Aunque la fecha de año nuevo sea una construcción mental humana, nos da una buena excusa para renovarnos. Será un proceso necesario en la era postcovid, cuyos cambios ya han comenzado. La última semana de 2020 nos deja avisos relevantes, y el mensaje de que estamos obligados a pensar de otra manera. Al menos si queremos mantenernos pegados al presente.
Amigos de los chinos
Xi Jiping, el presidente chino, ha avanzado en un proceso de inversiones que los más críticos llaman la «colonización» de África, donde China construye infraestructuras para su nueva ruta de la seda. Es parte de un plan de influencia económica, diferente del militar protagonizado por Estados Unidos desde la II Guerra Mundial, pero con el mismo objetivo: la hegemonía mundial.
La era Trump ha facilitado que la Unión Europea avance en su independización de EE. UU., una propuesta muy defendida por el presidente francés Macron, y que ahora Alemania ve con buenos ojos. De hecho 2020 es el año límite para cerrar el gran acuerdo de inversiones de la UE con China, y está a punto de alcanzarse. Su objetivo es un mayor acceso de las empresas europeas al mercado chino, y la protección de las inversiones chinas en la UE. Esto implica para China no sufrir vetos como el que EE. UU. hizo al 5G de Huawei impidiéndole finalmente desarrollarlo allí.
Joe Biden intenta presionar desde el otro lado del Atlántico para que la UE no alcance el acuerdo sin consultarle. Pero no llegará a tiempo de tener plenos poderes para presionar en contra, porque no los alcanzará hasta jurar su presidencia en enero.
Por otra parte la batalla comercial parece perdida para EE. UU., y hasta Google está preparando un buscador adaptado a las restricciones del régimen chino, el Dragon Fly. Además los expertos en economía ya avisan de que China será la mayor economía del mundo cinco años antes de lo esperado, en 2028, gracias a la pandemia.
Confraternizar con un régimen no democrático
Si China ocupa el papel de EE. UU., o parte de él, como europeos nos veremos obligados a ser «socios y amigos» de un régimen totalitario de partido único y que no respeta los derechos humanos. Acaban de demostrarlo con la condena a la periodista Zhang Zhan, la cual se desplazó desde Shanghái para cubrir los primeros días de la epidemia de coronavirus en Wuhan.
Su condena de cuatro años de cárcel se debe, según el tribunal, a haber propagado rumores, un término ambiguo en el que pueden entrar muchas conductas distintas. Pero que equivale a hacer propaganda contra el régimen comunista que gobierna el país para intentar derrocarlo, motivo para la severa sentencia recibida. Su agravante: haber concedido entrevistas a medios extranjeros. En uno de sus vídeos comprobamos —según la traducción de los comentarios— que la policía le advierte de que no debe difundir esta información. Zhan, que no era oficialmente periodista, sabía lo que se jugaba, porque en su país existe la censura previa de la prensa, y cualquier información publicada ha pasado el filtro de los funcionarios gubernamentales. Las condenas son frecuentes para quienes lo hacen fuera de los medios oficiales.
Son casos análogos al de Li Wenliang, el oftalmólogo que alertó tempranamente sobre la covid, y fue acusado de propagar rumores. Diez días más tarde de su ingreso en el hospital, donde moriría a causa de la enfermedad, las autoridades chinas comprendieron que no era un virus que solo se transmitía por contacto con animales. El doctor Wenliang fue posiblemente la primera persona del mundo en entender que se nos venía encima una pandemia. Las autoridades de Wuhan no lo entendieron así, le reprendieron, y cuando se tomaron medidas los ciudadanos chinos de este área se enfadaron mucho. Si algo no toleran los chinos es la falta de eficacia de las autoridades en una crisis. Así que en Wuhan hubo investigaciones sobre los políticos al mando, y entre la opinión pública cundió la idea de que se había expedientado a los responsables.
En su blog, el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha reflexionado sobre el papel propagandístico de China y su campaña de desinformación sobre la covid. Cabe pensar por tanto que comerciaremos con los chinos teniendo muy claro cómo son, un concepto nuevo al que habrá que ir adaptándose.
Comprender la economía dirigida china
Controlar el relato, en Wuhan y en general sobre el coronavirus, es importante para el presidente Xi Jinping, especialmente ahora que ha acabado diciembre y se ha presentado el plan quinquenal, que pondrá especial empeño en aumentar la influencia internacional china. Seguirá dando participación a las empresas privadas, siempre y cuando pueda controlarlas. Aquí está el origen de la investigación antimonopolio contra Alibaba, en realidad dirigida contra una de sus filiales, Ant Group. Esta empresa es una fintech que iba a protagonizar una de las mayores salidas a bolsa de la historia. Retiró su salida al parqué, y ahora está modificando su estrategia para contentar a las autoridades chinas. Otro concepto singular para Occidente, libertad económica y empresarial, con colaboración público-privada, pero solo hasta cierto punto.
En cuanto a si el partido comunista puede ser derrocado, y China cambiar de régimen, consideremos que las protestas y condenas como las citadas parten siempre de líderes que viven en las grandes ciudades. En el entorno rural un exitoso plan contra la pobreza ha garantizado la fidelidad al régimen del área más poblada del país.
Comprender a China no es aceptarla ni rebajar nuestro sentido crítico, pero esa influencia económica pronto se traducirá en cultural, y será necesario entenderles bien, a riesgo de caer en su propaganda. Al fin y al cabo durante mucho tiempo creímos en el American Way of Life, aspirando a tener algo similar.
