Llevan cuarenta años en el mismo sitio, el número 51 de la calle Asunción, en el muy atípico y no siempre bien ponderado barrio de Los Remedios de Sevilla. Son en efecto una librería de barrio, y así les gusta que se les considere. Son a su vez una de las pocas librerías de fondo no viejo que quedan en la ciudad, siendo quizás esta pequeña resistencia su principal atractivo. ¿Cómo es posible que en esas cuatro paredes quepan tantos libros? Detrás de este interrogante se encuentra la familia Lazo Contreras. La librería Palas es también, por tanto, un negocio familiar regentado en la actualidad por los hermanos Amparo y José Lazo, con quienes nos reunimos para charlar y conocer mejor su historia y de paso para celebrar con ellos su insólito aniversario.
La librería Palas se funda en 1980. Vuestra historia es, por encima de todo, una de resistencia. ¿Por qué creéis que habéis durado tanto tiempo en el mismo sitio?
Amparo: Eso mismo me he estado yo preguntando estos días [risas]. Y creo que he llegado a la conclusión de que si hemos durado tanto tiempo es porque al menos durante los primeros veinte o treinta años de vida de la librería nunca consideramos que teníamos un negocio entre las manos, más que nada porque nuestro modelo de librería, el que era entonces y el que queremos que sea, una librería de fondo, es algo poco rentable de por sí. Te confieso que ha habido años en que no nos hemos preocupado ni de llevar contabilidad. No vivíamos de esto, al menos hasta hace diez años, que es cuando nos dimos cuenta de que para poder hacerlo había que reorganizar un poco el funcionamiento del negocio. Gracias a ese bagaje un tanto inconsciente durante los primeros veinte o treinta años, creo que aprendimos a tomar las riendas de la librería como negocio con otra vocación.
José: Lo que cuenta Amparo es cierto, pero hay también otro aspecto muy importante: el local es nuestro, de nuestros padres, así que no hemos tenido que pagar nunca alquiler. Si no, hubiera sido imposible mantenernos cuarenta años con esa filosofía de vida, y menos en un barrio como este, en una calle tan comercial como es la calle Asunción. De hecho, ahora mismo, si tuviéramos que pagar un alquiler como los que se pagan en esta calle por un local como el que tenemos lo mismo tendríamos que cerrar.
Amparo: Sí, eso es de hecho lo que le ha pasado a muchas librerías en Sevilla. La mayoría de las que se mantienen desde los años ochenta lo hacen porque el local es suyo. Es el caso de Reguera, Yerma o en su día Céfiro, que cerró no porque el negocio no fuera bien sino por jubilación.
¿Y no creéis que vuestra labor haya tenido nada que ver con el éxito de la librería?
Amparo: Bueno, sí, claro, algo habremos hecho bien nosotros [risas]. Pero, ya te digo, esa labor se habrá podido notar a partir de un momento muy concreto, hará unos diez años como mucho, cuando nos planteamos en serio que la librería tenía que ser un negocio rentable para dar de comer a unas familias. Hasta entonces fuimos aprendiendo como libreros a base de errores, de corregirlos obviamente, pero eran en todo caso errores que no nos obsesionaron, que no nos crearon ningún desgaste, de ahí que hayamos podido llegar hasta aquí, tantos años después, con más ganas que nunca.
Palas es un negocio familiar. ¿Había tradición libresca en la familia?
Amparo: No, en mi familia no había siquiera tradición como comerciantes. Bueno, mi abuelo por parte de madre sí que tuvo un negocio de tejidos desde los años cuarenta, Almacenes Contreras, pero esa era hasta entonces la única conexión familiar con el comercio. La librería la montó de hecho mi padre con la herencia que recibió del suyo. Cuando mi abuelo paterno murió, mi padre heredó unas tierras que vendió al poco y con el dinero que sacó quiso poner una librería básicamente para su uso y disfrute personal. Lo que quería mi padre era poder venirse aquí los fines de semana y tener a su disposición todas las novedades del momento, títulos que él veía no estaban en otras librerías. Su ideal era encerrarse aquí, bajar las persianas y encontrarse rodeado de libros sin que nadie lo molestase [risas]. Y por eso compró este local. Mi padre le puso el nombre a la librería y poco más. Él nunca trabajó en ella. Fueron mi madre y mi prima Gloria quienes se encargaron del negocio al principio.
