Mayo de 1988. En el recreo, Rafa me comenta algo de que había visto a un grupazo en el A Tope. Yo aún escucho a Parchís, pero él ya está con Judas Priest e Iron Maiden. Las cosas de tener hermanos mayores. Por lo visto, en A Tope había actuado un grupo heavy de lo más cañero, con un guitarrista que estaba «tó loco». Eran los Kruiz. Y eran soviéticos. Por supuesto, no podían molar más.
A principios de los ochenta, en Rusia, la cosa de grabar un disco era muy sencilla: o lo hacías con el sello del Estado, Melodiya, o te lo autoeditabas con tus ahorros. Y ya está. La gigantesca casa de discos editaba de todo, encargándose también de la distribución y promoción. Algunos podían llegar a vender cifras escalofriantes: varios millones solo en la Unión Soviética.
Aunque abundaba la música clásica y tradicional rusa, también había sitio para el pop y el rock. Incluso para la música occidental: Melodiya se ocupaba de licenciar discos occidentales. Con un criterio peculiar. Los Beatles y Paul McCartney no eran unos extraños para los melómanos de la unión. Lo mismo sucedía con ABBA o Boney M, inmensamente populares por ahí. O incluso con nuestro Raphael. Pink Floyd tenían sus seguidores… Pero el rock duro era ya más complicado. Los discos de Deep Purple o Uriah Heep podían encontrarse en algunas de estas cubetas, pero el heavy metal más potente de bandas como Judas Priest o AC/DC… por ahí no pasaban. Esos discos tenían que encontrarse pirateados en el mercado negro.
Y esos eran, precisamente, los que más le molaban a Valery Gaina. El tipo iba para músico: nacido en una pequeña ciudad de Moldavia, desde chaval tuvo debilidad por la guitarra eléctrica, el instrumento que le enamoró y que se empeñaba en estudiar. Estaba especialmente influenciado por Ritchie Blackmore, y pronto destacó por su técnica y velocidad tocando. No le costó encontrar trabajo en orquestas y bandas regionales o como músico de estudio. Claro que lo suyo era que montara un grupo de rock como Dios manda.
En 1978, y ya con algunos años de carreras y giras, Gaina monta Cruise (aka Kruiz) con otros cuatro músicos acompañándole. Su estilo: un rock progresivo bastante turras con algún arranque de agresividad controlada. En 1980 se autopublican un disco, tocan por ahí y comienzan a tener cierto seguimiento. La Melodiya les ofrece grabar con ellos en 1981, con la mayoría de temas compuestos por el guitarrista.
En el estudio, los productores se ocupan de suavizar su música, ya de por sí algo carente de foco. La imagen de los tipos, con melenas, barbas y ropa de «pasota», choca con la del resto de la comunidad musical del país. Son fuente habitual de chistes tanto privados como públicos: en alguna aparición televisiva el presentador se chotea de sus pintas de indigentes.
Kruiz siguen publicando discos y haciendo giras. Gaina se muestra frustrado ante el control de la Melodiya, siempre encima de sus músicos. La situación llega a su punto crítico en 1983: el tipo compone una canción mucho más enérgica, llamada «Rock Forever», con un mensaje que distaba mucho de lo habitual. Era una práctica relativamente normal que la música pop y rock rusa tuviera unas letras evocadoras y poéticas; en muchas ocasiones, estas eran escritas por colaboradores externos: escritores, periodistas y, sí, poetas. Esta canción tenía un mensaje más directo: el rock era universal y no podían silenciarlo.
O quizá sí. En 1983, Konstantín Chernenko declara en un discurso que el rock era una manera de los americanos de envenenar la mente de sus jóvenes. En 1984 se aprueban leyes para, prácticamente, prohibir esa música. Algunos lo llaman «el año negro del rock». El sindicato de músicos apoya las medidas: la mayoría de rockeros son músicos aficionados que quitan el trabajo a los profesionales. Los medios dejan de pinchar a estos grupos. Responsables de cultura y juventud de toda la Unión Soviética endurecen sus estándares y desmontan varias de las agrupaciones rockeras del momento. Algunos músicos acaban en la cárcel. Otros, en el servicio militar. Kruiz no se libran y son desmantelados por el Estado.
