año próximo, por lo tanto, será un homosexual. El libro Corpo d’amore (Norman Brown) explicaría perfectamente la ciudad a nivel jurídico. Un lugar donde prevalece la homosexualidad, como en la antigua Esparta. Un lugar de tolerancia, democracia real. 

Se difumina todo. Eduardo, entonces, tiene un sueño. En él la gente baila, y ve un chico que le hace ojitos a una chica. Esa atracción por gestos diversos hace que infrinjan las reglas de Sodoma. Protagonizan un amor prohibido como el de Romeo y Julieta. No tienen miedo. Se exploran, se tocan. Pierden la virginidad. Descubren el amor y la carne. Todo muy poético y erótico. Fornican, pero son descubiertos. La ciudad monta en cólera, son linchados, arrestados, condenados… En estas Eduardo se despierta y vuelve a la fiesta con Silvana Mangano. Después van todos a un estadio para que los chicos paguen por su delito. Pero el estadio no está en Roma sino en Turín o algo así. La chica, delante de los hinchas, estará obligada a chupar a lesbianas; el chico desnudo hará lo propio con hombres muy bien dotados. Ambos sufren violencia, y el público —borracho por la fiesta— está eufórico. 

Eduardo y Ninetto vuelven a su pensión. Escuchan voces afuera. Muy pasionales. Abren la ventana. Ven un grupo de jóvenes violentos que chillan. Quieren hacer el amor con otros chicos hospedados allí de la Academia de Módena. El propietario lo impide porque dice que son sagrados sus huéspedes. Es negro y heterosexual el hombre. Un ejemplo de que en esta Roma hay sitio para cualquier minoría. Son toleradas. 

Mientras el grupo rebelde echa la puerta abajo, Eduardo mira al cielo y ve que la cometa parte, se mueve nuevamente. Es hora de abandonar Sodoma, que está en llamas. Cogen el tren junto a Lot, el dueño de la casa-pensión, con sus hijas negras. Intentan no mirar atrás para evitar convertirse en estatuas de sal. 

Así se dirigen hacia el norte todos, comandados por Eduardo y Ninetto, que se llaman Epifanio y Nunzio. Comen y beben pan, embutidos y vino. Las hijas de Lot se emborrachan y se dejan poseer por su padre con mucha lujuria. Juegan sexualmente, y él las anima a no mirar atrás». 

Gomorra. Segunda ciudad utópica

«Llegan a Milán cantando una canción napolitana. Es una ciudad moderna con muchas fábricas. Hay regimientos enteros de jóvenes desnudos. El tren descarrila… Hay en la estación policías, militares que no hacen sino abalanzarse obsesivamente hacia las mujeres para apoderarse de ellas. También a las hijas de Lot para disponer de ellas sodomíticamente. Las incitan para mirar atrás y, convertidas en sal, poseerlas definitivamente. 

En la estación de Gomorra, inspirada en Milán, hay caos, prepotencia, violencia hacia los recién llegados que esperan el taxi. Hay mucho toqueteo. Los hombres están obsesionados por la carne femenina. Entonces se acerca un napolitano para echarles una mano. Les enseña una caja con pistolas y bombas. Ambientado ya a la vida milanesa, al igual que el precedente compatriota a la romana, les insinúa que para aventurarse en esta urbe hay que comprar armas. Hay aura de terror, clandestinidad y conjura. 

Se dirigen al hotel ambos. Encienden la TV, que anuncia la fiesta de la ciudad. Es la fiesta de Gomorra. Algo así como una invasión de jóvenes bárbaros desnudos que se apoderan de la ciudad haciendo uso de la violencia, la brutalidad. Emulan la fuerza del neocapitalismo, el consumismo. Violan a mujeres por todas partes, delante de sus hijos incluso. Hay sexo duro entre heterosexuales. Hay barbarie. Gente robando en supermercados, y además vestida a la moda. Mientras, en televisión se publicita que la fiesta terminará con el castigo que recibirán dos personas por haber infringido las reglas de Gomorra. La culpa ha sido tener una relación al estilo de Sodoma. Algo terrible que merece un correctivo a la altura de las circunstancias. El Duomo es el lugar. 