José: Al principio de todo sí que recuerdo que nuestro padre intervino en la primera selección de títulos que iban a formar parte del fondo de la librería. Lo recuerdo viendo los catálogos y haciendo esa selección, que en gran parte era de títulos difíciles de encontrar. Date cuenta de que estamos hablando de 1980. La oferta editorial que había entonces era mínima, sobre todo si la comparamos con la que hay ahora. Hablamos de un momento en el que muchos autores de renombre empezaban a ser publicados en España, como Sartre, por ejemplo. Mis padres ya habían viajado mucho y tenían mucha cultura. La librería se llenó al principio con títulos de corte «intelectual», por así decirlo, poco comerciales.
Amparo: Mi madre y Gloria entonces se podían permitir el lujo de no tener ningún best seller en la librería. No tenían nada que no les gustase. La mayoría de las grandes editoriales y de los grandes distribuidores tenían poco que hacer en Palas, porque a ellas no les interesaba lo que ofertaban. Tenían muy claro lo que querían tener en las estanterías. Si esos títulos no se vendían, les daba igual tenerlos allí años y años, porque sabían que tarde o temprano llegaría alguien a por ellos. Nosotros hemos heredado esa línea, aunque ahora tengamos algunos best sellers o libros para niños. Llevar a cabo estas «osadías» te lo permitía el no haber pensado nunca en la librería como un negocio, como te contábamos antes.
¿Cuál es el motor actual de ventas de la librería?
Amparo: El fondo, fundamentalmente. Vendemos también muchas novedades, ¿eh? Sobre todo de ensayo, que ha subido de ventas muchísimo en los últimos años. Nosotros estamos bastante especializados en historia, también en la narrativa publicada por editoriales independientes, cuyas ventas han subido también bastante últimamente. Tenemos los best sellers que hay que tener, ya no somos tan estrictos como lo éramos al principio con este tema, aunque también te digo que nunca verás un best seller en nuestro escaparate. Si alguien nos lo pide, se lo vendemos, claro [risas], pero nuestro fuerte no es ese. Te diría de hecho que nuestro fuerte es cada vez más el ensayo.
La librería goza ahora mismo de buena salud, tras superar la crisis de 2012, que fue un momento en el que pensamos que no íbamos a poder salir a flote. Aquel fue un momento bastante crítico, la verdad. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que no podíamos seguir haciendo lo mismo. Nos salvó en cierta medida que la Universidad de Sevilla sacó a concurso una parte de su servicio de proveedores de libros, nos presentamos y conseguimos entrar en esa rueda, hasta el punto de que a día de hoy somos unos de los proveedores más fuertes que tienen y recurren a nosotros con mucha frecuencia. Aunque la universidad cuenta con distintos acuerdos con distribuidores internacionales y bibliotecas, lo cierto es que prefieren el trato personal y directo y nosotros creo que le damos uno de calidad, porque removemos Roma con Santiago buscando los libros que nos piden, que muchas veces son de segunda mano, o están ya agotados, y nosotros solemos localizárselos. La verdad es que nuestras relaciones con la Universidad de Sevilla se han convertido en una parte muy importante de nuestra facturación anual. Ahora mismo, de hecho, tenemos las finanzas saneadas y nos hemos podido permitir contratar a una persona a tiempo parcial.
Al margen de con la Universidad de Sevilla, ¿con qué otras administraciones o instituciones públicas tenéis relación?
José: Trabajamos también con la Universidad Pablo de Olavide y con muchos institutos.