Pero, tras el año negro, llega el resurgir. Gorbachov llega en 1985 y trae aires nuevos al país. La perestroika. La apertura. Entre 1984 y 1985 se crean unos cinco mil grupos de rock en la URSS. El pueblo quería rock, y el Estado tenía que reconocerlo. Y, efectivamente, el gobierno apoya esta explosión: «Algo está cambiando», era el mensaje que se quería lanzar. Como aquí con la movida.
Llegan los primeros fichajes. Aria, los llamados Iron Maiden rusos, y que ya tenían algún disco autoeditado, llegan a la todopodeosa Melodiya. Venden millones, aunque su propuesta suena primitiva para el oyente occidental: sus canciones parecen más propias de 1981 que de 1985, una época en la que bandas como Metallica ya llevan un par de discos en sus alforjas. Avtograph cubren el hueco del rock duro comercial con tecladitos. Los dos canales del Estado se llenan de rock. Y aparecen los primeros festivales.
Gaina ve todo esto y piensa que es el momento ideal para resucitar Kruiz. Y, ahora sí, competir de tú a tú con lo que estaba pasando al otro lado del telón de acero. Cuando la banda vuelve en 1986, está compuesta por nuevos músicos, que unían virtuosismo y actitud. Sergey Efimov, el batería, era capaz de tocar el doble bombo y emular las descargas de los Accept. El bajista, Fyodor Vasilyev, tenía presencia escénica y buen nivel técnico. Además, su imagen se radicaliza y se acerca a la que podían tener unos Judas Priest (en 1982), y su música se torna mucho más rápida, agresiva e incluso un poco alocada. El conjunto remite directamente a los Venom.
El propio Gaina se rapó el pelo por los costados, dando lugar a una peculiar imagen muy alejada de las melenas heavy-hippies de la época. Si fue por llamar la atención o porque se estaba quedando calvo nunca lo sabremos. En todo caso, la imagen era impactante, y ya saben que en los ambientes metaleros el estilismo es sumamente importante y cada cambio en los pelos y las pintas de los grupos es mirado con lupa por la escena.
Llegaba el momento de pasar, de nuevo, por el trámite habitual en la URSS: autofinanciarse un primer disco y hacer ruido para que la Melodiya les fichara. En sus nuevos conciertos suben el nivel de agresividad y de gilipolleces. Consiguen un gran éxito en la zona balcánica, donde algunos oficiales se quedan sorprendidos por el headbanging del público y el nivel de decibelios. Moscú y las grandes ciudades de Rusia se resisten un poco más, pero allí también acaban arrasando. La monolítica discográfica les reclama para grabar.
Cruize – 1 fue el nuevo disco del grupo, el primero de la banda en su encarnación más metálica. La caratula incluía las palabras «Rock Group», así, en inglés, dejando claras las cosas. Es una curiosa mezcla de estilos: lo mismo incluía algunos temas de metal más melódico, como podía hacer Dio, que otros trallazos similares a lo que podían hacer unos Kreator en la época, con doble bombo a piñón fijo y Gaina haciendo malabares sobre el mástil de su guitarra.
En todo caso, no desentonaban entre los ídolos de la metalada. En su país fue un bombazo: se estima que vendieron unos doce millones de copias, con actuaciones en estadios para multitudes de hasta quince mil personas. La gente quería metal y Kruiz tenían acero y sangre de sobra para todos.
El aperturismo continuaba, y en Occidente tomaron nota. El mánager de Scorpions deseaba que fueran los primeros heavies occidentales en dar un concierto en la Unión Soviética: dinerito y publicidad por un tubo. Como gesto de buena voluntad, se ofreció a ayudar a que algún grupo soviético girara por Europa. Kruiz dieron la talla en un concierto que pudo presenciar, pero la producción del disco estaba muy por debajo de lo exigido en Occidente. El plan para lanzarlos en Alemania era que visitaran Múnich y grabaran algunas demos rápidamente, con un sonido más moderno y contundente. Y en inglés. Durante el viaje, aprovecharon para entrar en contacto con discográficas y promotores de la región, y ver lo que se cocía en cuanto a tendencias metaleras.