Los dos napolitanos abren la ventana del hotel, que da precisamente a la catedral gótica. Se llena de gente radical, que no se sabe muy bien si es de extrema derecha o extrema izquierda. Hombres que violan a mujeres, y estas que se convierten en sus cómplices. Ancianos que adulan a esos individuos… Todo es horrible, bárbaro, es el neocapitalismo. La punición es mearles encima, desnudos y torturados, condenados a muerte. El chico aparece enterrado vivo y el hombre, desnudo, atado a un helicóptero que se alza. Alguien dispara en la garganta de este obrero homosexual. Se vierte la sangre. La gente grita, come sangre, algo así como un rito tribal. 

Eduardo ve esto e invoca piedad, clemencia. Al cielo, claro está. Allí ve un cometa que se mueve hacia otra parte, y decide seguirlo. La sanción divina golpea Gomorra. La gente vomita, defeca y mueren en sus propios excrementos. Gente que pierde el pelo, se le desprenden los ojos. Todo se marchita y muere». 

Numancia. Tercera ciudad utópica

«Cogen nuevamente el tren. Suena música napolitana. Siguen a la estrella cometa, que es la esperanza de un modo de vida redentor. París es Numancia. Estamos en la periferia, los suburbios, le banlieue. Están circundados por un ejército que los asedia. Es un ejército fascista o nazi. Controlan a toda la gente. De hecho la tienen recluida en un lager

Mientras Eduardo y Ninetto buscan su ubicación, llega un napolitano que ejerce de cicerón. Es un ángel, porque intercede por ellos ante el jefe del ejército fascista. Los salva de la muerte. Ahí surge con fuerza la antigua bondad de los napolitanos. 

Comienzan a trabajar como sirvientes en la tienda del oficial fascista que tiene asediada la ciudad de Numancia. Es un mundo clérico-fascista. Hay violencia, disciplina severa… Todo da mucho miedo porque es un neofascismo, más nuevo, más técnico. 

Eduardo no puede dormir. Ve la estrella cometa que se mueve. Rebasa la línea fascista y se dirige hacia el centro de la ciudad. Comienza a seguirla, como siempre, y entran en una zona franca, deshabitada. Hay tensión pero como la fortuna siempre ayuda al personaje cándido y cómico, consiguen entrar e inmiscuirse entre las barricadas. Aparece una especie de caballo de Frisia que los parisinos han hecho para defenderse de los fascistas.

Obviamente, los amigos napolitanos son detenidos inicialmente por no llevar documentos. Son ellos, los militares de Numancia, un ejército socialista, comunista. Mientras tanto, Eduardo duerme y sueña un ambiente intelectual, algo así como un café, un círculo o una sede de partido. Allí hay un poeta cerrado en su silencio, pero que parece interrumpir a los demás con una propuesta chocante. 

Desesperanzado, el poeta insinúa que no hay esperanza. Dice que los fascistas son más fuertes, y que no hay nada que hacer. La única solución es el suicidio colectivo de toda la población. Mejor morir que la esclavitud. Nace así una enorme discusión, porque el intelectual opta para quitarse la vida, pero la opinión pública en realidad contempla la opción de resignarse. 

Al día siguiente el diario Le Monde, de ideología socialista, saca la noticia sobre esta ciudad socialcomunista que hace suya la idea del poeta y la propone al parlamento. Hace un referéndum entre la población, que debe elegir entre rendirse o el suicidio colectivo. Hay mítines esos días. Los socialistas y comunistas son partidarios de quitarse la vida, pero algunos partidos de derecha —por supuesto democráticos— abogan por lo contrario. Toda la ciudad está politizada. Hay pasión, progreso.

Gana el sí, el suicidio. Es cuando Eduardo se despierta del sueño encontrándose nuevamente en el campo de concentración. Ninetto, por su parte, silba, está inmerso en una extraña alegría. Siguen al cometa, atraviesan la periferia de París y llegan a un centro histórico lleno de muertos, de gente que ha pasado a ser eterna por su acto en vida. Están todos desparramados junto a los Campos Elíseos. Aparecen como murieron: una pareja durante el coito, un homosexual asesinado junto a su pareja, gente que se suicidó mientras veía la película de Charlot El gran dictador

Aparecen los napolitanos por allí. Ninetto canta Bandiera Rossa y algunas canciones propias de la Revolución francesa. Llegan al café literario donde se gestó la idea. Ven que todos están muertos salvo el poeta, quien se bebe un whisky tranquilamente. 