Amparo: Sí, y a la Biblioteca Pública Infanta Elena también le hemos servido mucho. Las relaciones con este tipo de instituciones surgen también en cierta medida por afinidad, pues si trabajas bien con un organismo público luego, dentro de lo posible, dentro de lo que el manejo de la legislación administrativa permite, terminas accediendo a otros entes. De alguna manera, trabajar bien para uno te termina llevando a otros. De esta forma hemos podido también colaborar con la biblioteca del Parlamento Andaluz, con la Escuela de Estudios Hispano-Americanos… Curiosamente, con el Ayuntamiento de Sevilla y con las bibliotecas municipales hemos trabajado poco, pues funcionan de otra manera.
¿Sois también de los que reniegan de las ayudas públicas o habéis tenido que acudir a ellas en alguna ocasión?
Amparo: Mira, hasta hace tres años, éramos en efecto de los que nos negábamos a pedir ayudas o subvenciones, pero vimos que el Ayuntamiento de Sevilla lanzó una línea de ayudas para organizar actividades relacionadas con el fomento de la lectura y las solicitamos.
José: De hecho es justo reconocer que gracias a estas ayudas empezamos a hacer más cosas dentro de la librería, actividades con una mayor continuidad, porque hasta entonces tan solo habíamos hecho alguna que otra presentación aislada.
En ese sentido, es cierto que también habéis sido una librería atípica, pues parece que os ha costado un poco comenzar a promover otro tipo de actividades en vuestras instalaciones.
Amparo: Aquí hay que tener en cuenta que nosotros, por naturaleza, somos muy tímidos, y eso de tener que interactuar con gente que no conocemos o con escritores famosos nos ha impuesto siempre bastante, la verdad. A la librería suelen venir muchos escritores a comprar, como clientes, pero la relación que se establece en esos casos no es la misma que la que surge de la necesaria socialización que conlleva la organización de un acto literario. Julio Manuel de la Rosa, por ejemplo, fue cliente nuestro toda la vida, pero curiosamente nunca lo tuvimos aquí presentando nada. Era muy amigo nuestro, venía y nos compraba muchos libros. De hecho nos podíamos hacer una idea de qué era lo próximo que estaba escribiendo por los libros que nos pedía, que normalmente había que buscar debajo de las piedras, porque eran cosas difíciles de verdad. Lo echamos mucho de menos.
Con todo, lo cierto es que el gran problema que tenemos nosotros para organizar actividades es el espacio. E incluso así, cuando nos hemos lanzado a hacer alguna, en ocasiones nos ha quedado un cierto mal sabor de boca, porque, por ejemplo, el año pasado tuvimos aquí a Juan Bonilla, ni más ni menos, presentando Totalidad sexual del cosmos, novela que como sabes acaba de ganar el Premio Nacional, y a dicha presentación vino muy poca gente. Fue una pena.
José: También tenemos miedo de que nos pase lo contrario, ¿eh?, pues precisamente por tener poco espacio es fácil que se nos colapse la librería. Nosotros hacemos muchas presentaciones de libros de historia y de hecho la más populosa que hemos tenido nunca fue la del historiador José Luis Comellas, en la que tuvimos que dejar a gente fuera.
Amparo: Ahora mismo, de las actividades que organizamos, estamos muy contentos con el taller de lectura que dirige Eduardo Jordá, que seguimos haciendo en modo semipresencial, porque en la librería no podemos garantizar las distancias mínimas. La última sesión de hecho la hicimos en la azotea de mi casa, al aire libre, y quedó muy bien.
También tenemos bastante relación con el Consulado de Portugal y el Centro Cultural Lusófono. Tenemos incluso un pequeño fondo de libros en portugués. Esta es una línea que nos gustaría explorar más, porque al hilo de esto realizamos el año pasado un pequeño taller de lectura en portugués y funcionó muy bien. Tuvimos aquí también a Lídia Jorge presentando su último libro, así como un encuentro virtual con José Luis Peixoto.