Hasta se animaron a dar algún concierto: tratándose de músicos con formación y largas carreras, sus recitales eran bastante sólidos, y parece que vencen y convencen. Tocan varias fechas con los thrashers Rage, que llegan a sabotearlos para que no destaquen tanto (o eso cuentan ellos). Los reclaman para tocar en Finlandia, aparecen en la tele de Rusia y la RFA, y, finalmente, la WEA (Warner / Elektra / Atlantic) les ficha para grabar un disco en inglés. El Partido les da permiso para hacerlo. La WEA se quedaba los derechos para Occidente y el Gobierno de la URSS, los de los países del telón de acero. Pero antes de meterse a grabar tenían otros compromisos. Como por ejemplo… una gira europea con muchas fechas en España.
Los n.º 1 del rock soviético
A raíz del interés internacional, el Mariskal Romero (cómo no) se fija en la «movida de los troncos soviéticos». En poco tiempo, la Heavy Rock dedica un reportaje al fenómeno en su n.º 51 (1987) y se edita el LP Rock’n’URSS, con temas de cuatro bandas soviéticas. Editado por Chapa Discos y distribuido por Zafiro, licenciaba temas a la Melodiya. Kruiz ocupan los tres primeros cortes de la cara A. Es, con diferencia, el grupo que suena más moderno y duro de todos: también andaban por ahí Black Coffee y Avtograph. El conjunto se remata con un «texto» del Pirata en su línea habitual, ofreciendo contexto, colegueo y vergüenza ajena a partes iguales.
Los programas punteros de heavy los ponen de vez en cuando, entre ellos el mencionado Pirata, quien, por entonces, emitía desde la Cadena Cope. En algunas tiendas aparecen discos de las bandas del recopilatorio. Vamos, que lo del «rock soviético» parece que cala un poco. Entre otras cosas, por el apoyo dispensado por la izquierda española.
Comisiones Obreras media para que varias de estas bandas se acerquen por España. Kruiz, que ya habían hecho su girilla por Alemania, son una apuesta más segura. Les cierran varias fechas y se embarcan en una gira llamada «Artistas por la paz». En abril de 1988 la banda pasa un par de semanas en nuestro país, haciendo galas, radios y presentaciones en televisión. El nivel de exposición en grandes medios está a la altura de los grandes del género: periódicos, revistas, dos apariciones en TVE… Mucho más, por ejemplo, que bandas nacionales como Muro o Legión.
En un país con dos canales de televisión, podéis imaginar el impacto que suponía cada aparición en la pantalla. Kruiz visitaron el plató de A Tope, como mencionaba al principio del texto. Y, claro, muchos fliparon al ver a estos tres tipos haciendo solos en la tele y cantando en ruso. Miles de adolescentes con ganas de tirarse el pisto delante de los colegas ya se declaraban seguidores de Kruiz. Mucho mejor que los Helloween esos, dónde va a parar.
También estuvieron en el plató de Viaje con nosotros, imaginamos que para sorpresa de los papás que veían el programa de entrevistas de Javier Gurruchaga. Esa noche contaba con el boxeador José Legrá y el pintor Eduardo Arroyo como invitados. Y ahí estaba el grupo de speed metal soviético por excelencia haciendo los cuernos.
La gira española que les prepara CC. OO. creció, siendo requeridos por ayuntamientos donde gobernaba Izquierda Unida o al menos tenían algún concejal rockero con cierta mano. Fue el caso de Luis Pizarro, concejal de IU por Sevilla, que se empeñó en que el grupo tocara en la ciudad andaluza. Solo faltaba Carrillo por ahí haciendo headbanging. El primer tramo de la gira incluye Madrid, Bilbao, Zaragoza, Sabadell y Córdoba. Poco después se amplían las fechas, y actúan también en Sevilla, Ceuta, Cáceres y Badajoz. Imaginaos que alegrón para esa pandilla de heavies teenagers de Don Benito.
La acogida del público fue desigual en asistencia, pero con el entusiasmo habitual de las gentes de España: el propio Gaina lo comentaba en alguna entrevista a su regreso a la URSS, algo alucinado ante el recibimiento. Lo cierto es que se recuerda que dieron buenos conciertos, perdón, «descargas», que dirían en la Heavy Rock. En Zaragoza se agotaron todos los discos que traían para vender y triunfaron ante el respetable maño. Pero en Sevilla el concierto supuso importantes pérdidas para los organizadores: hasta un millón de pesetas que se fueron por el sumidero. Daba igual. Lo importante era demostrar que el comunismo molaba y los soviéticos podían rockear tan duro como los de la Bay Area de San Francisco.