Y en casa, reformar una monarquía meh
Defensores y detractores de la monarquía tienen que coincidir en que un rey español no puede delinquir, y menos aún refugiarse en la inviolabilidad constitucional para hacerlo. Nuestra paradoja es que esta parece una idea revolucionaria o republicana en boca de Podemos y del independentismo vasco y catalán; una aspiración imposible entre los políticos conservadores; y causa rechazo a grandes sectores del PSOE.
No sabemos qué piensa mayoritariamente la ciudadanía, el CIS no lo pregunta.
Pero dado que el fraude fiscal no está generalizado en el país, es fácil concluir que nos desagradan las sospechas, o evidencias, de lo defraudado por el rey emérito cuando la gran mayoría cumplimos con Hacienda.
Deberíamos cambiarlo, y parece que ahora Pedro Sánchez abre la vía a reformar el aforamiento del monarca, donde está el fondo de todo el problema, que además tendría un encaje sin reformar la Constitución mediante una ley de la Corona. Carmen Calvo ha confirmado que cualquier cambio se hará conjuntamente con el rey Felipe VI. Ya se habla incluso de un posible pacto PSOE-PP en esta legislatura con ese objetivo. En cuanto a preguntar a la ciudadanía, seguimos en la línea del CIS.
Los nanoplásticos no son inofensivos
La presencia de partículas de plástico, nanoplásticos, se ha detectado en el agua de los mares, en la carne de pescados y moluscos, y también en la de animales de granjas que consumimos habitualmente, así como en frutas y verduras.
Eliminamos el 90 % a través de nuestras heces, también llenas de plástico, pero conservamos un 10 % en nuestro intestino. Ahora una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona, UAB, identifica sus efectos nocivos en la salud. Lo que han comprobado es que en moluscos, peces y crustáceos los nanoplásticos alteran la microbioma, el conjunto de flora intestinal de la que depende el sistema endocrino, nervioso e inmunitario.
La similitud entre los sistemas de las especies estudiadas con los de los humanos permite prever que estamos ante un problema sanitario de gran magnitud y repercusiones aún desconocidas. Porque a principios de diciembre confirmamos algo más: también meamos plástico.
Estos hechos aumentarán la importancia de numerosas investigaciones en marcha para identificar organismos que pueden consumir de forma natural del plástico, y erradicarlo del medio ambiente. En la universidad de Stanford se descubrió que los gusanos de la harina pueden alimentarse de varios tipos de plástico, incluidos los PEX tóxicos, sin efectos nocivos. Su metabolismo sintetiza las toxinas y las elimina sin que el insecto muera. Más interesante aún fue el hallazgo de bacterias que no solo consumen plásticos, sino que procesan sus elementos generando un desecho metabólico ecológico. E inquietante el hecho de que un crustáceo común en las aguas dulces europeas pueda acumular en días una gran cantidad de microplásticos.
La convención internacional para prohibir la exportación de plásticos a terceros países (hacer de países pobres nuestros basureros) prevé que las islas de plástico oceánicas desaparezcan en cinco años. Este avance político indica que comenzamos a comprender la amenaza.
La tercera ola es natural y viene fuerte
La variante británica de la covid-19 es el proceso natural de adaptación de un virus a un ser vivo. El coronavirus, gracias a estar tan presente en todo el mundo, se ha hecho un 70 % más efectivo, o por decirlo de otra manera, mucho más contagioso. Eso quiere decir que a medida que nos vacunemos —en principio con la misma eficacia ante esta variante— también más personas se contagiarán, sobre todo los niños, más sensibles a esta cepa.
Como la variante detectada en Reino Unido ya está en Madrid, Andalucía, y en varios países europeos parece posible que la tercera ola aumente su virulencia, sobre todo en la vuelta al cole tras las vacaciones. Mallorca es el primer ejemplo. Posiblemente tengamos que hacer más estrictas, otra vez, las medidas de autoprotección personales —mascarilla, lavado de manos, distancia— y quizá los confinamientos parciales o totales. Cuanto antes nos mentalicemos, mejor.
Ver rostros siempre con mascarilla está alterando nuestra mente
Cuando miramos a los demás a la cara nuestro cerebro identifica las emociones del otro, su estado de salud —muy relacionado, perceptivamente, con la simetría y la belleza— y le añade aprendizajes sociales, incluidos prejuicios, como etnia o procedencia.
Es un proceso que nos interesa instintivamente desde que somos bebés, y resulta fundamental al socializarnos y desarrollar nuestra vida adulta. Por eso resulta especialmente relevante este estudio, que analiza las modificaciones producidas por el uso continuado y global de mascarillas.
De sus experimentos se deduce que esta prenda altera la percepción holística, parte fundamental del reconocimiento y análisis de rostros, generándonos una incapacidad perceptiva. La consecuencia es una menor sensación de sentirse unido a tu grupo social, y menos confianza en la capacidad para relacionarse con otros. Falta determinar, y así concluyen los investigadores, las implicaciones sicológicas. Pero no es difícil aventurar que el incremento de dolencias mentales por el aislamiento característico de esta pandemia pueda tener aquí un vector más de expansión. Sobre todo porque al menos en 2021 habrá que seguir usando la mascarilla.
Nos toca cambiar de mentalidad, e intentar conservar la cordura.
Buscar alguna solución al tema plástico, junto a la lucha contra el Cambio climático, parecen temas cruciales para nuestro futuro como especie. Ojalá los gusanos que comentas sean una solución, pero me suena demasiado bonito y fácil para ser cierto…