En fin, que nosotros queremos seguir haciendo cosas, pero el espacio, como estás viendo, nos condiciona muchísimo. Por eso creemos que la actividad que más se ajusta a nuestra realidad es la del diálogo con escritores. Eso es algo que podríamos hacer en la librería sin problemas, con grupos pequeños o al menos asequibles, pues en las grandes presentaciones muchas veces es complicado interactuar con el autor y nada más que dan lugar a que quien venga pueda llevarse el libro firmado. Ojalá podamos pronto retomar esta idea.
Tras cuarenta años en el mismo sitio, ¿en qué creéis que ha cambiado vuestra clientela?
Amparo: Más que cambiar, nuestra clientela lo que ha hecho es envejecer mucho [risas]. Al principio, cuando mi prima Gloria trabajaba aquí, como ella era fotógrafa y tenía muchas conexiones con el mundo del arte y la literatura, la librería quizás podía parecer desde fuera un sitio más peculiar de lo que es ahora. Ella, como sabes, le hizo muchas fotografías a mucha gente famosa, Silvio incluido. Silvio no entró nunca en la librería, que yo sepa, pero su amigo Curro, cuando trabajaba todavía en la barbería, sí venía bastante. Pive Amador, por otro lado, es uno de nuestros clientes fijos y viene mínimo un par de veces por semana. Pero aquel ambiente más «bohemio» se diluyó mucho con la salida de mi prima, a la altura de 1990, que coincide por otro lado con la entrada de José.
José: Nosotros hemos tenido la suerte de que nuestra clientela, desde el principio, ha sido una clientela de mucho nivel, con ciertas inquietudes. Funcionarios, profesores de instituto o universidad, gente con un sueldo asegurado, un nivel adquisitivo medio-alto y un importante bagaje intelectual. El estar en el barrio en el que estamos se nota en ese sentido.
Amparo: Esto que dice José es muy importante, y más ahora mismo, con la situación que estamos viviendo. El ser una librería de barrio, en este caso de un barrio con la idiosincrasia de Los Remedios, nos favorece. Las librerías del centro de Sevilla lo están pasando peor que nosotros, porque ahora aquella zona se encuentra totalmente despoblada. Es cierto también que nuestra clientela al principio estaba más definida, pero con el paso del tiempo se ha ido también generalizando, en el sentido de que aquí vienen a comprar tanto profesores universitarios como señoras buscando la última encíclica del papa. Tenemos no obstante la suerte de tener clientes que vienen todas las semanas, el mismo día a la misma hora, porque han instaurado esa visita como un hábito, como una rutina, y pueden pasarse aquí horas rebuscando en los anaqueles. Una de nuestras máximas es la de no intentar venderle nada a nadie. Nosotros dejamos a nuestros clientes totalmente a su aire, que miren y cojan lo que quieran. Y pienso de hecho que esta filosofía forma parte de nuestro éxito.
Tenéis en cualquier caso fama de ser libreros que leen mucho, es decir, que se preocupan de estar al día de lo que se publica.
Amparo: Es que leer forma parte del trabajo del librero. Un librero que no lee no es un librero. Yo suelo leer cuando me levanto, a las siete de la mañana, porque a las diez de la noche, cuando llego a casa, suelo estar más cansada. Un librero tiene que sacar como sea una serie de horas a la semana, si no diarias, para leer. No se puede concebir de otra manera.
José: De hecho estos meses de confinamiento nos han venido muy bien a todos en este sentido. Yo he aprovechado para leerme los típicos tomachos que va uno por ahí acumulando… [risas].
Amparo: Leer es una forma además de fidelizar a ciertos clientes, al menos a aquellos que se fían de nuestro criterio. Cada uno cubrimos además un área de conocimiento. José, por ejemplo, está especializado en ensayo científico; Juan está centrado en poesía y en el ensayo más general; y yo, en la narrativa. Reconozco que tenemos que desarrollar más la parte infantil [risas], aunque ahora tenemos a Sonia trabajando con nosotros y nos echa una mano en ese ámbito.