Las crónicas hablan de unos músicos de imagen ejemplar. Puntuales y profesionales, ni bebían ni fumaban, se acostaban temprano y procuraban siempre dar un buen espectáculo. En las actuaciones que podemos ver hoy en YouTube siempre aparecen con una sonrisa en la boca. En el Gobierno tomaron buena nota y dieron luz verde a un proyecto de la perestroika: los mucho más comerciales y kitsch Gorky Park, que también tienen su historia.
El rollo sóviet quiso completarse con un concierto en las fiestas de San Isidro en Madrid: Black Coffee y Avtograph junto con Sangre Azul y Rosendo. Pero el show es eclipsado por otra noticia: tan pronto como llegaron a España, el técnico de sonido ruso se escapa y pide asilo político. El grupo se mete en un lío y, tras el concierto, tienen que volver a Moscú rápidamente.
Kruiz seguían a lo suyo. Tras España vinieron paradas en Italia, Alemania y Bulgaria, donde lo petaron seriamente. El LP en inglés ya estaba listo y se lanzó en octubre del mismo 1988. Sus letras en inglés eran raras, pero no estaban mal. Había cierta originalidad en alguno de sus temas. Abundaban los relatos guerreros y mágicos, pero en «Heaviest in Town» se reían un poco de sus propios fans: habla de un heavy que está de vuelta de todo, que controla todos los grupos, que se aburre con Maiden… pero que se va a la Unión Soviética a ver a Kruiz.
En 1989 la banda no deja de girar. En Alemania son recibidos con entusiasmo. La tele de Luxemburgo los aclama. Su videoclip es pinchado hasta en la MTV, aunque es en la televisión musical de Canadá donde más lo repiten. Prensa y periódicos hablan de ellos en todo el continente. El grupo no deja de girar… y comienzan a surgir las primeras tensiones. Lo de siempre: las horas de carretera erosionan la relación entre los tres miembros del grupo, especialmente con el batería Efimov. Gaina, que acapara toda la atención, recibe peticiones para producir otras bandas rusas. Trabajo y más trabajo.
En uno de sus conciertos, Val conoce a la cantante del grupo de Los Ángeles Hellion, Ann Boleyn, con quien hace buenas migas. O algo más. Por su cuenta, Gaina aparece con ella en un festival de la canción en Polonia. La maquinaria no para: en la URSS la carrera de músico no requería de tanto ajetreo, debían pensar.
Por España volvieron en 1990. Y esta vez lo iban a petar: iban a tocar en el Pabellón del Real Madrid, junto a Obús y Muro, la banda que prometía «speed metal a tope» en cada actuación. Fueron los propios Muro los que abogaron por que Kruiz estuvieran ahí presentes. Como hemos dicho antes, Kruiz molaban, aunque fuera por el exotismo.
Pero una vez más, el gozo de los soviéticos acabó en un pozo. Ese mismo día fue convocada una huelga general que tuvo un gran seguimiento. El resultado: el pabellón apenas contó con unos quinientos asistentes. El mismo movimiento obrero que les había hecho ganar tantos seguidores ahora los saboteaba: un bonito reflejo de lo que era la situación por territorio soviético.
A Kruiz le quedaba ya muy poquita vida. Los nuevos temas para el disco no convencen a los mánagers, que presionan a la banda para escribir canciones más comerciales: ellos se ríen de todo esto en el tema «Hit for MTV», que podríamos escuchar años después. El batería se va. Y Val empieza a pasar cada vez más tiempo en Los Ángeles con su novia. Intenta reactivar Kruiz en el mercado americano, pero la marca está ligada a la discográfica alemana, con quienes tiene contrato. Por si fuera poco, en 1991 la caída del Muro y el cambio de régimen propician que las mafias rusas se hagan fuertes en el negocio musical. Es el empujoncito que el líder necesita para huir y asentarse en los Estados Unidos. Allí intentará levantar varias bandas, de poco recorrido, y se reinventará como músico de sesión y compositor para televisión. Kruiz han muerto.