Disolvencia nuevamente. Entran los fascistas, capturan al poeta mientras Eduardo y Ninetto fingen estar muertos para sobrevivir. Vuelven a la tienda de campaña del jefe fascista. Hay una fiesta, y el poeta está invitado. Es el invitado de honor. Se ha cambiado de bando traicionando a su ciudad. Hay elegancia en la gente y crueldad en las formas. El militar pide al poeta que diga una poesía antes del brindis final. El intelectual entra en una enigmática concentración y desgrana una poesía que termina con estos versos: Bebo pero aún no he decido cuál de los dos elegiré… Si el Asti alegre espumoso o el Chardonnay du pac…. Naturalmente Eduardo y Ninetto están allí, sirviendo comida en la fiesta. El jefe fascista ordena el Asti. Brindan, pero el poeta dice que ese vino no es Asti sino Chardonnay du pac. El fascista lo niega. Ambos defienden su idea de manera extrema. No están dispuestos a ceder. La tensión impera. Al final el jefe fascista amenaza al poeta obligándole a admitir que era un Asti, de lo contrario sería fusilado. Se niega, y es condenado. La fiesta se transforma en un protocolo de ejecución. Eduardo y Ninetto son testigos de todo. El poeta, antes de ser fusilado, alza el puño y grita: ¡Viva la revolución!

Eduardo vuelve a darse cuenta que la estrella se mueve en medio de la noche… Hacia oriente…».


P. D.: Después de transcribir el arquitrabe del audio guionizado —grabado por el propio Pasolini y elaborado junto a Franco Citti— y visualizar algunos fotogramas de animación que habrían vertebrado la cinta, he llegado a la conclusión que el fanatismo de Nápoles, con procesiones, con san Gennaro, con esa forma de piedad colectiva que dota a la ciudad de un aura noble… Es la clave. Es la solidaridad cristiana y social de la gente pobre.

P. D. 2: El audio no contiene diálogos. Según la carta que Pasolini le mandó a Eduardo, confiaba plenamente en su capacidad de improvisación.

P. D. 3: Jamás encuentran al Niño Jesús. Quizás porque la verdad no existe. Sí lo es la vigencia de la cinta, que habla de un pasado paleoindustriale, un presente neocapitalístico y un futuro tecnocrático.

P. D. 4: Ur sería el nombre de la cuarta y última ciudad utópica de la pareja errante. Estaría en Oriente, donde en un ambiente desolador perderían las maletas y serían desvalijados de todo, quitándoles incluso la ropa. Eduardo, ahí, sueña que le roban el pesebre viviente de oro que durante todo el trayecto llevó escondido en el pecho. Un regalo para el Mesías que jamás pudo darle. Cuando descubren que Jesús nació, pero ya murió, y que llegaron demasiado tarde… comprendieron que la fe y la utopía habían, nuevamente, fracasado.

P. D. 5: Epifanio y Nunzio mueren, pero no se encontrarán ni siquiera en el paraíso, porque este también ha desaparecido. Les acompañarán, para siempre, el ruido de la vida cotidiana, los cantares de la pobre gente que cada vez van menguando a medida que los napolitanos se van acercando nuevamente a las profundidades del cosmos, como al inicio de la cinta.

P. D. 6: Epifanio muestra gratitud y conmoción. Sabe que la única manera para comprender el drama del individuo es observarlo tomando distancia, desde una óptica universal… Abrazarlo a través de una desilusionada y melancólica mirada cósmica.

P. D. 7: No se sabe muy bien si todo esto es pasado, presente, futuro, condicional o pretérito pluscuamperfecto.

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2 Comentarios

  1. Autólico

    La solidaridad entre la gente pobre existe desde antes del cristianismo. Pero los ricos son todavía más solidarios entre ellos.
    Nápoles es maravillosa.

  2. E.Roberto

    ¡Vaya con el vecino de arriba que grita verdades!
    Gracias por la lectura a ambos.

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