José: Aprovechando ahora que no está Amparo [risas], he de decir que la librería es ella, ¿eh? Ella es la que lleva todo el peso del negocio sobre sus hombros, es su espíritu. Es además la que más lee y la que más aconseja. Sin ella no hubiera aguantado tanto esta historia.
¿Cuál dirías que es el secreto para gestionar bien un fondo librero tan dinámico como el que tenéis vosotros?
Amparo: Nosotros pensamos que hay libros que hemos de tener en la librería, sí o sí, los tengamos en las estanterías parados durante veinte años, los vendamos finalmente o no. La mitad de las veces que conseguimos vender este tipo de libros no podemos luego reponerlo simple y llanamente porque no están disponibles. Aun así, si yo veo que alguien lo tiene, lo compraré de nuevo para tenerlo yo en la librería aunque tenga que esperar otros veinte años más para venderlo. Nuestra librería tiene que ser así. No tiene sentido por tanto que estemos trabajando por un ideal de librería y no intentemos al menos cumplir con ello. Es cierto que cada vez trabajamos más con depósitos. En la medida en que tratamos bien el fondo de las editoriales que nos gustan, las editoriales y sus distribuidoras nos tratan bien a nosotros y nos dejan los libros en depósito. Con todo, para nosotros es un verdadero drama tener que hacer devoluciones. Ahora, a final de año, tenemos que hacer algunas, no queda otra, porque el espacio que tenemos es el que es, no podemos estirarlo, y yo sufro muchísimo a la hora de hacer expurgos, lo paso realmente mal. Le dedicamos horas y horas a este tema, le damos vueltas y vueltas…
José: Al hilo de esto creo que es importante señalar que muchas veces el trabajo en las librerías se ha idealizado demasiado. Mucha gente piensa «uy, me gustaría tener una librería para estar aquí todo el día leyendo novedades», pero lo cierto es que este trabajo implica muchísima labor administrativa, mover físicamente muchos libros. Como dice Amparo, hay que estar todo el día seleccionando si lo que queremos es tener un fondo digno. Nuestro fondo es entonces el resultado de mucho trabajo, de estar todo el día con los libros para arriba y para abajo, porque el nivel de novedades que salen al año es brutal. El trabajo de selección constante es fundamental para nosotros.
Amparo: En el primer confinamiento, los distribuidores y las grandes editoriales creo que fueron conscientes de este problema que tenemos las librerías a la hora de gestionar tantísima novedad y decidieron acortar el número de ellas. Pero ahora mismo yo creo que estamos igual que antes. Algo tiene que cambiar de verdad a este respecto. No estoy al tanto del volumen de novedades que se editan en otros países como Francia, Inglaterra o Alemania, pero estoy convencido de que España los supera.
En vuestro empeño por continuar siendo una librería de fondo, ¿cuánto creéis que hay de «romantización» de un modelo quizás en vías de extinción? Resulta innegable que hoy día es relativamente fácil encontrar cualquier libro y tenerlo en la librería a los pocos días.
José: No podemos renunciar al fondo porque a nuestra clientela principal le gusta tocar los libros, le gusta venir por aquí y echar un buen rato mirando las estanterías. Si nos rendimos a eso, nos convertiríamos en otra cosa.
Amparo: No puedes además pretender tener una librería física en la calle Asunción, donde ahora mismo hay otras cuatro librerías, sin diferenciarte. Con esto no quiero decir que nosotros seamos una librería de fondo por ese motivo, porque nosotros hemos sido así siempre, de ahí que no pueda verlo como una cuestión «romántica». Como dice José, nuestros clientes no solo quieren comprar libros, cosa que podrían hacer por internet, sino que también quieren pasar la tarde en nuestra librería y ponerse a rebuscar en las segundas filas. En este sentido, no te digo que no, nosotros hemos heredado cierto espíritu de las librerías de viejo, que sí que están despareciendo, y quizás tengas razón al decir que las librerías de fondo no van a durar, porque cuando se jubilen en Reguera y nos jubilemos nosotros estoy bastante convencida de que morirá un tipo de librería en Sevilla.