En 1992, la película Wayne’s World se abre con un chiste sobre «los grupos de rock rusos». La moda que había catapultado a Gorky Park en Estados Unidos y a Kruiz en Europa a sus cinco minutos de fama había terminado con el fin de la Unión Soviética. En Occidente, solo los más dedicados fans del thrash les recuerdan. Pero en Rusia y alrededores tuvieron el suficiente impacto como para garantizar trabajo y cierta popularidad a sus tres componentes durante el resto de su vida.
En el nuevo milenio, el cantante de aquellos primeros Kruiz, los petardos progresivos, retomó la banda para girar y ganar algo de dinero. A Gaina le molestaba, pero no lo suficiente como para reunir a Kruiz… hasta el año 2012, cuando retoma el grupo y toca en enormes festivales, ante miles de personas, por toda Rusia y los Balcanes. Efectivamente, existen dos Kruiz simultáneamente, como existieron también dos Saxon, dos Ratt y dos Rhapsody. Una vez más han demostrado que no tienen nada que envidiar a las bandas occidentales. ¿A qué esperan para traerlos al Leyendas del Rock?
Totalmente desconocidos aquí en Argentina. Muy buena la nota. Otra poderosa demostración, de qué el rock trasciende tiempo y espacio. El heavy metal, existe solo en su propia dimensión. Cada oportunidad (cada vez menos) qué tengo de ir a un concierto, veo las largas filas de «peludos» desaliñados, inadaptados y raros…. Cómo yo! Jejeje
Y pienso; dónde estaba toda ésta gente? Por qué no los vemos en las calles? De qué viven?
Pero están, estamos, existimos. Por más telón de acero que invente una doctrina política, la dimensión heavy es el cobijo de los desesperados. El Pop es simbólo del capitalismo. El rock, puede tener alguna connotación política. Pero el Metal, no es de éste universo. Le pertenece a un futuro distópico qué no llegó. Nació en Europa en los ’70s dónde una subconsciencia marginal, apostó todo al apocalipsis. Sin distracciones, ni canciones de amor; de haber una guerra nuclear, nada, absolutamente nada; quedaría en pie. Y en esa desesperación, propia del qué no sabe a quién recurrir; nacieron esas letras crudas, diabólicas, nefastas, acompañadas del sonido más brutal qué alguna vez, mis oídos sintieron. Y la abracé para toda mi vida. Salud hermanos de las tinieblas
Lo que tu quieras. Pero ACDC no son heavy metal
Indudablemente, pero todo metalhead le rinde homenaje y le paga tributo a los hermanos Young porque la influencia de AC/DC es innegable en todo el metal.
Pues no lo tengo tan claro
Que grupos de heavy metal ves tu que estén influenciados por ACDC?
Yo creo q son corrientes distintas
Un placer leerle por aquí, Sr. Viruete
El disco de Kruiz es bueno, bastante bueno, pero solo tienen uno de nivel.Los verdaderamente grandes de la URSS/ Rusia son Aria, todo lo de los 80 – cuando nacieron – y la primera mitad de los 90, es muy, muy bueno y hasta principios de los 2000 tienen buenos discos. Probad con el Play with fire y el que para mi es una obra maestra digna de cualquier obra cumbre del heavy metal europeo; Blood by Blood.
Me he partido el ojal y me ha encantado que los recuerdes. De todas formas un par de curiosidades….
Me resulta raro lo de escuchar a parchís en el 87 . Estos eran más del «aplauso» y fueron contemporáneos de leño o asfalto.
Lo de que la huelga general le jodió el concierto del pabellón no sé… En 1990 ya se estaba yendo todo a la mierda, en términos de heavy rock
De esa época fue la de cuando panzer vendieron 100 entradas para su festi en el pabellón… Y al final tuvieron que despedirse en la sala Barrabás.
Ah…
¿Hubo dos Saxon? Cuálos?
Pero vamos. El artículo está de puta maiden. Y deja frases antológicas.
Gracias! Viruete!!!
Una puntualización quien monta la gira no es CCOO sino el «Comité España URSS» que era una asociación vinculada al PCPE. Una escisión prosovietica del PCE