Ahora que lo mencionas, ¿qué relaciones mantenéis con las demás librerías de la ciudad?
Amparo: Nosotros mantenemos relaciones muy estrechas con Casa Tomada, Yerma, Botica y Caótica. Todas formamos parte de un grupo que llamamos Noctámbulas y desde el que intentamos hacer cosas juntas. Nuestras relaciones son fantásticas, la verdad. Los libreros sevillanos, gracias al impulso de Manuel Padilla, estamos ahora mismo trabajando en constituir una suerte de gremio que aglutine no solo a las librerías de la capital sino también de la provincia. Lo que ocurre, y esto tiene que ver con lo que hablábamos antes, es que existen conceptos muy distintos de librería y en contra de lo que pueda parecer no es tan fácil encontrar líneas comunes entre nosotras. Creo sinceramente que somos un gremio difícil de armonizar, porque queramos o no entre nosotras hay una competencia constante y el nicho de mercado en el que nos movemos es muy pequeño. Los editores de Sevilla, por ejemplo, han conseguido hace poco asociarse y me parece perfecto. Los veo funcionar además la mar de bien. Ojalá los libreros de la ciudad consigamos pronto eso mismo.
¿Y con el resto de librerías de España?
Amparo: Con ellas estábamos interconectados a través de CEGAL, pero ahora lo vamos a estar mucho más a través del nuevo Todostuslibros.com, que ya está funcionando como una verdadera plataforma de venta. Yo, personalmente, le veo mucho futuro a esa plataforma. Antes, como sabes, al principio de lanzarse la web, esta funcionaba como aglutinante, no era una plataforma de venta propiamente dicha. El cliente podía ver a través de ella quién tenía tal o cual libro, pero para adquirirlo tenía luego que entrar en la web de esa librería en concreto. Ahora ya no, ahora puede uno hacer la compra directamente a través de Todostuslibros.com, indicando en su caso la librería en la que quiere hacer la compra, pero sin tener que hacerla a través de su web particular. Hemos firmado unos acuerdos específicos con los servicios de mensajería para que los costes de envío estén unificados para todas las librerías que se han incorporado a la plataforma, que no son solo españolas sino también latinoamericanas. Creo que Todostuslibros.com es la única vía que tenemos ahora mismo las librerías independientes para ser competitivas frente a Amazon. Me imagino que a lo largo de estos meses se irán adhiriendo más librerías, porque, sinceramente, no entiendo las reticencias. A nosotros ya la plataforma de CEGAL en red nos cambió la vida. Saber dónde estaba un libro en cada momento, saber si estaba agotado o no y en ese caso saber en qué librería estaba nos parece una información básica para poder atender a nuestros clientes. Para nosotros fueron todo ventajas, como lo será el día de mañana Todostuslibros.com.
Me vais a permitir que haga un poco de abogado del diablo, pero no deja de llamarme la atención que una librería como la vuestra, con una clientela tan específica, pueda sentirse afectada por lo que haga Amazon. ¿Hasta qué punto creéis sinceramente que es una amenaza para vosotros?
José: Es cierto que una librería como la nuestra no debería verse especialmente afectada por lo que pueda hacer o dejar de hacer Amazon, cuyo principal volumen de ventas lo constituyen los best sellers y los libros de bolsillo. Te diría entonces que lo que más nos afecta a nosotros de su forma de actuar es el tema de la inmediatez. Nos guste o no, nuestros clientes también quieren tener los libros ya, de un día para otro. Amazon está ahora mismo entregando los sábados y los domingos, y contra eso es muy difícil luchar de forma individual. Por ahí estoy convencido de que perdemos clientela.
Amparo: El tema de la inmediatez es justo lo que se quiere combatir a través de Todostuslibros.com. Como dice José, hay clientes que no pueden o no quieren esperar cuatro o cinco días a que le llegue un libro. Esos clientes son los que podemos perder por culpa de Amazon. Visto en perspectiva, es cierto que a nosotros nos hizo más daño en su día que abrieran La Casa del Libro en Sevilla. La Casa del Libro claramente nos quitó una parte muy importante de nuestra clientela específica, sobre todo cuando abrió la sede de Nervión, donde se pudieron permitir tener todos los fondos de todas las editoriales, porque el espacio con el que contaban era enorme. A mí Amazon no me amarga la vida, que conste, básicamente porque me niego a estar pensando todo el día en eso. Pero claro que se nota negativamente su presencia. Te pongo un ejemplo reciente: cuando se falló el último premio Nobel a Louise Glück, contactamos inmediatamente con el distribuidor para que nos facilitara ejemplares y este nos dijo que no podía, que estaban bloqueados de momento para evitar que Amazon los comprara todos de un golpe. Esta forma tan agresiva de actuar también la hacía antes El Corte Inglés, ¿eh?
Al hilo de esto, ¿qué opinión os merece que algunas editoriales vendan sus catálogos directamente a través de sus páginas web?
Amparo: Yo entiendo perfectamente que las editoriales pequeñas lo hagan, porque a mí a veces me da vergüenza el porcentaje que nos llevamos los libreros por poner un libro en una mesa. De verdad, si lo piensas fríamente, eso es lo más que nosotros hacemos, ese es el único valor que aportamos a un libro. Me parece en ese sentido muy duro que el editor se lleve solo un diez por ciento de cada libro vendido. Al final estamos todos luchando por lo mismo, y más ahora.
Os ha costado un poco «digitalizaros», ¿no?
Amparo: Eso se ha debido a que somos totalmente analógicos [risas]. De todos modos, yo aquí distingo entre lo que es aplicar la tecnología a nuestro negocio, que es algo que hicimos ya hace mucho tiempo, informatizando enormemente nuestros procesos, cosa que hemos ido con el tiempo mejorando, creando a su vez nuestra página web, que lleva funcionando ya un par de años, y lo que son las redes sociales, que es algo con lo que yo, personalmente, no puedo. Desde hace tres o cuatro años tenemos a Sonia trabajando en ese tema, porque yo no quiero saber ni cómo se usan. Al final de lo que se trata es de rodearte de la gente que sabe y ya está. Sonia está de hecho ahora pensando en diseñar algún tipo de newsletter, que probablemente terminemos implementando.
José: También te digo que ha sido ahora, gracias al confinamiento, cuando la gente ha empezado a utilizar más nuestra página web, donde ofrecemos un servicio de entrega a domicilio ecológico, en bicicleta eléctrica, que en muchos casos hacemos en el mismo día, y con descuentos del cinco por ciento. La web nos ha permitido implementar ideas de este tipo para fomentar la compra desde casa en estos tiempos tan raros que nos ha tocado vivir. También creo que la idea del «comercio de proximidad» está llegando a la gente y muchos clientes, antes de venir a la librería, se informan por nuestra web de la disponibilidad de tal o cual título. Vienen por tanto muy a tiro hecho. Para celebrar nuestro cuarenta aniversario hemos lanzado por primera vez una tarjeta de cliente, que es algo que tienen muchas librerías en España, con la que poder ir acumulando puntos con los que conseguir el descuento máximo del cinco por ciento que nos permite la ley.
Amparo: En Todostuslibros.com ha habido de hecho un pequeño desajuste con el tema de los libros que tenemos disponibles físicamente en la librería, porque a la hora de dar de alta nuestro stock en la plataforma se podía contar con el de una serie de distribuidores de confianza, de los que sabemos que pueden garantizarnos servirnos cualquier cosa que tengan en veinticuatro horas. Esto ha llevado a que algunos clientes se hayan presentado aquí en la librería preguntando por tal título que habían visto que teníamos disponible en Todostuslibros.com pero que en realidad no teníamos físicamente, pero ya lo hemos arreglado. Ahora estos libros aparecen en la plataforma con otro color, advirtiendo de su verdadera situación.
Son ya un clásico entre los libreros y han dado pie a numerosas antologías, así que no me resisto a pediros que me contéis alguna anécdota imborrable con clientes.
José: Aquí sigue todavía entrando gente creyendo que esto es una papelería, preguntando si hacemos fotocopias y cosas así. Me imagino que eso habrá ocurrido alguna vez en todas las librerías del mundo. Al principio, cuando Gloria todavía trabajaba aquí, recuerdo que entró una señora un día preguntando si teníamos bragas, que ya no sé si es una petición tan común [risas].
Amparo: A principios de los noventa tuve un cliente que venía mucho y que yo sabía a ciencia cierta que me robaba. Era un chico con problemas de drogas, pero me robaba los libros para leerlos. A lo mejor luego los vendía también, pero me consta que los leía y los atesoraba. Cuando lo veía entrar en la librería, yo me daba la vuelta, me hacía la tonta, y le dejaba. El pobre al final murió muy joven. Recuerdo entonces que vino un día su madre a verme a la librería a contarme lo que había sucedido y a decirme también que sabía lo que habíamos estado haciendo por su hijo, y que nos quería mucho por eso. Fue muy emocionante.
Para terminar, recomendadnos dos libros, un clásico y una novedad.
José: Como novedad me gustaría recomendar La vida contada por un sapiens a un neandertal, de Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga, que me ha divertido muchísimo. El tema que trata, la biología evolutiva, me interesa especialmente, pero la gracia de este libro está sobre todo en cómo está contada la cosa. Me ha encantado. Y luego, un clásico para mí es El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Lo recomiendo mucho, porque además es uno de los pocos libros que releído varias veces. Es una historia a la que vuelvo constantemente, me gusta mucho comparar las distintas versiones que se han hecho de ella, ya sea en cine o en cómic. La vida de Conrad también me interesa mucho, es un autor de referencia para mí.
Amparo: Yo, como novedad, recomendaría Exhalación, de Ted Chiang, que me ha gustado mucho. He sido siempre muy lectora de ciencia ficción, gracias sobre todo a mi padre, que compraba muchos libros de ese tipo. Toda la parte clásica del género —Arthur C. Clarke, Isaac Asimov, Stanislaw Lem…— la conozco bien. Y, luego, como clásico me gustaría recomendar Maqroll el Gaviero, de Álvaro Mutis, un libro que lo reúne todo y que ha sido hace poco reeditado muy bellamente por la editorial RM.
Me ha encantado esta entrevista a Amparo y a José, de la Librería Palas, porque en ningún momento se respira un espíritu de ansia competitivo ni comercial, ajeno a lo que realmente debe ser el espíritu de una librería, que es el mejor sitio del mundo en el que uno se puede perder. ¡Enhorabuena a ambos!
Al leer esta entrevista y si no os conociese pensaría: que gente más integra como personas y que excelentes como profesionales.
Además me habeís levantado el interés de leer por lo menos uno o dos de los libros que habeis recomedados.
En cualquier momento me paso por Palas.
Felicidades y hasta pronto.
¡Muy buena entrevista! Conmueve la vertiente humana. Deseo a Amparo y José muchos años de viajes entre libros.
Un gusto leeros. Tan tímidos en directo, como dice Amparo, y tan abiertos en la charla. Yo formo parte de los cliente «que han envejecido mucho». De los que le gusta ir a mirar, tocar…Palas es desde hace tantos años un lujo en el barrio. Gracias por todo. Y larga vida.
Se monto una librería para su uso y disfrute!!!! Madre mía, la de veces que he soñado con eso…
Muchas gracias, la entrevista es buenísima y la anécdota del chico que les robaba es impagable
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